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EN EL CENTRO DEL TEATRO (por Luisito Heredia)

EN EL CENTRO DEL TEATRO (por Luisito Heredia)

Hoy podéis disfrutar-cabrearos-meditar-pensar-revelaros-recordar leyendo los comentarios o reflexiones que le ha despertado a Luisito Heredia la visión de esta fotografía en la que podemos reconocer al P. Eulalio C. Ruiz, a la sazón Prior de la comunidad de frailes, en el centro del Teatro del Colegio.

Retrata el día de finales de Junio de cualquiera de aquellos años en el que el P. Eulalio, en la cima de su autoridad, imparte justicia anual, esto es, nos lee en público las notas de fin de curso a la totalidad de apostólicos, momento de acojono general.

En próximas entregas iré publicando los comentarios, a la misma fotografía, que he pedido a Isidro Cícero, al Pitu y a Javivi.

Esta fotografía me la ha enviado Guillermo García, compañero del Colegio del año 1958. Guillermo puede ser el primer compañero que tuvo un hijo educándose en el Colegio a mediados de los 80. Me ha emocionado. Os lo contaré otro día. 

 


 

Me ha pedido nuestro Furri que comente la foto que ha colgado . Reto delicado porque me pone a la altura de los que más pluma han desplegado en el blog. Ni más ni menos que Cicero, Javivi y Pitu. La pluma de Cicero y Javivi ya ha quedado acreditada suficientemente a lo largo de la existencia del blog y cuarenta años antes. Laureados alumnos del juntapalabras, cualidad adquirida bien in natura bien por haber bebido de las fuentes del insigne maestro Padre Lebrato; o por la mezcla de ambas. Y del Pitu, qué voy a decir sobre su pluma, ya conocida más allá de los confines de Casorvida y ultramar, y   apodado como El Gallu la Quintana.

 

Cuando ví la foto, antes de leer el contenido del correo del Furri las primeras reflexiones que me vinieron a la cabeza fueron las típicas heredianas:

-“No recuerdo haber asistido a función alguna en el teatro del Colegio en la que se representase “El Juego de la Silla” y además con tal elenco de actores”. “O ¿Era una representación del Tribunal de la Inquisición?”

 

Idea ésta última  que asocié por haber visto recientemente en TV un reportaje sobre la Inquisición –en Europa, ojo- y sobre la que deliberadamente se nos ocultó sus orígenes e historia en la Paramera para no causar deserciones incluso ya   antes de pasar a la Escuela Mayor de haber sido conocedores de tamañas atrocidades. Si hubiera tenido connotaciones jesuíticas la tal Inquisición, de seguro que las preclaras plumas a las que me referí no hubieran tenido en sus camarillas espacio suficiente para colgar los galardones y premios hace cuarenta años con motivo de las impecables redacciones que se les hubiera pedido escribir sobre tan espinoso tema. 

 

Intuyo que nuestro Furri no pretende que hagamos un psicoanálisis sobre los cariacontecidos rostros de los protagonistas de la foto. Todo un primor si se tratara de hacer un comentario de texto sobre tal retrato. Podríais extenderos hasta el infinito analizando cualquier cuadro de la Última Cena.

Pero, sinceramente, yo soy incapaz de interpretar lo que veo en este cuadro.

Desde luego, sí me gustaría que uno a uno del Tribunal, de sobrevivir aún, nos dijera qué era realmente lo que en aquellos momentos revoloteaba sobre sus cabezas, y que no era precisamente el Espíritu Santo. Yo veo tristeza, cansancio, malestar interior, insatisfacción y puede que hasta arrepentimiento por haber repartido un mal premio.

Arrepentimiento no por el premio en si  sino por desconocer realmente las razones para su otorgamiento. Es decir, la inercia del desconocimiento.

 

Decía el Furri en su correo:

 

 “Si algo recuerdo con angustia del Colegio es este momento en el que,¡públicamente!, sacaba los colores a quienes suspendían más de lo consentido y, sobre todo, a aquellos a quienes suspendían el curso completo por MALA CONDUCTA”.

 

Pues sí. Reconozco que era uno de los momentos más críticos, de pánico, miedo y terror solamente pensar ya antes de la apertura del acto que pudieras ser uno de los elegidos.

 

Esta situación no me cogía de sorpresa, pues había ingresado con 13 años en La Virgen del Camino directamente por la puerta de la Escuela Mayor, y con mis dos cursos anteriores de experiencia y bachillerato en Sto. Domingo de Oviedo sabía lo que me podía esperar. No es de extrañar que al ser todos hermanos de nuestro Padre Santo Domingo lo  normal sea que las costumbres sean las mismas dentro de la familia.

 

Y  creo firmemente que yo era uno de los pocos en La Paramera  de los que más papeletas llevaba en el reparto fatídico de premios, bien por defecto en conducta bien por exceso de serrín intelectual. ¿El por qué me libré? Dios

los sabe, alguno de los profesores  y el Presidente del Tribunal también. O quizá me haya tocado alguna y haya vencido  el Bien sobre el Mal en mi pequeño Gran Teatro del Mundo.

 

Creedme que cuando recibí la foto no sufrí trauma alguno, más bien al contrario, pues las tablas, si no eran las de multiplicar, ejercieron desde entonces sobre mi  una atracción fatal. Y digo fatal porque antepuse la devoción al teatro a la obligación del estudio.

 

En La Paramera mamé de las tablas y fuí aprendiz de ministro de la mano de Javier Muñiz; lo que no quiere decir que fuera ministrable ya que la tramoya no era mi objetivo. Simplemente era para mi una asignatura más del tablero del teatro que debía conocer y lo tomaba como una diversión.

Pero la tramoya no era mi fuerte y de no haber sido por aquella retirada a tiempo y de la mano maestra del ministro después de confundir yo  el neutro con la línea, el teatro hubiera sido pasto de las llamas por un cortocircuito. No obstante, la tramoya me ayudó, bueno, El Ministro, a conseguir lo largo de los años  el premio Mc Gyver que me concedieron mis hijos por mis habilidades manuales. Habilidades técnicas, me refiero. Si para los plumas anteriores su mentor fue el Padre Lebrato, mi mentor fue Javier Muñiz. No solo me transmitió sus conocimientos sobre las tripas de un teatro, un proyector de cine, lo que era un positivo y un negativo y si metías los dedos en un enchufe era muy corriente que te diese la electricidad sino también me legó en herencia la Gramática latina Guillén.

 

Nunca he sufrido miedo escénico sobre las tablas, como se dice ahora e in ilo tempore canguelo. Todo lo contrario. Me subía al escenario en aquellos tiempos de La Paramera y posteriormente en la época en la  que ejercí como amateur o haciendo café - teatro y sufría una auténtica transformación. Se me quitaban los miedos y las inseguridades de inmediato. Escuché en una de las lecciones magistrales – hoy llamado campus- de Malonda que recibíamos en mi etapa de La Máscara en Gijón, que la profesión de actor/actriz  era delas más gratificantes pues el aplauso del público, - que siempre lo buscarás como actor/actriz, y esto lo digo yo y no Malonda- va dirigido al elenco en general a la caída del telón, sin distinción de género, edad o de si te ha tocado medio guión o has tenido que hacer de barrote del balcón de Doña Inés- esto también lo digo yo y no Malonda.

 

He de confesaros que he vivido con más intensidad en La Paramera el teatro que el deporte o la música e incluso el cine quasisemanal. Posiblemente por lo efímero del momento; me explico: mientras que la música o el deporte  o el cine lo consideré como una obligación o disciplina más de la actividad escolar,  el teatro significaba romper con la estacionalidad y lo tomé como actividad extraescolar. A ello le tenías que añadir que el teatro, entre ensayos, función y caída del telón - en nuestro caso no caía sino que se abría y cerraba- la experiencia podía durar dos meses, más o menos. En el deporte y la música, te podías recuperar de los fracasos cada fin de semana o cada día. En el teatro era o todo o NADA en dos horas o menos y no había posibilidad de recuperar lo perdido. Era triunfo o fracaso. Era tirar por la borda el trabajo de esos dos intensos meses.

