ANÉCDOTAS CONVENTUALES
"No hagas reir a unos haciendo llorar a otros". Así escribía el P. Jaime R. Lebrato en alguna parte de su libro ANECDOTAS CONVENTUALES, libro al que hace referencia en la contestación que me envía sobre los comentarios escritos en el blog a raiz de su carta a Isidro Cícero del pasado 1 de diciembre (Noticia del Blog de fecha 7 de Mayo 2010).
Aquí os dejo la contestación de nuestro querido e ilustre Dominico de Pardesivil, siempre tieso como una vara, a quien envío un abrazo de parte de todos.
Feliz fin de semana, compañeros..
Antiguos alumnos. Encuentro 61/67. 1 mayo 2010
Tenía que ser de piedra para no sentir ninguna reacción en mi corazón y en mi mente al leer los textos que han aparecido después de mi “Carta a Cicero”. No. No soy impasible. Por ello, escribo unas líneas. No quieren ser ni de adulación ni de refutación. Es un simple acto de presencia para que sepáis, los que habéis escrito, que he leído vuestros textos, me han agradado, quiero ser agradecido y compartir algunas reacciones.
A Luis Heredia: Cierto, me siento orgulloso de mis alumnos. Y mucho. Y me siento contento de que por mi carta a Cicero, tengas largas páginas escritas por Cicero, a quien pedías “Isidro, por favor, escríbenos algo, aunque sea ABCD”.
A Antonio Argüeso: No recuerdo lo de las máquinas de escribir Remington. Por ello no recuerdo dónde las busqué y las encontré. No recuerdo que yo fuera tan riguroso en la presentación de originales escritos a máquina, que por una palabra mal escrita os exigía repetir toda la página…Perdona, hijo, las rabietas que te hice pasar…
A Benjamín Díaz: Sí sé, y sí recuerdo que yo soy el autor del libro “Periodismo de Trinchera.” Lo editó la Editorial Everest en 1966, hoy una editorial de fama internacional. No recuerdo que se hubiera hecho presentación oficial del libro, ni que se hubiera dado un “vino español” y yo bebiera un “zumo de tomate con el Veterinario de León”. La historia no la podemos borrar. ¿Dónde se hizo la presentación? Y ¿Qué hacías tu allí?
Cicero ya es otra cosa. Sabes traer tantas y tales cosas y contárnoslas de un modo tan realista y existencial que provocas, en quien las lee, tema de conversación que duraría toda una jornada de diálogo o la escritura de un montón de folios. Tengo que contenerme. Hablamos de dos temas:
Uno sigue siendo lo del Premio en el Teatro Campoamor de Oviedo. Ya no recordaba que el viaje lo hicimos un fraile dominico y su alumno Cicero y un padre jesuita con un alumno suyo. Y que tanto el alumno jesuita como el dominico iban a recoger el mismo (¿?) premio, en el mismo Teatro Campoamor y el mismo acto. ¿Hasta ese punto los dominicos y los jesuitas siguen siendo semejantes, coincidentes y “amigos”?.
Dices que yo fui hablando con el Jesuita todo el viaje. No me extraña. Si quien se sienta a mi lado es comunicativo yo me encuentro en mi salsa y me resulta una delicia hablar, preguntar, cambiar impresiones. Fíjate, entonces, si ese que se sienta a mi lado es también un religioso, un sacerdote, un jesuita y tiene ganas de hablar como yo… Sin duda que, entre otras cosas, le conté la anécdota que figura en mi libro de “Anécdotas Conventuales” en la página 50. Me la había contado a mí un jesuita en un viaje en tren de León a Burgos el año 1955. ¿Yo fui vestido de habito o de seglar?. Si yo estaba allí de hábito no me extraña que Marisol no me diera un beso en público. Sólo a ti.
Y tu ¿de qué hablaste con el colegial de los jesuitas?. ¿Recuerdas?. También me viene la curiosidad (será por la falta de memoria) de saber si te dieron a ti el primer premio o al jesuita; si el premio fue un diploma, dinero, una copa, un libro o qué? Yo no recuerdo. Si te relacionas con José Ignacio Manso, no dejes de darle mis recuerdos. Y ¿porqué llevamos con nosotros a Manso?. Yo lo quería mucho también porque su padre me mandaba el “Diario de Burgos” cuando publicaban algún artículo mío servido por la Agencia Logos.
