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LOS VALORES Y CONTRAVALORES

LOS VALORES Y CONTRAVALORES

Y la vida sigue ...

 

Querido Josemary.  El tema de los valores y de los contravalores es el tema estrella del pensamiento de Eladio Chávarri y el eje donde se resuelve toda la vida del ser humano, desde el nacimiento hasta la muerte.    Aunque he adelantado algo de los valores en los otros temas que has publicado en este blog, aquí vienen explicados con más precisión y amplitud. No conozco nada de la hondura de su pensamiento al respecto. Aunque casi todo el mundo habla de los valores, sobre todo el clero y las monjas católicos, creo que no saben ni de lejos lo que se traen entre manos.

Baldo

 


 

1.   Los valores y los contravalores

son el alimento del ser humano

 

 

     ¿De qué se alimenta el viviente Homo? De seres. Tales seres, en cuanto que son su alimento, le resultan valiosos (valores) o disvaliosos (contravalores). Por tanto, el ser humano se alimenta de valores y de de contravalores. Ahora bien, si, como decía FEUERBACH, cada uno es lo que come, los valores/contravalores tendrán que ser uno de los ejes sobre los que gire nuestra reflexión sobre el ser humano. Antes de abordar algunas reflexiones sobre los valores, necesitamos decir algo sobre el ser, pues los valores son los seres.

 

0.   “Ser” o “ente”

 

0.1.   Entendemos por “ser” o “ente” todo lo que ha existido, existe o puede existir de cualquier modo

 

     “De cualquier modo” quiere decir que el ser puede existir fuera del pensamiento o dentro de él. Un perro, Juan Carlos I o las rosas del jardín existen fuera de nuestro pensamiento; pero el amor que Calixto profesó a Melibea, el teorema de Tales, un complemento directo, el feminismo, etc., son seres que existen sólo cuando los pensamos. “De cualquier modo” significa también que los seres pueden existir de forma independiente o bien existir en otros. A los primeros los llamó Aristótelessustancias”; a los segundos, “accidentes”. Un ejemplo de sustancia es la manzana. El color, el sabor, la forma de la manzana son, sin embargo, accidentes.

     Así pues, “ser”, o “ente”, tiene un campo de aplicación muchísimo más amplio que el de “cosa”, que el de ser que existe fuera de nuestro pensamiento y que el de “ser autónomo” (sustancia), puesto que hay “seres” que ni son “cosas” (el amor, la paternidad, un saludo, por ejemplo), ni existen por sí mismos (porque son accidentes), ni están fuera de nuestro pensamiento (porque son ideas).

 

0.2.   En el amplio “dominio” del ser podemos distinguir a su vez tres “subdominios”

 

0.2.1.   El subdominio de los seres hechos por nosotros

 

     El vestido y el papel, los automóviles, el habla y los números, las teorías científicas, las fiestas y las ciudades, las obras de arte, los juegos y los vinos, los ordenadores y las carreteras, los libros y las cloacas son seres hechos por nosotros. Probablemente este subdominio es el que está más implicado en nuestra vida.

 

0.2.2.    El subdominio de los seres transformados por nosotros

 

     Gran parte de los seres de los reinos mineral, vegetal y animal han sido modificados por nosotros para que intervengan en nuestra existencia. A este subdominio lo denominamos también “antroposfera”. Así pues, pertenece a ella cuanto recibe la impronta del ser humano, sean mares, ríos, espacios atmosféricos y estratosféricos, bosques, campos, compuestos químicos, animales y plantas. En el último siglo la expansión de la antroposfera no cesa de crecer –y también de preocupar, por sus efectos negativos–. Hemos de señalar que el ser más transformado entre los transformados por nosotros, a la vez que el más implicado en nuestro desarrollo vital, es el propio hombre.

 

0.2.3.   El subdominio de los seres no hechos ni transformados por nosotros

 

     A este subdominio pertenecen, por ejemplo, la gigantesca cantidad de energía que vierte el sol sobre los planetas, las galaxias o  la densa esfera de hierro que llena el espacio interior. Veremos, sin embargo, que estos seres no son del todo “no–hechos” por nosotros, puesto que desde el momento en que se relacionan con el ser humano, éste los transforma, al menos con su conocimiento.

 

1.   LA VIDA DEL ser humano COMO unidad y PLURALIDAD diferenciada

 

1.1.   El quid de todo el planteamiento que va a seguir radica en la afirmación de que la vida humana no es monolítica y uniforme, sino que se ramifica en grandes y DIFERENCIADAS VERTIENTES VITALES

 

     Las podemos llamarlas vertientes porque a través de ellas fluye la variada vida humana y, como veremos, también a través de ellas penetran los seres que alimentan al ser humano. Pues bien, cada una de estas vertientes se diversifica a su vez en sus propias variaciones vitales. Y éstas, como último eslabón de la cadena de la vida, se concretan y encarnan en sus también propias vitalidades concretas. La vertiente vital cognitiva, por ejemplo, se ha manifestado a lo largo de la evolución humana en muchas variaciones vitales cognitivas: saberes ordinario –el más amplio e importante–, científico, filosófico y teológico. Cada una de estas variaciones se ha concretado a su vez en multitud de conocimientos concretos, de vitalidades cognitivas concretas. Así pues, la vida se manifiesta como una inmensa red unida y, al mismo tiempo, diferenciada en vertientes vitales, sus variaciones vitales y sus vitalidades concretas. No podemos hablar de la vida del hombre como si fuera un magma indiferenciado, pues estaríamos pasando por alto las infinitas vitalidades de las que se compone, es decir, la vida específica que se produce en cada una de las vertientes vitales, en sus variaciones y en sus vitalidades concretas. Así pues, la vida se manifiesta como una inmensa red unida y, al mismo tiempo, diferenciada en vertientes vitales, sus variaciones vitales y sus vitalidades concretas. Pues bien, cada vertiente vital es realmente vida y con todo derecho, pero ninguna de ellas por sí sola no es toda la vida humana. ¡Cuántos errores se siguen produciendo en las reflexiones sobre la vida humana cuando ésta se la reduce previamente a unas pocas vertientes vitales y se ignoran por completo las demás, que son tan vida humana como las escogidas!

 

1.2.   La muerte es el anverso, la negación de la vida, y por tanto, sigue el mismo proceso de diferenciación que ésta

 

     En los humanos no existe la muerte en general, sino muchas muertes diferenciadas: en cada vertiente vital, en sus respectivas variaciones vitales o en las vitalidades concretas se da un tipo de muerte específico y apropiado. No solemos darnos cuenta de que a lo largo de nuestra historia morimos o estamos muertos a muchas y variadas vitalidades, no a una sola.

 

2.   Los valores y contravalores como alimento de la vida humana

 

2.1.   La vida humana, a través de sus vertientes vitales, variaciones y vitalidades concretas se alimenta de seres

 

     Estos seres son estimados por la persona como beneficiosos si fomentan el desarrollo de su vida en sus vertientes vitales, o como perjudiciales si la deterioran o destruyen. En el primer caso, esos seres son denominados valores; en el segundo, disvalores o contravalores.

 

2.2.   La relación que se da entre esos seres valores/contravalores y las vertientes vitales humanas es una relación de mutua constitución o co–implicación

 

     Los seres valiosos y disvaliosos se hallan implicados, como su alimento, en la constitución y desarrollo de las vertientes vitales, en sus variaciones y en las vitalidades concretas. El oído, por ejemplo, no existiría si no hubiera seres sonoros. Y también sucede al revés: no habría seres sonoros si no existieran vertientes vitales auditivas. Es decir, que las vertientes vitales, sus variaciones y vitalidades entran en la constitución y desarrollo de los seres como valiosos y disvaliosos. Y, recíprocamente, los entes o seres valiosos y disvaliososo intervienen en las formación de las vertientes vitales.

 

2.3.   Por consiguiente, los valores son simétricamente y a la vez manifestación de vida humana y de ser; los contravalores, por el contrario, de no–ser y de muerte humana

 

     Muchos autores sitúan a los valores y los contravalores en los seres: tal ser es valioso o disvalioso. Otros muchos autores ubican los valores y los contravalores en la persona, en los estados vitales que producen los seres. Eladio Chávarri considera a los valores como constituidos de ser y de vida a la vez. Y en mutua relación. La manzana que comemos es valiosa porque desarrolla algunas vertientes vitales del ser humano. Al mismo tiempo dichas vertientes vitales no se desarrollarían si no existiese es ser que llamamos manzana. Tomemos, por ejemplo, la experiencia artística de la pintura. En ella se crean nuevos entes, como estudios, cuadros, bocetos, lienzos, pinturas, pinceles y demás utensilios pictóricos; la luz, el espacio y los colores adquieren matices entitativos peculiares; se manifiestan a la vez en el hombre hasta entonces desconocidos aspectos vitales. Aparecen, en efecto, nuevas visiones del ojo, nuevas actualizaciones de la inteligencia relacional, nuevas habilidades manuales, nueva imaginación, nuevas afecciones, emociones y pasiones, nuevas preocupaciones, nuevas decisiones, nuevas libertades, nuevas relaciones con los demás. La obra pintada, por tanto, es un valor que está constituido al mismo tiempo por ser, por vitalidades humanas y por la relación valorativa entre ambos.. Pero esto no es privativo del arte, como muchos teóricos quieren hacernos ver, sino que es constitutivo de todos los valores y contravalores. ¡Que uno coma una buen plato de chorizo de la Alberca (Salamanca) –un valor excelente, sin duda– y verá cuántas vitalidades valiosas de desarrollan en él por la relación con el chorizo. Así, pues, los tres constitutivos del valor –ser, vida y relación valorativa entre ambos– son esenciales y se dan siempre a la vez. Por eso Chávarri entiende los valores como relaciones, cuyos componentes son la vida humana, los seres y el enlace entre los seres con aspectos vitales del ser humano.

     A esta relación de mutua implicación la llama relación valorativa. Es preciso tomar conciencia desde ahora de que sin seres, sin vitalidades humanas y sin enlaces entre unos y otras no pueden darse las relaciones valorativas, y, por consiguiente, tampoco lo valioso y disvalioso.

