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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

RECUERDOS DE UN rapacín.....

RECUERDOS  DE UN rapacín.....

Hemos pasado la tarde del miércoles con nuestro muy querido amigo Oscar Fernández Hidalgo, para nosotros "siempre" Oscarín, quien se desplazó desde Oviedo donde pasa unos días de vacación-cuidado de familia, para vernos, abrazarnos, hablar, recordar, mirarnos.....etc.

De Oscarín, ¿qué queréis que os diga?.

Nos lo dice él mismo. Son recortes de las cartas que Oscarín escribía a su madre desde el Colegio; en el baúl de los recuerdos ha encontrado todas estas cartas que su madre conservó duante toda su vida.

Amigo Oscarín (amigo del Zorro), mi hijo Alberto acaba de recibir el CD de Beyoncé que le mandas; y le escribes: Recuerdo tu sonrisa.

Por eso y muchas cosas más......te queremos.

(10-10-1962)

......Me acuerdo mucho de vosotros que tanto me queréis. Aquí lo pasamos muy bien, tenemos campos de baloncesto, balonmano y además tenemos dos de futbol. No pasamos nada de frío. Yo tengo tres mantas. De la comida no me puedo quejar, pues comemos muy bien. Hoy comenzamos las clases y tenemos una hora de estudio antes de cada clase. En los recreos lo pasamos muy bien en la recreación y en los campos de deporte. Aquí tenemos siete asignaturas, todas me entran bien, claro que para saberlas hay que estudiarlas...

Aquí tenemos que hacer la limpieza general todos los días. Me hace falta una esponja, pero la compro aquí.

 

(25-10-1962)

...Estoy haciendo la mejor carrera, una carrera hacia el cielo.

 

(4-11-1962)

...Ahora todos los jueves vams de excursión a pueblos de los alrededores y allí pasamos todo el día y después hacemos una visita al Santísimo y nos marchamos para el colegio...

Ahora todos los sábados por la tarde vamos al ducharnos con agua caliente y nos presta mucho a todos...Hoy me tuve que duchar con agua fría y de una cosa a otra hay mucha diferencia.

 

(19-11-1962)

...No me mandes mas Cola-cao hasta que te lo pida.

Aquí el tiempo está malo, pues ya hay nieve y nos llega hasta los tobillos. Dentro del cole no tenemos frío, pues tenemos calefacción...

Os mando unas estampas (postales en el original) con un cacho de tela tocados en el cuerpo del beato Martín de Porres, una es para la abuela para que sanen las piernas, otra para ...y... y otra... les dices a cada uno que toque con la tela en el sitio que tenga mal y el beato Martín les sanará si tienen fe.

 

(2-12-1962).

He recibido el paquete con todo lo que mandaste: el pantalón está bien y las golosinas me gustan mucho.

Hace un tiempo que no llueve ni nieva, sino que todo está como en un día de verano.

De las vacaciones te voy a decir que no tenemos, pues las vamos a pasr aquí, aunque creo que las pasaremos bien.

...Tengo que estudiar mucho latín, pues los otros me llevan un curso de ventaja. A mi me parece imposible poder llegar a cojerles, pues mientras yo estudio lo que ya dieron, ellos estudian otras cosas más adelantadas. Los estudios por ahora van bien, pues todos los exámenes que hice saqué...hasta en matemáticas.

 

(9-12-1962)

Ayer vino Paco el de Corias y me trajo el paquete que me mandaste y los calcetines. Bajé con Paco y Cueiras a comer a León, pues fue el día de la Madre y nos dejaron estar un buen rato por allí. Después subimos otra vez a La Virgen a ver la comedia, que por cierto nos gustó a todos mucho.

 

(Navidad 1962)

Estamos pasando unas vacaciones estupendas con cine y teatro todos los días. Para comer aquí también nos dan turrón y muchas cosas que saben muy bien y nos gustan a todos.

...Del giro que me mandaste, yo creo que lo recibí, pero el padre Procurador tarda una semana o poco menos en dárnoslo.

Aquí el tiempo está bastante bueno, pues hace un tiempo que no nieva ni llueve.

Las notas nos las darán después de vacaciones, que yo creo que las tengo todas bien.

FELICES PASCUAS

(3-3-1963)

Hoy tengo que hacer muchos deberes de Latín, que tarda uno en hacerlos, gracias que quedo por las noches cuando todos están en la cama y los hago...

Ya empezamos a levantarnos por las mañanas a las 8 ó 8,15 para hacer gimnasia.

Hoy nos pusieron en vez de una película, fotografías del Camino de Santiago. Vi muchas cosas artísticas y como los peregrinos (pelegrinos en el original) hacían cosas en el camino.

 

(14-3-1963)

Espero que el abuelo se mejore mucho, pues todos los días rezo una oración para que sane y pueda ayudaros a ti y a ... en la barbería

 

(14-4-1963)

En música tuve mucha suerte, el padre que nos da la música (el P. Torrellas) casi suspendió a la mitad de la clase y yo tuve suerte que a mí no me suspendió y espero sacar un ...

Aquí os mando una fotografía de cuando tocó la rondalla de la escuela menor en el teatro o mejor Radio-León. Yo estoy de pie tocando la pandereta.

 

(? 1963)

Si no te escribo es que estoy en exámenes. El martes tengo el de Geografía y el de Matemáticas, el miércoles tengo el de Latín que es el más peligroso, pues es el que más interesa en esta carrera.

Estos días de atrás nevó mucho y en algunos sitios nos llega la nieve por la pernera, pero tenemos el Padre Director (P. Cura) que sólo sabe hacer cosas buenas para la salud y para que no quedemos enclenques

36 comentarios

Enrique Muñiz-Alique Iglesias -

Gracias, Javier, por tu respuesta (que subraya además mi consolidada opinión acerca de tu expresión siempre fértil y animosa).
Yo deseaba significar en mi comentario anterior, que, dirigiéndome con velocidad a esa infancia otoñal que se nos avecina, yo llego aún con el alma de pantalón corto de la niñez anterior, que nunca me quiso perder de vista. Y que me he estoy sintiendo más vivo y fresco desde que viajo entre estas letras de sabores dulces que constantemente nos regalamos todos.
Que te llegue mi abrazo en amoristad.

Javier del Vigo -

Quique, amigo-hermano...

Lo primero, que por azar -no, por azar no; porque he leído a Pablo Huarte que iba a responder en el "portillo del rapacín" a las preguntas que allí había en el número 33(¿?), no fuera que me quiera responder a mi duda filosófica de la otra amanecida- me he acercado al portillo de Oscarín y te he visto, escribiéndome...

¿Qué hubieras pensado de mi, si no te respondo con la urgencia que me apetece y que te mereces?

Me preocupa. Estoy preocupado. Hace aún tres meses, el blog era “manejable”. Tenía dimensiones “humanas”. En un trís podíamos comprobar –creo yo- las novedades que se habían producido. Eran menos que ahora; muchas menos, claro.

Pero en la actualidad esto es ya una selva inmensa con árboles y sotobosque. Es muy fácil perderse. Hay que invertir tiempo en hacer caminos; en descubrir las últimas entradas, que son muchas...

José Mari, querido, ¿hay alguna fórmula que simplifique esta creciente complejidad formal? ¿sería posible que ralentizaras los portillos? ¿Qué abrieras portillos por generaciones, por añadas? Ahora ya parece que otros exalumnos menos “carrozones” -no puse cazurrines, oigan!- asoman sus patitas... Ábreles salones donde puedan abrazarse sin ser jaleados por las multitudes. Los jaleos multitudinarios queden para octubre...!

Verás, Quique, que ya me perdí yo mismo, contra mí mismo.

Te he leído que te queda medio niño... Botella medio llena? Medio vacía? Si por ecuánime quieres que te lo cuente, tienes medio litro de niño todavía...Haber llegado a la edad añeja con este bagaje es ya un triunfo, chaval. A partir de ahora, cuando el “buqué” comience a estragarse, la memoria hará el resto. El infantilismo volverá a crecer; el biológico y el ideológico, creo... ¿Qué son algunos viejillos, sino niños totales? No solo por sus incapacidades biológicas; también por sus mermadas capacidades intelectuales. Aquí me viene a mientes una vieja frase que solía estar en las estampas que teníamos en los libros de misa y de “meditación”, allá en León: “Si no os hiciereis como niños, no entrareis en el reino de los cielos!”

La adolescencia es un tiempo muy, muy especial en la vida de toda persona. Hasta aquí, todos conformes, no? El otro día, comiendo yo con amigos y amigas de después de los “tiempos apostólicos” saqué este tema: el re-encuentro de los tiempos del bachillerato. La mayor parte de ellos no mantienen contactos con sus compañeros o compañeras de pupitres. Estudiaban en Bilbao; lo hicieron en colegios privados mayormente –sólo había un instituto público para toda la provincia, oigan!-, separados por sexos –en esto, como nosotros-; no tienen interés en re-encontrarse con aquellas compañías “bachilleras”...

Al final, creyeron entenderme. Ellos iban al colegio 6/7 horas, en jornada partida. A comer, en casa. Al llegar las 5, se iban a su casa; con sus amigos de calle, de portal... Las amanecidas eran peleas con el despertador y con sus madres... El colegio, para ellos, son anécdotas sin calor; divertimentos en la distancia. Creí que me entendieron, cuando les pinté esta otra fórmula: un internado de 10 meses o más, durante un montón de años; con aquella “fraternidad” devenida, tan profunda; complicidades sin cuento.

Comenzábamos a salir a la vida.

Siempre he dicho, Quique, que en La Virgen, cerquita de la calle La Uva, me hice mayor; y “serio”, como dice Mariano me recuerda D.Paco, nuestro querido enfermero de entonces. Socializarme, en todas sus facetas, hasta dejar simiente fue el proceso siguiente. Aquello fue en Bilbao. Pero hacen falta vías, para que transite el tren.

Recordar aquel tiempo es volver a sacar de nuestros adentros algo del niño que fuimos. Prepararnos para el niño que volveremos a ser dentro de cuatro días, cuando nos jubilen del todo.

Lo dicho, Quique: mi alegría por re-encontrarnos, por sabernos de nuevo, es tan grande como el medio niño que guardas dentro! Yo voy a rebuscar el mío, para dejar a nuestros niños que hablen de sus recuerdos. Fíjate, además, que tu y yo tenemos aún sementera niña. Fíjate, además, que ya nos quedan pocos exámenes por pasar, pero nos queda el de aquella otra máxima: nos examinarán en el amor.

Fíjate, además.

Besos, hermano!

Enrique Muñiz-Alique Iglesias -

Javierito amigo...
Me gustaría saber responder a ésto. No sé si, como tú solicitas, dirigiéndome a Isidro Cicero, que me hace feliz responsabilizándome de alcanzar con cosquillas su alma, o a tí que planteas aquí tan extensas como hermosas reflexiones.
Pero no seré yo quien se atreva a asegurar que nos quede algo de aquellos niños que fuimos.
Aunque, durante estos meses recientes, me pregunto en algunas noches sin sueño,porqué me estoy sintiendo risueño mientras leo y escribo "tequieros" reales que estuvieron apagados durante casi cuarenta años y se despiertan insultantemente auténticos ahora...
porqué mi vida normal, familiar y profesional, cruza con velocidad alarmante cada año y, desde que miro hacia el 13 O, se me antoja como un día de Reyes y regalos que no parece llegar nunca...
porqué me divierto compartiendo con todos vosotros los recuerdos del frío, de desayunos escasos, de los sabañones y de los partidos de fútbol en el pedregal de la polvareda; de las zapatillas multideportivas...
Ni siquierá sé porqué vengo aquí y ahora con esta frecuencia; y sin que nadie me vea, leo qué hay de nuevo y siento como si cogiera cada vez otro caramelo...
No; a mí tal vez no me quede de niño más que la mitad.

Javier del Vigo -

He salido despedido de la cama, en esta amanecida del sábado, 1 de septiembre, cual si mi reloj de las horas y los días se hubiera vestido ya con el mono de trabajo.

Nadie en su sano juicio, un sábado, cuando aún no está puesta la luz del día, las carreteras... salta del calor y el cobijo de una cama para encender los registros del pensamiento a pecho descubierto. Quizá sea por la edad; o “por lo mío” , en consagrada expresión feliz de Andrés Martínez Trapiello.

Vete a saber!

Me he encendido la radio, instrumento mágico que me ha acompañado -lo sigue haciendo- con palabras y voces de guitarra a lo largo de mis soledades, de mis idas y venidas por las carreteras de la vida procurando manejar mi propio volante...

Me he "conectado" al blog "...de cuando éramos niños y jugábamos con los otros niños y éramos unos benditos adorables, un tiempo que ya no existe en ninguna parte del mundo...”(¿?), tal que acabo de leer a Isidro en tu último “Vendedora de globos”, hermano.

Mi radio “desenlata” viejas canciones melódicas –“La música de tu vida” me recuerda el locutor es el título del programa que escucho...- de los años setenta; bajito, para que no despierten los hijos que duermen a pierna suelta, como es normal. Yo rumio textos de unos señores –¿señorones, mejor?- que se empecinan en desempolvar recuerdos de un tiempo que es historia, desde esta esquina del tiempo que se hace -inmediatamente que pasa- historia. Como aquella mujer bíblica a la que su curiosidad convertía en estatua de sal, nada menos!

Curioso! En aquellos campos de León repletos de cantos rodados hubo niños que se hacían adolescentes y se iban a otros lares, -medio educados medio formados, tal cual escribes, Isidro; “enseñados” y con muchas pinceladas de “educación” en ideologías, como me gusta decir a mi-. Hemos confesado en “portillos” que quedan ya muy atrás que nos fuimos de aquellos campos de guijarros rodados y tomillo en el duro invierno con alguna cojera en las almas –nadie es perfecto, querido Watson!- , pero con infinidad de ilusiones en las cabezas. Esto último, por la edad mayormente.

Invariablemente, aquellos campos estuvieron poblados de gentes entre 11 y 17 años. Así, un año y otro, y otro...

Éramos aquellos niños. Somos lo que queda de ellos. Íbamos ocupando diversas posiciones en aquel microcosmos: desde “capullines” hasta “mayorones”... Esto, en la diacronía total; pero en la sincronía, en la cotidianeidad, también: el monaguillo, “el ministro”, el lector del comedor, el mejor futbolista, el más pelota, el mejor portero, el que tiene más suspensos, el mejor solista, el zote en matemáticas, el poeta, el profesor más fácil, el más hueso, el mejor director, el prior más duro... Ya digo: fue un “gran teatro del mundo” cualquiera. Cambiante, esto sí. Nunca el calificativo de zote o el de mejor solista reposaron sobre la misma anatomía. Felizmente para ambos, como confesaba, por ejemplo, Máximo Oloriz, feliz porque su voz de tiple, un día, empezó a ser varonil...

¿Teatro desaparecido para siempre?

Las horas y los días pasaron. Los años, también. Muchos!. Pongamos que entre 50 y 30...

Josemari Cortés –a quien Telefónica declara “jubilosamente” veraneante laboral ad aeternum- monta este blog... Cual una nueva “tejedora de sueños” -o como sirena seductora, avanzadilla del Grupo Leonés, no sé- va enganchando a un sinfín de exalumnos, a algunos frailes... En una tela inexistente; en una realidad virtual; en una tierra que solo anida en el recuerdo de cada cual; y aún este, medio difunto... Pero es el tiempo de la “aldea global”, donde hay una gran araña que teje y desteje sin parar. La Gran Señora del Nuevo Mundo. Ya no hay distancias. ¿No hay distancias? El tiempo y el espacio han adquirido una nueva dimensión. ¿Han encogido o es que nosotros hemos dado un estirón de pubertad más?... ¿A nuestras edades, no es esto milagro?

Circe hizo de los hombres animales. Josemari ha puesto la base para que aquella piara de animales que encerró Circe en sus cuadras vuelvan a sentirse hombres y saquen su tiempo, aquel, de nuevo al sol.

¿Aquellos que fuimos ya no somos?

Fijaos, compañeros, que la vida son círculos concéntricos, que nos bailan y nos mueven. En los que vamos adosados, como la sustancia en las tapas de pan de un bocadillo. ¿Quiénes somos los más asiduos, los que más usamos las teclas, para rememorar aquel “teatro apostólico”? Lo habéis escrito bien: “la primera generación”, la quinta de los sesenta, mayormente. Y algunos viejos frailes, hoy amigos sólo ya. ¿Sólo? ¿Puede haber mejor título que sentirse “amigos” quienes en aquel tiempo ocupamos posiciones diversas, incluso encontradas? ¿Verdad que no?

¿Por qué –en mi opinión- las generaciones siguientes se hacen notar menos?

Ellos, los de los setenta, los de los ochentas... aún están pletóricos. Todavía sus hijos y su carrera profesional les ocupan la casi totalidad de sus energías. No creo tanto sea que se sientan “anonadados” -Pablo Huarte, querido, aquí me salía mejor otro verbo más “rotundo”, pero todo sea por la corrección- por la forma de tejer letras de algunos “plumillas” que aquí metemos las patitas, no! Si así fuera, desde luego, yo me pensaría muy en serio seguir “animando el cotarro”, porque -cada cual a su manera-, en este “sitio” es prioritario el re-encuentro, la memoria, algo de nostalgia... antes que hilvanar bellamente palabras. Aunque también se agradezca, claro!

Así que somos fruto de nuestra biografía, de nuestra edad. Tenemos marcado en cada célula de nuestra vida el reloj del tiempo. Quienes vamos llegando a la cima de los sesenta, -quienes ya la habéis cruzado-, tenemos otra dimensión nueva: los hijos –si los hay- ya vuelan solos; los trabajos apuran sus postreras jornadas... Somos jornaleros que buscamos nuevos entretenimientos. Es preferentemente una actitud filosófica y vital. ¿Qué mejor momento que este para dejarse seducir por Circe? Supongo que Ulises rescatará a sus hombres más jóvenes de las garras del trabajo y la familia cuando pasen unos años. Es asunto sólo, -Josemari, gentes de la “primera generación”-, de mantener este faro encendido, para cuando ellos estén en sazón; que encuentren fácil el puerto, que sepan que aquí las olas de la vida golpean pero la marea no es ya brava. Sobrenadamos con gozo unas aguas de olas dulces!

¿Entonces, aquellos niños, aquellos tiempos no existen?

Piensa el Grupo de León –organizador de este Cincuentenario- editar una nueva revista Camino, como sabéis. Les quedará preciosa. No lo dudo. Será revivir en una “instantánea” pasado y presente. Hermanarlos. Quienes la leamos, sentiremos, cuando menos, ser rozados por viejos vientos de aquella paramera que cobijó ilusiones. Pero ¿os habéis dado cuenta de que este blog es ya todo un libro de historia? Qué digo un libro; una enciclopedia! Personas biografiadas, grupos interrelacionándose, época histórica repintada... Pasen y vean, señores1 Aquí está ya viva, levantada desde el recuerdo, repintada con cariño, no solo aquella sociedad española, también los detalles de un colegio que forjaba gentes para el futuro a unos precios totalmente asequibles a toda clase social –aunque el prior pedía con palabras que parecían de mando que diese más quien más tenía-, las relaciones familiares de entonces, aquellas ropas “de marca” con las que cubríamos nuestros cuerpos, de frailes o de alumnos... Escribidores, historiadores, gentes con gana: aquí hay tajo. De este blog puede salir un libro gordo, gordo, como el de Petete o mucho más!

¿Esta historia que estamos levantando no es tan real como este tiempo que vivimos?

Yo, hoy, luego subo a comer donde unos amigos a Leciñena; en el Valle de Mena. Vamos unos cuantos y cuantas. ¿Qué nos une? Que hicimos estudios juntos, los más; algunos otros y otras se fueron añadiendo, porque dice la Biblia que no es bueno que el hombre esté solo... Así que somos un grupo de parejas o de solitarios devenidos, con base en compañeros de estudios en universidad. Paradojas de la vida: siempre nos hemos sentido muy próximos, muy “amigos”... Pero ha habido un tiempo en que apenas pudimos vernos. Los hijos, los trabajos... Hace, sin embargo, par de años que –de manera creciente- buscamos cualquier pretexto para hacer una excursión, sentarnos ante una mesa a comer... Ya digo: es una nueva actitud vital marcada por la cronología vital. Y es orgiástico profundizar en aquellas relaciones que habíamos medio abandonado.

¿Os suena la “parábola”? Nuestra ventaja es patente: todos vivimos en Bilbao y sus alrededores. Es muy fácil buscar la ocasión y dejarse mecer por ella. Lo nuestro, antiguosalumnos, es más difícil. En la aldea global, aunque no lo parezca, sigue habiendo distancias kilómetricas y horas en cada día...

Pero querer es poder. Buscad la ocasión! Lo demás se nos dará por añadidura en el puente del Pilar, allá en la Virgen del Camino!

(Burla burlando, amaneció. Y mi perra requiere del paseo matutino. Yo sigo, como Isidro – La vendedora de globos- preguntándome si no queda nada de aquellos niños que somos... ¿O que fuimos?. Responderle, por favor! La duda no es buena compañera!)




Isidro Cicero -

Quise escribir "De nominibus", claro.

Isidro Cicero -

LA VENDEDORA DE GLOBOS /8 DE DOMINIBUS

DEDICADO A ANDRES CORTES ARANAZ

Querido Andrés Cortés Aranaz. Leo tu abrazo y, mientras lo hago, me vienen a la memoria unos versos que solía decir yo por Navidad a mis hijos cuando eran pequeños.

Cuando eras niño y jugabas
Con los otros niños, tú
Sabías o no sabías
Que eras el niño jesús.


Con perspectiva: los hombres de blanco que nos educaron (“si me descuido un poco me forman”, dice un amigo mío), tenían entonces la edad de nuestros hijos ahora. Fueron nuestros “padres”, pero tenemos que mirarlos como a nuestros hijos. (Así de entusiasmados, así de vigorosos, pero así de inseguros y de contradictorios también). Los “nosotros” de entonces son ya casi como los nietos de ahora, unos niñosjesuses. Desde esta perspectiva, ¿dónde estamos nosotros a día de hoy en la escala móvil de las cosas? En el sitio en el que estaban nuestros padres en aquellos años, echa cuentas. Y ¿aquellos niñosjesuses que fuimos, al menos que fuiste tú y otros tan majos como tú? No existen ya en ninguna parte. Se los ha llevado la trampa, el tiempo, ese subtilissimus ens, que se nos desliza entre los dedos.

Creo que Javier del Vigo Palencia apuntaba algo en este sentido hace un par de semanas, auque no quiso desarrollarlo, quizá por no ponerse trascendente ni petulante. Yo, por mi parte, no consigo evitar tropezar con esas piedras, pido excusas. Ni siquiera después de haberme (casi) terminado la muestra de prieto picudo que un amigo ajeno a este fregado me ha traído de León con objeto de que supiera de qué estaban hablando Josemari, Andrés y compañía. Sólo diré que es espléndido, tienen razón los compañeros.

La Vendedora, Andrés, no tiene nombre conocido que yo sepa, pero si quieres se lo podemos poner tú y yo ahora mismo. De hecho, en la novela del japonés, con la que os he querido entretener este agosto, el nombre no aparece. Para ser sinceros, la vendedora que debería llevarlo creo que tampoco. Bueno, pero digo yo, alguien tuvo que venderle los globos de helio al payaso, también sin nombre, a quien Kathy estuvo siguiendo largo rato por el paseo marítimo mojado y brillante, de una ciudad inglesa con olor a océano. Yo quería poner un título genérico a mi serial de agosto y decidí que fuera La Vendedora de globos ¿Por qué? Rarezas de uno, manías de redondear los títulares, búsqueda obsesiva de la música, esa que Enrique Muñiz Alique-Iglesias ha creído descubrir en mi trastera. Cosas, en definitiva, que no tienen explicación ni importancia.

A mí, Andrés Cortés, no me gusta hablar de estas cosas: Si cuando se nos pide que aportemos recuerdos de niños, ya es bastante deplorable que entreguemos literatura, es peor que ahora nos empeñemos en hablar del lenguaje de nuestra propia “literatura”. Pero te diré que titular con el payaso me parecía excesivo y malinterpretable. También pensé que a Kathy no la ibais a conocer así de primeras.

Estas literaturas, estos metalenguajes, estas lumieces, lo que consiguen es que otros rapacines tan niñosjesuses como tú y un poco también como yo, pero aún más tímidos si cabe, se retraigan, como me pasó a mi mismo, por miedo de no estar al nivel de la conversación de iniciados. Y con ese retraimiento quienes perdemos somos todos. Porque con ese retraimiento, nos dejen a todos en el ayuno y la abstinencia del conocimiento, que, o se construye entre muchos, o no existe. ¿Cómo vamos a conocer un tiempo de cuando éramos niños y jugábamos con los otros niños y éramos unos benditos adorables, un tiempo que ya no existe en ninguna parte del mundo? ¿Cómo lo vamos a construir sino es a base de múltiples aportaciones? ¿Si no es con el arrimar el hombro de muchas mentes y muchos sentimientos?

Lo que pasa es que tal como están las cosas, a veces resulta inevitable hablar del modo de hablar. Por ejemplo Enrique Muñiz, tú lo tienes que saber mejor que yo, es un artista, porque ha dejado tres o cuatro cosas por aquí que yo conservo como colgantes de los que hacen tilín: El “quédate que amanece”, que me dedicó el primer día que asomé la oreja, me hizo cosquillas; el último acorde de música que no se va con los globos, también. En fin, muy majo.

La vendedora no tiene nombre, ya te digo. Pero un nombre qué es. Ni pie, ni mano, ni rostro, ni semblante, ni cosa alguna que al hombre pertenezca, se lo decía Capuleto a Montesco, en versos que sin conocer yo aún nada de Shakespeare, citó una vez en la revista Camino un estudiante del curso superior al nuestro, Luis Javier Álvarez, y que se me quedaron grabados para seculorum. Yo no tengo tiempo ni ya tanta vista, pero tú que eres más joven, puedes encontrar esa cita de Luis Javier en la Agenda lateral de uno de los números de “nuestra” revista, que coloca de vez en cuando el Furriel aquí. Cuando lo encuentres acuérdate de mi, dímelo, y felicítame por la memoria. De las pocas cosas que a uno le quedan firmes.



Luis Heredia -

Querido Isidro.

¡Inigualable¡ ¡Inimitable¡¡Inacabable¡ ¡Inaguantable (nozepué aguantá má jarte)¡

Desde luego, vale más tarde que nunca y mereció la pena esperar 50 años.

Ahora, ¡qué idiotas fuimos todos para no haber celebrado ya antes ni un puñetero quinquenio¡

¡Monines¡, claro. No sé por qué no salió aún en el Diccionario de la Memoria.

Entre mis actividades de entertainment, se encontraba la de "imitar" al P. Tascón, en privado, cuando los compañeros me lo pedían. Bueno alguna vez sin pedírmelo.

Una vez me "cazó" en plena representación segundos antes de entrar en clase. Ni quiero ni pretendo recordar al "vigilante traidor" que se ocupaba de dar la "señal".

El P. Tascón me perdonó como santo varón que era y él sabe y supo siempre que no lo hacíamos con malicia. Es más, posiblemente hasta se sintiese halagado porque lo hacíamos con cariño. Por lo menos, yo.
No sufro desde entonces, ni padezco, afonía crónica. Simplemente la típica "carraspera" de fumador semiactivo y pasivo cuando duermo. Pero podéis contar aún conmigo para algún corín, serio o informal.

Isidro, pregunta antes a Andrés para qué quiere saber el nombre de la vendedora de globos, no te vaya a hacer la cama y se quede con todo el stock. No obstante, no te preocupes, porque lo tuyo sí que es ¡Inimitable¡, no como lo de nuestro querídisimo P. Tascón.

Ayer hablé con José Huerta, de mi curso. Vive también en Gijón desde hace muchos años y nos veíamos de vez en cuando en su lugar de trabajo cuando yo iba de vacaciones. Me prometió entrar en el blog, participar y asisitir el 13-0.

Un beso a todos y a todas


andres cortes aranaz -

Querido Isidro:
La verdad, es que le estás dando un calor, una frecura, un no se qué, a todo lo que estás escribiendo, que aún sabiendo de tu finura literaria y sagacidad para contar cosas, me tienes totalmente anonadado.
Gracias por tenerme, junto a Jose luis, como los amigos más cercanos que tuviste en el Colegio. Por mi parte sabes que también era así, lo que pasa es que han tenido que escaparse cuarenta años de nuestras vidas para podérnoslo decir.
Todos seguimos esperando tus comentarios con ansiedad.
Por cierto: ¿Cómo se llamaba la vendedora de globos?

Un fuerte abrazo, amigo.

Isidro Cicero -

LA VENDEDORA DE GLOBOS / 7. CON VOZ DE TROMPETA
b
DEDICADO A OSCAR. (Por esas cartas)

Una vez estábamos paseando al sol, mientras perseguíamos la risa por aquellos campos de horizontes planos, y se nos ocurrió hacer una parodia de los salmos sacrosantos. Andábamos, ya digo, por aquellas parameras de ángulos cero grados. Ya casi se nos habían olvidado los ángulos agudos con el vértice apuntando hacia arriba de nuestro valle alejado. Ya casi no nos dolía, o nos dolía suave, lo que se cocía en su lejanía. Disfrutábamos el momento. Creábamos. Y sobre todo nos reíamos en función de las agudezas ajenas y siempre que podíamos aportábamos también las nuestras.

Una de las destrezas que desarrollábamos –me van a perdonar ustedes, padres reverendos - era verter a lo humano jocoso, algunos versos divinos. A lo profano, composiciones sacras. Justo al revés de lo que hizo San Juan de la Cruz, ¿recordáis un pastorcico solo está penado ... y el pecho del amor muy lastimado, que el poeta recogió del cancionero popular y con sólo dos mandobles lo convirtió en una maravillosa joya de la literatura mística? ”.

La técnica era esa. Pero nuestra gamberrada consistía en hacer prácticas al revés. Por ejemplo, había un cántico, un salmo sin duda, uno de cuyos versos era: Sube Dios entre clamores. el Señor al son de trompetas....El solista alargaba mucho la e de las trompetas y un poco menos la o de los clamores. Nosotros reemplazábamos palabras y cantábamos:

“Sube Box entre clamooores
y Tascón con voz de trompeeeeeta”.

Nos partíamos. (Monines). El caso es que Box no levantaba aclamaciones a su paso, porque no podía levantarlas. Enseñaba materias de mucha abstracción y concentración, poco populares para la mayoría de nosotros. Otra cosa fue en lo personal, ahí sí que resultaba atractivo. Yo le recuerdo - a Box, claro - especialmente entusiasmado con la idea del Concilio, cosa que no todo el mundo a su alrededor; claramente favorable a la renovación, cosa que no compartían muchos de aquellos hombres de blanco; feliz con la elección de Pablo VI, que a otros profesores les sentó como una patada en los mismísimos, porque se habían tragado la publicidad de que Montini, al ser contrario a Franco, era también contrario a los españoles y porque hubieran preferido a Ottaviani, del Santo Oficio sin ir más lejos.

Eran muy jóvenes todavía aquellos hombres de blanco y lo mismo que los demás jóvenes tenían una vida por delante para aprender, ya lo he dicho en otra ocasión. Aquel día dieron permiso para hablar durante la comida en honor del nuevo Papa. Pero, la verdad, se les veía preocupados. Para qué vamos a decir una cosa por otra.

Pero la gracia de nuestro dístico abufonado, estaba en lo de la voz de Tascón. No era de trompeta exactamente, lo de la trompeta fue un recurso de estilo, un aprovechamiento de materiales preexistentes, un indicador de excepcionalidad. Lo que quería apuntar el verso profano era lo de especial que tenía aquella voz. Ni El Padrino, primera parte, la superó. Pero eso sí, algunos de mi curso la imitaban perfectamente. Quien tenga memoria para recordar, que lo recuerde.


Una vez, terminadas las vacaciones, estaba yo en la estación de Vado - Cervera esperando al tren de la Robla que venía de Bilbao. Mi madre había venido hasta allí a despedirme. Ni una sola vez me despedí yo de los míos sin echar una lágrima o unas cuantas. Aquella tarde no fue una excepción. Me subí al tren, mirándola hasta que se hizo invisible detrás de los ojos mojados y tratando de acompañarla con la imaginación en los penosos caminos de su regreso al pueblo que había yo dejado para otro año más, detrás de los ángulos en forma de pico.

Cuando me di la vuelta hacia los asientos, ¿quién diréis que estaba allí observando la escena detrás de unas gafas negras? Era el Padre Tascón, que jamás de los jamases me trató de tú. No había perdido detalle de la despedida, y cuando nos saludamos, aún me encontró con la voz quebrada, aunque no tanto como la suya, “Tiene usted una madre muy joven y muy guapa”, me dijo. Creo que fueron las únicas palabras que le oí pronunciar en castellano en todo el tiempo que traté con él. Y para ser las únicas, qué queréis que os diga, ahora que las recuerdo, me suenan a violines, más que a trompetas.


(El globo que representa a Box espero tenerlo a mano cuando vayamos a León, para darle un abrazo. El que representa al Padre Tascón no estará a mano, vaya por Dios, pero ahora que he recordado el episodio de la estación de Cervera, la próxima vez que vaya a visitar a mi madre, le leeré este relato, estoy seguro de que le gustará. Por mi parte, también estoy encantado con las cosas que me decís. Gracias a todos, al padre Huarte en especial. Quiero contestaros a todos, cuando vaya habiendo tiempo, os veo ya más comprensivos. Quiero eso eso que os digo, contestaros, y os quiero sin más)

Luis Heredia -

Yo también quiero que Oscarín nos lleve los incunables de sus cartas, por fi.

No es que no me fíe; es que necesito verlas, releerlas y palparlas, con su debido permiso.

Besos

Mariano Estrada -

Oye, Enquique, pues es cierto que he detectado en tus "concisos" escritos unos destellos claramente poéticos. No me extraña que las chicas se prendaran de tus cartas. Y de tu porte, claro, que sigue siendo bueno... Por lo demás, tienes una prosa muy buena.

¿Le has preguntado a Fray si ha recibido mi carta con las fotos? Si lo tienes, y quieres, me puedes dar el teléfono y me informo yo...

Gracias por todo, Enrique. Tendremos que hablar más tú yo, que hemos hablado muy poco...

Me voy al fútbol, que me toca jugar a las ocho.

Un abrazo
Mariano

Enrique Muñiz-Alique Iglesias -

Querido Mariano:
Aunque ya hubo alguien, muy importante para mí (y no por ésto) y para muchos otros a quienes ayudó de otra manera y continúa alentándoles con su calor y que, en su día, quiso más mis sueños, que mis pobres versos y alguna de mis "concisas" reflexiones, nadie me ha dedicado tus desmesurados elogios que me turban tanto como agradezco. Ni siquiera alguna de mis novias, que aún conservan mis cartas porque preferían que las escribiera a que las besara.
En serio. Me gusta escribir, pero entre el escaso tiempo del que dispongo, y el vicio profesional de la concrección y la velocidad, que me ha picado e infectado hace tiempo, tal vez donde a otros la garrapata, no sé ir a más.
Pero, con todo, tú sabes que me divierto que me enamoro de todos los que aquí escriben (y de los que no, casi)pero que "mi rollo" desde Marzo a Octubre, en todo ésto, se mueve en otras actividades, con y sin el furriel, pero, casi siempre, con el Prieto Picudo y Andrés MT.
Gracias, de nuevo, por lo que, precisamente viniendo de tí, me llega como si fuera cierto.

Un fuerte abrazo.

Enrique
Ni

Mariano Estrada -

Respuesta a mi amigo Juan Manuel, Juan, Xuan, Manolo… ¿Será por nombres?

¿No os vengo diciendo que Manolo Díaz es un consumado literato que nos lo quiere ocultar en la modestia? Pero Juan, amigo, queridísimo Manolo, te has dirigido a mí y me has echado unas flores exageradas, que satisfacen la pequeña vanidad y me gustan y te agradezco. Pero lo que realmente me ha conmovido de tu escrito, totalmente inesperado, es tu declaración pública del mucho cariño que me tenías en el Colegio (que nos teníamos, querido Xuan, que nos teníamos) y del mucho cariño que ahora me tienes (que nos tenemos, compañero del alma).

Bien sé que recuerdas esas cosas que te conté un día de las liebres y de la eficaz escopeta de mi padre, como sé que recuerdas el asunto de las abejas, aquellas que fue a buscar a Muelas el P. Cura. Y me llena de satisfacción saber de primera mano que te hacía reír mucho con aquella cara de pillo y aquella boca irrefrenable que no paraba de llenaros los oídos de tonterías. Ahora sé que de algo sirvieron. Aunque quiero confesarte una cosa: esa forma de ser, a menudo ha ocultado a otros ojos algunas cosas profundas que latían muy por debajo de la piel y la risa, en lo hondo de la intimidad ¿Sabes que ahí he sido siempre serio, muy serio? Por eso pasaban inadvertidas mis aficiones literarias, de las que apenas dejé algunas muestras en los pupitres de los vecinos, como Castañón y tú y en el periódico mural del Colegio. Y es que eran más potenciales que otra cosa. De hecho, yo no empecé a escribir seriamente hasta que no llevaba a la espalda un carro de vida. Digamos que vivir me satisfacía mucho más que escribir, a pesar de que escribir me gustaba. Y lo cierto es que, cuando empecé a tener un poco más de reposo en lo vital exterior, no me lancé a la escritura como un toro, sino que antes de escribir me dediqué mucho tiempo a la lectura…

Dicho esto, te quiero expresar mi agradecimiento por tener un corazón tan hospitalario y tan generoso. Lo mismo digo de tu mujer, Conchita, con quien quisiste que hablara y me la pusiste al teléfono. Le estoy muy agradecido por ofrecerme a sus niños en forma de poemas, bien arropados por las hermosas imágenes con que los adorna mi amiga Mar, y por las espléndidas músicas que le pone.

Querido Juan Manuel, me has ofrecidos otras cosas, que aceptaré gustosamente, y sólo me has pedido una, muy pequeñita ¿Cómo no voy a complacerte? Pero antes quiero que nos veamos y que me hables de ti, de tu familia, de tu nieta…

Fueron muchas horas las que pasamos juntos ¿Cómo no íbamos a querernos? ¿Y cómo no hacerlo ahora si ya sabes que “quien tuvo, retuvo”?

Un abrazo muy fuerte
Mariano

Posdata: mientras escribía estas líneas he tenido un “interruptus” de Julio Correas. Me ha llamado y, con una preocupación que le honra, me ha dicho: “Mariano, sé mi portavoz por un día. Dile a everybody que estoy sin ordenada, que he leído las últimas movidas en un cíber y que estoy esperando a Godoy (un portátil nuevo). Mientras tanto, tendrán que estar sin mí, aunque les cueste tener que prescindir de mi depurada prosa. Un abrazo a todos” Dicho queda.

