Blogia
Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

UN PLANTEAMAIENTO SOBRE EL ABORTO (Por Baldomero)

UN PLANTEAMAIENTO SOBRE EL ABORTO (Por Baldomero)

NOTA:  hasta el nº 7, todo está explicado en artículos anteriores de este blog. Si lo he repetido, es para no obligar al lector a volver sobre ellos, cosa harto difícil en la estructura de un blog. Pero es que, además, tener presentes estos conocimientos hasta el nº 7 es necesario para entender lo que viene a partir de ese número.

 

 

RESUMEN:

 

    El quid de este planteamiento radica en la afirmación de que la vida humana –y su anverso, la muerte– no es un magma uniforme, genérico e indeterminado, sino que se ramifica en grandes y diferenciadas vertientes vitales. Tan vida y muerte humanas son el funcionamiento del hígado como el tono de convivencia de los grupos o la distribución de mercancías. No se pueden equiparar, sin más, vida biológica y vida humana, muerte biológica y muerte humana. Tampoco hay ninguna vitalidad humana que tenga prevalencia sobre las otras. Todas contribuyen a que el ser humano sea un viviente específico y especial. Si faltara alguna o sufriera merma, deterioro o estancamiento, este ser viviente no sería humano, estaría deshumanizado. Somos conscientes de los conflictos que se producen entre unas vertientes vitales del ser humano y otras, y ello obliga a sopesar y a elegir. La potencialidad que hay en las dos células que forman el embrión es tanto potencialidad para los valores como potencialidad para los contravalores, tanto para las vidas como para las muertes. Hay veces que se advierten en las potencialidades del feto contravalores más intensos para la madre y para el hijo que los valores que se alcanzarían con el nacimiento del niño. ¿Dónde está la “defensa de la vida”? ¿Siempre en el nacimiento del niño? ¿O algunas veces en la interrupción voluntaria y definitiva del embarazo?

 

****************

 

1.    UNA DETERMINADA FORMA DE ENTENDER LA VIDA HUMANA (ANTROPOLOGÍA) COMO BASE DE LAS REFLEXIONES QUE SIGUEN

 

    Casi nadie pone en duda de que cualquier teoría sobre lo que es la vida humana (antropología) condiciona en no pequeña medida la orientación, el desarrollo y la solución de los problemas que se planteen sobre el ser humano. Esto es indudable en el tema de la interrupción definitiva y voluntaria del embarazo. Las teorías sobre qué es la vida son tan diversas y encontradas que resulta sumamente difícil llegar a puntos de encuentro y a unos acuerdos mínimos. Propongo en las siguientes páginas sólo algunos retazos de una teoría antropológica, con la intención de que pueda arrojar un poco de luz sobre algunas oscuridades que enmarañan el problema. Todo lo que viene a continuación lo fundamento en el sistema de pensamiento del maestro Eladio Chávarri. Pero tengo que decir que él se ha negado en rotundo a que lo cite en este artículo para fundamentar conclusiones que no signifiquen un rechazo total de la brutal liquidación –que no interrupción– del embarazo, pues en éste se produce una rotura decisiva de la potencialidad vital que hay en el embrión humano. Pienso que su teoría no lleva ni de lejos a tan tajante conclusión, sino –me atrevería a decir– a casi todo lo contrario. De todos modos, como es su deseo, que quede constancia de su firme postura en este asunto que nos ocupa.

 

2.    LA UNIDAD Y PLURALIDAD DE LA VIDA 

 

2.1.    El quid de todo el planteamiento que voy a proponer –y la refutación de algunas teorías– radica en la afirmación de que la vida humana –y su anverso, la muerte– no es monolítica y uniforme, sino que se ramifica en grandes y DIFERENCIADAS VERTIENTES VITALES.

 

    Las podemos llamar vertientes porque a través de ellas fluye la variada vida humana y, como veremos, también a través de ellas penetran los seres que alimentan al ser humano. Cada una de estas vertientes se diversifica a su vez en sus propias variaciones vitales. Y éstas, como último eslabón de la cadena de la vida, se concretan y encarnan en sus también propias vitalidades concretas. La vertiente vital cognitiva, por ejemplo, se ha manifestado a lo largo de la evolución humana en muchas variaciones vitales cognitivas: saberes ordinario –el más amplio e importante–, científico, filosófico y teológico. Cada una de estas variaciones se ha concretado a su vez en multitud de conocimientos concretos, de vitalidades cognitivas concretas. Así pues, la vida se manifiesta como una inmensa red unida y, al mismo tiempo, diferenciada en vertientes vitales, sus variaciones vitales y sus vitalidades concretas. No podemos hablar de la vida del hombre como si fuera un magma indiferenciado, pues estaríamos pasando por alto las infinitas vitalidades de las que se compone, es decir, la vida específica que se produce en cada una de las vertientes vitales, en sus variaciones y en sus vitalidades concretas.

 

2.2.    Lo mismo hay que decir de la muerte; es el anverso, la negación de la vida, y por tanto, sigue el mismo proceso que ésta

 

    En los humanos no existe la muerte en general, sino muchas muertes: en cada vertiente vital, en sus respectivas variaciones vitales o en las vitalidades concretas se da un tipo de muerte específico y apropiado. Muchos de los que se declaran antiabortistas absolutos no suelen darse cuenta de que a lo largo de nuestra historia morimos o estamos muertos a muchas y variadas vitalidades, no a una sola. No hemos de olvidar esto.

 

3.    LAS VERTIENTES VITALES Y LAS DIMENSIONES VALORATIVAS. LOS VALORES Y CONTRAVALORES COMO ALIMENTO DE LA VIDA HUMANA 

 

3.1.    La vida humana, a través de sus vertientes vitales, variaciones y vitalidades concretas se alimenta de seres, que son estimados por la persona como beneficiosos si fomentan el desarrollo de su vida, o como perjudiciales si la deterioran o destruyen –mortales–

 

    En el primer caso, esos seres son denominados valores; en el segundo, disvalores o contravalores. Aquí entendemos por ser –o por ente– simplemente todo lo que ha existido, existe o puede existir de cualquier modo. “De cualquier modo” quiere decir que el ser puede existir fuera del pensamiento o dentro de él, de forma independiente o bien existir en otros. El teorema de Tales es un ser que existe sólo cuando lo pensamos; el color sólo existe en los objetos. Ambos, para nosotros, son seres. Así pues, aquí, “ser”, o “ente”, tiene un campo de aplicación muchísimo más amplio que el de “cosa”. (El Casorvi(d)ense no distinguiría entre "ser" y "cosa", porque para él sólo las cosas son seres).

 

3.2.    La relación que se da entre esos seres valores/contravalores y las vertientes vitales humanas es una relación de mutua constitución o co–implicación

 

    Los seres valiosos y disvaliosos se hallan implicados, como su alimento, en la constitución y desarrollo de las dimensiones vitales, en sus variaciones y en las vitalidades concretas. El oído, por ejemplo, no existiría si no hubiera seres sonoros. Y también sucede al revés: no habría seres sonoros si no existieran funciones auditivas. Es decir, que las vertientes vitales, sus variaciones y vitalidades entran en la constitución y desarrollo de los seres como valiosos y disvaliosos. Y los entes o seres valiosos y disvaliososo intervienen en las formación de las vertientes vitales.

 

3.3.    Por consiguiente, los valores son simétricamente y a la vez manifestación de vida humana y de ser; los contravalores, por el contrario, de no–ser y de muerte humana.

 

    A esta relación de mutua implicación podemos llamarla relación valorativa. Pues bien, como simétricas de las “vertientes vitales”, hablaremos de “dimensiones valorativas”. Podemos decir que éstas incluyen a las primeras, pues toda dimensión valorativa se constituye de una correspondiente vertiente vital y, además, de sus correspondientes seres.

 

4.    UNA MUESTRA DE OCHO VERTIENTES VITALES Y DE SUS CORRESPONDIENTES DIMENSIONES VALORATIVAS 

 

4.1.    Hay millones de vertientes vitales, pero aquí escogemos una muestra de ocho

 

    Si nuestra vida se ramifica en una diversidad de vertientes vitales, entonces también hemos de afirmar que se alimenta de una correspondiente diversidad de dimensiones valorativas. O, lo que es lo mismo, las manifestaciones específicas de ser –los entes– nutren, conservan y desarrollan vertientes de la vida humana también específicas y diferenciadas. ¿Cuántas son esas vertientes vitales específicas y sus correspondientes dimensiones valorativas? Aquí escogemos una muestra de ocho. Estas ocho grandes relaciones simétricas entre vertientes vitales y dimensiones valorativas son las siguientes, a las que podemos dar los nombres de dimensiones valorativas biopsíquica, cognitiva, económica, estética, ética, lúdica, religiosa y sociopolítica. Como las presencias de lo valioso y disvalioso se dan a la vez en las vertientes de la vida humana y en los entes, esas ocho grandes dimensiones valorativas son a la vez profundas y específicas manifestaciones de ser y de vida humana.

 

4.2.    Explicitamos muy brevemente el contenido de la muestra que hemos enumerado en el párrafo anterior

 

    Diremos que nuestra dimensión valorativa biopsíquica comprende nuestro organismo y todos sus estados vitales orgánicos, temperamentales y placenteros. La dimensión valorativa cognitiva abarca los saberes ordinarios, científicos, filosóficos y teológicos. La dimensión valorativa económica engloba la creación, asignación, comercialización y consumo de mercancías. La dimensión valorativa estética se refiere a las presencias de lo bello y de lo feo, tanto natural, como social, artístico y técnico. La dimensión valorativa ética abarca todo lo relativo a ser buena o mala persona; sobre todo, a ser justa o injusta. La dimensión valorativa lúdica contiene todo lo referente a los juegos, fuentes inagotables de diversión, entretenimiento, esparcimiento, competición, lucha, relajación, espectáculo, apuesta, victoria, derrota y empate. La dimensión valorativa religiosa se desarrolla en relación con las divinidades de todo tipo. La dimensión valorativa social, jurídica y política comprende aquella parte de nuestra vida que se desarrolla en relación con los demás, desde la familia y los amigos hasta los grandes bloques políticos del mundo. Toda esta variedad y complejidad es nuestra vida humana. Las manzanas, por ejemplo, alimentan nuestras células, son cognoscibles, intervienen en transacciones comerciales, se manifiestan como bellas o feas, pueden regalarse o robarse, es posible jugar con ellas, son símbolos de tentaciones y caídas en los paraísos religiosos, y su recolección y elaboración posterior generan desarrollos específicos de socialidad. La manzana, por tanto, es un ser valioso o disvalioso desde distintas dimensiones valorativas y desarrolla o deteriora también distintas vertientes vitales de la persona. No genera vida humana –o muerte– sin más; sino tipos específicos de vida y de muerte.

 

5.    AXIOMA PROTECTOR DE LA DIVERSIDAD VITAL Y VALORATIVA

 

    Las presencias de ser y de vida en cada vertiente vital y en cada dimensión valorativa tienen cada una su propio matiz vital y entitativo. Por lo que estas grandes dimensiones son, por tanto, irreductibles entre sí; no pueden ser sustituidas unas por otras y cada una ha de cultivarse en su adecuado marco. Cuando no se tiene en cuenta éste que podemos llamar “axioma protector de la diversidad”, se cae en el enorme –y por otra parte frecuente– peligro de uniformar todas esas infinitas variedades de vida y de ser en un genérico, vago e indeterminado par valorativo “ vida” y “muerte” (cuando se habla de la defensa de la vida, por ejemplo, se suele caer en este peligro o defecto). Lo correcto es hablar siempre de vidas y de muertes específicas. En cada dimensión valorativa y en cada valor, las presencias de vida son peculiares; y también son peculiares sus correspondientes presencias de muerte en sus respectivos contravalores.