     Así pues, cuando hablemos de valores y de contravalores incluimos necesariamente y a la vez a sus tres componentes: vertientes vitales, seres y relaciones entre unas y otras. Nunca nos referiremos a uno solo, aunque, para no fatigar al lector, no siempre explicitaremos los tres. También usaremos indistintamente valores/contravalores y dimensiones valorativas

 

3.   LOS CONTRAVALORES

 

3.1.   El contravalor es el ser en cuanto que deteriora o suprime alguna vertiente vital humana

 

     El agua, por ejemplo, es un valor cuando desarrolla una vertiente vital del ser humano, cuando satisface nuestras necesidades, cuando es la solución correcta a un problema vital; pero resulta un contravalor cuando nos ahoga, inunda nuestras casas, nos moja un traje, huele mal o está contaminada. El contravalor deteriora alguna vertiente vital humana; es, por tanto, la solución errónea a un problema vital, por lo que no desarrolla nuestro ser humano, sino que nos deshumaniza (zapato incómodo, feo y caro, por ejemplo). Los seres contienen centenares de aspectos capaces de enriquecernos, pero también de deteriorarnos o de destruirnos; por consiguiente, entran en relación con nosotros como valores unas veces, y como contravalores, otras.

 

3.2.   NO nos atraen los contravalores, sino sólo los valores

 

     Parece que nos atraen los contravalores, pues vemos que hay muchas personas que se drogan, que son injustas, que matan, que se suicidan, que no quieren estudiar, comer o dormir, etc. Hemos de afirmar, sin embargo, que sólo buscamos los valores. Lo que sucede es que en todo ser se dan juntos los valores y los contravalores, y no es fácil separarlos. Por eso quien desee los valores, tendrá que cargar con los contravalores que están asociados a ellos. En el consumo de drogas, por ejemplo, se desean estados placenteros, euforia, huida de dificultades, superación de la timidez, no sentir cansancio, etc., todos ellos maravillosos valores. La degradación del organismo, las conductas antisociales y otros contravalores no son queridos directamente, sino que –en el caso de las drogas– vienen inseparablemente unidos a los valores que ellas proporcionan.

 

3.3.   Los contravalores forman parte de nuestra vida a igual los valores

 

     Las utopías y la mayoría de los diseños que se hacen del ser humano se construyen a base de valores y están ausentes los contravalores. Pero en el ser humano tal como ha existido, existe y existirá, los contravalores y los respectivos valores forman parte de la entraña del mismo. Junto a los variados tipos de esperanza existen otros tantos de desesperanza; la ignorancia acompaña a todo saber. Por eso, para entender los valores y los contravalores es preciso tomarlos correlativamente, en relación mutua. No cabe comprender esperanzas, enfermedades, mansedumbres e infelicidades separadas y al margen de sus correspondientes desesperanzas, saludes (permítase), violencias y felicidades.

 

4.   Una muestra de ocho vertientes vitales y de sus correspondientes dimensiones valorativas

 

     Hay millones de vertientes vitales, pero aquí escogemos una muestra de ocho.

 

 a)  Si nuestra vida se ramifica en una diversidad de vertientes vitales, entonces también hemos de afirmar que se alimenta de una correspondiente diversidad de dimensiones valorativas, que incluye, como hemos repetido, los seres, las vertientes vitales y la relación de enriquecimiento o deterioro (relación valorativa)

 

     Las manifestaciones específicas y diferenciadas de ser –los entes– nutren, conservan y desarrollan vertientes de la vida humana también específicas y diferenciadas. ¿Cuántas son esas vertientes vitales específicas y sus correspondientes dimensiones valorativas? Aquí escogemos una muestra de ocho. Estas ocho grandes relaciones simétricas entre vertientes vitales y dimensiones valorativas son las siguientes, a las que podemos dar los nombres de dimensiones valorativas biopsíquica, cognitiva, económica, estética, ética, lúdica, religiosa y sociopolítica. Como –volvemos a repetir– las presencias de lo valioso y disvalioso se dan a la vez en las vertientes de la vida humana y en los entes, esas ocho grandes dimensiones valorativas son a la vez profundas y específicas manifestaciones de ser valioso y de vida humana valiosa.

 

 

b).   Axioma protector de la diversidad valorativa

 

        Cada dimensión valorativa contiene un tipo de diversidad y afinidad de presencias de lo valioso y disvalioso. Por eso, las dimensiones valorativas y sus variaciones son irreductibles entre sí; son, asimismo, insustituibles unos por otros; y el cultivo de los pares valorativos es intransferible de un marco específico a otro.

 

4.1. Los seres son valores/contravalores biopsíquicos cuando desarrollan/deterioran la vertiente biopsíquica del ser humano

 

   La vertiente vital biopsíquica del ser humano se refiere al funcionamiento del cuerpo y de su psiquismo. Tal vertiente biopsíquica comprende a su vez cinco ámbitos:

 

a)   La conservación y deterioro del individuo o de la especie. Los seres son considerados valiosos o disvaliosos porque contribuyen a nuestras «vida–muerte», «salud–enfermedad», «vigor–decrepitud», etc. Tal sucede con medicamentos, ordenadores, alimentos, viviendas, ropas, climas, ejercicio físico, edad, Dioses o políticos. Todos pueden recibir de los humanos esta valoración biopsíquica.

b)   El placer–displacer de los sentidos. Los seres pueden ser valiosos o disvaliosos para nuestros sentidos. De ahí resultan los pares valorativos relativos al «gusto» (sabroso–insípido, exquisito–vulgar), al «olfato» (perfumado–fétido), al «tacto» (suave–áspero), al «aseo personal» (limpio–sucio).

c)   La «relación sexual». Los seres son valiosos o disvaliosos porque contribuyen o no a la existencia, placentera o displacentera, de las relaciones sexuales. De este modo, personas, árboles, plantas, objetos, habitáculos, ropas, etc. pueden ser considerados valiosos–disvaliosos bajo esta modalización biopsíquica.

d)   Los estados psíquicos anímicos. Los seres pueden ser valorados por su contribución a que nuestro estado anímico sea «optimista–pesimista», «valiente–tímido», «alegre–triste», «eufórico–deprimido», «tranquilo–nervioso», etc. En este caso, son valiosos–disvaliosos desde el punto de vista biopsíquico.

e)    La limpieza y la suciedad. Este par valorativo es muy notable y ha constituido sin duda un gigantesco salto evolutivo en el constante progreso de la vida humana. Mucha gente goza de los modos más diversos con las distintas experiencias de la limpieza, al mismo tiempo que padece otros tantos tormentos con las respectivas suciedades. Por ejemplo, las presencias relativas al aseo personal, a las prendas de vestir, a enseres de todo tipo y a espacios de cualquier índole. Fijémonos la infinita variedad de medios y técnicas inventados para el cultivo de estos valores.

 

 

4.2. Los seres son valores/contravalores económicos cuando desarrollan/deterioran la vertiente económica del ser humano

 

     La vertiente vital económica se refiere a “saber administrar la casa”. (La palabra “economía” proviene de dos términos griegos: oikos = casa, y nomos = gobierno, administración) Realmente, los entes son valiosos para el Homo bajo la modalización económica cuando contribuyen a la producción, comercio y consumo de los seres. La relación crucial económica se concentra en la demanda y oferta de mercancías. Mercancía es algo que se obtiene o se traspasa a cambio de una cantidad convenida de dinero. Ya sean los entes generados en las fábricas o cultivados en el campo, como los zapatos y los automóviles, los melones y los cereales han adquirido su identidad de mercancía al ser marcados con un precio.

     Puesto que muchas de las vertientes vitales del ser humano están implicados en las mercancías, las relaciones valorativas económicas, en su doble sentido positivo y negativo, se manifiestan abundantemente en ellas. Podemos considerar a las mercancías como el centro de esta dimensión valorativa, y en ella distinguiremos tres variaciones valorativas: creación, asignación y distribución de mercancías.

     Los entes reciben según esta modalización las valoraciones de «caros–baratos», «necesarios–superfluos», «útiles–inútiles»; las personas se dicen «ricas–pobres», «en activo–en paro», «consumistas–austeras», «trabajadoras–vagas»; las clases sociales, «proletarias–burguesas», «altas–bajas»; los países, «desarrollados–subdesarrollados».

 

 

4.3.  Los seres son valores/contravalores cognitivos cuando desarrollan/deterioran nuestra curiosidad, o lo que es lo mismo, la vertiente vital humana llamada conocimiento

 

     Los seres pueden ser tomados como objeto de conocimiento, de saber, de investigación por parte del Homo. Y en este aspecto resultan valiosos o disvaliosos para su desarrollo en su vertiente de conocedor. Los seres en cuanto que satisfacen nuestra curiosidad son valores cognitivos. Así, por ejemplo, el científico puede sentir curiosidad por saber la estructura, funcionamiento y propiedades de la célula. En este caso, está valorando la célula desde una perspectiva cognitiva. La curiosidad puede dirigirse a saber cuántos años tiene Messi o a cómo se llama el último acompañante de una artista famosa.

     Uno de los motivos por los que el hombre tiende a desarrollar sus vertientes vitales cognitivas es el de  desvelar la escondida y enigmática estructura entitativa de los seres. Y esto acontece porque los entes conocidos se muestran menos extraños, más cercanos a nosotros, y hasta familiares a nuestra propia sustancia.

     Por otra parte, el conocer proyecta a la vez que arranca rayos de luz de cada ente que enfoca, de modo que nos permite orientarnos en el medio vital que habitamos. La ignorancia, en cambio, ha sido siempre identificada con las tinieblas.

     Todos los saberes de cualquier tipo (común, científico, filosófico, teológico) son, pues, valoraciones de los seres bajo la perspectiva cognitiva.

 

4.4.   Los seres son valores/contravalores estéticos cuando desarrollan/deterioran la vertiente estética del ser humano

 

     Cuando los seres son valorados por su bellezafealdad es que están desarrollando nuestra vertiente estética. La mayor parte de los seres, ya se trate de un cielo estrellado, una flor, una escultura, un poema, el alcalde de Oviedo, una muchacha o un olmo seco pueden ser valorados bajo el par bello–feo.

