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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

LUISITO HEREDIA, el 295

LUISITO HEREDIA, el 295

Ya extinguida hace meses la Semana Santa - de ahí que no me hubiera atrevido a colgarla antes para no herir sensibilidades-  la foto que te envío no es de la sábana santa ni el número 295 que aparece en la esquina es la prueba del carbono sino la prueba material de que yo he pasado por la Paramera y sus rigores bajo el número 295, tal como me conocían en la lavandería.

 

A raíz del nacimiento del blog, todos -bueno, algunos- hemos ido haciendo aportaciones al por entonces propuesto Museo de la Historia de la Fundación Apostólica Virgen del Camino, OP y  que iba a estar ubicado justo al lado del de las Ciencias. ¡Qué menos, con tanto prodigio como salió de allí¡

 

Desde cartas conservadas como en conserva de las madres – de los padres, pocas- dirigidas a sus hijos, libros de texto heredados, rosarios, crucifijos de madera, crucifijos insertada su cruz en la piedra como si del Gólgota se tratara, carpetas marrones con el logotipo del Colegio de las que adquiríamos en la Procuración, notas, partituras de música impresas a mano, blocks conservando como auténticos incunables redacciones de incalculable valor y ejercicios matemáticos, físicos o químicos que demostrarían a la larga para lo que había servido la Fundación Virgen del Camino, OP, Libros de Escolaridad, fotos…y más elementos de los que ahora mismo no puedo acordarme.

 

Es curioso que cosas tan insignificantes hayan perdurado en nuestros baúles más de 50 años y sin embargo, cosas tan monumentales como, por ejemplo,  una capilla, una piscina, un teatro,  unos mosaicos, se los haya tragado en tan poco tiempo el mismo tiempo, tiempo que dejó vacío de contenido el continente,   y la mano humana, tan acostumbrada a menudo a cortar por lo sano.

 

Algunas de las cosas que os he descrito arriba, las he aportado yo y desde el nacimiento del blog he tenido la sana manía de rebuscar y seguir rebuscando aquellas cosas que de una manera u otra me unían al Colegio, amén de buscar y rebuscar también a compañeros perdidos y encontrados infringiendo incluso la Ley de Protección de Datos con la connivencia del Protector (de Datos).

 

Lo último que he encontrado, sano y salvo, hace seis meses,  es el pañuelo de la foto. ¡Impoluto¡ Lo tenía guardado uno de mis dos íntimos amigos de la infancia, adolescencia y jubilación, compañero también de alguno de vosotros por haber pertenecido al Sindicato de la tiza: Francisco de Caso Fernández, Paco, para Pitu.

 

Yo, que nunca bajaba a tirar la basura sin el D.N.I ni el pañuelo, resulta que ahora me encuentro con uno de los que fueron compañeros de viaje de bajada y subida de casa.

 

Esta prenda íntima, -porque solamente la usaba yo y no por lo que se ve y se le imagina lo que tapa-  tiene también su historia. Yo lo había utilizado,  limpio siempre, para hacer juegos de magia: el de la cerilla encendida que  yo apagaba apretándola por el centro del pañuelo y éste seguía intacto o  el  del palillo envuelto en el pañuelo que el espectador rompía y al  desenvolverlo, el palillo seguía intacto. Nunca se me quemó el pañuelo y me  faltaban palillos porque los espectadores querían más y más, intentando descubrir el truco. La Magia es lo que tiene, secretos inconfesables y que  yo no os voy a desvelar ahora ni después de la publicidad. Aunque para  Magia, lo que hicieron los Padres Dominicos con mis notas escolares y Los  Reyes Magos las noches del 5 de Enero.

 

El mundo es un pañuelo, se dice, muy acertadamente como es este caso,  y  lleno de mocos muy desacertadamente.  No hay lugar en él ni para acoger una  brizna de polvo y sin embargo se está quedando pequeño para acoger tantas  coincidencias desde que el reencuentro y el blog nacieron.

