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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

COELLO DE PORTUGAL, FRAY CURRO

COELLO DE PORTUGAL,  FRAY CURRO

Me temo que en la Celebración del Reencuentro del mes de Octubre tuvimos un importante deficit en la mención y debimos haber resaltado, como se merece, la obra de un Dominico importante en la vida de todos nosotros: Fray Curro, arquitecto del Santuario y de nuestro Colegio.

Intentamos paliar en lo posible la deuda con este recuerdo de Andrés M.Trapiello.

Fray Curro, nuestro cariño, respeto, admiración y agradecimiento.

Sigue sucediendo. Camino del Bierzo o de Asturias, cuando el coche cruza la Virgen del Camino, la Asturianina y mis hijos miran hacía la izquierda; quieren volver a ver el Colegio de su padre.

Antes, hace años, creo que era más afectiva la observación. Hoy, la de Nacho, es “más técnica”; me ha abrasado a preguntas. Mi hijo quizás tenga los mismos años del arquitecto cuando proyectó y desarrolló “la nueva casa” para los Dominicos, y el Santuario: Coello de Portugal, Fray Curro.

Ignacio, mi hijo, es colega pipiolo de Curro, y le han entusiasmado las  formas del teatro, la orientación de sus clases, las capillas del Colegio…El Santuario, la parroquia del “Humilladero”.

Ha visto, ha analizado todas las obras que recoge un libro que me regalo nuestro amigoTello: “Fray Coello de Portugal – dominico y arquitecto”.

 

Estas líneas, estas “palabra tras palabra” me gustaría que sirvieran de recuerdo para Curro. Estos “tiralíneas” –que dice mi sobrino Javier-, que diseñan, proyectan paredes, “camarillas”, teatro, clases, estudios… Tantos espacios que han servido para hacernos mayores y continuar recordándolos.

 

"Gracias, Curro".                                                        

5 comentarios

renato -

hola tio soy perruano de lima y me llamo renato coíllo pero mi verdadero apellido es coello ya q ami papa le escribieron mal su apellido cuando nacio
y como sabes ese apellido es muy singular ase q podrieras ser mi tio lejano xq en las paginas amarillas de lima hay un solo coíllo q es mi papa

Luis Heredia -

Queridísimo P. Coello

Tu nombre lo tengo grabado de tantas veces que lo escuché de mis primos y en el Colegio y ¡por fin¡ como dice Luis Barbería, te pongo cara.

Siempre fuiste para mi ese gran desconocido al que solamente "por sus obras le conoceréis".

Siempre se me dió muy mal hacer "comentarios de texto" sobre arte, estilos o autores porque me parecía que debería de decir lo que el profesor quería que dijese, estereotipos, al fin y al cabo.

Si el arte es expresión, destreza y reflejo de una idea, ¿por qué hay que "rebuscar" palabras técnicas, expresiones o frases que deban ocupar necesariamente un cuarto, media o página entera?

¿Acaso cuando tú diseñaste y proyectaste el Santuario o el Colegio te ocupo más de un segundo de tu mente para plasmar la claridad, sencillez y serenidad de espíritu?

Como dice Luis Barbería, tu rostro es el reflejo de la serenidad y tu obra nos ayudó a los alumnos a sentirnos vivos en un mundo abierto a todos los horizontes.

Todo diáfano y luz inmensa, sin rincones, y sin embargo cualquier lugar del Colegio se prestaba a la meditación y al recogimiento cuando lo necesitábamos. En definitiva, a pensar y reflexionar.

Cuando volví al Santuario en Octubre, de nuevo fuí incapaz de fijar los límites que me rodeaban. Me sentí otra vez en el infinito y cada vez que vuelva y gire la vista hacia lo alto , seguiré creyendo que no hace falta que el Cielo se encuentre más arriba.

Luis Barbería -

Había oído hablar mucho de Coello de Portugal, pero nunca le había puesto rostro. Y por lo que se ve en la fotografía de la portada, se trata de una persona serena que ha alcanzado ya una madurez envidiable.

