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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

MINGOTE DIBUJA A FRAY ESCOBA

MINGOTE DIBUJA A FRAY ESCOBA

Feliz fin de semana, compis. Del CD que, amablemente, me dió el P. Jesús Martín en nuestro encuentro en Caleruega, he sacado los dibujos del genial Antonio Mingote ilustrando el libro de Fray Escoba, con guión de Emilio Lapayese y prólogo de José Mª Sánchez Silva.

Os los dejo en el álbum DOCUMENTOS de Ver Fotos/Documentos.

12 comentarios

Air jordan shoes -

He best can pity who has felt the worse.

Andrés Martínez Trapiello -

Luisin escucha, que te pronuncio otra vez el título de la canción en alemán:




¿Oíste?

Besos míos para Pilarina; bueno, y de la Asturianina.

¡Vale!, para tí, también.

Maxi -

Luis Antonio, me pides demasiado. ¿Tu has oido cantar alguna vez a Tino? Hasta hace poco, en los viajes a Asturias cantaba (es un decir) "Yo tenía un camarada" y "La cucaracha". Pero esa de la que hablas sospecho que es aún más difícil.
Mejor ya me la cantarás cuando vengáis a Villava.

Luis Heredia -

Pensando en el AVE, corrí más de la cuenta.

El año 40 SÍ ESTÁ ANTES DEL 54. Sufrí un lamentable lapsus histórico-matemático.

Siempre supe que lo mío eran las letras.

Luis Heredia -

Andresín, se me acaban de borrar todas las letras que había escrito.

Te decía que ¡Qué bien hablas alemán y sobre todo, qué bien pronuncias¡

Si la coral a la que te refieres es la que fusilábamos en español "Señor aquí me tienes, tu voz escucho al fin....", es una de mis preferidas.

Yo no se hablar, ni ecribir, alemán. Pero viendo la foto de la estación de tren de Raneros, me viene a la memoria la única canción cuyo título en español dice, o decía porque ahora ya hay AVE: "SUBANEMPUGEN ESTRUNGEN WAGEN.

Iba siempre lleno el tren de Raneros. Una estampa bucólica. Lo mismo que cuando viájabamos nosotros en UTOBUS cantando el " Para ser conductor de Primera, acelera, acelera". A algún pasajero le costó más de un disgusto y alguno de los conductores de aquella época, emularía al mejor cirujano del momento para poner los puntos sobre la íes.

Aquella canción decía en español, porque siempre fue española:

" El tren que corría
por el ancha vía
de pronto se fue a estrellar
contra un aeroplano
que andaba por llano
volando sin descansar.
Era en el año cuarenta,
antes del cincuenta y cuatro,
y la máquina seguía,
pita y pita, caminando."

La pena es que no se escribir, aún, en solfeo a través del blog, pero cuando te vea, te la cantaré acompañado al órgano por Olóriz.

Maxi, dile a tu suegro que te la cante. El maquinista del tren paraba siempre en la curva de Soto de Dueñas para escucharnos.

P.D. Los años, no me cuadran porque el 40 no está antes del 54, salvo que Fernando Box o Mariano Ssntiso tengan un As bajo la manga.

Pero de años, seguro, hablaba la canción. Año arriba, año abajo

Andrés Martínez Trapiello -

26 octubre 2008

Bien, acaba bien el día.

Maxi Olóriz me provoca y excita mi ánimo en busca de Quintana de Ranero; y voy.
Aunque no encuentro casas de adobe y tapial, y aquellas calles pueblerinas que habíamos pateado, que se habían hecho de camino con senda machacada por rodaduras de carro y adornos de boñigas de vaca, hoy están “modernizadas” por asfalto, muchos rincones, algunos árboles y la tarde con un cielo inmenso azul me hicieron revivir tiempos para contar.

