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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

NUEVAS FOTOS DE ARSENIO F. ARENAS

NUEVAS FOTOS DE ARSENIO F. ARENAS

Que nos envía su hija Delia.

3 comentarios

Vibot -

Si he insistido en que en la foto con Lanz y Mondeño aparecía Arenas y no Huarte es porque Javivi me había dicho en un email que tenía pruebas irrefutables de ello después de ardua investigación.
Claro, esto me lo había dicho antes de su desaparición. Javivi, corazón, dónde te nos metes que no escribes aquí ni tirándote de la lengua.
Te echo mucho de menos.

Vibot -

AUTORRETRATO MANIERISTA
Carta a la hija del autor

Por esa hermosa y misteriosa ley de la irradiación afectiva, todos los que conocimos y recibimos la enseñanza del P. Arsenio Arenas, sentimos curiosidad y afecto también hacia ti: ¿tendrá sus mismos ojos penetrantes y alegres, su radiante sonrisa, aquel dejo insinuante y persuasivo de su voz…?
Querida Delia, sería bonito que tú nos dijeras algo, que nos mandaras alguna foto tuya con él, de esos otros años felices que ya no le conocimos… ¿De qué año puede ser esta foto tan preciosa? Tu padre siempre fue muy estiloso, con una elegancia espontánea, a la vez aristocrática y cercana.
Ya en la foto con Lanz Yoldi y el torero Mondeño -insisto en que era él- mostraba esa elegancia en el escorzo natural de su postura, con un algo muy armónico asimilado con una congénita naturalidad en sus queridos cuadros y esculturas.
Aquí, junto a esa chimenea de sobrias baldosas blancas, su tosca badila de hierro forjado y su ramo de lilas -o tal vez de budleias- cuyo especiado olor debía sahumar la estancia en una nube de bienestar sosegado y feliz, posa para la cámara, a la que mira fijamente a los ojos traspasándola, siempre transmitiendo algo valioso e imponderable, como él era.
Ha escogido una silla no menos estilosa que él mismo: patas torneadas, tapicería de cálido y profundo terciopelo -no sé por qué, me imagino el color de ese terciopelo de un verde musgo húmedo; aunque también podría ser del color del interior de la granada bien madura…(la foto en blanco y negro tiene este encanto de hacerle imaginar a uno, aunque tú, querida Delia, tal vez vieras aún estas sillas en la casa familiar y nos puedas decir)-, tapicería cuyo agremán y costados del respaldo claveteados de tachuelas doradas nos muestran el estilo suntuario de ese sobrio recinto cuyo buen gusto y solera adivinamos.
Y apoya el pie, enfundado en calcetín listado y mocasín, en esa silla escogida, con la firmeza y levedad a un tiempo de un paso de baile, ese paso a dos con un objeto hermoso en el que él descollaba como nadie descubriéndonos como un padre y maestro deslumbrante, con su voz persuasiva y su vocabulario matizado y certero, los secretos de la proporción áurea; el alma torturada y serena del penumbroso románico; la proyectada ascensión incesante y luminosa de lo gótico y sus teofánicas vidrieras solares; el perfecto equilibrio, el decorum y la armonía del aura y los espacios renacentistas; el sublime manierismo, fustigado por su refinamiento erótico y terrestre pero en realidad tan etéreo de idealidad y casi inefable; la paradójica irregularidad y simetría del barroco, su irracionalidad y su búsqueda de la emoción y el sentimiento, su esplendorosa, opulenta desmesura; las concas y credencias rococó, sus rocallas marinas aún oliendo a moluscos nacarados, aquellos crepusculares bosques y columpios de sedas y damascos entrevistos en sueños, el refinamiento, el exotismo, la sensualidad paradisíacamente profanos… el salto en el vacío de las atrevidas formas y arquitecturas de la modernidad.
En esta foto se nos ofrece él mismo: desde su hermosa mano juvenil que pende hacia nosotros como aceptando el beso de respeto hacia lo sacro de otros días más crédulos; o la amistad mejor; o quizá como ofreciendo su vida y sus ensueños a aquella novia que sería tu madre… hasta los rasgos suaves pero rotundos de su rostro enigmático y de su cuerpo, que adivinamos apolíneo en esa grácil torsión serpentinata bajo su atuendo totalmente negro salvo la fina apertura blanca sobre el pecho, como un preludio de los colores dominicanos que luego vestiría, o una querencia después de huir de aquel torvo prior buscando arte de vida y libertad.
Y me pregunto, con todo el respeto para mi ya desaparecido padre, cómo hubiera sido tener esa fortuna que tú gozaste, Delia, de tener un padre como él, que compartía generosamente tantos tesoros inmateriales sabiendo emocionarnos con sus dones. De un modo tan risueño y ejemplar, que acompaña mis días desde entonces, como un hilo de Ariadna en tantos laberintos entre esfinges.

Jesús Herrero Marcos -

Querida Delia, tu padre nos abrió muchas puertas y ventanas en la cabeza. En la mía hay una silla permanentemente para él. Gracias por esta foto, por las anteriores y por las futuras.