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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

EL VESTUARIO DE PRINCIPIOS DEL XX

EL VESTUARIO DE PRINCIPIOS DEL XX

Estaba actualizando en __DESCÁRGATE__ la "dichosa" Vendedora de Globos 1 al 23 de autor desconocido (Isidro Cícero), y he releído la Vendedora 22, con el título de Nieve sobre los sueños. Y pensando en Isidro y rebuscando entre mis recortes de periódicos, encontré esta fotografía de leoneses de principio de siglo XX en la Romería de San Froilán en la Virgen del Camino.

Querido Isidro, ya habrás comprobado que lo mío no es el arte en la escritura; eso queda, entre otros, para mi amigo-hermano Enrique Muñiz y para ti. Solo intento con mis encabezamientos en el blog daros pie para que entréis en barrena a deleitarnos.

Pensando en ti coloco esta fotografía que estoy seguro te va a gustar. Es una estampa de la romería de San Froilán. Como sabes mejor que yo, cada 5 de Octubre millares de leoneses y no leoneses asisten a misa en la explanada del Santuario y homenajean al patrono de la Diócesis leonesa con las típicas morcillas y las avellanas o “perdones”, entre otras excelencias gastronómicas.

Esta fotografía de Germán Gracia nos permite conocer el atuendo de nuestros antepasados leoneses, que herencia nuestra es, aunque sabes que los de mi familia también están entre Aragón y Navarra.

Espero que te guste. Es mi forma de darte las gracias por tus globos-sentimientos, querido Isidro.

10 comentarios

Vibot -

Teodulókinson, si adivinas mi alma ya me entiendes de sobra.

Además, en el alto palacio de los sueños perdidos, estoy seguro de que reconoces no sólo mi alma, sino la de muchos de nosotros.

Dile a Wiki, ahora que está en el claustro, que escuche las músicas que te he recomendado, para reconfortar su espíritu, ella que fue tan corporal en el siglo, que no se yo si podrá domeñar tanta vehemencia sensual, ni cuánto nos durará casta esta
esta ingenua Miss Wikinson, que es un poco perdida.

Y a ti -a los dos (o más)- os agradezco que me echéis de menos.

Yo también a vosotros, aunque ahora escriba menos.

Pero os sigo leyendo y abrazando.

Luis T Barbería -

Oh, Vibot, amigo, te echaba en falta yo¡

Luego dices eso de rielar de luna sobre el estremecido azogue del estanque" y no entiendo mucho, pero suena tan bella esa canción, que adivino tu alma en aire de corcheas, mecida por ángeles amigos.

Ya sabes que te queremos. No nos castigues con ausencias.

Un abrazo de luz y cantos.


Vibot -

Fui a ver a Zamanillo. Era el día de la madre y allí me fuí a Palencia a estar con ella y arreglarle el jardín.

Al abrazar a Joseluis -de impecable frac- acaricié su precioso y abundante pelo blanco. Tiene la misma seda de su voz de solista.

Lo que quizá no sabeis todos es que aún puede cantar y fascinar con su voz de soprano como entonces, ahora con un maravilloso encantamiento en su color de "alto".

En esa "misa de una" de San Pablo le escuché atónito un solo que volvía desde entonces, intacto de belleza, y un alto de cuarteto de solistas que le daba al empaste del conjunto un irisar hipnótico, un rielar de luna sobre el estremecido azogue de un estanque nocturno en el alto palacio de los sueños perdidos.

Dirige con hermosa y gentil autoridad.

Me hizo volver a un tiempo recobrado de escolanos en flor y a aspirar extraviado nuevamente aquel aroma de maderas exóticas y tahona vienesa del Santuario de Coello. No supe exactamente donde estaba -pero sí: estaba allí (1965, 13 transverberados años inocentes) cantando y escuchando y sintiendo batir mi corazón de amor, entre aquella intrincada culpa irrespirable, crudelísima- mientras sonaba -transparentando el cielo de las vóbedas en una veladura que no cesa- el preludio de Uría sosegado, el solo inmarcesible, el suspirante coro enamorado del "O sanctissima, o piissima, dulcis Virgo María..." de Mitterer.

Y se incendió de nuevo la vidriera, la feroz cristalera de Rafols Casamada, inescrutable de oros y de esquirlas, en los cautivos ojos de Torrellas.

Mítico Joseluis, aún eres tú.

Vibot -

¡quique, si es que estaba seguro que eras tú! un frescor de flabelos como un aura me llegaba hasta el coro del transepto, y los arcos que estaban sobre ti dejaron de ser góticos y se trilobularon como en una mezquita. El órgano de tubos está en restauración. Toqué con un teclado digital que imitaba muy verosímilmente una orquesta de cuerdas y otros instrumentos, incluso el órgano de la salida. Por eso te sonó por altavoces, como a grabación -también porque ni Ploma ni yo fallamos ni una, jeje-.

***

Hoy he estado en la Gala del día internacional de la Danza, en el Teatro Albéniz, que el marido de Esperanza Aguirre quiere derribar y especular.

Cada vez que escucho en directo a un maravilloso intérprete, tengo la penosa certeza de que he tirado parte de mi vida. Y esto se centuplica con los bailarines.

La gala ha durado casi tres horas. Y he salido eufórico y anonadado.

Después del delicioso "Grand pas de quatre" con música de Pugni, en el que toda la delicadeza femenina del Romanticismo me ha mecido en su vuelo de nostálgicos pétalos, han irrumpido Itziar Mendizábal y Jean-Sebastien Colau -Primeros bailarines del Ballet de la Opera de Leipzig- con un electrizante "Piaf a deux", sobre canciones de Edith Piaf y coreografía de Paul Chalmer. Nunca esa desgarrada voz me ha llegado tan hondo como entre estos dos cuerpos incitantes, desesperadamente vivos e irradiantes.

La compañía Francisco Velasco ha incendiado el teatro con sus tientos, tangos y bulerías, sobre un fondo rubí en el ciclorama, y los volantes de las bailarinas con su fuego naranja encrespado de chispas cristalinas. Había un muchacho rubio con el pelo lacio, con unos quiebros de torso de morir. Y un solista con un traje y chaleco de terciopelo corinto, zapateando ritmos como enigmas de gloria y agonía entre palmas, guitarras y quejíos.

La compañía Miguel Fuente arrebató a Galicia de su sueño entre sus torbellinos de Alalalás y Muiñeiras.

Compañía Antonoio Najarro me dejó hipnotizado con la plateada y modernista Gemma Morado, que se arancó en silencio, una tras otra, tres etéreas plumas de pavo real de su hermoso tocado Belle Epoque, y se internó en un bosque de arabescos azules entre un furor de jazz
interpretado en vivo, que le arrancó de cuajo su gran cola de encajes y suspiros.
Giró como una ménade en el éxtasis y se tensó en el suelo como una Diana criselefantina. Todo el cuerpo de baile recogió su tormento en unos quiebros ásperos y lúbricos y se petríficó en un fulgor de bosques en los mercurios de un daguerrotipo.

En "Samsara", de Víctor Ullate, una increíble geisha voladora es idolatrada por dos enmascarados totalmente en negro como los que manipulan las marionetas del teatro y la ópera orientales.
Una esfinge exquisita.

Los "Sonetos", del Nederlands Dans Theatre, interpretados por Paul Ligthfoot -precioso nombre para un bailarín-, Jorge Nozal y una estupenda bailarina anónima con un pomposo vestido decimonónico de seda verdinegra con polisón y encajes de Bruselas, aún me estremecen por su intensa expresión en cada gesto mínimo, en cada giro airado, en cada escorzo en vuelo. Bajo un único foco cenital, Paul agitaba su negra levita y Jorge su macferlán de raso hasta la media pierna, ambos sobre su glabro torso tan desnudo, atormentado, excelso de belleza y de desesperanza...


Hubo más, pero debo dormir, ya son las 3 y 30.

Quiero perderme entre los frescos pliegues color lila de aquellas bailarinas arrebatadas al Elíseo feliz de la Belleza entre los remolinos de esa undosa tela llamada "piel de ángel" que se ceñía a sus cuerpos en los giros como a victorias ápteras.

En alas de la danza enamorado.

quique muñiz -

Sábado y sol en Madrid una tarde de boda. Asistí como invitado preferencial a un enlace en el que los afectos auténticos significaban más que las razones estrictamente familiares (que no concurrían).

Viví la ceremonia, detrás de la emoción de los novios, a quienes quiero con especial disfrute, y flotando con una música de órgano que me transportaba, otra vez más, hasta nuestro coro del Camino.

