Blogia
Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

¿Es Jesús el Salvador? ¿De qué?

¿Es Jesús el Salvador? ¿De qué?

Josemari amigo. Mientras me lo permitáis, quiero seguir haciendo partícipes a mis amigos de lo que me han enseñado maestros como Eladio Chávarri. El sistema sobre el que se basan mis reflexiones sobre la salvación es el suyo, aunque no sé si él estará de acuerdo en cómo lo he aplicado al caso de Jesús. Como no podría ser menos, se puede disentir en parte o totalmente, y decirlo. Que me perdonen aquellos a los que mis opiniones puedan contrariar su sensibilidad cristiana. 

Un abrazo y mi deseo de que el año nuevo te conserve la generosidad de seguir sirviendo a tantos amigos como somos. 

Baldo

 


 

¿Es Jesús el Salvador? ¿De qué?

 

 

1.        INTRODUCCIÓN.

           

            Si por algo importa Jesús de Nazaret a los creyentes es porque trajo al ser humano la salvación de Dios. Jesús es, primero y principalmente, el Salvador de los humanos. Todo lo demás de él, es, para los creyentes, secundario.   Pero de qué nos salvan Dios y Jesús, cómo y cuándo lo hacen. Decir un genérico “Dios me salva”“Jesús es el salvador”, es no decir casi nada. Por eso nos detendremos en responder lo más brevemente que nos sea posible a esas tres cuestiones: de qué, cuándo y cómo salva Dios a los seres humanos, para después proponer en qué, cuándo y cómo han de ejercer los cristianos su compromiso de salvación.

 

 

2.        EN LA TEORÍA DE ELADIO CHÁVARRI, LA SALVACIÓN DEL SER HUMANO HA DE SER LIBERACIÓN DE SUS CONTRAVALORES

 

2.1.     Según el convencimiento generalizado de jerarquías religiosas, teólogos y cristianos de a pie, la salvación traída por Jesús es una salvación de los contravalores y del sufrimiento de TODAS las vertientes de la vida humana, aunque no lo expresen con esta terminología

 

2.1.1. El sufrimiento siempre es causado por los contravalores

 

     El sufrimiento es expresión de algún deterioro vital, que es precisamente lo que causan los contravalores. Así, pues, la extensión del deterioro vital y del sufrimiento es tan profunda y variada como profundos y variados son los contravalores causantes. Al ser humano le duelen los órganos de su cuerpo y las malas relaciones familiares; le causan hastío las comidas insípidas y los dioses crueles; le hacen sufrir el frío y el calor, la infidelidad de los amigos, el hambre y la sed, la ignorancia y la información falsa. Le perturba la mediocridad; se aflige por las penas de los demás. En él se activan constantemente los dolores de la soledad, de la incomprensión y del vacío.

 

     Hay que decir con rotundidad que no existe un sufrimiento humano general y homogéneo. Cada vertiente vital deteriorada por sus específicos contravalores padece un sufrimiento específico suyo, que es insustituible e irreductible a los demás sufrimientos. El dolor de la soledad y el dolor que produce el hambre son muy diferentes; por lo que la compañía no quita por sí misma el hambre, ni la comida copiosa libra de la soledad.

 

2.1.2.   Los cristianos confiesan desde el principio que Jesús vino para traer la salvación total al ser humano

 

     El Nuevo Tes­tamento expresa que el propio Jesús es la «salvación definitiva otorgada por Dios». Ya desde el principio, su nombre –que expresa su identidad–, es Jesús, que significa precisamente salvador. «El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor» (Lc 2, 10–11).  «…y decían a la mujer (samaritana): «Ya no creemos por tus palabras; que nosotros mismos hemos oído y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo» (Jn 4, 42). «A éste le ha exaltado Dios con su diestra como … Salvador» (Hech 4,31). «Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo, como Salvador del mundo» (1 Jn 4, 14). En la última Cena, Jesús entrega el memorial de la defi­nitiva salvación de Dios. Tomad y comed mi cuerpo y mi sangre que se entregan por vosotros (para vuestra salvación). 

 

2.1.3 La gente cristiana cree, confía y espera que Jesús sea el salvador de los contravalores de todas las vertientes de sus vidas

 

     Muchas personas ansían y esperan con mucho convencimiento que Jesús les cure o les alivie absolutamente de todo tipo de contravalores. Por ejemplo, de sus dolencias físicas y psíquicas (salvación biopsíquica). No es menor el número de personas que reza para conseguir un trabajo, dinero y hasta para tener suerte y que les toque la lotería (salvación económica). Ha sido muy frecuente el hecho de que muchos estudiantes se encomienden a Dios antes de un examen, una oposición o al comenzar una clase (salvación epistémica o cognitiva). No choca ver a jugadores o deportistas profesionales santiguarse en público al empezar una competición o al meter un gol (salvación lúdica). No hay oración cristiana que no incluya peticiones de que se instaure la justicia en este mundo (salvación ética o moral). Jesús, con su encarnación, ha restaurado definitivamente la ruptura que el ser humano había producido entre él y Dios: nos ha redimido del pecado (salvación religiosa).Finalmente, se pide a Jesús que conceda el amor y la paz entre las familias, los pueblos, las razas o los grupos (salvación sociopolítica). Por tanto, Jesús, en la creencia de muchísimos cristianos, es el salvador de la totalidad del ser humano, puesto que libera a todos sus vertientes de vida de los específicos contravalores y de los sufrimientos que originan.

 

2.1.4. ¿Realmente Jesús es el salvador de los contravalores del ser humano?

 

     ¿Verdaderamente Jesús cura las dolencias físicas y psíquicas, da dinero o trabajo a quien lo pide o lo necesita, ayuda a superar la ignorancia,  interviene en el resultado de una competición deportiva, salva de la injusticia a quien la sufre, quita el pecado del mundo y es capaz de restaurar el amor entre las familias que se odian? Quien diga que sí, que Jesús es el salvador de todas las vertientes de la vida humana deterioradas por sus respectivos contravalores, tendrá que hacer un esfuerzo titánico por encontrar una sola prueba de su afirmación.