 

Me era indiferente si era la tramoya, un Auto sacramental, un sainete, teatro leído, cantar con Los Canalones o barrer el escenario. Yo lo necesitaba.

 

Es el día de hoy que frente a algunos clientes sí  debo superar entonces el miedo escénico que me entra pero  bajo las tablas y solamente lo supero pensando que estoy actuando sobre ellas.

 

Nunca olvidaré los ensayos con el Padre Iparraguirre y por supuesto los días de la función. Eran idénticos, tanto en el fondo como en la forma, a los de mi etapa posterior como amateur. Efímera etapa también pero muy intensa de emociones.

 

Me leo en el reparto de actores de “El Hijo Pródigo”  y me veo con leotardos ajustados . Me leo en el reparto de actores de “La Pareja Científica” y me veo con el uniforme de guardia y dándome la réplica Carlos Jiménez Cuervas-Mons, Carlitos “Bañugues”. Por cierto,¿qué es de J. I. Samaniego?

Era quien hacía de “Golfo” en el sainete. Tenía que ser de una o dos yeguadas inferiores a la mía para hacer de niño porque Vibot ya peinaba canas por entonces y le quedaba pequeño el papel  al haberse convertido en chico grande de la noche a la mañana. Yo creo que también me tocó “Los Tres Jibosos de Egipto” porque aunque no me lea me veo con pantuflas y bombachos.

No había curso sin “Los Tres Jibosos de Egipto” ni Pascua de Resurrección sin el Aleluya de Haendel.

 

Cuando comenzó el blog y a colgar Josemari en Fotos/Documentos los programas de las fiestas con las funciones de teatro y los elencos de actores, fue cuando me di cuenta de la tremenda importancia que había tenido para mi, y me marcó, La Virgen del Camino. Mi vocación sacerdotal era robusta, firme y sana y a ello ayudaba todo lo que me rodeaba. Pero llegó el final. Final tortuoso. Decisiones muy meditadas e inseguras.

 

Al tomar la difícil decisión de no ir a Caleruega en el 68 para tomar los hábitos, me refugié en el teatro de vuelta a mi Gijón del alma.

 

El teatro, entre otras cosas,  me ayudó,  a superar el síndrome  del pulpo en el garaje. No sabía dónde ir, qué amistades tener o crear que no fuera acudir a mis dos amigos de la infancia, qué Colegio elegir, cómo cruzarme con una moza sin que se diera cuenta de mis orígenes, aunque nunca traté de ocultarlos, cómo dirigirme a ellas, cómo y más cómos…..Lo único que tenía claro era que para seguir yendo a Misa tenía la Iglesia de San Lorenzo frente a mi casa, lo que resultaba bastante cómodo hasta que mi hermana y futuro cuñado de aquella me enrolaron en el Coro de la Iglesia de San José y recuperé parte de la seguridad perdida.

 

La otra parte la recuperé definitivamente cuando volví a subir a las tablas en el Colegio del Corazón de María y de allí me fichó Manolín, gran periodista,  para enrolarme como actor en el grupo más famoso de Asturias, Casorvida, España, confines y ultramar:  La Máscara de Gijón.

 

Algunos de mis compañeros de in ilo tempore de La Máscara son actualmente actores y Directores de prestigio: Alfonso Vallejo (para vuestros hijos, Don Pimpón), Nemesio Lavilla, El Neme, o Jesús Cracio, entre otros.

 

¿Os extraña entonces que de La Paramera hayan salido Paino, Chema Sarmiento o Helio Pedregal? Eso por decir tres nombres. ¿Cuántos otros como Trapi o el Mendigo de “Viene una Chica?

 

Pero ¿sabéis lo más curioso e importante que me ha dado el teatro?. Pues ni más ni menos que una esposa que a su vez me ha dado 4 hijos; y no por ser ella actriz, ni taquillera, ni tramoyista sino por esas casualidades de la vida en las que parece que el destino se cruza en tu camino; y así fue, literalmente, un cruce durante un paseo por El Muro, la playa de San Lorenzo de Gijón con mis compañeros de La Máscara cuando una tarde de verano del 69 me crucé con Pilarina a la altura de la Escalera 3.

