AL LEVANTE Y AL PONIENTE
Nunca había caído en que me pasé tres años meando al poniente y otros tres al levante en aquellos urinarios que dormían solitarios al lado de aquel tubo afuracado al que tapabas los agujeros con los dedos cual si fuera una flauta para que el agua saliese con fuerza.
Javivi me lo ha recordado.
¡Ay, señor, tocayo Cirauqui! tu procacidad entra en liza con la mía, pero, leyéndote, me has abierto una duda que no quiero permanezca sin clarificar adecuadamente. Y puedo clarificarla, como comprobarás
En este quinto polvo con gaseosa donde recorres virtualmente el escenario que vio nuestra pubertad, llegaste también al seto que separaba a los grandes de los chicos en los campos de deportes. Te adentraste, incluso, en los mingitorios corridos a los que acudíamos en los tiempos que triscábamos por aquellos campos. En picado o en contrapicado, nos has dado una visión de los urinarios, únicos elementos constructivos que indicaban la separación entre “mayores” y “menores”, cuyos despojos aún persistían hace cinco años, cuando el cincuentenario.
Ahí me quedo. En lugar tan poco “digno”, pero tan necesario en el devenir de las personas a lo largo de la vida. En aquellas nuestras letrinas.
En tu relato –fantástico relato!- apelas a tu imaginación para suponer que “evacuábamos a menores” en la intimidad propia de unos adolescentes “apostólicos”; que quizá hubo una alta separación para que ni de reojillo nos fuese dado contemplar unos los organillos de los otros… ¡Vade retro, Satán!
Atinas bien. Aquella pared corrida, rematada en azulejos blancos, iba festoneada por seis salientes, a modo de contrafuertes cuya finalidad no era soportar muro alguno, sino limitar espacios visual y geográficamente. Eran eso: aislantes que daban lugar a siete cubículos donde cada cual podía “obrar”, sin que el de al lado nos viese la minga, como calificas al organillo ese que es cada día más, por mor del tiempo que nos va pisando, elemento puramente decorativo. Y prescindible, por tanto, al menos en una de sus funciones biológicas.
¿Qué cómo tengo yo una memoria tan gorda? Yerras, querido Javier, si así piensas. Errareis todos quienes no recordéis que, en aquel encuentro del Cincuentenario, los dominicos nos dieron un paseo por los lugares que formaron el paisaje colegial de nuestros años en aquel colegio moderno y tan peculiar. Y que muchos llevábamos cámaras fotográficas. Así que, si Josemari tiene a bien, puede ilustrar este “pasadizo” con una foto que hay en mi álbum del cincuentenario, para disfrute general. O vais a aquel álbum y la veis directamente, está colgada al principio.
Con el paso del tiempo y el silencio devenido de aquellos niños que nos hicimos grandes, habían desaparecido los muros traseros que protegían nuestros culos de las miradas exteriores y habían crecido las malas yerbas alrededor, mientras las cañerías aparecían con la herrumbre del orín rojizo que produce el tiempo y el abandono. Pero aquel olor a orines ya no impregnaba el aire del espacio próximo. ¡El tiempo es la caraba, querido Javier!
Otra cosa. Y esta ya “pa putearte” un poco. Dices “sobre una pared meaban los mayores, sobre otra pared los menores”. ¡Pues no señor! Discrepo. Mayores y menores lo hacíamos sobre la misma pared. Pero en posiciones opuestas. Mientras los mayores lo hacían al levante, los peques al poniente. Más o menos. Y no busques aquí la quinta pata al burro, que, si se la encuentras, te asustará por la enormidad del bicho, que cae como un colgajo, cuando más se le levanta. (Uf!)
Y bueno, me tomo contigo una txorrotada, esperando tu siguiente lingotazo. Tú, si quieres, ponte Armisen. Yo, con tu permiso, me haré un combinado, con mucho hielo para quitar calor y una rodajita de limón con la que embadurno los bordes del vaso, para darle algo de acritud. ¡Es coña, amigo!
¡Abrazos, chavalería!
Javivi
Curiosamente sobreviven al paso de los tiempos los urinarios y la pared del levante. Localizadlos en estas fotografías. El furriel.
8 comentarios
Luis Heredia Alvarez -
¿Es posible que yo meara tan poco en aquellos años? Me imagino que algo habré meado entre descanso y descanso, aunque mucho menos que Iturriaga, por lo que leo.
