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EL ARMAZÓN DE LA EXPERIENCIA HUMANA

EL ARMAZÓN DE LA EXPERIENCIA HUMANA

Querido Josemari. Creo que este tema de la experiencia es uno de los ejes fundamentales del pensamiento de Eladio Chávarri, junto con los valores y los modelos humanos. Antes de leer el tema, invito a que cada cual piense qué entiende por experiencia (de ser padre, jubilado, ciudadano, amigo, artista, etc.), y que lo compare con lo que ha aprendido después, si es que tiene humor para leer el "ladrillito". Habrá seguramente un abismo insondable.

El interesantísimo y original libro de Chávarri LA CARGA VITAL DE LA CIENCIA está basado en este armazón de la experiencia. Un articulito que yo escribí en CIENCIA TOMISTA sobre la transustanciación –el tema da mucha apariencia de teologuillo– también lo fundamenté en este armazón de la experiencia de Eladio. A mí me ha abierto caminos de pensamiento insospechados. Invito a que alguien se atreva y tomando esta estructura elabore un artículo para colgar en este blog. Por ejemplo, sobre la familia en la actualidad, sobre la experiencia artística –puesto que hay muchos artistas en este blog–, u otro cualquiera.  Yo me atreví a elaborar uno sobre la experiencia religiosa, pero que nadie tenga temor, que no se pondrá aquí. 

 

BALDOMERO LÓPEZ


 

            Utilizaremos el término “experiencia” con el significado de “tener experiencia de”. Por ejemplo, de estar locamente enamorado, del dolor de muelas, de oír música clásica, de mentir, de amar a Dios, de ir al cine, de vivir sin dar golpe, de ser joven, de viajar en avión, de solucionar un problema de álgebra, etc. Algunos autores utilizan como verbo correspondiente el de “experienciar”, para distinguirlo claramente del de “experimentar”, que se refiere al proceso metodológico específico que utilizan algunas ciencias.

 

1.      LA EXPERIENCIA ES EL TRATO VITAL ESPECÍFICO QUE LOS HOMBRES MANTIENEN CON LOS SERES CON EL FIN DE ASIMILARLOS PARA DESARROLLAR ALGUNA DIMENSIÓN HUMANA

 

1.1.   En primer lugar, la experiencia es un TRATO VITAL con los seres con el fin de asimilarlos

 

            El trato vital indica, ante todo, que en la experiencia los seres se hallan implicados en el desarrollo de la vida humana. En efecto, los seres son el alimento del hombre, y éste vive en la medida en que asimila esos seres, ya sean garbanzos, aire, amores, Dios o dioses, placeres, diversiones, saberes u organizaciones sociales. Las experiencias son los eslabones de esa cadena de asimilación de los entes que llamamos VIDA HUMANA. No hay vida humana ni desarrollo de la misma sin experiencias, sin asimilación de seres.

 

1.2.   En segundo lugar, la experiencia es un trato que SE MANTIENE

 

            “Mantener” proviene de la expresión latina “manu tenere”, que significa “agarrarse con fuerza”. La experiencia expresa, por tanto, una continuidad en el trato con los seres. En esto se diferencia de la VIVENCIA, que es una relación puramente momentánea, transitoria, ocasional con los seres. Para tener experiencia de los seres, para arrancarles toda la riqueza que nos pueden aportar, para asimilarlos, necesitamos largos e ininterrumpidos procesos. ¿Acaso uno puede tener experiencia de la amistad a los tres días de haberse encontrado con otra persona? Por eso los grandes pensadores han introducido el tiempo como constitutivo esencial de la experiencia.

 

1.3.   En tercer lugar, la experiencia es un trato vital ESPECÍFICO

 

            No todos los seres se asimilan de la misma manera, sino que cada uno necesita un trato específico, unas operaciones peculiares. De ahí que las experiencias humanas sean variadísimas. La vida no es un magma informe y homogéneo, sino que se muestra en múltiples y variadas manifestaciones o vertientes vitales. Cada una de esas manifestaciones vitales es una experiencia.

 

1.4.     En cuarto lugar, cada experiencia desarrolla una dimensión humana específica. Por tanto, todas las experiencias humanas son de valores y contravalores

 

            La evolución ha alumbrado un ser –el Homo– que presenta varias dimensiones vitales: biopsíquica, económica, cognitiva, estética, lúdica, moral, religiosa y sociopolítica. Los entes, a medida que van apareciendo ante nosotros a través de las experiencias, van enriqueciendo nuestro ser, nos humanizan en una determinada dimensión; son, por tanto, valores. Así pues, las experiencias están implicadas en la construcción misma del ser del hombre, contribuyen cada una de ellas al desarrollo de un aspecto de la humanización o de la deshumanización del hombre. Son experiencias valorativas; no hay ninguna experiencia que no sea de valores o de contravalores.

 

            En esta función de humanizar o deshumanizar al hombre, cada experiencia es insustituible por otras experiencias. La humanización que produce el comer no la pueden generar el estudiar, el rezar o el amar, por ejemplo.

 

2.      EL ARMAZÓN DE LA EXPERIENCIA o “marco experiencial”

 

            No es posible una experiencia si no se dan las condiciones NECESARIAS y SUFICIENTES para que tal experiencia se produzca. Pues bien, quizás todas esas condiciones a las que nos referimos estén contenidas en lo que llamaremos el armazón de la experiencia (o también “marco experiencial”). Hay que señalar que tales condiciones son sumamente activas, intervienen en el desarrollo de la experiencia, a pesar de que muchas veces nos sean desconocidas o no les prestemos atención.

 

2.1.   El  armazón de la experiencia consta de cuatro estructuras 

 

            Las llamaremos respectivamente estructura entitativa, de equipamiento, racional y social. De cada una de ellas hablaremos en los apartados siguientes.

 

            ¿Por qué precisamente esas cuatro estructuras? Hemos dicho que las experiencias son los eslabones de la vida humana, del hacerse humano, de todo su complejo proceso de nutrición de valores y contravalores. Ahora bien, el hombre necesita para vivir seres que lo alimenten, equipamiento apropiado para asimilar esos seres, actividades específicas de la razón y adecuados tipos de sociabilidad. Entre los que han tenido la audacia de definir al hombre, no deja de ser curioso que lo hayan concebido como animal abierto al ser, como animal vinculado a todo tipo de equipamientos –desde la azada al símbolo–, como animal racional y como animal político (social).

 

2. 2.  Cada una de las cuatro estructuras del armazón tiene un contenido peculiar en cada experiencia

 

            Cada experiencia tiene sus propios seres que la alimentan, sus equipamientos apropiados, sus específicos procesos racionales y sus peculiares tipos de sociabilidad. No hay, pues, contenido o relleno común para todas las experiencias, sino que cada una tiene el suyo propio.