 

     Lo bello y lo feo se muestran en una inmensa diversidad y afinidad de formas: en los seres naturales (humanos y no humanos), en las diversas artes y sus variaciones (la literatura, la música, la pintura, la escultura, la arquitectura, el cine,  etc.); en la técnica (las demandas del mercado exigen  que los aviones, los coches, las pinturas, los muebles, las servilletas, las ventanas y los salones sean bellos, si bien no pocas veces caen en los dominios de lo feo. El hecho de que los entes adopten el ser propio de la mercancía favorece mucho la difusión de lo bello por el mundo: las mercancías tienen que ser bellas para ser vendidas)

 

4.5.   Los seres son valores/contravalores lúdicos cuando desarrollan/deterioran la vertiente lúdica del ser humano

 

     Lúdico viene de “ludus” = juego. El ser humano jugó siempre, como también juegan los chimpancés, los perros o los gatos. Pues bien, todos los seres en cuanto que desarrollen/deterioren la vertiente jugadora del ser humano son valores lúdicos.

     Cada día está más extendida la idea de calificar de lúdicas todas las actividades que no estén sujetas a un salario o a un horario laboral y son placenteras. Es un error. Tocar el piano para divertirse no es una actividad lúdica, sino artística o estética. La diversión pueden producirla todos los valores, no sólo los lúdicos. Por el contrario, hay gente que se aburre soberanamente cuando no le queda más remedio que jugar al fútbol con sus hijos.

     Podemos distinguir tres variaciones de la dimensión valorativa lúdica: de acción (saltar, correr, nadar, gimnasia, esconderse, lucha de cuerpo a cuerpo, etc.); con tablero y con pelota.

 

4.6.   Los seres son valores/contravalores religiosos cuando desarrollan/deterioran la vertiente religiosa del ser humano

 

     Los humanos pueden considerar como valiosa o disvaliosa para sus vidas la relación con la divinidad. Pues bien, todos los seres que contribuyan al desarrollo o mengua de esta vertiente de relación con la divinidad recibirán el calificativo de valores o contravalores religiosos. El diablo, el cielo, los sacerdotes, las iglesias, mezquitas, la oración, la semana santa, etc. son valoraciones religiosas de seres suprahumanos, de estados, de personas, de lugares, de acciones, de tiempos, etc.  La valoración religiosa da lugar a que se estimen los seres bajo el par «sagrado–profano». Los hombres se dividen, bajo la valoración religiosa, en «creyentes–incrédulos».

 

4.7. Los seres son valores/contravalores socio–políticos cuando desarrollan/deterioran la vertiente sociopolítica del ser humano

 

     Hay socialidad cuando el otro es indispensable para conservar, aumentar o disminuir en algo vitalidades mías; cuando, asimismo, yo soy imprescindible para conservar, aumentar o disminuir en algo vitalidades del otro; y, por supuesto, cuando nos necesitamos mutuamente para conservar, aumentar o disminuir en algo esas respectivas vitalidades. Cuando se mira a los seres como valiosos o disvaliosos por la función que desempeñan en  las relaciones sociales del hombre con los demás seres humanos, estamos haciendo de dichos seres una valoración sociopolítica. La valoración del ámbito de las relaciones sociales puede subdividirse a su vez en tres áreas: el de las relaciones sociales propiamente dichas, el de las relaciones legales y el del tono general de la convivencia social.

     El área de las relaciones sociales propiamente dichas se refiere a las personas en cuanto son miembros de un grupo valioso, sea éste la familia, el pueblo, la fábrica, el club, la nación, etc. Desde esta modalización, los seres humanos son valorados como «cariñosos–hoscos», «accesibles–inaccesibles», «educados–ineducados», «simpáticos–antipáticos», «acogedores–inhospitalarios», «pacíficos–leñeros», «dialogantes–avasalladores», «amigos–enemigos» «patriotas–antipatriotas».

     El área de las relaciones legales valiosas se refiere a las relaciones sociales que están reguladas por leyes y normas de convivencia. Desde este tipo de valoración, los seres, las conductas, los objetos pueden recibir las valoraciones de «legal–ilegal», «obligatorio–libre», «permitido–prohibido». Las propias leyes se ven como grandes valores o contravalores según que fomenten o no una convivencia aceptable.

      El tono general de la convivencia social puede dar lugar a muchos pares valorativos, tales como «seguridad–inseguridad», «pacífico–guerrero», «organizado–desorganizado», «liberal–opresor», «tradicional–revolucionario», «feminista–machista», etc.

 

4.8.   Los seres son valores/contravalores morales cuando desarrollan/deterioran la vertiente ética o moral del ser humano

 

     Los seres humanos reciben una valoración ética o moral cuando se los considera como buenas o malas personas. A los humanos no nos da igual que los otros sean justos o no, sino que consideramos valioso para nosotros que sí lo sean. Esa necesidad que tenemos de que haya justicia, honestidad, veracidad en nuestras relaciones con los demás es lo que constituye nuestra vertiente vital moral o ética. Y todo lo que contribuye al desarrollo de dicha vertiente vital moral o ética es estimado por nosotros como valioso: son los valores morales. Por el contrario, los seres que deterioran dicha vertiente moral –las malas personas– se constituyen en contravalores morales. Los valores/contravalores morales se refieren, en definitiva, a la consideración de las personas como buenas–malas, justas–injustas, generosas–egoístas, veraces–mentirosas, etc. en sus relaciones con los demás. ¿Son, entonces, los valores morales igual que los valores  sociopolíticos? No; lo moral va más allá de lo puramente sociopolítico. Y así, por ejemplo, algo puede ser perfectamente legal, cívico y aprobado socialmente y, sin embargo, resultar moralmente injusto y malo (el nazismo, por ejemplo).

 

5.    Características de los valores

 

5.1.   Hay tantos seres o modos de ser cuantas son las valoraciones desde nuestras vertientes vitales que los humanos hacemos de cualquier ente

 

    Una flor no es el mismo ser para la enamorada que la recibe como regalo, para el pintor que la pone en sus cuadros, para la florista que la vende, para el agricultor que la cultiva, para la botánica que la estudia, para el que la ofrece como adorno de una iglesia, para la ecologista que lucha por espacios verdes en la ciudad, para el que juega con ella, etc. La flor satisface vertientes vitales humanas diferentes en las personas que hemos enumerado; es, por tanto, un valor distinto para cada una de ellas. Pues bien, se puede decir que hay tantos seres o modos de ser en la flor cuantas son las valoraciones desde nuestras vertientes vitales que los humanos hacemos de la misma. Los aspectos valiosos diferentes que las personas descubrimos en la flor hacen, pues, que esa flor adquiera para nosotros también un modo de ser diferente al que tiene para otros seres humanos.  

 

5.2.   Desarrollo del ser humano y desarrollo de los valores están en relación directa, corren a la par

 

   Vamos descubriendo el ser de los entes en la medida en que ese ser va desarrollando o deteriorando alguna vertiente humana. Pensemos, por ejemplo, en el vestido. Los primeros seres humanos fueron descubriendo en las pieles de los animales un valor biopsíquico: que protegía a su cuerpo de las inclemencias del tiempo. Con el tiempo fueron viendo que, además de lo anterior, el vestido podía resultar para ellos cómodo o incómodo, hermoso o feo, nuevo o viejo, caro o barato, signo de alto o de bajo estatus social, auténtico o falso, sano o insalubre, propio o ajeno. Los humanos fueron descubriendo estos valores del vestido a medida que aparecían en ellos las vertientes vitales humanas respectivas a las que el vestido podía contribuir a desarrollar o a deteriorar (biopsíquica, estética, económica, etc.); no antes ni después. Posiblemente, la vertiente estética (bello/feo) fuera la última en aparecer en el ser humano; por eso antes de esa aparición, ningún ser era bello o feo para esos humanos. Por consiguiente, las dimensiones humanas van desarrollándose o deteriorándose a medida que adquirimos valores apropiados de mayor calidad. Y, recíprocamente, el desarrollo de las dimensiones humanas es el que hace que descubramos en los seres valores de mayor calidad. Por ejemplo, el adolescente desarrolla su vertiente estética en el contacto con las obras maestras del arte; recíprocamente, va descubriendo valores estéticos en estas obras de arte a medida que se desarrolla en él su propia vertiente estética. En resumen: hay una influencia mutua entre el desarrollo del ser humano y el desarrollo de los valores de los seres.

 

5.3.   Los dos polos de todo valor

 

     Todo valor tiene, como ya dijimos, dos zonas: la positiva (valor propiamente dicho) y la negativa (contravalor). Los valores siempre se presentan, pues, en pares: valor–contravalor. Así pues, cada contravalor lo es de un respectivo valor y no de todos en general.

     La razón de que haya contravalores está en la condición humana: ningún Homo ha conseguido la plenitud de un valor; y por eso cualquier valor humano tiene como compañero inseparable el respectivo contravalor: el amor apasionado de un joven está lleno de contravalores de egoísmo; los conocimientos del sabio encierran multitud de verdades y también de falsedades.

     La relación del valor con su respectivo contravalor cumple una función importante en nuestro conocimiento, pues no se puede entender qué es el frío si no existiera el calor, la enfermedad sin la salud, la riqueza sin la pobreza, la sabiduría sin la ignorancia, la justicia sin la injusticia, etc.

     Los contravalores son, además, un estímulo para crear y desarrollar nuevos valores. Una enfermedad nueva desata miles de acciones de todo tipo para encontrar la salud para ella.

 

5.4.   La función humanizadora/deshumanizadora que ejerce un valor/contravalor es específica e insustituible, por lo que no puede ser desempeñada por otro u otros valores/contravalores

 

     Cada valor contribuye al desarrollo de una porción específica del ser humano, y en esta función es insustituible por otro u otros valores. Los comportamientos justos no dan salud, ni el dinero amor, ni la belleza comodidad, ni el cariño materno conocimientos matemáticos.

     Esto mismo sucede también con los contravalores: cada uno tiene un efecto deshumanizador específico. Tal efecto deshumanizador sólo puede ser contrarrestado por el valor respectivo, y no por otro. El hambre, por ejemplo, no se combate con belleza, con conocimientos o con oraciones, sino con comida.

 

5.4.1.   Por tanto, no sólo de un tipo de valores/contravalores se alimenta el Homo, sino de los ocho

 

     La evolución valorativa que ha ido conquistando el Homo a lo largo de la Historia le ha ido dotando de ocho grandes vertientes vitales (biopsíquica, económica, cognitiva, estética, lúdica, moral, religiosa y sociopolítica). Ello significa que el ser humano, para mantenerse y enriquecerse como “humano”, necesita desarrollarlas todas, por lo que tendrá que alimentarse no sólo de pan, hamburguesas, lentejas o chorizo, sino también de ciencia, belleza, justicia, libertad, tolerancia, autenticidad, oraciones a los dioses y agradables compañías. Si deja alguna sin el alimento apropiado, estará menguado como ser humano. (Los vocablos “nutrición” y “alimentos” tienen, como todo lector ha visto, un sentido amplio, no restringido al ámbito biótico).