 

En mi pañuelo puedo leer historias tan emotivas como haberme encontrado  trabajando a Faustino Manjón hace 33 años en el Banco con el que yo operaba  en Marbella, a Seque currando a escasos 30 Km de mi pero hete aquí que  el  arrendador actual de mi despacho es el Mecenas que donó un órgano/piano  electrónico al Colegio donde Seque impartía sabiduría, conocimiento, ciencia  y mucha, mucha música,   y claro está, a un Director de Música, además de  virtuoso pianista como es Seque, no se le podía privar  de tal herramienta  con la que sus alumnos e hijos del Mecenas disfrutaran, aprendieran y  tuvieran en la música un aliado. Sirvió el regalo del Mecenas, pero mucho  más la enseñanza de Seque, porque uno de los hijos del Mecenas montó su  propio estudio de grabación frente a mi despacho. Y ahí no queda la  anécdota; es que Seque fue el profesor de mi Secretaria que lleva conmigo 25  años, con lo que para durar tantos años conmigo, la intervención y  enseñanzas de Seque tuvieron que haber sido cruciales para ella.

 

Pasados unos años del reencuentro, recibo una llamada de Andrés Martínez  Trapiello, Trapi, diciéndome que estaba tomando café con su hija y una  persona que juraba conocerme, y además bastante bien. Resultó que su hija y  mi hermano pequeño trabajaban para la misma empresa y además, los dos con  similares funciones, con lo que se veían con mucha frecuencia por motivos de  trabajo. Y Trapi como padre y yo como hermano, sin saberlo.

 

En la vivienda de la que disfruto hoy en día en mi Gijón del alma,  confluyeron los astros y se cruzaron los hábitos dominicanos. El piso estaba  inhabitable, destrozado, por unas inundaciones sufridas como consecuencia de  una avería en el piso de arriba. En el transcurso de la típica conversación  entre arrendador y posible arrendatario, resultó que el piso le había  pertenecido anteriormente al que había sido mi jefe en mi  primer trabajo en  un almacén de hierros, época  para olvidar en la que me daba igual que un  camión pasase por encima de mi o que me extrajeran dos muelas seguidas por  lo mal que lo estaba pasando en ese trabajo. Al pasar a la cocina, el  arrendador sacó de uno de los muebles una piel de serpiente que al  desenrollarla atravesó los cuatro metros de cocina de lado a lado ocupando  unos 70 cm de ancho. Me preguntó  si la quería, gratis, alquilara o no la  casa. ¿Qué iba a hacer yo con aquel pellejo? Le sugerí que la llevara a un  zapatero o a una tienda bolsos pero me respondió que ya lo había intentado  sin éxito. 

 

Como mi curiosidad iba en aumento, le pregunté que cómo había llegado hasta  la casa, pues me imaginaba que con esa envergadura no era posible que hubiera entrado de incógnito por el inodoro o trepando por el canalón del patio, tratándose además de un 10º piso. La respuesta me dejó paralizado  como si de la misma serpiente se tratara y me hubiera clavado los colmillos  en pleno pasillo de la casa. 

 

-Nos la ha traído del Perú un hermano de mi padre, me dijo. 

-¡Anda, qué casualidad, a mi me traían del Perú arcos y flechas¡, le digo yo  siguiendo la conversación selváticamente.

-¿ Y éso?, me dice mi interlocutor. 

La intriga en la cocina ya estaba en su grado máximo de ebullición y le  digo: 

- Es que tengo un primo carnal Dominico que estuvo en las Misiones del Perú  en los años 50, 60 y principios del 70.

-No me lo puedo creer, me dice estupefacto. Es que mi tío es también  Dominico y estuvo también en las Misiones durante esos años.

 

Su tío es el Padre  Manuel Alvarez Renard, quien actualmente vive en el  Convento de Santa Rosa de Lima y, en efecto, compartió selva y misiones con  mi primo Padre José Manuel Soria Heredia durante la época del Padre José  Alvarez, Apaktone.

 

Os confieso que el arrendador y yo llegamos a la conclusión de que el piso  estaba destinado para mi, después de rebajar ostensiblemente la renta,  claro.  

 

¿Creéis que puedo decir yo entonces que “el mundo es un pañuelo lleno de  mocos”?  Este pañuelo conserva intacto su ser, su espíritu, su magia y lo  seguiré guardando por si algún día me aparece el albornoz de rayas para que  se hagan compañía y se cuenten entren ellos historias de la lavandería.

 

Que tengáis buen día.

Luis Heredia   

6 comentarios

Javier Cirauqui -

Luis, este escrito sobre tu panuelo y tu magia me ha hecho recordar a un mago que venia por las escuelas de los pueblos de los alrededores, Huarte, Villava, Burlada y Pamplona y hasta vino al colegio Valentin de Berriochoa de Villava. Se llamaba Jamalandruki Chapichusqui, Jamalandruqui Jamalaja. Era hermano de "El Cebolla", que no era un insulto,sino el apodo que se les daba a los oriuhdos de Huarte. Este "Cebolla era el trapero de Burlada.
Ahi va este poema en tu homenaje y en el suyo como a magos inolvidables.