 

6.    NO SE PUEDE IDENTIFICAR LA VIDA CON ALGUNA VERTIENTE VITAL 

 

     Es una consecuencia de lo que venimos diciendo.

 

6.1.    Algunos montan campañas muy costosas y agresivas en defensa de la vida –la vida en general–, cuando al mismo tiempo están silenciando –e incluso contribuyendo a– muchas muertes específicas de esa vida humana que dicen defender

 

    Tienen de la vida y de la muerte una visión muy restringida, general y amorfa, como decimos. Y no debemos olvidar que tan vida y muerte humanas son el funcionamiento del hígado como el tono de convivencia de los grupos; las teorías científicas como la relación con las divinidades; el juego en sus múltiples variantes como la creación y distribución de mercancías; las manifestaciones estéticas como las conductas morales. Una malísima persona tiene muerta gran parte de su vida moral; un analfabeto, una porción no pequeña de su vida cognitiva; un pobre de solemnidad, gran parte de su vida económica. Pero no necesariamente toda la vida.

 

6.2.    Después de lo que llevamos diciendo, hemos de afirmar con toda seguridad que no se pueden equiparar, sin más, vida biológica y vida, muerte biológica y muerte 

 

    La pluralidad y variedad de ocho vertientes vitales/mortales y de sus respectivas ocho dimensiones valorativas nos impiden considerar humana o inhumana únicamente a una pluralidad de pares valorativos pertenecientes a la vertiente vital biopsíquica orgánica. A pesar de la inmensa riqueza vital que esta vertiente vital representa, sólo representa una mínima parte de las todas las vitalidades del hombre. Por eso, oponerse con todas las fuerzas a que leyes democráticas de los países ricos amparen los millones de abortos que se producen en nuestras latitudes y no ser igual de beligerantes con las muertes masivas –biológicas o no– que provocan el capitalismo y otras ideologías, es tener de la vida humana una visión muy reducida e interesada.

 

 6.3.    Quienes están realmente a favor de la vida humana, también tienen que levantar su voz contra la existencia de millones de muertes de las restantes vitalidades humanas

 

     Contra los muertos de hambre, especialmente niños –de aquí y de allá–, que son víctimas de la pésima distribución de la riqueza. Pero también deben considerar un atentado contra la vida humana el trato dado a los inmigrantes, que mueren en el camino por los muchos obstáculos que les ponemos para que no se acerquen a nuestro paraíso nacional. O tienen que denunciar la muerte vital cognitiva que padecen los millones de analfabetos que pueblan nuestro planeta. La vida humana abarca las vitalidades biopsíquicas, cognitivas, económicas, estéticas, éticas, lúdicas, religiosas y sociopolíticas del viviente hombre. La presencia de lo disvalioso tiene que ver con lo que resulta negativo para todas esas dimensiones de vida, no sólo para una. Lo negativo de la vida es la muerte. Las mortalidades, lo mismo que sus correspondientes vitalidades, están presentes, repetimos una vez más, en todas las vertientes de vida. ¿Cuánta violencia, sufrimiento y muerte –sí, muerte– está generando el haber convertido y considerado a las personas como simples mercancías? ¿Cuántas dimensiones vitales humanas han sido extinguidas (muertas) o colonizadas por esta mercantilización de toda la actividad humana?

 

6.4.    No hay ninguna vitalidad humana y dimensión valorativa que tenga prevalencia sobre las otras

 

    Todas contribuyen a que el ser humano sea un viviente específico y especial. Si faltara alguna o sufriera merma, deterioro o estancamiento, este ser viviente no sería humano.

 

6.5.    No parece que muchos antiabortistas radicales sean consecuentes con sus principios

 

    Cuando consideran el aborto, frecuentemente caen en una reducción de “la vida humana” a “la vida biológica”. Pero cuando valoran otros asuntos, reconocen que otras vertientes vitales –fundamentalmente la económica, la amenaza a nuestro bienestar económico, los nacionalismos o la religión propia– tienen más importancia para ellos que la vida biológica de los inmigrantes, de los que mueren de hambre, de enfermedad, de injusticia, de exclusión social o de otras violencias. ¿No es esto poco consecuente?

 

7.    CONFLICTOS ENTRE LAS VERTIENTES VITALES Y ENTRE SUS RESPECTIVAS DIMENSIONES VALORATIVAS 

 

    Aquí está una de las claves para entender correctamente el problema del aborto según el planteamiento que hacemos aquí.

 

 

7.1.    Todos somos conscientes de los conflictos que se generan a diario entre unas vertientes vitales y otras, entre unas dimensiones valorativas y otras, entre unos pares valorativos y otros

 

    Por ejemplo, entre la vertiente vital económica y la vertiente vital biológica se dan a menudo enconadas luchas, dentro y sobre todo fuera de la persona, es decir, con otras personas. Y es muy frecuente que sea la económica la que se imponga. El resultado es que millones de personas mueren de hambre y de enfermedad por la avaricia de unos pocos, que ponen por encima de todo su desorbitado y criminal crecimiento económico. Incluso sin salir de la propia persona, muchas sacrifican su vida biológica por un salario en trabajos contaminantes, cancerígenos y peligrosamente mortales.

 

7.2.    Los enfrentamientos entre la vertiente vital religiosa y la vertiente vital biológica también han sido frecuentes. Y, no pocas veces, la que ha llevado las de perder ha sido la vertiente vital biológica y sus dimensiones valorativas

 

    Mártires que han sido asesinados o que han ofrecido su vida biológica en aras de su vida religiosa fueron y son ensalzados como héroes a los que se invita a seguir. Las guerras de religión, la guerra justa y la justificación de la pena de muerte son otros casos de lucha entre dimensiones valorativas o sus valores y en las que la vertiente vital orgánica o biológica ha sido aniquilada en aras de valores religiosos, éticos, económicos o sociopolíticos.

 

    ¿Cómo hoy no pocas personas ponen el grito en el cielo por la destrucción de vida orgánica cuando es lo que han venido defendiendo muchos ellas a lo largo de sus respectivas historias, cuando esta vida orgánica entraba en conflicto irreductible con otras dimensiones valorativas “más importantes para ellos”, la económica, por ejemplo? En el pasado, el conflicto entre la vida biológica de la madre y la vida biológica del hijo se decantaba en los círculos clericales y teológicos por salvar la vida del hijo. Hoy, en esos mismo círculos, se ha invertido la valoración: en caso de conflicto, es la vida biológica de la madre la que tiene preferencia.

 

    En resumen: se producen constantemente conflictos entre nuestras propias vertientes vitales y ello nos obliga a sopesar y a elegir sin remedio.

 

8.    LA VIDA HUMANA COMO PROCESO. LA POTENCIALIDAD HUMANA

 

8.1.    La vida humana del homo sapiens sapiens no aparece como una realidad perfectamente acabada y definida desde el origen

 

    Es un proceso que según los datos de la ciencia tuvo su origen hace unos cuarenta mil años y que no sabemos cuándo terminará. Tenemos que hablar entonces, como punto de partida de ese proceso, de la potencialidad de la persona –en el sentido aristotélico del término– y de la posterior activación (acto) de esa potencialidad. Pues bien, la persona tiene potencialidad para llegar a ser casi infinitamente más de lo que ha conseguido. En nuestro caso, las dos células que se juntan y forman el embrión no son un niño, como frecuentemente se afirma. El niño en ellas es pura potencialidad. Sólo después de un proceso llegará a ser niño. Ello no significa ni mucho menos que la potencialidad sea algo etéreo y sin consistencia, como a menudo se nos enseñó, sino un torrente efectivo de riqueza que está por manifestarse. No se puede llegar a nada para lo que antes no se haya tenido potencia. La prueba es que la unión de las dos células en los animales no origina la misma potencialidad que las del ser humano, y por eso la riqueza que hay en ellas es infinitamente inferior a la que tiene la potencialidad de las personas.

 

    Como decimos, el proceso de la vida humana se inicia en la unión de esas dos células de la fecundación humana.

 

8.2.    Pero hay que decir que en el embrión humano hay mucha más potencialidad que la potencialidad biológica que captan los biólogos. Porque de esos embriones arrancan todas las vertientes vitales de una persona

 

    De ahí que la interrupción definitiva del embarazo rompa por completo toda la potencialidad personal –no sólo la de la vitalidad biológica–  de ese proceso humano que está empezando. Éste fue el argumento que me dio Eladio Chávarri para defender su postura. Nadie debería poner en duda esto. Yo le contesté lo siguiente:

 

8.3.    Pero precisamente por eso, porque la vida humana se ramifica en multitud de vitalidades, pueden advertirse en las potencialidades de las vitalidades del feto contravalores –muertes– más intensos que los valores que se alcanzarían con el nacimiento del niño.

 

    Este argumento y esta afirmación hay que remarcarlos con trazos fuertes y no olvidarlo en ningún momento. Como se decía en algunos círculos clericales, el feto tiene potencialidad para llegar a ser incluso hasta “un pontífice”. No pensaban esos sesudos y perspicaces teólogos –tampoco muchos de los de hoy– que también podía llegar a ser un Hitler; o un monstruo; o una víctima –o un verdugo– llena de intensos sufrimientos y muertes de todo tipo: biopsíquicos, económicos, éticos, estéticos, lúdicos, morales, religiosos y sociopolíticos. La potencialidad de las dos células que forman el embrión es tanto para los valores como para los contravalores, para las vidas como para las muertes. Habrá, pues, que no olvidar estas dos dimensiones, porque a lo mejor pensamos que estamos haciendo un canto a la vida, y lo que realmente estamos haciendo es olvidar la variedad de vitalidades y las correspondientes variedad de muertes que hay en la potencialidad de un determinado embrión. En algunos casos, esas muertes ya se descubren desde la edad temprana.

 

9.    LA VIDA HUMANA ESTÁ MUY INFLUIDA POR LOS MODELOS HUMANOS 

 

9.1.    ¿Qué es el modelo humano para nuestro autor?

 

    Los millones de personas que compartimos una forma vivir tenemos un estilo de vida común. A eso llama Chávarri "modelo humano". El "modelo humano" es la forma de organización de todas las dimensiones valorativas de la vida humana y sus respectivos valores y contravalores. No forman el modelo humano los caracteres biológicos o psíquicos de un grupo, ni los sociales, morales, religiosos, económicos, lúdicos, cognitivos o lúdicos del mismo, en cuanto tales caracteres, sino en cuanto que esos caracteres son valores o contravalores.  

 

    Conviene ponerlos encima de la mesa, para no estar lanzándose acusaciones que no llevan a ningún entendimiento. Los modelos humanos son concepciones –o mejor, vivencias– globales, totales, del ser humano. Comprenden no uno sino muchísimos pares valorativos. Incontables. Si cada valor por separado alimenta una parcela concreta de nuestra vitalidad, de nuestra humanidad, un modelo humano lo hace con nuestra vitalidad completa, con nuestra humanidad total.

 

9.2.    En segundo lugar, se da entre todas las dimensiones valorativas del ser humano –y lo mismo entre todos los incontables pares valorativos que componen los modelos humanos– lo que podemos llamar “modalización”.

 

    ¿En qué consiste ese hecho de que una o varias dimensiones valorativas –o pares valorativos– modalizan a las demás? “Modalizar” (no "moralizar") significa dar un nuevo “modo de ser”, transformar. Pues bien; en los modelos humanos hay unas dimensiones valorativas que ejercen la función de “modalizadoras” (no moralizadoras) o “modalizantes”–a las que podemos llamar “núcleo valorativo” de ese modelo–, que dan su modo de ser y transforman de muchas maneras al resto de las dimensiones valorativas, a las que, según eso, podemos denominar “modalizadas”. Éstas, como consecuencia, pierden su propio ser originario. Las diversas modalizaciones hacen que los mismos pares valorativos adquieran distinta realidad en cada una de dichas modalizaciones. Consideremos, por ejemplo, los pares salud/enfermedad, bueno/malo, conocido/ignorado, libre/esclavo, coherente/incoherente, bello/feo, divertido/aburrido, fiel/infiel, solidario/insolidario. La salud/enfermedad, lo mismo que la solidaridad/insolidaridad, al ser modalizadas de diferente manera, se manifiestan de maneras vitales distintas en las diversos modelos humanos. Los hombres que viven en esas formas de vida son divertidos o aburridos de maneras existenciales distintas. La razón es que estos valores y contravalores están modalizados de distinto modo, por núcleos valorativos diferentes.

 

9.3.    A ninguna dimensión valorativa, a ningún par valorativo les corresponde por naturaleza el privilegio de ser modalizadores o núcleos valorativos de las otras dimensiones, de los otros pares valorativos.

 

    Cualquiera de ellas tiene suficiente capacidad para colocarse al frente de los demás, porque ninguna vertiente vital es estimada más o menos que las otras. Tampoco ninguna de ellas puede ser reducida ni transferida a las otras; ninguna, sustituida por las otras. Precisamente, en nuestro mundo, todos los pares valorativos están modalizados por las dimensiones valorativas biopsíquicas y económicas. Nuestra vida sabe fundamentalmente a vertientes vitales biopsíquicas y económicas. Simétricamente, las presencias de ser en nuestras vidas son también biopsíquicas y económicas. Estamos inmersos en un mundo invadido de modalización biopsíquica económica. ¡Quién lo diría, cuando hasta hace bien poco fueron los religiosos los pares valorativos que ejercieron de núcleo en casi todos los modelos humanos que han existido en la tierra desde tiempo inmemorial! ¡Y también quién lo diría cuando en la modernidad, los que luchaban por modelos humanos alternativos a los religiosos proponían como núcleos de modelos humanos diseñados por ellos a las dimensiones valorativas sociopolíticas o a las éticas! ¡Nunca hubieran imaginado que las despreciadas dimensiones biopsíquicas iban a desempeñar este papel protagonista que ahora tienen en nuestra forma de vida!

 

9.4.    Si la pluralidad de pares valorativos que conforma un modelo adquiere una configuración específica, habrá tantos modelos humanos como formas de organización valorativa en torno a un núcleo.

 

    Y no hemos de olvidar que cada modelo que aparece sobre la faz de la tierra es irreductible a otros, insustituible por otros e intransferible en su cultivo a otros. Y es evidente que hay muchos modos de ser y de hacernos humanos e inhumanos. Tantos como modelos. Las personas no estamos determinadas a priori a desarrollar nuestra humanidad e inhumanidad con la ineludible uniformidad que impone un modo único, porque no resultaría fácil sintetizar en un ideal construido a priori la riqueza en extensión, intensidad y diversidad de humanidades e inhumanidades que ofrecen en conjunto todos los modelos humanos que existen, que han existido y que existirán.

 

9.5.    Los modelos no son algo que planean sobre nosotros y que nos son ajenos.

 

    Todo lo contrario. En la vida de cada persona se encarna con muchísima fuerza la vida, los valores y contravalores y, sobre todo, la modalización del propio modelo humano. La vitalidad de cada uno de nosotros es en gran medida como es en nuestro modelo humano. Como consecuencia, el modelo humano que uno tenga asumido explica en cada persona muchas de las opciones que ésta cree que son naturales. Esto es importantísimo y tiene consecuencias decisivas para el ser humano y sus actuaciones. Muchos teólogos y filósofos desconocen este hecho o no le dan importancia. ¡Un error garrafal!

 

9.6.    Una última consideración sobre los modelos y los valores y contravalores. Resulta evidente que lo que estima un modelo humano como valor, otros modelos humanos pueden juzgarlo como contravalor; y al revés.

 

    Así ha sucedido con los pares puro/impuro, limpio/sucio, justo/injusto, bello/feo, sabroso/desabrido, amigo/enemigo, etc.

 

    No podemos olvidar todo lo que hemos dicho en este apartado sobre los modelos humanos cuando tratamos de entender las distintas visiones y las polémicas que se producen acerca de la interrupción definitiva del embarazo. ¿Están todas en el mismo modelo humano? Si no es así, ¿cuál es el que fundamenta a cada una?

 

10.    LA VIDA HUMANA ESTÁ INSERTADA EN LAS FORMAS DE VIDA (O CULTURAS)

 

10.1.    La forma de vida (o cultura) es aquella en la que se encarna y se concreta un modelo humano. Por tanto, las formas de vida existentes están configuradas, penetradas, por los modelos humanos que están inmersos en ellas.

 

    Aquí contemplamos “nuestra forma de vida” actual desde el modelo humano concreto que articula su humanidad e inhumanidad. La forma de vida, por tanto, es una consideración valorativa: no habla de características (como se hace al definir la cultura o la civilización), sino de valores y contravalores y de modalización de unos valores sobre otros. Muchas denominaciones de nuestra forma de vida actual (“sociedades modernas”, “sociedades posmodernas”, “sociedades desarrolladas”, “sociedades opulentas, ricas”, “sociedades terciarias”, “sociedades individualistas”, “sociedades “industriales” y “postindustriales”, “sociedades capitalistas”, “sociedades democráticas”, “sociedades informatizadas”, “sociedades fluidas”, “sociedades administradas”, “sociedades tecnocientíficas”) no tienen en cuenta explícitamente esta consideración valorativa. Y frecuentemente se fijan tan sólo en algún aspecto de nuestro modelo humano, pero que es claramente insuficiente para abarcar y caracterizar todos los pares valorativos y todas las relaciones que hay en él.

 

10.2.    Pues bien, todo lo que hemos apuntado sobre la relación del aborto con los modelos humanos, podemos aplicarlo a la relación con las formas de vida.

 

    En la base de cada postura sobre la interrupción definitiva del embarazo hay una teoría antropológica específica, y ésta se elabora a su vez desde el modelo humano que está presente en una determinada forma de vida. Es imprescindible desentrañar estos últimos para explicar el porqué de las teorías antropológicas que fundamentan las posturas sobre el embarazo.

 

11.    LOS MODELOS HUMANOS QUE HAN EXISTIDO Y QUE SE HAN ENCARNADO EN FORMAS DE VIDA HAN INCUMPLIDO SISTEMÁTICAMENTE EL QUE HEMOS LLAMADO AXIOMA PROTECTOR DE LA DIVERSIDAD VALORATIVA  

 

11.1.    El axioma protector de la diversidad valorativa prohíbe la reducción de todas las vertientes vitales y dimensiones valorativas –con sus variaciones y vitalidades concretas– a una de ellas.

 

    Este axioma declara que las vertientes vitales son insustituibles entre sí: ninguna puede hacer las funciones de otra. Y también expresa la intransferibilidad: el cultivo de los pares valorativos de cada una de sus vertientes vitales  específicas no se puede realizar en otras vertientes vitales.

 

11.2.    Pues bien, en la mayoría de los modelos humanos y de las formas de vida, la dimensión valorativa religiosa ha ejercido como núcleo valorativo de todas las demás.

 

    Y la modalización que ha practicado ha tenido como efecto reducciones, sustituciones y transferencias de vertientes vitales, de dimensiones valorativas, de variaciones y de pares valorativos concretos. Se ha impuesto una especie de “religiosismo” que atraviesa toda la variadísima vida humana. Nadie puede estar a gusto con un tipo de ser humano que contenga tan sólo valores y contravalores religiosos, o que los valores y contravalores de las siete dimensiones restantes pasen por una férrea impregnación de los religiosos. Porque, cuando esto sucede,  quedan en la oscuridad múltiples facetas de la vida humana, tanto de las presentes como de las que están llamadas a surgir.

 

11.3.     Tenemos que afirmar lo mismo de la modalización que ejerce el núcleo valorativo de nuestro modelo humano actual –formado por las dimensiones valorativas biopsíquica y económica–: incumplimos de modo similar el axioma protector de la diversidad valorativa, sólo que ahora lo hacemos en nombre del desarrollismo económico y biopsíquico en vez del religiosismo.

 

    Todos los constituyentes de nuestra forma de vida se hallan sometidos a la modalización mercantil ejercida por su núcleo valorativo. Y ésta es una gran violencia que no deja a los demás valores ser lo que son.

 

    Sobre la interrupción definitiva del embarazo, ¿se es consciente de cuál  es modelo humano, la forma de vida, que está en la base de las distintas y encontradas posiciones actuales? Veremos algo a continuación sobre la influencia de los modelos en la visión que se tiene sobre el aborto.

 

12.    ¿LA LIBERTAD ES HACER LO QUE UNO DESEE COMO FRECUENTEMENTE SE ENTIENDE HOY?

 

12.1.    Los eslóganes que en la actualidad esgrimen la libertad de elección como fundamento último para justificar el aborto tienen poca base y terminan por hacer goteras por todas partes

 

    La capacidad de elección sin más precisiones –elegir esto a lo otro– es, ciertamente, la primera condición necesaria que debe tener la libertad humana. Pero, para ser tal, no es suficiente esta condición. También los asesinos, terroristas, ladrones, corruptos, déspotas, mentirosos, etc. ponen en práctica su propia capacidad de elección, y no parece que la admitamos como verdadera libertad, y, mucho menos, como justificante de sus acciones. La razón de ello está en que la libertad apareció en la evolución para servicio de la vida humana en todas sus vertientes vitales y en sus valores correspondientes. Es un sinsentido evolutivo, por tanto, apelar a la libertad para deteriorar o destruir la vida humana, para practicar contravalores.

 

12.2.  De ese compromiso por el vivir del ser humano emana una característica propia de la libertad humana: la responsabilidad

 

    LA RESPONSABILIDAD DERIVA, PUES, DEL SERVICIO A LA VIDA; no tiene otro origen ni otra finalidad. Somos responsables ante nuestras vidas y las de los demás, ante nuestras muertes y las de los demás.

 

    ¡Ojo con sacar consecuencias simples sobre lo dicho en el párrafo anterior, como hace la mayoría de antiabortistas radicales! Porque no debemos olvidar que la libertad responsable de la persona humana por el vivir y el morir del hombre, por los valores y contravalores, está presente, lógicamente, en todas las vertientes vitales, en todos los valores y contravalores. En nuestros días, es muy frecuente asignar la libertad responsable únicamente a la dimensión valorativa ética o a la religiosa. Por supuesto que hay libertades responsables en el hacerse un buen o mal hombre, en ser justo o injusto, en las relaciones con los dioses. Pero igualmente tenemos responsabilidad valorativa, y peculiar, con la salud de nuestro cuerpo, al elegir las opciones específicas que se presentan en nuestra vida cognitiva o en nuestra vida económica, al conservar o no la belleza del medio ambiente, en el juego, en la práctica de la convivencia familiar o sociopolítica. En suma, hay libertades valorativas específicas biopsíquicas, cognitivas, económicas, estéticas, éticas, lúdicas, religiosas y sociopolíticas, por seguir una vez más nuestra muestra de dimensiones valorativas. La libertad y la responsabilidad humanas incluyen, exigen libertad y responsabilidad con la vida y la muerte de todas las vertientes vitales, de todas las dimensiones humanas. Y cuando hay enfrentamientos entre las vidas y las muertes de dichas dimensiones, existe la responsabilidad de sopesar, discernir y elegir.