 

5.4.2.   Ningún valor/contravalor, por consiguiente, expresa por sí solo la totalidad de lo que es humano o inhumano, sino sólo una parte

 

     Cada valor contribuye a desarrollar una faceta o parcela específica del ser humano; nada más. Sin embargo, a lo largo de la historia ha sido frecuente hacer consistir lo humano–inhumano en la posesión o carencia de valores-contravalores de una determinada clase. Unas veces estos valores fueron los religiosos, y se consideró que la conversión de infieles era el principal acto “humanitario” que se podía hacer por ellos; otras, los sociopolíticos; otras, los morales; otras, los cognitivos. En el último siglo se han utilizado los valores económicos como indicadores de la humanidad–inhumanidad que hay en las personas y en los pueblos.

     Pues bien, la reducción del número de las clases de valores es un error porque va contra la naturaleza del ser humano tal como ha sido alumbrada por la Naturaleza, cuya identidad tiene muchas vertientes vitales y muchas dimensiones valorativas. La identidad moral, por ejemplo, no expresa toda la identidad de la persona, sino sólo una parte. Es cierto que el ser humano es esencialmente moral, es decir, que ha de valorar siempre cómo le afectan a su vertiente moral los seres que le rodean, sean guerras, amores, distribución de la riqueza, ciencias o dioses. Pero no es menos cierto que también ha de valorar en esos seres cómo desarrollan o deterioran sus dimensiones estética, económica, cognitiva, sociopolítica, lúdica, biopsíquica y religiosa. Porque no sólo es inhumano padecer injusticias, sino también no tener para comer, adorar a dioses falsos o crueles, tener profesores incompetentes, carecer de amor familiar, estar rodeados de fealdad, ser gobernados por políticos mediocres, no acertar a encajar la muerte, sufrir la incomprensión, padecer ignorancia, dolor de barriga o desesperanza, no poder ejercer la libertad, y muchas cosas más. La valiosa salud de nuestras células no es un valor moral; tampoco el arte de la cocina, el placer estético, el saber científico, los tecnofactos, la organización económica, la gracia de Dios, o gran parte de la regulación de las comunidades humanas.

 

5.4.3.   Por eso, es necesario recalcar que el término “valor/contravalor” no se aplica sólo a los morales, estéticos y religiosos, como frecuentemente se cree, sino a todos los seres que enriquecen al Homo en cualquiera de sus ocho dimensiones

 

    Tan valioso–o más– para el ser humano es defecar o divertirse que el ser tratado con justicia. La “vida buena” no se consigue sólo con valores morales –como suele afirmar una gran mayoría de filósofos–, sino con todos los valores.

 

5.5.    Nivel actual y nivel horizonte de los valores

 

5.5.1.   El Homo conquista los valores a través de un proceso histórico que no acabará nunca

 

     Toda la inmensa gama de seres valiosos han ido conquistándose paulatinamente y uno a uno en la Historia. Pensemos, por ejemplo, en el valor salud: desde los primeros modos de curar las enfermedades hasta los actuales hay un abismo; y es inimaginable lo que nos queda aún por evolucionar en este valor. Por eso, podemos distinguir en los valores dos niveles o planos: "lo que actualmente son" (nivel actual o factual. Aristóteles lo llama “acto) y "lo que pueden o deben llegar a ser" (nivel horizonte, dignificador o axiológico. Aristóteles lo denominapotencia). Marta, por ejemplo, es querida, sabe Filosofía, tiene salud, es justa, alegre y guapa. La adornan ya, actualmente (en acto), esos valores. Pero en cada uno de ellos tiene “potencia” para ir a más: ser más justa, más guapa, más querida, etc. A este nivel –que todavía no ha alcanzado, pero que puede y desea conseguir– lo llamaremos indistintamente “horizonte”, “dignificador” o “axiológico”. “Horizonte”, porque es una meta que nunca se conquista definitivamente; cuando se ha llegado a ella, siempre aparece más allá un nuevo horizonte por conquistar. “Axiológico” proviene del término griego “axios”, que significa “digno de aprecio”, “de gran valor”, “estimable”. Y nada hay más digno de estima y más dignificador que este nivel de los valores. Cuando pedimos a nuestros padres que nos valoren no por los suspensos que hemos sacado en una evaluación, sino por los aprobados que vamos a conseguir a final de curso, estamos fijándonos en el nivel dignificador de nuestros conocimientos, no en el nivel fáctico o actual.

      El nivel–horizonte de los valores suele ser denominado por los autores nivel ideal. Nosotros preferimos usar los nombres de “horizonte”, “axiológico” o “dignificador”, porque los “ideales” están hoy muy devaluados. NIETZSCHE, por ejemplo, decía de ellos que son “el aguardiente del espíritu”, porque emborrachan de repente, pero después no tienen ninguna fuerza.

     El nivel dignificador forma parte constitutiva esencial de los valores, porque si no existiera esa tendencia de desarrollo hacia una relación valorativa más valiosa que la anterior –eso es la dignificación–, no se hubiera producido ni la más mínima evolución en el ser humano Cromagnon desde hace cuarenta mil años. Pero como en ese mismo ser humano no todo ha sido progreso, sino que es frecuente el estancamiento y el retroceso,  hemos de hablar también de su contravalor, la indignificación, cuando el proceso va hacia una relación valorativa menos valiosa o más disvaliosa que la anterior. Así pues, las dimensiones o relaciones valorativas humanas son impulsadas indefectiblemente a procesos de dignificación o de indignificación a lo largo, ancho y profundo de toda la vida humana.

 

5.5.2.   No habría habido evolución valorativa si no existiera el nivel dignificador de los valores

 

       Desde que el ser humano es humano, las calificaciones de “el mejor y el peor”, “el más y el menos”, “lo bueno y lo malo”, y otras por el estilo, las aplicó continuamente a todos los valores adquiridos. Así, por ejemplo, es posible que los primeros humanos hicieran valoraciones tales como: “el otro grupo organiza la caza mucho mejor”, “este dios nuestro ya no nos escucha”, “fulano tendría que haberse comportado de otra manera”, “se ha castigado excesivamente a zutano”, “es un maestro entrenando a los niños a manejar el hacha”. Poco a poco iría apareciendo el prototipo, el héroe, la búsqueda del placer más intenso o del arte más depurado, el gusto por lo mejor en tal o cual sector de la vida. Pues bien: juzgar que algo es bueno, malo, menos malo o menos bueno requiere compararlo previamente con un modelo de bondad. Dicho modelo no pertenece al orden de lo fáctico, de lo que ya ha aparecido, sino al nivel dignificador o axiológico, es decir, del ser que está por venir, por aparecer.

 

5.6.   Grados de calidad de los valores/contravalores

 

       El Homo ha ido arrancando poco a poco a los seres su riqueza humanizadora/deshumanizadora, sus valores/contravalores. Por eso decimos que esos seres–valores o contravalores tienen grados de calidad, que van desde lo más mediocre hasta lo más sublime. La gama de intensidades que pueden alcanzar los valores/contravalores no tiene límites, y nunca llegaremos a descubrir toda la riqueza humanizadora/deshumanizadora que encierran los seres. Una vez que los valores aparecen en la historia, su riqueza valorativa aumenta a medida que van siendo sometidos a procesos dignificadores más intensos. Evidentemente, también son posibles movimientos regresivos en los valores.

      Los humanos no percibimos los valores/contravalores en su estado “básico”, sino siempre con la “graduación” que tienen. Los pasteles, por ejemplo, no son simples pasteles, sino ricos, muy ricos, sosos o repugnantes. El ser humano, en consecuencia, se humaniza/deshumaniza en los mismos grados de los valores y contravalores que adquiere. Y así, una persona es “fina” si la ropa que viste o los modales que practica son también finos; basta u ordinaria, en caso contrario.

 

5.7.   Dentro de cada una de las ocho categorías de valores es posible citar docenas y docenas de pares valorativos, además de otros muchos que no tienen nombre

 

      Hemos hablado, por ejemplo, de valores cognitivos cuando los seres alimentan o desarrollan el conocimiento del ser humano. Pero los conocimientos son al menos de cuatro tipos: conocimiento común, ciencia, filosofía y teología. Y cada uno de estos cuatro tipos tiene mil variantes. Pensemos, por ejemplo, en las especialidades científicas (biología, geología, botánica, historia, geografía, sociología, psicología, etc.); y en los apartados de cada una de estas especialidades. Ciertamente todos pertenecen a la clase de los valores cognitivos, pero cada uno tiene matices muy peculiares y diferentes a los del resto de los valores cognitivos. Y, lo que es más importante, cada uno tiene funciones humanizadoras/deshumanizadoras insustituibles por otros valores/contravalores cognitivos. La belleza, por poner otro ejemplo, se ha concretado en mil maneras a lo largo de la historia; y así, bellos son los bisontes de la cueva de Altamira, las pinturas de san Isidoro en León, las Meninas de Velázquez y el Guernica de  Picasso; bella es la noche y bello es el caminar de unos jóvenes; bellas son las Cantigas, la Divina Comedia o el Quijote. Ninguna de esas obras o seres representa en plenitud el valor belleza, sino que cada una lo hace de manera parcial e incompleta; pero también de modo peculiar e insustituible: la belleza de un soneto no puede ser suplida por la belleza de la mujer que lo recita.

 

5.8.   “Valioso” (o valor) y “válido” no son sinónimos, sino que “válido” es un estado de lo “valioso” (o valor): el estado que ha de tener lo valioso para ser aceptado por los humanos

  

5.8.1.   La validez establece el grado y la forma que ha de tener el valor en cada una de sus manifestaciones para ser aceptado

 

     Cada valor puede tener muchos grados y formas. La comida, por ejemplo, tiene multitud de variaciones en cantidad, contenido, estado, presentación, temperatura, tiempo para comerla, etc. Pues bien, la validez viene a fijar qué grado y qué formas ha de tener lo valioso (un valor concreto) para el desarrollo de la vida humana en un momento concreto. En el valor limpieza, por ejemplo, la validez precisa, en una determinada circunstancia, cuál ha de ser el grado de limpieza del cuerpo, de las calles de una ciudad, del aire que respiramos, de las habitaciones, de los zapatos, de los vasos y platos o del instrumental quirúrgico. En la libertad, por poner otro ejemplo, la validez establece, después del proceso que acaba en el "vale" o en el “no vale”, el grado y las formas que han de tener las libertades individual, laboral, de expresión y asociación, de viajar y de pensar, política y artística en cada caso concreto. El ser humano, por consiguiente, no se alimenta de valores sin más, sino que estos valores han de tener unos determinados grados y formas.

