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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

EL PRINCIPIO DEL COMIENZO DEL INICIO DEL ARRANQUE..............DEL NUMERO 177.

EL  PRINCIPIO  DEL  COMIENZO  DEL  INICIO  DEL  ARRANQUE..............DEL  NUMERO 177.

Máxima importancia de este documento histórico. Érase una vez un niño que, tembloroso y de la mano de sus padres, dirigía sus pasos hacia la Portería del Colegio Apostólico, sin saber que en ese momento..................

Así empieza nuestra bonita aunque dura historia relacionada con el colegio de la Virgen del Camino. Este documento que os "coloco" es la carta que, el 14 de Agosto de 1.962,  dirigía el entonces Padre Prior Fray Eulalio Calzón Ruiz (por cierto, solo firmaba Eulalio C. Ruiz, ¿eh?), en la que comunicaba a los padres de mi amigo querido Enrique Muñiz Iglesias que había sido admitido al Colegio. En esta carta ya dejaba a Enrique  "marcado" de por vida: le asignó el número 177, número para su ropa y para su alma. (Todavía lleva algún calzoncillo con ese número).

El mérito real de este "documento histórico" es el de haberse conservado en perfecto estado hasta hoy; la carta, no Enrique que está hecho unos "zorros"..(es broma).

 

2 comentarios

P. Vicente Suárez) -

A propósito de la carta del P. Eulalio dirigida a los padres de Enrique M., que publicas, veo que manda llegar al colegio el 6 de octubre. Nosotros también recibimos una carta como esa (evidentemente). Mirando en mis calendarios veo que ese día (1961) era viernes. Yo llegué al mediodía con mi hermano mayor, José Daniel (+), que venía a 2º, acompañados por mis padres y una tía que seguía viaje a Barcelona. Como dato anecdótico te cuento que mi número de ropa era el 328 y el de mi hermano el 333: mi madre soñaba con el número 3 después de la paliza que se tuvo que dar en pocos días marcando nuestras ropas. Bien, continuando: no sé por qué razón llegamos solos ese día, el resto de 1º (tú, supongo, también entre otros) llegaron al día siguiente, 7 de octubre. El P. Luis Pérez Arruga nos recibió y nos llevó a comer a toda la familia a la Casa de Ejercicios. Como te digo, al día siguiente llegaron los demás. Recuerdo el caso del gordito José Manuel Criado del Val, que no soportaba quedarse allí y andaba correteando el colegio buscando a su familia llorando y todos los compañeros corríamos detrás de él. ¡Qué tiempos aquellos!

Mariano Estrada -

Supongo que la forma en la que llegábamos al Colegio era muy parecida en todos los casos. Donde creo que estaban las diferencias era en las causas por las que ingresábamos en un internado en el que, dicho con palabras de la calle, “se iba para cura”. Téngase en cuenta que, para muchos niños de la España de entonces, ingresar en un “seminario” (en este caso un Colegio Apostólico) era la única forma de poder estudiar, como es bien sabido. Dejo aquí un fragmento de un relato titulado “Momentos biográficos”, en el que esta circunstancia queda patente.

Un abrazo.

“... Pero el camino que mis padres pretendían para mí, no se limitaba a las escuelas de estos pueblos, sino que, antes o después, iba a trascenderlas con preces. De ahí que en el año 1960, con el guarismo 334 bordado en cada una de las prendas obligatorias de mi vestuario, yo me viera ingresando en la Fundación Virgen del Camino de los Padres Dominicos, es decir, en un Colegio Apostólico que, a cinco kilómetros de León, tenía la Orden de Predicadores. ¿Iba, pues, para fraile? De momento estaba oyendo campanas: las de aquella torre esbelta de hormigón que el insigne arquitecto don Francisco Coello de Portugal, OP, había hecho apuntar a las alturas. “Gloria in excelsis Deo”, parecían exclamar, con éxtasis fervoroso, los bronces de José María Subirachs, desde la fachada principal del Santuario. Ese fue el momento en el que yo, ave de aires libres, enfilé los corredores de la disciplina, que es otro aspecto del mundo, donde estaban los silencios, las palabras, la meditación, la música, los deportes y los libros.
Cuando se trata de estudiar y, por desgracia, no se tienen los medios económicos oportunos, sino sólo una voluntad imaginativa, las argucias de un padre pueden ser coincidentes con los caminos de Dios, a quien no hay dios que suspenda por escribir con los renglones torcidos. Máxime en caminos señalados en los que se interpone nominalmente la Virgen. El tiempo hablaría por su boca, como siempre; pero, en todo caso, y dijera lo que dijera, jamás le quitaría las razones a mi padre, y mucho menos los méritos. Él y yo sabemos que, por mí, hizo mucho más de lo que pudo.

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios