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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

DE BRAZOS CRUZADOS

DE BRAZOS CRUZADOS

Esta fotografía de mi hermano Andrés, el mejor Cortés,  está tomada pocos días después de salir del Colegio.

Os aseguro que le costó dejar la costumbre de ir con los brazos cruzados y en fila, claro, éramos siete hermanos en casa.

7 comentarios

José Mª Sierra Tascón -

Bueno; había empezado con una larga perorata de las mías y, al final, me decidí por no publicarla.
Sólo un apunte. El día que me licencié, después de pasar toda una mili en El Ferral (lo mío eran "las parameras"), después de escaparme muchas veces por ese páramo hasta La Virgen del Camino para coger un autobús, si lo había, hasta León, vestido de militar y, si era de paisano, atándome, virtualmente claro, la mano derecha donde podía para no hacer el saludo militar cuando te encontrabas con un mando de rango superior por Ordoño, Papalaguinda o cualquier calle de León, llegué a La Vecilla. En el puente que hay sobre el río Curueño, a la salida, dirección Boñar, me asomé y eché mano a la cabeza para que no se me cayera la gorra (militar y, a la sazón, también virtual) al río.
¿Sería herencia de la disciplina de "La Paramera" de al lado, sería esa especie de inseguridad que nos quedó...? ¡Quién lo sabe!
Pero sí; que nos quiten lo bailao, Javier. Y, aún más: Lo que nos queda por bailar que, aunque sea solos, espero bailar muchos años...

Un fuerte abrazo a todos los luchadores de la época, Quijotes contra molinos. Al menos, antes, teníamos molinos contra los que luchar.
Ahora son los "mercados", esos entes imprecisos, incorpóreos... O, quizá, no tanto.
Un abrazo.

Javier Cirauqui -

No sabíamos que hacer con los brazos, ni con la vida. Era como un flotar ensimismado, en que los alrededores no contaban, porque estabamos anonadados y embebidos en nuestros pensamientos y en nuestra nada. Antes tan transcendentales y ahora tan vacios, con la autoestima por los suelos y en una encrucijada de muchos caminos, en la que no sabías cual elegir. Qué dificil es ejercer la libertad cuando nos ha sido durante mucho tiempo privada, maniatada, manipulada y a veces maltratada. Pero que nos quiten lo bailao, que aquí "andamios".

Un recuerdo y un abrazo muy fuerte para todos los perplejos de aquellas épocas. Javier.

José Mª Sierra Tascón -

¡Coño, Julio: "Ni yo" lo bubiera expresado mejor. Nos estorbaban los brazos, las orejas, los ojos, la lengua (no la latina), la nariz... Menos mal que, a algunos, nos quedaba el gusto por la música; si no nos hubieran arrebatado todos los 5 sentidos. Y alguno más, si nos dejamos.
Besos.

Julio Correas -

Quién no ha sentido alguna vez que nos sobraban los brazos?

Ridículo o cobarde permitir que queden desmayados laterales, cual simio.

Ineducado meter las manos en los bolsillos escondiendo y descansando la vergüenza.

Chulesco, militar o displicente cruzarlos a la espalda, asiendo las manos sobre las posaderas.

Incómodo, cansino y hasta pío cruzarlos sobre el pecho.

Pecaminoso y obsceno dejarlos caer por delante cruzando las manos que han de caer a la altura de las partes pudendas. (Recuerdo un día que me llamó la atención un cura en una Misa, allá por los setenta).

Prueba a quedarte de pie en un acto público, rodeado de otros. Si piensas en tus brazos... no sabrás qué hacer con ellos.

¿Será por eso que la gente fuma?

Un abrazo, Andrés.



Luis Heredia -

Isidro, luces que nos iluminaron para tomar la decisión más importante de nuestra corta vida por aquel entonces. Nuestras cabezas estaban muy bien amuebladas pero formándose aún y en aquellos momentos las decisiones de seguir o quedarte en el camino, que no en La Virgen, marcarían radicalmente el curso de tu vida. Era lo blanco del hábito por lo que intuíamos o el negro de lo desconocido , quizá más bien el miedo a haber tomado una decisión errónea.
Por supuesto, en mi caso, que ya desde que tuve uso de razón tenía seguro que me vestiría de blanco. Se demostró a la larga, que no tenía mucha razón o que no supe usar correctamente de ella. O sea, cabeza bien amueblada pero poco formada. Mis luces subieron de los mismo terrones por los que me precedió Andrés y otros, bajaron de la estrella colorå que me iluminaba tantas noches dando vueltas mi cabeza en la camarilla y el faro, mi primo Ángel Torrellas, acabó por iluminarme y guiarme para que no me pegara el castañazo. No obstante, me hubiera gustado haber tomado los hábitos como tú y escribir la mitad de bien que tú.
Estás entre esos compañeros en los que descubrí virtudes que desconocía os dotó Dios o el P. Jaime Lebrato antes del blog y a los que me refería en mi comentario sobre Javier Serrano de días antes.

joaquin lopez-malla ros -

despues de leer lo anterior la verdad es que da un poco de vergüenza entrar pero tengo que decir que este es nuestro
s andres aunque ahora sigue siendo igual de guapo y mejor persona que era en el colegio.Un abrazo para toda tu familia ximo-rosa
¿como se vive de prejubilado? iba a poner cacho cabronazo pero rosa no me deja

Isidro Cicero -

El ni siquiera se daba cuenta, pero se encendían los durísimos terrones del suelo debajo de las suelas de sus playeras.

Ellos salían de allí derrotados, confundidos, sin saber bien a qué dedicar los brazos, por eso los cruzaban, casi sin saber ni para qué los tenían.

Pero esta foto lo deja claro: Por donde ellos pisaban brotaban luces.