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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

NO TIENE DESPERDICIO

NO TIENE DESPERDICIO

Desconozco los vericuetos o cañadas reales por los que ha debido transitar esta fotografía hasta llegar al norte de Europa y caer en manos de Antonio Argüeso quien hoy nos la comenta desde Bruselas. Debe ser consecuencia de la globalización que, por cierto, comenzó con los globos de Isidro.

Puede que hasta haya llegado en globo al ordenata de Antonio.

La foto, la verdad, no tiene desperdicio (como pasa con el bicho ese, del que se aprovecha todo -habréis adivinado, supongo, que me refiero al que lleva la campana y no al que luce la máquina fotográfica).

Se cruzaron sus miradas, surgió la chispa y,  desde luego, me impactó cómo Tonino, el gochín de Mogarraz, reconoció al Pitu al momento, vamos, verle y echarse en sus brazos. Dos lagriminas resbalaron por su papada, la de Tonino no del Pitu. Estuvo en un tris de subirse al autobús. Y costó separarles, que lo diga el Ministro...el sonido de la campanilla de Tonino se iba perdiendo en la distancia y otras dos lagriminas surcaron su papada, en este caso la del Pitu.

Y es que los del 59 tenemos una sensibilidad a flor de piel, decía Tonino, no el Pitu.


No tiene desperdicio, no señor. A esta foto le pasa lo que al bichito central (me refiero al que está sentado en el suelo); que se aprovecha todo. Mirad si no dónde miran las señoras, dónde los caballeros. ¿Alguien podría indicarnos a qué yeguada pertenecen? Ellas deduzco que son, dado su aspecto cansino, de la del 62 ó 61 o del 60, pero de ninguna anterior y ellos… pues parecido. El porte, la traza de los de anteriores yeguadas es al menos tan galano, soberbio y comedido como el del irrepetible José Manuel. Pero bueno, digo que observemos a dónde miran. ¿Al apuesto y pseudo joven con flequillo moda del 59? Verdad es que el matinal tinte capilar le ha surtido tan buen efecto como el del betunado de los zapatos; todo ello, observad detenidamente, a juego con el color del animalito. Ya, pero no. Que nadie, absolutamente nadie, le mira. El bichito soporta estoicamente el amago de caricia (alguien tan impoluto tampoco iba a tocar a un gochu, evidentemente) y mira al infinito o al vacío, que tanto monta, como esperando su sanmartín que hasta igual ya le llegó. Y ellos, como ellas, cansinos y retrasados (¿de qué yeguada, repito?) miran al bichito. Dicho de otra forma, nadie, pero nadie mira al trovador, que no cuentista, del 59 ¡y eso que en el porte casi iguala a Julián el Silencioso, el elegante del 59.

 

Querido Pitu, resumiendo: que cuando escribes todos, absolutamente todos te leen con placer y deleite… incluso todas, pues tengo leído que alguna hasta piensa ir de peregrinación a Casorvida (¡que ya es tener valor!). Sin embargo, cuando luces palmito, nada, basta con que se te cruce un gochu cualquiera y se descentra la atención.

 

¿Se deberá a que de joven anduviste mal rodeado? De lo poco que sabemos de ti a pesar de lo mucho que hablas (¡y que dure!), pasaste 6 años en la paramera, 1 en Palencia y 3 en la dulce, culta y eterna Cantabria. Después te fuiste a ver mundo y llegaste hasta la Roma Imperial y Papal. Parece ser que como castigo a tanto desenfreno romano, te mandaron 19 meses a servir a la patria entre gente recia. Pero siempre, siempre anduviste rodeado de gente acaso de buen vivir, pero de poco escribir. A la vista está.