 

13.    “MI CUERPO ES MÍO”. LA ACENTUADA PROPIEDAD SOBRE EL PROPIO CUERPO ES CARACTERÍSTICA DE NUESTRO ACTUAL MODELO HUMANO 

 

13.1.    El modelo humano actual de nuestra forma de vida occidental favorece la aparición de los individualismos más insolidarios en las comunidades

 

    La razón del individualismo tan característico de hoy no es otra que el hecho de que los valores económicos –y en menor medida también los biopsíquicos–, núcleo valorativo de nuestro modelo humano, son excluyentes. Es decir, si los tiene uno, no pueden poseerlos a la vez los demás. Esto no sucede con los valores de las otras dimensiones valorativas; al menos, de modo tan radical y contundente. Por ejemplo, un profesor no pierde sus conocimientos cuando los comunica a sus alumnos. Tampoco el que va por la vida repartiendo bondad, amabilidad, civismo, amor de Dios, higiene, hermosura, etc. se queda sin esos valores. Pero en nuestra forma de vida, la autoestima y la identidad de una persona se miden por su renta o por la cantidad de valores económicos y biopsíquicos que disfruta; es lógico que cada uno busque acaparar para sí la mayor cantidad posible de esos valores. Esta característica la propiedad individual de los valores económicos excluyentes ha modalizado, contaminado, en nuestra forma de vida a todos los demás pares valorativos. Por tanto: el individualismo egoísta en las personas es una consecuencia inevitable de vivir el modelo humano de nuestra forma de vida.

 

13.2.    Aquí, en nuestro modelo humano, es donde hay que situar la explicación de que muchas mujeres esgriman como justificación del aborto el hecho de que“mi cuerpo es mío y hago con él lo que quiero”

 

    Ninguna persona debería invocar esta propiedad absoluta del propio cuerpo. Porque el día en que ese cuerpo esté necesitado de una gran ayuda económica por una grave enfermedad, por ejemplo, sería una incongruencia acudir a un centro hospitalario, que se ha construido y funciona con aportaciones comunitarias, para exigir ayuda para curar algo que una persona ha reclamado como de dominio exclusivo y absoluto suyo. Si los demás no tienen ningún derecho sobre nuestro cuerpo, tampoco tienen obligaciones. Espero que nadie saque conclusiones simplonas de este argumento, que lo único que quiere probar es el carácter y la implicación social en toda nuestra vida; también en nuestro cuerpo. El grado de esa implicación y pertenencia sociales no es absoluto, evidentemente. Pero lo que deseo recalcar aquí es que ir por esta vía de argumentación para justificar la interrupción definitiva del embarazo, parece un camino totalmente desacertado.

 

14.    LA CONCIENCIA SOBRE LA MORALIDAD O INMORALIDAD DEL ABORTO. EL DEBER SER. ALCANCE DE DEBER SER. 

 

14.1.    Cuando se aborda el problema del aborto, inmediatamente aparece la cuestión de la conciencia y del deber

 

    Podemos convenir en que la “conciencia” es un “conocimiento responsable”. La persona tiene conocimientos responsables. Pero, ¿sobre qué versan estos conocimientos responsables? Sobre todos los valores y contravalores en cuanto que representan la vida y la muerte de la persona. La conciencia es una autocrítica responsable que conduce a superar los contravalores –como muertes que son– y a promover los valores, la vida en todas sus vertientes vitales, no sólo en algunas.

 

14.2.    Por tanto, el “deber ser” no se reduce a una vertiente vital –la ética, por ejemplo– y a su correspondiente dimensión de valores y contravalores, sino que las abarca y está en todas las vitalidades y dimensiones valorativas.

 

    El ser humano tiene responsabilidad, deber, no sólo con las vertientes vitales biológicas y su dimensión valorativa, y con las morales y religiosas, sino también con el resto de sus vertientes vitales y valorativas. Ninguna persona puede actuar olvidando que la vida la forman al menos ocho vertientes vitales, y que a la hora de una previsión de desarrollo o de fracaso futuros de algunas de ellas, debemos sopesar el peso vital o mortal que les corresponde y actuar en consecuencia. La vida de la madre y del niño no es sólo biología y deber o no deber biológico. Las demás vertientes vitales también imponen su propio deber y no–deber. Y, en algunos casos, esas otras vertientes vitales imponen a la vertiente biológica un no–deber ser. Por consiguiente, hay un deber ser –y un no deber ser– biopsíquico, cognitivo, económico, estético, ético, lúdico, religioso y sociopolítico.

 

15.    LA ATRACCIÓN QUE EJERCEN LOS VALORES, Y EL SUFRIMIENTO PROVOCADO POR LOS CONTRAVALORES 

 

15.1.    La realización acertada y suficiente de los valores en sus dos facetas simétricas de ser y de vida produce “bienser” (de los seres y de la vida) y “bienestar”.

 

    De ahí que la persona sienta atracción, placer y satisfacción en los valores. No hay que olvidar que cada valor ejerce su propia atracción y satisfacción, produce su bienser y bienestar específicos y singulares.

 

15.2.    Pero no hay que olvidar los efectos que originan los contravalores: generan “malser”, “malestar” y rechazo. También sufrimiento. El sufrimiento lo producen siempre los contravalores.

 

    Lógicamente, cada vertiente vital, cada dimensión de contravalores, con sus respectivas variaciones y sus contravalores producen sufrimientos específicos, irreductibles entre sí; no pueden ser sustituidos unos por otros; y su cultivo del deterioro vital es intransferible de un marco específico a otro. Lo feo del cuerpo humano es irreductible a lo feo de plazas y calles; el odio fraternal es insustituible por el odio entre futbolistas. El primero surge y se cultiva en los marcos familiares, mientras el segundo, en los grupos que practican el fútbol.

 

    En las posturas en contra del aborto se pasa de puntillas sobre los malseres, malestares, rechazos y, sobre todo, sufrimientos que pueden padecer todas y cada una de las vertientes vitales de la madre y del hijo con el nacimiento de éste. Y cuando algunos sí se percatan de esto, no es infrecuente que propongan soluciones sustitutorias totalmente inadecuadas. Cada sufrimiento provocado por un contravalor determinado se erradica con la implantación del valor correspondiente, no con otro u otros.

 

16.    CONCLUSIÓN

 

    El planteamiento que hemos hecho aquí tiene como base la vida y su ramificación en grandes y diferenciadas vertientes vitales. Y, lógicamente, los valores y los valores que las alimentan. Uno de los orgullos del viviente hombre ha sido, y sigue siendo, la capacidad de superar y escapar de las rudas condiciones que imponen los ecosistemas a los demás vivientes. Pero las existencias tan deprimidas que viven muchas personas del planeta les hacen preguntarse si ha merecido la pena superar tanto límite natural para acabar cayendo en tan dolorosísimas degradaciones vitales, en linchamientos de vida, entendiendo ésta en toda su amplitud, complejidad y variedad. Lo más valioso para el ser humano son todas y cada una de sus vitalidades humanas y sus correspondientes dimensiones valorativas. No una sola. Precisamente los que no pueden mantener con dignidad muchas de las vertientes de su vida son a los que se les niega la posibilidad del aborto.

 

29 comentarios

Ramón Hernández Martín -

Santos, después de conocerte hoy en la comida en la Casa del Dago, he vuelto a leer el poema de tu comentario a esta entrada de Baldo sobre el aborto y, créeme, me he estremecido más todavía si cabe que cuando lo leí el día que lo publicaste. Enhorabuena. Todavía llevo clavadas las bellas imágenes y metáforas de tu largo poema sobre recuerdos de la Virgen del Camino que tuve el honor de leer a los doce comensales presentes, yo incluido. Gracias, amigo, por tu presencia, gracias por tu docencia.

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Amigo Juan, te agradezco este escrito final, lo cortés no quita lo valiente, la amistad salva montañas. Cuando pases por Campumanes asómate y xiblame pa saber que ya mosqueste pa con los cazurros (con cariño). Vete coyendo los figos pa cuando vuelvss traeme una fardelaina.
Un abrazo.

Daniel Orden Santamarta -

... ... Y las mujeres, qué opinan? ...Y las madres embarazadas, qué dicen?

Manolo Díaz -

Y CONCLUYO




No sé por qué la abuela Anselma tiene tanto interés en finiquitar este debate llegando incluso al oxímoron. Conste que yo le tengo cierta simpatía y mucho respeto, porque a su edad cualquiera puede entender que las neuronas no están capacitadas para labores que requieran un mínimo de abstracción. Ni de sensibilidad. Que siga regando las plantas.

Si mis cuentas son correctas, en dicho detate hemos intervenido doce personas: Jesús Herrero, Baldo, Samaniego, Ramón H. Martín, Valdés, Iturriaga, José R. Soriano, Josemari Cortés, Fernando Alonso, Santos S. Santamarta, Cirauqui y un servidor. Como es lo normal en cualquier polémica, hay discrepancias de fondo y forma. Pero sobresale por encima de todo un VALOR común a todas ellas: el respeto sagrado a quienes no opinan lo mismo. No hay ni una “jota” ni una “tilde” que conlleven connotaciones ofensivas en lo personal. Por eso manifiesto mi admiración y mi gratitud a cada uno de los que habéis escrito en este portillo, esté o no de acuerdo con vuestras manifestaciones.

Y singularmente a Baldo. Tiene un mérito extraordinario plantear este tema en coherencia con unos axiomas que viene desarrollando desde hace tiempo en este blog. Yo sé que jamás pretendió causarnos ni el mínimo dolor a las familias down, porque nuestros hijos no son fetos, sino personas hechas y derechas, muy queridas, y él planteó su reflexión sobre la madre que va a dar a luz un nasciturus, alguien que todavía no ha nacido. Y sé también que sus aseveraciones son consecuentes con un enfoque muy singular de la vida humana, el del admirado maestro Eladio Chávarri. Él sabe que le profeso admiración, respeto y cariño fraternal.

Que la Pascua os sea propicia. En Valjunco teneis vuestra casa.

Ah, Jesusín, no te olvides de la nuestro.

Javier Cirauqui -

He leído con mucho interés el escrito de Baldo-Chavarri sobre el aborto, como siempre magnífico y profundo.
Por otro lado he seguido con atención todas las opiniones que se han vertido en este blog y por supuesto en unas he coincidido y en otras no. Todas las he escuchado con mucho, mucho respeto. El tema del aborto es muy delicado y más cuando se mezclan sentimientos y nombres propios.
Por supuesto que todo esto es muy doloroso y que para tratarlo hay que dotarse de mucho amor y comprensión y sobre todo huir de la beligerancia política o religiosa.
Cuando habláis de estas maravillosas personas, que todos conocemos como Marta, Alberto, Bandera, nieto de Leónides, no puedo evitar recordar a mi hermano Antonio Juan que era límite o "boder line" y que llenó la vida de mi familia y me atrevo a decir que la de Burlada, de mucho cariño, amor y ternura.
Fueron 53 años justos de su presencia, que recuerdo con satisfación, aunque como todo, los momentos más duros y tristes se olvidan y uno recuerda ese sentimiento de ternura y cariño, que nos ha envuelto.
Aparte de estos sentimientos que me invaden al recordar a mi hermano y otras personas, yo estoy de acuerdo con José Manuel en el derecho de las mujeres a planificar su vida teniendo en cuenta sus circunstancias vitales.
Entiendo todas las posiciones aunque no las comparta, pero lo que no entiendo son esas manifestaciones de odio y beligerancia de ciertos sectores de la iglesia y de la sociedad. Pongo como ejemplo la imposibilidad de abortar en Navarra en la Sanidad pública y aquellas manifestaciones en frente de una clínica privada para insultar a las personas que allí entraban y rezar el rosario arrodillados, estando al frente el arzobispo de Pamplona y miembros del Opus y algunos políticos de la derecha.
De todas formas, solo pido respeto para estas mujeres y que puedan ejercer sus derechos, que hoy por hoy son legales.

