Para mí, de niño, los Santos Inocentes era el día de las bromas, de los muñecos de papel y aquella cantinela que decía: "inocente, inocente, culo caliente, que llevas la carga y no la sientes". Gracias Jesús por tu "estrella colorá".
CVergara -
Teniendo en cuenta la fiesta del 22 de febrero creo que es mejor quitarle un 2 a esa fecha y así podemos cantar "Nunc dimíttis servum tuum, Dómine, secúndum verbum tuum in pace..." Simeón vio la luz y todos los pueblos la pueden ver. Ahora a celebrar la fiesta de la familia.
BALDO -
Mis neuronas me hecho una inocentada, porque el ladrillito que he lanzado hoy a mis sufridos compañeros y amigos tenía su sitio apropiado en el portillo de ayer, salvo lo del 75 aniversario del natalicio del maestro de las espinelas.
BALDO -
Jesusitodemivida. Quiero hacer un brindis al sol. Propongo que se traslade la celebración del natalicio de Jesús al día 22 de febrero y que los diez últimos diez días de diciembre se restituyan a su origen, a las celebraciones del solsticio de invierno. Los clérigos cristianos, desde Constantino y sus sucesores, allá por el final del s.IV, andaban a la caza de grandes acontecimientos paganos para, con artes varias, convertirlos en grandes acontecimientos cristianos. Ahora, desde que estamos en la sociedad de la producción y del consumo, se han cambiado las tornas: los grandes acontecimientos cristianos se han paganizado. ¡Y cómo! Los valores y contravalores biopsíquicoseconómicos los han colonizado por completo. No hace falta nada que mirar a la televisión: perfumes, luces y colores, sabores, músicas, tejidos y tactos aterciopelados, loterías, etc. son los únicos constitutivos de las felicidades, como si Santinos Suárez Santamarta, que hoy cumple 75 tacos, no fuera feliz siendo un inocente (noceo = hacer daño) y un compositor muy avezado en la factura de décimas. Borg y Crossan, autores muy prestigiosos en el estudio de los relatos evangélicos de la infancia de Jesús, dicen que estos son oberturas. Mateo y Lucas los únicos que tienen evangelios de la infancia resumen en estas oberturas su respectivo evangelio o buena noticia. Por eso son tan distintos los contenidos de las oberturas de Mateo y de Lucas, aunque lo más corriente es que hagamos un totum revolutum de ambas. Deben leerse por separado, porque cada una es el anticipo de los hitos que cada uno va a tratar en su evangelio, que son diferentes. En lo que ambos coinciden es que estos relatos son subversivos, porque lo mismo que Jesús contó relatos subversivos acerca de Dios, sus seguidores contaron relatos subversivos acerca de Jesús. ¿Quién es el Hijo de Dios, Señor, salvador del mundo y el que trae la paz a la tierra? Dentro de la teología imperial romana, se afirmaba que el emperador, el césar, era todas estas cosas. No, dice el relato de Lucas; esa condición y esos títulos le pertenecen a Jesús. Él y no el emperador es la personificación de la voluntad de Dios para la tierra. ¿Quién es la luz del mundo? ¿El emperador, hijo de Apolo, el dios de la luz y la razón, y del orden imperial? ¿O la luz en medio de las tinieblas, la luz verdadera hasta la que son atraídos los sabios de este mundo, es Jesús, que fue ejecutado por el Imperio? ¿Dónde encontramos el cumplimiento del sueño de Dios para Israel y la humanidad? ¿En el modo en que son las cosas en este momento? ¿Sólo más allá de la muerte? ¿O en un mundo muy diferente a este lado de la muerte? Lucas en su evangelio, y también en esta obertura de la natividad, menciona a más mujeres y equilibra a féminas y varones más que cualquier otro de los evangelios. En Mateo son unos sabios de Oriente quienes acuden a Jesús, pero en Lucas el anuncio angélico de su nacimiento se hace a "unos pastores que pasaban la noche al raso velando sus rebaños" (2,8). Como escribí en el portillo de ayer, los pastores ocupaban un puesto más bajo incluso que los campesinos, y muy bien se les puede considerar como los "humildes" y los "hambrientos" del himno de María, el Magníficat (1,5253). Lucas más que los demás evangelios advierte de las obligaciones de los ricos con los pobres, los parias y los marginados. Los clérigos de hoy, puesto que se abrogan para ellos solos el derecho de predicar y de enseñar, deben relatar y, sobre todo, practicar el choque tectónico que hay entre el reino de la producción y el consumo con el reino inaugurado por Jesús de Nazaret, que supone este último un modo de distribución económica, de orden mundial, de justicia y de paz universal totalmente contrario a aquel. Que sean los clérigos los primeros en demostrar con su renuncia a las inmatriculaciones y a cobrar por entrar a las catedrales de todos que el nuevo reino de Jesús desplegará la fuerza de su brazo y dispersará a los de corazón soberbio; que derribará de sus tronos a los poderosos de Wall Street y ensalzará a los humildes; que colmará de bienes a los hambrientos y a los ricos despedirá sin nada. Ya sé, como dije al principio, querido Jesusitodemivida, que esto es un brindis al sol. Pero que sepa todo clérigo, del rango que sea, que nunca jamás podrá volver a cristianizar la navidad. El que esté dispuesto a no dulcificar los relatos de los evangelistas sobre la infancia de Jesús, que empiecen por trasladar las celebraciones al 22 de febrero, que es el día que yo nací y también nacieron todas las flores.
Luis Heredia -
Pues sí te superaste. Mingote, Forges y Fer no te superan.
5 comentarios
Francisco Javier Cirauqui -
Gracias Jesús por tu "estrella colorá".
CVergara -
Simeón vio la luz y todos los pueblos la pueden ver.
Ahora a celebrar la fiesta de la familia.
BALDO -
BALDO -
Borg y Crossan, autores muy prestigiosos en el estudio de los relatos evangélicos de la infancia de Jesús, dicen que estos son oberturas. Mateo y Lucas los únicos que tienen evangelios de la infancia resumen en estas oberturas su respectivo evangelio o buena noticia. Por eso son tan distintos los contenidos de las oberturas de Mateo y de Lucas, aunque lo más corriente es que hagamos un totum revolutum de ambas. Deben leerse por separado, porque cada una es el anticipo de los hitos que cada uno va a tratar en su evangelio, que son diferentes. En lo que ambos coinciden es que estos relatos son subversivos, porque lo mismo que Jesús contó relatos subversivos acerca de Dios, sus seguidores contaron relatos subversivos acerca de Jesús. ¿Quién es el Hijo de Dios, Señor, salvador del mundo y el que trae la paz a la tierra? Dentro de la teología imperial romana, se afirmaba que el emperador, el césar, era todas estas cosas. No, dice el relato de Lucas; esa condición y esos títulos le pertenecen a Jesús. Él y no el emperador es la personificación de la voluntad de Dios para la tierra. ¿Quién es la luz del mundo? ¿El emperador, hijo de Apolo, el dios de la luz y la razón, y del orden imperial? ¿O la luz en medio de las tinieblas, la luz verdadera hasta la que son atraídos los sabios de este mundo, es Jesús, que fue ejecutado por el Imperio? ¿Dónde encontramos el cumplimiento del sueño de Dios para Israel y la humanidad? ¿En el modo en que son las cosas en este momento? ¿Sólo más allá de la muerte? ¿O en un mundo muy diferente a este lado de la muerte?
Lucas en su evangelio, y también en esta obertura de la natividad, menciona a más mujeres y equilibra a féminas y varones más que cualquier otro de los evangelios. En Mateo son unos sabios de Oriente quienes acuden a Jesús, pero en Lucas el anuncio angélico de su nacimiento se hace a "unos pastores que pasaban la noche al raso velando sus rebaños" (2,8). Como escribí en el portillo de ayer, los pastores ocupaban un puesto más bajo incluso que los campesinos, y muy bien se les puede considerar como los "humildes" y los "hambrientos" del himno de María, el Magníficat (1,5253). Lucas más que los demás evangelios advierte de las obligaciones de los ricos con los pobres, los parias y los marginados.
Los clérigos de hoy, puesto que se abrogan para ellos solos el derecho de predicar y de enseñar, deben relatar y, sobre todo, practicar el choque tectónico que hay entre el reino de la producción y el consumo con el reino inaugurado por Jesús de Nazaret, que supone este último un modo de distribución económica, de orden mundial, de justicia y de paz universal totalmente contrario a aquel. Que sean los clérigos los primeros en demostrar con su renuncia a las inmatriculaciones y a cobrar por entrar a las catedrales de todos que el nuevo reino de Jesús desplegará la fuerza de su brazo y dispersará a los de corazón soberbio; que derribará de sus tronos a los poderosos de Wall Street y ensalzará a los humildes; que colmará de bienes a los hambrientos y a los ricos despedirá sin nada.
Ya sé, como dije al principio, querido Jesusitodemivida, que esto es un brindis al sol. Pero que sepa todo clérigo, del rango que sea, que nunca jamás podrá volver a cristianizar la navidad. El que esté dispuesto a no dulcificar los relatos de los evangelistas sobre la infancia de Jesús, que empiecen por trasladar las celebraciones al 22 de febrero, que es el día que yo nací y también nacieron todas las flores.
Luis Heredia -
Mingote, Forges y Fer no te superan.