Manolo Díaz -

Dedicado a Mariano Estrada
Una tarde de Viernes Santo, hace cuatro años largos, exento de otros apremios, me convertí en vagabundo virtual en busca de rincones insólitos. Y, con la mayor de las sorpresas, encontré “Paisajes Literarios”, dirigidos por Mariano Estrada. De inmediato, se aceleró mi pulso, despertando neuronas amodorradas. ¿Se trataría de mi amigo Estrada, de quien no tenía noticias desde el año 1966?. Con emoción contenida, bebí de un sorbo las páginas y en el apartado “colaboraciones” encontré el primer capítulo de VINDIO, LA HISTORIA DE CANTABRIA CONTADA A LOS NIÑOS, obra de mi entrañable Cícero.
¡Claro que sí!. Era Estrada, aquel zamoranín del que yo guardaba recuerdos rubios (porque los recuerdos tienen color y olor) en angelical rostro vivaz, de alegría contagiosa.
Impulsivamente le envié un “correo”, puenteando aquel servicio postal que respondió a tantas de nuestras ilusiones infantiles, ávidas de noticias familiares, y que finalizaba, en vuelo rasante sobre las cajoneras de la recreación, un largo viaje iniciado en vagones de madera.
Le dije que en el colegio me llamabais Manolo, rebautizado en marmórea expresión por el Padre Cura, como relaté puntualmente en mi primera intervención en este blog. No albergaba la esperanza de que me recordara. E incluso le manifesté mi sorpresa por sus virtudes literarias, que, de ser yo más reflexivo, no tendrían que haberme extrañado porque ya demostraba sobradas potencialidades cuando, en juglaresco relato de “tempus” sostenido, conseguía encandilarme mientras me explicaba cómo su padre cazaba liebres en los labrantíos de Muelas.
Años más tarde, leyendo “El mundo de Juan Lobón”, asocié muchas de sus páginas con los relatos verbales de Estrada.
No se habían disipado aún las tinieblas de aquel Viernes Santo y Estrada me respondió. Imprimí aquel correo tan cálido, tan cercano, tan lleno de recuerdos emotivos y lo guardo envuelto en un paño de gratitud y cariño. Desde entonces recibo puntualmente sus creaciones poéticas y Conchita, mi mujer, maestra de vocación y profesión, las almacena en discos que incluso utiliza entusiasmada como material didáctico.
Estrada, Marianín, ¡gracias!. Con tu generosidad grande y pura como el cielo zamorano repartes el pan de tu palabra a lo largo y ancho de este blog. Para todos tienes la flor de un piropo e, incluso, el impagable regalo de tus poemas. “¡Que los bordas, Marianín, que los bordas”. Y digo esto último con mi más profunda sinceridad, parafraseando al Padre Jesús Martín, de gratísima memoria, que en fecha ya muy lejana escribió en el margen de una hoja arrancada de uno de aquello cuadernos adquiridos en la procuración, en edición exclusiva para el “Colegio Apostólico”, y que contenía unos versos realizados por imperativo académico, lo siguiente: “Sigue haciendo versos que los bordas”. Conservo la hoja, ya amarillenta, como concesión a la vanidad de un sexagenario. Pero soy consciente de mis limitaciones y de cuáles son las gracias que no quiso darme el cielo. Tengo el oficio de los que fuimos jornaleros de la gramática durante muchos trienios. Pero lo otro, el carisma, es patrimonio de Olóriz en la música, de Cícero en la literatura y de ti, Marianín, en la poesía. Y por la singular relación que me une a todos los que compartimos vivencias muy profundas en tiempo y en espacio, me siento partícipe de ese carisma. Por eso gozo con Olóriz, con Cícero, contigo y con todos aquellos compañeros/hermanos con quien tanto quise y quiero.
Estrada, Marianín, la fórmula convencional de las despedidas epistolares es “un abrazo”. Pero yo te envío “un beso” que es lo que realmente me apetece. Y me lo puedo permitir porque, como digo en mi primera participación, estoy en la “edad del mono”. Queda pendiente la promesa de relataros el cuento de los Hermanos Grimm, en versión al bable. Pero eso es otra historia.
Un beso.
Manolo Díaz

Froilán Cortés -

TE SE ENTIENDE, MARIANO.-

Te se entiende, y en ocasiones hasta te se puede disculpar tu publicitada promiscuidad. Otra cosa es que te se olviden las más elementales reglas del "buen amor". Sé que javierdelvigopalencia, no necesita ni defensor ni fiscal, pero sí el hombro de un amigo donde poder secar las lágrimas de tu infidelidad. Y ahí esta el mío! Lo de mear en el jarrón, desde luego, no será la primera vez, y espero no sea la última. Lo importante es hacerlo dentro del tiesto. Me se entiende?
De cualquier manera, a pesar de narices y jarrones, sabes que te se quiere, y te se entiende. Solo falta compartir uno de tus caldosos arroces, mientras Ito, cumple su penitencia de huevos fritos. Un abrazo.

Mariano Estrada -

A Froilán, Grupo de León, Julio Correas y Pablo Huarte.

Querido Froilán:

Siempre que me dirijo a vosotros (vosotros, además de Chicos AOP, constituís el Grupo de León, llamado vulgarmente GL, que, como todo el mundo sabe, se trata de un Lobby relacionado con el poder). Cuando me dirijo a vosotros, digo, lo hago con una confianza que no sé si siempre es entendida. Trapiello AM me ha dicho que sí, y no llevaba Prietos Picudos. ¿De dónde viene esa confianza? Desde luego, Josemari ha demostrado ser asaz tolerante.
-¿Combien de cuánto?
-Beaucoup de cantité
Por otro lado, Andrés me dio la suya delante de su mujer. Seguimos hablando de la confianza. Nada más señalarle en la distancia, cuando lo vi bajando del coche y le llamé con voz emocionada, me hizo un gesto íntimo que no voy a reproducir aquí, pero quería decir lo siguiente:
-Mariano: no te andes con vainas, que nos conocemos desde hace tiempo
Por eso hacemos muy buenas migas, aunque nunca en la cama ¿Tú has dormido alguna vez con migas en la cama? Yo sí, y siempre he acabado acompañado de pajaritos.
Finalmente, cada vez que asomas tú la nariz (alusión desposeía de voluntariedad), no digo que te mees en el jarrón, pero veo que lo haces con naturalidad y desparpajo. Y encima escribes muy bien. Los tres sois buenos plumillas, diga Andrés lo que diga. Andrés, tu hermano el mayor, que tiende a minimizar sus valores literarios cada vez que puede, tal vez para excusarse de escribir.

Eso en cuanto a la cuadra de los Corteses. Al Trapo-sonda Garrapata ya le he soltado mis perlas en privado. Él sabe que lo hace muy bien, si quiere. En cuanto a Enrique, no se ha prodigado en exceso, pero, cuando ha dejado de ser Lobatón y se ha sentado a escribir, he visto que tiene una madera superlativa. Parece que tiende a la concisión, pero esto no lo sé. Es caso es que expresa muy bien sus ideas y he querido ver en su prosa muchos hilvanes poéticos. Tal vez haya escrito poesía…

Por cierto, y hablando de poesía ¿dónde está Julio Correas, que parece exactamente el Guadiana? Sigue en Canarias todavía? ¿Se ha ido a Canadá? ¿Está en Asturias de mis amores? ¿Le habéis echado al monte con una caja de Prieto Picuro? Hay que ver que fama, ¿eh? La del vino y la suya. Y no digamos ya la de Trapiello AM

Querido Froilán: tu hermano Andrés tiene un montón de afectos de muchísimos de nosotros. En el Colegio se hacía querer, tal vez porque era sencillo y extraordinariamente bueno. Ahora, su presencia me ha transmitido esa confianza por la que yo os he juntado a todos en uno. Pero sé que, por escrito, el lenguaje puede ser muy cabrón, y que a veces se dicen cosas con un sentido y se reciben con otro. En ese caso, que “me se diga”, por favor, que yo no tengo inconveniente en darle la vuelta al tortillamen y retirar a sus aposentos las yemas de los huevos. Y que las tortillas sean sólo de claras.

Una última cosa: no te preocupes por Javier, que se defiende solo. Y lo hace muy bien.

Un abrazo

Posdata: a Pablo Huarte también quería ponerle una nota, porque, además de pobre y humilde, es un dechado de sensatez. No sé si hoy tendré tiempo. De lo contrario, tendrá que ser otro día. Aún quedan muchos hasta octubre, donde espero tener el honor de compartir con él la palabra y de darle un abrazo. Pablo, chapó. Por tu disponibilidad y por tus magníficas aportaciones, buenas en todos los sentidos, también literariamente. Tan buenas, al menos, como las de cualquiera de nosotros. Cuando no más.

¿Has visto, Pablo? Si es que se me va sola la pluma. Ya te he puesto la nota y no me he dado cuenta. Se te quiere.

Está lejos, pero también te ofrezco mi casa. ¡Ah! Y un arroz en el Minarete, como el que tomó Andrés Cortés. Allí soy almuédano sine die

Otra osa: siempre que digo “Ad deambulandum” te recuerdo. Es una expresión que aprendí directamente de ti, y ha quedado asociada a tu persona, además de todas las canciones que te puse en el Blog. Y mira que son años los que han pasado.

Mariano

Mariano Estrada -

Querido Isidro:

Estos últimos días he sentido una desazón y una zozobra que no son propios de mí. “¡Cómo temblaba el farol! Madre ¡Cómo temblaba el farolillo de la calle!” ¿El farolillo? Tú eres el pareces un flan, el farolillo está quieto ¿Qué me ocurre, entonces, que siento este mareo incomprensible? Embarazado no estoy, regla tengo, pero es verdad que al pasar por el pasillo de las venturas me daban unos desmayos que me caía…
-¿Le has rezado a San Vito?
-¡Vade Retro!
-Tendrás vértigos.
-Eso digo
-Se te habrá desconfigurado el hipotálamo…

Pero hete que he encendido el ordenador -para lo cuál sólo he tenido que quitar cuatro botellas que se habían puesto delante: ¿quién ha dejado esto aquí?-, y he entrado en la página de los recuerdos, pincho en los de un rapacín de Asturias que va camino de ser “el deseado”, y veo a Isidro Cicero con una expendedora de globos. Miro hacia arriba, como ellos, e intento emularlos también en la cara de satisfacción ¿Y qué veo? Veo volar hacia lo alto un manojo de pompas de felicidad.
-No son pompas, son globos.
-¡Globos!... Mami, quiero que me compres un globo
-No hace falta. Uno de ellos lleva tu nombre. Irá a buscarte él, montado en un caballo de viento.
-¿De veras? ¿Y quién ha puesto mi nombre en ese globo?
-La memoria de un hombre, como tú; fabulador, como tú; bueno, como tú…
“Como tú, piedra pequeña”
-¿Qué?
-Nada, me había alejado del tiempo y del espacio. Estaba en otra nube, ¿comprendes? ¿Dónde ha ido el globo?
-Está llegando a tu casa. Se posará en tu jardín, tendrá mucho cuidado de no acercarse a las pitas del ocaso, las que tienes en el parterre de las añoranzas, junto a las drácenas y a los malvaviscos. Se acercará mucho a las rosas, porque se siente atraído por el olor. Se colará por tu puerta, entrará en tu casa, llegará a tu despacho, se apostará en el alféizar de tu ventana, para mirar el mar, y te dirá sonoramente: hola, Mariano, soy Isidro Cicero, ando repartiendo la felicidad que un día me disteis vosotros en León ¿Recuerdas? Me ayudó a pasar los inviernos y las heladas, las morriñas y las dudas, me quitó la soledad y el frío
-Vaya, ahora entiendo yo las razones de mi mareo
-¿De verdad? ¿Y el embarazo? ¿Y las botellas?
-¿De qué botellas me hablas, si eran limpiacristales? Mira, soy un globo entre globos, no una simple burbuja. Veo volar a Huarte, a Torrellas, a Félix M del Cura, a los Pedros, a José Luís, a Andrés Cortés, a Trapiello AM, a Izquieta, a Olano, a Manso, a Manolo Díaz, a Olóriz, a Teófilo, a Faes, a Suazo, a De Pablos, a Granda, a Seque, a Borge, a Castañón, a Rey… Todos volando, como yo, hacia el lugar donde se agita la memoria, llevan la dirección de los afectos y una fecha en la curva de la frente: octubre. León. Octubre. León… Globos desperdigados por el mundo, águilas del país de los ensueños, juntad ausencias, llamaos, venid, vamos a la casa de las fantasías, allí donde todo estaba encerrado y, sin embargo, era todo posible. Vamos a la patria de la inocencia, Octubre. León. Vamos a La Virgen del Camino.

Te juro, Isidro, que lo que me había propuesto –presionado, además, por una urgencia en el trabajo- era ponerte unas líneas de agradecimiento, pero, ya ves, soy esclavo, al fin, de una afición. Y un esclavo dócil y gustosamente obediente.

Gracias, querido montañés, por esas flores íntimas que, en un alarde de imaginación y de cariño, has transformado en globos. Tú estás en la memoria individual y colectiva de los que fuimos tus compañeros y, especialmente, de los que tuvimos el privilegio de ser tus amigos.

Un abrazo
Mariano

Mensaje que me ha llegado a última hora:

Tengo que daros una buena noticia, amigos: el globo que salió ayer de la memoria de Isidro con mi nombre, ha llegado a mi casa, donde comió y bebió, porque tenía sed y hambre. Ha descansado un ratito y ha salido pitando hacia Argentina, donde ha sido requerido para hacerle un homenaje a la luna. “Pero no la luna. Los insectos”. Gente desprendida y admirable, gente buena, cultivadores de la luz y de la esperanza. Gente que sé y no conozco, que me desconoce y me invita. Hombres y mujeres generosos que siembran los caminos de rosas. Mañana, martes, en Puente Negro, a 265 km de Buenos Aires, en la Pampa húmeda… Ya veis, “La vendedora de globos” ha dado un retoño que será por un momento la luna. Eso sí, con forma de poema que dejarán después colgado de un árbol, formando, con los demás, un racimo de buena voluntad, de belleza y de sueños.

Ésta es parte de la nota que me ha llegado:

MARIANO, gracias a esta maravilla que es Internet te conocía ayer. Claro que vos aún no te has dado por enterado... Soy de Argentina y, buscando poemas donde LA LUNA fuera protagónica (o, aunque más no sea, artista invitada) te hallé en la WEB.
Te cuento que, mañana martes, a las 19:04 hora local, exactamente, saldrá aquí la luna llena. Como lo venimos haciendo desde hace muchos años, nos reuniremos sobre el lomo de un puente que hemos dado en llamar "el Puente Negro"; desde allí se ve el horizonte pleno, hacia el Oriente; todo esto en un pueblo, a 265 km. de Buenos Aires, en plena pampa húmeda.
Mañana será una noche de poesía, poesías que leeremos y luego dejaremos colgadas de unos árboles, para que las meza el viento y la vida haga de ellas lo que desee.
Leeremos dos tuyas (anunciando tu nombre y autoría) junto con otras (Disociación y La luna).
Quería contártelo por si mañana sentís, a esa hora, una especie de cosquilleos en tu nuca (será el viento que acariciará tus poemas)…

Alondra

Mariano Estrada -

Veo que desde que me he dirigido a JAVIPA, han entrado tres (sin contar a Huarte) de los que él llamaría “morlacos”, un poeta llamaría “compañeros en la sensibilidad” y yo llamo tíos buenos. Y si no quieren que se lo llame ¿Por qué exhiben tanto su cuerpo en las portadas de este Blog? ¿Cuánto le pagan a Josemari? Ahora bien, yo estoy encantado, ya que me llevo muy bien con la fotografía y ella, en compensación, me ofrece los cuerpos desnudos y a la braga (no, no quiero decir a la brasa, sino a la braga, con la que estáis todos muy monos. De rabo) Tampoco me he atrevido a desnudaros más.

