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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

ISIDRO CICERO ESCRITOR Y PERIODISTA

ISIDRO CICERO ESCRITOR Y PERIODISTA

«Subirachs llegó a su cumbre en La Virgen, no en la Sagrada Familia»

Publicado hoy en el Diario de León.

http://www.diariodeleon.es/noticias/afondo/subirachs-llego-cumbre-virgen-no-sagrada-familia_1188637.html

ana gaitero I león

El clima seco de León trajo a Isidro Cicero, en 1960, al internado de los Dominicos. Su familia eligió La Virgen del Camino porque el chico padecía asma y el ambiente era más saludable para sobrellevar la enfermedad. De esta manera se convirtió en testigo de excepción de la obra del santuario de La Virgen. Medio siglo después vuelve a hacer justicia con un monumento que aún espera ser declarado Bien de Interés Cultural con su libro Virgen del Camino. Enclave de misterios. Debutó como escritor con un libro pionero sobre maquis, Los que se echaron al monte (1977), y luego se adentró en la literatura infantil con Historia de Cantabria contada para niños (1979). Periodista y redactor jefe en Alerta, transitó a la otra orilla del periodismo con cargos de comunicación y jefe de gabinete del presidente del Parlamento de Cantabria.

—Ha tardado nueve meses en dar a luz esta obra. ¿Cuándo empezó a escudriñar los enigmas del santuario?

—De pequeño, cuando estábamos en el colegio. Estaban los dos artistas (Coello y Subirachs) y tuvimos ocasión de hablar con ellos, pero sobre todo con el grupo de frailes dominicos con los que ellos vivían y eran nuestros profesores. Era tan novedoso, atractivo y especial que a mí me suscitó muchos interrogantes y curiosidad. Las preguntas fundamentales me las resolvieron entonces.

—¿Qué preguntas se hacía aquel chico de 12 años?

—La primera era si aquello era una iglesia o no. No parecía una iglesia del todo, era una iglesia rara, extraña. Hay que pensar que yo venía de un pueblo pequeño de Liébana donde hay una iglesuca pequeña y muy sencilla. Que te explicaran el significado de las cosas fue una experiencia inolvidable.

—¿Qué les desvelaron?

—Por ejemplo, el significado del Cristo de Subirachs, el del salmo 121. Nos explicaron que este Cristo representaba el sufrimiento del siglo XX, de los campos de concentración nazis, de la guerra... Subirachs dio forma a tanto dolor como refleja ese Cristo. Él había asistido a bombardeos de niño. Otros símbolos como el palíndromo EVA-AVE grabado en las puertas, que es la clave del santuario pues divide la humanidad en dos etapas fundamentales a través de dos mujeres: Eva y la virgen. Eva trajo el mal al mundo y Ave lo borra. La serpiente que simboliza el mal está en relieve cuando está con Eva y en bajorrelieve cuando está con Ave.

—Con el tiempo descubrió muchos más. Su libro registra 140 enigmas. ¿Cuáles son los que más le cautivan?

—Tres que además he descubierto recientemente. Son las esculturas de Mateo, Santiago el Menor y Santiago el Mayor.

—¿Qué tienen de especial?

—Santiago el Mayor está construido con 8-10 conchas. Eso lo habíamos visto siempre. Lo que no había visto es que lleva la cruz de Santiago en el pecho, la misma que lleva Velázquez en Las Meninas. Cuenta una leyenda celta que cuando llegó el apóstol en barca a Padrón se desataron tales fuerzas que un hombre que iba a caballo para casarse saltó al mar y desapareció. De repente aparece recubierto de conchas. Subirachs, que más bien agnóstico, se presentó al concurso con un proyecto llamado Pentecostés, pero él no sabía mucho de religión así que se pasó cuatro meses viviendo con los frailes. Todos los días bajaba a la Catedral a ver las esculturas de los apóstoles. A Mateo le recrea de acuerdo con una costumbre de los dominicos de la cena de Nochebuena en la que se lee la Genealogía de Jesúscristo según san Mateo. Le importa mucho la humanidad de Jesús y su relación con otras creencias. Y Santiago el Menor tiene la cara distinta a los demás, siguiendo esa tradición que cuenta que era el hermano de Jesús.

—El santuario todavía no es bien de interés cultural. ¿Qué le parece?

—La Junta está en ello. Con título o sin él es un bien cultural como una catedral.

—¿Qué sugiere hacer para que sea más reconocido?

—Sembrar conocimiento. Como digo en el libro, la emoción de comprender es la clave para la divulgación y valoración de este edificio que es el único ejemplo de arquitectura vanguardista y arte del siglo XX en el Camino de Santiago.

—¿Esa falta de reconocimiento tiene que ver con la incomprensión desde su construcción en los años 50-60?

