LA PINTURA DEL ALERO
Recibo desde Bruselas, seguro que con amor, este correo y relato de nuestro querido y "grande" compañero Antonio Argüeso. Te envío un abrazo para tus días amorriñados desde la tarde de un frio domingo cazurrín, viendo cómo se escapan las primeras chispas de nieve.
Además de invitaros a revisionar las fotografías que señala Antonio, hoy os dejo esta que he sacado del libro RETABLOS en la que aparecen las humildes casuchas de adobe que había a la entrada del colegio. Las campanas deben ser las del viejo Santuario que sonaron allí mientras la imagen de la Virgen permaneció en el colegio construyendo el nuevo Santuario. Si estoy equivocado, por favor, corregidme.
Hola, José Mari
Como los días por aquí son amorriñados, he recordado algo del internado. Si ves que puede interesar, lo pones donde mejor te parezca. Como verás (mejor leerás) a los que la naturaleza nos dio orejas en vez de oídos nos las apañamos como pudimos y colaboramos en lo que se supo. Bueno algunos, que otros siempre se escaquearon. De estos últimos (es decir, con orejas y nada dispuestos) unos, cual Ruano o Cenador Descosido, por citar los mejores cantores de la ilustre añada, como el Ebro por Zaragoza guardan respetuoso (¿?) silencio, mientras que otros ahora se las dan de hablar a/con jumentos y equivalentes o de ser, en Las Caldas, recordados como segadores de pro aunque en la memoria colectiva poca constancia de ello queda. Lo dicho, Pitu, menos faroles y a ocuparte del nietín, que eso seguro que se te da bien.
Y gracias por esta ventana que con tanto dinamismo mantienes abierta a nuestro pasado común que, según el Trapi en entrada anterior, tantos agridulces recuerdos vehicula.
Un fuerte abrazo
Antonio Argüeso
Al principio de nuestra estancia, entre el edificio y la portería había todavía un caserón (puede verse en la foto 167 de “El Colegio”) con el que parece ser hubo problemas de expropiación. Finalmente se derruyó y se construyó un muro de protección/separación. Sobre este muro se añadió un alero de metal que evitaba, aunque sólo en parte, que nos mojáramos al ir hacia la iglesia. Simultáneamente se construyó el túnel, con lo que dejamos de arriesgar la vida y, sobre todo, detener la escasa circulación cuando, en estrictas filas, cruzábamos la carretera para ir al santuario (¡pena de fotos de aquellos épicos trayectos!).
Pero claro, para impedir que se corroyera el hierro había que tratarlo. Y los tiempos eran de escasez o mejor, de penuria. Y en el internado, como acertadamente decía Isidro en alguno de sus excelentes y entrañables globos, nos formábamos todo el tiempo. Ahora bien, esta formación tenía categorías. Los había que se formaban musicalmente, aprendían además a tocar instrumentos, otros eran excelentes deportistas, hubo hasta pinchadiscos, pintores y diseñadores de prestigio y ¡no hablemos de los de fina pluma! Y estábamos también los otros y de los otros, si éramos bien dispuestos, ayudábamos en lo que podíamos.
Creo que en este blog no se ha rendido aún justicia a los ayudantes de todo. Alguien ha hablado aquí ya del joven, y recuerdo que simpático y dicharachero soldador o de aquél que con un artefacto, para nosotros lunar, buscaba agua en el mesetario subsuelo. Pero también hubo el carpintero, los electricistas, los albañiles, el experto en electrónica… a los que ayudábamos en sus trabajos supongo que para ahorrarse el sueldo del pinche. Claro, cuando se habla de ayudante en todo hay que hacer una mención especial a Evelio Pesquera, maestro de maestros en arreglos y apaños y a Ribón “el chispas”. También estaba Muñiz pero de éste, por ser de yegüada inferior (perdón, posterior, ¿en qué estaría pensando?) pude apreciar menos su saber, dado que yo sí anduve con todos los maestros arriba mencionados (y algunos más, como vendimiadores o champiñoneros).