Sí que miraba frecuentemente hacia el balconcillo desde el que sonaban los brillos; buscaba la confirmación de lo que imaginaba: alguien que tocaba así, podría estar muy cerca. Y me saludó desde arriba, junto a una paloma que canta como un mirlo maravilloso; pero no me atreví a reconocerle (yo creo que porque no me resultó creíble la casualidad, más que por el orzuelo que enturbia mi ojo derecho desde hace dos meses).

Ya totalmente incómodo por la duda, y después del magnífico y sedante Ave María, pregunté entre los bancos a familiares y organizadores de la boda, quienes me aseguraron que era una música escogida, eso sí, pero grabada. Y me opuse a su seguridad, sin sentir riesgo.

Al final, después de las firmas y las fotografías, le reconocí; y me escapé entre los chaqués de los testigos de Bilbao y de los padrinos de Madrid, y me abracé a Vibot y su música “grabada en alma” en el escalón más alto de la puerta principal.

Gracias por tu abrazo nuevo, Santines, a este “doble auténtico” de quiquemuñiz.


Vibot -

CUATRO BREVES ENCUENTROS

El sábado me disponía a tocar en una boda, acompañando a una estupenda soprano valenciana amiga mía,
Paloma. El balconcillo del órgano está sobre el altar en esa iglesia. Me asomé para ver si llegaba la novia y vi en primera fila de los invitados un rostro totalmente familiar y querido que me miraba. Le hice un gesto de simpatía pero no se inmutó. Le saludé con la mano, repitiendo mi sonrisa pero no movió un sólo músculo de la cara, aunque me miraba fijamente.

Pensé: o no es él y tiene un doble de asombroso parecido, o no ve bien y no me reconoce aunque le intriga mi saludo.

Hacia el final de la boda, Paloma me dice: aquél señor no para de mirarnos. Yo no podía parar de curiosidad.

Cuando salió el cortejo, baje a la calle y allí estaba él, su inconfundible estampa de visir. Pero -a tres metros y a mi misma altura- volvió a mirarme inexpresivamente.

Volví a entrar en la iglesia, decidido a llamar a qiquemuñiz, para decirle cómo tenía en Madrid un doble portentosamante minucioso, exahustivo...

Y entonces fue él quien vino a mi encuentro y nos fundimos en un abrazo largo, emocionado, ¡quique cuéntalo tú, qué te pasó!

Aún siento el apretón de tus abrazos y la alegría de haberte vuelto a ver.

***

El domingo 20 lloviznaba por la mañana y yo escuchaba entredormido las gotas sobre el lucernario. Me costó como nunca dejar aquel calor de nido, sus deliciosos brazos, su aroma de cachorro, tibio, inmemorial.

Me iba al Conservatorio, a un curso titulado "El renacimiento del clave en el siglo XX". Lo daba Silvia, una encantadora clavecinista, que conocí en Daroca, hace casi veinte años. Ya.

Yo me quedé en Froberger, en Rameau, en los dos Couperin, en el eterno Bach inagotable...

Ella toca a Voormolen, a Françaix, a Ligeti, Toru Takemitsu, a Jukka Tiensuu, a Roderik de Man...

Sigue siendo vivaracha, una preciosa polvorilla, generosa, espontánea. Maravillosamente humilde...

Beso tus blancos dedos y me echo a volar en ese rastro esacarchado de grutas musicales que tú me has entreabierto, dulce maga.

Pero no era este el encuentro que quería contaros a mis chicos del cole: bajaba por la calle de Santa Isabel, cuando veo subir por mi misma acera otra cara de entonces. La estampa grande y elegante de Helio Pedregal, con sus andares de emperador. Tardé en reconocerle. Se ha dejado una barba como para el teatro tan amado: meticulosamente recortada, entrecana, magnífica.

Al legar a su lado, me sonríe bien simpático y me estrecha bien fuerte entre sus brazos. Como dos personajes de Chejov.

No puede hablar, le han operado de las cuerdas vocales y me saca un cuaderno de conversación. Como los de Beethoven, le comento riendo. Y así nos despedimos, sin escuchar su matizada voz.