—Al principio chocó mucho. A la gente que venía de noche en coche por la carretera de Astorga, los apóstoles les semejaban la visión de unos fantasmas; otros decían que eran tiburones falangistas y que el Cristo de Subirachs quitaba la devoción. Les parecía demasiado extraño y además se sabía que era el empeño de un multimillonario, lo que generaba más desconfianza. Lo cierto es que inaugura una nueva era en el arte del Camino.

—Dice que representa las ideas del Concilio Vaticano II. Sin embargo, cuando se inaugura no se había celebrado.

—Efectivamente, se celebró después pero las ideas del concilio venían luchando por hacerse hueco desde mucho antes, desde el principio del siglo XX. Y los dominicos tuvieron mucho que ver a través del laboratorio de pensamiento de Le soulchoir (La Salceda) que fundaron en Bélgica tras ser expulsados de Francia. Tuvieron muchos conflictos con el Vaticano porque sus ideas eran inadmisibles. De ahí salió la revolución que cuajó en el Concilio Vaticano II.

—¿Cómo fue elegido Francisco Coello de Portugal como arquitecto del santuario?

—Al principio, las obras estaban en manos de Torbado, pero no acababa de cuajar aquello. A don Pablo le gustaba mucho el colegio de los Dominicos, que también hizo Coello, y cuando retiraron a Torbado fue un constructor asturiano quien les dijo: «No busquen más, tienen al arquitecto en casa». Coello tenía una gran formación de la Escuela de Arquitectura de Madrid y era dominico.

—¿Estaba influido Coello por la corriente francesa?

—Él dice que la primera idea se la dio la virgen. Dice que tuvo una iluminación y vio reflejada la obra en un sepulcro con una cruz. A partir de esa idea se desencadena todo. Los dominicos franceses tenían la revista L’art sacré desde la que se llamaba la atención sobre el hecho de que , en el siglo de mayor producción y calidad del arte, la iglesia estaba haciendo cosas anodinas, de mal gusto y sin espíritu después de haber sido durante siglos la gran mecenas y promotora del arte. Desde esa revista se alentaba a que la iglesia diera libertad a los artistas y los protegiera para que su arte también pasara a la historia. En Francia se hicieron muchas cosas, pero en España no se hizo nada hasta el santuario de La Virgen del Camino.

—¿Pablo Díez entendió el proyecto siendo como era un hombre conservador?

—Si le dejan a él probablemente hubiera hecho el tipo de iglesia que hizo en Vegaquemada, su pueblo. Pero hubo un ensamble de intereses. Don Pablo quería hacer lo mejor y se asesoró y escuchó. Tuvo sus dudas y recibió presiones. Coello viajó a Alemania y a Francia y vio estaban reconstruyendo lo destruido en la guerra. Munich era una escombrera y empezaron a levantar sinagogas e iglesias con un nuevo estilo, con el arte del siglo XX. Y eligió el camino marcado por los dominicos franceses: utilizar el arte de hoy para expresar las ideas de siempre. Don Pablo lo aceptó pero recibido muchas quejas y protestas, decían que era una nave como las que había en el pueblo para el ganado. Eso sí, lo vio demasiado sencillo y austero y fue cuando Coello le plantea embellecerlo con los mejores materiales.

—Entonces se convoca el concurso para decorar la estructura.

—Sí y el resultado final es un prodigio, una maravilla. Coinciden en las esculturas y las vidrieras tres artistas: el escultores Subirachs y los pintores Ráfols Casamala e Iturgaiz. Al igual que Coello, eran muy jóvenes o estaban en etapas decisivas de su vida artística como es el caso de Casamala, pintor que estaba transitando del figurativismo al abstracto. La gran vidriera de 105 metros cuadrados, en la que se materializa el mensaje de vida del santuario, representa ese momento del artista. Mucha gente, inluso su familia, desconocían que este pintor tiene obra en León.

—Coello y Subirachs eran muy jóvenes. ¿Se consagraron aquí?

—Coello hizo muchas más iglesias pero siempre repitió el mismo esquema. Y muchos pensamos que Subirachs llegó a su cumbre aquí, no en la Sagrada Familia. A partir del santuario, lo que hace es repetición o empeoramiento.

—¿Se va a traducir el libro a otros idiomas?

—Ya las hay, aunque no se han publicado. Se ha traducido al francés, al inglés y al catalán, precisamente por la presencia de estos artistas tan importantes y tan reconocidos en Cataluña y fuera de Cataluña.

—¿Qué espera que aporte al santuario esta obra?

—Que emocione a través de su conocimiento y de esta forma sea valorado como se merece: como una pieza única del siglo XX en el Camino de Santiago. Es también una forma de agradecimiento a los dominicos que lo mantienen y al benefactor, don Pablo Díez y su esposa doña Rosario Guerrero.

—¿Quedan más enigmas por desvelar en el santuario?