 

            El tipo de relleno que tiene este armazón se expresa en castellano por el adjetivo o locución que acompaña al término “experiencia”. Así, familiar, lúdica, cognitiva, de novia, cívica, empresarial, turística, mística, literaria, educativa, etc., son adjetivos que cuando acompañan a “experiencia” nos indican el respectivo contenido de las estructuras de cada experiencia.

 

3.      ESTRUCTURA ENTITATIVA DE LA EXPERIENCIA 

 

3.1.   Entendemos por estructura entitativa de una experiencia el conjunto de los seres que la alimentan 

 

            No hay experiencia que no sea de algo: comidas, amores, organizaciones, placeres, bellezas, Dios o dioses, bienes económicos, justicias, saberes, etc. Ese “algo” es lo que constituye la estructura entitativa de una determinada experiencia.

 

3.2.   ¿Cuántos seres constituyen el “dominio” de la experiencia humana en general? Todos los que están implicados en el desarrollo del hombre, y sólo éstos. Es decir, sólo, y todos, los valores/contravalores

 

            Cada especie viviente selecciona dentro de su propio medio aquellos entes que le son útiles para su vida. También el hombre escoge los seres que han de ser su alimento, aquéllos que están implicados en el desarrollo de su humanidad.  Llamemos al conjunto de estos seres “dominio” de la experiencia humana. Quedan, pues, fuera del “dominio” de la experiencia humana sólo los entes que NO intervienen en el desarrollo del hombre. En el “dominio” de la experiencia humana podemos distinguir a su vez tres “subdominios”: el de los seres HECHOS por nosotros, el de los TRANSFORMADOS por nosotros y el de los NO HECHOS por nosotros.

 

3.3.   La experiencia está marcada por el tipo de entes que la alimentan

 

            Parece claro que existe una poderosa influencia de los seres en las experiencias. Precisamente las experiencias son diferentes, entre otras cosas, porque son distintos los seres que alimentan a cada una de ellas. No es lo mismo tener experiencias con ensaladas, con amores, con Dioses o con teorías físicas. El ser se resiste frecuentemente y pone límites a nuestras pretensiones de experiencia: no se pueden tener experiencias digestivas con piedras, por ejemplo.

 

3.4.   Pero, a su vez, dichos entes reciben de la respectiva experiencia una entidad que antes no tenían

 

            Cada experiencia otorga una entidad peculiar y nueva a los seres que entran en su dominio. La flor, por ejemplo, no muestra los mismos atributos entitativos para el jardinero, el comerciante, el enamorado, el decorador, el poeta, el ecologista, etc. Diríamos que son flores distintas. Y además, cada una de esas flores específicas sólo se capta en la experiencia respectiva, no en las otras. La madre es madre sólo en la experiencia familiar de ser hijo; en otras experiencias, esa mujer tendrá otros atributos entitativos. El sol se revela de muchas maneras: como astro, como Dios, como calentador, como luminaria, etc. Cada una de dichas revelaciones específicas de ser se hace en sus respectivas experiencias; nunca fuera de ellas. Esta afirmación se aplica tanto para los seres no hechos por nosotros como para los hechos y transformados por el hombre.

 

3.5.   El hombre no se conforma con el “dominio” del ser que ya se ha manifestado, sino que necesita para ir apropiándose del ser que todavía no posee

 

            Decimos que el “dominio” de la experiencia humana lo constituyen todos los entes que están implicados en el desarrollo vital del hombre. Pues bien; el ser humano es histórico y está a medio hacer. Ello trae como consecuencia que mucho ser que hoy todavía no contribuye a nuestro desarrollo puede hacerlo en el futuro. Por eso el hombre, una vez que ha juzgado y asimilado un ente como valioso para su desarrollo, nunca le resulta lo bastante valioso. Siempre aspira al ser que todavía no se ha manifestado, ya sean amistades, salud, ordenadores, conocimientos, organizaciones políticas, oraciones o placeres. De este modo, cualquier ser que entre en la experiencia del hombre, pronto se convierte no en una meta definitiva, sino en un trampolín para saltar a asimilaciones más perfectas de ese ser. Dichas asimilaciones están por aparecer.

 

            Pero no sólo –ni principalmente– el deseo de mayor calidad en los valores es lo que produce insatisfacción y mueve a no descansar en lo que ya se ha conseguido, sino que son los sufrimientos provocados por los contravalores los que impulsan a la acción en pos de una mayor dignificación, de valores de mayor calidad, porque éstos serán los disminuyan los efectos dolorosos de los contravalores. Bien es cierto, con todo, que el recuerdo de experiencias de lo ya conseguido produce satisfacción y da y depura las fuerzas para seguir el camino de la lucha contra el sufrimiento.

 

3.6.   El hombre va desarrollándose como tal en la medida en que van manifestándosele los seres como valores en las experiencias

 

             Esto es una consecuencia de lo que venimos diciendo en este apartado: que la experiencia modifica a los seres y al hombre. En efecto, los seres van desvelándose al hombre a medida que progresa la experiencia con ellos. Pero, al mismo tiempo, el hombre se va construyendo como tal sólo y a través de las experiencias que tiene con esos seres–valores. Un ebanista, por ejemplo, va humanizándose como ebanista en la medida en que los muebles con los que trata van desvelando toda su riqueza al ebanista. La mujer va humanizándose como madre también en la medida en que tiene experiencias más intensas con el hijo como hijo. En dicha experiencia, la mujer va adquiriendo nuevos atributos entitativos (potencialidades, actividades, recursos y disposiciones afines nuevas; con sorprendentes aumentos de racionalidades específicas; con nuevas formas de sociabilidades). A través de la experiencia maternal se va desvelando el ser del hijo como hijo y también el ser de la madre como madre.

 

4.      ESTRUCTURA DE EQUIPAMIENTO de la EXPERIENCIA 

 

            El equipamiento lo constituyen un conjunto de condiciones apropiadas de la experiencia. Éstas se dividen a su vez en equipamiento de capacidades, equipamiento de actividades, equipamiento de recursos y equipamiento de disposiciones afines.

 

 

 

 

 

4.1.   Equipamiento de capacidades para ser afectados por los seres específicos de cada experiencia

 

4.1.1. Cada ente tiene unas capacidades determinadas para ser esto o lo otro. Es lo que Aristóteles llama “potencia”. 

 

            La experiencia depende lógicamente de las capacidades o potencialidades de un ente. Una piedra no tiene capacidad para que le afecten, le impacten los colores. Por eso no puede tener experiencias con esos seres.

 

4.1.2. La “potencia” del ser humano es enorme: está equipado con un número enorme de capacidades para llegar a ser más de lo que es.

