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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

FIESTA pPEDRO 21-12-2014

FIESTA pPEDRO 21-12-2014

FIESTA pPEDRO 21-12-2014

Mi querido amigo y compa de la gloriosa del 61 Jesusito Herrero, destacado como reportero en tal evento, nos relata con pelos y señales lo sucedido en tamaña celebración a la que, a mi pesar, me fue imposible asistir, y bien que lo sentí. 

Los 90 años de pPedro bien lo merecía. ¡Que sea enhorabuena! 

 Las fotografías las podéis ver pinchando en el enlace que encontraréis en la portada del blog.

 



Melódico y viajero Furriel de imponente figura (lo de imponente lo digo por decir, simplemente porque me cuadra en el renglón, aunque tengo mis dudas) te cuento. Lo que te cuento es lo del estupendo sarao que le hicimos a Pedro, nuestro Pedro, el de los noventa (chúpate esa, Teresa). No te vimos por allí pero alguien, ya sabes quién, justificó tu imprescindible presencia por mor de obligaciones viajeras inexcusables, lo cual, si por una parte nos intranquilizó por la otra ­creo que por la de atrás­, nos satisfizo, y con esto no quiero decir nada. En fin, que si hubieras venido no hubiera tenido que contarte nada. Pero no creas, lo hago con gusto porque eres tú, como una mañana de verano / como una sonrisa eres tú, eres tu / así, así, eres tú. Esto te lo pongo para que veas que controlo tu nueva actividad canora. (¿Me firmas un furrielógrafo, so cabrito?) (Cuando puedas).

            El día me amaneció complicado. Eran ya las once de la mañana, con el tiempo justo, cuando me dispuse a coger las llaves del coche para acudir a la misa de Pedro. Las llaves no estaban en su sitio habitual, así que tuve que ponerme a buscarlas como un desesperado porque la hora se me echaba encima. En plena búsqueda encontré una pequeña regadera que había perdido y que suelo utilizar para regar una orquídea que me regalaron el día que me jubilé. Inmediatamente, y antes de que me olvidara el asunto del riego, la llené de agua y me fui derecho al tiesto. Pero debajo del tiesto apareció el papelito que el día antes había perdido con la dirección de la iglesia y del restaurante. Antes de regar lo llevé a la cartera, que es donde tenía que haber estado desde el día anterior, pero la cartera tampoco estaba en su sitio, o sea, que a buscar otra vez.

En plena faena y debajo de unos papeles encontré por fin el libro que tenía pensado llevar a Pedro, que es el mismo que te regalé ti, así que antes de volverlo a perder lo metí en una bolsa muy mona que tengo para estos asuntos y lo dejé encima de una repisa donde también está el teléfono. Allí, debajo del teléfono, apareció la puñetera cartera, lo cual supuso un alivio relativo porque estaba sin dinero ­sin dinero está casi siempre­ por lo tanto tuve que ponerme a buscar un par de billetes para pagar la comida, porque como muy bien sabes, es de mal efecto presentarse en los sitios y tener que disculparse por no llevar la pasta y todo eso. Me costó encontrar los billetes (de 19 euros los tengo por todas partes, pero he tenido que dejarlos de usarlos porque ya me conocen las cajeras de todos los establecimientos…). Los buenos los encontré al lado de la regadera, por lo tanto, antes de nada, regué la orquídea, y también el mueble porque el agua rebosó del plato. Rápidamente, antes de que la avería fuese a más, fui a la cocina a por un paño para secar la inundación, pero en el picaporte de la puerta estaba colgada la bufanda que tenía pensado ponerme, así que me la puse para ir rematando asuntos. Luego cogí el paño y sequé el mueble, pero se me mojó la bufanda. Lo solucioné cambiando de bufanda pero la nueva no iba a juego ni con el jersey, ni con los calcetines, ni con los calzoncillos, ni con nada. ¡Qué le vamos a hacer!

            Habida cuenta de que ya eran las once y media y ya tenía que haber salido de casa empecé a desesperarme seriamente. Después de otro cuarto de hora más, conseguí completar la operación salida, aunque esta operación resultó mucho más complicada que la que organiza la guardia civil de tráfico a pesar de que ésta última sea más famosa. Y no creas Furri, amor, lo peor fue que, al salir por la puerta, Sara me llamó desordenado. ¿Tú crees? ¡Vamos por Dios!

 

Lo de la iglesia estuvo bien. Cuando llegué ya estaban todos esperando para entrar. Nos dimos besos y abrazos según fuera señor o señora el abrazado/besada. Esto podría ser un buen remedio para paliar esa lacra social de la violencia de género, incluso es más barato, pero no habíamos venido a eso. A lo que realmente estábamos era a dar una sorpresa a Pedro. Se la dimos, te lo juro. Él mismo reconoció que durante la misa empezó a ver caras conocidas pero le pareció imposible que Julito eSe, por poner un ejemplo, se santiguara como si tal cosa, o si tal otro estuviera por allí también atendiendo incluso con devoción. Por lo tanto decidió que todo era una equivocación de sus sentidos. Una pandilla de ateos como la nuestra ­bueno, no todos­ no podía, así, de repente, bajarse del burro y presentarse en misa tan ricamente como cualquier feligrés. La homilía la despachó una chica muy mona que nos puso un video para ilustrar lo que decía. Pero al video se le estropeó el sonido y nos tuvo que contar ella misma lo que decían los personajes. Uno de ellos era la Virgen, aunque no se la veía muy bien. Alguien dijo que ya que estaba el señor Ministro que saliera a la palestra y se lo arreglara, pero él se disculpó con el rollo de que no dominaba la informática.