A los que veníamos de Villava, en el que el Colegio de los estudiantes era un añadido pobre al edificio principal - que ése sí guardaba viejas y recoletas glorias de cuando había servido de casino y restarante para las familias pudientes de Pamplona- el Colegio de la Virgen del Camino nos pareció un lujo oriental. La luz entraba a raudales en las clases y en el estudio, había calefacción y, a pesar del tiempo frío de León, nunca más volvimos a saber de los sabañones.

Y para colmo de todos los caprichos y en aquellos tiempos austeros, teníamos hasta Piscina. Si bien es verdad que se perdía algo de la libertad de cuando nos teníamos que ir a bañar al río en Villava y cogíamos endrinas a las orillas del Arga.

Nosotros, amigo Mariano, éramos los parientes pobres y el Colegio de la Virgen, nada más verlo, nos asombraba por su comodidad y belleza.

Y no te digo nada cuando entrábamos al Santuario, abríamos la boca de asombro y realmente en aquellos tiempos Coello de Portugal iba unos lustros por delante de los tiempos, o al menos, así me lo pareció a mi siempre.

Cuando recuerdo el Santuario, con aquella madera tan cálida y la luz entrando coloreada por las vidrieras, invitaba a poner allí la tienda y quedarse una larga temporada. Sobre todo si tocaba el órgano el P. Uría, cerrando los ojos y fugándose con Bach a alturas celestiales. Y mira que le hacíamos trastadas al bendito del P. Uría. Nunca, jamás, le vimos perder su sonrisa angelical de hombre bueno, con más paciencia que el santo Job.

Así es que mira por donde, Mariano, recordando el Santuario de la Virgen siempre me acuerdo del santo del P. Uría y de Coello de Portugal, que también tiene cara de ser buena persona. Y a él tendremos que agradecer, en gran medida, que nuestra estancia en el Colegio fue placentera y que la luz, que fue hecha para todos, también fuera disfrutada por aquellos niños que generalmente veníamos de hogares humildes, en aquellos tiempos más bien grises.

mariano estrada -

Queridos amigos:

Son muchas las cosas que se podrían decir de Francisco Coello de Portugal, cariñosamente Fray Curro. Muchas y muy importantes, tanto en el plano personal y sacerdotal como en el plano profesional, la arquitectura, en el que no hay duda de que dejará un magnífico legado a las generaciones venideras, especialmente en la arquitectura que pudiéramos llamar religiosa. Son muchos y muy variados los edificios que ha realizado a lo largo de su vida, siendo su buque insignia el Santuario de La Virgen del Camino.

Cuelgo aquí una entrevista que le hicieron en la Fundación ANTONIO CAMUÑAS, en la que, si bien someramente, se hace un repaso de los aspectos más destacables de su vida.

Más información, aquí: http://www.dominicos.org/provinciaesp/pcoello.htm

Un abrazo
Mariano Estrada

FUNDACIÓN ANTONIO CAMUÑAS

ENTREVISTA

José Luis Picardo

FRANCISCO COELLO DE PORTUGAL

Fray Francisco Coello de Portugal nace en 1926 en Jaén, pero al poco tiempo se traslada a Madrid, ciudad en la que comienza sus estudios de Arquitectura. Poco después, su otra gran vocación, el sacerdocio, hace que ingrese en la Orden de los Dominicos. A mediados de los años cincuenta se hace cargo de un gran proyecto: el Santuario de La Virgen del Camino, en León.


Su apellido, Coello de Portugal es portugués, ¿de dónde le viene? Coello de Portugal, efectivamente, es de origen portugués, y para averiguar su origen hay que remontarse al siglo XVII, a la época de doña Inés de Castro. Esta dama era una española que se casó con el descendiente al trono de Portugal: el infante don Pedro. Sin embargo, a su padre no le gustaba doña Inés y ordenó su muerte, siendo uno de los cabecillas de este complot un señor llamado Don Egas Coelho. Cuando Pedro de Portugal fue coronado mandó desenterrar a doña Inés, que se convirtió en reina después de muerta, y don Egas Doelho tuvo que huir de Portugal, yendo primero a Galicia y después a Andalucía, de donde venimos toda la familia.

Usted nació en Jaén, ¿qué recuerda de su infancia allí? Sí, nací en Jaén porque mi madre era de allí y quería dar a luz donde vivía mi abuela, en una casa solariega enorme. Mi madre murió al poco tiempo, cuando yo tenía dos años, pero me acuerdo que, aun faltando ella, íbamos a ver a mi abuela todos los años hasta la guerra, cuando empezamos a ir muy de tarde en tarde. La verdad es que todavía recuerdo el cortijo, la recolección de la aceituna, cómo las prensaban. Recuerdos infantiles muy felices.

Y cuando usted iba a la iglesia, ¿pensaba en ese edificio como la casa de Dios o daba vueltas a su cabeza ideando el modo de proyectar y edificar alguna vez un templo? Mi abuela paterna, con la que vivíamos, era muy beata, y cuando éramos pequeños nos llevaba a la Iglesia, nos ponía en el reclinatorio delante de ella, y nos hacía rezar. Más adelante, después de la guerra, viví por detrás de la Iglesia de Santa Bárbara, un templo clásico, y en ésta sí que admiraba los capiteles, que eran los que nos hacían dibujar en la escuela de Arquitectura, lo que me hizo pensar en los templos como cualquier otra obra civil.

¿Y qué vocación fue primero, la de arquitecto o la de religioso? Primero arquitecto. Yo terminé Arquitectura, y al año de terminar me fui a Córdoba a trabajar con un compañero llamado Rafael Sánchez-Lozano, ingeniero de minas. Al poco tiempo, decidió ingresar en la orden de los Dominicos y me arrastró. Entré en la Orden de los Dominicos el mismo día que se casaba mi hermana y, justo después de la boda, yo me fui al noviciado a Palencia. Él, a los seis meses del noviciado, no pudo seguir por depresiones, lo que no favorece nada una vocación, pero yo me quedé.

¿Y usted escogió la Orden de los Dominicos por él? En parte por él y en parte porque conocía al padre Aguilar y al padre Úbeda. La verdad es que yo ya había tenido un conato de vocación durante los ejercicios espirituales que realizamos en el penúltimo año de carrera, cuando leí el libro "Estampas Cartujanas". Mi vocación fue algo muy serio, pues acabé con un noviazgo muy largo de cuatro años, tiempo durante el que fui a muchas fiestas sociales, mucho guateque, mucha salida.

¿Se planteó alguna vez tener que dejar la Arquitectura? Sí, durante el noviciado en Palencia. Yo siempre he dicho que durante esa época no sé qué me costó más, si dejar a la mujer y los hijos o el lápiz. Cuando ya había pensado que me tenía que olvidar del lápiz, el maestro de novicios me dijo "no, hombre, no, siempre tendrás algo que hacer". Él, para animarme, empezó a darme tareas, como decorar la capilla, que era bastante fea, hacer algunas mejoras, etc. Me acuerdo que tuve que hacer una silla para el refrectorio, y cuando lo diseñé y se lo dieron al carpintero éste se quedó bizco, pues lo había diseñado como un edificio de varias plantas.

Durante sus años de universitario, tiempo en el que viajó ¿Qué arquitectura le llamaba más la atención? Durante mis años en la carrera realicé viajes en moto a Alemania con un compañero y fue la Arquitectura de allí la que más me impresionó. La primera vez que llegué a Alemania estaba todo destrozado, pues acababa de finalizar la guerra y allí vi un tipo de arquitectura que se estaba empezando a construir que me gustó mucho: consistía en un búnker central donde se adosaban otros bloques. De esta idea salieron colegios míos al principio y más tarde conventos de clausura. El más innovador fue uno en Zaragoza, y todos los demás son hijos de ese, adaptados al terreno; todos típicos "dominicanos": un pabellón al mediodía, la planta baja de lugar de trabajo y oficinas, y la planta alta de celdas, detrás del claustro, con las cocinas, salas de recibo, salón capitular.

¿Qué arquitectos eran los más admirados por usted? Le Corbusier, Félix Candela. En México estuve viendo los "cascarones" de Félix Candela, sus superficies alareadas o paraboloides. El hombre era encantador y, nada más llegar allí, me enseñó su obra casi al completo. Cuando vine aquí solucioné varios problemas de cubiertas de iglesias con las superficies alareadas, pues dan una gran facilidad para cubrir cualquier solar.

¿Cree que la Arquitectura paraboloide ha tenido poca calada en España? Esta Arquitectura es de muy difícil cálculo. A mí me chocaba que el hormigón, algo tan burdo y tosco, necesitara un cálculo tan exacto. Es entonces cuando me di cuenta de cómo trabajaba una bóveda, y desarrollé en mi obra un sistema original suyo. Además, Ruiz Castillo y Ricardo Urgoiti fueron los que me hacían los cálculos cuando proyectaba un edificio de ese tipo.

Háblenos de su primera obra: el Santuario de la Virgen del Camino, ¿cómo se hizo usted cargo de ella? Un día de excursión, en el noviciado, me llegó el provincial para que me hiciera cargo del Colegio Apostólico, pues habíamos adquirido el compromiso de hacerlo al lado del Santuario. Allí se estaban empezando unas obras que estaban resultando muy confundidas y el provincial pidió una solución. Yo presenté una idea y optaron por ella en vez de por la del arquitecto que estaba haciendo la obra de la Escuela Apostólica. Y lo siguiente fue encargarme del Santuario a petición de Pablo Díez.

Tras este santuario vinieron más iglesias, conventos, colegios mayores, sanatorios, centros parroquiales. ¿Qué recuerda de todas aquellas obras? Pues ya ves, de estar a punto de dejar la Arquitectura a no tener un solo momento para soltar el lápiz; incluso religiosos y religiosas pedían permiso a mi provincial para que me dejara hacer más obras. Cuando era joven podía ocuparme de todas las cosas, dormía cuatro horas y me bastaba, y viajaba todo el día; incluso volví a viajar en moto, como cuando era estudiante. Pero luego la capacidad se pierde, y creo que ha ido en perjuicio de mi orden sacerdotal. Una obra necesita soluciones y las tienes que dar al momento, ya que si no pudiera, tendría que decir no al proyecto, y eso me costaría mucho. En cambio, la orden sacerdotal es más eventual, puedes decir ahora no puedo pero la semana que viene sí. Hoy en día, por desgracia, creo que soy más arquitecto-dominico que dominico-arquitecto.

¿A los andamios se subía con hábito? Sí, claro. Además, a mí me ha costado mucho quitarme el hábito. En aquellos años lo agarraba, lo doblaba, lo metía en el mono y a la moto, y cuando llegaba a las obras me subía a los andamios con el hábito.

¿Y nunca se ha cansado de edificar para la Iglesia? La verdad es que no. Yo he hecho de todo: desde parroquias, a conventos de clausura, residencias para mayores, comunidades religiosas, muchos colegios, edificios de clausura en misiones. Construcciones muy variadas que nunca me han cansado.

Y ahora que habla de las misiones, ¿cómo se produjo el salto al extranjero? Todo surgió cuando me fui a hacer una catedral a Puerto Maldonado, nuestra misión en el Amazonas. Cuando llegué se la habían encargado a otro arquitecto, y al encontrarme allí sin la obra, decidí recorrer la mayor parte de nuestros vicariatos y conventos en Hispanoamérica. En ellos hice obras que se necesitaban, como ampliaciones y mejoras, aunque algunas veces el resultado no tenía nada que ver con lo que yo había proyectado. En cuanto al "otro" extranjero, el que no es Hispanoamérica, la ocasión de proyectar edificios allí me vino por unas dominicas de clausura que me pidieron una primera prueba para rehabilitar conventos de clausura en España. Cuando vieron que en éstos no había suficiente labor, decidieron salir de España. Fundaron primero en Puerto Rico, luego en Curaçao, después en Santorini (Grecia), que era un edificio del siglo XVI que lo adaptamos para una comunidad nueva, después Corea, después Taiwán, etc.