 

            Su “potencia” es infinitamente mayor que su “acto”, que lo que ya ha conseguido. Es capaz de moverse en el espacio–tiempo, transformar su inmenso medio vital, inventar y construir nuevos entes. Tiene capacidad para generar réplicas de sí mismo (hijos), adquirir para su cuerpo la organización, volumen, peso, forma y figura apropiados y para mantenerse en ellos. Es sensible a la luz, al sonido, a la rigidez, a lo picante y a lo dulce, al cambio y al reposo, a la magnitud, a la figura y a la pluralidad. Goza de poder para comprender y distinguir perceptos (lo percibido), combinarlos, almacenarlos y recordarlos. Posee la facultad de captar tanto los entes singulares (Pedro, esta silla,) como de remontarse a la generalización de los mismos (los hombres, las sillas), manejar con seguridad redes de relaciones (mayor que, hijo de, implicado en), tomar conciencia de su humanidad y asimilar la propia muerte. Está listo para irrumpir en amores y odios, deseos y rechazos, miedos y audacias, sentimientos suaves y arrebatos de ira, dolores y gozos. Es apto, en fin, para hablar, comunicarse, elegir, decidir y seguir pautas de comportamiento.

 

4.1.3. Para cada experiencia se requieren unas capacidades específicas.

 

            No hay unas capacidades generales que sean válidas para todas las experiencias.

 

4.2.   Equipamiento activo

 

            Como acabamos de señalar, el ser humano tiene desde su nacimiento la capacidad para muchas cosas.

 

4.2.1. Pero estas capacidades no son nada si no se ponen en funcionamiento, si no pasan a realizarse en ACTIVIDADES DE HECHO.

 

            Ése es el equipamiento activo: las ACTIVIDADES características de cada experiencia y los PRODUCTOS que genera dicha actividad.

 

 

 

 

4.2.2. Las capacidades han de ser activadas con ACCIONES APROPIADAS.

 

            Apropiados lenguajes, conceptos, métodos, instrumentos, técnicas, espacios, movimientos, conductas, reglas, etc., permiten tener experiencias del conocimiento, la comunicación, la limpieza, el trabajo, el amor, la música o la reproducción de la especie. No hay activaciones generales válidas para todo tipo de experiencias; cada una requiere la suya propia y apropiada. Así, por ejemplo, no se podrá conseguir la experiencia familiar si uno pretende realizarla con las acciones que requiere la experiencia deportiva.

 

4.2.3. La actividad, por consiguiente, forma parte del equipamiento de toda experiencia

 

            Sin ella no es posible asimilar seres como valores o contravalores. LA ACCIÓN ES EL EJE SOBRE EL QUE GIRA TODA LA CONSTRUCCIÓN DEL SER HUMANO, es decir, la humanización y la deshumanización del mismo. Ciertamente, la experiencia no consiste únicamente en la acción, pero ésta es un componente fundamental y necesario de aquélla.

 

4.2.4. Entre el equipamiento de capacidades y el activo se da una mutua influencia

 

            Como vemos a diario, la realización de una actividad suele ir creando mayores capacidades para esa actividad. El deportista, el artista, el labrador, el estudiante, etc. acrecienta sus capacidades a medida que va realizando las acciones propias de su experiencia.

 

4.3.   El equipamiento de recursos 

 

4.3.1. La activación de una capacidad con las actuaciones apropiadas requiere unos recursos apropiados

 

            Por ejemplo, para activar la capacidad de jugar al fútbol son necesarios compañeros y rivales, porterías, balones y campo, árbitro y reglamento, etc. Sin este equipamiento, no sería posible la actividad de jugar al fútbol. En la experiencia científica, forman parte de los recursos los conceptos, los laboratorios, el dinero para la investigación, etc.

 

4.3.2. Está claro que no todas las experiencias requieren los mismos recursos para funcionar

 

            Hay, por ejemplo, experiencias que no necesitan dinero; otras sí, y mucho. Pero ni siquiera la misma experiencia necesita el mismo equipamiento, porque éste varía en cada Forma de vida o cultura. En las culturas primitivas, por ejemplo, la experiencia familiar, que se vivía junto con de la experiencia de “clan”, requería como equipamiento una “casa para los hombres” y otra “para las mujeres y niños”. Sería impensable vivir hoy la experiencia familiar del mismo modo, puesto que ha desaparecido la experiencia de clan y, por el contra, ha surgido muy fuerte la experiencia de “privacidad”; ésta requiere como equipamiento espacios y habitáculos separados, ajuar propio y dinero, entre otras cosas.

 

4.3.3. Podíamos añadir algo más: una misma experiencia cambia cuando cambian los recursos

 

            No es lo mismo, por ejemplo, comer solo que en familia, en el restaurante que en un palacio acompañando al rey, con cubiertos, mesa y mantel que en el campo con las manos. La experiencia del escritor cambia si lo hace con una pluma o bolígrafo o lo realiza con un ordenador.

 

4.4.   Equipamiento de disposiciones afines

 

4.4.1. Entendemos por disposiciones afines todo aquello que favorece y perturba una determinada experiencia

 

            Esto que impulsa, estorba, detiene o inhibe una experiencia puede referirse al individuo, al grupo o a las instituciones.

 

4.4.2. Entran dentro de las disposiciones afines:

 

            El equipamiento psíquico que uno ha de tener para cada experiencia (el conductor no debe ser propenso a la bronca dentro o fuera del coche), la voluntad de querer (el conductor debe querer respetar las normas de circulación), la disciplina (el conductor no debe beber, ni drogarse, ni comer en exceso), la capacidad de armonizar multitud de deseos dispares o contrarios (jugar y estudiar; el gozo y el sufrimiento que me produce, por ejemplo, mi hermana), el frecuentar el trato con expertos, el cultivar catarsis purificadoras de todo lo que es nocivo para una experiencia, y hasta el practicar un estilo peculiar de vida, como, por ejemplo, la experiencia de la maternidad.

 

 

 

4.4.3. No hay disposiciones comunes que valgan para todas las experiencias, sino que cada una requiere sus propias disposiciones afines

 

            Hay un estilo peculiar y diferente de comportarse en las competiciones deportivas y en las fiestas, en el trabajo y en la familia, en las aulas y en los burdeles, en la mesa y en los viajes. Por eso, las disposiciones afines de cada una de esas experiencias no son aptas para las demás experiencias. Así por ejemplo, las disposiciones afines para el estudio no son las mismas que las que se requieren para ver una película o los anuncios de la tele; no se puede estudiar al modo de ver la tele, ni ver la tele al modo de como se estudia.

 

4.5.   Las culturas son las que conservan, ofrecen y delimitan el equipamiento activo, los recursos y las disposiciones afines que ellas estiman como apropiados para cada experiencia

 

            ¿Quién nos enseña y nos proporciona las actuaciones que son apropiadas, lo que se necesita para que se produzcan dichas actuaciones, las experiencias previas o concomitantes o las disposiciones afines que requiere cada experiencia? Las Formas de vida o culturas. Que nadie piense, por tanto, que con ponerse delante de los seres ya se es capaz de tener experiencia directa con ellos. El que acusa a las experiencias religiosas, por ejemplo, de estar influidas por el entorno social, que sepa que esta influencia social no es exclusiva de unas pocas, sino que se da en TODAS las experiencias. Sin equipamiento no hay experiencia, y el equipamiento nos lo proporciona nuestra Forma de vida o cultura.