 

Así pues, no insistas pues en pedir ayuda. Sigue cabalgando y mirando aunque sea hacia abajo, como aquí en la foto, sin pedir ya ni ayuda. Ya sé que los refuerzos, en nuestro caso, no se piden porque se necesiten ¡quiá! Es sólo por aquello de hacer bulto. Pero habrás constatado que algunos (y de verdad que no miro a nadie –bueno, al Javivi y al Herrero acaso sólo de reojo–) no lo entienden así y, carentes de otros argumentos, los utilizan contra sus mayores, a los que deben respeto y acato.

 

Ya sabes, sic transit…

8 comentarios

Antonio Argüeso -

Nunca había oído, Eugenio, la historia de esos gochos. Me ha parecido realmente interesante ¡Solo que llamarse toñín! ¡Mecachis en la mar….! Pero nada que hacer contra las tradiciones de los pueblos.

Y tranquilo, Jesús, que el Pitu mudo ni debajo del agua. Y menos con los piropos que le está echando la Mariángeles. Pitu, la morena que a veces vemos a tu vera ¿lee esto? Lo digo por si tu silencio se debiere a control de la autoridad….

Jesús Herrero -

Pitu, ¡qué peso me has quitado de encima! Ya procuraré yo sobornar al tribunal de la convocatoria de exámenes para mudos de junio (para que te vuelvan a suspender, naturalmente).

Por otro lado, estoy contigo: También yo tengo muy buenos amigos cerdos en Guijuelo, Jabugo y Teruel. Todos están muy bien educados y cuando me ven me saludan jubilosos dándome la pata. ¡Qué tiernos, que amables! Están para comérselos. Te los presentaré en cuanto nos veamos y, de paso, nos tomaremos unos vinos a nuestra salud, a la del Furriel, a la de Lalo y a la de toda la caterva. Abrazos.

Mariángeles -

Faltaría más que no contestase,a tu pregunta,primero,majo el hombre,por esa caricia espontánea hacia el "chon",indica predisposición a la ternura,hacia los semejantes,y todos los seres vivos,eso es muy acusado en las personas que han crecido en pueblos hermosos(como es este caso,Casorvida)que han estado en contacto con la madre Naturaleza....Y despues el animal,pues dicen,que concretamente se aprovecha todo,(que todo en él es comestible) y está quietecito,creo que su instinto,le dice que quién lo vá a acariciar,es buena gente....Eso opino y eso te respondo,bueno paisano,me alegro saber que estás dispuesto a escribir,cuando no lo haces,se nota.....Besito.Mariángeles