Otro tema. Algo de Roma. Estuve en Roma 22 años. De ellos, 15 en la Curia Generalicia (Santa Sabina) como director del Boletín Internacional “IDI” (1980-1995). Labor periodística. Esa labor periodística me puso en contacto con la Orden, pero lo aproveché también para frecuentar la “Sala de prensa del Vaticano”. Hasta tuve mi “Tessera” o Carnet de periodista acreditado ante la Santa Sede. Calcula qué puerta tenía abierta. Allí conocí, por ejemplo a Juan Arias, ya famoso corresponsal de “El País”; a Miguel A. Agea, entonces corresponsal del la Agencia EFE y hoy corresponsal de la revista “Ecclesia”; a Paloma Gómez Borrero, hoy corresponsal de la COPE…. Con ella trasmití el “Viacrucis del Papa en el Coliseo el 5 de abril de 1985… Juan Arias me regaló el “Libro del Estilo” de El País. Etc.
En 1995 el Maestro de la Orden me pidió que aceptara ser “Confesor” en la Basílica de Santa María Mayor. Allí estuve 7 años (1995 – 2002). (No en Santa María de la Minerva, como tu dices). Santa María la Mayor es una de las cuatro basílicas mayores del Papa en Roma: Basílica de San Pedro, San Juan de Letrán, Santa María Mayor y San Pablo Extra- muros. Estas basílicas mayores son propiedad del Papa y del Vaticano, aunque están en territorio civil de Estado italiano. Toda basílica Mayor tiene un cardenal, un administrador apostólico, un grupo de canónigos, una comunidad de liturgia y un “Colegio de Confesores”. La misión de los confesores es atender a los penitentes que lleguen a esa Basílica para confesar. En Santa María la Mayor el Colegio de Confesores está formado, desde 1568, por dominicos. A ese Colegio de Confesores me incorporé yo en 1995, pasando a ser “empleado del Vaticano”. Nuestro Colegio estaba formado por 11 dominicos, de 9 naciones distintas y podíamos confesar en 20 lenguas diferentes. Confesábamos cuatro-cinco horas diarias. Teníamos un día libre a la semana.
En aquellos años el promedio de visitantes diarios (fieles y/o turistas) en aquella Basílica era de 9.000 personas diarias. No todas iban confesarse. Pero hay siempre bastantes confesiones. Mira este dato. En un artículo que me publicó una revista italiana, en marzo de 2001, al final del “Año Santo del 2000” decía que los Dominicos de Santa María Mayor habían programado la presencia de varios frailes para atender el trabajo especial de este Jubileo. Además de los 11 confesores ordinarios, hubo otros 25 frailes como confesores “asociados”. El resumen era este: En Santa María la Mayor, “36 confesores, de 18 naciones han confesado en 29 lenguas distintas a 300.000 personas”.
Como amigo y como periodista puedo contarte estas cosas. Pero ni el amigo ni el periodista entra en el confesonario. En el confesonario entra el sacerdote y sale como sacerdote. De lo que pasó allí “no sabe nada”, “no contesta”. Ni de los pecados ni de los nombres de los pecadores. Jamás. Para alguna ilustración de los pecados muy graves, que llevan la excomunión y están reservados al Papa, te remito al Código de Derecho Canónico (cánones 1367; 1370; 1382; 1388; 1378). Tienes que limitar esa “curiositas”
Te estoy escribiendo el día de San Isidro. Si celebras el santo te deseo ¡Muchísimas felicidades!.
No te pido que contestes. Yo sé lo difícil que es (al menos para mí) sacar tiempo para estas cosas de Internet. Me doy por satisfecho con que pases unos minutos alegres leyendo estas líneas. Y yo mismo te adelanto que, a lo mejor, pueden pasar días o meses hasta que yo vuelva a firmar textos en este agradabilísimo areópago.
Saludos cordiales a todos.
Jaime
4 comentarios
santiago rodriguez -
1ªLe pregunta un Jesuita a un Dominico cuales fueron las palabras primeras de Jesús, el O.P. responde: aprovechando que Jesus dormía, José y Maria salieron a hacer algunos recados; Jesus entre tanto se despierta y ve al buey y la mula y dice :he aquí la Compañia de Jesus.