Queridos amigos: plumas admirables, gente buena… Por aquí se os quiere.

Voy a introducir una respuesta a Isidro, que quiso ser breve, pero me ha pasado como a Huarte, que se me ha ido la mano, aunque en su caso no es verdad. Escribe muy bien y dice cosas sensatas, no como JAVIPA, que cuando descansa de la enseñanza se pone los cebollinos por montera.

Froi, contestaré a tus requerimientos. Un beso.

Un abrazo a todos
Mariano

Andrés Martínez Trapiello -

Querido Huarte:
Que te tenía que haber escrito antes.
Que me acuerdo de tu interés por el Osasuna.
Que este artilugio de escribir, es de todos.
Y que no te preocupes por lo que escribes: Alguno de tus alumnos tienen, aún más, el disco duro -iba a decir "jodido"-, pero como suena mal, diré "estropeado".
Y no admitas reprimendas de Javerldelvi..., que como este verano ha llovido demasiado, no tiene que regar cebollinos y , para no aburrirse -como todos los de la enseñanza en estas fechas-, se dedica a escribir.

Y que, ayer el Osasuna, empató con el Bilbo. No es mal resultado. Ya te diré cuándo gana la Cultu.

Un abrazo,

Pablo Huarte, O.P. -

A Jvier del Vigo Palencia

Buenas tardes, Javier:

Voy a ser breve. Por lo menos, voy a intentarlo.

Sé que no puedo competir con algunos de vosotros (Mariano, Isidro, Del Vigo, Hnos. Cortés, Heredia, Correas, Muñiz, y un larguísimo etc.) en prácticamente ningún campo: intelectual, humano, de conocimientos, de experiencias, de relaciones...En fin, de casi nada. ¡Pero quién me habrá empujado para meterme en terrenos que son para mí totalmente prohibitivos! Tal vez, mi peculiar ingenuidad.

Y todo lo dicho, es completamente cierto. Nunca me gustó mentir. Pero con eso de que veo la botella siempre medio llena, soy capaz de caer en exageraciones que pueden confundir. El P. Felipe Lanz me llamaba, por eso, andaluz pirenáico.

Pienso que desde la pobreza y sencillez, también se me puede permitir entrar. La pena que tengo es que cuando me encuentre con cualquiera de vosotros se pueda llevar una gran decepción. A pesar de los pesares, Javier y demás gente comprensiva, seguiré en este tren que tanto me ha enganchado.

Pero vamos a tu mensaje. Me echas una reprimenda, eso sí cariñosa, por no haber leído cuanto hay escrito en el blog. Tienes toda la razón del mundo. Pero es que todo ello es un vasto material, dificilmente abarcable en sólo unos días.

Me he sumergido en ese rincón EL MEJOR SOLISTA DE LA ESCOLANIA y me he encontrado con una maratoniana carrera de comentarios que, según parece, fue el arranque del blog. Me enrolé en dicha carrera casi interminable y di con el tema de los arijanos, presentado por Santiago Rodríguez. Dile con todo el afecto del mundo, que tiene dos pequeñísimos errores: El P. Pedro murió no en Palencia sino en Pamplona y a la edad de 71 años. Inteligenti, pauca.
Y aquí me equivoqué yo: No era Dora sino Lipa.

Que tu casa es mi casa, lo creo de verdad. Por la manera de cómo te expresas, no pienso en absoluto que trates de confundir al personal.

Y te dejo. Me he alargado más de lo que deseaba.

Un abrazo.

Pablo Huarte, O.P.

Froilán Cortés -

A Don Mariano, nuestro promiscuo (y engañador) poeta.-

No debes engañarle, Mariano. Tú solo, te delatas. No hay otro.....pero, hay una Rosa!!!
No hay otro,... pero tienes abiertos muchos frentes. No hay otro, ......pero Andrés escribe desde tu cama (al menos, espero que sea grande para acunar esos dos grandes cuerpos). No hay otro,..... pero tienes línea directa con el garrapato. No hay otro,.... No hay....... No....
Pobre Javierdelvigopalencia!!!
Le concediste título, para justificar sus adornos frontales. Y te llevas a otros a compartir tus arroces, y fotografías el momento para envidia del cantabrón!.
Ahora entiendo su miranda llena de melancolía. Pensé en principio que era por los colaterales daños del pp. Pero no. El garrapato tiene otra mirada. Luego pensé que era por simple nostalgia. Tampoco. Nunca ha sido el dueño de tu minarete. Ahora le martirizas conmigo, advirtiéndole que la tengo brillante!!! Acaso mi hermano Ito, beodo de arroces y aguas, te confesó que su hermano pequeño se adornara de pluma?.

Me gustaría que nos lo aclararas, pero sin hacerle más daño, vale? Y....gracias por lo que me corresponde. Un fuerte abrazo.

Enrique Muñiz-Alique Iglesias -

Siento que Oscarín, desde “su página de reencuentro” está conjugando, sin que apenas se perciba, alguna de las páginas con sentimientos más auténticos y hermosos del blog. Desde los bellísimos y sencillos apuntes de sus cartas infantiles a su madre, ha comunicado, en acertado enlace, la poesía siempre cálida y sentida de Mariano; la prosa certera, directa y emocionada de Javier; la inimitable y plácida narrativa de Cicero, a la que siempre acompaña una música que jamás se aleja con los globos; y las confidencias delicadas, hasta hoy íntimamente secretas y desde ahora compartidas con quien él quiere, de ese Pablo-fraile que disfruta entre nosotros con el amor que nunca nos habíamos dicho.

Mariano Estrada -

Para Javier del Vigo Palencia

Tendrás que disculparme, querido Javier, por tenerte un poco desatendido, te juro que no hay otro… ¿Eh? No, no, por Dios, tampoco hay otra. Rosa es mi día y mi noche. Es, simplemente, que tengo muchos frentes abiertos y ayer tuve algunos requerimientos lejanos. Que no, que no son cuernos lejanos, son actividades relacionadas con la actividad ¿Comprendes? No, claro. Servidumbres literarias en platos de virtualidad cibernética… ¿Te has sentido solo, mi vida? Pero, hombre, si estos días ha habido una ancha lluvia de colaboraciones. Por haber, ha habido hasta lágrimas. Tú has declarado algunas. Hay que ver cómo se ha puesto el patio de Josemari, que ya es el patio comunal de los que un día fuimos vecinos (de banco, de pupitre, de camarilla), amigos (alguien ha sugerido que vigilados) y compañeros (del alma, compañeros)…

Tengo que agradecerte las flores que constantemente me echas, siendo que tú mereces tantas. Pero, mira, más que hacer comparaciones imposibles (la prosa de Isidro es lineal, directa y sencilla. La mía es irónica, metafórica, quintaesenciada. La tuya es una prolijidad de bellezas repartidas entre signos de puntuación: punto, coma, admiración. dos puntos, puntos suspensivos, paréntesis, diéresis, guión, raya, dos rayas, asterisco, manecilla y llave. Cada cual tiene su estilo y lo que es realmente asombroso es que aquella hornada de chicos AOP, literariamente hablando, diera tanto de si). Digo que más que hacer comparaciones, lo que procede es alegrarse de que haya entre nosotros tan buenos literatos. No olvides a Oscar, a Trapiello, a Enrique, a los Corteses (Froi debería escribir más, ya que tiene una pluma brillante), Juan Manuel Díaz… Y otros que no se han prodigado, o que están por ahí, sin asomar la patita…

Como tú, yo tengo tendencia a la admiración. Es más, creo haberla sentido siempre como necesidad. Y cuando he visto por ahí que, en general, la admiración se regatea o se obvia o se disimula (o también que no se percibe), me he sentido en la necesidad de expresarlo de una u otra manera:

Se me pone el alma
solitaria y triste,
descreída y vieja.
Porque nadie admira,
porque nadie escucha,
porque nadie sueña.

Yo puedo decirte que cuando he encontrado a alguien “admirable”, si he tenido ocasión, se lo he dicho. Bien públicamente (relativamente fácil), bien en privado (bastante más difícil). Eso sí, como entran muchas cosas en juego y los aires en este campo suelen ser caprichosos, yo he querido acotarlo de una vez y, con esas intenciones, he dejado escrito: “Elogios, los justos. Las críticas, si están justificadas, las merecemos siempre”.

Sean loados los ángeles y las generaciones de las rosas que han vencido al tiempo y han sembrado el optimismo en el mundo.

Y sea loado Javier, como insaciable admirador de las rosas y de aquellos que las cultivan.

Un abrazo

Y, hablando de admiración, luego le pondré unas letras a Isidro

Pablo Huarte, O.P. -

A MODO DE ANTESALA

Ayer, domingo, 26 de Agosto, viví un día ciertamente intenso. La culpa, en gran parte, de ello, este aparato que estoy utilizando en este momento y el cual me permite entrar en internet y sumergirme en ese maravilloso blog que inició Josemari Cortés y que tantos ratos me acompaña y me hace un poco más feliz. Por cierto: yo ya he cumplido con lo que nos ha pedido hoy mismo. Ya he confirmado mi presencia en el tan esperado reencuentro, y confío que os animéis a hacerlo cuanto antes, pues merece la pera que colaboremos en lo poco que nos piden.

Pero no quiero perderme y aburriros. He dicho que ayer, domingo, fue un día muy intenso para mí. Me explico:

Después de atender a mis obligaciones dominicales y tras darme un paseo antes de comer, vi que me daba tiempo para enviar a Javier del Vigo PALENCIA (¿por qué Palencia con mayúsculas?) y me puse a tecletear. Después de enviarle el mensaje, obsrvé cómo el contador de visitas del blog apenas tenía actividad. Ypensé para mí: Hoy, domingo, y con un día tan veraniego tras un mes de Agosto tan otoñal, todos andan o en la playa, o en el campo, o preparando una rica paella o un gazpacho, o, simplemente, disfrutando del día y alejados del ordenador.

Pero a eso de media tarde, el famoso contador comenzó a funcionar con más alegría. Y, a media tarde, me encontré con el comentario de Javier del Vigo Palencia. Tuve que volver durante hora y media a mis actividades dominicales, y a las 8.30, más o menos, vi que tenía otro mensaje: el de Isidro Cicero.

Javier: aunque cronológicamente entró tu mensaje antes, me vas a permitir que responda en primer lugar al de Isidro Cicero. Después de todo, contigo ya he contactado antes y con Isidro no lo he hecho(¿cuántos?) desde un montón de años.

RESPUESTA A ISIDRO CICERO

Querido y recordado Isidro:

Pudiera ocurrir que mi memoria comenzara a fallar. Pero en lo que voy a decirte, creo que no. Mira amigo: nunca en mi vida creo haber tenido una dedicatoria que me haya entrado tan de lleno en el corazón. Y lo has conseguido tú, después de tantos años. Entiendo que se diga por qué el amor es eterno... No pasa, no puede pasar. Pueda ser que pueda estar alejado o aparcado. Pero puede volver y, de hecho, vuelve cuando menos se espera, como está ocurriendo en los albores del reencuentro de la Vigen. Te he recordado siempre, aunque no haya tenido ocasión de manifestártelo. Y esto mismo es lo que me está ocurriendo con muchos...

Veo, con gozo, que aquella "profecía" que me atreví a pronunciarla sobre ti cuando eras un adolescente todavía pero con unas cualidades literarias ya fuera de serie, se haya cumplido al pie de la letra. Además, sé que has coseguido escalar puestos importantes en la sociedad. Tendrás muchos familiares y amigos que te aprecian, te valoran y te quieren. Cuéntame entre ellos.

Al dedicarme esa última entraga de la bella historia de "LA VENDEDORA DE GLOBOS", has conseguido hacerme un poco más feliz.

Gracias y hasta siempre, amigo.

Pablo Huarte, O.P.

José Mª Cortés Aranaz -

Querido Isidro:
Nada de ir concluyendo tus relatos....¿qué te creías?....¡de eso nada, monada!.
Aunque sea, empieza tus relatos de la vendedora de "pipas".
Si dejas de escribir, yo cierro la furrielería, ¿estamos?.
Un abrazo,

Javier del Vigo -

Isidro, pienso que este fin de semana he dado tabarra suficiente como para no decir ni un pío más...

Pero he leido tu última -por ahora- entrega de "la vendedora de globos" y no puedo reprimirme. Me impele un furor salvaje a decirte dos palabras.

Chaval, chapó!

...¿Y dónde pongo que me encanta la idea de verme en tu manojo de globos? No eres La Violetera; ni soy Antonio Molina. Somos aquellos "niños comiendo melón" en Mataporquera. Me leiste, verdad? (No es que quiera venderme como producto literario; es que no quiero que me sientas descortés, en esta "tierra de corteses"...)

