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FUNERAL DEL P.HERMELINDO

FUNERAL DEL P.HERMELINDO

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Pedro Sánchez Menéndez -

Siento mucho la muerte de Hermelindo. Lo vi en varias ocasiones con motivo de mis visitas a José Luis Alcalde. Agradecí siempre su acogida. Pedro

Javier del Vigo Palencia -

Supe de su existencia a través de la familia, aunque sin tratarle personalmente, porque fueron los tiempos en que me sentí odalisca-u odalisco, que ya ni sexos ni generos tienen el valor de antaño- respecto a aquel pasado que de forma constante e inmisericorde nos presentida este blog querido de Josemari.

Llegó el reencuentro y la reconstrucción de aquel tiempo y aquel colegio que pertenecía al pasado. Gris, con brasas multicolor de antiguas querencias. Y en este tiempo nuevo, -mitad maduro yo, tres cuartos viejo- se me manifestó en carne mortal. Era el mismo Hermelindo del que había oído hablar a la familia tiempo atrás.

Pero más pequeñito, con más años, menos peso y un problema creciente en sus ojos, a los que Barraquer cuidó hasta el final. Era además "el prior". Las antípodas de aquel otro prior que conocí allí hace medio siglo largo. La vida es así: en mi recuerdo, aquel me hablaba de autoridad y prepotencia. Hermelindo me producía cariños y piedad.

He leído a Isidro alabar a Hermelindo citandome como referencia. Y ha hecho que deje mi vagancia -ya muy arraigada en estos pagos, aunque hago propósitos de enmienda que incumplo sistemáticamente- para narrar una anécdota que acabó de fijar mis cariños a su persona:

Me habia llamado Enrique para un reportaje gráfico sobre la obra de Iturgáiz, a la que acudí, cómo no; toda aquella mañana primaveral estuvimos acompañados por Hermelindo, el prior, y Fernando, el buen Fernando de la casa de ejercicios. Casi al finalizar el recorrido por la obra de Iturgáiz, me atreví a decirle a Hermelindo que yo era sobrino de otro dominico, amigo suyo.

Ojiplatico me dejó su respuesta: "Y eres hijo de Ángeles, sobrino de Lipa, primo de Roberto y Ramonita..." Tuvo memoria diáfana hasta el final. Muy diáfana, al contrario que su vista y su vitalidad, que mermaban rápidas.

La última vez que lo vi fue en septiembre de 2017. Aún era prior. Andábamos a vueltas con el libro de Isidro sobre el santuario-basilica. Dia de San Froilan. No me vio, pero en su humildad, me quedó grabado: venía de pasear, embutido en un chándal oscuro, entró al santuario de incógnito, entre la turbamulta del día, abrió la puerta acristalada que sube al coro y cruza la carretera por el túnel, y se perdió en las sombras.

Un hombre bueno. Sacó en mi cariño y piedad. Hasta siempre, amigo. Prior.