NACIMIENTO DE JESÚS
No podía faltar en nuestro blog la felicitación navideña de nuestro querido compañero pPedro Rey.
Amigos:
Y otra vez que Dios vuelve. Nunca se cansará de volver, porque aquí está su riqueza, está su sangre derramada, está su vida compartida, están sus hijos muy amados. El Dios corazón siente, ríe, llora… es carne de nuestra carne… pero es Dios.
Los pastores dicen: “Vayamos a Belén”. Nos indican en qué dirección tenemos que ir, para buscar el misterio de la Navidad. ¿Dónde está hoy la gloria de Dios?. Debemos cambiar nuestra idea sobre Dios. Debemos hacer una relectura de nuestro cristianismo. Volvamos al inicio y descubramos un Dios cercano y pobre. Pero cuando hablamos de “pobre” no nos referimos al indigente que pide limosna; sino “pobre” en cuanto disponibilidad, en cuanto vaciado de sí mismo para que todos tengamos cabida en él. Acojamos su ternura.
El nacimiento de Jesús es anunciado a los pastores, que eran una clase social marginada. Sin embargo, son ellos los primeros en saber que ha nacido el Salvador, y son los primeros en ser invitados a ir a Belén para verle. Pienso que tenemos que pasar del cristianismo de la razón, de lo académico, al cristianismo del corazón. Debemos revisar nuestra religión y darnos cuenta de cuánta gente está marginada de participar de los sacramentos (el encuentro con Jesús); cuánta gente no puede ir a Belén a ver la gloria de Dios. Recuerdo una vez que, celebrando la Eucaristía, el catequista dijo: “Los que están debidamente preparados pueden acercarse a la comunión, los demás que lo reciban espiritualmente”. Nunca he entendido eso. ¿Y lo que dijo Jesús: “venid a mí los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré?”. Eso para ¿quién es? Es Jesús quien salva, no la religión. El ángel no les dijo a los pastores: “vayan al templo a orar, a encontrarse con Jesús”, sino “vayan a Belén”. Jesús desde el primer momento de su nacimiento rompe los esquemas del sistema establecido. Debemos recuperar el humanismo. Debemos pensar si nuestro cristianismo es un espejo de Jesús, o por el contrario, es un paquete de leyes, que han envejecido la Buena Nueva. En mi trabajo pastoral con estos indígenas he podido comprobar que se acercan a mí con una conciencia de pecado y, al margen de su situación humana (casados o no, con rupturas familiares, borrachos) piden el perdón, la liberación del peso que llevan encima. Ahí ven la gloria de Dios que los ilumina y los acoge. ¿Qué ley puede impedirnos ver la gloria de Dios? Los pastores cuando vieron la gloria de Dios, lo proclamaron por toda la región. En esta Navidad miraremos el portal de Belén, pero veremos la gloria de Dios?
Para el cristiano, celebrar la Navidad es “volver a Belén”. Belén es el punto de referencia o partida. Allí está la gloria de Dios que es su hijo compartido con toda la humanidad.
La Navidad nos obliga a revisar ideas e imágenes que habitualmente tenemos de Dios, y que nos impiden acercarnos a su verdadero rostro. Dios no se deja aprisionar en nuestros esquemas y moldes de pensamiento. No sigue los caminos que nosotros le marcamos. Dios es imprevisible.
Lo imaginamos fuerte y poderoso, majestuoso y omnipotente, pero él se nos ofrece en la fragilidad de un niño débil, nacido en la más absoluta sencillez y pobreza. Lo colocamos casi siempre en lo extraordinario, prodigioso y sorprendente, pero él se nos presenta en lo cotidiano, en lo normal y ordinario. Lo imaginamos grande y lejano, y él se nos hace pequeño y cercano.
Este Dios encarnado en el niño de Belén no es el que nosotros hubiéramos esperado. No está a la altura de lo que nosotros hubiéramos imaginado. Este Dios nos puede decepcionar. Sin embargo, ¿no es precisamente este Dios cercano el que necesitamos junto a nosotros? ¿No es esta cercanía a lo humano la que mejor revela el verdadero misterio de Dios? ¿No se manifiesta en la debilidad de este niño su verdadera grandeza?
Nosotros pensamos en un Dios majestuoso y omnipotente, y él se nos presenta en la fragilidad de un niño débil e indefenso. Lo imaginamos grande y lejano, y él se nos ofrece en la ternura de un recién nacido.
Dios no da explicaciones sobre el sufrimiento, sino que sufre con nosotros. No responde al porqué de tanto dolor y humillación, sino que él mismo se humilla. No responde con palabras al misterio de nuestra existencia, sino que nace para vivir él mismo nuestra propia aventura.
La Buena Nueva de Jesús es que se hace humano; y pienso que eso no es rebajarse, sino que esa es la realidad de Dios: el Dios humanizado.
Vayamos a Belén. Allí está la gloria de Dios, la gloria de nuestro humanismo. Sintamos la emoción de la admiración de un niño que nos mira y nos admira más que nosotros a él.
FELIZ NAVIDAD PARA TODOS.
Pedro Rey
7 comentarios
Javier Cirauqui -
Un fuerte abrazo.
Pedro López Llorente -
MOLPECERES -
Fernando Alonso Díez -
PD. No sé si es cosa tuya o de Josemari, pero he de decirte que la tarjeta postal que encabeza la felicitación también me ha emocionado, te reconozco a tí en oración ante ese Cristo, apoyado sobre ese altar iluminado por candelabros y acogidos por el fondo de piedra de la Iglesia de tu pueblo.
Joaquin Urbano -
Joaquin Urbano.
Pedro Sánchez Menéndez -
José Luis Suárez Sánchez -