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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

DOS LECTURAS, DOS AMIGOS (EL CARIÑOSO y EL CANDOR Y LA CULPA Por Carlos Tejo)

DOS LECTURAS, DOS AMIGOS (EL CARIÑOSO y EL CANDOR Y LA CULPA  Por Carlos Tejo)

Estaba yo enfrascado en escribir alguna reseña sobre las publicaciones de dos compañeros, y, acabada la tarea, no me pareció oportuno interrumpir ninguna de las informaciones que el Blog, nuestra casa común, iba añadiendo. El comentario lo habría insertado en la entrada que sobre El Candor y la Culpa habías publicado. Pero llegaron otras noticias. Lo de la salud del pPedro era mucho más importante y es lo que concentra nuestra preocupación. Bañugues, nuestro Carlinos, me paralizó y me entristeció aún más. Menos mal que Jesús Herrero y Lalo  F. Mayo nos dieron la alegría del mes.

 
Esto que te escribo, José Mari, son unas reflexiones sencillas sobre algo que conlleva mucho esfuerzo, como es el hacer que nazca un libro. Además, aportan tanta satisfacción.

 


 

 

 

                  EL CARIÑOSO. Los emboscados del Miera

                  Coincidieron en mi mesa dos libros escritos por dos compañeros, Isidro Cicero y Santos Vibot. El de Isidro es la quinta edición de un libro que cumple más de cuarenta años: EL CARIÑOSO, Los emboscados de Miera. Lo vi en un escaparate de Cangas de Onís y compré seis ejemplares de los diez que habían dejado en la librería. Antes de empezar a regalarlo a quien yo ya pensaba, me lo volví a leer, pues tenía una edición anterior que me había regalado mi hermano José Ramón. Lo reconozco, volví a descubrir su contenido. Duro, durísimo. Pensar que hicimos todo eso…El primero de los libros se lo regalé a una señora que está en la Residencia de Ancianos Camila G. Beceña, de Cangas de Onís. Ella fue la primera mujer concejal socialista en este concejo. María Antonia tiene 93 años y una lucidez que envidio. Me dijo que lo había leído de un tirón y que se emocionó, por lo que EL CARIÑOSO le aportaba de recuerdos muy tristes. Un segundo ejemplar está en casa de un dramaturgo amigo mío, Eladio de Pablo, otros dos están ya en manos de unos componentes del coro donde canto, El Peñasanta, y yo conservo los otros dos.     Las ilustraciones de Santos Veracruz aportan crudeza a un relato en el que Isidro no te permite, casi, tomar aire.

                  EL CANDOR Y LA CULPA

                  Por otro lado, queridos compañeros, llevo varios días contemplando, primero, la belleza estructural del soporte. Estoy hablando del libro de Santos Vibot “El Candor y la Culpa”. Ya no se miman así las estanterías de una biblioteca. El libro es un museo. Ocho galerías llenas de cuadros, con sus luces, destellos y sombras ajustadas. Autenticidad. 

                  Mientras recorro con atención sus pasillos, sintiendo el color y el calor de cada uno de sus lienzos literarios, Shakespeare, Becket, Baena o el prologuista Martínez de Merlo que me ilustró sobre un Cernuda que tenía aparcado,  y varios más, nos abren las puertas de cada una de las salas. 

                  Lalo, el gran Lalo F. Mayo, decoró con maestría barroca cada pórtico de cada estancia.  Qué decir de lo expuesto por Pedro G. Trapiello en el “Broche” final y que pudimos leer en toda su extensión en nuestra casa común, este Blog, y que nos sitúa a todos en el lugar de partida, en La Virgen del Camino.

                  Entre las múltiples ilustraciones que contribuyen a atraer la atención, aún más,  la de los ángeles del Libro Quinto, me recordaron la inmensa obra poética del dominico Fray Diego de Hojeda: LA CRISTIADA.

Y busqué el libro en mis estanterías. El recuerdo era por algo, ya que, aunque las ilustraciones no fueran del mismo autor, los ángeles que aparecen en los dos libros, El Candor y la Culpa y La Cristiada, se mueven, yo añadiría vuelan (qué cosa distinta puede hacer un ángel) con la misma agilidad y gracia.

                  En unas palabras que le dediqué al autor, Santos Vibot, más en privado, le decía que lo que era un descubrimiento para el prologuista, Martínez de Merlo, para mí, nosotros, el que abriera la ventana de su vida y dejara salir  la luz que tenía almacenada era un abrazo, ahora que es cuando más se necesita.

                  El libro que tengo en mis manos tiene dos dedicatorias. La manuscrita, la personal y la otra, la impresa para todos. De ésta última, supe que el protagonista no era yo, pues nunca fui “intrépido” en el colegio aquel “de Palestrina y nieve…” Y de un tirón llegué al Díptico de Primavera. Y tuve que parar. A la poesía a campo abierto de Santos se le iba sumando el trote VISUAL de la colocación de los versos que Lalo F. Mayo situó en su justo lugar, dando la pausa para reposar y otras veces para coger el ritmo veloz, alocado también; en ocasiones despejando puntuaciones y mayúsculas para que no nos desviáramos de lo importante: la senda de la narrativa poética.

                  Me emocioné, y mucho, con la ELEGÍA A FERNANDO, EN SU LUZ. “Qué cruel  genialidad de muerte te nos llevó”. Sobrecogedor.

                  Lo dicho, ya no se da a luz libros así. Esta maravillosa edición, a quién más satisfacciones da es a quién lo lee y lo palpa. Por eso, Santos Vibot, amigo y compañero de infancia, lo confieso, me quedan días de dicha gracias a ti y, por supuesto, a Lalo F. Mayo.

