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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

CARTA A UNA (MULA) DESCONOCIDA (Por Luis Carrizo)

CARTA A UNA (MULA) DESCONOCIDA (Por Luis Carrizo)

CARTA A UNA (MULA) DESCONOCIDA

 

Me da bastante vergüenza confesarlo, hermana mula, pero me he visto obligado a bucear entre mis libros a fin de encontrar algún capitulillo en que se hablara de vosotras. Sucede que, desde hace ya algún tiempo y debido a los documentales con que nos ilustra la televisión, los humanos urbanitas, que somos ya la inmensa mayoría, conocemos mejor los animales exóticos que los que viven a nuestro alrededor (exceptuados, obviamente, los perros), aunque, si quieres que te diga la verdad, no sé muy bien si a estas alturas tú formas parte de los cercanos o de los exóticos.

 

Hubiera preferido dirigirme a ti por tu nombre, pero, lamentablemente, no lo conozco; y créeme que lo siento, porque vuestros nombres —lo sé también por mis lecturas— suelen ser muy eufónicos y evocadores. Tampoco me atrevo a buscarte uno, aunque solo fuese por darle un tono más personal a esta carta, porque me resulta muy difícil imaginar un nombre que le convenga a un animal tan señalado como tú. No estoy insinuando que fueras a molestarte si yo, por mi estulticia, te bautizase con un nombre inadecuado, pues, a tenor de lo que he aprendido acerca de vuestra aperreada vida (permíteme la broma), supongo que no ibas a malgastar tus quejas por contrariedades de tan poco momento.

 

Te decía que solo he leído elogios a propósito de vuestras muchas virtudes y calidades. También alguna cosa triste; por ejemplo que vuestra vida en pareja ha de verse irremediablemente privada, por culpa de dos miserables cromosomas, de la natural alegría que aportaría algún muleto a la familia, ya que, según veo, la madre naturaleza os negó la posibilidad de procrear. Me gustaría creer, al menos, que esa cruel imposición no lleve igualmente anexa la de negaros los legítimos goces que proporciona el amoroso consorcio, quiero decir, el carnal ayuntamiento, aun cuando este se consume sin fines reproductivos. Pero ya me adelanto a señalarte, por si incluso estos lícitos placeres te estuvieran vedados, que el sexo está muy sobrevalorado. Y si no me creyeras, cosa muy verosímil, en el pecado llevarás la penitencia.

 

De cualquier forma, desconocida amiga mula, este problema, por pequeño o grande que pueda parecernos, va a desaparecer a no mucho tardar con la completa y definitiva volatilización de vuestra especie. Porque, aunque os fuera posible parir diecinueve crías una detrás de otra, como hijos le parió Hécuba a Príamo (al fin para que se los mataran los aqueos), en nada cambiaría esa fecundidad vuestro fatal destino, pues ya no nos sois útiles. Este es vuestro mayor problema. Ahora nuestras recuas están formadas por caravanas de camiones; nuestros tractores tiran de los arados, día y noche si fuera necesario; y nuestros obispos y canónigos dejaron ya hace tiempo de desplazarse a lomos de una mula, porque prefieren el paso veloz del automóvil a vuestro proverbial paso sosegado. Siento repetírtelo, pero el dilema de catalogaros como animales familiares o exóticos ha sido superado por la certeza de que ya no sois sino una especie en vías de extinción. 

 

Estas penosas consideraciones, querida acémila, me ayudan a perdonarte la ofensa que infliges a ese singular santuario y a esa esbelta torre, al mostrarles tus traseras partes con tan absoluta indiferencia. Quizá tengas razones para pensar que el arte también está sobrevalorado; o quizá, sabedora del inminente final de tu camino, caviles en tus mulares cavilaciones que, para lo que te queda en el convento, prefieras, como tu bisabuelo Platero, acariciar tibiamente con tu hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas de la plaza del vía crucis de La Virgen del Camino, antes que distraerte ni dejarte impresionar por ese imponente campanario, que para ti, a fin de cuentas, no es más que bronce que suena, en su desnuda literalidad.

