Blogia
Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

EL ARGIMIRO, EL POCOSDIENTES Y LA SEÑORA VENERANDA (7 de Octubre de 1962)

EL ARGIMIRO, EL POCOSDIENTES Y LA SEÑORA VENERANDA (7 de Octubre de 1962)

Después de leer todo lo que nos escribe nuestro querido compañero Luis Carrizo, natural de La Virgen del Camino (del 60 aunque merecía ser de la gloriosa del 61), coincidiréis conmigo en que es una de nuestras plumas mejor dotadas.

No me negaréis que las expresiones que escribía como comentarios en el artículo del 12 de Marzo pasado titulado UN ANCHO ESPACIO, UN LARGO TIEMPO (Marzo de 1956) en el que Isidro Cícero escribía al pie de una fotografía del colegio en construcción "...  vivir como liebre y lagartos, el tocino del cocido que llevaba hirviendo toda la mañana, los lamparones de la culera, ...", etc. son dignos de la mejor literatura.

Y bueno, ya lo de "... me sentaba después sobre el pan para aplastarlo y poder acometerlo mejor...", sin palabras.

Y como a Luis le extrañaba la despoblación que Isidro denunciaba en la susodicha fotografía, pues le he enviado esta otra, ya más poblada, para que me escribiese lo que se le ocurriese. Está tomada el 7 de Octubre de 1962, también desde el Junker.

Este es el mejor postre para hoy.

Gracias, amigo.


La próxima fotografía de La Virgen del Camino que propongas para comentar, amigo Cortés, pídesela al Servicio de Atención al Cliente de la NASA o, al menos, bájatela de Google Maps, ¡por el amor de un solo Dios! Yo le perdono a Isidro Cicero Gómez, el afamado escritor montañés, que haya acuñado como moneda, ya de curso legal, la expresión “la paramera” para referirse a los adiles y rastrojeras que circundaban mi pueblo. Se lo perdono porque a quien ha nacido en un lugar llamado Valdeprado es normal que le suceda un poco como a las estrellas, para las cuales –según dejó escrito Gómez de la Serna— todos estamos en un abismo. Yo puedo llegar a entender que aquel niño que abrió los ojos a la vida en medio de un verde y florido prado (como es de ley que sean los prados) acabase concibiendo en su exiliada imaginación que aquellas tierras hirsutas donde le habían condenado a vivir fuesen poco menos que la antesala del desierto. Pero tú, querido José María, no debes ni puedes seguir alimentando esa especie con la publicación de fotografías que muestren un Santuario y un pueblo tan yermos, al final, como los campos de los alrededores.

 

¡Súrsum cámara! ¡levantemos el objetivo!, por favor. Una fotografía tomada desde el espacio, volviendo imperceptibles los detalles, impediría extraer ese tipo de conclusiones tan desmerecedoras; y, al tiempo, proporcionaría al comentarista de turno un inagotable venero de posibilidades, pues la imaginación, libre de las ataduras de lo concreto, podría vagar sin cortapisas y contemplar las cosas desde un punto en que ya no fuese posible apreciar diferencias entre Valdeprado y La Virgen del Camino; o entre la torre de la estrella colorá y las de la catedral, o la espadaña de la iglesia de Valverde con sus cinco nidos de cigüeña (todos habitados), amontonados como piojos en costura. Pero estas  lucubraciones –te decía— no son aptas para la ocasión, porque lo que se ve nos conmina (mal hecho)  a olvidarnos de lo que no se ve. En el aeropuerto de Alicante hay un mural --creo, además, que el autor es Subirachs, para más emoción-- en que puede leerse una frase de Ramón Llull: “lo que se ve es una visión de lo invisible”. Yo es que flipé la primera vez que leí tal pensamiento en tales andurriales, pero no veo que haya calado entre el gran público, porque jamás he llegado a cruzarme camiseta ni tatuaje alguno que reproduzcan el profundo apotegma.

