BALDOMERO ESTABA EN EL AJO (por Isidro Cícero)
Baldomero estaba en el ajo.
He leído dos veces el sentido texto de Baldomero López Carrera, que en aquella edad en la que éramos aprendices, se ejercitó como peón albañil de Domingo Iturgáiz, el artista de los mosaicos que acaba de desaparecer.
Le ayudó con el carretillo y las manos, entrenando y aquilatando habilidades saludables –sólo hay que ver al muchacho en la fotografía- echando el cemento y reforzando la obra con las oportunas varillas de hierro. También hizo peonadas poniendo piedras. Esas piedras que ahora forman figuras eucarísticas, marianas, angélicas, dominicas.
Y también cortó los cristales para las vidrieras que, un poco aquí, un poco allí, transfiguran los ambientes más solemnes.
Baldomero llama a su maestro de obra “Domingo del alma”. Eso a mí me da envidia y me causa un respeto imponente. Baldomero aprendió muchas destrezas allí, ejercitando sus polivalentes potencialidades: tan pronto le veías solista en el coro entonando una plegaria lenta y bien templada, como le veías ensebando una pelota en aquellos privativos rincones detrás de las aulas. Como también le veías acordando algún buen consejo a compañeros más jóvenes, como fue en ocasiones mi caso.
Baldomero y Pablo Javier, al estar junto a Iturgáiz, conocieron los mosaicos por dentro. En profundidad y mejor que nadie. Estaban en el ajo de la obra, eso nadie se lo va a quitar. El artista es una cosa y los que contemplamos el arte somos otra. A un lado y otro de la obra, entre el artista y el que contempla su obra se establece un diálogo de placer, de admiración, de interrogación, de interpretación. Cuando el artista es un maestro, y Domingo Iturgáiz lo fue, ese dialogo con el observador –por poco espabilado y sensitivo que este sea- conmueve e interroga.
Pero a veces, entre el artista que crea y el observador que disfruta, hay demiurgos que ayudaron a realizar el milagro creativo o se ponen de tu lado y te ayudan a ti a interpretar los elementos o el conjunto para que tu disfrute sea más intenso. Baldomero, que estuvo al lado del creador, ahora puede ponerse junto a nosotros no solo a contarnos su experiencia, sino sobre todo a ayudarnos a gozar de ese arte.
Con Domingo Iturgáiz Ciriza yo nunca traté. Durante las larguísimas vivencias allí, de cuando en cuando pasabas por un sitio por el que habías pasado siempre, y de repente lo hallabas transformado. De la noche a la mañana aparecía allí por sorpresa una nueva estampa construida poéticamente con piedrecitas de colores y trozos de mármoles. Era una virgen, un ángel, un fraile predicador, un cristo, un apóstol más. Nada nuevo. Lo nuevo era el continente, unas piedrecitas sabiamente colocadas, narrando una historia que, aunque vieja y sabida, sabía el fraile navarro relatar de otra manera muy diferente.
Cada mosaico para mí era una sorpresa cuando brotaba inesperadamente en cualquier rincón. Sobrios, los frailes no inauguraban estas piezas, las daban por supuestas, no hacían presentaciones oficiales ni reuniones alrededor para brindar un aplauso al artista.
Para Baldomero supongo que la aparición de un mosaico no encerraba ninguna sorpresa, porque presenció y colaboró en la meticulosa disposición de cada tesela como si al poeta alguien le ayudara a disponer sobre el papel la luminosa presencia de cada fonema. Estaría en el ajo del conjunto, nadie como él lo conocería desde dentro, desde la hechura.
Yo le di un abrazo a Domingo Iturgáiz aquella tarde que estuvimos en la Virgen del Camino con motivo de la presentación del libro de Mariano Estrada. Le pregunté: “¿Y qué tal está?” “Muy mal, muy mal”, me contestó. Yo le di un abrazo.
Nunca se me han ido de la cabeza los colores café con leche en varios tonos de aquel enorme retablo en el que Domingo colocó una vez más los doce hombre de la fachada del Santuario, pero esta vez simbolizándolos mediante copas.
Durante tantas horas de examen de conciencia presencial delante de él, siempre se me iban los ojos a la copa 0de Judas Iscariote caída, derramada y arrinconada en la esquina inferior de la parte izquierda. Qué manera tan sugestiva de comenzar una historia. Y qué manera más suave, más humilde y más mansa de participar en la construcción de una obra maravillosa junto al equipo creativo de Francisco Coello.