 

El fotógrafo, sin querer o queriendo —porque en el ámbito de esta iglesia, aunque tú no lo sepas, todo tiene un significado y una clave con que resolverlo—, ha insertado una evanescente señal de tráfico, aparentemente, solo aparentemente, fuera de lugar, ya que este mensaje, al menos, es fácil de descodificar. Te está diciendo que te pares, que te aparques, que te salgas de la carretera, porque ya molestas a tus enemigos los camiones. Así de obvio. Y te dejan encadenada a un árbol, para que vayas haciéndote a la idea. Lo que me resulta algo más difícil de interpretar es la posición de tus orejas. No sé muy bien si, en tono burlesco, a pesar de tus malos augurios, estás componiendo el signo de la victoria; o si, en un guiño, en clave de misterio, estás formando con ellas un ángulo de noventa grados, para disfrute de Isidro Cicero, el gran hierofante de ese templo y de todos los iniciados, discípulos suyos.

 

Solo un comentario más, por despedirme, y a despecho de toda la solípeda jauría feminista que pretenda censurar este piropo: tienes unos ojos verdaderamente preciosos. Querida, triste, anónima y bella mula.

 

 

Luis Carrizo 

Alicante, 12 de febrero de 2021

22 comentarios

Vibot -

Felicidades, Josemari, gracias por existir y ser tan generoso en ese derroche de tiempo que nos regalas.
Ya entonces, con tu mandolina panzuda y listada, tu coloreada capa de satén y tu estampa de paje medieval parecías, cuando todos nos vestíamos de gala para los conciertos o las mañanitas, el heraldo de la fiesta...
Hoy no podríamos disfrutar de tanta compañía de buenos escribidores y lectores, de tan fieles amigos, sin tu enorme bondad.
un enorme abrazo.

Luis Heredia -

Josemari, eres màs terco que una mula. Todos los años haciendo lo mismo: cumplir y cumplir y vuelta a cumplir. Mira que ya te lo decía el P. Tascón: “Vuelta la burra al trigo”. Bueno, en burra pero es lo mismo de terquedad.
!!!Muchísimas felicidades, terco!!!

Jesús Herrero Marcos -

Chemary, podías haber pasado perfectamente desapercibido si te hubieras puesto la mascarilla...

Jose Manuel García Valdés -

Amigo Chemary, es de lamentar que, por esas cosas del destino, te hayas visto envuelto y revuelto en asuntos de mulas. Claro que el culpable es Carrizo que, justamente, fue a tocar el tema el día de tu cumple. Bueno, tú también eres responsable porque ¿ Acaso no había más días en el año para cumplir que este? Si hablásemos de política diríamos que no es una coincidencia ingenua.
Espero que nadie haga lecturas perversas.
No volverá a ocurrir, nos hemos equivocado. Disculpas.
Un abrazo

Joaquin Urbano -

Que cumplas los suficientes, que siempre serán pocos y mucha salud para ti y toda tu familia. Felicidades. Un fuerte abrazo.

josemaricortes -

y yo que quería pasar desapercibido este días...
muchas gracias por acordaros de mi, amigos muy queridos.

Francisco Javier Cirauqui -

Felicidades Furriel
el día tu cumpleaños.
Felicidades Cortés,
por habernos mantenido
fieles a la memoria
del Colegio de León.

Felicidades Furriel
por los días de este blog.
Felicidades Cortés
con todo mi corazón.

José Manuel García Valdés -

Muchas felicidades, comandante en jefe.

Isidro Cicero -

Felicidades, querido Josemari Cortés. Que nos dures muchos años y nosotros lo veamos. Abrazos.

Jesús Herrero Marcos -

Querido Furri, gracias a Ramón me acabo de enterar que es tu cumple. Ya no te puedes subir a una mula pero eso no quita para que te mande una felicitación intensa y feroz. Las mulas no saben lo que te deben, pero nosotros si.