 

No lo recuerdo bien, pero estoy por asegurar que aquel 7 de octubre de 1962, fecha en que fue tomada la instantánea, no había convocada ninguna huelga general, por lo que me sorprende no distinguir en la escena a algún obrero dirigiéndose a trabajar a “la obra” en bicicleta, bien sujetas las perneras de los pantalones con dos pinzas de la ropa, y el serillo con el sacramental cocido mejor agarrado “entodavía” por la goma de ganchos. Resulta también extraño no descubrir ningún perro vagabundo yendo o viniendo de marcar como territorio propio el muro sur del Santuario, ése en el que no por casualidad (hay que releer los Misterios Dolorosos) Coello de Portugal decidió abrir precisamente 7 + 6 + 7 ventanales. Yo no sé si los perros que orinan contra ese muro siguen también algún esotérico designio, ni tampoco, si al número de meadas que lo tienen señalado puede encontrársele un significado cabalístico; lo que sí puedo afirmar categóricamente es que esa Basílica Menor es la Basílica Menor más meada de la cristiandad. Y, si hubiera un médico en la sala, rogaría encarecidamente que se levantase para corroborarlo

 

Por lo demás, la fotografía, no tiene mucha más historia: imagino que alguno de los paisanos al que dieron papel en el reparto puede ser Argimiro  --aquél de quien Don Joaquín, el practicante, afirmaba que debía tener un hígado de oro-- yendo o viniendo de trasegar la enésima copa de orujo; o el Pocosdientes, ocupado en solventar algún asunto de su incumbencia; o la señora Veneranda, atareada en buscar con qué alimentar a las dos docenas de gatos con los que convivía; o los padres de un apostólico saliendo de hacerle una visita...

 

Los que sí aparecen nítidos, silenciosos y discretos, cabe los muros del convento, son los abetos y los cedros del Líbano, aún jóvenes en aquellas fechas, y llenos de vigor, como toda la chavalería del otro lado de los muros. Hoy se les ve crecidos, con alguna rama desmochada, también como nosotros; de alguno, incluso, puede apreciarse, solamente, el hueco que dejó. Exactamente igual como nosotros.

 

Luis Carrizo

 

5 comentarios

Luis Carrizo -

Gracias, Amador; gracias, Olóriz, por vuestros muy amables comentarios.
Espero ese CD, amigo Máximo, con ansiedad de tenerlo en mis manos. Ya que te está costando ir a Correos (el amor todo lo entiende, todo lo disculpa, todo lo espera; qué remedio)aprovecha para adjuntarle cuatro letras de tu propia mano, aunque no sea con pluma Inoxcrom.

Máximo Olóriz -

Qué agradable sorpresa para una fea tarde de lunes. Una de las plumas (Inoxcrom, para más señas) más lustrosas y más silenciosas de la quinta del 60, se manifiesta por fin. Luis, a ver si te prodigas un poco más. Queremos más madera.
Por cierto, hace días que tengo preparado un CD para ti, lo que pasa es que Correos me cae un poco a trasmano; pero te prometo no tardar en enviártelo.
Un fuerte abrazo.

Hipólito Fraguas -

Estamos viendo panorámicas del colegio y nuevo santuario. También en algún momento alguna foto del antiguo. ¿De que época era éste y por qué no se conservó? ¿No tenía ningún valor histórico o cultural?

santiago rodriguez -

¡Oye! ¡oye! que los anteriores a esas fechas tampoco eramos malos....

AMADOR ROBLES -

este tal Luis Carrizo a quien (pineso/sospecho) no ntengo el gusto de conocer/haber conocido...bien mercecería haber pertenecido (y hasta seguir perteneciendo) a aquellos otros ilustres alumnos que poblaron la misma paramera entre finales de los 60 y mediados de los 70. enhorabuena amigo Carrizo por esta tu intervención, vibrante y brillante. es un placer leeros. también le puedo dar (hasta) permiso al interviniente Casorvidense, para que se imagine también haber podido pertenecer a esta yeguada que antes decía. Amigo Valdes, te debo una visita a Casorvida aunque ya sabes que tienes que bajar a Campomanes pa´que pueda subir contigo a ese gran mirador....y si es a caballo asturcón...mejor que mejor.
a ver si alguno más de mi quinta se anima a escribir un poco (nada es menos) en este Blog que con tanto esmero y nivel, cuida jose mari cortes. (entre otros)
Y como dice uno que a pesar de ser de Grandas de Salime, no se apellida Queipo....HAXA SALÚ!!!