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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

FALLECE EN TORRELAVEGA EL Dominico Juan González Maestro

FALLECE EN TORRELAVEGA EL Dominico Juan González Maestro

Esta noticia me la envía nuestro compañero Benito Pérez Villaba. Descanse en paz un buen Dominico.


 

En la tarde de ayer apareció muerto en su cama, a consecuencia de un fallo cardiaco, Juan González Maestro, de 69 años, uno de los tres frailes Dominicos de la parroquia del Barrio Covadonga. Los vecinos acogieron la noticia con consternación y las fiestas patronales de San Amancio, que se venían celebrando con notable éxito, llegaron a su final con una profunda tristeza. Durante la última romería se guardaron cinco minutos de silencio.
Movimiento vecinal
Juan González, natural de Barruelo de Santullán (Palencia), formó durante varias décadas un magnífico equipo de trabajo junto a Fernando y Juan Antonio, los otros dos frailes de la parroquia de Nuestra Señora de Covadonga. Destacó siempre por su compromiso con el barrio y el intento de solucionar los problemas más acuciantes para los vecinos (falta de infraestructuras, paro, drogas, marginación, etc.). Luchó contra la injusticia y más de una vez lideró el movimiento vecinal del Barrio Covadonga, uno de los más fuertes de Torrelavega.
Prueba del cariño que se granjeó junto a sus compañeros Dominicos es el rechazo frontal que ha encontrado en el Barrio Covadonga la decisión de la orden religiosa de abandonar su labor pastoral en la zona por falta de vocaciones y relevo generacional. Los vecinos han protagonizado varias movilizaciones para que los frailes, de avanzada edad, permanezcan en la parroquia hasta que terminen sus vidas.


 

 

 

En este enalce puedes encontrar esta noticia:

 

http://www.eldiariomontanes.es/v/20100503/torrelavega/destacados/consternacion-covadonga-muerte-frailes-20100503.html

 

 

9 comentarios

DOS -

CON JUAN, ’EL CURA’, EN EL RECUERDO
Jueves 6 de mayo de 2010.

JOSÉ MARÍA GRUBER *

* Portavoz del Sindicato Unitario de Cantabria (SUC)

Siento decir que me salí del funeral antes de acabar. No podía soportar que se nos hablase con tanta insistencia de Juan como “el padre”, el “presbítero”. Creo que mucha de la gente que asistía al acto tenía la sensación de que se le estaba hablando de otra persona, de alguien distante, y no de su “Juan el cura” o, más concretamente, “el cura del barrio” (que, en Torrelavega, todos sabemos que “el barrio” es el Barrio Covadonga). Son manías de la Iglesia de establecer distancias.
Creo que tuve la suerte de no haber visto nunca a Juan con hábito o con las galas propias de los oficios religiosos. Tampoco le conocí dentro de las cuatro paredes del templo. Sí, bastantes veces, en el local que la parroquia presta para actos culturales y sociales. Y, sobre todo, lo conocí en la calle, casi siempre trabajando, con las manos más que con las palabras, haciendo y no predicando. Haciendo por el barrio, claro.
Antes de abandonar el funeral, sentí una doble sensación. Que Juan estaría seguramente molesto ante tanta gente reunida en su nombre. Y que tanta gente había acudido allí sin que Juan les hubiese llamado. O, precisamente, porque Juan no les había llamado. Porque Juan no llamaba nunca a la gente. No hacía proselitismo. No era de esa gente que ayuda para obtener algo a cambio. No pedía que se le siguiese. Él sólo enseñaba el camino.
Por último, quiero pensar que Juan estará, por mucho tiempo, en el recuerdo, en nuestro recuerdo, el único sitio cierto a donde va la gente que nos abandona corporalmente. El recuerdo que no es un sitio que esté en ningún mapa, sino que es un lugar que se aloja en cada uno de nuestros corazones y de nuestra memoria, de donde sale nuestra voluntad de imitarle o de continuar su trabajo y, sobre todo, de nuestro corazón y nuestra memoria colectiva que es de donde salen las cosas que perduran y que hacen historia.
En ese lugar del recuerdo se habrá encontrado con Pepe García, “El Manco”, compañero de fatigas durante tantos años, a quien no hace, como quien dice, ni cuatro días, que el propio Juan despidió cuando Pepe también nos dejó. “El Cura, El Manco, La Viuda y el Del Collarín” eran los cuatro jinetes del Apocalipsis que tanto sueño le quitaban al alcalde Portilla con sus reivindicaciones para el Barrio, y a quienes tan desafortunadamente desconsideró.
¡Larga vida para “La Viuda” y el “Del Collarín”! Y recuerdo agradecido para “El Manco” y “Juan El Cura”.



