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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

ELLAS NOS CUIDABAN

ELLAS NOS CUIDABAN

Nos hacían la comida, el chocolate con tiburones, los filetes rusos de los domingos, remendaban los calcetines, nos cosían y lavaban la ropa, bien plachada en las bolsas con nuestro número, mi 163, confeccionaban los trajes de los autos sacramentales... y nunca les pudimos dar las gracias.

Eran nuestras monjas, ellas nos cuidaban.

6 comentarios

Javier Cirauqui -

Hacía días que quería hablar de nuestras monjas, pero por una u otra cosa no he podido hacerlo.
Bien me acuerdo de nuestras Madres en Betania, Madre Águeda, Sagrario, Visitación y Encarnacion. Yo estuve con la Madre Sagrario, hermana del Obispo, con la Madre Encarnación, de la que decíamos que es mas grande que un camión y era la encargada de la cocina y era todo un amor y humanidad. Yo no tenía 12 años, áún, y por lo tanto estuve con la Mdre Sagrario, alguna vez fui a su casa, vivía en la Avenida del Generlísimo Franco, junto a la Media Luna, la Madre Ägueda daba clases a mis compañeros mayores y la Madre Visitación sustituyo a la Madre Sagrario, según cuentan mis compañeros de cursos siguientes, y la Madre Gregoria, para mí, era la jefa de Betania y hacía rosarios.
Me acuerdo del número de ropa y zacuto, que era el C-18, en Villava, pero no me acuerdo los números de León. Ademá en Villava siempre me lavaba y cosía mi madre.
Siempre que me acuerdo de las monjas de León, rememoro varias cosas.
Los paseos que daban junto a la Granja o por los campos, los domingos por la tarde, que se comieron las pipas de mi plantación, cuando salían con sus delantales a dejar los carros de la comida en el comedor, rezo en las capillas y el Santuario y sobre todo una velada dedicada a ellas el día de su patrona.
En la Virgen del Camino, el día de las madres o monjas dominicas era el día de la Beata Imelda Lambertini.
Un año, el P. Iparraguirre, me mando dirigir unas veladas, en ese día,dedicadas a las monjas del Colegio, en su día. Me imagino que junto a mí estuvieron, Carlos Alonso, Elustondo, Ariztimuño, Ibarrola, Arrue y alguno más.
Preparamos un guión en el que se incluía, música de rondalla, cantos, alguna pequeña comedia y un recital poético que incluía temas del Cantar de los Cantares, del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz y Rosa Mística de Gerardo Diego. Entre las cortinas, era algo así como el director, me ponía rojo y colorado pensando que había demasiados pechos turgentes de la esposa, demasiados amados y amadas y pechos vulnerados y sobre todo demasiado amor humano, más que divino. Miraba al público y sobre todo a las monjas y parecía que la cosa no iba mal del todo. Al día siguiente consulté a Fray Francisco, el Ovejo, Ovejiño y me dijo que todo habia estado muy bien, con lo cual me sentí más tranquilo´. Después de tantos años y como homenaje a mis monjas, mis Madres Dominicas transcribo completo el poema de Rosa Mística de Gerardo Diego:

ROSA MÍSTICA.

Era ella,
y nadie lo sabía.
Pero cuando pasaba
los árboles se arrodillaban.
Anidaba en sus ojos
el ave María
y en su cabellera
se trenzaban las letanías,
Era ella.
Era ella.
Me desmaye en sus brazos
como una hoja muerta
sus manos ojivales
que daban de comer a las estrellas.
Por el aire volaban
romanzas sin sonido,
Y en su almohadón de pasos
me quedé dormido.
Mujer de ausencia
escultura de música en el tiempo.
Cuando modelo el busto
faltan los pies y el rostro se deshizo.
Ni el retrato me fija con su química
al momento justo,
Es un silencio muerto,
en la infinita melodía.
Mujer de ausencia, estatua
de sal que se disuelve, y la tortura
de forma sin matería.

Es un poema creacionista y me hubiera gustado transcribirlo gráficamente como es, pero me ha sido imposible.
Un saludo y u beso. Con cariño. Javier.



santiago rodriguez -

En Villava las monjitas nos recibian desde primera hora; el primer curso era en Betania, alli teniamos de profesoras para los que tenían más de 12 años a la Madre Agueda,, ya fallecida, enterrada en el cementerio de su pueblo que es el mio, en un nicho al lado de donde descansan los restos de mis padres; los pequeños, es decir los que teniamos menos de 12 años a la Madre Sagrario, hermana de Monseñor Ariz (mas tarde ambas fueron superioras en Cistierna), en la cocina recuerdo a la Madre Encarnación, una monja aragonesa, bastante "prosperossa" que nos tenía muy bien alimentados; del vestuario y lavandería estaba al cargo la Madre Gregoria que a la vez era superiora. Todas fueron cariñosas y tiernas con nosotros, quiza externamente para mi la unica que fue "mas recta" fue mi paisana, por eso para que no se notara la predileccion, aunque internamente me apreciaba mucho, como me lo demostró en muchas ocasiones y me lo comunicó cuando venía por aquí.
Añado esto a la reflexión que hace Eugenio, sin olvidarme tampoco de las del convento de clausura próximo a San Pablo en Palencia que nos aseaban nuestros primeros hábitos.
EJRCIERON DE MADRES....