¿Es posible que aquella escasez mingitoria haya sido el preámbulo de lo que me iba a deparar el porvenir después de 40 años?
¿Es posible que la falta de recuerdo sea por la falta de sentido aromático sobre aquellos urinarios? Ciertamente, siento los aromas de la recreación, de la Capilla, de la caoba del SAntuario, del incienso, por supuesto, del comedor, de los campos de deporte, de los wateres de los dormitorios y de los de la recreación; pero estos mingitorios para mi son como aparecidos en la tercera fase. Vamos, que porque decís y hay pruebas fehacientes de su existencia y los visteis el día del reencuentro. De lo contrario, podría pensar que es una fotografía tomada en la parte trasera de la abandonada Estación de Casorvida.
Julio Correas -
Aquel primer día del Reencuentro, tanto tiempo ha, tarde soleada de la campiña leonesa, se nos ocurrió a Javivi y a mí dar LA VUELTA A LA FINCA. ¿En qué estaríamos pensando? Y tras la visita al cementerio todavía en uso en aquel momento- al llegar a los campos nos tropezamos con aquellos mingitorios, urinarios, inodoros o urinals en inglés, en evidente desuso.
Como Javivi siempre la lleva en la mano y la tiene muy grande inmortalizó la ruina con su CÁMARA FOTOGRÁFICA y desde entonces, cada vez que he visto esa foto se me han ocurrido múltiples y variadas ideas.
¿Quién sería el artífice de semejante elemento del mobiliario urbano del Colegio?
Debía ser listo, vive Dios:
*Fue el sitio más visitado del Colegio. Tanto por frecuencia como por necesidad. ¿Alguien puede decir que no pasó por allí y percibió en sus aposentos esa agradable sensación - no pecaminosa de descargar la vejiga?
*Estaba perfectamente ubicado.
¿Salías de la recreación? justo enfrente.¿Estabas en el descanso de un partido? justo al lado.
¿Perdías al seba? momento para hacer tiempo. ¿Estabas de paseo?... momento de parada, que no fonda.
*No era un inodoro pero nunca olía ni necesitó de limpieza de Veneranda. Si soplaba el norte, sur éste u oeste se llevaba los olores, lo que lo convertía en inodoro.
*No necesitaba cisterna para descargar el agua, ni sensores, ni electroválvulas, ni exigía la descarga manual aquellos chorritos perennes debían ser los chorros del oro. Y de tanto en vez, la lluvia que regaba los campos regaba sus aparejos dejándolos listos para su posterior uso y disfrute.
*Tenía una pared posterior que te guardaba de los vientos de poniente que son los fríos y guardaba el recato de los apostólicos de los que nunca se supo cómo se la sacudían.
*No necesitaba de símbolo o leyenda para aclarar su utilización por el género masculino o femenino. No había campanas!
Así pues, el enladrillador que lo enladrillara buen enladrillador fue.
No puedo menos que compartir con vosotros una máxima que me persigue desde siempre y creo que nunca he comentado con nadie:
Qué bien se piensa mientras se desagua la vejiga y se relajan los esfínteres! (Hay que mear más a menudo).
Un abrazote.
Juan A. iturriaga -
Alguna vez que faltó el agua en el colegio, tocó lavarnos "como los hombres" en aquel tubo con agujeros, con agua helada y el predicador convenciéndote de que el cielo estaba más cerca.
Salva -
JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -
Chemari, los javieres, los que están en acto y los que están en potencia,¿Verdad javier Martín? son merecedores de un reconocimieto, una medallina, será factible en Villamanín.
Abrazos
lalo -
http://prestige.lavozdegalicia.es/
que ha elaborado La Voz de Galicia con motivo de los diez años del naufragio del Prestige. Sin duda, esta fue la mejor información publicada por La Voz durante los 33 años que permanecí en ella. Y puedo asegurar que el seguimiento de la tragedia quedó en manos únicamente de la Redacción, ya que, entre otras medidas, el propietario del periódico se fue de viaje al Índico para que no le llegaran las presiones de los políticos (Fraga, Rajoy, Cascos, Aznar) que desvirtuasen la negra realidad que asolaba las costas gallegas.
La batería de imágenes, fotos e infográficos, es espectacular.
Pues eso.
salud
lalo -
Salud
Javier Cirauqui -
Un saludo cariñoso, escatológico y procaz. Javier.