 

5.8.2.   La validez, por tanto, establece el “deber ser” de cada uno de los valores

 

       No pocos pensadores reducen el “deber ser” al ámbito de los valores morales. Y es cierto que cada persona “debe ser” justa en la medida establecida. Pero no es menos cierto que también se le marca el grado y la forma que “deben tener” el resto de sus dimensiones valorativas: sus diversiones, amores, conocimientos, comidas, compras o ventas, elegancia o relaciones con los Dioses.

 

5.8.3.   Al establecer la validez de los valores, estamos fijando al mismo tiempo el grado de desarrollo humano que ha de tener el ser humano que posee dicho valor

 

       Esto no es más que la consecuencia de la necesaria conexión que hay entre los valores y el proceso de humanización: uno se humaniza en la medida en que asimila valores. Un ejemplo: cuando el profesor de filosofía aplica al examen de un alumno el calificativo de “vale”, no sólo está dando precisión al valor del examen, sino que, al mismo tiempo, le está fijando al alumno que su grado de humanización en una parcela como es su saber filosófico es el adecuado.

 

5.8.4.   La validez no es un estabilizador definitivo de los valores, sino que está en continua renovación

 

       Un ordenador, un traje, un saber, una forma de amar, una cantidad de dinero, una organización, etc. son válidos en un determinado momento; al cabo de algún tiempo, dejan de ser válidos. La razón de ello está en que el ser humano nunca se da por satisfecho con lo que va consiguiendo, pues su ser está a medio hacer y en continuo proceso de evolución.

30 comentarios

lalo -

Aunque el de las barbas, mejor rige que rije.
Parece que ya perdí la costumbre de releer lo que firmo...

lalo -

Baldo, pues entre atinos y desatinos, y ya que estás en ese hermoso cabo, te recomiendo que pases por la calle principal de Rodalquilar (aquella del oro, ¿te acuerdas de los libros de Álvarez?) y por la mitad hay un bar que rije un ser de pobladas barbas, amante del buen rock y de las motos, y que si está de humor te prepara unos mojitos al cava que hacen que veas de color verde la línea del horizonte de esos desiertos. Incluso la del mar.
Ya lo decía alguien de aquellos tiempos: "Primun libare, deinde filosofare" o algo así.
Salud

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Baldp, me dan ganas de pasarme a tu bando, sobre todo en lo de Rouco y sus secuaces. Yo no estoy dispuesto a retirarme salvo que presentes pruebas que no sean falsables.
¿Qué hará un hombre como tú entre gatos?
Abrazos

Baldo -

Lalo, amigo. No te digo que vayas preparando una edición cuidada de los atinos y desatinos que vamos poniendo, porque las tuyas son siempre exquisitamente presentadas. Pero en la BAC no es posible, porque los amos son Rouco y sus palmeros y lo más heterodoxo que podrían publicar es el Himno de Serapión.

Baldo -

Desde el cabo de Gata, coincido con la valoración tan ponderada que han hecho Luisín Carrizo y el Casorvidense del equipamiento conceptual más que sobrado de Luisín Heredia para entender incluso el Astete.
Respecto a lo de "relativo" de los valores y contravalores, creo que es más acertado aplicarles el calificativo de "relacional". ¿Para cuántas personas es "relativo" tener dinero?
En la vida de cada uno hay tantos o más contravalores que valores. Pero la tendencia vital es a reducir lo más posible los contravalores y dignificar -mejorar la calidad- los valores que poseemos.
En el próximo ladrillo verás, Luisín Heredia, que nos parecemos mucho en los valores que todos perseguimos. Que lo de la subjetividad "relativa" es más una ilusión que la realidad.
Pitu de la Casa super viam: ¿quién es el cobarde que se retira porque está "cagao", tú o yo? El tiempo lo dirá y, por supesto, los amigos lectores del blog.

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Amigos luíses e incluso Lalo, nuestra vida académico-laboral está finiquitada, ya no filosofamos, jodemos a ladrillazos. Bueno, Baldo ya lo hacía antes, yo, menos, no alcanzo la categoría de filósofo, mas bien soy soy "fisólofo". El diablo enreda con el rabo.
LuisCa, la sentencia no tiene desperdicio, el escribidor maneja el diccionario de la Rae a la perfección. Lo que no entendi bien es a qué tipo de ralaciones viarias se refiere, ¿ Álguien lo hace por la calle? Que LuísH nos lo aclare.
Lalo, de la BAC te puedo prestar unos cuantos tochos para calzar muebles.
Os dais cuenta. Baldo al sentirse derrotado desapareció de la escena; Pedrín y FernandoA, filósofos consumados( condumidos?), ni mú. El mundo es así.
Abrazos

Luis Carrizo -

Una cosa que te quería decir, tocayo Luis Heredia: no me digas que un abogado y encima leído, como tú, tiene dificultad en comprender los ladrillos de Baldo, según los califica el Pitu, nada más que por zaherir, escudándose en que nadie sabe donde vive. Te voy a copiar-pegar aquí seguido un texto legal (una sentencia) con una literatura llena de distingos, considerandos y subdivisiones, tan escolástica y enrevesada como los textos de los maestros Chávarri/Baldo. Si en tu profesión te las tienes que ver con textos de este jaez, no puedo admitirte que tengas problemas para moverte como pezón, digo, como pez en el agua en las citadas cavilaciones. . El auto, de que forma parte el pasaje que te cito, viene originado por la alegación de quien, tras saltarse una señal de stop y ser condenado por ello en primera instancia, recurre la sentencia; ya te adelanto que sin éxito. Yo no había leído cosa tan grandilocuente desde Calderón.
“... habiendo declarado, este Tribunal, en reiteradas ocasiones que, el conductor que, por absoluta distracción no advierte esta señal —máxime si es precedida de anuncios preludiadores de su existencia— o prescinde de ella, sin observar ninguna de las cautelas que conlleva e irrumpiendo ciega e irracionalmente en la calzada principal o preferente, jerarquizada por la propia señal, incurre en la más cimera y encumbrada especie de infracción culposa toda vez que no sólo ha desatendido y desobedecido las prevenciones fijadas por la Autoridad para mejor regulación del tránsito y para la evitación de accidentes y de siniestros —y cuya significación ha de conocer forzosamente todo conductor por formar parte de las pruebas que ha de superar para la obtención del documento que le habilita para la conducción de vehículos de motor—, sino que ha introducido gravísimo riesgo en las relaciones viarias, conculcado el principio de confianza que preside e informa la circulación y que, en estos casos, emana de la habitual correspondencia entre la señal de “stop” que se encuentra en al vía secundaria con la de paso preferente que se halla en la vía principal, y mostrándose imprevisor, imprecavido, antisocial, descuidado y temerario en grado sumo y de enorme magnitud, en el que no hubiera incurrido el menos diligente y cauto de los hombres.”
Otra cosa: infórmate cerca de Pitu si cuando, escribe "Luis, cuando subas a las tierras del Norte tráete un cargamento de Xixón-a." Se está dirigiendo a tí o se está dirigiendo a mí. Porque yo voy a subir en breve a las tierras del norte y vivo a 15 kilómetros de los que antes se llamaba Jijona y ahora se conoce también por Xixona. Parece mentira que un filósofo de raíz escolástica como Pitu no distinga comme il faut.

lalo -

De acuerdo con Luis. No nos privéis, Baldo, Pitu y la compañía, de asistir a estas clases abiertas a nosotros, que no llegamos a pasear meditando estas cosas trascendentales por aquellos bosques de Caldas, ya que estábamos inmersos en un mundanal ruido postadolescente en el que todavía vivía Franco.
Seguimos siendo mayoría silenciosa, pero atenta.
Y cuando terminéis estas disquisiciones haremos un libro que nos publicará la BAC.
Salud
Lalo

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Luisín, no seas humilde. Si uno que reside en Oviedo, tal que Baldo, es capaz de meterse y meternos en esas profundidades, ¿qué no sera capaz de hacer un nativo dr Gijón, tal que tú?
Además, tú que fuiste capaz de estudiar y entender aquello de la ACCESIÓN INVERTIDA (explícalo,porfa), no puedes decir que no entiendes que los valores son como yo digo. Fácil ¿No? Los ladrillos son buenos para construir pero hay que tener cuidado no te caigan por un pié y te lo atortillen. No seas tímido y osa. Siempre estuve de acuerdo von mis alumnos: la Filosofía ¿Pa qué sirve? Pa ná, o, como dice José Luís, Piñera Baxo, pa turbarnos-más.
Primum vivere deinde, soltar ladrillos.
Luís, cuando subas a las tierras del Norte tráete un cargamento de
Xixón-a.
Abrazos

Luis Heredia -

Baldo, la ausencia de entradas no es sinónimo de dejadez ni aburrimiento sino de reflexiones. Somos muchos los que no nos atrevemos a "dialogar seriamente por escrito" como tan bien lo hacen Valdesín o Santos Suárez o Miguel Angel, Samaniego, José Luis Suárez, Luis Carrizo, Ramón Hernández o Jesusín Herrero –claro que éste toca todos los palos y da muy buenas pinceladas siempre- Fernando Alonso, Fernando Box, por poner unos ejemplos de tantos como por aquí pasan. Os leo porque es muy interesante el contenido y me encantaría reflexionar explayándome como os explayáis vosotros. Pero nada. Soy más corto aún que Llamazares, con el que estoy totalmente de acuerdo y que parece que algo de razón tiene con su contundente y precisa reflexión:¿Se reduce nuestra vida a buscar el equilibrio de los valores y contravalores en cada época de la existencia? Es lo que me descuadra. Lo que para mi es un valor, hace dos siglos ni tan siquiera se consideraba valor actitudes o principios que hoy los consideramos como tales. Incluso lo que considero yo valor no lo es para mi vecino. Me considero relativista puro por lo difícil que es ir adecuando los valores a tiempo real.