 

            Esta ayuda de la cultura o Forma de vida al proporcionarnos el equipamiento apropiado para cada experiencia es limitada: ninguna cultura es capaz de suministrar el equipamiento para activar y satisfacer TODA la capacidad humana. Las experiencias del placer, de la amistad, de la salud, del saber científico, de la justicia, del ocio, de Dios o de los dioses siempre serán limitadas. Esta limitación se convierte en excluyente y totalitaria cuando alguna cultura o Forma de vida no admite ni permite otras formas de tratos experienciales con los seres que las existentes en su cultura.

 

4.6.   Adquirir el equipamiento activo, de recursos y de disposiciones afines exige aprendizajes, procesos de formación

 

            No se activa una capacidad humana por sí sola y de modo automático. El paso de la capacidad al funcionamiento, de la potencialidad a la actividad, exige FORMACIÓN, APRENDIZAJE APROPIADO. Las demás especies de animales no aprenden cultura, puesto que no tienen que asimilar álgebras o trigonometrías, arte y justicia, el gusto por la cerveza o por las carreras de caballos para relacionarse con los seres; para vivir, les basta su código genético. Nosotros, sin embargo, hemos de someternos desde el nacimiento a deliciosos o brutales procesos de aprendizaje con el fin de equiparnos para la asimilación de los entes. Sin esos procesos de formación, jamás llegará uno a tener ningún tipo de experiencia, ya sea ésta laboral, artística o religiosa, moral o lúdica, del goce de la fiesta, de la buena mesa o de la broma graciosa.

 

5.      ESTRUCTURA RACIONAL DE LA EXPERIENCIA 

 

            La razón pertenece al equipamiento potencial del hombre: es una de sus múltiples capacidades. Si lo tratamos como una estructura específica, es por la importancia que tiene en el funcionamiento de las experiencias.

 

5.1.   Nuestro trato experiencial con los seres  está empapado de racionalidad 

 

            Fijémonos en la experiencia del enamoramiento. Es cierto que esta experiencia –y todas las demás– tiene fuertes componentes de inclinación espontánea, de simple reacción inmediata, de intuición, de deseo y de repulsa. Sin embargo, todos esos componentes primarios, “instintivos”, son sólo el motor de la experiencia y el principio que señala las rutas generales de la misma. Las inclinaciones, reacciones, deseos, etc. se constituirán en experiencias “humanas” sólo si la razón las racionaliza, es decir, si las articula, estructura u ordena. Ésta es nuestra diferencia vital respecto a plantas y animales, espíritus puros y dioses o Dioses, cuyo trato vital con los seres no puede o no necesita ser racionalizado. ¡Qué tienen que ver, por ejemplo, las experiencias gustativas, olfativas, táctiles, sexuales, imaginativas, sentimentales, etc. de los animales con esas mismas experiencias en los humanos! ¿No están en el caso de los humanos empapadas de racionalidad?

 

5.2.   El único ámbito en el que tienen lugar las manifestaciones de la razón son  las experiencias humanas 

 

            La razón racionaliza, como decimos, las experiencias humanas. Es más: la razón no es algo autónomo, independiente o separado, sino que sólo existe en las experiencias como una energía que las ordena, estructura o articula. Así pues, si es imposible entender una experiencia que no tenga su correspondiente razón, tampoco debemos entender una razón separada de su correspondiente experiencia. Por tanto, no hay razón aritmética, lúdica, de bailar o lavar, antes y al margen de las experiencias con números, juegos, danzas y cosas sucias y limpias, sino que nace y se desarrolla con dichas experiencias.

 

5.3.   En cada clase de experiencia se desarrollan lógicas específicas

 

            Sabemos que la experiencia tiene como finalidad asimilar los entes que nos sirven de alimento. Ahora bien, cada ser marca unas pautas peculiares para ser asimilado. De ahí que la razón –que es quien dirige el proceso de asimilación de los entes– tenga que ser una energía “in–determinada”, que puede ser activada de mil maneras distintas; en cada experiencia, lo es de un modo peculiar y diferente. De lo cual se deduce que no hay un único modo de desarrollo racional, de lógica (la lógica es precisamente el desarrollo, el despliegue del logos o razón), sino muchos.

 

            Ello explica que surjan enormes problemas cuando nos empeñamos en racionalizar la experiencia familiar, por ejemplo, al estilo de una empresa financiera o de un cuartel militar; o cuando queremos aplicar la igualdad matemática a la igualdad que exige la justicia. Por eso, si se han de articular y desarrollar las experiencias humanas, no hay más remedio que someterlas a una lógica apropiada para cada una. Y como sucede con frecuencia que muchas experiencias no se racionalizan convenientemente, con la lógica apropiada, hay pensadores que sacan la falsa conclusión de que hay experiencias que pueden desarrollarse al margen de la razón.

 

            Hay que aplicar, por tanto, a la razón el llamado por Chávarri "axioma protector de la diversidad". En cada experiencia se manifiesta de modo peculiar e intransferible. La razón materna no es aplicable a la razón formal matemática; ni tampoco al revés. En un brevísimo discurso que pronunció Chávarri cuando recibió el nombramiento de Maestro en sagrada teología, sentenció lo siguiente: "Me di cuenta de que la razón que se generaba en mis clases era muy inferior a la del ama de casa; y lo mismo podría decir de que la despegó Kant en la Crítica de la razón pura. Podéis objetarme: si un ama de casa se metiera en el contexto de la razón pura, se desenvolvería como un pulpo en un garaje. Desde luego. Y ¿cómo se hallaría Kant en el mucho más complicado contexto de la razón del ama de casa? ¡Me encantaría observarlo!, como he observado durante largas horas las finuras que ha adquirido esta razón en mis cuñadas y hermanas".

 

 

 

5.4.   El tiempo es un constitutivo de la razón humana y, por ello, también un ingrediente necesario de la experiencia 

 

            Nuestra razón no es intuición, es decir, conocimiento pleno y perfecto en un instante. Necesita del tiempo para desarrollarse en las experiencias humanas. ¿Cómo tener experiencia del marido, de la esposa, de los hijos, de Dios o de los dioses, del conocimiento de la luna, de la ciudad, del bosque o de la música sin que intervenga el tiempo? El tiempo es, pues, un constitutivo de la racionalidad y, consecuentemente, también de la experiencia.