Resultó muy entretenido porque nadie sabíamos cuál iba a ser el siguiente percance.

Al terminar la misa y salir a la calle fue cuando Pedro se dio cuenta de que sus sentidos no le habían engañado, y a los que había creído ver sí estaban allí de verdad, ¡hombre de poca fe! En su humildad innata no fue capaz de ver que él solo sí es capaz de mover montañas ¡qué digo montañas!, ríos, afluentes e incluso mares embravecidos. (Bueno, Furri, a nuestra edad ya no tan embravecidos, como se pudo comprobar más tarde).

Operación no menos complicada fue la del traslado al restaurante. Los que teníamos Tom Tom lo enchufamos y en paz. Los que no lo tenían se enchufaron detrás del coche del que lo tenía y también en paz. El problema fue que con la ocupación de los coches que tenían sitios libres, se nos colaron dos políticos chorizos, una alcaldesa que nunca había robado nada (según sus palabras), un eurodiputado de Cantabria y un agente de movilidad, los cuales no tenían nada que ver con lo nuestro, como te puedes imaginar. Menos mal que en cuanto vieron a Julito eSe desaparecieron porque, parece ser, tiene fama de tener mano dura con este personal y lo reconocen enseguida. Él es muy buena persona con todo el mundo, pero con estos tipos es como una hidra peluda. Te recuerdo que es de la yeguada nuestra (¿comprendes, criatura?).

Una vez ya sentados y hechas las primeras fotos, empezaron a servir los platos. Las primeras risas fueron con el primer plato: Huevos rotos, ¡imagínate! Alguno decía “pues los míos no, desde luego”, o sea, un fantasmón. Los más realistas decidieron llamar al plato “huevos gastados por la edad”, que eso sí tenía más sentido. Y en ese momento casi sucede la tragedia, que se pudo evitar de milagro. A alguien se le ocurrió decir que para arreglar eso teníamos allí al doctor Barrigón que de pastillas es el máximo experto de la Complutense, incluida la Escuela de Arquitectura (por cierto, también de nuestra yeguada). La gente se abalanzó sobre él y casi me lo aplastan. Menos mal que alguien dijo que lo de la lotería era al día siguiente y con eso se calmó el personal. Pero en seguida nos aclaró que a los restaurantes solo lleva pastillitas blancas para la digestión y no las azulitas para lo otro.

Ya que estábamos allí le preguntamos algún remedio casero y nos dio uno con muchísimos ingredientes. Nadie tenía papel para apuntar así que imposible acordarse de la composición. Y lo peor es que si se te olvida alguno de los ingredientes la formula puede producir el efecto contrario, ¡y a ver luego qué coños haces! Yo solo recuerdo uno de los ingredientes: las ostras, pero eso solo funciona si eres millonario, porque tienes que comer varios kilos y además tienen que estar en buen estado. Al final le dejamos respirar un poco mientras Pilar le daba aire con un abanico.

Con el tumulto, los más listos aprovecharon el despiste general y el desvío de la atención hacia asuntos procaces para centrarse en los huevos (con perdón) y de esta manera amortizar la cuota que iba a recaudar Fernandito Alonso al final de la comida. Una vez dejado Ferrari y pasado a Mc Laren, Fernando, según sus palabras, espera ganar grandes premios, particularmente en la lotería, y más en particular la de Navidad, pero me temo que tendrá que ser la del año que viene, porque la de este, en el momento de escribir estas líneas, no tengo noticias de que haya sido agraciado, y el sorteo acaba de terminar hace unas horas.

Entre plato y plato, se incorpora nuestro gran amigo y compañero Helio Pedregal, a quien siempre es un honor tener entre nosotros, sobre todo porque come poco y habla mucho para beneficio de los que se sientan a su lado, los cuales siempre aprovechan para comérsele las patatas fritas. Nos hemos enterado de que estrena obra el día 15 de enero en el Español. La obra se llama “La sesión final de Freud”. No estaría de más que el manager de Fernandito Alonso (no digo él mismo, ¡por todos los dioses!) organizara una quedada en el teatro, en días posteriores al estreno, para asistir a la representación, seguido todo ello de una emocionante visita al camerino y una cena a posteriori en la que le dejaríamos cenar en paz. Apunta esto Furri: Él también es de la yeguada, y cada vez da más perfil de emperador romano. Está avisado el tema.