No quiero tener que elegir. "Niños comiendo melón" es una estampa que me encanta. Amarillo y fresco el melón. Pero si he de ser globo, quiero estar en tus manos. Y ser el globo rojo que llevas al costado izquierdo, que luce más que el sol.

Compañero, sigue escribiendo. El almuédano de la Villa del Júbilo tendrá que mejorar su inmejorable estilo, para mostrar que -en poeta- por ahora, él el mejor. En la prosa... hum!

Besos, chavalería!


Isidro Cicero -


LA VENDERDORA DE GLOBLOS / 6. VAYAMOS, PUES, CONCLUYENDO

DEDICADO AL PADRE PABLO HUARTE

Bien, pues vayamos concluyendo la Vendedora de Globos, querido Padre Huarte, vayamos empezando a enroscar la cola con la cabeza de aquella conversación que tuve con Manolo Díaz Álvarez, él en Oviedo, yo en Santander, él sin parar de decirme “ye eso”, “ye eso mismu, ho”, yo contándole un episodio de la novela del joven escritor japonés, Kazuo Ishiguro.

Una vez, iba Khatty, la protagonista de la novela, (Ver la Vendedora de Globos, 1 y 4) paseando por una calle mojada y solitaria por la orilla del mar. Alguien iba delante de ella con un montón de globos de helio, sujetos con hilos de bramante, que se bamboleaban en el aire, por encima de la persona que los llevaba. Los globos tenían caras –con orejas bien moldeadas-. y ojos que la miraban “como una pequeña tribu”.

De vez en cuando Khaty veía la mano, donde convergían todos los hilos de los globos y se daba cuenta de que la mano los agarraba bien, los llevaba bien entrelazados y sujetos en el puño cerrado. Aún así, temía que uno de los cordeles pudiera soltarse, el globo correspondiente escaparse libre hacia lo alto perdiéndose a su aire en el cielo encapotado.

Khatty pensó en la desaparición del colegio (Hailsham). Era como si alguien se hubiera acercado con unas tijeras a la mano que sujetaba los globos y hubiera cortado el manojo de cuerdas, bramantes lo digo yo, justo donde se entrelazaban, un poco por encima del puño cerrado. Los globos se alzaron por separado, abriendo sus colores individuales en el cielo encapotado, cada uno a su albedrío, cada uno siguiendo su impulso, todos dejando de pertenecer al mismo grupo para siempre.

“Cuando me estaban contando el cierre de Hailsham Virgen del Camino, me hicieron el comentario de que para nosotros el cierre no iba ya a suponer gran cosa. Y en cierto modo, tal vez no le faltaba razón. Pero resultaba turbador el pensamiento de que las cosas allí no continuaban como de costumbre; de que la señorita Geraldine, por ejemplo, por ejemplo el padre Cura, el padre Pedro, el Padre Huarte, el padre Jaime “no estuvieran dando instrucciones a los grupos de alumnos de secundaria en el Campo de Deportes Norte”.

Los globos de la novela estaban pintados con caras. Tenían ojos. Tenían orejas bien formadas. En mi trasposición, el globo de Andrés Cortés Aranaz emprendió la ascensión pronto, dejándonos tristeza. José Luis Fernández Martínez, más pronto que tarde. Fueron dos de mis amigos más queridos. José Luis, lo fue tanto y con tanta intensidad, que Mariano Tobes, el humorista más sutil, más agudo, más admirado por mi de todos mis compañeros, uno de los pocos que me hacían reír a mandíbula batiente se me plantaba solemne delante, como si yo fuera el Sancta Sanctorum de las “Cartas de Nicodemo” que nos leían en el comedor y él el Sumo Sacerdote Caifás: “Oh, Adonai, Sekhiná, Sabbaot, inaccesible, incomprensible, impronunciable. Siete veces santo, siente veces amigo de José Luis”, me decía.

La cara tan querida del propio Mariano Tobes, de Aranda de Duero, que sobre lo anterior no me dejará mentir. La cara del otro Mariano, éste hiperactivo y quisquilloso de aquí, tan compañero mío como ya de todos vosotros, que también me hacía reír más de lo que piensa y que también se despegó de la mano demasiado pronto. La cara de Teófilo el de Palencia, más salado imposible..La cara de Maxi, que vivió un verano conmigo en Santander. La cara buena y noble de Suazo López De Gamir, compañero de pupitre, más serio que una patata, mejor persona imposible. La cara tan querida, tan recordada y añorada de Pablo González Díaz-Faes, el de tantas confidencias. La cara de Ignacio Manso, de Burgos, de la Librería Luz y Vida, que en algún viaje visité con la esperanza de reencontrarle. La cara de Juan Manuel Díaz Álvarez., de quien con decir que fue el amigo permanente e infallable está dicho todo. La cara de Tejo, la de Martín De Pablos, la de Izquieta, la de Olano, la de Ezequiel, qué grandes chavales. La cara de Oloriz, tan fresca como la de los anuncios de flanín el niño. La cara de un buen escritor, Javier de Vigo, de otra clase allí, de mi misma clase y familia aquí, después del vuelo.

Y, antes dejar el listado para someterme humildemente al razonable rigor de todos los que están contenidos en él y al más razonable aún de los que no están, la cara muy familiar, muy afectiva y muy próxima de Daniel Orden Santamarta, una institución aquí el Cantabria en el ambiente de la educación. Un amigo próximo aquí y allí. Y las múltiples caras de los que no están aquí citados, porque escribo de memoria y la memoria no está siempre activada, que se sentirán quizá heridos, porque pensarán que no les recuerdo y que nunca me han importado, lo cual seguramente es falso, aunque probablemente difícil de probar en un sentido o en otro.

Cada globo se levantó, hizo su itinerario y se perdió de vista. Yo también. Usted Padre Huarte, a quien tanto recuerdo y a quien tanto debo, fue de los que se quedaron allí, y sosteniendo en la mano cerrada sobre un manojo de cabos de cuerdas, la matriz de los recuerdos dispersos ya por la vida. Usted y los demás. He leído el último relato que nos ha regalado. Es conmovedor. De manera especial el episodio sobre la fragilidad de un duro, el padre Eulalio, que viene a confirmarnos lo que ya sabíamos desde hace tantas décadas: Que no hay duros, que no existen los supermanes, que el frío es explicable en el páramo leonés cuando hiela, pero que nosotros estamos hechos de una materia muy frágil, muy tierna, muy débil y muy cálida. A pesar de que el tiempo que compartimos era especialmente estepario y los sentimientos algo peligroso, que no sólo había que controlar, sino que no había que exteriorizar, mucho menos exhibir como se está haciendo pródigamente en este blog.

Fue una tarde que falté a su clase porque tuve que ir a León a alguna cosa médica. Cuando vine, por la noche, me di cuenta enseguida de que había ocurrido un cambio de estatus para mi. Un cambio para mucho mejor. Había pasado del anonimato del que no es nadie porque no sabe dar una patada al balón, a ser alguien “destacado” en la pequeña comunidad de estudiantes. Se lo debo a usted, porque esa tarde, en clase y en mi ausencia, usted habló de mi a mis compañeros poniéndome por las nubes y haciendo una profecía. Me lo contaron ellos después. Me puso por las nubes porque le había gustado especialmente mi ejercicio de redacción, dijo que tenía una madera especial de escritor y halló en el relato ciertos rasgos estilísticos personales. La profecía fue que me no tenía la menor duda de que me ganaría la vida escribiendo. Desde aquel momento mis compañeros me invistieron para ese oficio, que no he abandonado hasta el día de hoy. A veces he tenido motivos para pensar que la profecía fue una maldición, pero no, padre Huarte, me siento bien con lo que aprendí y con el impulso recibido allí. Le debo Lorca, le debo la depuración crítica del estilo, le debo la curiosidad periodística con la que usted nos contó la muerte de Kenndy primero y la de Lee Oswald al día siguiente. Le debo las primeras técnicas de escribir guiones de radio y de televisión. Le debo muchas oportunidades, de modo que la segunda vocación, se la debo a usted. Gracias. La tercera, la de periodista, al padre Jaime Rodríguez Lebrato. A los dos, un fuerte abrazo.
Ustedes abrieron la mano como en la máxima árabe. “Si tienes un pájaro en la mano, déjalo volar. Si era tuyo y te quería, volverá a donde ti, Si no vuelve, no era tuyo ni te quería”. Muchos volveremos allí a mediados de octubre. Un abrazo.

Javier del Vigo -

A Pablo Huarte, O.P., el viejo amigo:

Cuando Mariano Estrada se pone trascendente, se sube al Minarete de su Villa Feliz, y cual “almuacin”, con sus potentes altavoces salidos desde los pulmones, su voz suena potente por toda la Villajoyosa, llamando a sus amigos, ungido desde el más allá, al gritar:

- ¡Reclamo públicamente la presencia de Andrés Cortés, de Isidro Cicero, de Manolón, de Izquieta, de los Pablos, de...!

Sin que pase mucho tiempo, Andrés, Isidro, Manolón, Izquieta... aparecen por el fondo del escenario y se produce la feliz fusión. Creo incluso que hubo vez en la que dicho y hecho: nombrar al "reclamado" y aquella misma noche durmieron juntos; no sé si cual benditos, rezando breviario, o como quinceañeros apasionados, dándose al gozo... ¿Pueden los abuelos dormir apasionadamente? Igual es esta una pregunta de pulga cojonera, pero ahí queda. ¡Ánimo, valientes, entrad al trapo!

¡Vaya aldaba que Dios te dio, mi pecoso y pequeñajo Mariano, este alumno en León que monta radios clandestinas y acordona su espacio de estudio para que algún fraile vigilante se dé de bruces contra los pupitres de estudio, para regocijo general... ¿es esto serio? ¿puedes sentirte feliz después de aquellas putaditas?...

-Rediez! ¿A dónde quiere llegar hoy este barroco del Vigo, que parece no tiene mejor gaita que tocar...?

Ciertamente. Hasta este momento, nadie me ha ofrecido gaita “tocable”, así que pretendo tocaros los venerables... Si os dejáis, claro!

Me zambullo:

Santiago!! Santiago Rodríguez!!!!!!!! ¿Qué fue de ti? ¿Dónde pasas tus tiempos libres? Te echo en falta –muy faltón- por la ausencia de tu saber de raíz histórica, porque actualmente nadie nos guía por las veredas del dato concreto, de la sabiduría eterna... Es tan cómodo tener una Agencia EFE particular para cualquier emergencia...! ¿Fue que no pagamos la cuota o es que el verano es el tiempo de las vaga-acciones?

¿Has leído, Santiago, las mil preguntas que me ha endilgado Pablo Huarte, así, tan pichi, sin que se le tuerza el rictus ni le tiemble la tecla?

Yo creo que Pablo dice que nos lee, pero lo hace a medias. Si no, no me lo explico...

¿Puede un alumno suspender a su "viejo profesor", si este no da fe de estar al día en los conocimientos?

Veamos, Pablo, amigo...

Puedes preguntar cuanto quieras. En el preguntado está la opción de responder o silbar. Vivimos en un mundo libre –o eso dicen, claro!-. Pero no haya duda: te responderé como se debe responder a un profesor de bien, para sacar una nota brillante. A estas alturas de la ruta me ha entrado el “mono” de la brillantez, ¿Tu ves?.

Hace ya varios meses, -hainzuzenere-, en mayo, el día 11, Furriel abrió un “portillo” titulado “El mejor solista de la escolanía”. Casi yo comenzaba a zambullirme en nuestro ayer común y lejano. Y el “morlaco” me resultaba conocido. Un tal Zamanillo, de progenie arijana. ¿O se dice “arijeña”? No lo sé, a ciencia cierta.

Así que me lancé sin red. Y en aquel “portillo” me dio réplica brillante Santiago Rodríguez. Luego, Santiago, te he visto flaquear. Casi quedar mudo. Y no está bien. Hay que mantener genio y figura hasta que nos echen, que no es el caso.

Santiago, ¿le explicas tu a Pablo Huarte o lo hago yo sobre cuántos dominicos generó Arija? Pablo, hablas de Celestino Palencia y de Pedro González. ¿Nadie se acuerda en la Orden de Gonzalo Castañeda, de los hermanos Varona, de aquel que fue tu compañero en editar libros -Arsenio Arenas-, de Avelino Ortega, que no remató la carrera, pero casi...? Con Arsenio, por cierto, he hablado este mismo agosto. Dio una charla en “su” pueblo de orígenes, sobre el pasado histórico de la zona. Luego se operaba de achaques propios de la edad, sin complicaciones, parece. Espero estés ya restablecido, Pepe!.

Se me quedará algún otro fraile en el tintero, seguro; pero estos, al menos, quedan de nuevo escritos...

Echaba en falta yo algún apartado en la web dominicana donde se pueda bucear en los miles, -¿digo miles? ¡millones!- de dominicos que en el mundo han sido. Y no la he encontrado. Fue Santiago, Pablo, quien afirmaba que de dominicos arijanos había un equipo de fútbol completo. Casi más que habitantes actualmente, fíjate!

Pablo, entro al toro: a todas tus preguntas he de responder afirmativamente.

Sí!

Premio al quince, Pablo querido!. Con una salvedad: Cuando hablas de “Dora” querías referiste a “Lipa”? Mi madre, la hija de María Palencia que conoció el padre de Santiago cuando vivió en Arija, tuvo otros 6 hermanos más. Siete en total. ¿Imagináis hoy una familia con 7 vástagos? De risa, vamos! Bueno, quedan ya pocos de aquellos 7 hermosos ejemplares de los Palencia. Y los que quedan, renquean de aquí o de allá. Curiosamente, una hermana de mi madre se llama Felipa; Lipa en la intimidad. Ésta vive; tuvo y tiene una profunda relación con vosotros. ¿Te referías a ella cuando, accidentalmente, la has llamado Dora, quien por cierto, tuvo hermano de nombre Doro, -azar, curiosidad, despiste...?- hermano a su vez de mi madre? Supongo que sí.