Jamalandruqui
Chapichusqui
Jamalandruqui
Jamalaja.
El panuelo boca arriba
El panuelo boca abajo
Donde estara la paloma?
Que carta aparecera?
Entre los pliegues del blog,
Panuelo de nuestros suenos.
Magia potagia,
Tantarantagia.
La adolescencia aparece
En toda su realidad.
Magia potagia,
Tantarantagia.
Magia potagia
Tan-taran-tan.
Jamalandruqui
Chapichusqui
Jamalandruqui
Jamalaja.

Un fuerte abrazo. Javier



CARLOS TEJO -

No recuerdo el número de ropa de José Ramón, el mío era el 231. Había una monjina dominica en el colegio de Ribadesella, que era muy de nuestra casa, y, además, muy casamentera, que nos cosía en número en todas las prendas de la ropa. Era una artista. Pequeñina de talla y grande de corazón, se llamaba hermana Rosario y los números los hacía en "punto de cruz". Vivió muchos años en León y, en la actualidad, reside en el colegio de la dominicas de Oviedo. Hubo una época, cuando éramos adolescentes que en mi casa nos distraíamos haciendo verdaderas obras de arte en "punto de cruz". No copiábamos "patrones" si no que hacíamos previamente los dibujos, coloreados, sobre papel cuadriculado, después colocábamos las cruces sobre el color que coincidía con el dibujo y trasladábamos éstas, ya en hilo de colores, a la tela, esa que hay, especial, para esa labor y que no recuerdo el nombre. Recuerdo haber hecho un hórreo, una cara de Cantinflas, alguna caricatura de futbolistas de la época o al cordobés. Quien más y mejor dibujaba era mi hermano Luismi, un fenómeno con los lápices y quien más paciencia tenía era yo. Todo eso, ya véis, a cuenta del 231 de la hermana Ro. Una santa pequeñina y a la que no veo, por culpa mía, más de media vida. Imperdonable en lo que a mí respecta. Me podéis tildar de desagradecido, desdejado, lo admito, pero no se os ocurra llamarme juansánchez, de ese tengo más bien poco. Qué lujo el escrito de Isidro y qué bien, al quite, Luisito Heredia, mi compañero de curso. Hasta mañana

Isidro Cicero -

Me da rabia no poder asistir a la presentación de los tres libros. Envío un abrazo a los tres autores y a todos los asistentes. De modo especial a Lalo y a José Mari Cortés.

Rafael garcia -

Q de números teníais entonces,en mis años 80 éramos unos cien en cada lado.este sábado 28 me llevaré a la quedada de la Virgen del Camino mi servilleta del comedor con mi número de ropa.alli estaremos pasando el día con el P.paco(obispo) con el Chuchi con Argimiro y por la tarde con Iturbe y Laguna.pasarlo bien pues.....

Vibot -

Querido Luis, me entero hace unos días por el blog de que vas a presentar mi Métrica en Villamanín y sueño con escucharte. Este Guindilla siempre enredando y prodigando encantos inesperados.

Y, después de leerte y recordar tus trucos de magia, te pido que, para guinda de la tarta de amistad que será escuchar tus palabras como si no hubiera pasado el tiempo, te pido que repitas en Villamanín, con aquél mismo pañuelo mágico, lo de la cerilla y lo de los palillos. Estos niños que estamos casi volviendo a ser te contemplaremos embobados.

Y digo que como si no hubiera pasado el tiempo, pero en realidad a ti él tiempo te ha mejorado mucho, como a los buenos vinos, porque aunque te haya robado vilmente aquella cartita de Sandie Shaw y aquellas alongadas y preciosas piernas bajo la minifalda, ha destilado tu escritura en esos párrafos sonrientes que nos regalas tan generosamente.

¿Envidia de tu prosa? Te envidié muchas veces, oh sí, haber sido como los demás niños... Pero especialmente como tú, ojosazules, la alegría sin tiempo que tú eres.

Hasta Villamanín.
Hasta siempre.

lalo -

Luisito, tras leerte me voy feliz a comer. Y espero que esta felicidad me dure, por lo menos, hasta que se ponga a llover.
Que ya no va a tardar.
Hasta el sábado.