Dos curiosos encuentros: quique no tiene vista, Helio no tiene voz. Como si lo estuviera soñando y estos dos encuentros un poco inquietantes no hubieran tenido lugar aún -en la capilla gótica del Colegio del Pilar y en esa acera lluviosa de la calle Santa Isabel-, como si fueran una premonición. No sé.

***

El miércoles 9 de Abril, sobre las 11 de la noche, mientras desciendo por la calle Montera hacia Puerta del Sol, camino de mi casa, asaeteado por los dolientes ojos de preciosas Miss Wikinsons -mi Teódulo feraz y polimórfico-, escucho en el contestador del móvil, una preciosa voz de hombre, un poco fatigada, como triste de decepción. Pero maravillosamente grave y dúctil.

Era Julio Correas, que había querido verme, en este laberíntico y adorable Madrid, donde estaba de paso.
Una de sus escalas.

Me ha faltado tu abrazo, Julito, tus efusivos brazos y tu abierta sonrisa de Torrellas...

Otro encuentro frustrado.
"Ya van tres chiítas"

***

Ese día que digo, acompañé a un coro en un concierto en Los Jerónimos.
Había allí una solista que penetraba el alma con su voz, sobre todo en "La Vergine degli angeli" de Verdi y en otra hermosa pieza de Rossini.

Y quién diréis que viene a saludarme al final del concierto ante mi asombro y alegría, pues le hacía en Cantabria: el mismísimo Joseluis Zamanillo, el mítico solista de la Escolanía, a quien abracé con todas mis ganas y admiración.

Bajo su níveo pelo, una sonrisa cálida. Y breves pero dulces confidencias que atraviesan los años y las leguas de fuego de tanta apasionada vida.

El recuerdo imborrable de su voz rasgando las escarchas de aquellas noches ateridas de carámbanos..."niños callad...

...con las estrellas...niños velad"

La soprano solista era su esposa.

***

Chicos de entonces, tiernos amigos recobrados, nos nos separaremos nunca más, ¿verdad?

Luis T Barbería -

Intentar trasladar la realidad al texto escrito es casi una tarea imposible. Stevenson, un novelista importante, hablaba de su trabajo como un divertimento de niños. Escribir por la noche "para jugar en casa, como un niño, con papel", decía el novelista. Cícero, pues, juega como un niño, inflando globos maravillosos.

Estas cosas o parecidas decía el otro día Javier Marías en su discurso de introducción a la Real Academia de la Lengua, hablando de su labor de escritor y novelista.

Definía su labor como una "especie de trampantojo... una pompa de jabón". Es evidente que Marías no conoce todavía los globos de Isidro, porque si no también habría hablado de globos, donde caben más sueños y fantasías.

No conociendo ese texto de Stevenson, en algún lugar yo decía de los poetas que son como niños que juegan con palabras a las puertas de sus casas. Quería referirme yo a la inocencia de las palabras y de esto sabe bastante más nuestro amigo Mariano.

La Wikinson,amigo Cícero, tu filológa traductora, me ha escrito tomándose muy en serio su trabajo. Me decía que andaba leyendo un libro de Ortega sobre "Miseria y esplendor de la traducción"
Como Sherlo Home anda rastreando por internet libros tuyos y algo ya ha encontrado, de cuando eras mucho más joven, sobre maquis, Liébana e Historia de Cantabria.

Estar agotados algunos de sus libros, pero yo encontrarlos, me dijo.Yo estar en una primera fase de inmersión total en sus textos. Luego venir la fase de interrelación personal. Tú saber si Cicero beber preto pecado? y no supe qué contestarle.

Con Cortázar yo beber ginebra,pero yo saber adaptarne a cada uno. Pero nunca agua, nunca inspirarme el agua. Eso me dijo, amigo Cícero.

Un abrazo

Isidro Cicero -

¿Que el arte tuyo no es el de la escritura, José Mari? No estoy yo tan seguro. Querrás decir que no es el predominante, ya hemos visto todos que tu arte predominante es el de ingeniero de la comunicación, ésta es la prueba. Pero en el escribir tampoco es manco el leonés veteado de aragonés y navarro.

Porque sólo refiriéndome a lo que me concierne, me has dejado por ahí tres o cuatro frases que hay que leer varias veces y luego rumiarlas sin tenerlas delante. Para mi ésta es la prueba del algodón de la poesía: que necesites desde lo profundo repetir y repetir la lectura, y que luego vayas desde tu corazón a tus asuntos sin dejar de repetirte a ti mismo el sentimiento. Y que, al cabo del tiempo, vuelvas a ello como a una especie de revacuna.

