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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

RED DE PARADORES

RED DE PARADORES

El artículo de hoy,Red de Paradores, lleva la firma de Enrique Muñiz. Recuerda y homenajea a los "porteros" de rodillas ensangrentadas y codos depellejados; ¡eso sí que eran hombres!.

Amaneciendo  Mayo, en la mañana del día tres, coincidimos con otros  hábiles jugadores de campo, un puñado de paradores entrenados en el memorable "Estadio de la Polvareda", durante los 61/67 del pasado siglo.

Justino, Felipe, Martín y Quique: paradores-porteros de estilo uniforme y cicatrices perdurables que conocieron los guantes mucho después del noviciado, pero que compartieron rodilleras empastadas de  los más variados grupos sanguíneos durante tantas ligas de aquellos inviernos que entonces lo eran de verdad.

Faltan muchos, Montenegros, Barrios, etc... pero, de irrenunciable memoria,  Pedro Rey: el referente de todos los demás, simbolizado con corona en Pedro Pajarín, que, también portero, compartió nombre y curso con él. Y Julito Correas que se asustó la víspera pensando que íbamos a jugar...

3 comentarios

Julio Correas -

ESO SON PORTEROS....
Ni Iker ni Codina, ni el Pato que lo fundó!!!
Faltamos Rey y yo. A mí os confieso qu me dió vértigo la cosa!!!!

Que nos manden penáltis, que se los paramos hasta a Mariano Estrada!!!!

Un abrazo a todos

Julio Correas

Andrés Martínez Trapiello -

He llegado a casa cansado, quizás derrotado de una semana que ya llega a su fin. Y me he refugiado en el blog.
Si recordaba que hoy era San Isidro, y resonaban en mis oídos y hacía memoria de las campanas de la gran torre del Santuario que veía volteando desde el estudio de los Mayores un 15 de mayo de algún año pasado en el Colegio, llamando a los agricultores del lugar de celebración de su fiesta.
Entré en el blog, releí a Cícero en el otro globo de Pedro, y a Manolo, y recordé que hoy celebra Isidro su onomástica; me acordé leyendo a Manolo que tengo… No tengo; quiero desearle felicidad a mi amigo Cícero.

Manolo Díaz -

Ayer, a manera de introito telefónico, puse yo a prueba los conocimientos de mi amigo Cícero sobre mitología griega. Y en frío, ex itinere, sin precalentamiento y con ropa de trabajo me demostró que de eso, de mitología digo, como de tantas otras cosas, anda sobrado.
“¿Diga?” Era su voz que respondía al requerimiento del teléfono. Sin transición le espeté el enigma: “¿Qué fiesta es mejor que la fiesta?”. La fiesta, claro, es la de hoy, San Isidro. Y si Marianín Estrada no estuviese tan encoñado con esa Miss Wikinson de los cojones, nos habría hecho ya una semblanza del Santo Patrón de Madrid. Hipocresías aparte, yo lo disculpo y lo comprendo. Que no en vano dice el refrán que “tiran más dos tetas que dos carretas” ¡Y menudas tetas tiene la tal Wikinson!
Si me dejo llevar, divago en pensamientos lividinosos y me separo del relato. Así que hago un esfuerzo y retomo el hilo a partir del enigma.
Porque “la fiesta mejor que la fiesta”, eso fue ayer, que era la víspera. Y el pretexto para hablar con el amigo. Y llegar a la Esfinge, a Tebas, a Edipo, el de los pies hinchados, me dijo Cícero.
Nuestra amistad es anterior a la venida de los medos. Los avatares de la vida, soplos del dios Eolo, una vez separados del manojo, impulsaron nuestros globos por cielos y tierras diferentes, distantes y distintas. Pero desde aquel 15 de mayo de 1961, unido para siempre en nuestros recuerdos infantiles al P. Loizaga y a un modesto garrafón de vino (¿prieto picudo?), San Isidro fue nuestro nexo.
Y así yo supe de Margarita, de Laro, de Bruno (ahora unido a Asun, unión que yo deseo fructífera y bienaventurada)… Y en reciprocidad, Cícero conoció a Conchita, a Marta (¡mi Martina, que a sus 34 años sigue siendo la mi nena!) a Begoña, a Pelayo…
“Y así pasaron cursos monótonos y prolijos” poniendo en pasado el verso que Gerardo Diego escribió en futuro. Porque los profesionales de la tiza contamos los años por cursos, iniciando el movimiento de traslación en septiembre.
“¿Leíste el último globo del P. Pedro?” me preguntó Cícero. No había entrado aun en el blog. Lo leí serenamente por la noche. Igual que hice con los anteriores. Estos cuatro dedicados a Pedro fueron, ¿cómo lo diría? pues algo así como mi Piedra de Rosetta. Al fin entendí muchas cosas e incluso me encajaron esas piezas del puzzle que no encontraban sitio.
Yo expresé varias veces en este mismo blog la inmensa deuda de gratitud que tengo pendiente con los dominicos. Con el Padre Pedro no tuve especial empatía, a pesar de convivir tantos años bajo su tutela. Ni siquiera me recordó cuando nos reencontramos. Pero dicho esto añado que forma parte de las personas que más he admirado y respetado a lo largo de mi vida. Como profesional que soy de la enseñanza, es decir “formador” o “educador”, ya quisiera yo tener un mínimo de las cualidades y habilidades docentes que tuvo y tiene el Padre Pedro.
Ahora, después de leer los globos de Cícero, a esa admiración y a ese respeto del que antes hablaba, sumo la palabra cariño y multiplico por los años que tengo mi deuda de gratitud hacia él. Es un orgullo y un lujo que el Padre Pedro haya sido uno de los pilares fundamentales en nuestra formación. Desde aquí le envío un abrazo entrañable, deseando que la virtualidad del canal no le reste ni un ápice de los sentimientos que contiene.
Llegados a estas alturas, algunos os preguntareis: ¿Y éste es aquel que citaba a Santa Teresa para reivindicar los sermones cortos? Tenéis razón. Permitidme que utilice a San Isidro como excusa.
Y termino. Cícero, te reitero palabra por palabra cuanto ayer te dije. Hago extensiva mi felicitación al resto de los Isidros. Que haberlos haylos.