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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

SECRETOS DE CONFESION

SECRETOS DE CONFESION

Ayer tarde tomé un cafetín con mi querido compañero de yeguada, la mejor, Manuel Centeno. Su conversación me dió pie para el artículo de hoy. Ved la foto, mejor miradla, y pensad cuántos secretos, cuántas tristezas, consejos, amenazas, sueños, alegrías, duendes, castigos, penitencias, avemarías y salves, demonios, ángeles, Padres Ricardo, Fernando "el viejo bueno", Torrellas, Sama... permanecen escondidos detrás de esas puertas de buena madera, hoy tristemente desvencijadas, que encerraban aquel Sacramento que, al menos a mí, me infundía un miedo frío y unos sentimientos de culpabilidad que no merecía, pues yo era "entonces" un buen chico, ¡quia!, como todos.

¿Nos contaríais alguno de vuestros secretos de confesión?. Puede que Manuel nos cuente su anécdota de cuando fué al Santuario a confesarse para casarse.

Avanza la semana, martes, miércoles, llueves...

15 comentarios

Froilán Cortés -

Andrés, picarón. Que tú nunca has necesitado recetas para estos menesteres. No engañes al personal!

Luis T Barbería -

No te apures, Andrés, que Froilán nos traerá algún ribera para pasar el mal trago.

Y de paso nos haces una cata retronasal de órdago. Que a tí y a mi nos viene la afición de cuando éramos monaguillos y apurábamos las vinageras que daba gusto.

Te lo conbfesabas tú? Pues yo tampoco.

Andrés Martínez Trapiello -

Froi: ¿A mí también?

¡Joer, como se entere mi madre!

Froilán Cortés -

Siempre he mantenido que, a pesar de la distancia en años y en kilómetros, "casi todos" tenemos muchas cosas en común. Y está claro que, poco a poco, van apareciendo.
Y pensar que ahora hasta te lo "recetan" los médicos!
Un abrazo a todos, pecadores.

Javier del Vigo -

Dámelo, hombre, Luis!

Que yo te lo devuelvo con el cuerpo y con el alma. Oh, aquellas almas confusas y algo atormentadas, porque "la vida nos salía al encuentro" -a veces, nos ahogaba- a borbotones y las sendas del bien eran muy estrechas; casi imposibles de transitar!

Te abrazo!

Luis T Barbería -

Tú por aquí, Javier, por estos territorios peligrosos?
Puedo darte un fuerte abrazo?
Te lo doy de corazón.

Javier del Vigo -

Me apunto al carro, compañeros!

Mientras creí profundamente que aquella "atmósfera" debía ser "mi credo", tuve acojono allí, en los huevos...

Cuando dejé de ser "teódulo", confesaba a Sama pecados "sociales", pero nunca "sexuales". Osea, mi confesor nunca me oyó decir que me masturbaba. Como lo oís. Pero me la cascaba -¿o la naturaleza me impelía al casque?-, confieso 40 años después...

Y nunca después con aquella fuerza, confieso de nuevo.

Así que, cuando hablé en la intimidad con mi mismidad, decidí que ni confesión ni comunión. Porque me sentí sucio, había comulgado un tiempo pecando. Ya ni me acuerdo del grado; ¿sacrílego? ¿impotente? ¿venial? ¿mortal?

De todas formas, fue uno de mis sueños redundantes. Y "castrantes".

Hoy ya puedo confesarlo, sin haberlo hecho durante una enormidad de años, sin amor ni odio. Espero dios me perdone. Y si no, que mis hermanos de aquellos tiempos sepan comprender mis enormes pecadoss...

Un abrazo casto, hermanos impúdicos!

Luis Teódulo -

Ese abrazo tuyo, amigo Julito, es una maravilla de felicidad. Que lo necesitaba.

Y yo que creía que era el malo de la clase...

Un fuerte abrazo

Julio Correas -

Amigo Luis
Eso mismo... exactamente lo mismo me pasó a mi. Es como si me lo hubieras copiado de mi pensamiento.
Lo que me temo es que es lo mismo que a otros muchos.

Lo curioso es que piensas igual que yo!!!... a lo mejor (o peor?) también como otros muchos.

Y tu confesión fue unos años antes que la mía!!!
Tres o cuatro años de niños de doce años.... prefiero no multiplicar.

Yo tampoco me he vuelto a confesar... te confieso. Ni tampoco pienso.
Sólo me equivoco de vez en cuando... pero eso no es "pecado".

Un abrazo muy grande AmigoLuisTeóduloBuenaGente!!!

Julio Correas

Luis Teódulo -

Yo quiero volver a confesarme. Quiero dejar mi alma como una patena. ¿Se decía así, limpiar el alma, las manchas del alma…? ¿Teníamos el alma manchada?

Yo tendría 12 años, 12 inmaculados años. Era un viernes por la tarde, cuando tocaba confesarse y una atmósfera de tensa y preocupada espera nos atenazaba mientras aguardábamos el turno. Era en la capilla de Villava. Mariano Zugasti ya nos había preparado con lecturas y reflexiones sobre el tema.

Yo no me confesaba habitualmente con Angel Torrellas. Pero para aquella ocasión especial elegí a Angel Torrellas. Me arrodillé a su lado. El estaba sentado en una silla y descansaba la cabeza en su mano, cogiendo el escapulario blanco a modo de cortina. Rompí a llorar. Yo era un mar de lágrimas. Preocupado Angel por aquella situación, me calmó y me animó con cariño a que le contara mis pecados.

Y yo se los conté: toda una maraña urdida de culpa y temores brotó de mi conciencia como un río. Ya no recuerdo bien la causa principal de tamaña desolación. Quizás un mal pensamiento, alumbrado en el sopor de la noche, una polución nocturna, una culpa inmensa, como una losa que me atenazaba y no me dejaba vivir ni dormir durante una larga temporada, porque aquello no lo había confesado a tiempo y yo estaba en pecado mortal, comulgando sin confesar aquel delito, yo no tenía perdón de Dios por tamaña culpa, así me sentía yo. Y tenía, Dios mío, doce inmaculados años. Y ya andaba yo todo manchado de culpa y de pecado.

Angel se lo creyó. Y me dio la absolución con una calma sobrevenida de inmediato. Yo era el pecador arrepentido y él mi salvador. Y una paz interior vino como un alba muy dulce, inundándome por dentro, ya limpio, ya libre, ya feliz como un niño que entonces era.

Ay, amigos frailes, tardé cuarenta años en poder volver con vosotros sin rencor. Pero aquella alma manchada de un niño fue muy cruel, demasiado cruel. Una herida difícil de curar, amigos frailes.

Estoy seguro que el Angel Torrellas de unos años más tarde, el fraile madurado en revoluciones, el de Nicaragua, se hubiera reído de mis temores y me hubiera dado una patada en el trasero, mandándome a jugar en el recreo.

Ya nunca volví a confesarme. Ni pienso.

Miss Wikinson -

Hello, padre, good morning.

Hello, hija, sí, dime, dime.
Te quieres confesar?

Yo pecar mucho, padre.
Yo pecar con Mr. Mariano, con Mr. Andrés, con Mr. José María and Mr. Julito.

Sí, sí hija, con todos a la vez o separado?

No, no, padre, cada uno a su hora, que para eso ellos ser puntuales.

Y cuántas veces, hija, cuántas veces?

Oh, muchas veces, padre, ellos ser insaciables.

Y te la metían, hija, te la metían?

El qué, padre, qué me tenían que meter?

Bueno, ya sabes, hija, eso.

"Eso" yo no entender, padre. A ver explicarme, padre.

Vamos a ver, hija, no me dices que has pecado con toda esa gente?

Sí, padre, sí que he pecado.

Pues entonces?

Pues entonces qué?

Qué qué pecabas tú, de una vez?

Yo pecaba barbos, padre, muchos barbos y alguna trucha.

Te voy a dar una...

Una hostia, padre, eso yo saberlo.

Bye, bye

Luis Teódulo Barbería -

Hoy me ha cortado el pelo Catana. En la terraza del corral, en esta mañana primaveral, muy cerca del cerezo salvaje donde hace pocos días libaran sus flores con golosa succión mis amigos transformados en avispas veraces. Miguel Catana ya maduró los ochenta, pero conserva un pulso impecable y casca mucho Miguel. Conserva una salud envidiable, tiene seis hijos y seis nietos y aún tiene fuerzas para hacerse unos cuantos kilómetros con la bicicleta todas las semanas.

Lo primero que me dice Miguel es que si me creciera la renta tanto como el pelo yo sería millonario. No es que quiera dar envidia a nadie que, a decir verdad, es un pelo ya canoso y tan blanco como nieve, que soy de la quinta del cuarenta y seis, un poco más viejo que vosotros.

Luego Miguel nombra a Encarna. Recuerda que ella, cuando estaba, permanecía sentada al lado y le iba guiando. Por arriba déjale un poco más; por los lados córtalo bien que le crece mucho. A veces le hacía caso Miguel, otras se las apañaba por hacer lo que le venía en gana. Esta mañana tan primaveral, con un sol que daba gozo y Miguel nombrándome a Encarna, alguna lágrima se escapaba por la mejilla; las perlas de Encarna, las llamo yo.

Hoy estaba también el abuelo Angel, que es de la misma quinta de Miguel. Y entonces sí que es la perdición. Se lían a cascar y a discutir y ya no sé qué camino lleva la tijera y yo temblando por la integridad de mi oreja. Hoy discutían porque Miguel decía que se había iniciado en la peluquería de su padre en el año 36, cuando empezó la guerra. Angel le provoca y dice que entonces sólo iba a la peluquería para ver nada más, que se acuerda muy bien porque los dos eran entonces unos críos de diez años.

No suelen hablar mucho del asunto, a decir verdad, no lo hacen casi nunca. Pero hoy lo han hecho, sin resentimiento en sus palabras. Han recordado que al padre de Angel lo mataron los nacionales en el año 37 por ser republicano. Y al padre de Miguel lo llevaron los nacionales para fusilar en el alto del Aguila, pero sólo fue un susto de muerte que, después de simular el fusilamiento, lo volvieron a casa. Así se las gastaban entonces la gente en este pueblo y en toda España, vamos. Aquellos nacionales, tan católicos y apostólicos, se confesarían después, dejando a un niño de diez años sin padre?

Ya lo creo y comulgarían después muy fervorosamente. Tiene cojones la cosa, muchos cojones. Claro está que al padre de Angel no ha habido Papa que quisiera beatificarlo, sólo silencio sobre su tumba y la amargura de un niño de diez años llorando por los rincones de la casa.

Ya soy mayor y he pasado muchos años de mi vida creyendo de verdad que aquellos rojos eran unos desalmados sin corazón. Nos lo dijeron en todas partes: en el Colegio, en los periódicos, por la televisión… cómo no ibas a creértelo. Luego hablas con la gente y adviertes que ellos también tenían mujeres y niños e incluso sueños e ilusiones. Y que las buenas personas andan por todas partes, sin necesidad de credo, religión ni ideales políticos. Y lo que es peor, uno se da cuenta también que la religión o los ideales políticos no salvaguardan a nadie para hacerse una mala persona. Eso aprendí con el tiempo, demasiado tarde, creo yo.

Pero hoy no quería yo meterme con la Iglesia apostólica romana, no. Si no hubiera sido porque estos abuelos cascarrabias no hubieran sacado el asunto, el delicado asunto. Me acuerdo de Zabala cabalgando por las selvas amazónicas o de Antonia Estrada cuidando a los niños de Kiev y se me va el cabreo.