Por eso te digo que no estoy de acuerdo contigo en que tu arte no sea literario. Recuerda aquel día en el que faltaban un par de globos en mi cielo y tuve el atrevimiento de decírtelo por si habías detectado algún error informático. Recuerda tu respuesta. La he leído muchas veces. La sé de memoria. Me escalofrió. Por tanto, pasó, a mi modo de ver, la prueba del algodón de lo poético. Es un caso, hay más. En estos pincelazos pareces un gemelo de Quique Muñiz, cuya calidad de sentimiento y de expresión ya me has oído elogiar de forma oral (en la Sixtina) y de forma escrita (aquí).

Me gusta mucho la foto de ese San Froilán de principios del siglo pasado, tengo ganas de asistir a un San Froilán, a ver si es posible el de 2008. Esta romería se me pasó sin pena ni gloria. Los sanfroilanes de allí, cuando aquella, me pasaron desapercibidos, no sé por dónde andaría mi alma colmenera pajareando los cinco de octubre. Gracias por la foto y por la dedicatoria, querido José Mari (un beso a Alberto de mi parte).

Voy a ver si en los próximos días consigo terminar de soplar el globo de Pedro, que es bastante grande y lleva mucho gas. Un abrazo muy fuerte, salúdame a los de León.

Luis Heredia -

Queridos todos,

Aunque este portalillo no sea el más idóneo para confesarme, he de confesaros que mi acratismo me impide ponerlo en el que precede.

Las vergüenzas del Sacramento las he superado desde hace tiempo y, mal que les pese a alguno, comulgo sin confesarme ante los hombres pero sí ante Dios.

También lo hago ante los hombres y mujeres pero no es el mismo Sacramento.

Me encuentro desde hace mucho tiempo en la fase de la risa de Juan A. Iturriaga.

Ya es para mi, etapa pasada y superada el dejar que mis mejillas fuesen objeto de deseo; desde pequeñín, desde que fuí monaguillo en la Iglesia de San Lorenzo que parece que algún señor con sotana, sin tener ni idea de biología, ni menos de anatomía, confundía las mejillas con las churras y las merinas. No sé si las gónadas son mejillas, pero este señor con sotana, seguro
las confundía.

¿ Y por qué hago esta biológica reflexión¿

Pues porque acabo de llegar a casa después de tomar unos pescaitos fritos y confesar con Pilarina, que es la única persona que me gusta que me toque las mejillas y más otras partes anatómicas de mi cuerpo, y he llegado a la conclusión que con mi comentario absurdo sobre la yeguada del 61-67, he pecado; no del todo, porque hay gente excelente. Bueno, vale; son todos cojonudos.

Pero me remuerde la conciencia pensar que mi tonta reflexión herediana haya podido desviar la dirección del globo isidriano.

Josemari, tu yeguada ha sido de las mejores.

Sidrín, respiro el aire comprimido de tus globos que me dan la vida y ojalá me los encuentre si algún día me dicen que mi lugar está en el cielo, lugar al que aspiro.

Y ojalá me encuentre en un confesionario a algún carpintero que no sea José, que me responda:- Por mi, como si te la machacas, porque yo soy el carpintero-

Y como en el pecado llevamos la penitencia, que me pongan tres penitencias del mismo pecado.

Luis Heredia -

No te tires globos. A mi no me engañas Josemari.

Esta foto es reciente y está sacada en el Teatro del Colegio al saludo final de todo el elenco de actores de tu yeguada cuando representásteis el Auto Sacramental "Vente pa'spaña Pepe", con libreto de Calderuela de la Lancha y musicada por Juanito Valderrama.

Se nota la mano en los decorados de Javier Muñiz, lo bien que están sujetos. Fue lo único que se salvó de la obra, pues el P. Iparraguirre, después de tener esta experiencia con tu yeguada, lo primero que nos enseñaba a elencos posteriores fue que para saludar al público teníamos que hacerlo de frente al respetable y no de espaldas.

De todos modos, he de reconocer que algunos de tu yeguada, ya separados de las malas compañías, están con todo merecimiento en el cartel de Ilustres de las Tablas, no las de Daimiel.