A lo que voy, que leeros es fácil, entenderos también, comprenderos, relativo, y seguiros, muy difícil porque mamásteis de la Filosofía y la Filosofía necesita de mucha reflexión y tiempo, de ahí que lo que a mi gustaría sería filosofar con vosotros pero en otros foros porque a través de la letra no os llego ni a la A.

Baldo, no desfallezcas y sigue colgando ladrillos como estos a ver si algunos llegamos a construir algo y vamos llenando algo el vacío solar que tenemos en nuestra cabeza.

Baldo -

Tienes razón por lo de las rejas, sobre todo por Rouco y por el archivescobo de Oviedo, hijo putativo de Rouco, fray Jesús Sanz, franciscano, descalzo de pies y de cabeza (así valoraba el pMaximiliano a los hijos del de Asís). Estos y sus esbirros saben dónde vivo. Y por más razobles que sean los argumentos que esgrimo, no me lo perdonarían nunca. Fíjate que tengo un artículo sobre "Una nueva visión sobre el aborto", y no lo mando a Estudios Filosóficos porque estoy seguro de que estos y otros prebostes les cerrarían la revista.

JOSÉ MANUEL GARCÍA V -

Estás muy versado y es difícil echarte la zancadilla. Si te unes a la comida que dios mediante organizará el artista Pedrín podremos hablar de lo divino y de lo humano.
En cuanto a los lectores y su participación creo que es una batalla perdida; que hablen ahora o se callen para siempre.
Ya te dí mi opinión sobre si seguir o no: e finito.
Abrazos y pon rejas en las ventanas.

Baldo -

Amigo Pitu Casorvidensis. Tu respuesta ha versado sobre los prenotandos míos, porque es un terreno que dominas. Entra, por favor en el de las tesis y ahí nos veremos las caras.
1. En primer lugar, sitúas el valor exclusivamente en la persona, en sus afecciones, y olvidas que también los seres y la relación valorativa son componentes esenciales de todo valor y contravalor. Sin chorizo de la Alberca y sin su relación de comestible eminente, tú nunca podrías relamerte con tan sabroso manjar.
2. La tesis del suidio se las trae (acaban de comunicarme que un compañero de instituto acaba de tirarse por la ventana). Pero creo que yo, basándome en Chavarri el de Ollobarren, le he dado una respuesta mejor que la que aducen los jerarcas, sus palmeros y también gentes de buena fe. Casorvidense: el quid de mi argumento es que la vida de una persona no es uniforme como una sopa, sino pluriforme y variada: vida biológica, vida psíquica, vida económica, vida cognitiva (Sertillanges, OP), vida religiosa, vida moral, vida deportiva y vida sociopolítica. Ninguna de esas vertientes de vida tiene la exclusiva de ser vida, porque todas lo son con igual derecho. Si faltara una de ellas, no seríamos los humanos que somos. Aquí está la gran aportación y originalidad de Chávarri. En en suicidio, enn la eutanasia y en el aborto se produce un gran conflicto entre la vida biológica y las demás vertientes de vida. Incluso dentro de la vida biopsíquica. En las conciencias de bastantes personas, siempre ha de prevalecer la vertiente biopsíquica. Pero en la mente de otras personas -entre las que me encuentro-, los valores, y sobre todo los contravalores, de las otras vertientes de vida pueden llegar a ser tan intensos que hacen qque la vida biopsíquica pierda el combate.
Creí, querido Pitu, que este análisis sobre la lucha que se produce dentro de la vida entre sus vertientes iba a despertar enconados defensores y no menos enconados detractores. Mi tesis -con la que Eladio no está de acuerdo, a pesar de que sigo escrupulosamente su sistema- no ha recibido ni la más mínima atención por parte de los lectores, si es que ha habido alguno. Y es una tesis novedosa y de alguna manera revolucionaria. Por eso creeo que andar a la caza (venatio aristotélica), lo mejor es dejar de publicar estos ladrillos en el blog. ¿No te parece, Pitu amigu?

Baldo -

Eximio doctor Casorvidensis. Te contesto con tres prenotandos y con algunas tesis desordenadas.

PRENOTANDOS

1. Nos pillas a Julia y a mí en autocaravana por tierras de Alicante. Ayer comimos con Luis Carrizo y Blandine en su casa y hoy lo hemos hecho en un restaurante alicantino. Esta situación de turismo caravanero me impone muchas limitaciones en el debate contigo, como, por ejemplo, no tener a mano el Corpus Aristotelicum en lengua vernácula, sobre todo los Analíticos Posteriores, donde te iba a dar a matar con demostraciones propter quid. Además este sol y esta temperatura veraniega invitan a pasear por la playa más que a especular cosas sin sustancia, como son éstas.

2. Tu mayor equivocación siempre ha sido en haber tenido toda tu vida como libro de cabecera “el Manser, OP” (“La esencia del tomismo”). No sé si lo utilizas para elevar la almohada o para ilustrarte, pero no deja de ser un ladrillo indigesto y pernicioso para tu mente.

3. Con Parménides has tenido una larguísima y tormentosa relación. “El ser es el ser y el no-ser es el no-ser; y el ser no puede ser el no-ser, ni tampoco el no-ser puede ser el ser”. Esto te ha absorbido por completo el seso y no te importó que Aristóteles lo resolviera con la potencia. Tú, erre que erre al deterioro del seso, aunque no tuviera potencia.

ALGUNAS TESIS

1. Los valores no pertenecen a la categoría de sustancia ni a la de cualidad, sino a la de RELACIÓN (pros ti, que diría Aristóteles, es decir, orden a otra cosa). En toda relación hay dos términos, una relación y un fundamento de la misma. Los cuatro integrantes son necesarios y suficientes. Según eso que dice Aristóteles, sin personas o sin seres, o sin enlaces entre ambos, no puede haber relación valorativa, o, para simplificar, valores ni contravalores. El valor es una relación y no está sólo en las personas, ni sólo en los seres enlazados con las personas, sino en los dos a la vez, como está explicado en el tema. En fundamento de la relación valorativa es que esos seres son capaces de desarrollar las múltiples y variadas vitalidades humanas. Si lo hacen, son valores; si no, contravalores. Una piedra no puede ser un valor para el estómago humano, porque no tiene bases para ser digerible.
Si encuentras a tu amigo Manolo García Morente por el muro de la playa de Xixón, dile que los valores no son afecciones subjetivas que después se proyectan sobre los objetos como valores. Porque si así fuera, dile que proyecte la impresión que le produce la ingesta de chorizo de Salamanca sobre excrementos o cucho de vaca para ver si, comiendo ésta, le sabe al valioso manjar de la Alberca.

Dile también a Morente que el placer o satisfacción que nos producen los valores no es el constituyente de los mismos, sino una consecuencia de los valores ya constituidos. En efecto, el valor hace que el ser humano tengo un “buen-ser” (cada vez mejor), y el “buen-ser” produce “bien-estar”, agrado, satisfacción o deseo.

2. Creo que es más acertado calificar a los valores de “relacionales” que de “relativos”. Esta última denominación indica capricho, entre otras cosas. Y no hay nada menos “relativo” que las “relaciones” matemáticas.

3. Lo mismo que hay una simetría inversa entre el valor y el contravalor, también la hay entre el ser y el no-ser respectivos. El no-ser no es la negación del ser en general, sino de un ser determinado. Así, por ejemplo, la imprudencia es el no-ser de la prudencia. Pues bien, ambos, ser y no-ser- pueden ser valores y contravalores. La mentira (no-ser de la veracidad) puede ser un contravalor si engañas a Pili con Garzo o Pedro, pero es sin duda un valor en el juego del mus. Algo similar puede decirse de la pereza.

4. Me alegro que me hagas la pregunta de cómo conceptualizo el suicidio, eximio doctor Casorvidense. Ya sabes por varios temas, que la vida humana es variada, pluriforme. Chavarri distingue ocho vertientes vitales. Todas son igualmente vida y ninguna de ellas por separado copa la totalidad de lo que es la vida. No se puede identificar, por tanto, “vida humana” con “vida biopsíquica”, que es sólo una vertiente de la vida. La pluralidad y variedad de ocho vertientes vitales/mortales y de sus respectivas ocho dimensiones valorativas nos impiden considerar humana o inhumana únicamente a una pluralidad de pares valorativos pertenecientes a la vertiente vital biopsíquica orgánica. A pesar de la inmensa riqueza vital que esta vertiente vital representa, sólo representa una mínima parte de las todas las vitalidades del hombre.

En el suicidio, como en la eutanasia y en el aborto, lo se ha producido es un conflicto entre algunas vertientes vitales y la vertiente vital biopsíquica. Los enfrentamientos entre, por ejemplo, entre la vertiente vital religiosa y la vertiente vital biológica también han sido frecuentes. Y, no pocas veces, la que ha llevado las de perder ha sido la vertiente vital biológica y sus dimensiones valorativas. Mártires que han sido asesinados o que han ofrecido su vida biológica en aras de su vida religiosa fueron y son ensalzados como héroes a los que se invita a seguir. Las guerras de religión, la guerra justa y la justificación de la pena de muerte son otros casos de lucha entre dimensiones valorativas o sus valores y en las que la vertiente vital orgánica o biológica ha sido aniquilada en aras de valores religiosos, éticos, económicos, sociopolíticos, …

5. A lo de Casorvida como valor absoluto, ya te contestaré cuando esté en Almería, siempre que entres al trapo.

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

José Luís, como que no quiere la cosa metes cozaña con pregunta fácil de explicar para cualquiera de la Aldea Global que no sea yo. Te la reboto y se la reboto a tanto filósofo agazapado. Pero creo que lo que a tí te excita no son las turbaciones sino el que haya quedado meridiano en qué puesto de la tabla de valores ha quedado Piñera; alto, sin duda, pero algo más bajo que...Éste podría ser un ejemplo del relativismo, para mí tu Piñera del alma es muy guapo, tiene muy buena gente, pero no llega a la estima que le tengo a mi aldea, que no tiene mucho de qué presumir, bueno, salvando lo presente modestia a parte; era cosa de mi abuela.
Porqué será que me alegra mucho que escribas y comuniques; me caes bien, propiedad intrínseca, valor, quizás, de los "Piñerenses".
Ahora que murió el poeta y cantautor L. Cohen puedes ilustrarnos con algo de lo que tienes guardado en el cajón. De paso te dejamos que medies en este diálogo de besugos que tenemos sobre no sé qué cuestión trascendente, según se mire. No sé porqué se empeñan en discutir, saben perfectamente que lo que yo digo va a misa (alguna vez); mayor actitud democrática ni la americana.
Abrazos, incluso para los que disienten.