¿Qué le sugiere a usted "Ora et labora"? ¿Se puede decir que usted ha conseguido aunar ambas facultades? Durante unos años sí que las pude aunar, pues yo predicaba mucho. Además, me solían llamar de los colegios o convento de clausura que yo había proyectado para hacer ejercicios espirituales. Sin embargo, ahora es más difícil, y estoy tan metido en el mundo de la Arquitectura que no puedo dejarlo.

¿Qué proyectos tiene para el futuro? Estamos haciendo tres residencias, una en Londres, otra en Toledo y otra en Córdoba. También estamos con pistas polideportivas, pues se las exigen a todos los colegios. Y también la catedral de Taiwan, que a la hora de proyectarla me pidieron que no se pareciera ni a una pagoda, ya que a todos los europeos que van allí y se les pide una iglesia proyectan una pagoda, ni a una iglesia occidental. Así que me las tuve que apañar y empecé haciendo unas cubiertas alareadas de Candela, que de alguna manera, recuerdan a la arquitectura China con las puntas levantadas. Sin embargo, mi proyecto no entraba en el terreno, así que tuve que buscar otra solución que jugara con la arquitectura china. Todavía estoy esperando a que me lo aprueben, aunque yo tengo bastante confianza en que nos darán el visto bueno.

¿Cree que va a dejar escuela? No, no, sobre todo porque mi sobrino, un gran arquitecto a quien podría dejar escuela, proyecta totalmente distinto a mí, y te contaré un caso para que lo veas. Hace unos años tuve que proyectar el Convento de Clausura de Jesús y María, en Toledo. En esta preciosa ciudad se ha estado haciendo, durante mil años, un tipo de arquitectura llamada "arquitectura toledana", con aparejo de ladrillo, piedra y madera. Empecé haciendo el monasterio ateniéndome a esto, y mi sobrino me decía que era una pena enorme que no aprovechara para hacer un convento de clausura moderno. Sin embargo, por aquel entonces hice un viaje con mis compañeros de promoción por Europa, y en Salzburgo nos encontramos con que los edificios nuevos respondían a la Arquitectura de Salzburgo de siempre, así que, cuando llegué a Toledo, a pesar de todas las sugerencias, proyecté el convento en estilo "toledano".

Háblenos del libro que han escrito sobre usted. Sinceramente, es apetecible, aunque esto debe de suponer un trabajo enorme. El provincial actual fue el que en seguida dijo sí al proyecto. Él habló con la Fundación Antonio Camuñas, que cada dos años edita un libro sobre la obra de un arquitecto, como Fernando Chueca, Félix Candela o Rafael la Hoz, etc., me mandaron a un arquitecto y dos chiquitas y entre todos escribieron el libro. Ellos son los que se han ocupado de desempolvar mi historia.

Y la enseñanza parece ser que nunca le ha llamado. Pues no, nunca, ni me he creído con capacidad de enseñar, pero yo recomendaría a los estudiantes de Arquitectura que sean sinceros y que diseñen los proyectos que les salen de dentro, como los grandes maestros de la Arquitectura. A mí, por ejemplo, me parece impresionante la obra de Calatrava, es un mezcla de Arquitectura, Ingeniería y Escultura. Sinceramente, el conjunto escultórico de su Arquitectura me parece asombroso.



mariano estrada -

Querido Francisco Coello:

A pesar de que, a través de este blog, yo había sugerido al GL que intentaran llevarte al aniversario, puesto que, a mi modo de ver, sería un hito importante en la celebración, verte allí me causó, además de una enorme sorpresa, una gran alegría. Una alegría que, en el plano personal, se vio magnificada, si cabe, por el hecho de que te acordaras de mí. Eran muchos años sin verte. Creo que han pasado unos 38 desde que estuve trabajando en tu estudio, primero en Atocha, después en Claudio Coello. Trabajando o estorbando, ya que me abriste aquella puerta con el único fin de ayudarme en los estudios. Eso sí, previa intercesión a mi favor de María Paz Martínez, madre de José Luís Zamanillo, a quien debo ése y otros muchos favores, especialmente el de haber sido para mí una segunda madre.

Sea ésta una declaración de agradecimiento.

Un abrazo