Eugenio Cascón -

Queridos amigos: Perdonad mi intromisión en vuestro interesante debate, pero, como mogarreño, me veo en el deber de interponerme en ese ir y venir de miradas y de entonar una defensa, además de loa o panegírico, de Toñín, nuestro cochino totémico. Toñín es todo un superviviente, un genuino espécimen ibérico que deambula por las calles a su aire, altanero e indiferente a las riadas de domingueros que, en los últimos tiempos invaden mi pueblo cada fin de semana (he propuesto a las autoridades instaurar un peaje, aduana o fielato, pero no me han hecho caso). Y digo que es un superviviente en dos sentido: porque es continuador de una estirpe y porque consigue milagrosamente sobrevivir a los deseos malintencionados de algún que otro desaprensivo que ha pretendido convertirlo prematuramente en tocino nuevo y morcilla temprana. A pesar de todo, sabe ser afable y amistoso con quien tiene el gesto de pararse a charlar con él unos minutos, como hizo nuestro amigo Pitu. Y ahí están los dos en animado coloquio, parece que sin dificultad ninguna para entenderse. Dejaos, pues, de asomos y de yeguadas, porque la atención de la Fabi y de la Pilar (que así se llaman las señoras que aparecen en el retrato) se centra en la propia conversación, en un intento cotilla de captar algo, para luego contarlo por ahí. Pero no debieron de conseguirlo, porque al día siguiente no oí nada al respecto, y allí se sabe todo enseguida.
Pero cuidado con Toñín, que cuando alguien le toca los orificios nasales, es capaz de abandonar su natural apacible y plantar jeta al incordiante. Por ahí he visto alguna foto de damas a la carrera, huyendo despavoridas: ¡Toñín al ataque!
Y es que habéis de saber que este oscuro ejemplar es, por ahora, el último representante de una tradición que se inició hace muchos años, quizá siglos, y que, aunque con alguna interrupción, ha logrado mantenerse. El "cochino de San Antón" fue en sus orígenes, y durante mucho tiempo, cosa de la parroquia, que se servía de sus prendas para alimentar a los menesterosos. Hasta donde yo alcanzo a recordar, se sorteba el día del santo titular, san Antonio Abad (creo que el 18 de enero), entre los que habían adquirido papeletas para la rifa. ¡Pobre Toñín! Mientras que ese día el común de la animalidad recibe la bendición correspondiente, a él le llega el momento de la reconversión en chacina. Pero pronto aparecía otro Toñín, pues el agraciado en la rifa tenía la obligación de poner en circulación un garrapino sucesor para cubrir la siguiente temporada. Hoy es el Ayuntamiento el que se encarga de gestionar el mantenimiento de la costumbre y la continuidad de la especie. ¿Qué se hará con la recaudación?
Volví a Mogarraz la semana pasada y pude ver que seguía por allí, con su habitual callejeo, con sus andares pausados (más aún, pues ha engordado mucho) y armoniosos, y, ¡cómo no!, ensuciando las calles más de la cuenta, pero eso hay que perdonárselo porque está en su condición porcina. Me tomé la libertad de darle recuerdos de todos los que estuvisteis aquel día, sobre todo del Pitu, pero no sé si me entendió.

JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -

Estoy tranquilo porque se que, como dice el refrán, "a todo cerdo le llegará su San Martín"; y cuanto más cerdo, más San Martín.
¡Qué fácil es hacer leña del árbol caido! Hay cosas que los hombres las dicen a la cara.
Sí, yo me encariñé del cerdo ¿Y qué? ¿Pasa algo? Os reconcomerá la envidia cuando Barrado, el mogarracense, me llame para que vaya a recoger las muletas del cerdo porque seguro que a su muerte andaba cojo de las cuatro patas.
Jesusito de mi vida, que sepas que le estás haciendo el juego sucio al Antonio. Que sepas que yo sí que me pierdo cuando escribo. Me examiné para mudo y suspendí, espero a la evaluciaón de Junio.
Luisín, también me crucé con las mujeres.
Ángeles, lo de majo ¿a qué cerdo califica?
Abrazos

Mariángeles -

¡¡Pero que majo......!!!!

Luis Heredia -

¡Ya está bien de meteros con el cerdo de Pitu¡
¿Qué culpa tiene él de haberse cruzado en su camino?

Jesús Herrero Marcos -

Antonio, las señoras del primer término, que no son de ninguna yeguada de después del 59, no miran ni al cerdo ni al Argüeso. Fijan su atención en el personaje que se acerca por el fondo (asoma sobre la chepa de Pitu ¿lo ves?). Su interés es mucho mayor de lo que te imaginas porque se trata nada más y nada menos que de Chema Sarmiento, no quiero recordarte de qué yeguada…Y claro, las pobres mujeres están preocupadas por el obstáculo que puede suponer (al paso de nuestro insigne “directeur” por tan estrecha calle) el bulto de Pitu acariciando al cerdo negro.
O sea, que ya veo que Pitu no anda metido en líos de cimas, ni haciendo un curso de mudez, ni viajando capa al viento sobre mítico equino (que es bastante incómodo por más que literariamente quede mono). Se me quita un peso de encima. Sinceramente, Pitu, día que no te leo en el blog, día que doy por perdido. No me eches a perder la semana que entra, no seas puñetero.
Por cierto Argüeso, remata las citas: “Sic transit gloria MUDI” ¿Coges?