                  Sé que no coinciden buenos tiempos para la difusión de las obras literarias pero sí lo son para adquirir tu libro EL CANDOR Y LA CULPA, a lo que animo con gusto,  y llenar estos días con más palabras hermosas y menos ruidos desinformativos.

Carlos Tejo

5 comentarios

Vibot -

Muy querido Cícero, tu ejemplar dedicado de mi libro hace ya semanas que está en Cantabria, lo tiene Javivi, con quien pasé una mañana inolvidable en Las Caldas de Besaya, donde me acerqué a llevar los ejemplares que los amigos cántabros me pidieron. Por otra parte me reconforta que Carlos Tejo nos haya vinculado en sus reseñas. Y por supuesto me conmueve que, aún antes de haber leído mi libro, ya lo consideres “un manjar exquisito”. En cuanto a tu inolvidable, profunda y generosamente minuciosa recensión de aquel otro libro mío de hace más de cinco años, cuando precisamente tú pasabas tanta pena por la difícil y gradual despedida de quien más querías y te quiso, gracias y abrazos por siempre, querido amigo.

“AMORI ET DOLORI SACRUM”

Vibot -

Muy querido Carlos Tejo, dices que en “El candor y la culpa” he abierto la ventana de mi vida y que he dejado salir la luz que tenía almacenada y que esto es un abrazo, ahora que es cuando más se necesitan los abrazos… Y también dices que te quedan días de dicha hasta que termines de leerlo. ¿Se puede decir algo más bonito de un libro? No.
Muchas gracias por tu lectura y por esa apreciación que me conmueve profundamente y me anima a seguir escribiendo.
Un abrazo grande!

Isidro Cicero Gómez -

Querido Carlos Tejo. Me gustaría estructurar un poco mi enorme gratitud por tu reseña de ese libro mío del 78. (Dios mío, me acababa de casar, todavía no tenía hijos, era un chaval melenudo y barbudo,que se desplazaba en un dos caballos, escribía temblando y bastantes veces llorando y no se atrevía a poner su cara en la solapa "as usual" por miedo "a que se la romperían", como dicen en estas costas, en un callejón una noche húmeda,con niebla). Han desaparecido muchos seres alrededor, los más próximos a las entretelas, los que más han dolido; se han renovado varias veces todas las células físicas que me constituyen y conforman y aquel libro, aquellos libros todavía están mágicamente vivos. Los encuentran mis amigos en Cangas de Onís, los compran de a seis y los comparten con ancianas que en su momento fueron pioneras, primeras en algo memorable, que se conmueven hasta el llanto y comulgan conmigo a través de las letras y el decir. Unas letras y un decir que básicamente me aprendieron en la Virgen del Camino. Del Camino de León, como dice tantas veces el poeta navarro del 59 Javier Cirauqui.
En segundo lugar, me tocas otra fibra al decirme que ese mismo libro en otra edición anterior, en otra vid, te lo puso a disposición José Rsmón Tejo, aquel sí, un gran amigo. En La vendedora de globos expliqué larga la estela que aquel chaval dejó em mí, una estela de luz verde, nunca sabré ya si por el color de sus ojos que no recuerdo si eran verdes, o por.el color de la montura de sus gafas. Compartimos poesía, recitales, chistes asturianos, teatro leído, confidencias y, posiblemente, tabaco. Hay una foto 56 años vieja en la última fila de un autobús en la que aparece José Ramón fumando y alguien a su derecha que le observa con curiosa admiración. Siempre se ha dicho que ese alguien era yo, aumque a mi me cueste reconocerme. Quizà sea yo, quiza no.
En tercer plano, Carlos, de alguna manerara me muestras vinculado con nuestro gran Santos Vibot cuyo El fulgor y la culpa todavía no me ha llegado. Ya preguntaré por qué, si se tarda más de la cuenta. Aunque no lo haya leído, se que se trata de un manjar exquisito. Estudié en su día (penosos días aquellos de mi biografía más doliente) en los que alternaba la lectura comprehensiva de la Métrica para Borja para tratar de exponer alguna clase de impresión sobre tanta belleza creativa, con las tareas de un cuidador amante que, mientras cuidaba y atendía, se estaba despidiendo lenta, agónica e inexorablemente del amor de su vida. Los versos para Borja, en el corazón de la memoria del escritor, reverberan todavía hoy imbricados con pensamientos y tristezas de la más melancólica gravedad.
En cuarto lugar, querido Carlos, se me ocurre desearme a mi mismo la ventura de que a tu amigo del teatro y a tus dos amigos del coro ese libro que les has regalado no les rusulte indigesto ni pesado, sino grato e interesante.

En cuarto lugar, tengo un recuerdo de Bañugues, a quien mencionas, vinculado a ese libro. Me insistió mucho hace años en que le enviara un ejemplar. No era fácil porque en aquel tiempo estaba agotado, aun no había preparado esta edición. Tu tocayo tenía familia en el área donde se había desarrollado la peripecia humana de mis personajes y le habían transmitido una visión de su historia completamente diferente a la que yo ofrecía. Tenía curiosidad por contrastar. Lo leyó y quedó muy impresionado.
Por último, Carlos y los demás eventuales lectores de estas líneas, disculpad este modo de redactar, lo estoy haciendo en el móvil y se me da fatal.
Gracias y buenas noches todos.

Luis Heredia -

Cuando caiga en mis manos el libro y lo lea voy a decir lo mismo que Carlos, seguro.
Hoy era un día de los especiales en el Colegio, esperado entonces y de los que quedan para el recuerdo.
Que tengáis buen Domingo.

Carlos Tejo -

Y feliz día de Santa Cecilia.