José luis suárez -

A mi edad ya no soporto más-turbaciones intelectuales.
Para Ramón y el Pitu: ¿por qué el Universo se empeña en existir?
Vuestras especulaciones (la realidad vista a través de vuestro espejo) me divierten mucho. Así que, además, estáis
haciendo una obra de misericordia...

Ramón Hernández Martín -

José Manuel, a bote pronto te diré que se puede pensar razonablemente que la contraposición de las teorías creacionista y evolucionista para explicar el Universo es ficticia, falsa. Lejos de ser excluyentes como teorías, pueden armonizarse y complementarse. Desde luego, si se quiere partir del Big Bang, uno debe preguntarse por la naturaleza de lo que explotó en el momento cero, dándose incluso la posibilidad de que ello fuera, a su vez, condensación de un universo anterior. La búsqueda del Ser consistente, el existente per se y que da razón de sí mismo, nos lleva a la consideración del Universo como ser contingente. En fin, divertidas elucubraciones que imponen la conclusión de que este mundo ha salido de algún sitio, pues está ahí y nuestra curiosidad trata de buscar una explicación a ese hecho. Si se prueba que el Universo se explica realmente por sí mismo, entonces me daría lo mismo decir que el Universo es Dios que Dios es la Trinidad del Credo cristiano.

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Ramón, "me se" olvidó preguntarte ¿Cómo te llevas con los creacionistas?

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Ramón, ¿Cómo es posible que uno que vive en Mieres (la vaca es de donde pace no de donde nace, con perdón) se ponga del lado del Villaquejidense? Mieres, aunque tú no lo sepas ni lo admitas, es un arrabal de Casorvida y, si me apuras, una extensión de PiñeraBaxo. Mogarraz en lo único que supera a Casorvida es en el cerdo, ese que pide por las casas.
Dicho eso, ya me desnudé diciendo que estoy poseído por el contravalor de la Pereza lo cual me inclina a mantenerme panza arriba. Hago un esfuerzo para contestarte.
¿Tú crees que las manzanas de Mogarraz tienen el mismo brillo y sabor que las de Casorvida (malas como ellas solas)? No te quepa la menor duda que la preferencia por unas u otras estará en función de dónde, cómo, cuándo hayas nacido o vivas. Yo, por ejemplo, prefiero las de Lérida.
¿Cuándo vas a la nevera eliges pera o manzana en función de su valor o en función de tus apetencias?
Para reafirmarme en la tesis de que los valores son relativos suscribo las palabras de García Morente en sus Lecciones de Filosofía : “ Puesto que los valores no son cosas, ni elementos de las cosas, entonces los valores son impresiones subjetivas de agrado o desagrado, que las cosas nos producen a nosotros y que nosotros proyectamos sobre las cosas. Se ha acudido entonces al mecanismo de la proyección sentimental; se ha acudido al mecanismo de una objetivación, y se ha dicho: esas impresiones gratas o ingratas, que las cosas nos producen, nosotros las arrancamos de nuestro yo subjetivo y las proyectamos y objetivamos en las cosas mismas y decimos que las cosas mismas son buenas o malas, o santas o profanas".
Pienso que las personas construyen su tabla de valores en función de sus experiencias, de su educación, de su mapa mental, de su ámbito cultural, de su … Podríamos hacer una larga lista de valores que, en teoría, serían básico y trascendentales pero que, sin embargo, no suscitan la misma valoración, ni la misma actitud, ni la misma conducta. Tolerancia, solidaridad, lealtad, amistad, etc. Son ideas, pensamientos, sentimientos que surgen en las personas en función del dónde, cómo y cuándo. En el grupo, en la ciudad, en la organización los valores son una especie de marco de comportamiento que dependen de un doble proceso, dependen del input y el ouput, se alimentan y se retroalimentan dependiendo de la naturaleza de la organización, de sus objetivos, de sus integrantes, de su cultura. Por ello los valores y su ordenamiento cambian a lo largo de la historia. Tengo la impresión de que cuando nacemos no portamos ningún gen que determine qué es lo bueno y lo malo, lo correcto o incorrecto. Esa determinación va a depender de padres, escuela y sociedad o grupo. Los valores, creo yo, varían según individuos, familias, grupos. Esto es lo que nos lleva a enarbolar pancartas, escritos, demandas, pidiendo una buena educación en general, una buena LEY DE EDUCACIÓN en particular y un buen gobierno.
Para acabar el alegato, creo que los valores no son cosas, no son seres, sino que las cosas, los seres, adquieren valor en función de múltiples variables. El valor es algo que agregamos a las características de los objetos o personas. Dicho de otro modo, el valor es una cualidad que los individuos y/o grupos atribuimos a los seres. Dependiendo del valor que les asignemos las cosas serán más o menos estimadas, preferidas. Si no hubiera un ser inteligente que pensara las cosas, no tendría sentido hablar de valor. Una vez que las pensamos el valor se hace inherente a las cosas, pero, dependiendo de cómo, cuándo y quién las piense el valor es distinto. Conclusión: Los valores son relativos, salvo que todo el mundo haga caso de lo que yo diga y piense como yo, que es como debería de ser. Esta actitud, creo yo, sí que es relevista.
¿A quién preferimos a la Hilary o al Trump? Quizás sean valores predeterminados en cuyo caso da igual pero, claro, si fuera así ¿Por qué demócratas o republicanos? La respuesta quizás sea que Hilary no ganó porque cayó y se dio un Trump-azo.
¿Alguien sabe porqué me meto en estos berenjenales? Por favor, contestad.
Haced y pensad lo que os dé la gana pero, por favor, pensad bien de mí, lo necesito.
Abrazaos
P.D. 1. Ramón, como ves tú también me excitas.
2. No se te ocurra ir a Casorvida a robar manzanas como hizo uno de Piñera con las ciruelas. Los lugareños valoran mucho sus cosas. Si los valores no son relativos entiendo que los de Mogarraz también valorarán mucho nuestras manzanas.

Ramón Hernández Martín -

José Manuel, te respondo con gusto y humor: "¡sí señor, a tus órdenes!", pero no sin subrayar que los valores no tienen nada de "relativos". Son "seres" y, en cuanto tales, "sustantivos". Seres que se definen como "valores" cuando favorecen la vida humana y como "contravalores" cuando la deterioran. Que una manzana sea sabrosa y nutritiva, que tenga un color bonito, que se venda en el mercado o que sirva de pelota para jugar (valores) no depende en absoluto de ningún estado de ánimo. La muerte, aunque sea deseada (eutanasia) y buscada (suicidio), es un contravalor absoluto y definitivo porque liquida la madre del cordero, es decir, el proceso vital. Y la "nada" es solo un concepto dialéctico del que nos servimos como punto de apoyo para clarificar estructuras mentales. Quede bien sentado que cuando, refiriéndome a ella, digo "es" no le atribuyo ninguna entidad por su condición dialéctica de total negatividad de ser. Por eso creo que ni Dios mismo puede crear o sacar nada de la nada (supuesto lugar dialéctico) ni reducirlo a ella, entendiendo que la creación es un proceso de comunicación entitativa de Dios que concluirá en Él mismo: el mundo ha salido de Dios y está retornando a Él. En fin..., recreación mental de poder moverse por el fondo esclarecido del mar, como me parece que hace Eladio con su magistral concepción de los valores. Por lo demás, "¡vivan nuestros hermosos pueblos!".

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Ramón, los valores son cuestión relativa, son lo que yo diga, no hace falta que hablemos más sobre la categorización de los pueblos.

Ramón Hernández Martín -

Ante todo, confesaré que la primera parte del comentario de José Manuel me ha provocado una larga carcajada. Muchas gracias. Dicho lo cual, dejo para Baldo una posible respuesta meticulosa a los dilemas que plantea al final, cuya respuesta me parece muy fácil, pero no sin testimoniar que el pueblo que aspira con más méritos a ser valorado como "aldea global" es Mogarraz, uno de los más bonitos de España y del mundo según certifican los expertos, por más que, viviendo en Mieres, tenga más a mano a Casorvida, aunque, de tirar para ese lado, antes me iría a Congostinas, donde ahora acaban de encumbrar o consagrar un gran valor, o a Piñera d´Abaxo, donde la amistad y la poesía, que son grandes valores, se ven crecer.