Creo que luego nos pusieron carrilleras, bacalao y churrascones, a elegir según la idiosincrasia propia de cada uno. Los cubiertos fueron los mismos para todos, es decir, cuchara, tenedor y cuchillo, pero al señor Ministro le pusieron una llave inglesa, un taladro, un destornillador y un serrucho, porque él siempre ha preferido la herramienta pura y dura, como todos sabemos, y ello a pesar de estar completamente jubilado. Para engrasar el instrumental le pusieron una aceitera que algún incauto utilizó para la ensalada. Los que íbamos sin nuestras señoras correspondientes (parecido a los vigilantes de seguridad) abusamos de la sal, de las salsas grasientas y de los azúcares industriales del postre, a excepción del doctor Barrigón que se autovigila él solito sin necesidad de la ayuda de Pilar.

Luego vinieron los discursos, todos muy emocionantes y sinceros. Todos versando sobre las cualidades de Pedro, que si Pedro es esto, que si Pedro es lo otro, que si Pedro es lo de más allá y, a veces lo de más acá, incluso el besucón se puso serio y le dijo que lo que él es, es gracias a Pedro. No tuve más remedio que decirle que igual que los demás, o qué se cree, que es el único. Como era de esperar Pedro rechazó todas las insidias lo más categóricamente que pudo. Pero todos sabemos quién es Pedro y lo que le debemos (yo, además, una comida) por lo tanto aplaudimos a rabiar cuando terminó, aunque no le hicimos ni caso. Le regalamos, no te lo pierdas, una Tablet y un e.book. La Tablet no es de chocolate, es de ver cosas en la pantallita que tiene; el ebook es eso del libro eléctrico, o electrónico o lo que sea. Es muy finito, a pesar de lo cual caben cientos de libros, según dicen los que saben de esto. Una maravilla. En vista de los regalos se apuntó allí mismo a los cursos de informática que da Eva, el amor de Julito, que ahora colabora en la parroquia con un éxito arrollador de prensa y público.

A la hora de pagar no se escaqueó nadie. No se vio tampoco ningún billete de 19 euros. Le tengo que decir al Trapi que los fabrique de 20,50, que es más sorprendente y curioso. Fernando Alonso cobró todo a todos, de manera es que no hubo problemas, y menos aún, tumultos como el que se organizó con las pastillitas azules.

Como penúltima cosa reseñable, te mando también una pequeña estadística, pequeña pero significativa, donde se puede ver nuestro perfil desde un punto de vista matemático, que es lo que le gusta a Fernando. Verás:

NÚMERO DE ASISTENTES alrededor de 500 (persona física arriba o abajo)

MAYORES DE 64 AÑOS: 95%

CON 90 AÑOS O MÁS: 0,5 %

MENORES DE NOVENTA AÑOS: 99,5 %

ATEOS TOTALMENTE: 97 %

DESCREIDILLOS: 92 %

SEÑORES: 58 %

SEÑORAS: 42 %

OBESOS: Muchos

OABRAZOS: También muchos.

Tengo que decirte, amado Furriel, que los datos no son estrictamente exactos, porque la gente no paraba de moverse y así no hay manera de hacer recuentos fiables. Vas a contabilizar a un ateo y de repente se te cruza una señora estupenda y ya te lías, y además, puede haber un ateo que es obeso y además menor de noventa años. ¿Dónde apuntas eso? No te digo nada si encima se te vuelve a cruzar la señora de antes… En fin, he hecho lo que he podido.

La cosa terminó como siempre, con las canciones que nos suelen cantar los que saben. Todo convenientemente dirigido por Julito Correas, que cantaba con ímpetu, y por el gran Quique con su Susanita, mientras Chuchín Fresno observaba a quién le iba a sacar la próxima muela (te las saca gratis si le haces la pelota). Lo puedes ver en las fotos. Cantaron “Adiós tía de mi madre” ( o de mi padre, o de mi corazón, no estoy muy seguro, ya sabes que yo para lo de la música y los títulos adolezco de memoria), y también “Noche de Paz”, que es mucho más universal desde el punto de vista global terráqueo. Cuando llegaban a la estrofa esa que dice “noche de amor” se me ponían colorados ¡¿pero tú ves?!, igual que si fueran adolescentes, aunque yo más bien creo que sabían perfectamente lo que se cuece en su fuero interno y mediopensionista, y esto lo digo expresamente con segundas. A saber la de llamadas que habrá tenido el doctor Barrigón para dispensar recetas de la Follagra esa (¡uy!, con perdón).

Y como todas las cosas, todo tiene un fin. Tuve algún problema para hacer la última foto porque una puñetera luz de color rojo intenso se me puso sobre los cantantes y no me dejaba ver. Al principio creí que era una farola que se le estaba fundiendo una luz, incluso luego me pareció un ovni de esos, pero después empezó a recordarme a algo conocido que aún no he conseguido identificar. Cuando llegue a casa tal vez encuentre la solución debajo de algún cachivache y entonces, si nadie te lo ha solucionado, te lo cuente. Besines, pequeñín.

PD: Horror,  ahora que recuerdo no hubo langostinos…

 

Jesús el Herrero