Jesús Herrero Marcos -

Yo también tenía una mula, o macho, pero en este caso la llamaban Tordo y no Torda como la del Pitu. Bueno, no la tenía yo, la tenían mis padres en una finca que tenían a las afueras de Palencia. Allí prestaba sus múltiples y heterogéneos servicios. Yo no tendría más de seis o siete años, pero una de las cosas que más me llamaba la atención del Tordo era la prestancia de su herramienta. Si ahora me decís que eran estériles, pues vale. No sé nada de mulas, así que lo acepto. Como tampoco sabía entonces nada de semejantes herramientas, pero ya entonces tenía yo mis dudas no solo con respecto a sus prestaciones biológicas, sino también al uso concreto de semejante palanca.
No sé qué fue de aquel macho/mula, pero le recuerdo con cariño, entre otras cosas porque me daba mis buenos paseos sobre su brillante lomo.
De todas formas doy la razón a Pitu en que la coyunda escita el interés general, no tanto quizá por las características biológicas de la mula, sino por los paralelismos inevitables que surgen cuando las energías propias de la edad nos merman ostensiblemente, algo que nos acerca a un estado de melancólica proximidad y, por lo tanto de afecto hacia el bello animal.
Maravilloso relato querido Luis y no menos maravillosos los comentarios subsiguientes y el anecdotario de Isidro, Ramón y Cirauqui que, sin duda, puede ser interminable. La pena es que “Platero y yo” ya está escrito y leído, aunque el asunto pudiera dar para mucho más, evidentemente.

Ramón Hernández Martín -

Aunque no tenga nada que ver con mulas y familia, alguien, que no es inocente en lo de enseñar de vez en cuando la oreja en este espejo, me ha "chivado" que hoy es el cumpleaños de un tal José María Cortés. Por ser vos quien sois, querido amigo Furriel, y teniendo méritos sobrados para ello, de corazón te envío la felicitación que suelo hacer a todos los cursarios, a cada uno en su día, naturalmente: que hoy alzaré mi mirada al cielo en acción de gracias por todos y cada uno de tus días y por haber formado parte de nuestras vidas, con el deseo de que tengas hoy una gozosa celebración con todos los tuyos. Amén.

Luis Carrizo -

Antes de nada: me acaban de soplar a la oreja que hoy es el cumpleaños de Cortés. Pido un minuto de algarabía para él.
MUCHAS FELICIDADES, querido José María. Sigue,y sigamos todos, los repetidos consejos del Pitu: Cuídate de los miasmas que nos rodean. Cuídate pero disfruta.

Volviendo a la mula: me han parecido extraordinarias las entradas de Pitu, con su retranca; de Cicero,con su ya conocido arte; de Ramón,con sus emotivos, veracísimos e impresionantes datos; y esta última de Cirauqui tan llena de minuciosos y preciosos detalles, tan propios de su prodigiosa y delicada memoria.
Estoy seguro de que muchos otros lectores han rememorado, al calor de estos escritos, muchos recuerdos que sería bonito compartir. Que constituirían además un cierto homenaje a esos animales tan abnegados y a esos familiares, amigos o ermitaños desconocidos, que se estremecerían de placer de verse recordados aquí.