 

5.5.   Conviene distinguir dos clases de estructura racional de la experiencia: la directa y la reflexiva

 

5.5.1. Razón directa o fáctica de una experiencia 

 

            La razón directa o fáctica es la que racionaliza una experiencia. La razón que está presente, por ejemplo, en el andar por la calle de una ciudad, en la creación de un  poema, en la construcción de sencillas edificaciones, en el mando de grandes ejércitos, en el juego de pelota, en el amor de hermanos, en las juergas de fin de semana es la razón directa. Cada experiencia tiene su razón directa peculiar.

 

5.5.2. La razón reflexiva o temática de una experiencia

 

            La razón no sólo es capaz de dirigir una experiencia, sino también de reflexionar (hacer flexiones una y otra vez) sobre sí misma.  La razón reflexiva o temática es la que toma una experiencia como tema de reflexión. Así, por ejemplo, si amar es una experiencia dirigida por la razón fáctica “amatoria”, reflexionar sobre el amor es propio de la razón reflexiva correspondiente. La razón reflexiva es siempre de orden conceptual o lingüístico.

 

5.6.   La irracionalidad ha de ser situada en cada experiencia y ha de ser relacionada con su correlativa racionalidad

 

            No existe la irracionalidad en general, válida para todas las circunstancias, sino que ha de ser referida a la respectiva racionalidad, que siempre se da en una experiencia concreta. Sólo en cada experiencia, la racionalidad y la irracionalidad son compañeras y una desaloja y es la negación de la otra. No se puede decir que mentir, por ejemplo, es sin más una irracionalidad. Lo es ciertamente en una experiencia de amistad, pero puede ser una gran racionalidad en la experiencia del mus, en la que el engaño forma parte de la entraña misma de ese juego. La contradicción es la irracionalidad más grande en las ciencias matemáticas y lógicas. Sin embargo, no lo es en otras ciencias, en las que las hipótesis con un cuantificador universal (todos) admiten perfectamente excepciones (“la excepción confirma la regla”).

 

6.      ESTRUCTURA SOCIAL DEL TRATO EXPERIENCIAL

 

6.1.   Los tratos experienciales con los seres exigen sociedades adecuadas

 

6.1.1. Que nadie piense que la experiencia es un asunto puramente individual

 

            Los entes no nos impactan directamente a cada uno de nosotros, sino que lo hacen a través de los otros seres humanos (familias, iglesias, ciudades, clubes, empresas, escuelas, etc.). Esto constituye el principio más radical de toda sociabilidad humana: toda nuestra relación con los seres está mediatizada por los diversos grupos o asociaciones a los que pertenecemos.

 

 

 

6.1.2. Ahora bien; no hemos de pensar sólo en los grupos del presente, sino también en los del pasado

 

            En efecto, si los individuos tenemos experiencia de los seres, es porque recibimos una herencia, que se ha ido preparando a lo largo de la evolución, y que es la que nos permite entrar en trato experiencial con los seres. Para bien o para mal, y a grandes rasgos, los últimos hombres llevamos acumulado sobre nuestras espaldas el desarrollo humano alcanzado por nuestros antepasados.

 

6.1.3. La sociabilidad es influida e influye en las otras tres estructuras de la experiencia

 

            Es la cooperación social del pasado y del presente –de la TRADICIÓN– la que va enriqueciendo lentamente las estructuras entitativa, de equipamiento y racional del trato experiencial. Así pues, la presencia social en las experiencias no se reduce a las comunidades respectivas que surgen en torno a esas experiencias (la comunidad de los físicos, por ejemplo), sino que empapa las cuatro estructuras de la experiencia (aparición de nuevos seres de la física a lo largo de la evolución como resultado de la cooperación social, de nuevos equipamientos, de nuevos conceptos y prácticas, etc.).  Obras como los Elementos de Euclides son el fruto de un trabajo cognitivo elaborado en colaboración por él, por los que le precedieron y por los que le acompañaron.

 

            Pero la sociabilidad también es influida por las otras tres estructuras. La introducción de la televisión (equipamiento) en la experiencia familiar hace medio siglo cambió sustancialmente las relaciones familiares. Cuando, por ejemplo, se produce división en una comunidad determinada (estructura social), la estructura entitativa de la experiencia correspondiente (los seres de los que trata) sufre también división, merma e inseguridad. Eso es lo que sucede, por ejemplo, en Matemáticas: los denominados matemáticos intuicionistas suprimen estructuras de conjuntos (seres) que, sin embargo, son importantísimas para los seguidores de Cantor. Muchos enfrentamientos sociales derivan de enfrentamientos por los seres. Y no sólo sucede eso en el ámbito de la ciencia, sino en todas las experiencias humanas.

 

6.2.   No existen los grupos, colectivos o sociedades antes o separados de sus experiencias apropiadas

 

            Si es cierto que no son posibles las experiencias si no es en comunidades apropiadas, no es menos cierto la afirmación recíproca y complementaria: los grupos existen y se constituyen en torno a experiencias específicas. No existen, pues, ni la sociabilidad ni la insociabilidad humanas fuera de las experiencias específicas. ¿Qué sociabilidades familiares, cívicas, deportivas, religiosas o médicas son posibles fuera de las experiencias habidas en las familias, en las ciudades, en los clubes deportivos, en las iglesias, con los enfermos y los sanos?

 

6.3.   Mucho trato experiencial con los seres se da institucionalizado 

 

            Para el acceso a los seres, el Homo necesita no sólo de los demás hombres sino que en muchos casos requiere que éstos vivan en instituciones, es decir, en comunidades organizadas en roles y que siguen unas normas. Así, por ejemplo, las experiencias terapéuticas, familiares, religiosas, educativas, deportivas, etc. exigen hospitales, familias, iglesias, escuelas, clubes, etc. para desarrollarse.

 

6.3.1. Las instituciones proporcionan relleno o contenido adecuado para cada experiencia

 

            En cada momento de la historia son las instituciones las que nos marcan cómo han de ser nuestras experiencias. Decíamos que es imposible tener de manera espontánea experiencias científicas, filosóficas, laborales, religiosas, jurídicas, culinarias, familiares o deportivas, pues no es posible apropiarse de los contenidos o rellenos del armazón de la experiencia sin enseñanza y aprendizaje, que son funciones de la sociedad. De ahí que sean necesarios los maestros, sobre todo para aquellas experiencias más complejas.