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Amigo Baldo, cuando me citas no sé si lo haces para incitarme o para excitarme; apostaría que lo haces para meterme al ruedo, incitarme, pero consigues el otro efecto, excitarme, y vaya si me excitas, me pones de una leche que no te lo puedes ni imaginar. Y no es porque coma seres, que lo hago, sino porque como no seres, contravalores. Debe ser por eso que me encuentro poseído por una gran pereza mental;, dando por hecho que la pereza es un No Valor. He leído tu escrito, entero, de arriba abajo, pero, y aquí viene mi pereza, no me siento con fuerzas para releerlo, procesarlo y criticarlo como se merece.
Decir que nos alimentamos de seres supone un arranque fuerte, “incitante”; nunca, cuando comía, me había planteado que estaba cepillándome seres; ahora, gracias a ti, lo pienso y me freno. Por cierto, cuando como mi chuletón ¿Qué como? ¿Un ser entero o un cayo de trozo del buey, ser del que se sacó el chuletón? Lo que no me queda claro es si los contravalores son digestos o indigestos; quizás sean lo segundo y eso explicaría que yo tenga tan malas digestiones, me “jarto” de contravalores y eso no debe ser bueno para el Mi Ser.
Dicho lo cual, Baldo, has colocado tanta carne en el asador, has puesto un tema de tanto calado sobre el tapete que habría que sentarse con tiempo y muchas ganas para darte caña, pero ya te dije que me domina el contravalor PEREZA. Dice mucho a tu favor que, en los tiempos que corren, te preocupes y escribas de cosas tan sesudas. El tema de los valores es de los llamados “transversales” y, cabría añadir “intemporales. No hubo, ni hay tiempo ni lugar que no haya tratado y se haya planteado el tema esta cuestión. Por ello no encontramos muchos que hayan provocado tantas interpretaciones: subjetivismos, objetivismos, relativismos, aprioristas, empiristas, racionalistas, emotivismos, etc. Si tuviera que poner adjetivos a tu teoría y, por supuesto, sin más ánimo que el crítico, diría que es sustancialista- categorista -apriorista; hablas del valor como una cualidad de los seres que los hace merecedores, en ABSOLUTO, de mayor o menor estima. A esto subyace la idea de que los seres, las cosas, no sólo difieren en cantidad, sino también en cualidad, en excelencia, en valor, en definitiva. El valor sería, yéndonos al amigo Aristóteles, uno de los géneros de la categoría de cualidad. En esta línea estarían el Bonum, el Verum y el Pulcrum. El valor designa un carácter de las cosas que las hace merecedoras, en absoluto, de mayor o menor estima. A priori afirmas que “los valores son los seres” . ¿Qué son los contravalores? ¿No seres? Si así fuere ¿Cómo entran a formar parte del universo mental del hombre? A lo largo del desarrollo del tema observo que el apriorismo se manifiesta como una posición intermedia entre racionalismo y empirismo. Cabe entenderlo como una intermediación entre racionalismo y empirismo. Tus aseveraciones parecen más fruto de la razón que de la experiencia pero no renuncias a ésta.
Te voy a plantear tres cuestiones, la tercera no menos importante que las dos primeras.
1ª. ¿Cómo conceptualizas el suicidio? Si la vida es el valor por antonomasia ¿renunciar a ella es un contravalor? Pero cuando el suicida decide poner fin a su vida ¿No está considerando como un valor mayor el quitarse la vida? Esto me lleva al RELATIVISMO, es decir los valores no son absolutos, no son categorías, sino que son relativos; dependen del estado metal, emocional, social … de cada individuo. Para el suicida debe valer más NO VIVIR que vivir la mierda de vida que se le presenta. ¿Se equivoca?
2ª. Si los valores son seres y los contravalores también ¿Cómo se puede explicar que el ser sea “verum et bonum”? Si el ser es un valor en sí mismo ¿Es la Nada de PEDRÍN un contravalor? Si así fuera concluiríamos que la NADA ES, lo cual nos llevaría a una contradicción, o no.

3ª. ¿Cómo es posible que aún haya gente que no valore como un bien absoluto, categórico, sustancial, trascendental, a Casorvida? ¿Será que no lo conocen? ¿Será que no se fían de la experiencia ajena? Si así fuere ¿A qué esperan para ir a conocer la Aldea global? Se morirán sin VALORAR EL VALOR.
Voy a dejar este rollo para evitar que los cientos, miles, cienmiles de lectores que tiene el Blog se vayan ahuyentados a ver lo de las elecciones americanas que no tienen ningún valor.

Soy consciente de que hay mucha tela que cortar y a mí me faltan tijeras y a ti te sobra tela. Saldrán más sastres con buenas tijeras e intenten hacerte un traje.
Como todos somos seres buenos, guapos, ricos, listos y … valorémonos con juicios sintéticos a priori y analíticos a posteriori. Pensaba que hablaba de mí, yo mismo.

Baldo -

Luisín Carrizo. Has leido, aprendido, asimilado, interiorizado y dominado esos doscientos folios (que, por cierto, sólo me habéis pedido Fernando Alonso y tú, a pesar de que son gratis). Chávarri te hubiera puesto un 9,999999999901 de calificación. Ya puedes dar conferencias sobre los valores y contravalores por todos los ateneos de Alicante. Eso sí: espera a recuperarte de la operación de cataratas que van a hacerte mañana. Esta operación tendrá muchos valores y contravalores. ¿Alguno de los lectores se imagina cuáles? Que todo te salga a pedir de boca y podamos decir: ¡vale! (refiriéndonos a la validez, naturalmente).

Luis Carrizo -

Me parece que era un compañero de mili tirando a volteriano quien solía declarar: "qué ganas tengo de que sea domingo pa ir a misa". Yo tenía ganas de que fuera domingo para sentarme un rato ante el ordenador y acercarme hasta esta orilla del mar de Tiberiades en que Baldo últimamente nos ilustra con sus filosofías y nos conmina, dando nombres y apellidos (a veces,también, información "sensible") a participar con nuestros comentarios. Yo no me puedo negar porque soy uno de los aludidos y porque sé que sabe dónde vivo; pero, sobre todo, porque su trabajada y bien expuesta disertación sobre la doctrina de los valores y contravalores de E. Chávarri lo merece. Quiero decir que lo merece per se.
Yo puedo afirmar, así de entrada, que este verano me he leído los casi doscientos folios que conforman la citada disertatio. He tenido ese valor. Y a pesar de que el poso de mis estudios de filosofía solo me alcanza a estas alturas para poco más que escribir "per se", puedo también asegurar que entendí casi todo lo que allí se exponía. Seguramente que porque está expuesto de forma muy didáctica.
Como de la doctrina del acto y la potencia también me acordaba algo comprendí sin demasiados problemas la afirmación de que la potencia del hombre es infinitamente mayor que su acto y -en consecuencia- que la experiencia humana está siempre abierta, inacabada, y que "es un horizonte". Resalto este punto trascendental porque a mí me resulta especialmente reconfortante este planteamiento y esta consideración del hombre andando siempre hacia un horizonte de superaciones y que conecta sin solución de continuidad con la metahistoria (la vida tras la muerte), porque mantiene al hombre en una tensión de perfeccionamiento inacabada. Este planteamiento me resulta absolutamente ilusionante y además absolutamente lógico. Lejos de esa fúnebre teoría de la cuesta abajo, tan común entre los viejos, a la que justamente me referí no hace mucho en una de mis intervenciones en el blog, antes de leer a Chávarri/Baldo.
Por lo demás, las acotaciones de Ramón Hernández me han parecido superiores.

Ramón Hernández Martín -

La sorpresa de Llamazares me lleva a la trascendencia teológica de la siguiente consideración: la gracia es un valor y, lógicamente, el pecado su correspondiente contravalor. Que la gracia sea un valor es una mina de la que pueden extraerse jugosas consecuencias para la vida del creyente que no es preciso exponer aquí. Pero que el pecado sea un contravalor redimensiona de tal manera la cosa que lo concebido como "ofensa divina" se achica a su mera dimensión humana, se ahoga en el juego de lo humano y queda desconectado por completo del imaginativo escenario de las terribles postrimerías, esas que, al decir del mismo Eladio, describieron los teólogos medievales con tanto lujo de detalles sin saber absolutamente nada al respeto, pues, en relación al más allá de la muerte, solo nos alienta una "esperanza radical" en que Dios nos regalará una forma de vida que nadie es capaz de imaginar. Que en todo pecado vaya incluida la correspondiente penitencia es un dicho popular sabio que ilustra perfectamente la condición de "contravalor" del mismo. De todo ello se deduce claramente que infierno y purgatorio son categorías intramundanas que solo tienen entidad efímera en la vida de cada cual. De ahí mi convicción profunda de que no hay pecado que trascienda ni siquiera la atmósfera, pues el pecador, al pecar, solo se daña a sí mismo y a quienes están a su alrededor.

Baldo -

A Ramón.
Aunque he procurado facilitarlo al máximo con títulos y subtítulos, con párrafos cortos y con el método Astete, que diría Santos Suárez Santamarta, reconozco que el tema es más difícil de admitir que de entender, porque cambia la visión secular que se tiene de los valores, tanto a nivel común como especializado, y eso nos cuesta a cualquiera. Yo esperaba que suscitara más polémica, pero no ha sido así. Ni el Casorvidense, ni Jesusín Herrero, ni Luisín Heredia, ni Fernando, ni Carrizo, niotros muchos han entrado a la polémica.
A LLAMAZARES.
Para Chávarri, eso es exactamente la vida. Lo que sucede es que es muy compleja esa asimilación, como podrás ver un atisbo de ello en el próximo tema sobre "la sociedad de consumo", que prometo, para descanso de los lectores del blog, que será el último.

Llamazares -

Me ha llamado poderosamente la atención que para los autores del artículo la vida de cada uno consista simple y llanamente en la adquisición, aumento, disminución o pérdida tanto de valores como de contravalores. ¿Es así?

Ramón Hernández Martín -

La lectura comprensiva de un texto como este es exigente y difícil, amigo Baldo, pero, tras asimilar la clarividencia que Eladio tiene del ser humano y descubrir la armonía de todas sus dimensiones constructivas, el resultado -tal me parece- es la contemplación de un hermoso paisaje o, mejor aún, la iluminación de las insondables bellezas del fondo del mar.
Me quedo con la imagen del hombre “devorador de valores”, de cada uno de ellos en su correspondiente función enriquecedora, y con la atractiva perspectiva de la "dignificación" (evolución irrenunciable) o del deber de ir creciendo en "humanidad" en todos los ámbitos o dimensiones. Desde nuestros orígenes estamos sometidos al gran reto de vivir, fundamento de todo posible desarrollo. El optimismo radical que debe impulsarnos siempre proviene de saber que hoy somos mucho más que lo que fueron nuestros antepasados, pero mucho menos que lo que serán nuestros descendientes.
Hay otra contemplación que me resulta muy gozosa y que, cual flor del desierto, nace hermosa en la aridez aparente de estas exposiciones: el convencimiento de que uno es grano de arena de una magnífica playa o gota de agua de un inmenso océano; de que uno forma parte de un engranaje que da sentido a su vida y de que, en el difícil caminar que es la vida, con tantas dudas, frustraciones y desalientos, cuenta con un atractivo modelo, tan realzado por Eladio, como es el Jesús de los Evangelios. Tras haber logrado leer cuanto precede, no podremos pensar ni mucho menos decir que no sabemos quiénes somos o qué hacemos aquí o hacia dónde caminamos.
Por lo demás, amigo Baldo, subrayo el contenido de tu propio comentario y me uno a los sentimientos que en él expresas.

Baldo -

Por lo poco que me toca de la autoría del artículo, se lo dedico a Marga y a Isidro. Ellos compartieron, adquirieron, construyeron y se regalaron muchos valores de calidad; y se orientaron a horizontes de mayor dignidad de esos valores. Pero el máximo contravalor -la muerte de Marga- clausuró este proceso de contrucción de vida en común.
Deseo y espero, amigo Cicero, que tengas fuerza y saber para encajar en tu nueva vida ese terrible contravalor que ha sido la muerte de tu amada Marga. Baldo