Francisco Javier Cirauqui -

Luis, leo tu carta a una (M(ULA) desconocida, y como siempre me ha encantado, como todos tus escritos por lo bien escrita y la foto y el tema me han sorprendido y me ha traído muchos recuerdos a mi memoria.
Para enterarme en realidad, que es una mula y un mulo, he tenido que mirar en internet para saber de qué especie son y qué características tienen las mulas y mulos. Por este medio me he enterado que la mula o mulo es un mamífero equino, híbrido y estéril que sale como resultado de un cruce entre las yeguas y el asno o burro y si son de burra o asna con caballo se llaman burdéganos, pero las mulas son fuertes y resistentes y más inteligentes que el caballo.
Aunque según dices la madre naturaleza les negó la procreación, no el ayuntamiento ni el sexo, menos mal. Yo creo que el sexo no está sobrevalorado, sino que a veces es escaso.
Recuerdo que cuando hice la mili en Melilla íbamos una vez a la semana a Rostrogordo todos los cuarteles a desfilar y hacer maniobras y al pasar por una vaguada había un gran número de mulos que estaban pastando y al pasar la tropa se excitaban, bien por la música, los cantos, los soldados, o bien por las mulas que acompañaban a las tropas y que iban con las alforjas cargadas con armas y municiones a ambos lados.
En el año 1918, la víspera de Santiago, una mula mató a mi abuelo en Funes, cuando la dejaba en la cuadra, para después cambiarse, con la idea de ir al Ayuntamiento para dar comienzo a las fiestas de Funes. Según decía mi padre ese año se suspendieron las fiestas del pueblo.
No sé por qué razón, siempre que hablo de mulas me viene a la cabeza el poema Peñaranda de Duero de Rafael Alberti, de su libro "La Amante", que salía como ejemplo de la Generación del 27, en el libro de Literatura del colegio y dice así:

PEÑARANDA DE DUERO.-

¿Por qué me miras tan serio,
carretero?
Tienes cuatro mulas tordas,
un caballo delantero,
un carro de ruedas verdes
y la carretera toda
para ti,
carretero.
¿Qué más quieres?

Por lo que veo, cuando hablamos de un animal como este y no distinguimos si es burro. asno, mulo, mula, yegua, caballo o pollino. Esta foto de la mula, pastando en la esplanada, comiendo yerba bendecida, nos llena de ternura y de él dice Juan Ramón Jiménez:
"Platero, es pequeño, peludo, suave, tan blandos por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos, solo dos espejos de cristal negro.
Pero, en realidad, las mulas han sido animales de carga usadas por carreteros y arrieros, camineros y que han servido para llevar mercancías, viajeros y materiales a muchos lugares inaccesibles, en la guerra, en los mercados, en la mina...
Recuerdo que en Villamanín, en el Pico del Fraile las mulas llevaban materiales hasta lo alto para hacer una pequeña presa o un muro de contención. En Panticosa, las mulas en retahíla subían los materiales para hacer las presas de los lagos Brachimaña y los Azules.
Los contrabandistas en Navarra las utilizaban para transportar las mercancías a través de los Pirineos y una vez pasadas se hacia mercancía de ellas.
En mi infancia, en Burlada había muchas huertas a la orilla del río y en algunas de ellas tenían norias tiradas por mulas con ojeras para subir el agua de los pozos que daban vueltas y vueltas interminables, moviendo los cangilones para regar las tierras.
Poco a poco fueron desapareciendo y estas mulas se sustituyeron por mulas mecánicas y los mulos que tiraban los carros, por los caballos mecánicos de los coches.
¡¡¡GLORIA A LA MULA!!!











Ramón Hernández Martín -

Sí, Luis, sí que me tocó y mucho. Desde los ocho años, más o menos, hasta los doce, cuando me ahormaron en Corias, me tocó lidiar con mulos, alias machos, aunque lo de machos se utilizaba más para el cabrío. Tiempos heroicos no sé, pero se decía por aquel entonces que los hijos varones veníamos a la casa con un pan debajo del brazo o, mejor, que pronto aportaríamos dos brazos a la brega. Por cierto, a los pocos días de llegar a Corias el 1 de septiembre del 52, me llevaron a vendimiar por conocedor del oficio. En Mogarraz, el trajinar con pesos de casa a las fincas y de las fincas a casa era asunto de los muchos mulos, alguna mula, algún caballo y no pocos burros que había en el pueblo. Con dichas caballerías transportábamos estiércol de las cuadras a las fincas; hoja para las cuadras y leña para la cocina y los braseros del monte a casa; uvas de los viñedos primero al lagar (“legareta”, decíamos) y, después, a la bodega cooperativa, y, en general, todos los productos hortofructícolas de los huertos a casa para el consumo de personas y animales (aparte del caballar, había cerdos, gallinas y cabras). Día sí y día también, lo nuestro era un continuo trajín con mulos, sobre todo en el tiempo de la vendimia.
Por cierto, a la vendimia venían los “jurdanos” (tenemos pueblos de las Hurdes a unos veinte kilómetros) con sus acémilas, fornidas, pero casi esqueléticas, que los días de vendimia, tras sudar la gota gorda, se ponían moradas de forrajes y cebada. Así, los pobres hurdanos, siempre serviciales y buena gente, que, en cuanto a personalidad, se parecían demasiado a sus bestias, se ganaban dos salarios, uno por su trabajo de arrieros y otro por el trabajo de su mulo. Seguramente, ganaron mucho más los mulos mogarreños que desde Mogarraz hacían frecuentes viajes a Bilbao y Sevilla en la “arriería española”, que tanto juego dio hasta bien entrado el s. XX. En Mogarraz se llegaron a contar hasta 110 mulos dedicados a ese menester. Así, muchos mogarreños se hicieron muy ricos, trapicheando con todo tipo de mercaderías en una franja de casi mil kilómetros. ”O tempora, o mores!”. De veras que nos honran a los mogarreños cuando a alguno nos dicen: “estás hecho un mulo”.