A lo que iba del alero. Resulta que al final se contrató un pintor para que le diera una capa de minio, esa pintura antioxidante roja que en aquellas épocas, sobre rara, era carísima. Y claro, el pintor pasó la factura, indicando los metros cuadrados pintados y el minio utilizado. Ignoro todo sobre el entramado del trabajo, sólo recuerdo que un día el Padre Pedro nos llamó a Evelio y a mí y nos pidió que, al caer la tarde, fuéramos con una escalera a donde el alero. Cuál no sería nuestro asombro al ver allí al Padre Pedro y al Padre Uría, por primera y última vez, ¡en pantalones! Y ambos, con dos rollos de cinta aislante, se pasaron un tiempo loco subiendo y bajando, pegando y despegando cinta, midiendo y apuntando los resultados en un esquema que habían dibujado del alero. Al final resultó que había mucha menos superficie de la que el pintor indicaba. Ignoro qué pasó, pero me imagino que se ahorraron unas cuántas pesetas de las de entonces. Ya sé que esas pesetas tenían un valor nominal muy inferior al del actual euro, pero dadas las circunstancias su valor real superaba con creces al de la europeizada moneda.
27 comentarios
Luis Heredia -
Emocionante. No lo había leido hasta ahora y acabo de despertar antes de ir a la cama.
Lo dedicas a los tuyos del 58 pero lo hago nuestro, los del 62.
Lo he vivido y, ¿quieres creer que hasa el casetón me ha parecido como algo familiar? Como una más de las instalaciones; como un fuerte de juguete pero real; es más, te parecerá una pijada herediana pero echo de menos el casetón y me hubiera gustado mucho conocerlo.
Genial como siempre estás, Santos; y te echábamos también de menos, más que al casetón.
Andres Martinez Trapiello -
Besinos
Andres Martinez Trapiello -
Vibot -
lalo -
Salud
Vibot -
Isidro Cicero -
lalo -
En realidad, en este festivo martes 8 del que ya llevamos 30 minutos, somos 10 los que hemos pasado por aquí.
lalo -
Aunque el muro yacía ya bajo el estanque cuando yo llegué, todo lo demás es igual.
Salud
Lalo
P/D Ya véis que soy el único que, en la medianoche de estos lunes-martes festivos estoy al pie del blog.
Cristina -
Respecto a la Catedral de Oviedo que yo sepa es estilo gótico, y la única con una sola torre, no me consta que haya nada de Románico. No soy docta en la matéria, pero ese es mi conocimiento.
De la gente de aquí, los blogeros, me consta que son-sois excelentes personas.
El poema que cita Maríangeles, no sé de quien es, pero esa frase me gusta mucho.
No suelo escribir mucho, prefiero leeros, pero me sentía en la obligación de agradecer tus amables palabras.
Un saludo.
Santos. s. Santamarta -
(Dedicado a mis entrañables
compañeros del 58)
Este blog en que acampa la nostalgia
y ensancha cada día sus graneros
ha exhibido de nuevo la impudicia
de una imagen que tienta y es anzuelo
Yo, de hecho, ya he sido seducido
y la prueba más clara la estáis viendo:
Quería mantenerme silencioso
y aquí estoy pregonando mis recuerdos.
La imagen tal es una simple foto
desnuda de color -en blanco y negro-
que nos pone delante de la vista
un recio muro, prolongado y yerto,
hecho de humilde adobe mesetario
que en el verano el sol convierte en fuego.
Un muro que protege circundante
un corralón de agrícolas aperos.
Lleva ya medio siglo derruido
y alguien, en su lugar, tuvo el acierto
de diseñar un diminuto estanque
donde un sauce llorón, siempre coqueto,
se asoma cada día sigiloso
y se goza teniéndolo de espejo
Dejo el sauce llorón y continúo
con esta narración -que no es un cuento-
relatando qué guarda, misterioso,
este feo bastión de barro seco
ante cuya visión han rebrotado
sentimientos lejanos y secretos
Aún guardo la impresión de mi llegada
y del mismo momento del ingreso
en el Colegio aquel que supe nuevo
tras toparme con este muro viejo:
viejo y gastado como la maleta
de cartón que portaba este cateto
y que, además, curiosa coincidencia,
hasta tenían un color parejo.