2º Cayo un rayo sobre el convento de Santa Marle "supra minerva" un S.J. se encuentra con un famoso predicador agustino y le dice: el rayo ha atacado a los dominicos y a nosotros que estamos al lado no nos ha tocado "esto es prueba de que Dios esta con nosotros y en contra de ellos. El agustino respondió: no, lo que pasa es que el diablo no va a tirar piedras a su propio tejado
Isidro Cicero -
Yo sé que esto de escribir y de leer tiene siempre mucho de conversación. Lees y, mientras lo haces, hablas contigo mismo sobre las cosas que lees. Y hablas con quien había escrito lo que lees, sin que el que lo escribió se entere. A veces tiene suerte el que lo escribió porque le llega un poco del eco de la conversación que el lector ha tenido consigo mismo, sólo un poco, eso también lo sé bien. Porque lo esencial y lo más profundo de los monólogos interiores de cada lector mientras ha estado hablando con nosotros cuando nos leía y pensaba y sentía lo que le decíamos no nos llegará jamás. Nos pasa a todos. Nos pasa siempre, tiene razón el padre Lebrato. Siempre queda esa frustración, aún después de conversaciones que pueden haber durado toda una jornada de diálogo, después de la escritura y publicación de un montón de folios. A mi me constan las dos.
Pero vayamos al primero de los dos temas de conversación que, aunque lo leí ayer, el autor de Más allá de la Noticia me lo había escrito al parecer el día de San Isidro de este mismo año; justo en el 47, 48, 49 quizá aniversario del hecho que dejé relatado en el primer capítulo de la Vendedora de Globos, repasadlo los que tenéis la suerte de poseer ese libro que, como autor, tanto me mortifica. Y me diréis vosotros: ¿Por qué dices que te mortifica? Pues me mortifica, os respondo, porque un año y un mes después, la edición aún no está agotada, a pesar de su exigüidad, 300 ejemplares, mismo número que sumaron a todo sumar los espartanos defensores del paso de las Termópilas, ver si no la película 300 de Zack Snyder. Ved la película, sí, pero al tiempo, no olvidéis esos hoplitas que le roban espacio a José Mari en su casa, y que estoy convencido, a pesar del marketing inteligente y persistente, ya le huelen y le estorban.
Pero bueno, vayamos a lo del padre Jaime.
Efectivamente, para recoger el premio en el Teatro Campoamor de Oviedo, llegamos a la estación del Norte de Vetusta el dominico Jaime Rodríguez Lebrato y su alumno Cícero, es decir, yo. Y viajamos en compañía de un jesuita de León, desconocido, que acompañaba a su propio alumno, desconocido también y también premiado en el mismo concurso que yo.
Se pregunta el padre Jaime: ¿Hasta ese punto los dominicos y los jesuitas siguen siendo semejantes, coincidentes y amigos?. Yo qué sé. Lo que sé es que cuando entonces no tenían fama precisamente de llevarse bien, ni de haberse llevado bien en el pasado.
Una vez el equipo de fútbol de nuestro colegio, la selección de los más diestros y vigorosos jugadores que teníamos en la paramera, se tuvo que enfrentar al equipo de los Jesuitas de León, lo cual fue vivido con la energía épica con la que suele vivirse este tipo de cosas. No tengo más remedio, bien que me duele, que reconocer la derrota de los nuestros. Aún veo sus caras coloradas y humilladas en la capilla, soportando la filípica del Padre Responsable del Asunto. Les llamó de todo aquel hombre, otros recordarán mejor que yo lo que les llamó. Aún parece que estoy viendo el castigo que les fue infligido por aquella blandez de dejarse ganar por los alumnos de los jesuitas: Durante unos cuantos días, tuvieron que estar nuestros compañeros bajo un sol inclemente machacando ladrillos con mazos de hierro: Dos objetivos tenía el padre Padre Responsable del Asunto para aquel castigo. El primero, de tipo utilitario, era conseguir mediante la reducción a cascajo y polvo rojizo de los ladrillos, material adecuado con el que rellenar la base estructural de una nueva pista deportiva. El segundo para dar tiempo a los perdedores para la reflexión sobre lo indeseables y nefandas que eran las derrotas. Blandengues, creo recordar, era la palabra que más repetía el Padre Responsable del Asunto aunque como digo, otros lo recordarán mejor que yo. Atribuirles blandenguería a los muchachos más fuertes y más físicamente aguerridos de entre nosotros, era injusto, como tantas cosas en esta vida.