 

     Lo que sí podemos afirmar con seguridad es que Jesús de Nazaret salvó sólo a algunas personas desfavorecidas, sólo de algunos contravalores y sólo de algunas vertientes de vida. Curó algunas enfermedades (salvación biopsíquica), dio de comer a algunos pobres hambrientos (salvación económica), devolvió la dignidad a los más humildes de la región donde predicaba (salvación social), reconcilió al ser humano con Dios (salvación religiosa), enseñó un camino inédito de quién es Dios (salvación cognitiva), inició un movimiento de personas para que continuaran su obra (salvación social). Pero ni todas las personas de aquel tiempo ni todos sus vertientes de vida deteriorados fueron salvados por Jesús, a pesar de que padecían contravalores por todos los poros.

 

       Así pues, reducir toda la variedad del deterioro o destrucción de la vida humana a unos pocos contravalores, o sólo a la vertiente de vida religiosa o teologal, y hacer consistir la salvación de los seres humanos en el hecho de que Jesús nos libró del pecado (vertiente de vida religiosa), es cuando menos una simpleza de graves consecuencias. Los humanos tenemos diversificada nuestra vida y en todas las vertientes de ella necesitamos ser salvados cuando están erosionadas o destruidas por los contravalores. La liberación del pecado es una parte de la liberación que necesitamos los humanos. Sólo una. Quien se conforme con esa sola liberación, allá él; padecerá miles de deterioros en su vida a los que no prestará atención, porque no cree que deban ser salvados.

 

     En resumen: Jesús estuvo muy limitado en la salvación que practicó con los demás en su vida en Galilea, como no podía ser de otra manera.

 

2.2.     ¿Qué queda entonces de la salvación traída por Jesús?

 

2.2.1. El movimiento que Jesús inició

 

            En principio, la salvación parcial, limitada y temporal que Jesús ejercía en Galilea acabó cuando murió. Pero Jesús creó un movimiento, en el que quien desee identificarse con Jesús ha de seguir su mismo camino de salvación de los contravalores que sufre la gente de su alrededor. Los seguidores de Jesús a largo de la historia han salvado algunas o muchas dolencias en algunos o muchos seres humanos. Hay abundantes ejemplos de ello. Aunque no hay que pasar por alto que no todo ha sido positivo en el movimiento inaugurado por Jesús: también ha generado deterioros –lo contrario de la salvación– en la vida de los seres humanos. Pero, en todo caso, la salvación de Dios en Jesús ya no es –después de su muerte– directa, sino que ha de ser llevada a cabo por sus seguidores.

 

2.2.2. Para los cristianos, Jesús no es un muerto, sino un Viviente

 

     ¿Termina la salvación de Jesús en la salvación que él aportó en su tiempo y en la que han seguido y seguirán proporcionado sus discípulos desde el principio hasta el final de los siglos? Si a fuera así, Jesús no sería más que un líder salvador como otros muchos que han existido en el mundo a lo largo de los siglos y que han creado movimientos que han continuado su obra. Pero, para los creyentes cristianos, hay un hecho diferenciador de todos los líderes salvadores y también decisivo: Jesús es un Viviente, no un muerto. Dios lo resucitó y él adquirió entonces –sólo entonces– la plenitud de salvación a la que puede llegar un ser humano. La resurrec­ción es la continuación, ahora en plenitud de salvación, de la vida histórica de Jesús más allá de la muerte.

 

     A esto hay que añadir otra creencia cristiana no menos importante: Dios hará que los humanos, una vez muertos, adquieran la condición de vivientes resucitados y definitivamente salvados como sucedió con Jesús. Pues bien, sólo en esos momentos se podrá hablar de salvación total del ser humano por parte de Dios. La plenitud de salvación no puede alcanzarse dentro de la historia. Tampoco Jesús de Nazaret la consiguió para sí ni para los demás de su entorno en su vida en Galilea y Judea. Sólo cuando resuciten, los seres humanos pueden ser salvados por Dios en plenitud en todas sus dimensiones vitales. Mientras tanto, la salvación del ser humano –con o sin Dios– es parcial y limitada.

 

3.        ¿Cuáles son las vertientes de salvación en lAs que deben comprometerse todos los cristianos?

 

     Las grandes acciones salvíficas de Dios en favor de Israel, que la liturgia no cesa de narrar, celebrar y alabar, fueron llevadas a cabo en Israel por seres humanosconcretos, no directamente por Dios. La acción salvífica de Dios de los contravalores humanos, repetimos, sólo puede ser llevada a cabo en nuestra historia por ser seres humanos.

 

    Los cristianos, si quieren seguir el camino de Jesús, tienen la obligación de reducir los variados contravalores de la gente, porque Jesús ahora ya no puede Él directamente salvar de los contravalores a los seres humanos. La salvación definitiva que Dios otorgará después de la muerte deben ir realizándola los seres humanos en el curso de la historia humana en salvaciones parciales, imperfectas y superables. Estas salvaciones parciales son vistas por los cristianos como signo del Reino de Dios presente y anticipo del venidero.

 

3.1.     El compromiso cristiano de salvación ha de extenderse a todas las vertientes de vida y a sus respectivos contravalores

 

            La salvación cristiana ha de ejercerse en los contravalores de TODAS y cada uno de las ocho vertientes de vida. Reducirla a unas pocas vertientes es un error de consecuencias dolorosas.

 

      Y a este respecto, una pregunta: los seguidores de Jesús ¿han aplicado la salvación en todas las vertientes deterioradas de vida de las personas o la han reducido a unas pocas, como por ejemplo, la salvación del alma, la salvación espiritual? Las “obras de misericordia” –un tema hoy injustamente denostado, pero que encierra un conocimiento muy sabio, aunque reducido, sobre la salvación– han de ser ampliadas a todos los tipos de contravalores que atenazan y deterioran al ser humano. Las salvaciones parciales llevadas a cabo por los seres humanos forman parte de la salvación integral del ser humano, que –¡perdón por la reiteración!- las incluye necesariamente a todas.

 

3.2.     Es urgente y prioritario salvarnos del modelo humano de nuestra sociedad de consumo

 

     Pero no basta con fijarse de manera aislada en los valores y contravalores, porque, en la vida, esos valores y contravalores están relacionados por “modalización”: unos ejercen el predominio absoluto y dan un nuevo modo de ser a los otros, crean un modelo de ser humanos. Así pues, en la vida de los seres humanos está presente siempre, cons­ciente o inconscientemente, una determinada imagen del hombre, un modelo de ser persona. Hoy, ese modelo es el de la sociedad de la producción y del consumo, el cual ejerce una influencia determinante sobre nuestra forma de vivir y, por tanto, es el que marca, entre otras cosas, qué es y dónde está la salvación para todos nosotros: en las vertientes biopsíquica y económica de la vida, que son los modalizadores absolutos de todos los demás.

 

    Según eso, no sirve de nada esforzarse por una salvación centrada en el individuo si queda intacto el modelo humano en que vivimos, que en último término es la raíz y la explicación de muchos de los contravalores que padecemos. No prestar atención o ignorar la influencia de ese modelo humano en nuestra vida es aceptarlo, ser tolerantes con él, dejar que haga sus estragos, con lo que nuestra misión salvadora estará continuamente dando palos de ciego.

 

     Un cristiano que se plantee la cuestión de la salvación que se muestra en el evangelio ha de hacerse las siguientes preguntas: «¿Por qué modelo de ser humano me voy a decidir?». «¿Qué entiende ese modelo humano por ser humano salvado: todos las vertientes de vida o sólo parte de ellas?». En nuestra sociedad de consumo, por ejemplo, los cristianos deben ocuparse con ahínco en salvar a los seres humanos de la tiranía de que los valores económicos y biopsíquicos sean en la actualidad los determinantes de toda nuestra vida. O lo que es lo mismo, que todas nuestras vertientes vitales sean sólo mercancías.

 

3.3.     La solución es luchar un estilo de ser hombre en el que los valores no se relacionen por modalización

 

     Tanto los valores religiosos en el pasado, como los biopsíquicos y económicos en el presente, han practicado una modalización, que por naturaleza, erosionasustancialmente a los demás vertientes vitales y a sus valores y contravalores, porque va desarrollando constantes degradaciones de dimensiones valorativas al perder éstas su primitiva identidad y adquirir la nueva, la económica biopsíquica. Es una erosión sutil, pues tal tipo de deterioros vitales no se manifiesta a nuestra conciencia de modo impactante, sino de manera imperceptible. Pues bien, el sentido que cada tipo de valor confiere a la vida es propio e insustituible. Cuando sucede la erosión, el único y universal sentido vital de todos es el económico biopsíquico.  La vida sólo sabe a economía y biopsiquismo. Este centrar el sentido de la vida sobre los valores biopsíquicos y económicos viene como a erosionar el sentido variado de la vida.

 

3.4.     La salvación humana no termina en salvarse a uno mismo, sino que necesariamente ha de extenderse a la salvación de los demás seres humanos

 

     Sin los demás seres humanos no es posible a los individuos aislados alcanzar ningún valor ni, por tanto, suprimir los contravalores. En definitiva, necesitamos a los demás para salvarnos. Según eso, cuanto más salvemos a los demás, más nos salvaremos a nosotros mismos: una familia destruida de nuestro entorno no podrá proporcionarnos el salvador amor familiar; si trabajamos por unirla, entonces ella nos devolverá valores familiares salvadores. Un cristiano, además de esa profunda y acertada razón, tiene otras motivaciones añadidas de sobra conocidas para salvar a los demás, como, por ejemplo, “amaos unos a otros como yo os he amado”.

 

3.5.     También los seres de la naturaleza y del cosmos han de ser salvados por los cristianos (y por los no cristianos)

 

     La razón es profunda: además de los congéneres humanos, también el resto de los seres de la Naturaleza y del Cosmos dan vida al ser humano en cuanto que éste los asimila como valores.  Sin ellos no podríamos existir como humanos.

     De ello se deriva otro compromiso con los seres: si uno asimila seres–valoresmediocres, su propia salvación será también deficiente. Una vivienda deteriorada, una higiene en mínimos, un conocimiento superficial, una relaciones sociales malas, una justicia muy defectuosa, una economía pobre y ruinosa, unos dioses de pacotilla no son precisamente seres que procuren al ser humano una salvación de calidad y que le liberen de sus respectivos contravalores. Por tanto, la salvación de los seres de la naturaleza y del cosmos es una condición necesaria y imprescindible de la salvación de los seres humanos. No es sólo una cuestión de moda que aparece en muchos movimientos ecologistas actuales, sino que forma parte integrante de la constitución y formación del ser humano; en definitiva, de su salvación.

 

4.        ¿Por qué actuar en la salvación propia y ajena si, según los cristianos, al final nos vendrá dada gratuitamente en plenitud?

 

4.1.     ¿Qué relación guardan entre sí nuestra histórica y nuestra vida después de la muerte?

 

     Cuando los platónicos entienden el ser humano como un compuesto de alma y cuerpo, y que después de la muerte sólo el alma se salva, están anulando la vida que hemos llevado en la historia de cada uno. Multitud de valores quedan automáticamente suprimidos. Todavía hoy, por influencia socrático–platónicase sigue contraponiendo “espiritual” y “material”, como si lo material en los humanos –comer, por ejemplo– no fuera obra del espíritu. Se habla con suma facilidad, y con escaso discernimiento, de valores “espirituales” y “materiales”. ¿Es que no está presente el espíritu en algo tan “material” como el arte culinario o la producción económica? ¿No son obra del espíritu los vestidos preciosos y elegantes? ¿No puede expresarse el más exquisito amor en algo también tan “material” como el abrazo sexual?