Un fuerte abrazo para todos. Javier

Ramón Hernández Martín -

Juicio de valor
Es evidente para todo lector interesado en este blog que Baldo ha hecho un esfuerzo considerable por introducir elementos no solo interesantes, sino también imprescindibles para abordar con seriedad y mesura un tema tan espinoso como el del aborto. Y lo ha hecho con las herramientas ideológicas o sistemáticas del pensamiento de fray Eladio Chávarri, incluso con la oposición inexplicable de este a conocer siquiera tan interesantes apuntes.
Dado el contexto de la reflexión, lamento sinceramente que el debate se haya llevado a niveles de sensibilidades muy despiertas y comprometidas cuando, obviamente, se trataba solo de un debate de principios, desencarnado, racional. La propuesta de reflexión de Baldo tiene el mérito de no condenar absolutamente a nadie y de dejar todas las puertas abiertas al ejercicio de una responsabilidad de altura y a la toma de decisiones serias en asunto muy doloroso, tanto si se responde afirmativa como negativamente. Duele decidir abortar incluso en situaciones de vitalidad muy precaria y duele apechugar con un embarazo en esas mismas situaciones. No es fácil ni una cosa ni la otra.
Llegados a este punto, pienso que lo mejor para la sociedad, entendida como un todo con poder, es respetar la decisión que puedan tomar, tras madura reflexión, los protagonistas implicados. Por ello, creo que la sociedad debe no solo prestar la máxima ayuda posible a quienes opten por llevar a efecto la gestación a pesar de todos los pesares, sino también apoyar, evitando toda condena o estigma, a quienes lo hagan por lo contrario.
Por lo demás, aunque ningún comentarista ha tenido en cuenta mi propia reflexión a la hora de valorar las opciones, insisto en que puede ser muy clarificador tener en cuenta que la naturaleza es muy abortiva de por sí (todos conocemos mujeres que han sufrido abortos naturales) y que la mente humana, con todas sus potencialidades, es parte de esa misma naturaleza, más quizá que el vientre gestante. Con ello quiero decir que la vida del ser humano atraviesa a veces circunstancias tan frustrantes y deterioradas que es posible que se niegue en redondo, sin contemplaciones ni paños calientes, a soportar la carga de un embarazo no deseado.
En conclusión, deberíamos tener máximo respeto y prestar todo el apoyo social a quien, en determinadas circunstancias adversas, decide sacar adelante un embarazo no deseado o incluso forzado; pero también deberíamos tener ese mismo respeto y manifestar comprensión social a quien, frente a esas mismas circunstancias, opte por lo contrario. Una sociedad equilibrada, responsable y justa actúa siempre con mesura y, en el tema que nos ocupa, debe ayudar tanto al que decide no abortar como al que lo hace, pues ambos, en sus concretas circunstancias, viven un drama personal.
Gracias, Baldo, por la valentía de poner en el blog un tema tan espinoso y, de forma especial, por la claridad de tu exposición, tan justificada y mesurada. Enhorabuena a quienes, llueva o relampaguee, no solo se manifiestan antiabortistas sino que, inmersos en circunstancias que claman por el aborto, han sido consecuentes con su forma de pensar. Y mucho consuelo y compasión para todas aquellas “madres” que han perdido un hijo por imperativos de la naturaleza o que no han encontrado otra salida a su drama que la del aborto. Y, lógicamente, máximo respeto y agradecimiento para todos los que habéis enriquecido el tema aportando vuestros propios testimonios personales, tan emotivos, respetables y edificantes.

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

En este momento me siento muy incómodo. Se ha suscitado un debate con y sobre nombres propios. Conozco a Marta, conozco a Alberto y sé cuánto son queridos. No hablo de ellos, hablo del derecho de mujeres a planificar su vida teniendo en cuenta sus circunstancias vitales. José Mari manifiesta que no concibe su vida sin Alberto, seguro, pero ¿Entendería su vida sin su mujer? ¿Qué pasa cuando hay grave riesgo de muerte? Esa circunstancia se da algunas, bastantes veces. ¿Qué diríamos si tuvieramos una hija que fuera violada? Si ponemos nombres, si hablamos de personas, sobra toda discusión, sería hablar, como dice Baldo, asesinato. Yo no hablo de eso. Hablo de personas a las que no les parece que su vida sea compatible con el nasciturus. Hay muchos ambientes, muchas circunstancias que merecen tenerse en cuenta.
Un abrazo fuerte a quienes se sienten afectados por lo que aquí se ha escrito, especial para mi amigo Juan.Las diferencias de pensamiento no te van a librar de esa comida pendiente.

BALDO -

Querido hermanín Manolón. Lo de hermanín no es un epíteto de cortesía para completar la frase del saludo, sino que expresa la profundidad del afecto que nos tenemos, desde que él, junto con Javier Martín de Pablos, nos encontramos en la paramera cuando ellos estaban en tercero y yo en quinto. No transcribo lo que me puso en la carta que yo resumí al principio, porque me produce mucho rubor. Escribo este largo preludio, para que situéis correctamente el ámbito en el que se desenvuelve nuestra discusión. Igual puedo decir de Josemari, que me hizo derramar lágrimas de dolor y de emoción cuando escribió los dos post sobre Alberto. "No me han entendido nada de lo que escribí, y me duele como a ellos que estén sufriendo por algo que el artículo no dice ni de lejos", fue el grito espontáneo de rabia que me salió de lo hondo de mi ser. A ver si hoy me explico mejor y os devuelvo la alegría que os he quitado, y que todos seguimos teniendo por Marta y por Alberto, por Alberto y por Marta. Y por el hijo de José Manuel Bandera y por el nieto de Leonides.

1. Sólo desde el sistema de Eladio Chávarri tiene sentido mi discurrir sobre el tema y el alcance de los términos que utilizo. Si no estamos de acuerdo con este sistema –que perfectamente podemos no estarlo–, nuestras palabras, aunque sean las misma, tendrán un significado bien distinto y, en ocasiones, hasta contrario. El Pitu y yo estamos utilizando, con toda seguridad, un sistema diferente, aunque en algunos puntos se encuentren. Yo creo que él se mueve en el campo de la moral, y está por el consecuencialismo frente a un sistema moral ontologista. Ya sabéis que lo de Eladio Chávarri anda por otros caminos, porque para él no es un problema de moral sino de todas las vertientes vitales cuando hay desarmonía entre ellas.

2. En el sistema de Chávarri, la vida no es un magma informe o uniforme, sino diferenciado en al menos ocho ámbitos, tan intransferibles que el conocimiento no quita el hambre, ni el dinero arregla las malas relaciones afectivas en una pareja.

3. La vida no es algo ajeno a estos ámbitos de vida, sino que es la suma de todos ellos, si es que lo de suma es acertado para este caso. No es posible la vida sin valores, ni se distingue tanto de ellos porque son su alimento. ¿Podríamos vivir sin aire? Josemari dice que no podría vivir sin Alberto. En este caso –y sin que sirva de adulación para que me cuelgue más ladrillos insoportables–, Josemari forma parte de la vida de Alberto, y Alberto forma parte de la vida de Josemari. Porque se produce una simetría entre el ser valioso y la vitalidad cuando entran en relación valorativa (lo digerible sólo puede serlo por un estómago, y el estómago sólo puede asimilar lo que es digerible).

4. La persona es la que compendia, está presente, está insertada en todos y en cada uno de estos ámbitos de vida. La persona no la forma una sola vertiente vital (la biopsíquica). Entre los que han hablado sobre la persona en la cultura europea, sobre todo en la modernidad, ha sido muy frecuente asignarle sólo determinadas vertientes vitales. Victoria, Ernesto y Carmen venían a ser simplemente individuos de la especie (Boecio); o quizás se reducían a un yo pensante (Kant); o tal vez desarrollaban su existencia como corrientes de pulsiones (Freud); o aparecían ante un rígido súper-ego (Freud) como sujetos amansados, rebeldes, tímidos u obedientes; o emergía de ellos una indomable voluntad de poder (Nietsche); o, en fin, irrumpían ante los demás como productores de responsabilidades maduras (Habermas). La persona está insertada, presente, en todas las ocho vitalidades (Chávarri).

5. Cada persona es intransferible, única. Lo de Manolón no vale para Josemari, ni lo de Marta puede trasladarse a Alberto.

6. Lo de Marta y Alberto no son casos que yo trate en mi escrito, porque no son fetos, sino personas muy queridas por su padres, por su familia y por los que no somos de la familia. Si alguno aplica lo que yo digo a estas dos personas o a otras parecidas, no sería aborto sino claramente un homicidio o un asesinato, un exterminio o como queráis denominarlo.

7. Yo no sé si los fetos, hermanín, van a ser personas buenas, bondadosas, afables, tiernas, compasivas, honradas, virtuosas, rectas, justas, honestas, bonachonas, serviciales, benévolas, bienhechoras, caritativas, humanas, sensibles, amables…, como tú dices que los políticos autorizan a exterminar. A lo mejor son todo lo contrario. Pero mi enfoque chavarriano no tiene en cuenta esto, sino la situación de los padres ante lo que va a nacer. Imagínate que cuando el embarazo de vuestra hija Begoña, y ya nacida Marta, os dicen que Begoña sigue el mismo camino de Marta. No quiero preguntarte lo que harías, porque quizás tuviera que poner el pedestal de vuestra generosidad más alto que en el que estáis, y yo no llego al primero ni con las escaleras de los bomberos.

8. En el borrador que tengo delante para editar la última obra de Eladio, sobre los valores y los contravalores, repite una vez más que no hay que dar prioridad a ninguna de las vertientes vitales del ser humano, porque todas ellas hacen que este ser sea lo que es. Me choca que no dé prioridad a la vida biológica y que después hay rechazado –sin mirarlo– mi artículo.

9. Como resumen –y para no cansar más de lo que ya lo he hecho–, hay muchas personas que sufren conflictos entre sus vertientes vitales –y, aunque, como desea Manolón, sería justo que el Estado procurase los medios para que muchos conflictos no se produjesen (muchos de ellos debidos al paro y a la pobreza, sin duda), el Estado español no lo está haciendo ; otros, sí–, ¿qué hacer para que el nacimiento de un nuevo hijo, capacitado o discapacitado, no aumente el infierno que ya viven muchas familias?

Manolo Díaz -

Baldo, he leído, releído y vuelto a leer tu artículo. Y aún así te manifiesto que no estoy de acuerdo con lo que puedo deducir del mismo. Admito que el desacuerdo puede ser fruto del recipiente y no del contenido. Ya sabes: “Ad modum recipiestis…”.
Si hablas de vida y de ramificaciones vitales, LA VIDA, en esta doctrina de valores y contravalores, debe prevalecer como EL VALOR SUPREMO, intrínseco al ser que se le concede e inalienable.
Cuando dices que nuestros casos no son universalizables quizá pienses en la máxima latina “de singularis non est scientia”. Pero ese es también un error de partida. Nuestros casos no son particulares ni singulares. Son extrapolables a TODAS las familias que integran entre sus miembros a una persona síndrome down. Ergo…
Yo sé muy bien que ni tú ni Valdés, hermanos míos de ayer, hoy, mañana y siempre, “fomentáis, incitáis o recomendáis” el aborto. Pero deduzco que os posicionáis a favor de una ley injusta que lo permite. Esas vitalidades que se ponen en marcha cuando una mujer queda embarazada, cuando son adversas naturalmente que generan conflictos. ¡Ahí tiene que intervenir el organismo social para aportar toda la ayuda precisa! Y buscar soluciones que no pasen por matar al inocente. Te aseguro que esas soluciones existen. Y hasta me atrevo a decir que tú eres un ejemplo maravilloso de lo que estoy sugiriendo.
Y a modo de conclusión, abusando de vuestra confianza, os propongo a Valdés y a ti un sencillo ejercicio. Ahí va.
 Todas estas palabras tienen relación con actitudes/aptitudes o acciones humanas: Mal, bien, afabilidad, cordialidad, malicia, amabilidad, cortesía, perversidad, urbanidad, afecto, vileza, ternura, dulzura, crueldad, inmoralidad, sencillez, llaneza, falsedad, franqueza, bondad, iniquidad, gracia, gentileza, amistad, benevolencia, depravación, benignidad, sociabilidad, familiaridad, humanidad, expresividad, efusión, jovialidad, campechanía, prevaricación, contravención, infracción, delito, falsedad, corrupción….

 Clasificadlas en dos conjuntos:

A - Las que expresan VALORES
B - Las que expresan CONTRAVALORES.

 Aplicad ahora el conjunto que creáis apropiado a cada uno de estos dos grupos sociales:
1-Personas con síndrome down.
2-Políticos.
Pues toda esa horda social de POLÍTICOS que nos representa en el Parlamento de nuestra Patria es la que ha decidido legalizar una ley de aborto que permite exterminar a personas buenas, bondadosas, afables, tiernas, compasivas, honradas, virtuosas, rectas, justas, honestas, bonachonas, serviciales, benévolas, bienhechoras, caritativas, humanas, sensibles, amables…
¿Por qué? ¿Con qué derecho?
Como dije anteriormente, no me sirve ni tiene fundamento toda esa casuística de las vitalidades humanas. Repito: La sociedad tiene la obligación de defender al individuo, no de aniquilarlo.
Y concluyo con ironía corrosiva: ¿No sería más justo aplicar la ley del aborto a quienes sólo aportan contravalores?
Soy consciente de que para esto último esa ley debería incluir un artículo que permitiera aplicarla con carácter retroactivo.
Creo que no lo incluyeron.

Jesús Herrero Marcos -

Querido Baldo, supongo que uno de los ingredientes importantes en la adopción de una decisión con respecto a un hipotético caso aborto pasa por considerar la capacidad intelectiva de las partes implicadas, fundamentalmente los padres. Por capacidad intelectiva entiendo que, además de la propia cantidad de inteligencia que cada persona atesora, hay otros ingredientes como los culturales, educacionales, éticos (más o menos teledirigidos), sociales, religiosos, económicos etc., de los cuales, directamente o indirectamente has hablado. Creo que la herramienta de la capacidad intelectiva de cada individuo es la única que puede solucionar el problema particular de cada caso desde un punto de vista práctico. Y claro, no todo el mundo tiene la misma capacidad de profundizar en los problemas, sobre todo, en muchos casos, debido a la escasez de muchas de las herramientas mencionadas. Tu sí las tienes y nos las prestas, o sea que gracias mil. Sigo, por supuesto con mis dudas, pero al menos con una certeza que consiste en respetar las decisiones ajenas, lo cual también se puede leer entre tus líneas que, por cierto, me las he leído todas aunque no te lo creas.

Al final no viniste a Madrid o no me llamaste, ¿qué pasó? ¿abortaste el viaje o la llamada? ¿El café o la cerveza son contravalores? ¿Forman parte del área biopsíquica, o lúdica, o socio- económica, o religioso-moral, o etereo-digital, o electrico-gástrica, o mecánico-emocional? Espero que consideres estas nuevas áreas como tema de un nuevo ladrillazo, pero no antes de discutirlas conmigo, so bandarra.
Besos. He dicho.

BALDO -

Sabía que el artículo iba a despertar alguna pasión –controlada, eso sí–, porque me imaginaba que la gran mayoría, al tener una convicción muy firme y asentada sobre el asunto, no iba a prestar mucha atención a si la visión que yo presentaba era nueva, original y bien trabada –nadie ha dicho nada sobre eso–, sino a ver si el escrito era proabortista o antiabortista, de los míos o de los otros. Pero, como el sustento de lo que digo es de Eladio Chávarri, no tengo ningún empacho en decir que no he encontrado una explicación tan coherente sobre este problema vital, que, aun perteneciendo al ámbito biológico, implica indisolublemente al resto de las vitalidades humanas. Cuando una mujer se entera de que está embarazada –vitalidad biológica–, todas las vitalidades restantes, incluida la biológica, se ponen en movimiento. Y ese movimiento no siempre es de armonía entre todas ellas, sino que frecuentemente aparece una lucha, pequeña o grande, corta o larga, entre las otras vitalidades de una persona o de una familia. Cuando en esas luchas, las otras vitalidades tienen bastante menos entidad que el nuevo nacimiento, se dice: ¡Adelante! La disertación de mi trabajo va encaminada a entender y defender a personas que deciden libremente –no sé si se puede calificar de libremente en estos casos– abortar, porque todas las demás vitalidades son adversas y el nacimiento del hijo sería un infierno largo y cruel para los padres y para el hijo. Casos de ésos hay, por desgracia, en abundancia. Y no os oculto que el tiro de mi artículo apunta a una jerarquía eclesiástica, que ha pospuesto la vida biológica a otras vitalidades cuando le ha interesado, que no tiene en cuenta los sufrimientos de muchas personas que no pueden sostener un hijo que va a nacer con malformaciones, y que ahora ha hecho bandera de la vida biológica, pero nada más que de la biológica.
Leed sin juicios previos y sin pasión mi artículo y analizad sus fundamentos. No obliga a nadie a abortar, pero sí quiere defender, con fundamento repito, a las personas que no tienen más remedio y dolor que hacerlo.

Santos Suárez Santamarta -

Voces ahogadas

Por razones que nunca habré sabido
cuando estaba mi talle en crecimiento
se unió la sinrazón a un instrumento
y me catalogaron “no nacido”.

Nadie escuchó mis quejas, mis derechos,
nadie hizo cauce a mi fluir de río,
llevaron mis razones al vacío
y mi anhelo de ser a los desechos.

En vez de festejar mi arribo al día
se decidió mi noche ilimitada;
fui juzgado culpable ya de entrada:
vivir era un delito, una osadía.
Así que con la misma mano helada
se rubricó mi pulso y mi agonía.

La abuela de la Anselma -

Mudo, al final vas a tener que hablar, aunque sea para poner punto final. Yo ahora mismo estoy en el balcón regando las plantas y no puedo...

Fernando Alonso Die -

Cuando Baldo planteó este tema en el blog, tenía muy claro que ninguna de mis reflexiones pasadas o posibles sobre el asunto podrían aportar nada al debate y sigo pensando lo mismo, así que, lo siento mucho, objetivamente soy un escéptico dolorido. Ahora bien, sí pongo en valor, el debate en sí y el respeto con el que se está manteniendo. Cada uno de nosotros tiene acumulado un bagaje de argumentos en pro y en contra, pero sólo aquellos a los que la vida les pone en el filo de lo imposible y les obliga a tomar decisión responsable se pronuncian de manera definitiva al respecto. Por eso digo que ante un tema con tantas incógnitas, como juez me confesaría escéptico y ojalá que, como reo nunca tuviera que ser juzgado. Sin embargo, respeto y sobre todo, admiro a los que, conociendo las consecuencias, deciden seguir adelante, aunque esas consecuencias no sean la de una "vida soñada". Esas personas dignas de mi admiración, estos amigos nuestros y sus familias, a los que queremos tanto, seguro que esa realidad les ha acrecentado su corazón . Y respeto y entiendo también las situaciones límites que pueden alterar o poner en riesgo el desarrollo normal de una "vida en ejercicio". En otro orden de cosas y si de aquí hay que deducir luego consecuencias legales, será la sociedad la que arbitre el mejor modo para no criminalizar. En este asunto, la criminalización me repugna.

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Suscribo cada una de las palabras de esta ultima entrada de Baldo. El no estar en contra del aborto según qué casos no significa que vayamos fomentando, incitando o recomendándolo.
Un abrazo

Baldo -

Josemari,Manolón,Bandera,Leonides y vuestas familias y la de tantos otros muchos, ¡chapeau! Ya os lo expresamos el otro día. Pero vuestro caso no es universalizable. Yo he planteado las conflictividades que surgen en muchas personas entre sus vertientes vitales y cada persona tendrá que ponderar en cada caso a cuál ha de atender en primer lugar. Mi artículo no es proabortista,sino que no es anti abortista. Y está a favor de la vida, pero de toda la vida, no sólo de una de sus dimensiones.

josemari cortes aranaz -

No concibo mi vida sin él.

josermari cortes aranaz -

¿Qué hubiera sido de mí sin Alberto?

Manolo Díaz -

Querido Jesusín, ¡qué bien captas los mensajes crípticos! No me atreví a pedirte directamente el dibujo, pero tenía la seguridad de recibir tu generosa oferta que me invade de alegría y gratitud. Las buenas viñetas, como esta tuya, son como ese punto de densidad infinita que dio origen al Big Bang: Condensan la doctrina para que explote en la mente preparada. Baldo es un experto en el tema.
Toma nota: C/ Las Viñas 1 – Urb. Valjunco, 24200 Valencia de Don Juan.
Allí espero tu visita y la de todos los que queráis compartir un prieto picudo o unos culetinos de sidra , incluyendo algo sólido, con Marta, Conchita y éste vuestro amigo/hermano.
Tengo preparado el CD que amenizará mi próximo viaje: La Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven.
Estoy de acuerdo con José Ramón en que el tema del aborto es tremendamente complejo. Propicio para radicalizar posturas. Quienes defendemos el derecho a la vida ni siquiera habríamos recomendado abortar a Yekaterina Gueladze, mujer de un pobre zapatero alcohólico que en el año 1879, en la Rusia de los Zares, concibió un hijo al que bautizaron como Iósif Vissariónovich Dzhugashvili y que después de haberse formado en un seminario, se convirtió en el mayor asesino de la historia.

Ramón Hernández Martín -

Ciertamente, el tema del aborto es muy peliagudo, espinoso, lacerante, tanto que, como ya he dicho, mejor diez que cien y ninguno que uno. Por mi parte, jamás querría verme en la conciencia de una furibunda abortista porque, si de la palabrería pasa a los hechos, es posible que incluso ella sea víctima de una demoledora angustia. Si casos contamos y anécdotas relatamos, lo mismo podríamos justificar la guerra que la paz. En última instancia, y más allá de las humanas conciencias, uno puede preguntarse por qué demonios la naturaleza es tan abortiva, que lo es y mucho, y, yendo más lejos, por qué misterio insondable todos nacemos con fecha de caducidad impresa en el destino o en los genes. Porque la muerte es algo inevitable, nuestras más altas y dignas misión y sabiduría consisten en administrarla con sentido común y mesura.

José Ramón Soriano Reig -

Es evidente la complejidad del tema. Pero agradezco a mi amigo Baldo que se atreva a lidiar el toro. Todos tenemos nuestras opiniones fundamentadas en unos u otros argumentos. Yo me inclino por el respeto hacia las personas que han de enfrentarse a situaciones tan difíciles. Y sí...del caso de una familia concreta no se pueden extraer muchas conclusiones. Porque si Klara Pölzl hubiera abortado en agosto o septiembre de 1888, no hubiera venido al mundo un monstruo llamado Adolfo.

Jesús Herrero Marcos -

Gracias querido Manolo por tu párrafo laudatorio sobre la viñeta. Si me mandas tu dirección de correo te envío el dibujo para que lo pongas donde quieras. Francamente, cuando lo hice tenía en la cabeza una importante colección de dudas que, por suerte, seguiré teniendo siempre. No me he visto nunca en la tesitura de tener que tomar una postura definida al respecto y espero que nunca tenga que tomarla, pero respeto profundamente las posturas y decisiones de todo el mundo en este espinoso asunto. Solamente quiero recordar aquí, sin que eso suponga para mí una certeza moral o ética, el caso de una familia: El padre era un borracho empedernido, la madre tenía graves problemas psíquicos y además tenía sífilis cuando se quedó embarazada. Si hubiera abortado, cosa que podría haber hecho dadas las circunstancias, nos hubiéramos quedado sin la música de Luwig van Beethoven. Pero esto solo es un caso y unas circunstancias. Ni extraigo conclusiones ni tomo posturas. Que cada uno decida...

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Espero, deseo y exijo que bajo ningún concepto se te califique por tus ideas. Manifesté que yo me declaraba abortista teórico, es más facil que si hubiera que hacerlo desde el punto de vista afectivo. Tienes todo mi respeto y estás en el derecho de declararte ANTIABORTISTA con mayúsculas. Seguro que tienes muchas y buenas razones para ello, sobremanera las afectivas. Es un tema peliagudo en el que es difícil unificar criterios. Estoy seguro que el médico al que aludes encontró un argumento ad hominem y de autoridad para sus nuevas intervenciones. Habría que preguntarle si eso cambió su punto de vista, es posible que sí.
Un abrazo muy fuerte. Quiero tener una sobremesa como la que describes.

Manolo Díaz -

Jusús Herrero, ¡FELICIDADES! Así, en mayúsculas, porque la viñeta que encabeza este portillo es un extraordinario tratado de bioética. Si tuviese una copia hológrafa, aunque fuese del tamaño de una cuartilla, la colgaría en un lugar bien visible para que suscitase la atención y la reflexión de quienes tengan la capacidad de entenderla.
Invito a todos los que ojean este blog, gente de cuya capacidad intelectual nadie dudaría, a que la estudien con detenimiento. Que descifren todos los códigos “mshr83tgs45p, ksutn1749, etc.” y mediten reposadamente la conclusión final.
Tenía escrito un ladrillo de dos páginas plagado de argumentos propios y ajenos contra el aborto. Ahora mismo he decidido borrarlo y gritar a los cuatro vientos que ESTOY RADICALMENTE EN CONTRA DEL ABORTO. Dicho así, en seco y en abierto, sin argumentos de ningún tipo y con más visceralidad que racionalidad. Y como voluntariamente he llevado el tema al terreno de lo afectivo, os contaré una anécdota que dejo al buen entendimiento de quienes tengáis paciencia suficiente para leer lo que escribe este carca retrógrado, expuesto incluso a que más de uno me tilde de facha.
En cierta ocasión nos juntamos tres compañeros/amigos/hermanos de la yeguada del 60 a comer en el Llagar de Quelo, en Tiñana. No fue, como dijo Don Francisco, “una comida eterna” pero hubo sobremesa prolongada. Hablamos de muchos temas y singularmente del aborto. Uno de los comensales, ginecólogo, había practicado con cierta frecuencia “Interrupciones voluntarias de embarazos” o sea A-BOR-TOS. A él no le suscitaba ningún problema de conciencia esa práctica profesional porque era un convencido proabortista.
Así que aquella mañana procedió, según el protocolo habitual, a interrumpir un embarazo de un feto síndrome de down.
Terminó la jornada y se fue a esperar el autobús para regresar a casa. Solamente había una persona en la parada. Cuando se acercó, allí estaba un chavalín de catorce o quince años, con su mochila de escolar a la espalda, exultante de felicidad, que le dijo con la más angelical de las sonrisas: “¡Buenos días, señor!”
Era síndrome down.

Juan A. Iturriaga -

Después de leer, dentro de mis posibilidades, los argumentos filosóficos sobre el aborto y, superado un primer momento de confusión, quiero aprovechar la marea para ver si entre tirios y troyanos alguien me puede centrar un poco mis dudas.

Cuando nació mi hijo, en la habitación de al lado, una chica joven tuvo un aborto no deseado. Una desgracia. La familia desolada, pero la vida, a veces es así.
Al día siguiente estuve con una de las monjas que mandaban en aquella privada y católica clínica y cuando le comenté que era una pena lo de aquella chica, me dijo: ¿quiere usted ver el aborto?
Y me lo enseñó.
Yo me quedé helado. Era una personita como de una cuarta. Como un muñequito.

Estaba en un recipiente metálico esperando a que se lo llevara una empresa que se dedicaba a la limpieza y tratamiento de restos de quirófano, dado que el feto tenía menos de seis meses.

Claro, mi pregunta inmediata fue por qué no le habían hecho un funeral como a todas las demás personas y enterrado debidamente en el panteón familiar de aquella católica e importante familia.
La monjita se sorprendió de la pregunta y me dio un montón de explicaciones. Yo lo único que entendí fue que ella no creía en eso de que el ser humano lo es desde el primer instante de su concepción, ni la familia del aborto tampoco, porque de otro modo le hubieran recogido, le hubieran hecho un funeral y la abuela lloraría a su nieto muerto y no por el disgusto que se había llevado su hija.

Luego me dijeron que la iglesia tampoco tenía previsto una liturgia ad hoc para estos casos.

Todo aquel entorno era muy católico pero no creía en lo que predicaba. "El primer instante de su concepción", tenía muchos matices.

Tendría que ser normal que se pudiera pedir el bautismo para un niño, recién concebido, poniéndole el nombre y todo, considerando que los nueve meses anteriores al parto no es más que un periodo más de este peregrinar que es la vida.Pero no es así.

La iglesia católica es muy beligerante en este tema aunque pienso que no cree en lo que dice.

Y a la sociedad civil le pasa lo mismo. El código civil decía que la personalidad se adquiría siempre que el feto tuviese figura humana y que viviese veinticuatro horas desprendido del seno materno. Ahora que somos más avanzados, se dice en el mismo artículo que la personalidad se adquiere en el momento del nacimiento con vida, una vez producido el entero desprendimiento del seno materno.

Resumen, que una vez que has nacido y tienes vida autónoma todo está claro, pero "antes de", no eres nadie para la sociedad civil y menos para la Santa Madre Iglesia.

Yo creo que este tema está desenfocado y no me siento capacitado para decirle a una mujer si puede o no puede abortar.

Los demás pueden decir lo que quieran, pero cuando una mujer aborta, se enfrenta, de una forma voluntaria o involuntaria, a una tragedia vital que arrastrará toda su vida y ¿es razonable llevarla a la carcel para que aprenda?

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Baldo, empeñado en meterme en estas disquisiciones filosófico-científico-morales que el trae al blog, me cita para decir que yo no entiendo la distinción entre SERES y COSAS, tiene razón. Pero nadie en Casorvida ignora, porque nos lo explicaba el Sr. maestro en los primeros años de escuela, que los conceptos tienen dos propiedades lógicas, comprensión y extensión, que guardan entre sí una relación inversa, es decir, que a mayor comprensión de un concepto corresponde menor extensión en el mismo, y vicealcontrario. Cuanto más se concreta una idea o concepto, más se limita su esfera de aplicabilidad, y cuanto más se amplía su sentido, mayor será su esfera de atribución. Ser tiene menos intensión y por ende más extensión. Y, por favor, Baldo, deja de tocarme las intensiones y las extensiones.
En cuanto al tema de fondo, la cosa ya no es tan fácil de resolver. Hace mucho que no me confieso, la última vez fue con el P. Sama (antesdeayer), lo hago ahora. Me confieso abiertamente proabortista pero, eso sí, con mil y una PREVENCIONES. Soy consciente de la diferencia de ser abortista teórico, sobre el papel, y abortista en la práctica. Si el problema te afecta de forma directa en tus piel o la de alguno de los tuyos, la cosa puede cambiar. Soy abortista dentro de un orden. Entiendo perfectamente a mi amigo Juan, Manolo, Manolón; él sí lo ha padecido, lo padece en carnes propias y eso es una circunstancia determinante.

Está claro que las dos partes que discuten la cuestión del aborto se dividen por sus ideas-creencias éticas, morales, biológicas y legales. En general, en la discusión interviene una combinación de tales ideas-creencias que llevan a presentar argumentos sólidos en un sentido u otro. Sabemos que la religión ha sido y es un factor que ejerce un efecto enorme sobre el pensamiento, pero no es, claro está, el único.
Pienso que nadie está a favor del aborto como nadie está a favor de los embarazos no deseados. En la mayoría de los países industrializados, el aborto no estaba considerado un crimen hasta mediados del siglo XIX, cuando comenzaron a promulgarse leyes antiabortistas. Como reacción a esas leyes antiabortistas surgieron las posturas proabortistas. Es parecido a la cuestión de las creencias, cuantos más cura rancios se empeñan en demostrar la eternidad eterna más incrédulos hay.

Ente los muchos argumentos esgrimidos hubo dos grandes argumentos que justificaban la prohibición de los abortos en el siglo XIX: el primero, consistía en poner de relieve la peligrosidad y riesgos que dicha representaba para la mujer. El segundo, se basaba en la afirmación apriorística de que el feto era un ser humano desde el mismo momento de la concepción, por lo que el aborto era equiparable al asesinato. Con los avances de la medicina la práctica del aborto dejó de ser peligrosa, por lo que en la actualidad los argumentos antiabortistas se basan en el segundo de los argumentos: el feto es un ser humano desde el momento de la concepción.

En defensa del aborto se han esgrimido y se esgrimen muchos argumentos. Uno de ellos, fuerte, se basa en las consecuencias indeseables de la prohibición de abortar para la mujer. El embarazo, de por sí, entraña un riesgo para la salud y para la vida, siendo injusto obligar a las mujeres a correr tales riesgos si no desean tener hijos. En otro orden de cosas consecuenciales, muchas mujeres quieren abortar porque no pueden mantener hijos, obligarlas a tener el bebé sería imponerles una carga. Yendo a cuestiones más generales de tipo sociológico y ecológico hay quien argumenta que es dañino prohibir el aborto, pues tarde o temprano nos enfrentaremos a problemas de superpoblación. Esto nos recuerda a R. Malthus (S.XVIII), quien en su obra demográfica “Ensayo sobre el principio de población” , desarrolla la teoría de que la población crece más rápidamente que los recursos, conduciendo a una progresiva pobreza de la población. Es la “Ley de Malthus” que mantiene el crecimiento geométrico de la población frente al crecimiento aritmético de los medios de subsistencia. No se ha cumplido pero puede, viendo lo que sucede, utilizarse como argumento proabortista.
Un segundo grupo de argumentos se basa nada más y nada menos que en los derechos de la mujer: el derecho a la vida, a la autodereminación, a la libertad personal y a estar libre de sufrir daños. Por ello cabe mantener que la mujer tiene el derecho moral a decidir abortar. Mientras los antiabortistas se manifiestan en contra, las mujeres de buen nivel socio económico tienen, y siempre han tenido a su alcance, el dinero y los médicos privados para hacerse abortos. Frente a esta situación las mujeres pobres deben enfrentar la decisión de llevar a término un embarazo no deseado o arriesgar sus vidas en un aborto inseguro e ilegal. Es un hecho que muchas mujeres con escasos nivel adquisitivo mueren cuando el aborto es ilegal. Frente no cabe más que defender el derecho al aborto.
Frente al argumento de que el feto es persona desde el momento mismo de la concepción, los proabortistas defienden/defendemos que a un ser o ente se le considere persona debe tener determinadas cualidades que trascienden la naturaleza biológica de ese ser. Pertenecer a la especie humana no parece suficiente para ser persona. El concepto de persona es un concepto cultural. La persona es, pues, un individuo humano, pero considerado como sujeto autoconsciente, racional y moral, a la vez que único (diferente de todos los demás) y uno (a través de toda sus modificaciones). Según esto pertenecer a la especie humana no parece suficiente para ser persona. Surge un interrogante ¿Es justo tener en cuenta los derechos de un feto sin tener en cuenta los derechos de la mujer persona?
Un capítulo aparte lo constituyen circunstancias relacionadas con los derechos de las mujeres que han sido agredidas sexualmente. El trauma de la violación, junto con la responsabilidad que un niño trae consigo, sólo puede agregar a la tensión mental a la que una mujer se somete. Lo mismo es válido para los embarazos de adolescentes. Los estudios demuestran que las adolescentes no son de ninguna manera, mental o físicamente, capaces de hacer frente a un embarazo y la obligación a hacerlo puede dar lugar a un traumatismo grave. Sin ignorar la posibilidad de que los abortos ilegales, debido a los argumentos contra el aborto, puedan suceder en las clínicas no autorizadas, constituyendo un problema de salud añadido.
Está claro, en esto del aborto hay pros y contras del aborto. Sin embargo, el derecho fundamental de elección debe recaer en la mujer que está sufriendo el aborto. Esto sigue siendo uno de los argumentos más importantes.
Amigo Baldo, he puesto mucho empeño e interés en leer y entender tu ladrillazo. Hay mucha densidad. M e he basado en lo que yo tenía en mi disco duro mental de cuando trataba estos temas en el aula. Nunca estuve cómo tratándolos por la carga social, psicológica y religiosa que lleva consigo. Sin entrar a comentar tu exposición debo señalar que hay algo que me sorprende: la/s tesis que mantienes, avaladas por Chavarri, entiendo que estan a favor del aborto y sin embargo él de ningún modo quiere verse mezclado en argumentos o teorías proabortistas. Parece un tanto contradictoria esta postura. Sopesando, baremando, los valores y contravalores que están en juego en el proceso del embarazo con complicaciones, yo estoy a favor de defender los valores de la madre que decide abortar por ver peligrar sus derechos y valores. Pero, entiendo a los que se manifiestan antiabortistas. Sus gafas de ver y entender la vida seguro que les muestra la realidad de un modo distinto a los que llevamos otras gafas vitales.
Siento el ladrillete que acabo de colocar en este edificio.
Un abrazo
P. D. Libertad con responsabilidad

Ramón Hernández Martín -

Baldo y yo ya tuvimos un intercambio de opiniones sobre este mismo trabajo hace tiempo. Es muy rico y sugerente tener en cuenta los elementos que introduce Baldo a la hora de plantearse el espinoso tema del aborto.
De entrada, digamos que es un tema tan sangrante que, en planteándose como posible, mejor mil abortos que cien mil, pero mucho mejor diez que cien y uno que diez, si bien lo óptimo sería ninguno.
Baldo emplaza el tema, sin pronunciarse ni a favor ni en contra de una legislación prohibitiva o permisiva, en el conjunto de las vertientes vitales de nuestra forma de vida, dejando claro que puede haber tal conflicto de valores-contravalores que puede darse el caso de que sea mejor abortar que seguir adelante con la gestación, es decir, que el aborto, siendo un contravalor, eliminaría en ciertos casos tal cúmulo de contravalores que lo harían tolerable, aunque nunca aconsejable.
Recuerdo haberle dicho a Baldo en su día que mi punto de vista, que también llega a justificar el aborto in extremis y sin perder de vista que cuantos menos abortos mejor, se centra no en la dicotomía del valor-contravalor, sino en la mera función de la naturaleza. Nadie puede negar que la naturaleza es “abortiva”. Hay un porcentaje considerable de gestaciones que se frustran de “forma natural” por mil causas que podríamos resumir en que el vientre gestante no tolera la gestación. Si eso es así –y nadie en su sano juicio puede negarlo-, ¿por qué no le damos carta de “naturaleza” a la mente humana y entendemos que, como tal, también ella puede rechazar de plano la gestación? Entiendo que lo mismo que la gestación es frustrada muchas veces por causas físicas, puede serlo también por causas psíquicas, las cuales son incluso más fuertes y determinantes que las físicas. Hay embarazos que las mentes de sus responsables no están dispuestas a aceptar de ningún modo.
Eso sí, de aceptarse el aborto, debe hacerse con determinadas condiciones de tiempo, es decir, antes de que el feto alcance cierta entidad o desarrollo. ¿Cuánto tiempo? Es tema que solo puede concretarse por consenso social, consenso que parece apuntar a un período de tiempo que no rebase las doce semanas de gestación.
En 1959, cursando segundo de Filosofía en Las Caldas de Besaya, fray Desiderio Ordóñez dio a mi curso un seminario sobre temas científicos relacionados con la Filosofía. Escogió ese año el tema de “La animación del feto”. Con sumo rigor y seriedad nos introdujo en profundidad en la sexualidad humana y nos expuso con lujo de detalles el funcionamiento de los órganos masculinos y femeninos. Un portento de seminario, muy adelantado a los conocimientos que la sociedad civil tenía entonces sobre la sexualidad. Recuerdo que, tras aportar muchísimos testimonios en un sentido (animación desde el inicio de la concepción) y en otro (animación tras un cierto desarrollo orgánico del feto), concluyó el seminario diciendo que el consenso social parecía indicar que la animación del feto debía de producirse hacia la duodécima semana de gestación. Curiosa conclusión para todo lo que se ha discutido muchísimos años después.

Baldo, por delegación de Samaniego -

Mi amigo Samaniego, docto en muchos saberes y artes, me envía el siguiente comentario a la lectura del artículo.

1. El embrión o el feto no pertenece al cuerpo de la madre. Por tanto ella no es dueña de hacer lo que quiera con él.

2. Las teoría de Eladio, aunque muy superiores, me recuerdan al doble efecto usado en moral, o, como se dice ahora, los daños colaterales no queridos.

3. No concretas qué valores o contravalores son los que entran en litigio con que el feto siga adelante (descuido, destrozo de la vida con un nuevo nacimiento, síndrome de Down, malformaciones del feto, etc.).

4. Estoy de acuerdo contigo en la incoherencia de decir que se defiende la vida y después se deja morir hambre a millones de personas, o se les cierra las fronteras a los huyen de la muerte, etc.

5. Los de preferir la muerte biológica a favor de otros valores puede aplicarse a los kamikaces japoneses o a las talibanes de hoy, pero no creo que los mártires cristianos buscaran directa y voluntariamente la muerte.

6. Otra cosa que me inquieta es la perfecta aplicación de tus argumentos sobre el aborto a la eutanasia. Parece que llega un momento en que la balanza entre mortalidades y vitalidades se inclina del lado de la muerte.

7. Pero mi argumento general de tus puntos de vista es aquella vieja sentencia que dice: "quod nimis probat, nihil probat" (lo que prueba demasiado, no prueba nada). Como son más los contravalores que los valores que tenemos, deberíamos estar todos muertos.

8. En cuanto a la potencialidad, "las dos células no son un niño". ¿Y cuándo son un niño? ¿Dónde está el corte? ¿Alguna vez se vio que una mujer pariera un conejo?

9. La vida física y orgánica es la base radical de todas las demás vitalidades. Sin ella, las demás no son posibles.

10. Severo Ochoa, premio Nobel por haber dado origen al estudio del ADN, ateo convencido, era radicalmente antiabortista, y decía que no tardando, el mundo entero se avergonzaría de estas prácticas.

Baldo, por delegación de Manolón -

De Juan Manuel Díaz, "Manolón"

Antes de mandar el trabajo a Josemari, se lo di a leer a mi hermanín Manolón, porque en este asunto tiene para mí la máxima autoridad. "Si hubiera sabido en el embarazo –me dijo– que Marta iba a vivir como ha vivido durante 42 años, ni Conchita ni yo hubiéramos intentado el aborto. ¡Chapeau! "Ya, hermanín –le contesté–, pero tu familia y tú lleváis queriendo mucho a Marta durante cuarenta y dos años, y ahora ya no sería aborto, sino eutanasia. Además, proseguí, las demás vertientes vitales vuestras han sido favorables: una familia que la adora, los medios económicos de que disfrutáis, la fuerza física y psíquica que os ha acompañado, …".
Me mandó unas notas, de las que yo entresaco sólo algunas consideraciones suyas.

1. Yo, en este tema, no soy objetivo y mi posicionamiento coincide más con el de Eladio que se niega a “fundamentar conclusiones que no signifiquen un rechazo total de la brutal liquidación –que no interrupción– del embarazo, pues en éste se produce una rotura decisiva de la potencialidad vital que hay en el embrión humano”.

2 – Dices que “la vida humana, a través de sus vertientes vitales, variaciones y vitalidades concretas se alimenta de seres, que son estimados por la persona como beneficiosos si fomentan el desarrollo de su vida, o como perjudiciales si la deterioran o destruyen”
¿A quién corresponde determinar qué seres son beneficiosos o que seres son perjudiciales? Desde una postura de creyente ese sería el papel de Dios y a Él correspondería eliminar a unos y dejar a otros. No obra así. ¿Podemos nosotros enmendarlo y asumir el rol de jueces selectores? ¿No te recuerda esto a un tal Adolfo?

3 – Las ocho dimensiones valorativas que enumeras ¿poseen los mismos niveles de importancia? ¿No es primordial y suprema respecto a las otras la dimensión biopsíquica, constitutiva del ser que luego soporta a las otras? Es decir, una es esencial para la existencia de las otras.

4 – Si la muerte es lo negativo de la vida, habrá que preservar siempre el bien positivo, posibilitar el ser frente al no-ser. Que haya antiabortistas u otro tipo de personas execrables no se puede presentar como un argumento a favor del aborto. Dos contravalores no suman un valor.

5 - ¡Qué bien aplicas la doctrina aristotélica de la potencia y el acto! Esas dos células a las que aludes tienen la potencialidad de generar un ser humano en toda plenitud. ¿Podemos eliminarlas cuando aún son potencialidades? También un recién nacido es virtualmente potencia en el que hasta podríamos advertir contravalores. Quien defiende el aborto ¿podría justificar su eliminación?

6 – Sabes que la libertad humana, entre los “opposita” que elige se refiere siempre a valores, al menos percibidos como tales subjetivamente. Es decir, no somos libres para elegir que lo captamos subjetivamente como males (contravalores), excepto por deformación de nuestra propia conciencia, norma subjetiva de moralidad.

7 – Por todo lo que antecede puedes deducir que estoy radicalmente en contra de lo que concluyes en el apartado 13: “La vida de la madre y del niño no es sólo biología y deber o no deber biológico. Las demás vertientes vitales también imponen su propio deber y no–deber. Y, en algunos casos, esas otras vertientes vitales imponen a la vertiente biológica un no–deber ser”

Os queremos. Conchita, Marta y Manolón de san Feliz, cerca de Casorvía y PiñeraBaxo.