No sé si dominicos y jesuitas eran entonces semejantes, coincidentes, amigos, padre Jaime. Pero sí recuerdo anécdotas que ustedes nos contaban para demostrarnos que en la historia lo habían sido pocas veces. Una vez se dijo en la OP y está recogido en los libros: O vos qui cum Jesu itis, ne eatis cum jesuitis. A lo que se replicaba desde las siglas SJ: Si canis cum dominicanis, nos cum Domino canis. Y así, chascarrillos partidistas de este tipo del que está la historia llena. En la cabecera de la comarca de la que yo vengo, en el siglo XVI cuando se fundó el convento San Raimundo de Peñafort de frailes predicadores, sus partidarios hacían rondas por la noche cantando: Que viva la casa de Santo Domingo y muera la casa de Santo Toribio. Lo cual que el asunto acabó en los tribunales santos.
No sé de qué hablarían usted y el jesuita todo el viaje y si lo supe alguna vez, hoy lo tengo olvidado. No recuerdo de qué hablamos el colegial de los jesuitas y yo, aunque me inclino a pensar que poco o nada, porque, tímido por naturaleza, y llevando al lado a un querido compañero de curso, José Ignacio Manso Urbano, supongo que hablaría don éste y no con el desconocido. A lo mejor no, y fuimos conversando los tres. Tengo un vago recuerdo de que en cierto punto alguien nos mostró un pequeño círculo de luz y nos dijo que aquello se llamaba el túnel de la Perruca, aunque esta información quizá proceda de otro viaje y lo tenga yo confundido. ¿Qué si iba de hábito? Pues claro, hombre, pues claro. ¿No se sitúa usted en las fechas de las que estamos hablando?
Sobre si me dieron a mi el primer premio o al (alumno de los) jesuita (s) debo decirle con modestia pero con firmaza que la duda ofende, padre Jaime. Sobre si el premio fue un diploma, dinero, una copa, un libro o qué, la respuesta es que el premio fue una excelente máquina alemana de fotos marca AGFA. Una de las primeras que hubo en el recinto del páramo y desde luego, la primera que hubo en mi pueblo. Con esta máquina quedaron recogidos para la posteridad muchos, muchísimos de los instantes de luz que se produjeron en la paramera. Con esta máquina se hicieron muchas de las fotos de ver fotos/documentos de est@ blog. Esta máquina AGFA, como en la intimidad he contado a algunos antiguosalumnos y antiguosamigos estuvo en mi poder durante muchos años, hasta que un día se la entregué para su viaje de novios a otro amigo de otro tipo de convivencias de mi biografía y él lo tomó como regalo de boda hasta el día de hoy.
Yo no recuerdo, padre Jaime, el por qué de la inestimable compañía de José Ignacio Manso en aquel acontecimiento. El tampoco. Debió de deberse - ahora que cuenta usted lo de Diario de Burgos- a alguna decisión de alto nivel que se tomó en la zona alta del centro. Para mi, desde luego, fue una excelente compañía porque éramos del mismo curso y compartíamos amistad.
Dejo el tema de las Confesiones para comentarlo en otra ocasión. Muy feliz de comunicar con usted, aprovecho la ocasión para saludar a todos y a todas.
Antonio Argüeso -
Me ha encantado y deleitado con su entrada, Padre Lebrato, y sólo espero que lo que dice al final "yo mismo te adelanto que, a lo mejor, pueden pasar...", no se cumpla y pronto nos cuente más cosas. Y ya siento que haya olvidado el origen de las máquinas ¿alguien sabe algo?, que no recuerdo me causaran rabietas. Igual era porque lo de una cuartilla sin errores era cuestión de método.