El Faro de Cantabria
http://www.elfarodecantabria.com/article.php3?id_article=64463

Leontina Obeso -

Juan, el cura fallecido hace unos dias en el barrio Covadonga de Torrelavega era lo mas parecido a lo que Jesucristo predico, todos le quisimos y le recordaremos con cariño.
Hasta pronto.

Carlos-Bañugues -

Sin conocerte en persona,querido "cura Juan",he podido hacerme una idea de tu paso por esta vida,gracias al extenso y emotivo semblante que te ha dedicado Valentín y,con los detalles de Manuel Méndez,casi me he acercado a el momento de su partida.

Imagino el dolor de tantos amigos que ni cabían en el adiós de la parroquia.Pero,estoy seguro,que Fernando y Juan Antonio sentirán un hueco enorme en su labor Pastoral.
Sabed que estamos con vosotros en el dolor como lo estamos con tantos ex-alumnos
conocidos y amigos personales de Juan José Gonzalez Maestro.

Otro buen Dominico que nos deja(??? como pone Alcalde).
Gracias a todos los comentarios,bendito Juan José,te he sentido muy próximo.

Animo a todos los que vais a continuar su obra.Él os ayudará con toda seguridad.

Vibot -

Valentín, gracias por tu crónica tan llena de vida y sentimiento. Haces añorar haberle conocido.
Juanito Turienzo, Fernando Serrano, un abrazo muy fuerte.
O spem miram.

MANUEL MÉNDEZ -

Ayer salí a dar mi acostumbrado paseo matinal, sobre las 9:30. La
mañana no animaba, la verdad. Hacía frío y amenazaba ruina... (Yo digo
"amenazar ruina" cuando el tiempo, el clima, está tan inseguro que en
cualquier momento puede sobrevenirte lo que menos esperes: fuertes
vientos, lluvia pertinaz, una granizada impertinente..., lo que se le
ocurra.) Así que regresé a casa pronto. Sobre las 11:30.
Mi hija Blanca acababa de hablar con Valentín, y me había dejado
una nota, por si yo llegaba más tarde. Os la transcribo:
" Ha llamado Valentín. Ayer murió un fraile en Torrelavega:
Juan José González Maestro. Es de un curso menos que vosotros. Le
entierran hoy, a las 12:30, en el cementerio de Palencia. "

Hablé con Claudi y Valentín, y fui al cementerio, claro. No para
acompañar a de familia de Fray Juan José (desgraciadamente, no la
recordaba), sino a él. Como una manifestación más de ese cariño
fraternal que sigue vinculándonos a los "ex" con los "persistentes"...
Me impresionó la concurrencia de gente. Dos autocares de
Torrelavega y varios coches particulares; también algunas matrículas
de Palencia. De San Pablo de Palencia ví (y estuve con ellos) al Prior
y a Fernando, que me presentaron a los dos de Torrelavega. También
abracé a Manolo Caínzos y algún otro, cuyos nombres no retuve, porque
mi ánimo no estaba entonces para añadir más emociones. Ellos os podrán
dar detalles.
Tras darle sepultura, despedimos a Juan José con una Salve popular,
cantada por bastantes asistentes, y los frailes entonaron una versión
vernácula del O spem miram, totalmente desconocida por mí. Lamenté no
haber podido acompañarles (aunque, "por lo bajini", y para mis
adentros, intenté cantar y no llorar la latina).
Como algo que me llamó tremendamente la atención, puedo deciros que
la tumba de Juan José está casi a la misma distancia del panteón de
los dominicos que la de Antonio Cuvero... Otra coincidencia más de dos
palentinos ligados a la orden, muertos en Cantabria y en espera de la
"última llamada" en "Nuestra Señora de los Angeles"... Sit vobis eius
terra levis. Para que la espera no resulte pesada, y para que nuestro
cariño pueda atravesarla fácilmente y podamos acompañarlos, de alguna
forma.

Aunque tengo a mis abuelas, mis padres, mis suegros, tres
hermanos, y un montón de tíos, primos, sobrinos, etc., enterrados
allí, no subo con demasiada frecuencia a "visitarlos". Creo que el
recuerdo y el cariño no hay que localizarlo hasta ese punto. Pero,
cuando lo hago, procuro incluír "en la tournée" una oración ante su
tumba y una caricia a la lápida que cubre a Antonio. Lo hago por mí y,
en no pocas ocasiones, pensando en vosotros, porque en esas ocasiones
sé que os represento. Y suelo terminar mi visita con el "recicanto"
(cantar, rezando) de una Salve y un O spem miram ante el panteón de
los dominicos. ¿Soy así de bobo, sentimental o qué sé yo? Bueno, tal
vez sí... Es igual. Lo hago, porque me sale de dentro, y ya está. En
lo sucesivo, tendré que hacer una "estación" más, cuando suba al
cementario. No importa. Juan José me ayudará.

Abrazos para todos, convencido de que vamos a formar, una vez más,
una piña, como hemos hecho tantas veces, ante las pruebas que nos
manda el que sabe lo que se hace, aunque seamos incapaces de
entenderle. Avete.

P.S. Manuel Méndez es otro dominico ex del curso de Valentín, Isamel Cuesta, José Luis Suárez, Bernardo Fueyo y sigue muy muy ligado a la Provincia de España, sobre todo a través del Convento de Palencia

Daniel -

http://www.eldiariomontanes.es/v/20100504/torrelavega/destacados/miles-personas-ultimo-adios-20100504.html

El templo del Barrio Covadonga se quedó pequeño durante el funeral, presidido por el obispo. :: L P.

Luis Heredia -

No llegué a tener la fortuna de haber conocido a Juan. Tuvo que haber sido un gran Dominico y una magnífica persona. Dios le tendrá a su lado y seguirá siendo el guía para aquellos que dejó aquí abajo y tan solos se encuentran ahora. Pero su recuerdo le hará revivir ente ellos.

Y para Fernando y Juan Antonio, lo que podamos hacer por vosotros y la parroquia si está de nuestra mano, no dudéis en pedirlo.

José Luis Alcalde Revilla -

Benito...Josemary por ponerlo en el Blog...Valentín...sólo tengo una palabra, dirigida a Juan José, y a su través a vosotros:¡¡GRACIAS!!, en el sentido más "Xaris", de su origen griego...todo el ser ofrecido en gratitud por lo que comunicáis, describís, hasta serenar el dolor por la 'pérdida???' de 'Pelines', que estará con nosotros para siempre. Pido al Padre y a Santo Domingo, que me hagan digno de seguir los pasos de este gran ser humano/crist/dominic. ¡¡Fernando, Juan Antonio, ánimo, y 'a la orden', para lo de la Orden!! Un beso para todos/as. JOSE

VALENTÍN TASCON -

MUERTE DEL “CURA JUAN” (así lo llamaban en el barrio)

Queridos cursarios y compañeros del bolg:
El domingo ha fallecido en Torrelavega, en la parroquia del Barrio de Covadonga, Juan José González Maestro. Le encontraron muerto en su habitación. Fue una muerte repentina, inesperada. Tenía 68 años y estaba en plena actividad. Su ilusión era seguir viviendo en su comunidad parroquial, aunque en el proyecto de la Provincia de España estaba el estudio y posible cierre de la actividad dominicana en esa zona. Seguramente todos recordáis a Juan (también llamado "Pelines", por su costumbre de llevar el pelo alborotado). Era de un curso inferior al nuestro (tomó el hábito en Caleruega el año 1958) y desde el año 1985 estaba destinado a la parroquia de Covadonga de Torrelavega. En el barrio era, sin duda, la persona más importante. No existía autoridad política o religiosa que se le pudiera comparar. Era tal su sencillez que llegó a todas las casas y a todas las gentes. No hacía nada espectacular: sólo servir a los ciudadanos de su parroquia donde hiciera falta: en la iglesia, en los locales parroquiales, en las calles del barrio, en los bares de la zona, al frente de una manifestación, en la asociación de vecinos, en el colegio público. Empedernido montañero -compañero infatigable de Coné (P. Eugenio Martínez: La Felguera)- sus huellas están en todos los senderos y quebradas de la Montaña Palentina. En el ofertorio entregaron su bastón de caminante como ofrenda a Dios y a la naturaleza, a los que siempre sirvió y honró.
El llanto por Juan aumentó en muchos hectómetros el caudal del Besaya que pasa al lado de la iglesia donde estuvo su capilla ardiente y donde se celebró su funeral. El sentimiento era de desolación y de tristeza. El presidente de la asociación de vecinos reconocio que aunque sea cierto el dicho de que nadie es insustituíble, esto no se cumple en el caso de Juan. Nadie, dijo, puede ocupar su puesto. Lo único que nos queda es -dice- "continuar su obra" y mantener la esperanza en todas las reclamaciones por la justicia que nos toque hacer. Estaban presentes en el funeral un hermano y dos hermanas (con sus parejas) y algún sobrino. Mirarles producía un dolor intenso. Lloraban sin consuelo a su "Pepín".- Además de la familia, otro grupo numeroso lloraba en silencio a su "Pelines", como lo describió Caínzos al terminar la Eucaristía, representando a todos los que fuimos compañeros de Juan, sobre todo en la Orden Dominicana.- El grupo más numeroso lo formaban las gentes del barrio. Estaban todos. Juan unía a creyentes, agnósticos, practicantes, no practicantes, habituales de la iglesia, asiduos visitantes de los bares, luchadores irascibles o calmosos contra las injusticias, jóvenes con inquietudes cristianas o sin ellas. Ya os digo, estaban todos.
El Obispo de Santander presidió el funeral. Lo hizo con extraordinaria delicadeza. A mí me impresionó su planteamiento: "estamos ante el cuerpo muerto del sacerote dominico Juan CON RESPETO Y VENERACIÓN". No se merecía menos Juan ni cabía otra actitud más humana y más cristiana. La palabra del Obispo fue cercana y la liturgia con la mínima pompa. Durante esa larga hora de ceremonia funeral todo fue oración. Los silencios y las palabras se dieron cita para una despedida triste, emotiva, profunda, fraternal. Además del Obispo asistieron un numeroso grupo de sacerdotes y religiosos de la Región. Al menos media Cantabria sí estaba allí representada.
Los dominicos, esta vez sí, la mayoría con sus hábitos blancos, pusieron una nota indefinible de emoción. Estaba, por supuesto, el Provincial y algunas comunidades de dominicos completas, como la de Babilafuente de Salamanca(Bernardo, Pedro Ulzurrum y Quintín). Estaban también Emilio, Chuchi, José Antonio y Alfredo, que en su día pertenecieron también a la Comunidad del barrio de Covadonga Estaban los cursarios repartidos en en distintos lugares del presbiterio (Eugenio, Maíllo, Prada, Gaspar, Fueyo, nuestro añadido Valdés y quizá alguno más a los que no puede ver). Algún día le preguntaré a Eugenio o a José Antonio (el prior de Oviedo) la lista de todos los dominicos concelebrantes para contároslo, porque había muchos más (Fortunado de Burgos, Argimiro Cid de Bilbao, José Manuel Sobri de Montesclaros, Andrés del Albergue San Martín, Segundo Pizarro de Vallecas, Salustiano Mateos...). Y también estábamos los dominicos ex: Tejerina y Nancy, Valentín y Claudi, Caínzos, Ramos, Arturo, Olite, Gonzalo Blanco.
Quedan dos frailes dominicos en la Comunidad del Barrio de Covadonga. Son Fernando Serrano y Juan Antonio Sánchez Turienzo, los dos alumnos míos en mis años de Las Caldas. Tenían el corazón partido. Pero fueron valientes y encauzaron la ceremonia del funeral con una entereza que sólo da el amor y la experiencia. ¡Geniales! Pero, amigos cursarios, desde ahora se quedan solos. Llorando nos han pedido que les acompañemos y les ayudemos. No sabemos qué tenemos que hacer, pero intentaremos estar a su lado, visitarles, comer con ellos, oir sus preocupaciones, quererles. Es la misión que nos ha dejado Juan a unos cuantos. Quizá no lo hagamos como él, pero lo haremos.
Quiero terminar, como termina todo funeral dominicano que sea auténtico. Cuando ya estaba todo "consumado" se entonó la "Salve" dominicana. Nuestras voces, ya mayores y poco afinadas, llenaron la iglesia y llegaron a lo más profundo de los corazones. Y, cuando acabada la Salve, se hizo un profundo silencio, el Provincial Javier entonó el "O spem miram" que nos puso los pelos de punta y revistió de más blancura y completa esperanza el cuerpo muerto de Juan José González Maestro.
Un abrazo a todos y otro, más fuerte, aunque triste, para ti, Juan, dominico y ciudadano ejemplar.
Valentín Tascón.