¡Ah, mi vieja maleta!. Permitidme
hacerle un homenaje en pocos versos
aunque me extienda más. Vale la pena
saber que aquel humilde y noble objeto
ya prestó sus servicios en la Guerra
transportando zozobras y alimentos
y fue luego mi cofre de añoranzas
relicario de aromas y joyero
de infinitos caudales intangibles
que sólo tiene un niño que es de pueblo:
niño, como Miguel, pastor de cabras
y también, como él, niño yuntero.
Aquel montón de adobe erosionado
parasol de Colinas, el Portero,
era también acogedor abrigo
en los fríos domingos del invierno
cuando iban llegando las visitas
de anhelados abrazos y de besos:
domingos, ya sabéis, que no eran todos,
solamente uno al mes, sólo el primero.
Y en este muro de lamentaciones
cuya imagen azuza mi recuerdo
hemos sentido algunos la morriña
que no es más que experiencia de destierro.
Fue testigo de tristes despedidas
que siguieron al gozo del encuentro.
Y de adioses también, definitivos,
de familiares que jamás han vuelto
Fue por eso, de lágrimas furtivas
y de llantos ahogados, parapeto.
A su arrimo bebí los sucedidos
que me iban contando de mi pueblo:
si mi hermano menor hablaba algo,
¡al irme lo he dejado tan pequeño !
si la nieve cubría ya las cumbres
o si estaba sembrado ya el centeno
si se habían marchado las cigüeñas
y a la par que con ellas algún viejo.
Si también los rebaños y pastores
habían ya bajado de los puertos
dejando mis montañas rumorosas
a la espera del próximo regreso.
Junto a este corralón desmantelado
incrustado a la entrada del Colegio
con un mismo semblante de morriña
nos arropamos muchos compañeros
Éramos de la estepa o la montaña
algunos de ciudad, los más de pueblo
como bien se mostraba en nuestros nombres
tan sonoros algunos y tan bellos
Permitidme copiar como homenaje
con entrañable afecto algunos de ellos:
gumersindos, gaspares, vitalinos
valerianos, justinos, baldomeros
laurentinos, pompilios, atilanos
abundios, geremías, eliseos
ismaeles, aurelios, restitutos
eugenios y bernardos y prudencios
A ellos y a cuantos compartimos
alguna vez frente a este muro viejo
hermosas ilusiones infantiles
hoy quiero dedicarles mi recuerdo.
Juan A. Iturriaga -
Afortunadamente en este Blog, no hace falta arrepentirse de nada.
Son buena gente, te comprenden y perdonan todo.
Si no fuera así, a mí ya me habrían expulsado varias veces. Y puede que con toda la razón.
De todas formas en Oviedo, en la misma catedral, también hay alguna torre románica para admirar.
Por otra parte, ya sabes lo que dice el poema que cita Mariángeles, Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores...
Parece ser que tampoco esto es de Borges. Eso para rematarlo.
Luis Heredia -
Yo creo que lo hizo a propósito para ver los gambazos que metemos.
Olvidé deciros en los comentarios anteriores que me impresionó la foto y mucho más el memorión de Antonio, Andrés y S.S.S.
La anécdota del pintor, la intervención del P.Pedro y Uría, colosal.
No me hubiera imaginado nunca la existencia del caserón derruido frente a la entrada. Vimos fotos de andamios dentro y fuera del Colegio, en el Santuario, momentos sublimes a modo de video o de super 8 de la "creación" de mosaicos. Diría que si no lo contáis vosotros, lo hubiera tomado como un montaje de foto terrorífica de vaciado de un pantano debido a la sequía.
Afortunadamante todo sucedió en los 60. Hoy día seguiría el caserón sujeto a discusión sobre si galgos o podencos para decidir si fuera edificio catalogado.
Prefiero el sauce llorón y el estanque.
jose ignacio -
Te acuerdas de aquella traducción de la Ilíada con el P.Tascón...