 

6.3.2. Cada institución da lugar a relaciones sociales específicas

 

            Hay test sociométricos en los que se pide a los encuestados que digan qué compañeros/as de la clase elegirían para estudiar, para divertirse en una discoteca, para viajar, para amar, para organizar una biblioteca, etc. Por regla general, no elegimos a la misma o mismas personas para cada una de las experiencias antes señaladas. Eso quiere decir que cada experiencia da lugar a un tipo peculiar de relaciones sociales entre los miembros que intervienen en dicha experiencia. Así pues, no debemos considerar como iguales las relaciones sociales que hay en las experiencias institucionalizadas de la fiesta, de las competiciones deportivas, de las clases en un Instituto, de las representaciones teatrales, de las redes comerciales, de las familias, de un viaje turístico, de las relaciones ciudadanas, de las laborales, de las de los sistemas judiciales o las de los servicios, porque, como decimos, cada experiencia institucionalizada, cada institución requiere un tipo específico de relación social. Pensemos, por ejemplo, en una madre que además es maestra de su hijo. Esta situación no funciona bien cuando la madre o el hijo confunden las relaciones familiares con las escolares.

 

6.3.3.     Cada experiencia admite multitud de institucionalizaciones diferentes

 

            Pensemos, por ejemplo, en la experiencia familiar, en la religiosa, en la deportiva, en la estética: ninguna institucionalización de las mismas ha sido, es  y será la perfecta, la única y la definitiva. 

 

6.4.   Experiencias que todavía no tienen su adecuada socialización

 

            Unos 700.000 jóvenes fueron convocados a una fiesta por medio del teléfono móvil. Es una experiencia nueva, que no se sabe a qué tipo de relaciones sociales conducirá. Uno no puede contentarse sin más con el cultivo de la sociabilidad que vive en su Forma de vida o cultura, ya que puede ocurrir, entre otras cosas, que la Forma de vida misma carezca de institucionalización adecuada para dicha experiencia.

 

6.5.   Todas las experiencias concretas se dan inculturadas

 

            Aunque hemos hablado del proceso de la experiencia en abstracto, formalmente, no hay que olvidar que cualquier trato experiencial concreto con los seres siempre se da inculturado, es decir, influido por el modelo humano de la cultura o Forma de vida en la que tienen lugar las experiencias de los individuos. Y así, la misma experiencia tendrá “modalizaciones” diferentes en las diversas Formas de vida o culturas. Así, en nuestra Forma de vida, la experiencia científica tiene una “modalización” económica y biopsíquica que no tuvo en otras culturas. Con esta modalización a sus espaldas, la ciencia –por ser la más idónea para conseguir y desarrollar los valores del núcleo de nuestro modelo humano– ha sido encargada para “modalizar” al resto de las experiencias. De este modo, lo que no tenga la cualidad de ser “científico”, no merece ninguna credibilidad en nuestra cultura.

 

7.      ALGUNAS REFLEXIONES MÁS

 

7.1.   Las cuatro estructuras del marco constitutivo específico se hallan en mutua relación

 

            Que nadie piense que las cuatro estructuras son como compartimentos estancos, independientes unas de otras. No. Cada una existe y se desarrolla en mutua y estrecha dependencia con las demás estructuras. En el marco experiencial del saber de la física, por ejemplo, han ido apareciendo a lo largo de los siglos nuevos SERES gracias a nuevos EQUIPAMIENTOS de teorías, de aparatos técnicos, etc. Cuando Galileo miró con su telescopio repetidas veces, en las noches de 1609, a la Luna, a Júpiter, a Saturno, y a la mismísima Vía Láctea, los cielos (entes de la astronomía) comenzaron a manifestarse de otro modo. Los nuevos seres de la astronomía se debieron, en ese caso, al telescopio, uno de los muchos equipamientos de esta ciencia. Al mismo tiempo, también se ha ido manifestado en la física una nueva modalidad de la RAZÓN; Newton consideró que la razón física era una parte de la razón filosófica; hoy, sin embargo, ningún físico estimaría que la razón que dirige su actividad sea de orden filosófico. Finalmente,  la “nueva” física crea unos tipos particulares de SOCIABILIDAD y de INSOCIABILIDAD, inimaginables cuando la física tenía como campo de estudio otros seres distintos a los que hoy tiene; por ejemplo, los laboratorios distribuidos y coordinados a nivel planetario para realizar experimentos.

 

            Por tanto, cuando se analiza una experiencia –la científica, la religiosa, la musical, etc.–, y se aísla una estructura y se ignoran las otras tres, a lo que se llega es a un conocimiento bastante pobre, y frecuentemente erróneo, de dicha experiencia. El ser del electrón, por ejemplo, tal como se revela en una determinada teoría física, carece de existencia y significación si lo aislamos de todo el equipamiento de conceptos que usa esa teoría, de los procesos racionales que intervienen en la ejecución de muchas operaciones físicas, y del conjunto de discusiones, desacuerdos y consensos habidos en la comunidad de los científicos físicos. Un Dios concreto, sólo existe como tal dentro de una experiencia religiosa con él, experiencia en la que intervienen como condiciones necesarias el equipamiento religioso, la razón religiosa y la sociabilidad religiosa.

 

7.2.   Modificación mutua de los entes y del hombre como resultado de la experiencia

 

            El trato vital entre el ser y el hombre en un marco experiencial determinado transforma a ambos en profundidad, pues, en virtud de la experiencia misma,  seres y hombre son y están en el mundo de otra manera.

 

7.2.1. La persona se transforma en cada experiencia de acuerdo con ella

 

            En cada experiencia, los sentidos, la imaginación, la razón, la sociabilidad y todas las potencialidades humanas que intervienen en ella quedan transformadas. Y así, el ojo del óptico, del enamorado, del artista, del jugador de tenis o de ajedrez, del espectador de teatro o de cine, del místico –que frecuentemente mira hacia dentro–, del geómetra o del meteorólogo son tan diversos como lo son sus experiencias. Sería un disparate confundirlos, y una pérdida irreparable eliminar unos en beneficio de otros. Ya en el año 70 del siglo pasado, dialogando sobre la teoría estética, Bernard Teyssedre afirmaba: “Hay una especie de ilusión en creer que podemos fiarnos de la simple e ingenua percepción, como si el ojo existiese en estado salvaje, según la frase de Breton. En realidad, el ojo en estado salvaje no existe. El espectador ingenuo es simplemente el espectador cuyo ojo está ocupado por la ideología reinante”.  Así, pues, toda experiencia transforma, humaniza, al sujeto precisamente bajo la perspectiva de esa experiencia. El ser de la mujer, por ejemplo, queda enriquecido con la experiencia de ser madre; el ser del hijo va enriqueciendo entitativamente –no psicológicamente, que es un tipo de ser en definitiva– a la madre. Quien niegue esto –por otra parte muy habitual– tendrá que explicar en qué consiste ese núcleo fijo a inamovible de “ser mujer” después de que se le ha despojado del enriquecimiento entitativo que le han proporcionado todas las experiencias que ha tenido a lo largo de la vida.

 

7.2.2.  Los seres también se transforman en cada experiencia de acuerdo con ella

 

            La estrella polar, por ejemplo, no es ni está en el mundo de la misma manera para el físico cosmólogo, para el poeta, para el que cree en los Reyes Magos o para el navegante. Cada uno trata con un ser–estrella diferente. En cada experiencia, los seres se muestran de un modo peculiar: el de esa experiencia. Para la teoría científica de la evolución, los gatos y gorriones tienen atributos entitativos distintos que para una teoría científica fixista. Por tanto, hay tantas formas de ser, de manifestarse y de estar los entes en el mundo cuantas son las experiencias. Para el biólogo, por ejemplo, los tigres son y están en el mundo de manera muy distinta a como los percibe el cazador o el traficante de animales. Cada una de estas tres maneras es imposible fuera de la respectiva experiencia.  El mundo de los seres se acrecienta en extensión e intensidad en la medida en que se acrecientan en extensión y profundidad nuestras experiencias de ese mundo.

 

7.3.   Así pues, las cuatro estructuras de la experiencia quedan transformadas en el sentido de la experiencia de la que forman parte

 

            En una experiencia científica, por ejemplo, los seres de los que trata se vuelven científicos; pero también son científicos los equipamientos, las racionalidades y las sociabilidades de dicha experiencia. El dinero que se utiliza para la investigación es un dinero científico; así mismo son científicas la alegría, la ilusión, la motivación, la esperanza o la imaginación que vive el científico en su experiencia científica. La copa que utilizamos para tomar una cerveza en un bar no tiene los mismos atributos entitativos que si esa misma copa se usa en una liturgia cristiana; en ésta última es un cáliz. La música es religiosa sólo cuando hace referencia a la experiencia religiosa; no antes ni al margen de dicha experiencia.

 

7.4.   Según esto que acabamos de decir, qué poco sentido tiene considerar al sujeto (“lo subjetivo”) como  lo inestable, inconsistente, perecedero, inseguro, débil y hasta caprichoso, y atribuir al objeto (“lo objetivo”) la estabilidad, la consistencia, la seguridad

 

            Tal simplificación –por lo demás muy corriente– deriva probablemente de no haber analizado suficientemente la experiencia humana en toda su complejidad, pues, como sabemos, tanto el sujeto como el objeto se transforman en virtud de la experiencia misma.

 

7.5.   El conjunto de experiencias que componen nuestra vida se hallan estrechamente relacionadas unas con otras

 

            Las experiencias que forman nuestra vida no se dan aisladas unas de otras, sino que están en mutua relación.  Tales relaciones son complejas y de la índole más diversa. A veces esas relaciones son de simple coordinación, como las experiencias laborales de los grupos que forman una cadena de montaje en la fabricación de coches o de fármacos. Otras veces impactan en sentido positivo o negativo al resto de las experiencias de una persona o de una nación entera, son sucede con las experiencias del enamoramiento o de la guerra.

 

7.6.   La experiencia está siempre abierta, inacabada: es un horizonte

 

            Si en la experiencia se produce una continua e interminable interacción entre sus cuatro estructuras, nada en la experiencia es definitivamente estable, sino que está siempre abierto, inacabado. Pensemos, por ejemplo, en la libertad de los primeros hombres de Cromagnon y comparémosla con la nuestra. Han cambiado los seres sobre los que versa dicha libertad, los equipamientos de los que se sirve, la razón que la dirige y las sociedades que crea. Y lo mismo sucede con el resto de las experiencias. En el fondo, nuestra vida es un continuo “ensayo” de vida, porque nada es definitivo. Un yo humano definitivo, formado completamente, regulador autónomo de todo, al estilo del yo trascendental kantiano, no es posible en nuestra experiencia humana. Por eso, es inhumano el que las experiencias no se abran a nuevas perspectivas, que no pongan en crisis los modos establecidos de vivir dichas experiencias. Una experiencia renovada, «divergente», es un desafío: somete a crítica los modos habituales de vivir la experiencia. Deshumaniza quien cierra ese horizonte y se queda en el ser que ya ha aparecido en las experiencias. “Una tradición (religiosa) que no sepa qué hacer con las experiencias nuevas y, por tanto, las niegue, las evite o prescinda de ellas como si se tratase de «tentacio­nes modernas del demonio», está deshumanizando. Además, se corre el peligro de que la colectividad aferrada a esa tradición se convierta en un «resto sagrado» que afirma su identidad formando un ghetto o recurriendo a pos­turas agresivas. En realidad, ese grupo no se apoya en la autoridad de su tradición experiencial, sino en la letra de lo que en otro tiempo sirvió para expresar sus experiencias auténticas en una determinada situación histórica”.  (Schillebeeckx)

 

7.7.   Contraste entre la visión que se ofrece aquí sobre el armazón de la experiencia y la que aparece en los tratados tradicionales

 

            Llama poderosamente la atención el armazón tan simplificado que ha utilizado el análisis tradicional sobre la experiencia. Dicho armazón se limita a poco más que sujeto, sentido externo o interno y objeto. Ahora se habla de poner el cuerpo entre el sujeto y el objeto, como tratando de recuperar un olvido secular. Tampoco es raro que hoy se reduzca toda la complejidad de la experiencia a la simple vivencia puntual o a la marejada psíquica individual que lleva consigo la experiencia (por ejemplo en la experiencia religiosa). Nosotros hemos presentado un armazón muchísimo más complejo. De cada una de sus cuatro estructuras depende que haya o no experiencia, y que ésta sea más a menos intensa y extensa. O lo que es lo mismo, uno tiene experiencias, es decir, siente, imagina, entiende y disfruta del ser lo que le permiten las estructuras entitativas, de equipamiento, racionales y sociales de esas experiencias. Todas las cuatro estructuras forman parte de la experiencia, no una sola de ellas. Barrer una iglesia (equipamiento) es tan experiencia religiosa como rezar a Dios.

 

 

7 comentarios

Alfonso Losada Vicente -

Maestro Baldo : Te agradezco el interés que has puesto, dándome unos cuantos ejemplos y lecciones, para que yo pudiera entender tu exposición.
Mi cerebro (embrutecido) ya no es capaz de asimilar lo que me has dicho para que lo entienda.
He intentado leerlo por segunda vez y no he podido
Te pido perdón.

Un fuerte abrazo de quien te admira. Losada

Ramón Hernández Martín -

Querido Baldo, ciudadano ahora a pleno rendimiento de la UE y más teniendo que cruzar pronto "la France en marche":

El gestor de este blog debe de tener manera de contar o contabilizar las entradas que los fieles seguidores de este blog han hecho a tu "supuesto" ladrillazo. Es posible que entonces, y solo entonces, te apercibas de que cualquier comentario, sea laudatorio (el mío, por ejemplo) y más si es "tirón de orejas" (no sé de ninguno) contribuye, poco o mucho pero siempre algo, a que esos fieles lectores practiquen su fidelidad. Así que, amigo, si lo quieres blanco y en botella, exhortaré a todo el que aguante mis incordios a que se sirva de este ladrillo de gran calidad para construir su propia casa (hasta que la palmemos tenemos que seguir construyendo nuestra propia casa).

