EL PRINCIPIO DEL COMIENZO DEL INICIO DEL ARRANQUE..............DEL NUMERO 177.
Máxima importancia de este documento histórico. Érase una vez un niño que, tembloroso y de la mano de sus padres, dirigía sus pasos hacia la Portería del Colegio Apostólico, sin saber que en ese momento..................
Así empieza nuestra bonita aunque dura historia relacionada con el colegio de la Virgen del Camino. Este documento que os "coloco" es la carta que, el 14 de Agosto de 1.962, dirigía el entonces Padre Prior Fray Eulalio Calzón Ruiz (por cierto, solo firmaba Eulalio C. Ruiz, ¿eh?), en la que comunicaba a los padres de mi amigo querido Enrique Muñiz Iglesias que había sido admitido al Colegio. En esta carta ya dejaba a Enrique "marcado" de por vida: le asignó el número 177, número para su ropa y para su alma. (Todavía lleva algún calzoncillo con ese número).
El mérito real de este "documento histórico" es el de haberse conservado en perfecto estado hasta hoy; la carta, no Enrique que está hecho unos "zorros"..(es broma).
2 comentarios
P. Vicente Suárez) -
Mariano Estrada -
Un abrazo.
... Pero el camino que mis padres pretendían para mí, no se limitaba a las escuelas de estos pueblos, sino que, antes o después, iba a trascenderlas con preces. De ahí que en el año 1960, con el guarismo 334 bordado en cada una de las prendas obligatorias de mi vestuario, yo me viera ingresando en la Fundación Virgen del Camino de los Padres Dominicos, es decir, en un Colegio Apostólico que, a cinco kilómetros de León, tenía la Orden de Predicadores. ¿Iba, pues, para fraile? De momento estaba oyendo campanas: las de aquella torre esbelta de hormigón que el insigne arquitecto don Francisco Coello de Portugal, OP, había hecho apuntar a las alturas. Gloria in excelsis Deo, parecían exclamar, con éxtasis fervoroso, los bronces de José María Subirachs, desde la fachada principal del Santuario. Ese fue el momento en el que yo, ave de aires libres, enfilé los corredores de la disciplina, que es otro aspecto del mundo, donde estaban los silencios, las palabras, la meditación, la música, los deportes y los libros.
Cuando se trata de estudiar y, por desgracia, no se tienen los medios económicos oportunos, sino sólo una voluntad imaginativa, las argucias de un padre pueden ser coincidentes con los caminos de Dios, a quien no hay dios que suspenda por escribir con los renglones torcidos. Máxime en caminos señalados en los que se interpone nominalmente la Virgen. El tiempo hablaría por su boca, como siempre; pero, en todo caso, y dijera lo que dijera, jamás le quitaría las razones a mi padre, y mucho menos los méritos. Él y yo sabemos que, por mí, hizo mucho más de lo que pudo.
Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios