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LA INTERNA JUVENTUD (Por Pedro Trapiello)

LA INTERNA JUVENTUD (Por Pedro Trapiello)

 

Mana en una falda del monte de Manzaneda que mira de frente a Matueca una fuentecilla de caudal menudo pero terco, aunque algún año afloja y se hace meadita de ángel... la llamaron Fuente del Encanto no se sabe bien si por lo encantador del paraje con las aguas del Torío al pie haciendo curva pedrera arbolada que un día fue puerto de estaca y morrillo pariendo una presa... o porque el sediento caminante o segador queda encantado con el frescor de nevero que siempre tuvo este manadero... o mejor aún, quizá la llamaron así porque alguien fue víctima de algún encantamiento al amorrarse ahí a beber, pues tiene esta maldita gracia esa fuente, que hay que beberla como los bueyes si no hay vasito, cantimplora o esa hoja de berza tan oportuna en estos apuros, pues ocurre que al beberla a morro, rodilla en tierra y con la cabeza humillada, algunas ideas o sueños se caen del tarro a la fuente y, al volver a beberlos con el agua, se produce el sortilegio, ¡tachán!... y algún sueño se cumple... eso es lo peor, que antes hay que saber elegir muy bien lo que uno sueña... o se le cae.

¿Existirá ese encantamiento?...

A ese manadero recoleto le suma un título salutífero el Oráculo de Pedrún: «Manantial de la Interna Juventud», la única juventud cierta, dice, la que no rinde pabellón. El Oráculo de Pedrún visita a menudo esa fuente en sus paseos de río o por su monte pedrunés y propala una bendita trola: quien bebe en noches de luna ese agua encantada experimenta una paz infinita en la barriga y le suben caballitos por el pecho; y al volver a lo suyo, la vida ya no le acorrarala con tanta prisa, puerta o pastilla (aclara el Oráculo que la interna juventud no tiene nada que ver con que la abuela se ponga leggins o se haga un tatuaje)... interna juventud, tan escasa... es más cómoda y común la solemne senectud o la vejez cascarrabiada, pero todos conocemos varones vetustos (y varonas, más) con esa juventud interna, joviales en el achaque, optimistas en el revés, pelín cínicos y esperanzados con tantas cosas que aún deben cambiar... ¿en qué fuente beberían?... preguntadles.

3 comentarios

CARLOS TEJO -

Pedro, como siempre un placer leerte, rumiarte las palabras para digerirlas poco a poco, internamente, como la juventud.

Luis Carrizo -

Gracias, Pedro, por el frescor de esa prosa. El frescor del agua de esa fuente yo casi lo dejaría para agosto.
Muy a tu estilo tratas de un asunto de gran importancia y amplitud: la interna juventud... Mucha tela para cortar y para rumiar. Muy guapo el final de tu escrito. Brindo por las personas que ahí describes, entre las que te encuentras sin duda alguna.

lalo -

¡Qué gran estilo literario tiene esta columna!!
Y muchas más cosas en su fondo, claro. Pero qué gran estilo, Pedrín.
Ni las dóricas, ni las jónicas ni las corintias. Donde estén las lobunas...
Salud