LOS DOS ENORMES ARBUSTOS DE ALIGUSTRE
Esta es la fotografía a la que hace referencia Santines Vibot en su comentario de días pasados contestando a Javier Cirauqui. He intentado mejorarla en lo posible, pero tiene muy baja calidad y poco más he podido hacer.
También os dejo una fotografía actual de ...junto a la pared larga de la capilla...
Cirauqui, amigo, la fuentecilla del pulpo estaba en la escuela mayor, no en la menor. En aquel recodo entre la parte de atrás de la capilla, el vestíbulo de acceso a la misma, un laboratorio de ciencias con unos enormes ventanales y el acceso a la recreación, en el que había una pequeña puerta que daba a este inolvidable espacio. PERDIDO. A todos os ha encantado mi relato pero nadie se une a mi reclamación.
Perdona pero me subleva esta desaparición vandálica.
En otra de las fotos de mi primo Patrín que Josemari os colgará en los álbumes, aparece él entre dos enormes arbustos de aligustre que había junto a la pared larga de la capilla -me pregunto si también los habrán arrasado- y al fondo puede verse aquel recodo y la añorada fuente en que nos salpicábamos bajo las jóvenes catalpas rumorosas. Sería la sexta foto -de la era blanco y negro- recién recuperada.
¡Y pensar que tal vez los más jóvenes tendrán fotos en color, incluso del mosaico!
Me pregunto si alguno de vosotros, lectores tan numerosos que nunca escribís, nos dará la alegría alguna vez... No sólo esta alegría de la foto que digo, sino la de recuperar nuevos amigos, nuevos puntos de vista, nuevas subscripciones para poder editar ese Cuaderno de la Memoria que luego a todos os gustará tanto tener. Si os gusta leernos, agradecédnoslo de esta menera, hacédnoslo sentir: que estáis ahí, que no escribimos en la alta madrugada para sólo unos pocos.
Cirauqui, me he embalado, que gracias por dejarte enamorar por dos de mis relatos.
¿Qué haríamos para que estos cursos posteriores rompieran a escribirnos, Javier?
11 comentarios
Vibot -
El Subastao el Tute subastao, supongo- me recuerda a mi padre, que lo adoraba. Y a mi hermano Melchor, que continúa jugándolo veladas enteras con sus buenos amigos, abstraídos por sus volutas de caballos y sotas y reyes y bastones floridos.
De los otros juegos de naipes que nombras, al Tresillo le encuentro yo un prestigio literario, como juego de curas en aquellas soirées de camilla y brasero con el médico, el boticario y el juez. Debe ser intrincado y fascinante.
La palabra Julepe me suena a Valle Inclán, a Esperpento cañí, lamenta uno no haber sido más golfo y haber jugado a todos los palos.
Y ¿qué decir del Mus? Algún conocedor debería hacer su laudatio.
La Guerra, Los Montones y Los Seises, no los conozco. Has sido muy afortunado de jugar a tantas cosas con los tuyos en aquellas tardes interminables de invierno que dices.
Me encanta cómo suenan, la diversión infantil e ilusionada que sugieren: La Carteta y, sobre todo, ¡EL ORÓN!
¡Y el sortilegio de los Solitarios como un emblema de nuestro aislamiento, aquella soledad incompartible, los laberintos que recorrimos solos, la fascinación de los números y la simetría para huir del dolor y del hastío!
La Damas y el Dominó, así como el Ajedrez, con su prestigio medieval, siempre me recuerdan a Santos Suárez Sánchez, que me enseñó a jugarlos en aquella Recreación cuyo interior poblado de nosotros hasta el cielo, ya se llevó la trampa. También. Con el suelo campestre, los primorosos cardos, los brotes de las viñas y las malvas rosadas
junto a la fuentecilla de los dioses que fuimos.
Vibot -
Javier Cirauqui -
Este rincón estaba adornado por unos árboles, de hojas grandes y rasposas, que recuerdo, porque en los jardines de los chalets de Burlada y Villava, había muchos de ellos. Tenían como frutos una especie de vainas.
Es triste, Vibot, ver cómo desaparecen esos rincones maravillosos, pero en nuestra memoria siempre quedarán aquellas sensaciones vividas en ellos. Reivindico su recuerdo y su defensa, pero me temo que no volverán.
En la segunda fotografía, en color, reconozco el alero de la recreación, donde pase maravillosas tardes, jugando a las cartas, al parchís, al palé, al futbolín y hasta hubo una seta y una rana, como las que había en los bares de mi pueblo.
A mí siempre me han gustado, el juego de los naipes, el chinchon, el rommy, el mús, el tute, el tresillo, el subastao, el orón, la guerra, el julepe, los montones y hasta la carteta y los seises y también los solitaios, la ajedrez, las damas y el dominó.
No soy aficionado al juego, pero conozco todos, pues en mi familia, a las tarde se jugaba a cartas y se hacían mas cortas, aquellas tediosas y largas tardes de invierno. Participábamos todos, niños grandes y mayores.
Esas escaleras y ese suelo afean la foto, que no tiene nada que ver con aquel pequeño terraplén y aquel suelo de barro, piedras y algunos hierbajos, cardos borriqueros y malvas. Lo más apropiado para jugar a las canicas, el "gua", el triángulo,, el hinque y el hirulario.
Qué hermosura de txoko, en la memoria y el recuerdo, que no en la fotografía.
Un saludo para todos.
Javier.
Mariángeles -
Vibot -
¡Qué habrán hecho con ella!
Andrés Martínez Trapiello -
Voy a por un candil.
Vibot -
Santos Vibot -
-o robo- del mosaico que había en su cuenco no tiene nombre, de
verdad.
Donde dice "carretrona" quise decir carreterona, que todos los
despectivos me parecen pocos para esa desolación.
Y también cercenaron los dos aligustres gigantes -que son eternos- se
conoce que estorbaban el paso de las máquinas hacia... mejor me callo!
Besos, chata, pero estoy que trino.
federico esteban monasterio -
Saludos a todas y a todos.
Vibot no te cabrees, seguro que en el orden de prioridades, la fuente no ocupa tu primer lugar.
Mariángeles -
Vibot -
Ahí tenéis la pruba fotográfica de la desaparición de La Fuentecilla del Pulpo. y de las Catalpas ya cincuentenarias que sombreaban aquel Locus Amoenus, aquel Hortus Conclusus, aquella Fons Signata. Todo, como nuestra adolescencia, pisoteado sin piedad e impunemente por esa negra carretrona que lleva al "almacén".
Acabarán ahogándolo todo bajo áspero cemento y turbio asfalto tóxico. Hasta las mismas almas.
En la foto en blanco y negro de mi primo Patrín, aunque borrosa -volveré a enviárosla desde un laboratorio profesional- se percibe, se derama en el aire como una primavera, ortro amor por la tierra, por la vegetación, aquella cercanía que siempre tuvimos con las piedrecillas que nos servían para jugar y aquel suelo arcilloso para el guá y las canicas, la sensación de pisar en el campo...de buscar pajarillos en los verdes arbustos rozagantes...
Locus amoenus, Hortus conclusus
¿¿¿¡¡¡DONDE ESTA NUESTRA FUENTE,COÑO!!!???