Isidro Cicero
19 comentarios
Isidro Cicero -
Javier Cirauqui -
En el primer viaje es cuando más hablamos y recordó la época constructora de la Paramera. En el segundo también hablo largo, aunque estaba muy fastidiado. Estaba recientemente operado y con bastón y tuvo la mala suerte de volverse a caer en la ducha.
Dijo haber sido llamado por el Padre Provincial de entonces y recordaba que cuando llegaron, vivieron con otros frailes y Coello en una casa de la Virgen del Camino y las conversaciones con él y la elección de la iconografía para sus mosaicos y vidrieras.
Decía que fueron momentos entusiastas y duros, con las botas de goma y el buzo, conduciendo el carretillo y eligiendo y transportando el material. Lleno de humedad, subido a los andamios en posturas inverosímiles, cargando y descargando grandes pesos, por lo que, según él todos estos trabajos, le estaban pasando facturas en forma de reumas y en sus espaldas y caderas.
Recordó sus viajes en moto, y según entendí hizo varios largos viajes en ella y sino me equivoco llego hasta Pamplona y Madrid.
Estuvo contemplando la nueva ubicación de los ángeles músicos y le pareció muy adecuada. Nos dijo que fueron unos momentos duros pero entusiastas.
Lo vi mirando sus mosaicos en las dos capillas y explicando a la gente su obra orgullosos y satisfecho.
Después vino el encargo de las vidrieras del camerino y del tesoro, que visitó el día del funeral de Fray Curro en el Santuario y las de la Casa de Ejercicios.
Siguió adornando las paredes del Colegio y se ayudó de alumnos y hablaba con satisfacción de aquellos años, en que impartió clases de Historia del Arte y dibujo en el Colegio de la Virgen del Camino.
Comentó, como primero realizó la capilla de la Escuela Menor y posteriormente la de la Escuela Mayor y sobre la simbología de las copas y el viacrucis de Lapayese.
Hablo de que ahora se encontraba un poco desanimado, enfermo y poco comprendido como desplazado en su ubicación de Villava, pues echaba de menos todas sus actividades anteriores. A raíz de esto enumeró todos sus trabajos y sus colaboraciones con Fray Curro, además de todos los estudios que realizó en Roma, Paris y otros muchos lugares, Para ello os remito a la biografía que Josemari insertó en este blog en el anuncio de su muerte). Citó sus doctorados de Historia del Arte Cristiano y Arqueología cristiana, sus viajes y obras por Europa y América y un montón de estudios y trabajos de investigación. Me llamó la atención la presencia a unos cursos, no sé si en Paris o en Roma, donde citaba al P. Chenu y otros, sobre ecumenismo, lo cual me parece estar relacionados con el Santuario, supongo que antes de comenzar las obras.
En estos momentos me di cuenta de la enorme sabiduría de Domingo y lo importante de su obra artística y de pensamiento. Desde luego que los mosaicos, vidrieras del P. Iturgaiz son magníficas obras de arte de un sabio y artista humanista, plenas de intención, inspiración y conocimiento.
Todo esto está escrito a vuela pluma y a la ligera, e intentaré en otro momento concretar un poco más, si encuentro los apuntes que hice en aquellas fechas.
Un saludo.Javier
Vibot -
Y después merendábamos y tertuliábamos. Schubertiade llamaron los amigos de Schubert a estas reuniones en las que también se representaban pequeñas obras de teatro escritas por alguno de los asistentes -hay grabados que lo atestiguan- y se bailaba.
Es posible que en la primera semana de Abril celebremos una de estas schubertiades en mi casa, ¿si te animas?
Una cosa muy incitante de los lieder es que, al tener texto, puedes confeccionar programas temáticos: de amor, satíricos, de la naturaleza, de los árboles, de las flores, sobre las rosas en particular u otras flores emblemáticas, canciones de cabaret saliéndonos un poco de los lieder... En esta ocasión, si todo cuadra, estará dedicada al Ruiseñor, sobre el que hay piezas maravillosas en varios idiomas. Ya hicimos otras dedicadas al mismo alternándo las piezas con cantos de ruiseñor grabados.
Muchísimas veces, los textos son de grandes poetas (Shakespeare, Heine, Schiller, Goethe...).
No podía dormir hoy y me he enrrollado, te encontraré ese lied. Besos.
Luis Carrizo -
Vibot -
Por favor, mándamela, me encantará volver a ver a mis amigos.
A cambio déjame que piense en un lied que te dé la vuelta como a un calcetín, tiene que haberlo. Y tú de insensible y poco perceptivo tienes tirando a nada, según yo te recuerdo. Besos. Pero dame una pista de qué músicas clásicas te gustan.
Luis Carrizo -
Mutación:
Tengo anotados los enlaces que propones más arriba para oír la música que nos aconsejas. Si tú la encuentras sublime, seguro que lo es. Esto te lo digo para que veas que tus palabras no han caído en tierra estéril. Donde creo que ya no podré seguirte es en apreciar la belleza de los lieder. He conseguido aceptar el amargor de la cerveza; he sido capaz de acostumbrarme a la tónica; he superado las toses suficientes para saber apreciar el tabaco (ahora ya me he quitao), pero JAMÁS he sido capaz de encontrarle la belleza a un lied. JAMÁS. Ni me atrevo a pedirte que me señales uno por miedo a experimentar la misma falta de sensaciones.
Vibot -
Por cierto, Baldo, aunque nadie te lo dice, ¡qué guapo estás en esa foto de las katiuskas y la bata azulona, supongo- de peón de taller! Sí, cuéntanos más de todo aquello, por favor. Y sal a defender al Joako, que nos lo atacan un poco más arriba Olano e Iturriaga. Ellos no saben que en el 76, estando yo contigo allá en la Virgen redimiendo nuestra traición al dirigir la Escolanía, formamos con Vicente Suárez Álvarez, vestido de soldado, aquel famoso trío Joaquín Hernández y grabamos a capella sus Himnos del Nuevo Testamento. Ya queda bien probado lo perezoso que eres para algunas cosas: aún espero una copia de aquellas grabaciones, sobre todo de aquella de las risas, tan juvenil, genial y divertida. ¿la tendré alguna vez? Se´que sí, pero ¡cuándo!
Luis Carrizo -
Isidro Cicero -
Por otra parte, uno de los personajes que aparecen en el poema de Cirauqui "Los ángeles con trompetas", publicado más arriba, me inspiró esta oración a él que os ofrezco por si alguno se ania a rezarla conmigo:
Valentín de Berriochoa
pariente de Urdangarín
mira que tiene cojones
lo que pasa por aquí.
isidro cicero -
Vibot -
Palencia como el voila francés), velay un muy sabroso trozo de turrón filosófico -del duro-. Pero no para "roncharlo" (vengo muy palentino hoy) apresuradamente. Sino para chuparlo embelesadamente hasta que se deshagan en la boca, y en nuestro corazón, su estela de sabores y argumentos.
Realidad ideal.
Realidad y deseo.
La pura -ut puta-
realidad.
¡Pitu, Fernando Box... auxilio!
Isidro Cicero -
Como muy bien dice Pedro Sánchez no deberían ocurrir cosas tan serias como la muerte para que salgan a la palestra los que saben y cuenten cosas tan interesantes como ésta que nos ha contado ahora Baldomero.
Incluso más interesantes. Siempre lo he pensado: Aquello es una cebolla colectiva; a pesar del desenvolvimiento concienzudo que hemos hecho en el blog, tengo la convicción de que el centro del bulbo permanece intacto.
Sabemos ahora dónde estaba el taller, junto a la cochera; que Domingo tenía otros aprendices ayudantes como Varona y Pablo Javier y que había diálogos a la hora de la realización de la obra. Algunos, medio catequísticos, pero habría más.
Seguro que hubo más historia, más intrahistoria como le gusta decir a mi amigo Manolo. Son parte del retablo hasta los andamios que tuvieron que poner para colocar las grandes piezas del opus musivum en su lugar definitivo. Y otra faceta de la historia del retablo fue el momento de retirar los andamios, cuando el maestro y sus ayudantes contemplaron juntos por primera vez el resultado; antes de la inauguración, si es que hubo inauguración. ¿La hubo?
¿Qué se dijeron en aquel momento el maestro y sus ayudantes al retirar los andamios y ver por primera vez este cristo joven con ojos negros de mirada misericordiosa, como dice Vibot?
¿Brindaron con prieto picudo a la salud del maestro? ¿Le dijeron que había hecho una obra grande para nosotros? ¿Le desearon suerte para su próxima obra?
Una de las últimas secuencias del Decamerón de Pasolini, aquella en la que el maestro y sus ayudantes acaban en Florencia el fresco de un retablo dedicado a una virgen que en los sueños ideales del artista tenía el rostro bellísimo e irrealizable de Sivana Mangano, los ayudantes hicieron todas esas cosas por las que pregunto. Y no iban a ser menos los aprendices de León que los de Florencia.
Aquellos adolescentes italianos brindaron con vino toscano y no creo yo que sea mejor que el picudo. Este vino es una panacea y dichoso es quien lo mea, cantaron según Pasolini.