Isidro Cicero -

Nosotros mulos no teníamos, pero conocí un par de ellos. Allí a los mulos los llamaban El Macho. Los viernes por la mañana subía un Macho desde la cabecera municipal conducido por una mujer como de cincuenta y cinco o sesenta años. La mujer vivía con sus hermanos en una casa solitaria a la orilla de la carretera. La casa era tienda. Los hermanos se ve que habían diversificado racionalmente el comercio y que a aquella mujer la echaban a vender por los pueblos. Los nueve pueblos. Al nuestro llegaba los viernes, seguramente los otros ocho los recorrería el resto de la semana.
La mercancía la llevaba en las alforjas del Macho y algunas cosas de mayor volumen, supongamos un saco de cebada, lo subía cruzado de lado a lado por encima de los aparejos. Iba de puerta en puerta llamando a las mujeres, exclusivamente a las mujeres. Podía estar el hombre trajinando por allí, pero la vendedora ambulante se dirigía a vocees al ama de casa, que andaría por la la cocina, limpiando el suelo o arreglando las camas. Importante llamarla por su nombre.
Cuando la dueña de la casa contestaba desde una ventana, la vendedora invariablemente decía la misma frase, un viernes detrás de otro, retorneando cuatro de las cinco vocales que tiene el castellano, alargando y flexionando cada una de ellas:
- ¡Aquí estoy yoooo!
A un lado de las alforjas llevaba colgada una romana y creo recordar, al otro, una medida de latón oscuro con un triángulo horadado en el sitio hasta donde llegaba el litro, Este cacharro era para la exactitud del aceite.
Se detenía un rato breve en cada portal a comentar con la familia las noticias comunales y privadas de la semana. Al lado de mi casa vivia una vecina, que tenía el mismo nombre que la vendedora ambulante y ahí ya se le paraba el reloj. Las charlas se hacían eternas, creo que hasta entraba a desayunar las dos tocayas dejando el Macho amarrado a la puerta y, con mis cortas entendederas sociológicas, pero con mi temprana curiosidad malsana, pensaba yo que ya dentro de casa despellejarían a todo cristo, qué si no iban a hacer tanto tiempo.
El caso es que, me doy cuenta ahora, en el aquí estoy yo solo se marginaba a la u. Naturalmente, que, la u quedaba luego resarcida a través de todos y cada uno de los masculinos, bien fueran nombres bien adjetivos, que se deslizaran en las conversaciones entre la vendedora y la clienta.
Nosotros no teníamos macho. Quizá, porque los pesos grandes nos los llevaba la pareja de vacas y para los no tan grandes nos valíamos con nuestros brazos y nuestras manos.
Esta mula de Carrizo, tan bien estudiada por mi muy ingenioso y divertido amigo, quizá no sea ni mula de carga. Quizá sea transporte de canónigo, acémila de cualquier otro oficial con oficio. Quizá no. Como Luis es de allí, de donde ella pace, como es meticuloso hasta el fondo y metodológicamente pertinaz, estoy convencido de que no parará hasta hacer de esta mula desconocida y fotogénica, un personaje. Alguien personal, con identidad diferenciada, con historial propio. Acabará lográndolo y si no al tiempo.
En Caleruega como no rezábamos casi nada y prácticamente el santo evangelio ni mirabamos para él, habían establecido que antes de comer, todavía sin sentarnos a la mesa y con los gestos de recogimiento incorporados, escucháramos unos pocos versículos. Un mediodía me tocó a mi la lectura de Mateo. El padre Pedro nos había dado instrucciones sobre aquel protocolo en el sentido de que leyéramos solo el texto evangélico propiamente dicho pero no los titulillos que había colocado el editor, supongo que Nácar Colunga.Ni tampoco las notas a pie de página.
A mi se me olvidó esta instrucción y leí (sé que Olóriz, al menos Olóriz, se acuerda todavía lo mismo que yo): "La curación de un mulo". Los días anteriores se había proclamado la curación de unos ciegos y ahora el Señor hacía prodigios con otra clase de minusvalía, para dar a entender, sin duda, lo de abrir los ojos a la obra de Dios, los oídos a su palabra y la boca a su alabanza.
Pero qué va. Yo descojoné toda la homilética solamente cambiando un fonema, el de un mudo por un mulo.
Imperdonable, toda la santa compaña soltó lo que me pareció una carcajada que me llenó de rubor, tuve que hacer la venia y el padre Pedro me abroncó a su manera:
- Hasta la saciedad os he repetido que no leáis los titulillos.