 

4.2.     En la concepción cristiana más genuina –no en la de influencia platónica– se da una conexión entre la historia y lo que está más allá de la muerte

 

     La evolución histórica de nuestro ser y de nuestro actuar no permite la devaluación del pasado y del presente, porque sencillamente son un punto necesario de dicha evolución. ¡Hubiese sido un desastre infravalorar la célula procariota o aquel torpe australopitecino que apenas se mantenía erguido! Sin ellos no hubiera sido posible la aparición del Homo consumidor que somos nosotros.

     Lo mismo sucede con el paso de la Historia a la Metahistoria. La plena salvación en la vida resucitada no devalúa en absoluto la historia que hemos vivido, sino que otorga una importancia sin precedentes al ser humano ya manifestado aquí y ahora. El ser humano salvado en plenitud no se opone al que vive en la historia con salvaciones parciales e imperfectas. La salvación definitiva y completa se halla ya presente en las salvaciones que vamos viviendo en la historia como el árbol se halla presente en la semilla. ¿Quién puede despreciar la semilla para poner todo el acento en el árbol? La salvación no puede ser vista como algo que sólo sucederá después de la muerte, sino que tiene que empezar y desarrollarse dentro de nuestra historia humana. 

 

4.3.     Para llegar a la salvación plena no vale cultivar en la historia cualquier tipo de humanidad

 

     Ésta es una consecuencia de lo anterior: la salvación histórica es la semilla. Por eso para llegar a la salvación plena en la resurrección no vale cultivar cualquier tipo de humanidad. ¿Da lo mismo ser asesino que asesinado, ordenar masacres por intereses mezquinos que morir inocentemente, acaparar injustamente riquezas que morirse de hambre, amar que odiar, cultivar exquisitas relaciones de fidelidad que practicar el engaño, la mentira y el fraude? Evidentemente, no.

 

4.4.     Muchos cristianos de nuestra sociedad de consumo vivimos en una constante incoherencia: la salvación que perseguimos y desarrollamos en la historia no tiene conexión con la que esperamos en la resurrección

 

            No se puede vivir la vida histórica según unos valores y ansiar una resurrección con otros valores que no guardan relación alguna con los primeros. Hay muchos creyentes, particularmente cristianos, que vivimos empapados de la salvación que ofrece la sociedad de consumo (valores y contravalores biopsíquicos y económicos fundamentalmente), pero esperamos para la resurrección otros valores que apenas se relacionan con la identidad que hemos vivido en nuestra cultura del consumo. Habrá que luchar para que ya de ahora se preste atención a salvar todas las vertientes de vida, no sólo alguno. De ese modo habrá coherencia con la salvación definitiva más allá de la muerte, que con toda seguridad afectará a todos las vertientes de vida. 

 

4.5.     La expectativa que debemos tener ante la vida después de la muerte exige ahora un compromiso activo con aquello que se espera

 

     Ya hemos dicho que se da una armoniosa continuidad en todas las acciones humanas, en el proceso de construcción del ser humano. Uno no se hace deportista de elite, científico renombrado, madre de categoría o especializado catador de comidas sin más ni más. El futuro no llega si uno no se compromete en su consecución ya desde el presente. El enamorado que va a ver por primera vez a su amor no espera cruzado de brazos, sino que prepara con esmero este primer encuentro. Con el futuro después de la muerte sucede algo similar.

 

4.6.     Han existido millones de salvaciones humanas a lo largo de la historia y a diario sin ninguna referencia a la religión. Entonces ¿qué es lo que diferencia a esas dos actitudes ante la salvación?

 

     Pues que lo que un no creyente interpreta como salvaciones profanas, un creyente las explica como provenientes en último término de la fuerza que da la fe en Dios. Y, sobre todo, difieren en si habrá y cuándo será la salvación definitiva. Para los cristianos, la salvación que proviene del Cristo será total y absoluta y tendrá lugar no en la historia, sino más allá de la muerte.  Para los no cristianos, las salvaciones históricas duran mientras duran y acabarán todas con el tremendo corte que significa la muerte.

 

4.7.     La salvación humana es más que liberación del sufrimiento

 

     Dijimos más arriba que el sufrimiento lo causan los contravalores. Pero no todos los contravalores acarrean sufrimiento. Frecuentemente, la ignorancia, por ejemplo, no suele producir sufrimiento en las personas ignorantes. De ahí que la salvación de la ignorancia, en esos casos, no es liberación de un sufrimiento. Y, sin embargo, hay que salvar de la ignorancia a personas que la tienen. Es mejor entender la salvación como la superación de los contravalores, que en muchas ocasiones producen sufrimientos; pero no siempre.

 

4.8.     Hay no pocos teólogos que afirman que una salvación humana que se haga sin referencia a Dios resulta peligrosa

 

     Ciertamente, si se pasa por alto una vertiente de la vida como es la religiosa, se está efectuando una reducción de lo que es la vida del ser humano, de sus valores y de sus contravalores. Y lógicamente, también de su salvación. Pero hay muchísimas salvaciones en la historia humana que se han realizado al margen de su referencia religiosa y en otras vertientes de vida que no son la religiosa. Hay gente que tiene una gran sensibilidad y un compromiso para los dolores ajenos y no le viene de una experiencia teologal, que a lo mejor no tiene. Son verdaderas y profundas salvaciones humanas. Habría que no desconocer, además, que la salvación hecha por los cristianos no ha estado menos plagada de reducciones de la vida humana: sólo la vertiente religiosa y pocas más, con lo que han quedado olvidadas y desatendidas los otras vertientes de vida, llenas también de contravalores y necesitadas de sus respectivas salvaciones.

 

            El cristiano debe mostrar respeto hacia quienes ayudan a los demás a salvar contravalores de su vida, y que en esa ayuda desinteresada no se plantean la cuestión de la vida más allá de la muerte, o, si se la plan­tean, consideran imposible darle una respuesta. Están practicando la salvación de Dios, porque están ejerciendo la salvación del ser humano.

 

4.9.     En cuanto al compromiso y a la práctica de la salvación, ¿tiene algún efecto práctico el que se haga movido por la fe o por pura filantropía?