He leído que José Manuel dice que aprendió a cantar joyas musicales (eso lo dice él). Pitu, ¡menos faroles! ¿tú aprender a cantar? como lo de la siega de Las Caldas ¡menos faroles!. Lo del reparto de ostias (con o sin hache), algunas veces he pensado en ello y llego a la conclusión (personal e intrasferible, evidentemente) de que quienes las distrtibuían eran los menos, y los más inseguros/reprimidos. Prueba de esto último es que a los de aspecto bruto (era mi caso) nunca nos tocaron. Recuerdo una historia que no puedo no contar: un día uno de los más impersonales e inseguros me pilló junto al tristemente desaparecido Justo Robles haciendo no sé qué fechoría. Para quienes no lo hayan conocido, Justo tenía en las manos una fuerza capaz de parar las escaleras metálicas de cualquier Metro o establecimiento madrileño. Como yo, sobre aspecto bruto, era grande, se fue hacia Justo y quiso tirarle de las orejas. Pero justamente Justo tenía otitis, con lo que al acercar el fraile de cara redonda y con gafas su mano a la oreja, Justo le cogió de la muñeca con tal fuerza que si no se la rompió fue de milagro, al tiempo que le decía "¡ni se le ocurra tocarme las orejas!". Yo me temí lo peor, pero como la personalidad del interfecto era lo que era, se quedó lívido (del miedo, claro, y acaso del dolor por el apretón) se dio media vuelta y se fue. En conclusión temporal de la cosa: en la paramera sufrimos el frío del momento, acrecentado por la terrible soledad del alejamiento de la familia. La mayoría de los que por allí andaban (además de nuestra familia, que nos alejó de su núcleo) querían hacer de nosotros, como decían en mi pueblo, "hombres de provecho". ¿Se equivocaron? Algunos (incluida la familia), sin duda. ¿Culpables? en lo que a mí se refiere, lo tengo claro, en absoluto (aunque con ello no insinúe que en mi caso hayan conseguido hacer naca aprovechable). He tenido la ocasión de cruzarme con muchos que han vivido experiencias similares aquende y allende los Pirineos y creo que, la verdad, tuvimos mucha suerte. Hubo un puñado de jovencísimos frailes que dieron más de lo que se hubiera podido humanamente esperar de ellos (me refiero siempre a personas, nunca a sistemas, que esos sí fueron causantes de la atroz situación).
Oye, Luis, comparar montañas nevadas, la internacional... con andaluces de Jaén y/o los cuatro muleros... No sé yo, no sé yo, relativismo, vale, pero como en la paramera nos enseñaron, "dentro de un orden" y no confundamos "libertad con libertinaje" ¿os suena? ¡Ah! y si decides acercarte por Montesclaros entre julio y agosto, igual ando yo por allí. Avisa y no lo visitarás sólo. Acabo de pasar por allí cuatro necesarios días de soledad y sosiego e insisto: pocos lugares hay tan hermosos, tan placenteros como esos parajes, con decirte que ni Casorvida, está dicho todo.
Bueno, y los javieres. Cirauqui, ganas al torrelaveguense Javier en memoria, no te conocía esa genial faceta; espero que la aprovechemos, pues gracias a tus narraciones voy recuperando la tira de cosas. Y al del Vigo, perdona, pero señor no te llamo dado que Arija no es, como sí es Llano, de realengo. Yo era de los que no había vuelto a recordar el encierro en la casa de ejercicios. Cuango salga a pasear (si lo consigo) tendré que hacer esfuerzo de memoria, pero sin propósito de enmienad. Genial, Javier, el relato.
PS/ Creo que viene a cuento y si no, como prueba de que en todas partes se cuecen habas. Al venir aquí a principios de los '70 quise matricularme en la Universidad Libre de Bruselas (ULB). Se llama libre para dejar claro que defiende la libertad de criterio, de enfoque, de análisis, de examen. Estudian mi expediente académico y me deniegan la entrada por haber seguido demasiados cursos de religión católica.... Tuve que ir a la católica de Lovaina e, ironías de la historia, ahora soy catedrático en el Polo de la ULB donde, a pesar del paso del tiempo y de la mezcla de culturas e ideas, se mantiene el relente antireligioso o mejor, anticatólico.
benjamín díaz gutiérrez -