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EL PUPITRE DE FERNANDO

EL PUPITRE DE FERNANDO

En uno de estos "armatrostes", ese pupitre pobre y viejo, deteriorado, oxidado, cojitranco, abandonado en el olvido, espejo del abandono, nos aplicábamos todos los días en aquellos años en que "casi nos educan".

Hace unos días se me ocurrió enviar esta fotografía a Fernandito Alonso, gloria destacada del 61 (no tanto de la mandolina) quien ha dedicado casi toda su vida a la enseñanza.

Mi ánimo es dar pie a los blogueros a reflexionar con lo que él nos escribe.

Cualquier tiempo pasado fue...anterior.

 


 

Cincuenta y cinco años en las aulas, sentado detrás o de pie delante del pupitre:

La educación que yo sufrí, la que me evoca este pupitre, la de mi pueblo con tinteros en los pupitres  (en el colegio los pupitres tenían agujero pero ya no tintero), era una educación a la baja en el mejor de los casos y hubo muchos buenos casos, era una educación confiada al voluntarismo de buenas personas que no de buenos profesores: maestros con escasa o nula formación en aulas repletas de alumnos que tenían  obligación de atender a niños de cinco y a adolescentes de catorce, a buenos alumnos con padres responsables y a alumnos que,  siendo buenos también,  se ausentaban de la escuela desde abril a noviembre porque eran brazos indispensables para aquellas economías de subsistencia. La ascensión social con aquella escalera de peldaños tan distantes se hacía tan difícil que no conocí ni un solo caso de éxito. Los que escapábamos de aquella situación y posteriormente tuvimos la oportunidad de seguir estudiando, se debió al azar en unos casos o a intereses de seminarios u órdenes religiosas por reclutar a sus futuros miembros.

Asocio más ese pupitre a mi educación secundaria. Una educación bienvenida a mi vida, a la que estoy infinitamente agradecido y que ha servido para realizarme como persona y para que me pueda  sentir tranquilo conmigo mismo. Aunque también fue una educación a la baja en el ámbito intelectual, perfectamente justificable dada la realidad de aquel país de los sesenta, sin embargo me aportó una serie de conocimientos y valores no reglados por el sistema pero que aquellos frailes sembraron no sé si muy conscientemente.

Posteriormente, la formación universitaria, con los frailes primero y luego en otras universidades hizo posible que, con desmesurada osadía, me considerara capaz de enseñar algo a otros. Es decir, que alguien, una vez más y en este caso fui yo mismo, banalizó una profesión, la más digna y por ende, la que más exigencia debería reclamar a sus miembros. De ello me he ido dando cuenta a lo largo de mi vida como profesor.

 Nadie hasta ahora se ha tomado la molestia de formar para la docencia a los profesores de secundaria, sí a los maestros. Hemos ido saliendo del trance como hemos podido, algunos con brillantez otros por ensayo y error y muchos de fracaso en fracaso. Los más, hemos sido conscientes de ello y hemos arrastrado esa mala conciencia de cursillo en cursillo. Los más hemos sentido sana envidia de los excelentes compañeros que sabían hacer bien su trabajo pero, incluso en esos casos, no disponíamos de los mecanismos institucionalizados para poder aprovecharnos de ese saber hacer y así se han desperdiciado maravillosas experiencias y nuestra profesión ha seguido languideciéndose y sin el valor suficiente para liderar los cambios en nuestro país.

Los profesores somos una muestra, tal vez la más significativa, de que  la educación en este país sigue estando a la baja y no remontará el vuelo mientras ese pupitre pobre y viejo, deteriorado, oxidado, cojitranco, abandonado en el olvido, espejo del abandono del sistema educativo no sea sustituido por lo mejor, por lo excelente. Los profesores tienen que ser el instrumento excelente que prepare las mentes que hagan posible una sociedad más justa más igual, más digna. Y de su  dignificación dependerá realmente el éxito o el fracaso de todo un país.

Ahora ni me siento en un pupitre ni lo tengo delante, ahora lo tengo en mi conciencia, no sé si buena o mala, pero sé que está ahí y que nuestra sociedad estará condenada al fracaso si no tomamos en serio el cuidado y la atención  a ese pupitre desvencijado y viejo. Lo más probable es que tengamos que sustituirlo por otro nuevo, de madera noble, tal vez muy caro. Si creemos que vale la pena, cambiaremos el pupitre y, como país, habremos realizado la inversión más importante.

Fernando Alonso



5 comentarios

Antonio Argüeso -

Fernando, te he leído con deleite esta soleada y fría mañana de marzo. Constato que las penas son las mismas. Como al viejo Eloy, ya me ha aparecido la hoja roja, y me quedan escasas semanas de “desmesurada osadía” por lo que me considero pues aún “capaz de enseñar algo a otros” durante unos meses aún.

A lo que veo, recibimos similar educación, aunque no recuerdo “voluntarismo de buenas personas” antes de llegar a la paramera. En mi caso el recuerdo era más de resabiados excombatientes de los que afortunadamente nos alejábamos durante los largos meses del durísimo verano.

En la vida, en la docencia, donde también caí sin darme cuenta y sin desearlo al principio, tuve siempre tres modelos en esta ‘profesión la más digna’: el abuelo Eugenio, el de la burra, por su actitud siempre positiva ante la vida, por vivir deseando lo que ya se tiene, que para San Agustín era la explicación de la felicidad. Otro modelo, como para Manolón, es el PaPedro, “por su ejemplar humildad” y ponderación en todas las situaciones, por su cariño hacia todos. El tercero es Arsenio Arenas por su profesionalismo, actualización (¡quién usaba cuando aquello transparencias en clase!) y por su capacidad para suscitar el interés de lo que enseñaba.

Sobre la educación en general no soy pesimista. De los que fueron nuestros centros de interés a los de los jóvenes actuales median tantos cambios, tantas evoluciones, tantas diferencias…. Bueno y eso que yo nunca supe nada ni del SER, ni de la Nada y de VÍAS, conocía las del tren, que pensaba eran dos: VÍA ancha y estrecha. Veo ahora que había entre CUATRO y CINCO, no me ha quedado claro. En cuanto me jubile intentaré ponerme al día.

NB/Las mayúsculas del último párrafo no sé a qué vienen pero si el Pitu (Manolo: Don José Manuel, no sea que lo confundas) las pone, yo hago lo mismo, de cabeza, vamos.

Jesús Herrero Marcos -

Después de algunos días de trajín, abro el blog y me encuentro con tu pupitre, Fernandín, por lo que sé profe de altos vuelos y por lo que leo maestro en la dura tierra. ¡Que bien suena lo que dices! ¡Cuántos tendrían que leérselo para ser conscientes! Y también me ha gustado lo que dice el Pitu que dice el Alcalde, eso de que educar es ayudar a sacar y no lo contrario. Estoy con Isidro en todo, letra por letra.

Isidro Cicero -

Conmovedora humildad la tuya, Fernando; rara honestidad la de mi compañero más preguntón. Al leer estas líneas tan sensibles y bien tramadas, pienso que has tenido que ser un profesional de la educación como la copa de un pino. Enhorabuena.

JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -

Las reflexiones de Fernando son las del profesor humilde, con buena memoria histórica, crítico, reconocido, insatisfecho, preocupado por el presente y el futuro del sistema, consciente de la trascendencia de la educación. Nadie mejor que los obreros de la educación saben cuantas inquietudes y ansiedades se vivían cada día por no estar seguros de estar haciendo lo que se debía hacer. Nadie nos había formado para ser educadores, sí sabíamos algo del SER y la Nada, sabíamos que las 5 VÍAS TOMISTAS eran cuatro, que el NOUS era el chiringuito del empalmado, pero nos faltaba el conocimiento de cómo era el educando y de cómo debía ser el educador. Dosis de buena voluntad, todas; dosis de trabajo, todas; horas de de formación, de cursos y cursillinos, muchísimas, pero después de todo eso uno seguía sintiéndose inseguro. La mayoría de los exclaustrados llegamos a la educación no por elección sino por determinación; la historia formativa nos avocó al aula. ¿Qué podía hacer un individuo, bien formado en humanidades, licenciado en Filosofía o diplomado en magisterio y que se había pasado la vida en las aulas? Determinismo puro y duro, bien es cierto que los hubo más osados, más inquietos quizás, que derivaron por otros derroteros y llegaron a metas bien altas. El determinismo no debe confundirse con conformismo. No conozco ningún colectivo con tanta inquietud y tan autocrítico, salvando lo presente que ha llegado a las más altas cotas de la miseria. A pesar de todo puedo afirmar que no hay profesión más bonita que la de educador, ojo, digo educador no enseñante a secas, hay mucha distancia. Si volviera a nacer me haría educador pero, a ser posible, del príncipe y de las infantas, cobraría más y la sombra del padre me protegería cuando defraudase no al Noos sino al NOUS. De momento, sin haberme reencarnado aún, me dedico a MAL EDUCAR al nietín y ¿Qué? A mí nadie me enseñó a educar nietos por tanto soy irresponsable.
Amigos educadores/enseñantes, cuando os reencarnéis ¿Qué os pedís? Van a quedar vacantes algunas profesiones: la de tesorero del club de futbol de Casorvida, la de repartidor de sobres a los políticos, la de senador de cualquier partido, la de ayudante del Chemari dirigente de este blog, la de profesor de NADA, sustituyendo a Pedrín, y alguna más.
Fernando, te veo tan metido en el partido y tan preocupado como cuando acudías al CPR en busca de estrategias para bien educar. Estoy seguro que fuiste un buen educador, se te nota en la tensión del pelo. Yo lo tengo para abajo.
P´Alcal, es cierto, educacar es sacar y no meter como muchos han entendido y entienden. No se educa metiendo o haciendo aprender valores a bofetadas.
Tres hurras por los que fueron, son y serán educadores/enseñantes.
Abrazos

P.D. Mi pupitre tenía tapa.

José Luis Alcalde Revilla -

Fernandito, tras admirar tu aportación al Blog,brevemente quiero, primero agradecértelo, después reconocerme aún más agradecido por tu aportación como "educador", que "e-duces" en nuestra Escuela de Personas Adultas del Barrio, cuanto los alumnos/as son capaces de "e-ducir de sus adentros afuera" como eco de cuanto tú les comunicas. Doy gracias al Padre por las cualidades que te adornan, Fer...un abrazote y un besito de joseito, el besuconcete