LA SEÑORA CAMARILLA
Ante las noticias y comentarios aparecidos en este Blog durante las semanas pasadas, y sintiéndose aludida, Doña Camarilla, una respetable señora mayor que, pese a esa horrorosa prótesis en forma de baldosa, todavía se conserva de muy bien ver y mejor recordar, se presentó en el domicilio de Julito Correas para relatarle la auténtica versión de los hechos, y sin cobrar.
Lo que a continuación os disponéis a leer es un estracto de la entrevista personal que Doña Camarilla tuvo la gentileza de dictar a Julito Correas.
Gracias, señora.
Hola amigos, soy yo: “camarilla”.
Los que por aquí pasasteis me bautizasteis así y a decir verdad no sé por qué.
Cámara es un órgano Consultivo de la Administración Pública; Cámara es un Directorio de Empresas; Cámara es incluso un objeto que se utiliza para sacar fotografías… pero ninguno de estos oficios me fue encomendado y yo prefiero endosarme en la Cámara Regia, que era antiguamente la sala o pieza fundamental de una casa. Pero como soy pequeñina… me adjetivasteis en diminutivo.
Cuando me construyeron yo era joven, lozana, limpia y guapa… incluso moderna y he vivido siempre rodeada de mis hermanas, unas de izquierdas, otras de derechas y otras de centro. Y a todas se nos encomendó durante muchos años la tarea de ser la “camarilla” de un niño cada año. Aquí llegaron niños que temblaban de frio o de miedo en sus primeros días; aquí lloraban la morriña de su tierra y de su madre; aquí guardaban sus tesoros más secretos; aquí encerraban sus únicos momentos de intimidad; aquí rezaban obligadas plegarias de esperanza infantil; aquí hacían vida de sus sueños; aquí enterraban el cansancio en el sueño reparador de cada día…
¿No he de sentirme orgullosa de las vivencias que encierran mis cuatro paredes?
Y a algunos yo le gustaba tanto, que se esforzaban más de lo común en ponerme guapa: me fregaban el suelo hasta dejarlo impoluto; me dejaban el lavabo y los azulejos relucientes como un espejo; colocaban su maleta estratégicamente en la cajonera (bien cerrada con las cartas de casa y los secretos infantiles de la otra vida); colocaban con mimo su ropa en los dos cajones y alisaban la ropa de cama para que no hubiera pliegues ni arrugas; e incluso adornaban mis paredes en un collage de imágenes, colores y banderines varios entremezclando un Fray Escoba y la Virgen del Camino con equipos de fútbol, que hacían de mi habitáculo un pequeño “hogar”. Sentarse en la cama, cerrar la puerta y dejar volar la imaginación les hacía sentirse como en casa. Y yo me sentía útil y los cobijaba como en el regazo de una madre!
Ahora me veis vieja y destartalada. Las maderas raídas, rotas, decoloradas. La cama inútil… porque hace mucho que los niños dejaron de venir. Un buen día me dejaron sola almacenando polvo y años sin razón aparente. Si miráis al suelo veréis que, como si fuera una prótesis quirúrgica, me añadieron ese espantoso parche blanco por falta de ladrillos originales que se rompieron o se hundieron quizás por el desgaste de muchos pies de mis añorados niños ahora ausentes.
Me extraña vuestra visita, por aquí hace años que no pasa nadie, tan solo estamos atentas a la llegada de la “piqueta”. En breve caerán mis paredes, romperán las maderas en mil pedazos y me reducirán a escombro… quizás no sepan, es más, seguro que no saben, que en este lugar SIEMPRE flotará en el ambiente el aura de los miedos, las risas y los sueños de muchos niños.
Un beso de vuestra amiga : “camarilla”.
19 comentarios
Antonio Úbeda -
Muy bonitos y sentidos los poemas que se han escrito.
Mi pequeña contribución, hecha en versos de cabo roto y copiando los primeros versos de un poema del escritor y periodista Jaime Campmany,
no les llegan a los vuestros a la suela de los zapatos.
Pero dadme tiempo.
Un abrazo para todos
En versos de cabo ró,
Si es que me siento inspirá
Escribiré un homená
A la Camarilla del Có.
La pequeña habitá,
Que nos servía de cobí,
Y en la que solo dormí,
Era muy respetá.
Se limpiaba con mí;
Se hacía bien la cá,
Y así te librá
Del temible cochí.
El Gochu era el cochí
Que el Padre te plantá
En la revisión que hací.
Y aquí ya termí
Con estos versi,
Que en la Camarí,
No se me ocurrí.
BENJAMIN NOVAL GUTIERREZ -
federico esteban monasterio -
Saludos a todos.
JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -
Yo para nada hablaba de tal cosa; yo me refería a que uno puede turbarse o turbarse más que equivale a estar mas turbado, es una cuestión de grado. No me extraña que os echaran del colegio; es posible que incluso oséis, incluso, hablar de condones y marranadas por el estilo.
¡Deus meus, deus meus, ut quid dereliquiste me.
Habráse visto estos jovenzuelos.
Arreepentío, pecadores.
Javier Cirauqui -
Escribía el otro día, mis primeros recuerdos de la camarilla, cuando llegué a la Virgen del Camino y las cosas negativas que en ella encontré: ventana abatible, pero no abrible, tierras rojas, sin árboles, como vistas, etc.
Ahora quiero hablaros de las cosas positivas, comparando con Villava.
En la camarilla la masturbación, gallarda, paja o acto de onanismo
era mucho más íntima en León que en Villava, pues en Villava, los dormitorios eran corridos, (nunca mejor dicho) y a cada lado tenías un compañero vigilante y los roces, movimientos y ruidos eran más audibles y visibles. Aparte que con el otro pasillo sólo nos separaba un armario bajo, que podía convertirse en localidad de palco.
Cuando me confesaba, en vacaciones, con mi tío el cura, siempre me decía que la pureza era como una blanca azucena que si no se cuidaba se marchitaba, pero por más que se empeñaban, en aquella época la azucena nunca estaba marchita.
Algún confesor me comparó con María Magdalena.
Yo creo que tampoco era para tanto.
Un saludo. Javier
joaquin lopez-malla ros -
Reconozco que no hacia esas cochinadas tan ricas en aquella epoca pero menos mal que las camas no tenian somier pues habriamos gozado de grandes sinfonias todas la noches.
Me has dejado mas que turbado masturbadisimo. Kisses for all ximo
El Manco -
Jesús Herrero -
El Manco -
JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -
Mas ¿No es cierto,ángeles de amor,
que en aquella solitaria camarilla
más de un sudor
se nos fue por la esterilla?
Silenciosa testiga fue
de mucho sofocón
que el confesor ve
como merma de vocación.
Al P. Frutos pido absolución
por la polución nocturna
que produce más turbación
de una manera absurda.
Ponte,hijo mio, el Cilicio,
verás como acaba tu suplicio,
acabarán tus poluciones
y quedarás limpio de co..razones.
Dile a tus amigos blogeros
que sean sinceros
y reconozcan sin condición
que también a ellos
les asaltaba una mas turbación.
¡Camarilla, camarilla!
aquella nocturna polución,
¡Qué goce, qué maravilla!
Con o sin vocación.
Jesús Herrero -
Luis Heredia -
Sabía que las paredes, más tarde o más temprano iban a hablar al son de mi llamada.
Esta entrevista merece pasar a los anales de la historia del blog.
¡Qué cantidad de cosas buenas tenemos guardadas en el recuerdo¡ A poco que nos tiren de la lengua, saltamos.
Qué bien nos conocía a todos la Sra. Camarilla.
¡Ah¡ Yo también planchaba como Julito S.
L.A.
¡Chapeau y rabo para ti¡
Julio S. -
El colchón y la tabla en que reposaba no eran un mal sistema de planchado.
Un abrazo
Antonio Argüeso -
Javier Cirauqui -
SONETO A LA CAMARILLA.-
En romance asonantado o en letrilla,/
los versos inspirados no compongo/
y en cuartetos y tercetos los dispongo/
pues poco me parece la quintilla/
al canto de esa alegre maravilla/
que es para todos vosotros, me supongo/
y a vuestra antigua memoria repongo:/
¡la exultante y recordada camarilla¡/
En tan reducido predio templamos,/
miedos, lágrimas, llantos y recuerdos,/
risas y sueños de la edad temprana/
que en esta más madura recordamos/
y unísonos llegamos al acuerdo,/
que fue un camarilla muy cercana./
Le pongo barras para separar los versos, pues soy incapaz de meter en una línea, las once sílabas de cada uno de ellos.
Un Saludo. Javier
Esto ya lo escribo, muy tarde y en casa.
Andrés Martínez Trapiello -
Ahora espera a Javivi, ya veras: Nostalgia, añoranza, hipocondría, morriña...; pero no le hagas caso.
¡Vamos, Joaquín!: ¿Crees que solo meabas (hacer menores) tú en el lavabo?.
Y noches gélidas en el Colegio hubo muchísimas; como consecuencia, ya sabes.
Jesús Herrero -
Pero ya ves, nosotros seguimos más o menos enteros y en cambio la pobre camarilla puede tener los días contados, ¡maldita sea!
Joaquín Urbano -
Pedro López Llorente -