El otro mulo que pasaba por mi pueblo llegaba una vez al año. Venía con el ermitaño de la Virgen del Brezo, este llegaba al portal y nos invitaba a rezar con él una salve. Le daban algo de limosna y se iba al portal siguiente.
Mi amigo Luis siempre me produce encanto y placer. He leído ahora lo del hierofante y me siento halagado en el oficio de poner de manifiesto lo oculto, que generalmente lo oculto suele ser sagrado. Me he dedicado a ello con verdadera devoción, no sé si con el mismo grado de acierto. Por ahora hace un año que hierofané aquí la sagrada relación de amistad entre Margarit, para el que hoy os pido un recuerdo, y Subirachs, para quien siempre os pediré que os quitéis la gorra. Yo sigo haciendolo como el primer dia.

Jose Manuel García Valdés -

Luís, te das cuenta que hablar de mulas no suscita mucho entusiasmo pero en cuanto citamos la coyunda la gente se excita y sale a manifestarse. Mi intención era esa, despertar a tanto enamorado del blog que, viendo como languidece, se quedan con su instrumento encogido y a esperar.
Bueno sería tener esa foto que pides pero eran tiempos de escasez y las máquinas de fotos brillaban por su ausencia. Sí hubo mula Torda y sí me pasé muchas horas con ella; le hablaba y me hacía más caso que los lectores del blog, salvando los presentes. Aquella mula tiraba tanto como una yunta de bueyes y era ágil como el rayo, tenía un problema, en cuanto uno se descuidaba cogía las de Villadiego.
Me gustó mucho tu relato y el tema no es menor pensando que fuimos muchos los que del pueblo, dejando la mula triste, nos metimos a monjes sin vocación. En los pueblos tener una mula, un burro o un caballo era todo un lujo y no eran precisamente para pasear.De la Torda saqué una enseñanza: con esfuerzo, insistencia y no rindiéndose se puede conseguir casi todo.
Coyundaos, coyundémonos y cuidémonos, el Sr. vacuna está al llegar.
P.D. Quiero hacerle saber a ese tal yo, es decir, tú, que es una fakta de educación que cuando todo el mundo es conocido por su nombre él se esconda bajo un yo que no soy yo. Es posible que no "haigas" estudiado en el mismo colegio que nosotros en el que lo primero que nos enseñaron era a presentarnos con nombre y apellidos. Estoy seguro que eres buen chaval, incluso guapo, puede que con un CI por encima de 100, no des motivos para que L. Carrizo te critique.
Abrazos

yo -

Hubo un tiempo donde casi todos nos llevaban con coyunda.