Canta, oh diosa, este recuerdo de Santos,
que llega desde lejano tiempo de cantos
de niños, de corazones blancos sin llantos,
para que no tenga frío y no necesite mantos.
Un fuerte abrazo,
cristina -
Me gustaría que hubiese en este blog una opción de corregir errores antes de enviar los escritos.
Cristina -
Con todo lo que leo no sé que poner, sois un libro abierto, en poesía y en sentimientos.
Ya que lo pides Mary, te contaré algo del Naranco, y más sitios, la pasada semana han venido dos amigas, una de Laredo y otra de Tenerife, pues bien, les hice un recorrido que seguro te hubiese encantado, Santa Mª del Naranco, San Miguel de Lillo, fue una visita a media tarde, con el sol por el oeste, había una atmósfera especial, una vez hechas las visitas te fijas al fondo y ves Oviedo iluminado, solo lo miras y no dices nada, como soy fumadora, ese cigarrillo me supo a gloria bendita mirando el panorama.
Una vez que bajamos ya para el centro visitamos la catedral, ya casi cerraban, unas fotos con La Regenta, que sabrás está allí, museo arqueológico, el fontan con sus soportales, tomamos algo allí, y de nuevo una sensación estupenda, Oviedo anochecido tiene mucho encanto. Visitamos el convento de Las Pelayas............en resumen la Vetusta de Clarín, con unos toques de Románico.
Ya para rematar la visita, que por cierto, ha sido apenas de unas horas, pero muy bien aprovechadas, nos fuimos a comprar turrón a Diego Verdú, para ya tirar a Gascona a celebrar todo con unas raciones de pixin, unas andaricas (necoras),cabrales y de postre, arroz con leche bien requemado, todo esto regado de unas cuantas botellas de sidrina, creo que más de la cuenta, pero me quedé como una marquesa, la resaca del viernes, mereció la pena. Visto objetivamente todo fue arte.
Gracias de nuevo por tus escritos, incluyo a Maribel por su poesía, debo incluir a todos para ser justa, pero es que la profundidad de sentimientos de Mary......con tanta realidad, a veces que sobrepasan.
Un beso
mariángeles -
JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -
Por cierto, yo puedo alardear de segador, de hablador con caballos, vacas y burros, de hablar del ser y de la nada, de la materia prima y de la prima de la materia, de cantar tanto como el Olóriz, de subir y bajar, de comer, beber y , bueno, de los puntos suspensivos no tanto. Pertenezco al club de Luís Heredia y que él lo explique. Aclaro, no es el club sportinguista; Antonio, regalamos puntos. ¿Por qué puedo alardear de eso y de más? Porque soy de Casorvida por donde pasaron las huestes de Publio Cariso y dejó simiente de tíos echaos pa´lante. También nos gusta la poesía de Borges, de Ángel González, Javier Zirauqui, etc., aunque no lo digamos; y sabemos hacer un pareado sin haberlo preparado. Yo como Kafka, verborreo, luego existo.
Un abrazo y cuidado para no caerse del alero.
Maribel -
El árbol de los amigos
Existen personas en nuestras vidas
que nos hacen felices por la simple casualidad
de haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado,
viendo muchas lunas pasar,
más otras apenas vemos entre un paso y otro.
A todas las llamamos amigos
y hay muchas clases de ellos.
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza
uno de nuestros amigos.
El primero que nace del brote es nuestro
amigo papá y nuestra amiga mamá,
que nos muestran lo que es la vida.
Después vienen los amigos hermanos,
con quienes dividimos nuestro espacio
para que puedan florecer como nosotros.
Pasamos a conocer a toda la familia
de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.
Mas el destino nos presenta a otros amigos,
los cuales no sabíamos
que irían a cruzarse en nuestro camino.
A muchos de ellos los denominamos
amigos del alma, de corazón.
Son sinceros, son verdaderos.
Saben cuando no estamos bien,
saben lo que nos hace feliz.
Y a veces uno de esos amigos del alma estalla
en nuestro corazón
y entonces es llamado un amigo enamorado.
Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios,
saltos a nuestros pies, cosquillitas a nuestro estómago.
Más también hay de aquellos amigos por un tiempo,
tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas.
Ellos acostumbran a colocar
muchas sonrisas en nuestro rostro,
durante el tiempo que estamos cerca.
Hablando de cerca,
no podemos olvidar a amigos distantes,
aquellos que están en la punta de las ramas
y que cuando el viento sopla siempre
aparecen entre una hoja y otra.
El tiempo pasa, el verano se va,
el otoño se aproxima
y perdemos algunas de nuestras
hojas, algunas nacen en otro verano
y otras permanecen por muchas estaciones.
Pero lo que nos deja más felices
es que las que cayeron continúan cerca,
alimentando nuestra raíz con alegría.
Son recuerdos de momentos maravillosos
de cuando se cruzaron en nuestro camino.
Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud,
suerte y prosperidad.
Simplemente porque cada persona
que pasa en nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí
y se lleva un poco de nosotros.
Habrá los que se llevarán mucho,
pero no habrá de los que no nos dejarán nada.
Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida
y la prueba evidente de que dos almas
no se encuentran por casualidad.
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A mi me parece una poesía muy real. Cada uno de nosotros tenemos estas mismas sensaciones.
Yo concretamente, valoro muchísimo la amistad.
Analizad lo que dice Borges y veréis cómo cada una de nuestras amistades (aún diferentes) tienen algo en común ......
Os quiero,
Maribel
Luis Heredia -
Un besín.
mariángeles -
Luis Heredia -
A ver si se van animando otras lectoras, que las hay, y muchas, y muy buenas con las plumas. Las vergüenzas quedan a un lado después de la tercera intervención. Yo ya soy un sinvergüenza desde hace tres años. Antes era un simple y vulgar gamberro.
Y sobre Borges, hay para hablar un rato pero sobre todo, mucho tiempo para leerlo. Me encanta.
Santos, loado sea Dios. Vaya aparición tan inesperada después de tanto tiempo.
Te echábamos de menos. Qué gusto da leer tus relatos.
Una admiraroa -
No seas modesta, narras perfectamente, describes a la perfecciòn tus vivencias.
El poema de Borges es de los que llegan al alma y te hace recapacitar, nos arrepentimos de cosas que hemos hecho, y en realidad son minúcias, deberiamos errar aún más.
Un placer leerte y leeros, a todos.
Santos. S. Santamarta -
Con su buen humor, su fina ironía y su característica retranca nos contó cómo el constructor del alero (pero no disputaré con Argüeso si fue el pintor) pasó una factura a la Comunidad con un desmesurado importe que invitaba a la sospecha de sablazo. ¿Quién mejor que el obediente, sabio, paciente y perspicaz Uría para hacer los cálculos oportunos, salir de dudas y desvanecer aquella desconfianza?
Y en efecto, poniéndose manos a la obra y pies en el suelo (del tejado), midió distancias, calculó la complicada superficie plegada de las placas e igualmente la superficie y el peso de los soportes. El resultado parece que fue escandalosamente inferior a los datos indicados en la factura y así hubo de reconocerlo el constructor que tuvo también que renunciar, resignado, al acariciado mini- pelotazo
De lo relatado y comentado por el venerable Uría en aquella clase recuerdo estas tres enseñanzas a las que aludía anteriormente; a/ se ha de ser honrado, b/ los pillos se exponen a la vergüenza de ser pillados c/ es muy conveniente saber matemáticas. ¡Admirable maestro Uría!
Antonio Argüeso -
No tengo recuerdo de las campanas, llevadas ya probablemente a la torre. Creo haber oído en mi zona que, cuando anegaron casas, iglesias y cementerios con el agua del pantano, era preceptivo que las campanas permaneciesen siempre erguidas y en orden de funcionamiento.
Un fuerte abrazo
Antonio
Andres Martinez Trapiello -
Pero el recuerdo que hace Mariángeles de Borges me ha entretenido y satisfecho enormemente; sobre todo en estos momentos que se dice "son otros tiempos", y parece argumento ex cátedra.
mariángeles -