Pero había que oír; mejor, escuchar: Último concierto del festival de Órgano. Y en el programa –para los melómanos- “Cantata BWV12: Weinen, Klagen, Sorgen, Zagen” y “Cantata BWV21: Ich hatte viel Bekümmemis” de Bach.
Y he sentido envidia del que tocaba el Oboe, el Continuo, el Fagot; he querido ver a Vibot o a Oloriz acariciando las teclas de órgano… Y dentro de mi volvió a sonar la coral de Bach que cantabamos en la escolanía, esa pieza que os animo a que busquéis y volváis a escuchar: “Ich Hill hier bei dir stehen”, de la Pasión de San Mateo BWV244.

Máximo Olóriz -

Martín: o eres un exagerado, o Andrés ha seleccionado muy bien los ángulos al sacar las fotos que me acaba de enviar. Todavía reconozco varios parajes y alguna de las casas por las que pasábamos.
Gracias, Andrés. Con este subidón tengo ya más que completa la dosis del fin de semana.
Besos.
Olóriz

Máximo Olóriz -

O sea que lo de los prados con hierba otoñal, los chopos con colores amarillentos y ocres en sus hojas era un tanto exagerado. De todo aquello queda ya lo que del teatro del colegio.
Martín, dile a Andrés que ya no quiero ninguna foto. Me quedo con mis recuerdos.

Martín -

Querido Olóriz, ¡con tanta autopista, accesos, carreteras, bodegas, graveras y demás zarandajas de esta cavilación, no creo que reconozcas el viejo camino a Quintana de Raneros!, ¡ya no es lo mismo!, o ¿es que ya no somos nosotros los mismos?.

Máximo Olóriz -

Sois unos nostálgicos repelentes.
Como yo.
Andrés, qué envidia me das. Una de las cosas que me apetece, cada vez que paso por León, es

recorrer el camino que nos llevaba a Quintana de Raneros que ahora, en otoño, tiene que estar

precioso.
La próxima vez que pases por ahí haz alguna foto y mándamela, porfa.

Daniel Orden Santamarta -

Andrés. También ayer, sobre las cuatro de la tarde, yo andaba por allí, no sé muy bien qué buscaba, pero sí que os ví a todos vosotros, sobre todo a los de ahora, algo había por allí, lo que yo noté, sentí,viví, fue mucho afecto.
Allí os recordé a todos, a muchos de uno en uno, eso sí, con vuestras caras da ahora, mucho más expresivas por huellas de la vida, y la mayoría con compañeras a su lado.
Un abrazo.

Andrés Martínez Trapiello -

25 octubre 2008

Otra página en blanco de mi diario; pero con día, con semana intensa para poder llenarla de negro sobre blanco, de poner una letra tras otra que no sé si podrá interesar a alguien. ¿Palabras al viento?; es igual.

Venía conduciendo, por la carretera de Astorga a León, y miré a la derecha intentando descubrir a un rapaz de diez años que volvía de paseo con la Escuela Menor del Colegio de los Dominicos desde Quintana de Raneros.
Había sido un domingo sin evasión, sin una sucesión de “Nodos” que nos cantaran la excelencias de “Su Excelencia”. Una tarde de otoño recién estrenado en una familia nueva, distinta.
Y con la preocupación en ese regreso por unos pantalones largos, de domingo, con restos de barro y agua que, en un cálculo erróneo en el salto de un reguero, se habían incrustado burlonamente en sus bajos con vuelta. Aquellos residuos iban anunciando la estupidez y ostentación de unos pantalones largos, porque a esa edad y en aquellos tiempos, las perneras eran cortas.
Unos prados “recorridos a través”, delimitados por una “sebe” con paleras y chopos que, con hierba otoñal cubierta por hojas, nos disipaban de un espacio físico de recreación, estudio, capilla y campos que empezaban a ser familiares.

Aquel muchacho había vuelto a mi mente; pero los prados con hierba otoñal, los chopos con colores amarillentos y ocres en sus hojas seguían estando allí. Y a poco metros el Colegio, el teatro, el santuario