No sé si remitirte al portillo citado para una más completa información sobre Arija y sus entornos, para que refresques tu memoria; o algún día de estos te mande, por privado, una más detallada relación de los entornos por los que me preguntas. Mayormente, por no aburrir al personal. Que debe tener todos nuestros respetos.

En cualquier caso, te diré: Roberto es primo por parte de madre. Casó en Montesclaros, la última vez que yo he estado en ese convento mariano vuestro. Por cierto, me ha hecho gracia ver que Ignacio Preciado, otro antiguoalumnodominico, irá en octubre a León, desde Pamplona. Con él y con Zamanillo, allá, en los tiempos del ser o el irse, -los felices sesenta- estuvimos los tres por Montesclaros.. En algún rincón de mis papeles hay una foto mía a la orilla del Ebro, en la que alguno de ellos o Rosa, -la hermana de Zamanillo-, me hizo unos tirabuzones... Sí, sí! Tal cual os relato.

Robertín fue aquel ángel niño que se fue al otro barrio hace ya de ello una eternidad.

Pedro González, “predicador” profesional era el dominico que año tras año solía “echar” la homilía en la fiesta del lugar, San Lorenzo, repitiendo aquella historia que se atribuía al mártir: “Dadme la vuelta, que por este lado ya estoy bien churruscaito, algo chamuscado!”

Benditos tiempos...!

Pablo, por cierto, mi madre fue muy guapa. Estoy seguro que la de Mariano, también. Y de la tuya, qué te voy a contar que no sepas...! Es tópico, pero es verdad: unas por fuera, otras por dentro, otras por fuera y por dentro. ¿Conoce alguno una madre que sea fea? Yo no.

Acabo, Pablo: no ensombreciste nada. Diste color a muchas cosas. Hablar de la muerte ¿es pecado? Antaño, lo era practicar el sexo sin la bendición divina. Pero no era pecado recordar a los que se fueron. No creo haya cambiado tanto el mundo. Lo que ayer sucedió, pudo ser debido a la “pertinaz lluvia” o a ese momento de sentimentalismo que todos llevamos dentro.

Pero me pareció bonito recordar aquel ayer común. E hice propósito de enmienda. Así que, a partir de ahora, prepárate: te pienso despellejar dialécticamente. Y con amor, eso sí.

Ya sabes. Mi casa es tu casa. La ciber-casa en la que gustoso te leeré y responderé o la que uso para dormir,donde ya prepararé algún rincón que te permita descansar del agobio del día. Y aquí se lo dejo fácil a la garrapata: ¿Qué querrá este del vigo? Anda, gaggapato, haz la pregunta, monín...!

¿Cual era la despedida obligada? Suyo afectísimo...

Javier, el sobrino de Celestino Palencia, O.P., que en gloria esté, esperamos.

Pablo Huarte, O.P. -

A Javier del Vigo Palencia

Me dirijo a ti, amigo Javier, porque leyendo tu comentario anterior, me ha llamado la atención sobre lo que cuentas de cómo a tus once años y acompañado de tu madre saliste desde Arija camino de la Virgen del Camino.

Y Arija es precisamente para mí un pueblo muy querido y muy conocido al haber estado en él en múltiples ocasiones.
Si no te importa, te voy a hacer una serie de preguntas:

* ¿Acaso tu madre era hermana de Dora y de Celestino Palencia?

* ¿Eres primo de Roberto?

* ¿Te acuerdas de Robertín?

¿Has estado alguna vez en Montesclaros?

* ¿Conociste al P. Pedro, el que siempre residió en el convento de Palencia?

Dirás, tal vez: Pero si estas preguntas las tenías que saber contestar tú mismo. Cierto, pero ha sido a partir de 1987 cuando yo he tenido unos lazos muy importantes con Arija y muchos de sus paisanos.

Si te parece me sacas de dudas sobre lo que te he preguntado, pero sin prisas. Lo puedes dejar para cuando nos encontremos en León.

Y, antes de despedirte, una puntualización: cuando he hablado de las despedidas de los PP. Eulalio y Uría, nunca pretendí sacar a relucir la muerte como algo que pudiera en sombrecer el reencuentro gozoso que vamos a tener el 13 de Octubre en La Virgen. En el fondo, quería dejar entrever todo lo contrario.

No obstante, me alegro de que haya servido para que tanto tú como Mariano nos hayáis hablado tan bellamente de vuestras propias madres.

Por cierto, Javier: por las personas que he nombrado anteriormente con relación a Arija, deduzco que tu madre tuvo que ser muy guapa. Sospecho que también la de Mariano lo sería.

Adiós

Pablo Huarte, O.P.

Javier del Vigo -

Paréceme que estemos sacando antiguos sentimientos a relucir, de forma inmisericorde, hasta hacer brotar llantos de nostalgia. Y de alegría!

Ayer, mi tocayo del alma, Froilán, me llamaba “cabronazo” –así, con todas las letras de amor hombruno- porque algunas lágrimas quisieron asomar en sus pupilas al leer la última de mis intervenciones... Gracias por el piropo, Froi, aunque sea inmerecido; doblemente inmerecido: en su sentido primario y en el sentimental que tú le quieres dar. Es mentira que los halagos no nos gustan. Es mentira que estamos por encima del bien y el mal. Somos tan sensibles a los vientos y a las calificaciones...! Tan vulnerables... Lo dicho: Gracias!

Si pensaba haberte respondido en este tenor, Froilán, hete aquí que hoy me tocó a mi pelearme con esas lágrimas putas que pugnan por hacerse un lugar sobre las teclas del ordenador mientras leía a Pablo Huarte, a Mariano, aquellos textos limpios de un Oscarín quinceañero, que tiene la valentía de desnudarse en público... El gesto te honra, bonito!. Y, de paso, me siento agasajado con tu “destape”. Esto es “prenda de amistad”, Oscar, la misma que manifiesta Pablo Huarte con su última intervención...

Este Pablo Huarte! ¿Qué quieres que te diga, sin embargo, Pablo? Reiterarte que en este blog hay un Furriel indiscutible, que es todo mantequilla en sus sentimientos y tiene algo más de tiempo que nosotros; él puso en marcha esta buena idea; a partir de ahí, el grupo de amigos-hermanos de León –igual que piñones de una piña compacta- han puesto sus tiempos al servicio de "la causa": Andrés MT, Froilán, Enrique, Justino últimamente... Y algunos "plumas" hemos invertido más tiempo contando "boberías", por sacar del cuarto oscuro unas vivencias que parecían olvidadas, aunque estaban sólo dormidas...

Creo, Pablo, que no tiene mayor mérito lo de los “escribientes”. Hace poco aún le respondía yo a Andrés Cortés que describir sentimientos lo hace cualquiera, si los tiene. Y es muy, muy difícil que un ser humano -por mal que le esté tratando la vida- no pueda sacar estos sentimientos al sol, -como un lagarto-, para exhibirlos y "liberarse", de paso, de su peso. Así que ya ves; un montón de plumas están dejando aquí retazos de su ayer y constancia de su hoy. Me incluyo entre ellos. Soy de los que creía tener “superados”, “olvidados” aquellos años que viví en León. Ha sido sólo un acto de voluntad, el dejarme llevar por el viento de los recuerdos, para que me haya encontrado con una parte muy importante de mi vivir; de mi pasado; y en aquella parte, estabais todos vosotros, aunque yo no lo supiera. Por tanto, si doy uno –como en el viejo pasaje bíblico- recibo cien. Así, cualquiera; ya podía haberme dado la vida o la economía “rédito” similar...!

Te agradezco, de todas formas, la deferencia, Pablo Huarte, amigo.

Y te animo a seguir escribiendo también. Hoy me han salido, como a Oloriz, como a otros muchos –seguro- esas lágrimas puñeteras. Has sabido sacar del recuerdo esa humanidad que se mide en toneladas. Que te mide y te define. Me has herido, jubilosamente, en lo más profundo.

Dice Mariano que además has tocado una cuerda sensible, la de la muerte. Y le has puesto carnes: dos compañeros tuyos, -profesores nuestros-, a los que asististe en el definitivo momento del no-retorno. Lo curioso es que me has vuelto a sacar otro recuerdo “olvidado”: en una casa –aquel colegio lo fue, en gran manera- cualquier acontecimiento es un secreto a voces. Aquella tarde que relatas, cuando a Antonio Uría le tocó su hora, tras la visita de aquellos médicos, vuestros alumnos lo supimos. ¿Quién lo contó? Ni idea. Pero me has “sacado” el recuerdo. Cuando aquella noche fuimos al comedor, al pasar por aquel frío espacio desierto, -convertido hoy en almacén de bichos y trastos, de nombre museo- yo miraba con dolor hacia las ventanas donde tenía su celda Antonio Uría. Re-evoco aquella sensación de levedad, de pesadumbre colectiva en un puñado de chavalotes que estaban lejos aún de la muerte incluso como filosofía vital, pero que sintieron en carne propia –sentí yo, doy fe- la muerte de un buen organista, tu compañero, nuestro profesor... Esta parte ha sido ya relatada por otros nostálgicos con emoción y cariño. No reincidiré.

Mariano recuerda, además, a las madres muertas. A la altura de las biografías que exhibimos buena parte de los “escribientes” acá, creo que hay pocos que conservéis madre. Quienes tenéis esa suerte, cuidarla todo el tiempo que sea posible, como me consta que hace ahora Isidro Cascajares con la suya; hablad con ella, porque se va haciendo niña que necesita mimos y besos... La mía murió hace ya más de una década. Hablé –hablamos- todo lo que me fue posible cuando “estuve crecido”. Hasta donde nos fue posible. Y de vez en cuando me recordaba mi primer viaje a La Virgen del Camino en 1961, cuando iba yo de “pardillo principiante” a un colegio nuevo. Ella lo tenía grabado a fuego. Y no debió ser para menos. Rememoraba que no le dije ni una palabra en todo el trayecto desde Arija a León, en la vieja Robla que han citado aquí Santiago Rodríguez, Patxi San José e Isidro Cicero. Qué nervios, qué pensamientos poblarían mi mente con 11 años para tener la boca cerrada absolutamente por más de 7 horas...

Yo creo que luego no pudo quejarse de las parrafadas con su primogénito. Pero aquel día de octubre le pareció inmensamente largo. Sabía que separar a un niño con 11 años de su entorno habitual por tanto tiempo era duro para cualquier chiquillo y duro –más duro, quizá- para una madre.

Curiosidades de la vida, compañeros. Un día de julio de hace ya 13 años fui operado de hernia discal. Estando aún ingresado, me anunciaron que mi madre había sufrido un ataque al cerebro. Aquel julio de 1994 fue cálido, no como este agosto lluvioso del norte. Así que entre la fiebre y el calor, recordaré siempre aquella noche de sueños febriles y sudores nerviosos. Aquel hospital bilbaíno estaba regido por monjas. En mitad de la noche, -en mis sueños-, una monja del hospital vino a contarme que mi madre había muerto. Desperté impactado por el sueño... A la mañana siguiente, el teléfono me confirmaba la mala noticia: mi madre había dejado de vivir a la hora en que aquella monja-ángel-sueño-nada me lo había comunicado. Fuese su alma –para quienes creéis en la trascendencia- o fuera una energía liberada, aquella forma de enterarme yo en sueños de la muerte de un ser querido ha quedado grabada en mis recuerdos, también, a sangre y fuego. Incluso para hacerme pensar más sobre lo trascendente y sus arcanos. O sobre las “complicidades” de seres que se han sentido muy compenetrados en vida.

¿Usamos un porcentaje mínimo de la energía cerebral, permaneciendo en letargo total la mayor parte, por no ser capaces de usar ese trozo de materia -o de espíritu- que conocemos vulgarmente como seso? ¿Qué seríamos, hasta dónde llegaríamos como humanos, si fuésemos capaces de invertir los porcentajes?

Ya digo. Habéis entrado hoy en derroteros de nostalgia, en recordatorios de muertes, en memorias de hijos que fuimos un día. Y no me he podido sustraer a ese influjo.

Prometo enmienda!


Mariano Estrada -

Querido Pablo Huarte:

Ahora, gracias a las facilidades de la informática, estás en dos sitios a la vez, como San Martín de Porres. Por cierto, siempre que sale este nombre a relucir, yo me acuerdo indefectiblemente de la famosa película “Fray escoba” y, por supuesto, de la visita que nos hizo en su día René Muñoz y su intervención en el teatro del Colegio. La memoria retiene con nitidez las cosas que de algún modo, en alguna etapa de nuestra vida, hemos considerado importantes.

Como importante es la muerte.

Querido Pablo: con tu hermoso relato, nos has aproximado a dos momentos importantes (tal vez trascendentales) en tu vida que, sin embargo, se relacionan directamente con la muerte. A mí me ha gustado que los hayas querido compartir con nosotros y te doy las gracias por ello. De la del P. Eulalio, no sabía nada. La de Antonio Uría ha sido muy comentada en este foro, ya que algunos compañeros estuvieron presentes en su entierro y de ello se derivó mucho dolor. Pero los detalles que tú nos cuentas son pequeñas joyas de la intimidad, la de ellos y la tuya. Tres personas que, a lo largo de los años, han permanecido en nuestra memoria como merecedoras indiscutibles de nuestra admiración y de nuestro respeto.