Luis Carrizo -

Gracias, Ramón Hernández, por tu amable comentario. Seguro que tú tuviste que ver y quizá trabajar con alguna mula o algún macho -¿se decía así?-, en aquellos tiempos heróicos de las fotos en sepia.

Luis Carrizo -

¡Caray, Pitu!¡Qué dialéctica!No me has dejado un resquicio por donde escapar de tu batería de argumentos. Se notan tus años de ciencia y docencia filosófica. Menos mal que las mulas no saben leer (¡dicho sea sin ánimo de ofender!),de lo contrario, ya tendría yo al colectivo de mulas sibilinamente ofendidas haciéndome un escrache a la puerta de casa.
Me gustaría verte en una foto de tu infancia, subido sobre la Torda. Y más, todavía, que le pusieses un largo pie a esa foto.
Lo de la coyunda mejor es no meneallo.

Jose Manuel García Valdés -

CARTA DE UN DESCONOCIDO DEFENSOR DE MULAS A UN CONOCIDO,(se llama Luís C.) OFENSOR DE MULAS.
De joven tuve el privilegio de tener a una mula, llamada Torda, como animal de compañía. Ella se hizo pieza fundamental en las labores de subsistencia familiar. Asumo la difícil tarea de hablar en su nombre.
Lo primero que a lo que me veo obligado es a manifestar que el emisor de cartas a mulas desconocidas utiliza un lenguaje amable, muy elaborado y con dobles, quizás triples, sentidos, para ofender a un animal, creado por dios, bello por ello. Fíjense los lectores cómo solapa su ofensa bajo el significado de adjetivos amables tales como:
"hermana mula",
"animal de nombre eufónico y evocador",
"animal tan señalado como tú",
"animal de vida aperreada",
"animal de muchas virtudes y calidades",
"amiga",
"querida acémila",
" de ojos verdaderamente preciosos",
"Querida, triste, anónima y bella mula".
Cuanto bello adjetivo calificativo, que como acémila que es pudiera interpretar como elogios y gran estima, pero nada más lejos de la realidad. Detrás de ese bosque de palabras hay un desierto de verdadero aprecio. De forma un tanto disimulada se menosprecia el incalculable valor que la querida acémila representa para una familia. Entre tanta palabrería se dice:
"ser de miserables cromosomas",
"ser incapaz de procrear",
"ser incapaz de gozar y procrear",
"incapaz de consorciar",
"mejor que no goces, el sexo está sobrevalorado". ¿ Pensará, el de la midisiva, eso mismo cuando él "coyunda"?,
"seres inútiles",
"ofensora de santuarios y esbeltas torres".
En definitiva, este aparente defensor de mulas, a las que escribe carts amables, no hace sino ofenderlas de forma disfrazada, sin atreverse a reconocer que, detrás de una historia cargada de negatividad, hay ser de orejas grandes, ojos saltones, fuerza sobrehumana, fiel y noble casi tanto como si himana fuera. Desconfía, querida mula Torda, de los lobos disfrazados de corderos, de los aduladores que no pretenden otra cosa que poner de manifiesto su desprecio hacia quienes no tienen un CI cercano a 100. Querida acémila, no te dejes engañar por este tal Luís que, como S. Pedro, te niega y seguirá negándote a pesar de haber trabajado contigo codo con codo. Yo sí te aprecio y proclamo a los cuatro vientos tus múltiples virtudes de mula Torda.
En nombre de todos los que practican o no la coyunda, cuidaos.
Abrazos

Ramón Hernández Martín -

Celebro tanto el evidente ingenio de Luis Carrizo como su afán por mantener viva la "mula" que es este enlace, engendro del brioso corcel que fuimos y de la impasible burra que somos.