Miguel ha terminado su trabajo con toda pulcritud y soy ahora como un recluta en vísperas de mili. Hasta el mes próximo, que Miguel volverá a decirme que si me creciera la renta tanto como el pelo, sería millonario. Algo es algo.

Juan A. Iturriaga -

Al ver el confesionario, confieso que se me rompe el alma.

Sin embargo, ha llegado el tiempo de pasar página, y reírse.

Cuando un negociador o vendedor estudia a su contrincante, las técnicas modernas te exigen que le trates de forma diferente si estás ante un tipo visual, auditivo o lo que llaman kinestésico.

Yo estoy en las antípodas de los kinestésicos. Son los que te tocan, te abrazan, se te acercan, si pueden te besan, te echan su aliento a los morros, te susurran, te joden tu intimidad, y no les puedes mandar a la mierda a grito pelado porque .........., y encima te preguntan cuantas veces, y en lo que pensabas, y como, y cuando, y cuanto, y con quien.

Este último párrafo no tengo ni idea como se me ha ocurrido. Tengo un appuntamento, como dicen los italianos, y no puedo continuar desvariando. Será mejor así.

Un saludo a todos,

JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -

Esta foto del confesinario me trae recuerdos relativamente o rotundamente no gratos. Simplemente dejo ahí dos nombres de confesores de los estudiantes y que cada cual ponga la memoria a trabajar a ver a dónde le lleva, me refiero al P. Ricardo con la forma particular que tenía de confesar cara a cara y el P. Frutos, muy buena persona pero casi sordo, lo cual no era lo más adecuado para la privacidad de la confesión. Yo era de los que se confesaban cumplinedo lo establecido pero con bastantes reparos. A lo largo y ancho del Blog he leído muchas maravillas, que las hubo, pero hubo bastantes sombras; reconozco que es buena la memoria selectiva en positivo pero la crítica y autocrítica también es muy saludable. Si alguien tiene algo que decir al respecto que se anime.

ManuelCenteno -

Toda la mañana sonando el m´vil y mi Hotmail saturado de correos; ¿lo vas a contar? ¡Cuenta, cuenta! Ecos de corrillos y murmullos ¡lo va a contar, lo va a contar! Y a eso venía yo dispuesto después de una tarde debatiéndome entre dudas y compras, -mañana y pasado fiesta en León, y el viernes puente, imaginaros -¿Cómo estaba el super? ¡Abarrotao! (homenaje a Sacapuntas) Y ¿hoy que día es? 22, 22, 22-
A lo que venía, que en esas estaba cuando recibo una penúltima llamada -número oculto- "como lo cuentes te dejo sin ganas" o sin "gonas", que no entendí bien, hasta puede que fuera algo como lo que dijo Mariano en su post. Amigos, que esto me he hecho reflexionar y el secreto que tenía pensado contaros quedó en esta deslavazada crónica; espero que comprendáis que antes de quedarme yo sin "ganas" os deje a todos con ellas y tan contentos, espero. En último caso que no cunda el pánico, yo no era el confesor.
Obligado mean -seguro que también- digo, me han a "asomar el morro" Javier, y a poner "palabra tras, en mi caso, palabros" Andrés, y no creo transgredir la recomendación de mi interlocutor si digo que aquella confesión, casi exactamente hoy hace 29 años, fue como el sueño de una noche-tarde de primavera con sones de Marcha Nupcial comparable a la realidad de otro día de otoño con "arranques" de Aleluyas.
JoseMari, que nuestros cariños eran sabidos, que nuestros abrazos conocidos, pero... nuestra clandestina desponsatio la has convertido de rex publica así que, Furriel, manda poner firmes y que todos griten ¡Viva la Rep..., digo Viva el Blog! Y si no que renueven la junta directiva del mismo.
Abrazos,