 

            El compromiso cristiano con la salvación de la gente ¿es específico y peculiar, y en qué consiste? Los creyentes argumentan para encumbrar y fundamentar con solidez su práctica de la salvación que son un servicio a Dios, del que se deriva un servicio al ser humano.  A lo mejor es tanto o más acertada la afirmación contraria: en su servicio al ser humano, las religiones son un servicio Dios. Y, si es cierto esto último, a lo mejor los que se declaran no creyentes nos llevan mucha ventaja en el servicio a las personas.

 

     Hay que señalar, además, que los cristianos no fueron los primeros en denunciar, apoyán­dose en su «caridad» o solicitud cristiana por el prójimo, la opresión de los más desfavorecidos, a pesar de que esa solicitud constituye una exigencia intrínseca de la caridad cristiana. Ni fueron los primeros ni son los únicos. Tampoco han sido siempre los mejores.

 

4.10.   En la vertiente político–social, que es sólo una de las vertientes de vida, los que estén dispuestos a seguir el evangelio deben tomar partido por los pobres, por los que carecen de derechos, por los que no están representados en ninguna parte. Ésa es una vertiente privilegiada de la vida para ejercer la salvación

 

     En cuanto a la acusación de que los programas de los partidos políticos ofrecen una salvación fragmentaria, ¿qué decir del fragmentarismo que ha tenido y sigue teniendo la iglesia católica sobre la salvación integral del ser humano? Que le pregunten al cardenal Cañizares qué visión mostró en público sobre la salvación de los inmigrantes que invaden nuestras costas.

          

 

10 comentarios

Baldo -

"El proyecto de una total autoliberación del hombre por el hombre parece en este momento la mayor amenaza para toda la humanidad. La «mo-dernidad occidental» vuelve hoy a clamar de modo especial por la salvación y la liberación: por la redención, precisamente, de las fuerzas oscuras que el propio hombre moderno ha suscitado. Lo demoníaco en nuestra cultura y nuestra sociedad ha adoptado, sin embargo, un nombre y un contenido distintos a los del mundo antiguo y la edad media; pero es no menos real e igual de ame¬nazante. No critico en absoluto a la ciencia, la técnica y la industrialización, sino al hombre, en cuyas manos se hallan esas fuerzas y que utiliza estos poderes preferentemente en su provecho personal, nacional o continental; tanto peor para quien no tiene la suerte de vivir en un estado de bienestar, o para los que, a lo sumo, son aceptados como trabajadores inmigrantes.

Cabe considerar esto como una ironía de la historia: las fuerzas culturales que desde el siglo XVII hemos celebrado como las liberadoras históricas de la humanidad, a saber, la ciencia y la técnica, que sobre todo debían librarnos de todo aquello de lo que la religión no había podido liberar al hombre (el hambre, la pobreza, la tiranía, la guerra y el fatum histórico), hoy en día no sólo han incrementado esa hambre y esa pobreza y han suscitado la posibilidad de una guerra atómica, sino que, en manos de los hombres, constituyen la mayor amenaza para nuestro futuro." Schillebeeckx, OP

Santos Suárez Santamarta -

Gracias amigo Baldo por esta nueva entrega que nos has hecho ya hace unos días. No quiero ni soy capaz de hacerte comentarios o valoraciones. Estoy en proceso de comprensión y rumia porque es un tema de interés especial y suficientemente importante como para dedicarle tiempo. De hecho trataré de hacerlo motivo de reflexión o meditación cuaresmal. Seguro que me ha de venir bien –con las Cantatas de J.S. Bach de fondo como en los paseos por los campos del Colegio las tardes de Viernes Santo- para desalojar y deshacerme de algunos fantasmas del pasado y olvidar algunas intimidaciones referidas a las postrimerías que quedaron interiorizadas por algunos rincones de la conciencia desde aquellos ejercicios espirituales de la época.

Como espero y deseo que haya más entregas, déjanos una pausa para coger aliento y para asimilar esta, que a pesar del orden, la claridad y concisión con la que te expresas, a los que vamos perdiendo neuronas y no somos muy advertidos, nos resulta más dificultosa su comprensión.

Ah, y ya que hoy es el día dedicado a la mujer (admiración, respeto y felicitación para todas) estaría bien que algún día te nos descolgaras con algunas consideraciones desde vuestro sistema (Chávarri-.Baldo) sobre este tema de la mujer dentro de la Iglesia y sus aledaños.

Baldo -

Amigo Luisín. Me haces un pregunta que intentaré responder, no sé si con verdad, precisión y concisión, pero lo intentaré. ¿Puede salvarse uno a sí mismo? Yo sé que eres un adicto, convicto y confeso, a las Confesiones de Agustín de Hipona desde que frecuentabas el trato con el P. Sama. De ahí que te martillee su famosa sentencia (la de Agustín, no del P. Sama): "Dios que te creó sin ti, no se salvará sin ti". O sea que, siendo lógicos con el de Tagaste (Cartago), "si no te salvas tú, no te salva ni Dios". Lo malo de todo esto es que Agustín la pronunció en una reunión de los kikos de entonces, donde corrían los aleluyas, los estados de arrobamientos y los inciensos embriagadores, y no tenía otra intención en el "obisperino" (Carrizo invenit) que forzar el voluntarismo de los asistentes para que siguieran corriendo las aleluyas, los embelesos y los éxtasis. Pero hete aquí que la frasecilla se ha convertido desde entonces en un "teologúmeno" extendido por toda la faz de la tierra. Hasta que llegó el Comandante Chávarri y mandó a parar: "No hay ningún valor que el ser humano pueda conseguir sin la ayuda de los demás; ahí tiene la raíz la sociabilidad humana". Por tanto, para el de Ollobarren, no es posible de la salvación de los contravalores sin la ayuda de los demás.

A mí me chocó esta frase del Comandante, y rastreé valores y valores a ver si encontraba alguno que no necesitara de nadie para conseguirlos. Y me paré en el aire que respiramos. Yo no necesito a nadie para respirar, me dije ufano. Ay, amigo Luis; enseguida caí en la cuenta de que sin el concurso de la vecina que ayudaba a mi madre a traerme al mundo propinándome unas "ñalgaes" en condiciones (que hable el eximio Dr. de PiñeraBaxo sobre este barbarismo), yo no hubiera podido respirar nunca jamás. Pero, ¿y ahora sigo necesitando el concurso? Pues claro que sí. Dicen los americanos –que son los que más contaminan con sus industrias y automóviles– que es el metano que expelen las vacas con sus ventosidades es el mayor contaminante. La profesión y el neologismo que has creado tú –los veteurinarios– serían los apropiados para resolver el exceso de metano; pero o no saben, o no quieren o no pueden. El caso es que los Estados tienen que concurrir a purificar el aire que respiramos, normalmente a base de multas para las mordidas a los que contaminan.

Añado a esto el caso de los que padecemos amneas del sueño, que sois muchos más de los que lo confesamos sin pudor y sin rubor. Yo me pongo la CEPAP –así se llama la maquinita– y duermo como un rey. Menudo concurso social hay en la invención y uso del valor aire que proporciona la tal maquinita y la salvación que experimentan los roncadores, sobre todo sus acompañantes, si es que alguno soporta ser acompañante y no opta por cambiarse habitación. Además, cuando duermo en la autocaravana, la maquinita aporta otro valor salvadorañadido: es la mayor garantía de seguridad. Estando en Sicilia, concretamente en Corleone, abrió la puerta de la autocaravana uno que sin duda era de la Cosa Nostra. Al verme con el bozal y los arnés, le produje tal impresión el fantasma que vio que no paró de correr desde Santurce a Bilbao por toda la ría. Y al final cayó rendido y cantó: " Totó Riina, egli è il capo". Y por ahí lo pescaron.

Otro valor que salva y que no parece que necesite el concurso de los demás para obtenerlo se produce cuando de jóvenes padecíamos de recalentamiento de bajos. La cosa tenía su gracejo y producía cierta hilaridad. Supongamos que uno aprendió propria sponte a aliviarse (salvarse) por sí mismo de tales recalentamientos (¿contravalores?) y no necesitó el concurso de los demás para el rito de iniciación. Pero, y las habitaciones, camas o wáteres – equipamiento necesario para el alivio– ¿no los han aportado otros seres humanos? Que por urgencia, tienes que marcharte en invierno a hacerlo en lo más remoto del pueblo, ¿qué me dices de los abrigos, zapatos, calcetines, ropa interior, media y exterior? ¿Puedes ir descalzo y desnudo y ser el hazmerreír de todos los que te ven? Esto, dicho así, de manera informal, no importa mucho, pero cuando lo vives en tus propias carnes, la cosa cambia. Y me dirás: los hombres de Cromagnon, que no necesitaban ese equipamiento para el alivio, ¿qué?. Pues que, como les diría el Padre Sama de Cromagnon, se quedarían todos ciegos y calvos. Si eso es salvación, que baje el P. Ricardo y lo vea.
Amigo y querido Luisín, como ves nadie puede salvarse por sí mismo. Te autorizo a que, con la idea que te di, escribas un artículo en menos que canta un gallo, si puede ser en una revista de los agustinos, en el que enmiendes la plana a san Agustín de Tagaste, obisperino de Hipona. Si no te lo publican, al menos que te empleen en el gallinero del convento.

Luis Carrizo -

No soy un cerdo. Vale valiendo. Te lo acepto como animal de compañía. Pero he de aclararte que, según proclaman las actuales Escuelas de Psicobiología y Veteurinaria, comparto con esa especie el noventa y siete por ciento de mi equipaje genético. O sea que prácticamente holgaba tu aclaración.
Y ahora otra pregunta, aprovechando que tienes doctrina pa aburrir: ¿qué significa "salvarse a sí mismo"? Quiero ejemplos.

Baldo -

Fijaos si tenía hambre al mencionar al cerdo de Luisín Carrizo, que me comí la hache. PD "de" tiene sentido de propiedad o pertenencia; no la he usado para reforzar un adjetivo, como gentes de mente retorcida, como el Casorviense, pueden pensar. Luisín tiene un cerdo, no es un cerdo. ¿Aclarado?

Baldo -

Querido y añorado Luisín. "Ud. siempre con el método –te diría el pCuchiderio– ¿es que no tiene otra objeción que plantear? Así, y todo, voy a contestarte, por ser vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas. En primer lugar, nos referimos a la última escala de concreción de los valores y contravalores: no al general –dolor biopsíquico, por ejemplo–, sino a un dolor biopsíquico concreto: dolor del dedo gordo del pie derecho. Pues bien, liberar de estos contravalores concretos requiere métodos específicos e intransferibles para cada contravalor. Por ejemplo, si te ha salido un padrastro en un testículo, y tú tiras y tiras y vuelves a tirar hasta que el testículo se queda al aire y lo más posible es que se rompa. Qué método usaría el testiculólogo para arreglarlo? (Ojo, no te confundas de médico, como te sucedió aquella vez en que fuiste a un estomatólogo de León porque no podías aguantara el dolor de estómago. Y el médico no hacía más que mandarte abrir y examinar la boca. ¿Le duele aquí?, te preguntaba. Y tú: lo que me duele mucho es el estómago. El médico no se rio, pero no por falta de ganas; tu caíste en la cuenta, y antes de que te pidiera la idem, bajaste la escalera como tú solías hacerlo: a la velocidad del sonido). No nos distraigamos y volvamos al método del testiculólogo. Puede darte unas puntadas, o hacerte un pespunte o un cosido a vainica o incluso un trasplante de huevo de avestruz. Lo que te aconsejo que no hagas nunca es que te trasplanten uno de cerdo, como sería tu tendencia natural, dado la especialidad y el máster que tienes en la matanza de ese animal. La razón de mi consejo es que, según dicen los entendidos, es el ser de la creación que disfruta como un cerdo del orgasmo más largo: media hora. ¡Media hora! Eso no se lo deseo yo ni a los obispos pederastas. Otro caso de contravalor. Tú tienes claustrofobia al ataúd. Y por más que te digan que te lo ponen refrigerado en verano o con agujeros como si fuera un panal, tú sigues con la claustrofobia. ¿Cuál es el método? Llevarte primero a un psicoanalista argentino. Si esto no surte efecto, que el enterrador te meta a la fuerza en el ataúd, y, cuando dejes de gritar, que el cura empiece los responsos. Otra cosa es que te duela la vida entera, que te sepa amarga. Acaso con un par de milloncejos de euros se arregla todo. Yo no sé si este es un buen método. Pero el dolor que produce la política, quién es capaz de encontrar el método para volverlo un valor? ¿Matar a todos los políticos? ¿Matarte tú? Cuando te duelan los calamidades ajenas, cuál es el método para aliviarlas? No te rías de ellas; sonríe sólo. Que te molesta un bigote postizo que compraste en los chinos, arráncaselo al primero que encuentres y pégatelo; es un bigote hecho con pelos de bigote natural y eso no te molestará. Que te miras al espejo y ves, cual Santos Santamarta, cómo la decrepitud va haciendo estragos en tu cara y en el resto de cuerpo, no hay mejor método que pensar que en esqueleto no vas a lucir nada o casi nada. Y un último consejo de esta lección sobre el método apropiado y específico para eliminar los contravalores y sus respectivos sufrimientos. Te encuentras con el Casorvidense y te dice: "ser o no ser". Y a ti, que te duele mucho que te haya tomado lo delantera, vas y le sueltas: "eso ya lo había dicho yo antes que Cervantes". ¿Y quién te puede cuestionar a ti, cervantino de pro como eres, que no estés en lo cierto? Si, a pesar de todo, Lolín de Casorvía te planta cara, no se te ocurra amilanarte y espétale con fuerza: "vale más ser gato que tonto". Ése es el método.

Respecto a la liberté, égalité, fraternité, aunque algunos son valores transversales que acompañan a muchos otros valores, clarísimamente son insuficientes como valores y como método para eliminar muchísimos contravalores y el sufrimiento unido a ellos. Si estás muy ambriento, por mucha liberté, égalité, fraternité que tengas, no te va a quitar el hambre. Morirás de inanición si no comes algo del gocho que Blandine y tú estás criando en la alcoba, para ir sobreviviendo a la pensión de Montoro (sé que Blandine te dijo: "Louis, va a oler muy mal", y que tú le contestaste: "que se joda y que se aguante").

Luis Carrizo -

Este planteamiento, amigo Baldo, parte de ciertas consideraciones y llega a algunas conclusiones que, en efecto, obligan a pensar o a repensar lo que se sabe o se creía saber, ejercicio que estimo muy saludable. Ya lo apunté en otro post. Lo que sigo echamdo a faltar en esta declaración de principios es lo que acompaña siempre a las grandes leyes: el reglamento para su aplicación. "Libertad, Igualdad y Fraternidad", podría ser hasta una fórmula de "salvación integral", pero ¿cómo se come eso?

Baldo -

Oliva es asidua colaboradora del blog de Jairo en RELIGIÓN DIGITAL, en el que hasta hace unos días también participaba yo. Cuando apareció este artículo –que después tuvo que suspenderse por la muerte Manuel, el padre de Lolín de Casorvía–, yo invité a visitarlo desde el blog de Jairo y puse un enlace. Ahora han vuelto a poner ese enlace en el blog de Jairo la propia Oliva y nuestro compañero Ramón Hernández. Casualmente se está tratando allí de la salvación y yo aporté algunas ideas que aparecen mucho más fundamentadas y ampliadas en éste nuestro blog.

Oliva amiga: el es director del blog, Josemari Cortes –el Furri para los amigos y compañeros del blog– quien tiene que determinar si las intervenciones en los post son sólo para antiguos alumnos o están abiertas a todo el que desee hacer un comentario. Esperamos su decisión. Mientras esto sucede, te contestaré a tus objeciones.

1. No sé con exactitud qué quieres decir con "absoluto": si perfecto, definitivo e inmutable o si suficiente por sí mismo sin relación a nada. En el primer caso, sólo a Casorvía –la aldea global en las laderas del puerto de Pajares–, y un poco menos a PiñeraBaxo –a poca distancia de Casorvía– les corresponde en justicia la perfección absoluta, definitiva e inmutable. Todos los demás seres valiosos están llenos de contravalores o su riqueza está por ir descubriéndose por un proceso de dignificación. Ningún valor, a excepción de los señalados, es perfecto, definitivo e inmutable.

2. Si, como pienso, te refieres a absoluto como suficiente por sí mismo, sin relación a nada, que precisamente los valores son relaciones. El primero que ha dicho que los valores y los contravalores son relaciones es Eladio Chávarri. Él, más que valores, prefiere denominarlos con propiedad relaciones valorativas. Como en toda relación, en la maternidad por ejemplo, hay una madre, un hijo, la relación materno–filial y un fundamento de esa relación (la generación). Hay que subrayar entonces que las relaciones valorativas enlazan a los seres con aspectos vitales del ser humano. El oxígeno del aire, por ejemplo, se presenta como valioso, porque se halla enlazado con aspectos vitales de nuestras células. Por consiguiente, sin seres, sin personas y sin enlaces entre unos y otras, no pueden darse las relaciones valorativas, y ni por consiguiente lo valioso y disvalioso.

3. En las relaciones valorativas, los enlaces de seres y de aspectos vitales del ser humano son discernidos como positivos o negativos. como positivos, cuando conservan o aumentan la vida del hombre; como negativos, en cambio, cuando tal vida sufre deterioros o pérdidas. No habría vida si faltara este discernimiento.

4. En la relación valorativa, tanto valiosa como disvaliosa, hay una mutua influencia entre los seres y las personas, tanto en el nacimiento y desarrollo como en la propia naturaleza de ambos. Con respecto al nacimiento, no habría madre sin hijo, ni hijo sin madre. El nacimiento de la relación valorativa constituye a la madre en madre y al hijo en hijo; no antes. Con respecto al cambio de la naturaleza de la madre y del hijo, de la persona y los seres que entran en relación valorativa, la propia relación produce una modificación en la naturaleza de los seres y de las personas, Hay sonido cuando existe una persona que oye. Y hay un oyente cuando se produce un sonido. La persona enriquece su vitalidad con la audición de sonidos y los seres enriquecen su entidad cuando se adquieren la característica de audibles.

5. Y ahora la respuesta a tus objeciones: según sean las vitalidades impactadas por los seres, así será la naturaleza del valor. La música puede ser un alto valor para un melómano y un contravalor para alguien cuya vitalidad estética musical sienta repugnancia por ella. Nada hay valioso o disvalioso si no es en relación con las vitalidades de la persona.

6. Con respecto a la relación del sufrimiento con los contravalores creo que he dicho lo siguiente: todo sufrimiento es producido siempre por contravalores; pero no todos los contravalores producen sufrimiento. Y pongo el ejemplo de la ignorancia. Es un contravalor y no todo el mundo sufre por ser un ignorante. En cuanto a darse disciplinas u otras autolesiones pueden deberse a muchas causas. Salvo en casos patológicos –que los hay, y no pocos–, no creo que se vean en sí mismas como valores, sino como medios inevitables para conseguir valores. Sufrir una operación y donar un riñón a un hijo es un contravalor, pero el valor que se persigue con ello justifica con creces el contravalor.

Oliva -

Querido Baldo: te felicito por este nuevo introito a la obra de Eladio Chávarri. ¿Ladrillo?, ¿dónde lo ves?. ¡Bendito ladrillo si todos aquellos con los que me abro la mollera a diario fueran como tu ladrillo, amigo!, ¡Si los tuyos son de gomaespuma! Escribes con la claridad propia del dominio de la materia: ¡fantástico!, ¡inigualable! Me sumo a nuestro querido Ramón cuando dice aquello de que: “presentas un riquísimo y genial contenido de cuantos matices y precisiones caben en el genérico término de "salvación"”. Realmente tu trabajo, aunque de ladrillo tiene muy poco, es denso y requiere de varias lecturas a fondo y de digestiones pausadas. Tras la primera lectura, me surgen algunas cuestiones que lanzarte. Voy a la primera.
En cierto modo, planteas los valores/contravalores como absolutos. Pero este presupuesto de partida, ¿no presenta algunas dificultades cuando se enfrenta a las particularidades de la subjetividad (plano “individual” o micro) y de la historicidad (plano “supra-individual” o macro)? Un par de ejemplos. Plano micro: hay individuos para quienes la enfermedad es comprendida como valor (vertiente biopsíquica); para mí, sin embargo, una enfermedad, la mires por donde la mires, es una gran putada o jodienda (un contravalor). Además, desligas el sufrimiento de los contravalores (con el ejemplo de la ignorancia), de modo que abres la puerta a considerar la enfermedad como un valor. Plano macro: la mortificación del cuerpo (cilicios, flagelos, ayunos, etc) fue considerada en un período de nuestra historia como una forma de ascesis. Consecuentemente, sería un valor (vertiente religiosa), ¿es así?. A mí me sigue pareciendo otra grandísima putada y si mi salvación de la vertiente religiosa dependiese de ella, me iba derechito y sin torcerme a ese lugar que algunos llaman infierno y no salía de allí ni aunque viniesen a sacarme con toda la caridad de este mundo. Y por lo que veo, aún hay quienes consideran la mortificación un camino de salvación (para muestra, un botón: http://www.opusdei.es/es-es/article/la-mortificacion/). Sin ir mucho más lejos, por ahí tenemos el ya famosísimo autobús conocido como “tránsfobo” con el que algunos hermanos y hermanas nuestros en la fe pretenden un triple salvación del ser humano (sociopolítica, biopsíquica y religiosa). No te digo, mejor, dónde veo yo ahí los valores, no sea que me gane a pulso la condenación eterna.
Tengo una segunda cuestión, pero no quiero abusar. Si prefieres, Baldo, te la mando al correo. Baste aquí con felicitarte por tu espléndido trabajo de síntesis. Pido perdón a tus compañeros por la intromisión. Por mí, que nadie se prive de seguir conversando sobre coyundas y yantares; no me voy a escandalizar. Un abrazo fuerte para ti, Baldo, y un saludo para tus compañeros.

Ramón Hernández Martín -

Amigo Baldo, presentas un riquísimo y genial contenido de cuantos matices y precisiones caben en el genérico término de "salvación". Créeme que, al final, siguiendo con ansiedad el desarrollo, uno se queda con la boca abierta preguntándose: ¿y ahora, qué? Se llega entonces al punto de inflexión de la justicia que esperan muchos cristianos: que aparezca el Dios justiciero y, en un supuesto juicio final al estilo de la Audiencia Nacional o del Tribunal Supremo, imparta caricias o dé "hostias" a diestro y siniestro, según los méritos o deméritos,"salvaciones" o "condenaciones" que cada cual haya ido acumulando a lo largo de su vida, sin ni siquiera pararse a valorar que para algunos, muchos por desgracia, ese "largo de la vida" haya sido muy corto (abortos, mortalidad infantil, etc.). Pienso que habría que fajarse más y descender al fondo del mar, es decir, arribar al tema inaudito de una gratuidad incomprensible que no solo nos da a todos el ser, sino que también lo lleva, velis nolis, a su plenitud. Es decir, que la vertiente religiosa de la fe cristiana adquiere entonces dimensiones de totalidad absoluta: ejecutados por la vida de cada cual los reajustes penitenciales necesarios, nos adentra en la durabilidad eterna, tan ansiada por todo viviente, sin el padecimiento o la disminución que todo contravalor conlleva.
Amigo Baldo, he volcado aquí una primerísima reacción que requerirá matices y sedimentos para sacarle todo su jugo a esta concepción magistral de Eladio, tan magistralmente expuesta por ti. Gracias.