 

Pero esta es otra historia que nada tiene que ver con La Paramera y por eso corto el rollo como diría otro pluma de postín, Javi Cirauqui, al que pido ayuda para que estas reflexiones se digieran mejor con gaseosa Armisen, con regaliz o regáliz, me es indiferente.

 

Por supuesto, os quiero más que al teatro. Que también quede claro.

Luis Heredia

8 comentarios

lalo -

Luis, después de alabar tu entrada (y aplaudir también la de Julito) intento satisfacer una de tus curiosidades.
José Ignacio Samaniego, burgalés, entró en el colegio en el curso 1964, año que marca la frontera más joven de los asistentes a este blog, frontera por lo demás muy tenue dada la escasa concurrencia de mis compañeros a estas columnas.
Era uno de los más imaginativos del curso, si no el más, y un gran actor. En una obra, lamento no poder decir cuál aunque hay alguna foto por ahí, tuvo la iniciativa de recrear a su personaje con la caracterización de Cantinflas y lo bordó. Mi compañero Marcos, memoria viva de la cosecha del 64, nos dirá si fue a Palencia (en el año 71, no en la última reunión de parameranos) o si nos dejó al finalizar sexto en La Virgen. Yo no lo recuerdo.
Samaniego es humorista (ya lo era en aquellos días) y trabajó en diarios del País Vasco, en los que dio caña dura con palabras e imágenes a aquella banda de indeseables que ojalá nunca vuelvan (ahí abajo tenéis un ejemplo). Y, quizás por ello, no lo sé, se alejó del norte para trabajar en la prensa de Extremadura. De allí subió unos kilómetros hasta recalar en Salamanca, donde vive actualmente.
Si alguien tiene curiosidad por conocer su trabajo puede irse a estas dos direcciones, de dónde he sacado la información, aunque parece que llevan inactivas casi un par de años:

Esto es un ejemplo de cómo y qué escribe
http://estonoes.wordpress.com/2011/01/18/monologo-del-etarra/

Esto de cómo dibuja
http://grinperritoverde.blogspot.com.es/

Y esto es una especie de autobiografia laboral:
"Samaniego es humorista gráfico. Sus dibujos han sido publicados en los diarios Pueblo de Madrid, Diario de Extremadura de Cáceres, La Hoja del Lunes de San Sebastián, DEIA de Bilbao, La Crónica de Granada, El DiarioXXI de Burgos, El Correo de Bilbao, DIARIO POR LA PAZ(editado con motivo de la Guerra del Golfo), y en las revistas GENTLEMAN, EL Papus, El Cocodrilo, CUADERNOS DE HUMOR, EL LORO (suplemento de ABC) y Hustler.
Asímismo, colaboró con la editorial Belin de París .
En 2006 gano El Premio Nacional de España "100 Millones HEWLETT PACKARD "
Es autor de los libros HUMOR WITHOUT WORDS (http://lulu.com/content/8462962)
SEX HUMOR WITHOUT WORDS(http://www.lulu.com/content/ebook/sex-humor-without-words/9734140,
e INTERNET DIVERTIDO (http://www.lulu.content/ebook/internet-divertido/9635337)

Solo me queda decir que me encantaría charlar un rato muy laaaargo con él (si no lo he intentado es por respetar el que entiendo es su deseo, porque después de cinco años seguro que se ha encontrado con este blog en alguna ocasión aunque no ha hecho gesto alguno de aproximación)
y esperar que mis noticias sobre J.I.Samaniego le hayan satisfecho sobradamente a Luis Heredia, que preguntaba por él.
Salud
Lalo Fernández Mayo

Isidro Cicero -

Gran aportación ésta, Julio. Enhorabuena y gracias.

Julio Correas -

Oh Paramera, la paramera!

Permíteme Luis ser piedra de tropiezo. Somos y vivimos por lo que allí vivimos? Me temo que no.

Somos lo que allí nos enseñaron? Me temo que tampoco, a fuer de ser muchas las concomitancias que nos acercan, incluso de por vida.