Eugenio González Núñez -

Post/data.

¡Por favor, si en el cielo hay pañuelos blancos, de aquéllos que tan mimosa y delicadamente planchabais, mandad algunos, el mío era el número 298!

Gracias.

Eugenio González Núñez -

¿Tan solo el besucón (con cariño), Xuaco y este pobre hijo pródigo hemos vuelto para dar las gracias...? ¡Qué triste, pero...! ¡Madres, no se preocupen, sabemos que hay muchos más agradecidos, lo que pasa es que hoy están echando una larga siesta, en la piscina, en las Pozas de Montesclaros, en la Peña de Francia, de experiencia por media España!

Madres, siempre tuve para ustedes una consideración especial, mezcla de ternura, simpatía y callado agradecimiento. Verlas a ustedes era ver a mi madre, algo más lejanas, eso sí, pero no menos serviciales a tantos muchachos a los que casi en secreto, silenciosamente, sirvieron, atenddieron y quisieron como si fueran sus hijos.

¡No me lo van a negar, y menos desde el cielo! Cierto, fuimos los hijos que... siempre tuvieron, no tan al alcance como para abrazarlos y besarlos, pero allá donde hoy estén, yo les mando un gran abrazo y si nadie se escandaliza -voy camino de los setenta...-, también un gran beso, a todas (las de la Virgen del Camino, las de Caldas de Besaya, las de Montesclaros, extensivo a las "dulces cuétaras navarricas" de entonces, a las que tanto amamos en secreto, hoy viejitas como yo, a las de Salamanca), porque generosa, amable y desinteresadamente nos atendieron, porque obras son amores... y a ustedes les sobraron toneladas.

Necesito tomar un aliento, porque hablando de Madres, me enternezco -¡de veras!-, y quiero disfrutar a solas su recuerdo y su cariño. Me hubiera gustado ser en la Virgen del Camino un "marcelinopanyvino" (versión antigua, en blanco y negro), pero entre las monjitas (ya veo muchas caras de susto... y de envidia, pero es cierto, cómo me hubiera gustado).

Mi madre, que cantaba muy bien, no como yo que soy para eso un cencerro - Baldomero lo sabe bien -, decía: fueron las monjas las madres del niño aquel que sin padres quedó, con ellas en el convento su infancia feliz pasó. Era travieso el chiquillo...(y cuando lo decía me miraba y sonreía).

Me lo cantaba ella y ya entonces me daban ganas de, qué sé yo, de reír y de llorar, de abrazarla, pero para mí, os digo con franqueza, desde bien niño la palabra de mi madre siempre fue Palabra de Madre-Dios.

¡Monjitas dominicas, Madres, Hermanas, demandaderas, por vosotras va el brindis de este rato perdido, tecleando en la computadora, pudiendo haber estado en la playa en esta tarde calurosa del mes de julio.

Por vosotras, repito, recordando tantos y tantos días, meses y años como vosotras, sin festivos ni descansos, para ese cielo nuevo 'ganasteis' por mí.

Joaquín Urbano -

Me sorprende, exceptuando la intervención de mi muy querido P. Alcalde, que nadie haya expresado algún tipo de reconocimiento a las monjas de este portillo.
Sólo me sorprende. El resto - en su mas estricta y amplia interpretación- no me importa nada. Voy a mi acotación.
Mi número era el 283. Sabía que unas monjas nos preparaban la comida, nos lavaban la ropa, nos cuidaban en lo más primario como lo habrían hecho nuestras madres, pero nunca les di el más mínimo valor, seguro que por mi infancia y por no saber apreciar, en aquellos momentos, su tremenda e impagable dedicación.
Al ver hoy este portillo, tal vez cuando ninguna de las monjas de la foto nos sobreviva, me siento tremendamente deudor de todas y cada una de ellas y además sin capacidad de maniobra para poner en valor, con un RECONOCIMIENTO EXPLICITO su entrega y sacrificio por unos críos desvalidos y lejos de su hogar.
Seré deudor de por vida y públicamente así lo testimonio. Mi pena es que, a fecha de hoy, esto es una reseña poco confortable.
Un abrazo. Xuaco.

José Luis Alcalde Revilla -

...AGIMUS TIBI GRATIAS, OMNIPOTENS DEUS PRO UNIVERSAS MONJITAS TUYAS Y NUESTRAS...porque su Amor y entrega en el trabajo, que las dábamos, nos enseñó a saber ayudar y servir a los demás con Amor y entrega...Con todo cariño el "108", que os quiere y agradece, con besitos a montón ("108" por lo menos a cada una)joseito, el besuconcete