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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

ENCUENTRO EN LA VIRGUERÍA

ENCUENTRO EN LA VIRGUERÍA

Nuestro querido Antonio Argüeso, feliz exiliado en Bruselas, me contó que en Campóo se hizo una fotografía con José Luis Zamanillo, el solista por antonomasia, que es alcalde pedáneo de un pueblo cercano y con Javivi.

Le pedí que me la enviase, cosa que ha hecho acompañándola con el siguiente pie.

¡Gloria a los tres compañeros!

 


 

La zona de los valdés-arroyo, según años ha dixit Javivi; esa tierra de nadie entre Cantabria Infinita y Castilla irredenta (nótese la diferencia de trato de las íes); región imperial, cercana a Reinosa cuyo lema en la época imperial era “adelantada del mar en Castilla” (¡qué querrían decir con ello!); esa tierra digo, que abriga milenaria historia (¿quién (no) conoce los menhires de Valdeolea?), devota de Montesclaros. Esa tierra tiene en su centro la joya de la virguería (releed a Javivi en la entrada del miércoles 08 de julio del ya lejano 2009), zona donde según doctos doctores (eso sí, de los USA) se instaló el paraíso terrenal (renótese el uso impersonal de la cosa).

 

Pues en esa tierra, digo, hubo hace poco un momento estelar (por si quien me leyere tuviere algo gastadas las neuronas informo que ‘momento estelar’ es cuando se encuentran dos o más estrellas). Y a ver, ¿quién negará que en esta foto no hay estrellas y, acaso, algún asteroide? Quien esto leyere aquiescerá y reconocerá que arriba están representadas las más sublimes yeguadas que conocieron los siglos pasados y no conocerán los venideros. Y esas yeguadas están representadas por lo más egregio de las mismas: uno brilló primero en los amplios y empedrados campos deportivos de la paramera y brilla en los literarios después, otro fue brillante e irrepetible solista y, sin abandonar la excelsitud de su canto, se convirtió en eminente director y concertista. El otro fue ínclito peón de albañil, champiñonero y hasta pinche de electricista en la Paramera y ni se sabe qué hizo después. Y los tres fueron (y algunos lo siguen siendo) jornaleros de la tiza o de la batuta, que a lo que aquí nos interesa, tanto monta.

 

Pero de las tres yeguadas aquí tan excelsamente representadas solo hablaré de la primera. De las otras, ¡no me pidáis que hable, que las alabe! ¿Se atrevería alguien a pedir a Alberto o a Correas que nos alaben el Barça? Pues lo mismo. De la primera de las yeguadas (no busquéis más, que es la del 59) hay excelsos silentes y sobre todo sublimes dicentes. El discreto Julián y el callado, solo con la pluma, Javier (¿cuándo vas a cumplir con tu promesa?) son los mejores representantes de lo primero, el glorioso Pitu y no menos glorioso y notorio Cirauqui distraen placenteramente al personal (Javier, en cuanto saque un rato leo el último lingotazo, ¡pero procrastino que soy, tengo que sacar un rato!). Y hasta dicen las crónicas que hay reuniones secretas un domingo de enero de escogidos representantes de la misma.

 

¡Ah! y la foto: la alegría del encuentro queda patente: tras forrecientos años Javivi hizo que nos reencontráramos do Trini y los tres, en menos que canta un gallo arreglamos el pueblo, la zona y el mundo (no tuvimos tiempo de arreglar al país, lo hemos dejado para este verano frente a un plato de casquería preparado según costumbres locales los unos, internacionales el otro). Y claro, la diferencia de meridiano queda patente en que mientras unos andan con el aperitivo, otro(s) andan ya con el café.

Antonio Argüeso

 

 

 

2 comentarios

JOSE MANUEL GARCIA VALDES -

Aunque me cogéis fuera de juego,estoy desterrado en Madrid, quiero puntualizar algunas cosas:
1. Ya nadie quiere hablar de yeguadas ¿Por qué será? Está claro, sólo hay una aunque Argüeso, educado en la humildad, virtud de doblez de cerviz, no se atreva a decir alto y claro que la nuestra es la más de los más, ¿Sirve para algo esa reafirmación? No,pero queda dicho.
2. Antonio habla de los más representativos; los más somos uno o ninguno, y no quiero citarme. Antonio, sabes que nosotros, en aquel tiempo y lugar, no representábamos gran cosa,tú, al menos, eras alto, aunque lo de guapo ..., yo, ni alto, ni guapo, ni gordo ni flaco; aunque si hablamos de cantar, tampoco; si hablamos de inteligencia, ahí sí, amigo, eramos el ejemplo a no seguir; pero hasta aquí hemos llegado; en casa, ahora, soy el hombre más guapo (no hay más), y el más listo y el más todo; tú, en cambio,tienes bastante competencia entre hijos y nietos.
3. No entiendo a Javivi que tiene la jeta de comparar lugarucos de los alrededores del pantano con las excelsas tierras de Casorvida donde crece la hierba aunque pase el caballo de Atila.
4. La verdad es que en la foto se os ve bien,aunque no jóvenes ni guapos, sí bien parecidos.
Vamos , que me alegro de veros. Cuando tenga tiempo y lugar desarrollaré la tesis de la NADA de Casorvida, cosa de Pedrín pero se jubiló de todo.
Abrazos

Javier del Vigo -

¡UNA VIRGUERÍA DE ENCUENTRO!

¡Uy, qué miedo, mami! Nadie ha metido tecla a estos astados… No me queda más remedio, por vergüenza torera, que replicar a Antonio.

¡En Campoo, dices, Josemari...! Y te quedas tan pichi, so castellano leonés! ¡Cero en Geografía, querido!

El lugar donde se tiró la "estampa" -qué hermosos ejemplares los retratados, que ya abuelas no nos quedan!- fue Arija, histórica “villa” en la frontera entre Cantabria y Castilla. (No pongo Castilla-León, por si hay por aquí quienes quieran reimplantar aquellos tiempos en que era León capital de los rebeldes cristianos del Norte, contra la Media Luna, tras “independizarse” de los reyes “asturianus”. No quiero líos por ahí!)

A ese puebluco (nótese la desinencia –uco, tan cabrona, por cantabrona) le pasa como al pueblín (advertid aquí el diminutivo, entre cazurro y astur) del Pitu, cuyo nombre no recuerdo porque casi nunca José Manuel lo cita cuando habla de la NADA y de Perico, padrino intelectual de la filosofía nihilista: no son de aquí ni son de allá, aunque, al menos, Arija fue de allá (Cantabria) y es de aquí (Burgos), en momentos distintos de su pasado.

Es cierto, sí. Llano y Arija son pueblos de frontera, ni de aquí ni de allá; uno es de Campoo, al sur frío de Cantabria, y la otra es fría, al norte de Castilla; pero compartieron espacio común en el pasado: la “virguería” de valle que fue La Virga (otros dicen La Vilga; hacedle caso a Antonio, allí estuvo el Paraíso Perdido. Estuvo, ya no). Y comparten pantano actualmente; ese pantano regulador del Ebro al que hemos hecho referencia aquí muchas veces Antonio y yo, que quitó el pan a los lugareños para repartirlo aguas abajo, en La Rioja, Aragón o Catalunya.

Son tierras y pueblos tan fríos que el fin de semana tuve la osadía de acercarme por si pillaba setas. ¿Setas? Apenas, lo juro. Pero si me descuido, me pilla la nieve; y los lobos… ¡Cuánto me acordé de ti, Julito, que subes al monte y vuelves con cestas y cestas…! Los hay con suerte.

Lo histórico de la instantánea (es verdad, Antonio) radica en que por primera vez, casi medio siglo después de aquel tiempo, tres chiquillos que fuimos (y fuimos yéndonos de la senda “apostólica”, cada cual en su momento: uno en 1966, otro en 1967, otro quizá en el 69) nos reencontramos en un bar, que es lugar “oficial” para los reencuentros en este país nuestro, de un pueblo que tuvo todo un equipo de fútbol de frailes dominicos, como ha contado algunas veces aquí Santiago Rodríguez. Otro documento para la Historia; que al día de hoy no queda ninguno “en activo”.

Es verdad; Antonio llegó ya comido. Eran las dos. Pero José Luis y yo, aún sin comer. Así que cada cual dio cuenta en el bar de lo que le pedía el cuerpo y echamos unas parrafadas de aquel tiempo que se va diluyendo, como la nieve de primavera. Fue bonito.

Luego, los más jóvenes dimos cuenta de una comida jugosa. Y a media tarde, Antonio vino a la sobremesa, para otra parrafadita. Con la esperanza de que este verano, con más calor, volvamos a reunirnos en torno a mesa y mantes o a unas cervezas en alguno de los escasos bares que hay por aquellos pagos.

¡Ustedes descansen, jovenzucos! (Nótese aquí otra vez esa desinencia, propia de campurrianos y fronterizos) Que celebréis como Dios manda la próxima Fiesta del Trabajo (Si alguno trabaja, claro!). Javi Cirauqui nos recordaría que in illo tempore era San José Artesano. ¿O se atrevieron a denominarle San José Obrero? Yo ya no sabría decir... Que alguien me ilumine, por favor.