La mañana está húmeda y pesada. Mis pensamientos se estrellan en un mar que se me antoja desconocido por sus asomos de cansancio y niebla. El color es gris, no hay sol, no hay claridad, no hay brillo. La lluvia es un orbayo persistente, tanto que me sugiere a nuestro paisaje, que no a nuestro paisanaje…

El Médico de Familia inglés, Ronald Gibson, comenzó una conferencia sobre el conflicto generacional, citando cuatro frases:

1) "Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. Ellos no se ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente malos."

2) "Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esa juventud es insoportable, desenfrenada, simplemente horrible."

3) "Nuestro mundo llegó a su punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos."

4) "Esta juventud esta malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura."

Después de enunciar las cuatro citas, el Doctor Gibson, observaba como gran parte de la concurrencia aprobaba cada una de las frases. Aguardó unos instantes a que se acallaran los murmullos de la gente comentando lo expresado y entonces reveló el origen de las frases, diciendo:

La primera frase es de Sócrates (470 - 399 A .C.).
La segunda es de Hesíodo
( 720 A .C.).
La tercera es de un escriba sacerdote ( 2.000 A .C.).

La cuarta estaba escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad) y con más de 4.000 años de existencia.

Y ante la perplejidad de los asistentes, concluyó diciéndoles: Señoras Madres y Señores Padres de familia: RELÁJENSE, QUE LA COSA SIEMPRE HA SIDO ASÍ...

Hubo, Javivi, relación entre la mala educación recibida y nuestra vivencia actual??????
Ni lo sé, ni me importa.

En mis 37 años de docencia y discencia; en mis 37 años de matrimonio inconcluso , insospechado e insensato; en mi pobre y burda experiencia, tan solo puedo reitarar las plabras de mi maestro Chomski:
SÓLO SE APRENDE LO QUE SE HACE!

Un abrazote, amigos.

Jesús Herrero Marcos -

A toro pasado, querido Luisín, me relajan tus comentarios alrededor de tan dantesca imagen aderezada sin contemplaciones por nuestro ínclito Furriel de sin igual presencia. ¡Qué horror! Lo peor es que en aquel momento no teníamos conciencia de la desgracia ajena, o sea, nos sentíamos solos ante el peligro (que diría Justino), la vergüenza, el deshonor y el bochorno que nos hacía pasar Calzón Ruiz, uno a uno. Menos mal que la autoestima se levantaba pronto y sin mayores consecuencias. Se ve que el subconsciente particular se defendía con eficacia de semejantes atropellos.

Más me gusta la escena de las escaleras de la playa y además me lleva, como a Javivi, a las mismas preguntas y creo que a las mismas difusas respuestas. En cualquier caso, tanto a Isidro como a ti, enhorabuena. Yo también lo intenté en el teatro y juro que estuve a punto de conseguirlo. Ya entonces me faltó un pelo. Otro día te lo cuento.

Javier del Vigo -

En tu relato, Luis, enseñas brevemente, -como el prestidigitador que deja entrever apenas sus cartas escondiendo sus trucos-, un momento feliz de tu vida; pero pasaste como de puntillas por las escaleras de aquel muro “culomollao”, que es como decir de aquella playa que tiene Gijón, con muro y escaleras varias.

Así que yo mismo me hice la pregunta: ¿Qué “pegamento” os atrapó en la escalera 3 de la playa de San Lorenzo una tarde del ya lejano verano del 69 para que Pilarina y tú sigáis 43 años después escalando -peldaño a peldaño- otra escalera, la de la vida, en busca de aquel tiempo que empezó y acabará en vuestro Gijón del alma? ¿Qué trucos habéis usado para que el pegamento continúe vivo y vosotros juntos?

¡Ay, pillines! ¡Qué suerte la vuestra! Mi pregunta no exige respuesta. Pero en mis soliloquios sobre los chicos de La Paramera, a veces, me digo: “Por qué será que un buen puñado de aquellos niños, mis compañeros de entonces, siguen enganchados a su primer amor, a aquella mujer con la que se iniciaron en asuntos “terrenales”, cuando los “celestiales” dejaron de ser asunto prioritario de su interés?

