DE VUELTA A LA MISIÓN (por P. Zabala)
Cuarenta y cinco días en España suponen 2 meses de ausencia de la misión.
Salimos el 5 de enero y según los pronósticos hemos llegado el 28 de febrero a las 4 de la tarde, para estar el 1 de marzo apuntando a los chicos y chicas que quieren ingresar en el albergue.
Conste que no fui de vacaciones, yo puse: visitar familiares y amigos, por no decir cargar. Son 6.120 kg que han salido en un contenedor desde mi pueblo, Oteiza de la Solana, gracias a la generosidad del párroco, don Ángel y el empeño de mujeres y hombres que se han divertido llenando y cosiendo sacos…
En Madrid dejamos los equipos de física y cantidad de imágenes y cosas de iglesia que nos han regalado las Oblatas. Los jóvenes y no tan jóvenes de Moratalaz se encargan de mandárnoslo en el gran contenedor que están preparando.
Gracias a mi primo Javier, hemos recorrido media España: Burgos, Caleruega, Palencia, Valladolid, Montesclaros, Santander, Los Corrales de Buelna, León, Présaras, La Coruña, Zamora, Toro, Salamanca. Visitando a tantos y tantas FANS que siempre van ayudando.
Hay que agradecer sobremanera a Francisco González, María Jesús del río, Julio y toda su gente que han hecho una reunión tan festiva y familiar en Montesclaros de harta gente a pesar de la nieve.
Igualmente a Mari Cruz Carnero y Salva por su empeño en Valladolid. Y no digamos de Miguelo y su tribu que han hecho de la boda de Jaime y Chusa todo un evento parroquial y misional.
Gracias también a todos los frailes dominicos y monjas dominicas que nos han acogido en sus conventos con gran cariño y generosidad. De alguna forma todos se sienten unidos a nuestra labor y colaboran en lo que pueden.
Este año las clases empiezan el 7 de marzo y nos ha llegado justo para hacer las fundas de los nuevos colchones, armar las literas y limpiar todos los locales.
Pero los albañiles se han quedado cortos. Apenas se ha conectado un cagadero, espero que en dos días estén todos en funcionamiento. Como de momento han llegado pocas chicas, se van arreglando.
Como de costumbre vienen limpios, nadie trae algo que manducar, más vale que una batida por la chacra han recolectado como tres racimos de plátano, lo que nos han dejado otros hambrientos, pues se nota que nos han llevado como 10.
Queremos empezar con las duchas y espero que sea más rápido, pues con estos calores se hacen imprescindibles.
En Lima aún pude encontrar la máquina de zapatero, ya que en España ya no hay remendones, se han dedicado a la política.
Desde Cusco vine con 4 toneladas en un camión. Aproveché para comprar los colchones, hierros, cemento, piletas, tubos, víveres y material escolar bajo la dirección de Charo y Manuel Oviedo para tener listo el albergue.
Los de Puerto Carlos ya me esperaban con la ilusión de haber puesto el piso de la iglesia y con el compromiso de hacer la primera misa el 3 de marzo, adelantando mi cumpleaños. Falta el tarrageo de paredes y las puertas. A ver si para el 26 junio se puede inaugurar solemnemente en la fiesta la octava del Señor de Coillor Ritty.
El 4 de marzo a las 3 de la mañana ya están correteando las madrugadoras, a las 4 suenan los petardos en mi puerta, las voces anuncian que llegó la alborada. Canciones y danzas y el primer keke se remoja en chocolate, la fiesta empieza.
La tarde anterior los pobres pollos se han visto acuchillados, despiezados y bien remojados en toda clase de condimentos. Han pasado la noche ahogados en una gran olla y por la mañana los alistan para calentarse en el horno.
La iglesia se llenó para la misa, se ha cantado con emoción, no faltaron las palabras y discursos y después al ataque. Tragadera en plan, apenas pude acabar con la mitad, y aún sobró para la cena. Las abuelas se han divertido haciéndome bailar.
Se doblaba el martillo de plástico y la piñata no cedía, cuando me quitan la ceguera veo una revolución por los suelos, galletas, caramelos, regalos envueltos en mixtura de papelitos multicolores.
Como una mano de hadas para las 5 estaba todo limpio y sin ruido. Siempre llegan los tardianos pero aún pudimos dedicarnos a coser almohadas, colocar las habitaciones…
Todo se pasa menos los años que se amontonan.
Pablo Zabala Martínez, OP
5 comentarios
LUZ RAZURI SALCEDO -
Mariángeles -
salva -
Luis Heredia -
Luis Heredia -
Desde luego, lo que no me cabe ninguna duda es que viendo, leyendo, y oyendo a los aludidos, ellos sí son los que están en el sitio de su corazón y alma adecuados disfrutando y sabedores de que con poco se puede hacer mucho y de que Dios les dará un sobresaliente cum laude en amor cuando se examinen. Ellos dirán humildemente que el mérito es de los desamparados y desprotegidos. Es posible, pero si Dios no los hubiera enviado, o ellos mismos se fueron por voluntad propia, vete tú a saber si el sobresaliente cum laude se hubiera quedado en un aprobado raspao y los desamparados y desprotegidos estarían engrosando las largas listas de espera para recibir al deseado Apaktone. Lo mismo que esos seglares haciendo su trabajo en silencio o alguna ONG de las de "te lo juro por mi madre" en las que, de verdad, solamente se piensa en aprobar el último examen en amor.
Desde aquí quiero también dar las gracias a mi primo P. José Manuel Soria Heredia, del que me siento orgulloso hasta los tuétanos, que durante más de diez años, allá por finales de los 50 hasta finales de los 60 y más siguió abriendo camino en las misiones del Perú para los Apaktones venideros, y a su hermana Mari Tere que son su esposo Eduardo y su recién prácticamente nacido hijo Eduardo, le siguieron a comienzos de los sesenta y se tiraron también la friolera de diez años río arriba y río abajo ayudando a todo Dios, porque Dios está en todos los sitios y vive en todos nostros, tengo entendido y por eso existe.
Aún tengo grabado en mi memoria la emotiva despedida en la habitación de mis padres en nuestra casa de Gijón. Vinieron expresamente de Madrid a Gijón para despedirse y posiblemente para recibir la bendición de mi padre. Los bendijo y bienbecidos y benditos que quedaron porque en las misiones del Perú tuvieron más hijos, aparte de los de allí. Todos tenemos un Apaktone en nuestras vidas. ¿O no?