No sé si recuerdan los ayudantes de Domingo los comentarios del maestro al terminar la obra. Si quedó satisfecho, si le encontró a faltar algo o algo a sobrar. Si hizo algún juicio valorativo, si manifestó complacencia o inquietud respecto al grado de adecuación entre la realidad física del resultado y la realidad ideal que él tenía en la mente y en el sueño. Realidad ideal, fíjate que cosas digo.
Pienso esto porque en la circunstancia descrita, el pintor del fresco de Pasolini, aparte de su satisfacción externa, reconoció su decepción íntima: ¿Por qué llevar a la realidad una obra cuando es mucho más bello soñarla?
Vibot -
Entre los intersticios de sus dulces teselas hay tanta música del corazón, tantos cantos nuestros a dos voces o más, de aquel Cantemos con la caligrafía de Torrellas,
tantos fragmentos dormidos de las "Harmonies Paroissiales", de los "Cantos íntimos" de las "Horas místicas" resbalando sin fin sobre aquel sosegado retablo de la copa de Judas, sí, pero sobre todo de aquel Salvador joven con ojos negros de mirada misericordiosa que recibía siempre nuestras más dolorosas confidencias, nuestras alegrías más secretas y nuestras esperanzas y parecía ofrecernos, inundado por aquel haz de luz en que flotaba, un consuelo imposible de encontrar.
Siempre me pareció más melancólico que el azulado y celestial de la escuela menor, pero ahora encuentro en esas copas de líneas rectas todas distintas, tan genuina y candorosamente cincuenteras ya, y en esas llamas del Espíritu Santo alguna como la que se funde en las manos de la Virgen ascendente de la fachada de Subirachs, en admirativo homenaje al maestro- encuentro que parte de la sangre de mis ilusiones se quedó allí prendida, rebosa de esas copas para siempre: I-tur-gáiz, no olvidaremos nunca esas sílabas mágicas de aquel nombre querido bajo cuyos mosaicos sentimos tantas cosas por primera vez: los sueños misioneros, la vocación de músicos, de poetas, de predicadores, de luchadores por la justicia y la belleza
Y ahora me viene, al mirar el mosaico de los ángeles músicos, un olor de mistela y de humildes turrones de aquellas navidades del 63 y el sortilegio de las peladillas y los polvorones que bajo aquel mosaico tuyo, Domingo, celebramos sin familia, pero abrazándonos por una sola vez por todo el año como si la tuviéramos, en aquel abrazo público y ritual de la fiesta de los compañeros.
Tú que todo lo ves ya desde tu cielo, dinos donde se encuentra ahora aquel mosaico de tu fuentecilla del pulpo, porque nos han robado una de tus más alegres regalos, donde tanto bebimos entre risas. ¿No estará en tus papeles el dibujo de aquella fantasía que tú creaste para alegrarnos tanto?
Ruega a Dios por nosotros, compañero del alma.
José Luis Alcalde Revilla -
Pedro Sánchez Menéndez -
Baldomero: ¿Tiene que ocurrir algo tan serio, como la muerte de Domingo, para que salgas a la palestra y nos digas cosas tan interesantes? Te echábamos de menos. Gracias.
Luis: De acuerdo contigo.
Poetas (Javier Iturgáiz, José Ignacio Serrano): Agradecemos vuestros versos.
Saludos a todos. Pedro
jose ignacio -
en un pinar sin pinos,
en un yermo sin caminos,
soñando un mundo querido,
amigo al verte no olvido,
amigo que hablas divino.
JavierCirauqui -
Los angeles con trompetas
Y con flautas traveseras,
Los angeles musicales,
Y los angeles cantores,
Y los angeles orquesta,
Esperandole a Domingo,
Con San Pedro a la cabeza
Y las puertas bien abiertas.
Su tocayo le saluda
Y Tomas en su abundancia,
Le abraza con apretura.
Alberto ya le recibe,
Haciendo juegos de alquimia.
Martin de Porres sonrie
Con toda su bonhomia.
Catalina y Santa Rosa,
Valentin de Berriochoa,
Y todos sus compañeros
De la orden dominica.
La Virgen abre su manto,
Y a todos ellos cobija,
Como en el bello mosaico,
Que adornaba la capilla
De nuuestra escuela menor,
Mientras que Jesus contempla
La escena, con su mirada
Complacida, comprensiva
Desde la escuela mayor.
Los angeles con trompetas
Y con flautas traveseras,
Los angeles musicales,
Los angeles de teselas,
Y los angeles cantores,
Y los angeles orquesta,
Han recibido a Domingo
Con estos aires de fiesta,
Con canciones y aleluyas
A las puertas de la gloria
Luis Heredia -
Baldomero -