—Hay algunas inscripciones arameas y otras escrituras antiguas que no he podido descifrar. También hay signos egipcios de vida y muerte que tampoco he descrito. Y en las esculturas de los apóstoles quedó por desvelar una curiosidad en el caso de Santiago el Menor. Todos los apóstoles llevan el instrumento de su muerte. Lleva una piedra debajo del pectoral de obispo, que es símbolo del templo de Jerusalén. A este apóstol le tiraron desde la terraza de este templo, pero no murió. Le mataron después con el palo de abatanar la lana, que también lleva. Curiosamente, en León he visto que aún se conserva la tradición de varear la lana.

—¿Fue un error derribar el viejo santuario?

—No lo creo. He visto en México la vieja basílica de Guadalupe y la nueva. Pablo Díez podía haberlo hecho. Pero, ¿para qué dos santuarios? No tiene sentido. Tanto Subirachs como Casamala evitaron duplicar los símbolos, con excepción de la aparición al pastor que está en las esculturas de Subirachs y una vidriera de Iturgaiz y también en el retablo. En mi opinión, el viejo era uno más de los muchos templos mientras que el nuevo es único y no hay otra pieza igual en el Camino de Santiago.

—¿Por qué eligió este tema?

—En realidad me animaron a escribirlo mis amigos y antiguos compañeros a raíz del fallecimiento de mi esposa. Yo había regresado con ella a mostrarle el santuario después de mucho tiempo sin venir. Escribir este libro ha sido una gran ayuda en este momento de mi vida.

Cántabro en León

Isidro Cicero nació en un pueblo de Liébana. En 1960 llegó al internado de los dominicos de La Virgen por casualidad. Coello y Subirachs trabajaban aún en la vanguardista obra del santuario y le desvelaron los enigmas fundamentales. Otros los ha descubierto con el tiempo. Los cuenta en su libro ‘Virgen del Camino. Enclave de Misterios’


—¿Qué recuerdos tiene de su época en el internado de La Virgen?

—Yo era un niño de pueblo, muy de pueblo, que llegué casi por casualidad traído como tantos miles de niños en ese proceso de selección en busca de vocaciones que nos permitió estudiar a muchos cuando no era posible hacerlo de otra manera. Me sentí muy bien tratado y recibí una educación permanente y muy personalizada. mucho viajar.

—¿Qué se leía entonces en la escuela?

—A mí me trajeron libros de Lorca, muchos libros de estilo y de lenguaje. Era una educación primorosa y muy cuidada.

—¿De su etapa profesional se queda con la parte activa en el periodismo o con el trabajo institucional?

—Me quedo con la parte activa del periodismo, aunque la otra ha sido buena. Me apasionó el reportaje, si bien también desempeñé labores de redactor jefe en el periódico Alerta. Como escribir no hay nada y como escribir con eco, recibiendo un feedback, menos aún.

—Fue pionero en escribir sobre la Guerra Civil. ¿Qué le motivó?

—Sí, en 1977, antes de la Constitución, publiqué mi libro Los que se echaron al monte, que va por doce ediciones. Me interesaba mucho hablar de los perdedores de la guerra y el maquis era la figura más accesible.

—¿Cómo contempla el estado (o desaguisado) de las autonomías con el bagaje de su experiencia profesional en el parlamento de Cantabria?

—Con mucha preocupación, aunque espero que se solucione. El libro sobre La Virgen del Camino lo escribí pensando en todo lo que está ocurriendo en Cataluña. Creo que lo mejor de Cataluña está presente en La Virgen del Camino y no hay otro sitio donde Cataluña se manifieste como en León. No hubiera sido posible si esa ‘España profunda’ no les hubiera dado oportunidad a los artistas. Como dijo el prior de los Agustinos, el espíritu de León es universal. Habrá que dar pasos (se tenía que haber hecho ya) en relación de la reforma de la Constitución para que todos nos sintamos a gusto. En este sentido, el santuario también es un referente. Es tan ecuménico, no se insulta a nadie, no se condena a nadie, y cualquier persona, creyente o no, se puede sentir cómodo allí.

—¿En el internado había algún plato especial?

—La verdad es que no. Era comida de internado. No nos faltaba, pero tampoco sobraba nada. Lo único que no me gustaba era el pisto manchego. La gastronomía de León, que es alucinante, la he descubierto después. Por cierto, al igual que la lengua, la comida tiene mucho que ver con mi tierra lebaniega. Hay mucho de leonés y también compartimos el Camino

 

2 comentarios

Javier Cirauqui -

Repito el mensaje, pues me ha salido todo revuelto.
He disfrutado mucho leyendo la entrevista y tengo muchas ganas de tener el libro para sumergirme en él.
Espero hacerlo pronto y que en Caleruega nos cuentes muchas cosas sobre él. Un fuerte abrazo. Javier

Javier Cirauqui -

He disfrutado mucho leyendo la entrevista y tengo verdaderas ganas de tener el libro y sumergirme en él. Espero que en Caleruega, nos cuentes muchas cosas. Un fuerte
Espero poder hacerlo pronto. Un fuerte abrazo. Javier