Luis Carrizo -

Hace unos días pasé por Salamanca y renové, al visitar San Esteban, mi recuerdo y admiración por los frailes que allí vivieron, pensaron y escribieron, empezando por quien preside la plaza subido a un pedestal, Francisco de Vitoria. El listado de los egregios inquilinos de ese insinge convento sería inacabable. Si fuéramos ingleses estaría el mundo lleno de novelas, series y películas contando las hazañas intelectuales, económicas y políticas que allí se cocieron y expandieron. Pero los dominicos, muy españoles en esto, no son demasiado propensos a cantar sus propias glorias. Bueno, no son propensos en absoluto, para decir toda la verdad. Ojalá, un día, alguien de los que aquí escriben y tienen capacidad para ello se anime a tirar de ese hilo.
Baldo, mientras tanto, como buen discípulo de aquellos maestros y en su ánimo de mantener encendida la llama del saber, nos dice en esta última entrega que "las capacidades no son nada si no se ponen en funcionamiento" y que "la acción es el eje sobre el que gira toda la construcción del ser humano". En esta ocasión, quizá porque se encuentra por Italia, cerca del obispo de Roma (él que es tan poco obisperino), no nos sobresalta con ninguna herejía, lo que le agradecemos los que vivimos de las rentas del Astete. Es más, ese par de citas que he extraído de su texto, hasta exhalan cierto aroma a la parábola de los talentos. Me gusta, incluso, el pensamiento también nada obisperino con que acaba su exposición: "Barrer una iglesia es tan experiencia religiosa como rezar a Dios". ¡Diosla!
Señala Joaquín Bandera en su reciente libro "El habla de Pedrún del Torío" que "diosla" es una interjección que vale por ¡rediós! o ¡rediosla!. Pues eso: ¡Diosla!
Hay que comprar y leer el libro de Bandera. Yo ya lo he hecho y he disfrutado muchísimo con su lectura. Lo he encontrado muy interesante, instructivo y divertido. Contiene uno de los diccionarios de leonesismos, y algo más que leonesismos, más amplios que conozco, con innumerables curiosidades. Recoge, por ejemplo, nombres de juegos infantiles, nombres que solían darse usualmente a las vacas, muchos términos agrícolas, también mineros y ferroviarios. Aparte de una introducción en la que nuestro compañero hace gala de sus conocimientos y sabidurías académicas, pero muy fácil de leer porque rehuye todo empacho y academicismo. ¡Enhorabuena! Bandera.

Baldo -

Querido Losada. Me ha emocionado la disposición afín que has tenido con la lectura completa de algo que dices que no has entendido. Yo siempre te admiré por tu experiencia de jugar al fútbol. En eso alcanzarte un nivel de experiencia infinitamente superior al mío. Simplificando, la estructura entitativa de tu experiencia era el juego de pelota en el que participabas. El equipamiento lo constituían tus capacidades o potencialidades para ese juego; también los actos de jugar. Si tienes aptitudes, pero no las ejercitas, nunca tendrás experiencia de futbolista; también forman parte de ese equipamiento las botas, la ropa, las porterías, el campo, el reglamento y tantas otras cosas; como disposiciones afines, que te guste, que no estés enfermo o deprimido, y muchísimas más. La razón que se utiliza en el fútbol es peculiar. Un premio Nobel de cualquier matería no necesariamente tiene desarrollada esta razón futbolística y puede ser el peor jugador y el más desastroso entrenador. La razón futbolística tiene que dominar el amago, el engaño al contrario, la trampa, y otras más. Por fin, la estructura comunitaria la forman todos los grupos y personas que intervienen en él: jugadores, árbitros, espectadores, directivos, empleados, aficionados, forofos, fabricantes de balones, ropa, vendedores de toda clase, etc.
Si ahora, querido Losada, tienes las agallas para volver a leer el ladrillo, te aseguro que sabrás tanto como yo. Un abrazo para el chico que nació en El Hierro.

Baldo -

Querido amigo Ramón. Has metido tanto miedo con el ladrillazo, que me has espantado a los pocos que hubieran tenido la disposición de leerlo. Pero es tan importante el tema, que la vida de la persona es el conjunto de sus experiencias, porque éstas son el modo de conseguir y desarrollar tanto los valores como los contravalores. La persona se humaniza o se deshumanizada con sus experiencias. No hay otra manera. Fíjate si será importante saber cómo funciona el proceso de la experiencia. Los valores y los contravalores se originan al mismo tiempo que las experiencias con ellos.
Respecto a cómo es la teoría de Eladio qué te voy a decir que no sepas. Pregunta a Messi cuántas veces ha hecho la misma jugada hasta llegar a adquirir la experiencia futbolista que ahora tiene. Eladio no se deja atrapar con una sola lectura.
Te escribo desde la autocaravanas en una parada antes de entrar en CREMONA. POR el norte de Italia andaremos Julia y yo alrededor de un mes.Abrazos para todos

Alfonso Losada Vicente -

Hola, Baldo : Si te digo la verdad, no debería entrar en este tema; veo que estás en otra galasia.
Lo he leído todo, y no me he enterado del tema (hasta hay palabras que desconozco su significado)
No he tenido cultura de la lectura, nadie me obligó, y por eso(es mía la culpa) cuando intento leer no me concentro, y la imaginación se va por los cerros de Úbeda, y así, no me entero de lo que estoy leyendo.
Es una pena, no obstante, me esforcé y lo leí.
Ramón lo entiende, y por eso él te comprende y da su opinión; yo, no puedo.

Un abrazo. Losada

Ramón Hernández Martín -

Baldo, digamos de momento que este "ladrillazo" (no procede poner la venda antes de la herida) es denso, exigente y posiblemente inadecuado para un blog acostumbrado a ofrecer fardos más ligeros en pro del divertimento, del lucimiento de variadas habilidades o talentos, del buen humor o de la mera curiosidad ilustrativa, aunque no de la morbosidad social imperante. Al avanzar en una lectura rápida, incluso hecha en circunstanciales pequeñas dosis, parece que a uno se le iluminan los sesos y que un poderoso foco, de mil o más vatios, le disecciona el cerebro. Al final, agotado, uno cae abatido o exhausto, pero con toda su humanidad puesta al descubierto y en ebullición revolucionaria. Quien asimile bien lo que expones debería saber, nada más y nada menos, quién es, de dónde viene y hacia dónde va y apuntarse al carro de "humanizar" un poco más su propia vida y la de los que viven, cuando menos, a su alcance. Gracias por hacernos patente que "la experiencia de la lectura", además de entretenernos, enriquece y transforma nuestra entidad de seres humanos en imparable evolución, nuestra forma de vida en demanda permanente de más riqueza o dignidad.