En la entrada anterior, y en homenaje a nuestras madres (la mía ya muerta) y en respuesta a las enternecedoras cartas de Oscar en aquella etapa lejana de nuestra vida, dejaba dos poemas del libro “Hojas lentas de Otoño”. En homenaje a estos dos hombres buenos que fueron importantes en nuestra formación y, por tanto, en nuestra vida; que se fueron de ella, no obstante, sin que muchos tuviéramos ocasión de despedirles y de darles humildemente las gracias. En homenaje a estos hombres, digo, dejo aquí un poema profundamente sentido que escribí, como los otros, a la muerte de mi madre.

Sé que la muerte es personal, como el dolor, pero yo quiero pensar que quien siente en el alma una muerte, está sintiendo la muerte, que incluye a todas las muertes.

Un abrazo, querido Pablo
Mariano

MEMENTOS

Los altos cirios, las coronas
nimbadas de los ángeles,
las músicas de Bach y Palestrina,
los trémulos solozos, la oración,
el negro catafalco...

Van cayendo las hojas
sobre el barro vencido del crepúsculo,
en tanto que el dolor,
entrecortado y lento,
responde a un interludio de campanas
gravitadas en muerte.

Los mementos se agolpan en los labios
callados de la piedra, y en el polvo
desnudo de esta carne última
que huye de la luz
por torrenteras de ceniza.

El grillo de las hojas adelgaza
los cantos gregorianos
y el hisopo rocía los barnices
asépticos que cubren la memoria...

Confines del otoño. "Requiem
aeternam dona eis, Domine".
La cruz, el mármol, los inciensos...
Misereres de amor, sobrepellices
de cera derretida, llantos, penas,
crisantemos de luz y de granito...

Como gotas de paz,
como estertores ácidos de lluvia,
van cayendo las hojas del dolor,
las de la savia interferida,
las que miran el barro desde un
velo de luz desesperada.

Mariano Estrada
Del libro “Hojas lentas de otoño”

Máximo Olóriz -

Padre Huarte, después de escribir lo anterior he leído tu conmovedora carta y reconozco que me he emocionado algo más que un poco. Supongo que eso es lo que tú buscabas.
Espero que tus sobrinos sepan de ese autobús que se está organizando por aquí para ir a León. ¿Lo dirigirás tú, como solías hacerlo por los primeros años 60?

Máximo Olóriz -

Germán, es una alegría darte la bienvenido al blogg, no sólo por el reencuentro personal después de tanto tiempo (ya hace al menos diez años de aquel paseo por los bosques navarros, y de aquella comida con Angel Torrellas, ya algo enfermo), sino también porque necesitamos buenos músicos para la conmemoración. ¿Qué mejor cosa que un Torrellas nos dirigiera de nuevo en el santuario?
Revisa el repertorio y haz las sugerencias que creas convenientes. Hace varias semanas sugerí tres nombres para que uno de ellos, o los tres, dirigieran a los chicos del coro. Aún quedan por dar señales de vida José Luis y Baldomero, aunque intuyo que no tardarán mucho en hacerlo. También andarán por ahí Joaquín y Alfonso Huarte, sobrinos del Padre Huarte y ambos con experiencia en el campo de la dirección coral. Alfonso dirigió durante varios años al Orfeón Pamplonés.

Pablo Huarte -

(Veo que este comentario que lo quería introducir en el ríncón donde aparece Oscar Fernández Hidalgo, no me es posible hacerlo. Tampoco está fuera de sitio que lo coloque aquí, debajo de esas fotos de los novicios)

Y lo escribo tal cual lo había pensado.

Desde hace unos días estoy deseando introducirme nuevamente en el blog con el fin de haceros partícipes de unos bellos recuerdos que viví intensamente en mi vida, pero me pasaba como a Isidro Cicero (persona muy recordada y admirada por sus cualidades humanas y por sus artículos literarios bellamente estructurados de cuando pasó por La Virgen del Camino), que no encontraba el lugar adecuado para introducirlos.

Pero al haber aparecido en el Blog Oscar Fernández fotografiado con los hermanos cortés y con Trapiello y Enrique Muñiz (¡qué bien lo estáis haciendo, amigos!), y tras leer las cartas que desde La Virgen del Camino Oscar enviaba a su madre; me he dicho para mí: "Aquí es donde estos recuerdos pueden encajar perfectamente" (Josemari, si puedes, pasámelos a su sitio).

Si no estoy completamente equivocado, este Oscar Fernández es un gran médico que se encuentra ejerciendo en la Clínica Universitaria de Pamplona y al que he tenido la suerte de saludar en alguna ocasión.

A través de los párrafos de sus cartas que publicáis en el blog, todo le parecía bien en el colegio. Hasta (oh qué tiempos tan extraños), el no ir en navidad a disfrutar con la familia de unas fiestas tan entrañables.

Antes de describir esos recuerdos (dos especialmente)
que no puedo olvidar, quiero agradecer a todos los que colaboráis de forma tan acertada para que este artilugio como lo llama alguien, iniciado por José Mª Cortés, esté teniendo una acogida tan espectacular. ¡Ya casi 100.000 visitas...!
Y aunque tendría que citar infinidad de nombres, voy a destacar a dos especialmente: Javier del Vigo Palencia (chaval, no sabes cómo saboreo tus escritos y cuánto bien me están haciendo) y Mariano Estrada )lo que he expresado a Javier te lo digo a ti también).

Espero y confío que en Septiembre todo esto va a incrementarse hasta no sé dónde. Yo estoy animando a todos los que puedo para que acudan a León. Hasta mis sobrinos que pasaron por La Vrgen aparecerán.

Y en este momento me parecía necesario y oportuno el no continuar escribiendo. Nunca me gustó ser "paliza". Pero como he dicho anteriormente que iba a haceros partícipes de dos recuerdos míos porque sois mis amigos, he de continuar. Pero os digo una cosa: Por favor, leed el comentario hasta el final. Falta lo mejor.

Mirad: he leído en varios rincones del blog, comentarios de las personas que conocimos y ya nos han abandonado y, por supuesto, físicamente no podrán estar en La Virgen el 13 de Octubre.

De dos de ellos os voy a contar cómo fue su despedida y a la cual yo asistí personalmente. Estoy hablando de los PP. Eulalio y Antonio Uría.

Dos despedidas, sobre todo la del P. Antonio Uría, que me impactaron y hasta, creo, me marcaron.

El P. Eulalio, prior tantos años en la Virgen del Camino, a quien respetábamos y casi casi temíamos, una vez que se le declaró una grave enfermedad y no podía continuar de capellán en las monjas dominicas de Medina del Campo, pidió ir a Palencia para que se le atendiera adecuadamente. Yo me encontraba entonces en Palencia Y pude ver a un P. Eulalio en debilidad pero con un corazón inmenso que agradecía cualquier detalle por pequeño que fuera. Y hay que tener en cuenta que los últimos meses de su vida lo0s pasó postrado en la cama, necesitando todas las ayudas del mundo. Un día, cuando una nueva aurora se acercaba, rompió a llorar como un niño. Estábamos con él el médico que le atendía y un servidor. Y prorumpió en estas palabras: "Pero si siempre he sido un hombre de fe y ahora mismo no creo en nada, no veo nada". Fue el doctor quien le dijo: "Padre, le está ocurriendo lo mismo que le ocurrió a Jesús en la cruz, cuando pronunció aquellas palabras: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Os puedo asegurar que su muerte fue muy tranquila. (Por supuesto, le cantamos la SALVE).

Pero, ahora, viene lo mejor: el final de vuestro joven profesor y organista que colaboraba con la escolanía. Yo me acababa de estrenar como director de la Escuela Menor.(El P. Pedro había sido nombrado Maestro de Novicios y el P. Cura había pasado a la Escuela Mayor). Ya se encontraban en el colegio quienes habían cursado estudios en años anteriores y faltaban por llegar los de primero. Llegaban el domingo, 2 de Octubre. El sábado por la tarde, anterior al día 2, fui a visitar al P. Antonio Uría, que se encontraba muy malito. Después de haber charlado a solas un rato con él, aparecieron dos doctores. Yo, evidentemente, salí de la habitación. Me quedé en el pasillo esperando. Tras unos momentos, aparecieron los doctores con cara de mucha preocupación. Me atreví a preguntarles: "¿Cómo se encuentra?". Respuesta: "muy mal; le queda muy poquito de vida. Tal vez no pase de mañana". Quedé desolado pero tuve la fuerza necesaria para entrar, tratando de transmitir serenidad. Cuando me vio, dijo: "¿Que han dicho los médicos?" Intenté decirle algo que no reflejara toda la verdad, pero él me cortó y pronunció estas palabras. "Mira, Pablo: si los médicos te hubieran dicho que me voy a morir esta noche, me darías la mayor alegría de mi vida" Y haciendo de tripas corazón, tuve valor para decirle: "Mira, Uría: los médicos han dicho que sí, que te puedes morir esta noche" Levantó la mirada hacia el infinito y yo, destrozado, pero conocedor de que le había dado la mayor alegría de su vida, me marché para hablar con el P. Eulalio, prior por aquel entonces.

El P. Antonio Uría fallecíó a las once de la mañana del día siguiente, domingo, hora en la que tuviera que haber tocado el órgano acompañando a al escolanía que dirigía el P. Torrellas.

Pablo Huarte, O.P.

Nota: A los novicios que aparecen en las fotos de arriba y que estuvieron conmigo en el prenoviciado de Palencia, un abrazo muy cariñoso.

Mariano Estrada -

Recuerdos de un rapacín

Querido Oscar:

Ya tenía ganas de echarte un ojo encima, hombre. Mira que sois gente en la foto. Pues nada, yo sólo tengo ojos para ti. Y es que a los demás los veo, casi, con la frecuencia de mis escritos.

Tus cartas conservan el encanto de la época. Como ha dicho Santiago Gil, se parecen a las que escribía yo. Y es normal, nos levantábamos a la misma hora, íbamos a los mismos lugares, comíamos la misma comida… ¿Qué otra cosa les ibas a decir a tus padres?

…Hoy es jueves, hace bueno, hemos ido de campo a un pueblo que se llama Quintana…El sábado nos pusieron una película que se titula “La túnica sagrada”. Me lo paso bien en el cine, bueno, es un teatro, pero nos ponen allí las películas, el mes pasado nos pusieron algunas de Kid Carson…

…Los compañeros son muy buenos conmigo, hay uno que se llama Oscarín que le escribe a su madre unas cartas preciosas, él es delgadito y no se le nota mucho, hasta que le conoces, luego te abre el corazón y ya no se le cierra, tiene el corazón siempre abierto y se le ve lo grande que es, también es inteligente, lleva bien los estudios, le cuesta un poco el latín, pero se queda por las noches en lugar de ir de juerga, como nosotros, al barrio húmedo…Es una de las mejores personas que he conocido en mi vida, que es corta, porque yo soy aún pequeño, pero me doy cuenta bien de las cosas…

Querido Oscar: no sabes cómo me alegro de esas cartas. Me han acercado al niño que fui, y que soy aún en parte. Y me han acercado a ti, que eras un niño como yo, y me has acercado a mi familia, a la que le decía las mismas cosas que tú. Con el mismo cariño. Con el mismo amor, que era inmenso, tanto que Alguna vez se deshizo en lágrimas inconsolables. Y el aislamiento no hacía otra cosa que acrecentarlo. Yo creo que nunca quise tanto a mis padres como cuando estuve allí, privado de ellos, pero muy bien acompañado por ti y por todos los compañeros que sentían como nosotros y con los que ahora nos vamos a encontrar.

Te prodigas poco, Oscar, ya te lo he dicho más de una vez. Deberías hacerlo más, porque sabes tocarnos las teclas. Gracias a ti, he vuelto a ver a mi madre en unos momentos en los que, por ser yo niño, ella era joven. Y guapa. Y buena. La mejor madre del mundo. Espero que estés de acuerdo, porque era exactamente igual que la tuya ¿Seremos, pues, hermanos? ¡Sí! Somos hermanos.

Un enorme abrazo
Mariano

Posdata:

Querido Oscar: ese amor a la madre, que todos sentimos más o menos igual, en mi caso quedó plasmado en un libro, tras su muerte. Te dejo aquí dos poemas del mismo. Y espero que yo también pueda removerte las entrañas un poco. A ti y a todos.


TE DIGO AMOR

Te digo amor
y estoy diciendo otoño:
ocaso, lluvias, árboles desnudos...

Y no me pesa el labio por decir
amor y estar diciendo muerte.

Amor y muerte, sí,
pues digo consunción
y surge un crisantemo.

Y digo oscuridad o noche
y estoy diciendo luz de madrugada...

Te digo amor, te digo tierra,
y acaso estoy diciendo
eternidad o lirio.


EL REFLEJO

Retomo la niñez
para subir al caudaloso
planisferio de la inocencia
-lugar donde la noche es un regazo
en que se ahorma el día-,
y allí se me abre el cáliz del amor,
su innumerable espora o
el alba incontenible de los sueños.

Sobre las losas de pizarra,
el alma reproduce
esta visión del patio:
escaños, abalorios, tizas...,
cosas que inundan el perfil
borroso de una gran rayuela.

Detrás, en las profundas
alcobas de la casa,
la leña del hogar, el dulce
aditamento de la risa,
la pátina del beso, la amorosa
caricia de una extensa madre...

¿Madre?
¿Quién habita la casa sino el pálido
reflejo de una triste luna?

Mariano Estrada
Del libro “Hojas lentas de otoño”


Santiago Gil de Egea -

Hola Buenas:
Yo creo que las cartas nos las dictaban, porque las mías eran muy parecidas en contenido y en fechas.
Es Broma. Saludos.
Santiago