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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

FINA ESTAMPA...

FINA  ESTAMPA...

Para este fin de semana, ahuyentado ya el recuerdo de esa ... Wilkinson que se infiltró en nuestro blog y que desencadenó un tsunami contradictorio entre los más débiles y facilones compañeros, os propongo un tema de meditación.

Os dejo en Ver Fotos/Documentos álbum DOCUMENTOS una serie de aquellas estampas que poblaban nuestros Breviarios, Misales, Antifonarios y Devocionarios (¿se llamaban así?) y que sobrevolaban los rezos y meditaciones de nuestros años virginales, oraciones en Advientos, Navidades, Cuaresmas, Pascuas. Por cierto, ¿las cambiábamos como cromos?, ¿os suena alguna de ellas?. ¿Recordáis aquellos cromos de la Biblia que salían en las tabletas de chocolate de las Meriendas?. Recias pastillas cuadradonas y duras que sabían más a tierra que a cacao.

Espero que os traigan viejos recuerdos de aquellas siempre luminosas Capillas de los Mayores y de los Menores presididas, "coronadas", por los magníficos mosaicos del P. Domingo Iturgáiz.

Feliz fin de semana, amigos-hermanos-compañeros; llueve y os echo de menos.

4 comentarios

Vibot -

Había algo desasosegante en todas aquellas estampas que circulaban por nuestros misales y libros "recomendados". Una perfección inaccesible, inhumana, frustrante, en aquellas iluminaciones como de estudio en plena naturaleza.

Las ovejas evocan en su encuadre y en su exceso de esmalte solar los clausrtrofóbicos films de Buñuel. La maceta de flores tan de invernadero en un interior desolado, vacío...
El chico que contempla inmóvil una infinita perspesctiva de arbolitos...

¿A qué angustia, a qué soledad incomunicable me sentí inducido y acosado por la mayoría de todas aquellas aparentemente inocentes imágenes, con frecuencia tergiversadas, cuando no invertidas, por citas de la Biblia en unas taimadas calígrafías superpuestas?

No conservo ninguna. Muy pronto, ya en Las Caldas, percibí sofocado su influjo deletéreo.

Sin embargo echo de menos mi misal, con sus cinco o seis cintas de colores. El orden tan seguro que parecía poner en nuestras vidas aquel año litúrgico infalible.

El otro día en Palencia, escuchando en los dominicos la misa de Zamanillo, me sorprendió oir en el sermón que se celebraba la Ascensión, uno de aquellos tres jueves que había en el año que brillaban más que el sol.

La sola palabra me transportó proustianamente a la capilla de la escuela mayor y a mis adolescentes manos de entonces manejando las cintas de colores para localizar estas palabras que cada año ya me sonaban a pelusas de chopo en los pasillos, olor de cloro y vacación ardiente:

"ascendens Christus in altum, captivam duxit captivitatem..."

Claro que la misa era en español, pero mi misal era bilingüe y yo siempre lo leía en latín. Había un arrullo de aliteraciones y exóticos fonemas que eran como un ensalmo que acercaba el verano.

También me desprendí de ese misal -como de tantas cosas que ahora añoro- abandonándolo entre los anaqueles de la biblioteca que había en el claustro alto de Las Caldas, junto a mi dicionario de Latín Spes del colegio, cuyos dibujos mitológicos había yo completado con tantos atributos viriles como allí faltaban. ¡Lo que daría por recobrarlos a ambos!

Andrés Martínez Trapiello -

¡Estás a la que salta, a todo lo que se mueve, Luís!

Te hubiera visto, aún con cascos, en el recorrido, después de tomar café, por esas calles, calles casi desiertas, que tanto les gustaron a Mariano Estrada y a Vibot.
Venía conmigo Narciso Yepes y me acordaba de Luis T/Barbería, de Marcelino G. Sal, de mi hermnao, de Oloriz, de German Torrelas, de...

Como se dilate mucho la invitación a un -¿uno?- Prieto Picudo, serán muchos litros los que haya que administrar en compañía de los amigos.

Un abrazo, Luis.

Luis T Barberia -

En un portal de al lado, te había dejado este mensaje, que, como siempre andas con los cascos puestos, no te enteras muy bien.

En esta tarde gris de lluvia ya me gustaría a mí tomarme un prieto picudo con don Andrés y escuchar sus sabias sentencias mientras trasiega con placer el divino elemento, que se me hace a mí que don Andrés, en tales ocasiones especiales, se volverá muy filósofo y las verdades le saldrán sembradas de su boca.

Pues eso, que ya va siendo hora de tomarnos un prieto picudo, aunque sea virtual. Que tanto café te va a poner mal de los nervios.

Y si la tarde avanza gris nosotros la vamos a poner colorada,cacho c., hijo de... Tú repite conmigo gritando, que esto de insultar es muy sano, hasta que nos echen del bar.

Andrés Martínez Trapiello -

Otro sábado más vivido o por vivir.
¡Desconecta!, me aconsejaba hace días un compañero.
Otra rutina de fin de semana: Fríe un poco de pan para el desayuno, mientras ves el concierto de la tele y participas en breve conversación familiar y matinal; indagas en el mail; repasas unos datos, números que a unos pocos les enriquecen, a otros les mantien, y muchos no los ven.
¿Vas a hacer algo?, le digo a la Asturianina.
Y, con un tiempo gris, de casi lluvia, sales a la calle en busca del papel escrito que entretenga un rato con política, sucesos, economía y sociedad al lado de un café. Tiene que ser un gran pecado, porque no hay mayor placer que leer la prensa solo, con un café por testigo en día sabático. Miento, porque también me acompañaba el iPOD con Stravinsky, que tapaba mis oídos de conversaciones cercanas.

Y llega la tarde temprana que respetas con “hora sexta”, mientras el murmullo de los coloquios en alguna película te acurrucan y trasportan.
Pero hoy he tenido un dulce despertar; me he enganchado –situación muy rara en mí- a imágenes y diálogos de una peli: “Héroe por accidente”. Y he notado la falta de Box, de los cineforum en el teatro del Colegio para comentarla, diseccionarla, pensarla.

Me he puesto a escribir en el blog, que es un poco “Mi Diario”.

Y la tarde avanzada sigue gris.

Me voy con Sergei Prokofiev, con su “Romeo y Julieta”, a tomar otro café.