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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

EL RACIONALISMO INTUITIVO EN LA OBRA DEL ARQUITECTO DOMINICO FRAY COELLO DE PORTUGAL (3)

EL RACIONALISMO INTUITIVO EN LA OBRA DEL ARQUITECTO DOMINICO FRAY COELLO DE PORTUGAL (3)

Pabellones lineales separados por patios

 

El colegio Apostólico Virgen del Camino es el primer proyecto al que se enfrenta Coello tras terminar sus estudios de arquitectura. También es conocida la premura con la que fue redactado durante los tres meses de verano de 1955, lo que hizo que no le quedase mucho tiempo para documentarse buscando referencias. El colegio se sitúa junto a la Avenida de Astorga, la principal arteria de comunicación que divide en dos la villa, y muy próximo a la antigua iglesia de la Virgen del Camino, que se encontraba justo al otro lado de la carretera. El solar era plano y estaba situado a la salida del pueblo lindando con las tierras de labranza típicas del paisaje castellano.

El edificio se articula en torno a una serie de pabellones lineales que acogen las distintas funciones del colegio. Los bloques dispuestos perpendicularmente a la carretera acogen los espacios dedicados a aulas y a recreación. Uno de ellos se prolonga hacia la carretera, tramo en el que se ubican comedores y cocina. En su extremo, este pabellón gira 90 dando frente a la avenida y rompiendo así la simetría del conjunto. En disposición perpendicular – en paralelo a la fachada principal- se sitúan los pabellones en los que, en planta alta, se disponen las habitaciones. Los dos grandes espacios del conjunto, las capillas y el salón de actos se proyectan separadamente como elementos expresivos y autónomos reforzando el eje de si- metría del complejo las primeras y la condición de elemento singular asimétrico el segundo.

Los dos edificios de aulas y los pabellones de dormitorios en altura acotan un jardín central cerrado con abundante vegetación que durante unos años contó incluso con una piscina. El resto de patios son abiertos al menos en uno de sus lados, propiciando una relación fluida con el entorno.

La aparente simetría del conjunto se ve alterada por varios factores. El primero y más evidente es la ubicación y la volumetría del edificio del salón de actos, que establece en planta el contrapunto compositivo a la casa de ejercicios existente -un edificio cuadrado de planta claustral- con la que establece una tensión diagonal.

Los pabellones de aulas están orientados en la misma dirección, por lo que su disposición no es simétrica. Coello prima la orientación frente al formalismo, lo que es indicativo de sus intereses, planteamiento que mantendrá vigente a lo largo de su trayectoria. Es interesante la forma en la que se resuelve el acceso al colegio. La disposición de los edificios más cercanos a la carretera reproduce el esquema de edificación claustral, pero el pabellón de fachada no llega hasta la esquina y en el lateral derecho en lugar de edificio hay un muro. El cierre del patio se produce con una cubierta ligera en forma de ele, protegiendo los accesos diferenciados al colegio y a la residencia de frailes.

Resulta complicado no hacer alusión a la obra del colegio Arcas Reales que Fisac proyectó en Valladolid tres años antes. La semejanza del programa y la cercanía física y espiritual –el encargo fue hecho por la orden dominica- convierten esta obra en una referencia directa, tal y como reconoce el propio arquitecto.

Las aulas se disponen a lo largo de un amplio corredor iluminado por series de tres ventanas con sus paredes giradas 45o respecto a la directriz del pasillo. Cada una de ellas lleva asociado un pequeño espacio a modo de almacén que regulariza el espacio rectangular. Esta disposición en diente de sierra permite mantener la privacidad e individualidad de cada módulo dentro del conjunto e introduce una percepción cambiante del alzado a través de la volumetría y de los juegos de luces y sombras. Ante cada aula queda definido un ámbito propio que pauta la organización del patio jardín [Fig. 725. Amplios ventanales acristalados iluminan cada estancia, generando en el alzado una alternancia de llenos y vacíos. EL alzado del pasillo reproduce una modulación de los grupos de ventanas que en cierto modo contradice la continuidad del espacio interior.

Es significativo que Coello no vuelva a recurrir a la estrategia de muros inclinados hasta muchos años después, en el colegio Vistabella de Tenerife de 1967. 

 



 

Nota.- Extraido de  la TESIS DOCTORAL "EL RACIONALISMO INTUITIVO EN LA OBRA DEL ARQUITECTO DOMINICO FRAY COELLO DE PORTUGAL".

Presentada por MIRIAM RUIZ ÍÑIGO para optar al grado de doctor por la Universidad de Valladolid .

3 comentarios

Javier Cirauqui -

Por circunstancias personales y falta de tiempo, llevo varias décadas sin entrar en el blog, pero que conste que sigo leyéndolo diariamente.
Las maravillosas fotos de Losada, las de excursiones y días de campo, la visita de Dacio a León, el racionalismo intuitivo de Fray Curro, del que disfrutamos y vivimos con suma intensidad, incluida la piscina, los premios y reconocimientos a Maxi Trapero, al que admiro y felicito por todos sus logros. Los escritos estructurados, medidos e interesantes de Baldomero y como final el libro de Isidro Cícero, que nos anuncia el triunvirato de Isidro, Jesús y Javier, (al que no veo, y era de mi curso desde el año 1965), que tengo ganas de leerlo porque estoy seguro será excelente.

Un saludo y un fuerte abrazo para todos los escribientes, leyentes y silentes. Besos. Javier

Luis Heredia -

¿Os imagináis a la doctoranda Miriam Ruiz visitando la obra del P. Coello en los 50/60s? ¿Hubiera quedado tan asombrada como nosotros cuando llegamos al ver la realidad de la obra? De los extractos de su tesis que nos cuelga Josemari se desprende que “incluso” más, pues hubiera vivido el Colegio y el Santuario, los dos núcleos principales, en pleno apogeo de vitalidad escolar, cultural, deportiva, musical y religiosa. Hubiera visto cómo el P. Coello acertó de pleno en la finalidad para la que fue concebida su obra, asistido también por otros grandes que la completaron como el P. Iturgaiz, Subirachs y Casamada.

Y entrecomillo “incluso” porque ella lo utiliza en su redacción para enfatizar uno de los elementos que fueron icono del Colegio. Que me corrijan Maxi o Eugenio, expertos filólogos, pero qué gran diferencia en utilizar el adverbio “también”, “además” o el “incluso”. Ella utiliza “incluso” porque se admira aún más con la grandiosidad de la obra al pensar que gozábamos de una impresionante piscina. Y eso, sin haberla conocido en vida. No era un elemento más cualquiera en la obra sino uno que lo hacía destacable, más destacable que tener por pares campos de deportes. O sea, ¡"el no va más"¡

Anónimo espacio-temporal -

Es curioso cómo el análisis técnico de la joven doctoranda coincide con los recuerdos de quien tiempo ha pasó seis años en las aulas dispuestas en diente de sierra.
En efecto, esa disposición mantenía la privacidad e individualidad de cada módulo de manera que cuando cambiabas de curso y aula percibías el cambio del entorno, en concreto del ámbito propio del patio jardín definido ante cada una.
Lo que la autora no capta del todo son las diferencias del horizonte lejano entre escuela menor (patio cerrado con piscina) y mayor (ausencia de muros que era como un presagio de próxima relación fluida con el entorno).
Y es una lástima que no haya visto y oído los pianos y por eso reduzca las pianeras a la condición de mísero almacén.
Un abrazo para todos.