¿Hubo alguna relación entre la mala educación recibida y vuestra vida posterior? Esto de escribir, hacer teatro, pintar, ser adictos a deportes varios… estuvo en vuestros genes originales o se os impostó tras pasar por aquel colegio que se tragó la trampa (Isidro dixit)? Por que incluso me entero ahora que Isidro, además de eminencia de las palabritas bien hilvanadas, buscó en el teatro a Marga, para cruzar juntos el proceloso mar este, que dicen de la vida.

Pilarina, aunque con retraso, mi felicitación doble: por tu santa onomástica y por aguantar 43 años a tu “santo”.

Ah, Luisin: creo que otorgas a aquel fraile que abre “portillo” el espacio que hoy nos merece. ¡Bravo por el artículo, en todo caso!

Isidro Cicero -

En la escuela del pueblo, antes de ir allí, también hacíamos comedias. Para los telones -entonces no se concebía teatro sin telón- nos prestaban las mujeres colchas o cobertores, que también nos servían de disfraces. En mi recuerdo, los cortinones del telón de esta foto en la que el padre Eulalio C. Ruiz actúa como protagonista, eran verde botella aterciopelado el uno y amarronado, como café crema pálido, el otro. Comparados con los de la escuela del pueblo, buena calidad.
Estoy invitado a hablar de esta foto y lo haré, pero el espléndido relato de Heredia me impulsa a adelantar un dato importante para mí. En el mundo del teatro encontré yo también mi propia tabla de salvación, cuando conocí a mi compañera del alma Marga, que entonces era aquí una buena actriz del teatro experimental.

Javier Cirauqui -

Luisito Heredia, (como dice el Furriel): Te ofrezco mi brindis con lingotazo de Gaseosa Armisén y Regáliz o Regaliz en Botellica y ya en estos tiempos brindis con cualquier bebida que coloque más.
Me encanta tu comentario sobre la fotografía y el paso de este tribunal un tanto triste y punitivo al recuerdo emocionado del TEATRO. Yo lo llamaría: SEIS HOMBRES SIN PIEDAD. Cinco en blanco y negro y uno inmaculado y blanco,con un ADALID DE ESFORZADA LEGIÓN, P. EULALIO CALZÓN,juzgando los méritos y deméritos de una legión de alumnos, atemorizados, esperando la sentencia de aprobado suspenso, mala conducta, buena conducta, como una espada de Damocles, como un juicio sumarísimo y castrador de todas las ilusiones.
Pero, cerremos el telón de este PARANINFO y corramos sobre él un estúpido velo. Abramos de nuevo el telón y llenémolos de decorados amables,comedias, tragedias, autos sacramentales y cine, grandes obras de la ilusión y el recuerdo activo. Yo también amé y descubrí el teatro en la Virgen del Camino y el cine.
Nunca fuí actor más que en las veladas a mi el P.Iparraguirre me destinó a hacer presentaciones, veladas para las monjas y algunos guiones para representaciones y veladas. Vamos que me frustró como actor. Me gusta como recuerdas tus actuaciones y tu posterior dedicación en Gijón y tu encuentro definitico en las escaleras de San Lorenzo.
Como a tí la poesía, la literatura en general, el teatro, la pintura, el arte,la música, me interesaba más que el deporte, aunque eso no quiere decir, que no envidiara a mis compañeros deportistas e incluso los admirara.
Un fuerte abrazo, Luis, y animo a todos a escribir. Cualquier recuerdo, cualquier vivencia tiene un gran mérito. Con mucho cariño para todos. Javier.

Antonio Argüeso -

Tu magistral y emotivo comentario/relato me ha traido a la memoria, querido Luis, mi pasado, prácticamente olvidado, de Tramoyista con el pIparraguirre (creo que durante tres años). Y fíjate que seguí, como veo es tu caso, adicto al teatro. Durante varios años monté, con alumnos de español, piezas que representábamos en teatros comerciales. Y una de las actrices es ahora profesional aquí y en París. Pero al haber borrado ese pasado, no lo asocié con la paramera y en ningún momento le rendí el homenage debido.

Sigue distraéndonos con tu pluma, Luis. Mientras esperamos que otros traigan también sus recuerdos a estas páginas tan visitadas pero poco utilizadas.