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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

FRANCISCO COELLO DE PORTUGAL: ARQUITECTURA CON AURA

FRANCISCO COELLO DE PORTUGAL: ARQUITECTURA CON AURA

Os invito a leer lo que publica nuestra querida Ana María Ferrín en su blog titulado GAUDÍ Y MÁS sobre la persona y la obra del Padre Coello, nuestro respetado e inolvidable Fray Curro.

http://amf2010blog.blogspot.com.es/2013/09/francisco-coello-de-portugal_15.html

 


 

FRANCISCO COELLO DE PORTUGAL: ARQUITECTURA CON AURA

 

                    Nada hacía pensar que aquel niño nacido en el Jaén de 1926, cuyos problemas cardíacos temían los médicos que no le permitirían vivir más allá de la adolescencia y que hasta los catorce años tenía que ser trasladado en brazos en muchas ocasiones, llegaría a los 87 años trabajando sin descanso. Ni que su carrera de arquitecto, que pareció quedar anulada cuando al poco tiempo de recibir su título decidió abandonar la profesión iniciando la carrera sacerdotal de fraile dominico, tendría una continuidad. Tampoco era previsible que al año de iniciar sus estudios eclesiásticos, cuando la Filosofía y la Teología le hacían pensar que ya nunca retomaría el compás y la escuadra, iba a recibir el encargo de realizar en León el nuevo Santuario de la Virgen del Camino (1).

 

                   Ni que a partir de ese momento hasta pocos días antes de su fallecimiento el pasado viernes 16 de Agosto, las dos vocaciones quedarían fundidas en un apasionado currículum llegando a rondar las 400 obras.  

 

 

 

Cincuenta años separan las dos fotografías.
Arriba,  Fray Coello en el Seminario de Palencia, 
al lado, en una de sus últimas imágenes. 

 

“RECUERDA: MURO DE HORMIGÓN Y FACHADA DE VIDRIO”

 

Publicado en Gaudí y Más. 15 de Septiembre de 2013

 

 

                 Pero hoy se impone dejar a un lado sus dos vocaciones. Pasando de refilón por una vida profesional tan relevante enfocaré la atención hacia el magnífico ser humano, pues aparte de su obra, la fortaleza moral y física de este arquitecto ha dejado un rastro de admiración entre quienes lo trataron. Toda persona que me habló de él, lo hizo con admiración, cariño, respeto, y más cuando han sabido que llevaba dos años y medio sometiéndose a una diálisis que inició periódicamente un día a la semana, para terminar sufriéndola a diario sin dejar de acudir a su estudio hasta que su debilitado corazón dijo basta.

 

                 Por todo ello, ofrezco mi homenaje a la persona que conocí a principios del presente siglo, cuando lo entrevisté a propósito del libro que estaba preparando sobre su compañero en las obras del Santuario de León, Josep Mª Subirachs, en el que Coello ocupó buena parte de un capítulo y con el que me encontré varias veces después. Al que escribí un texto para el monográfico que le dedicó el colegio de Arquitectos de Almería (2) tal y como me pidió, y con el que hablé a menudo todos estos años. La última vez que conversamos fue por teléfono en el pasado junio y por muy poco no tuvimos en julio una entrevista personal en Madrid, ya que un viaje imprevisto me obligó a posponer la cita para un septiembre que ya no podrá ser. 

 

                   Entre mis recuerdos,  el día en que se rió de buena gana cuando le conté que un antiguo alumno del colegio dominico me había confiado varios temas humorísticos. Uno de ellos, la leyenda guasona que corría por León durante las obras del Santuario afirmando que aquello no era un edificio religioso: que en realidad era el fósil de un trasatlántico que se había hundido y del que solo emergía la proa petrificada. Otra queja en forma de anécdota cómica y real transmitida por el P. Rodríguez Lebrato la protagonizaba una señora, a la que después de acudir con su nieta al Santuario y de explicarle que si era buena y obediente iría al cielo con la Virgen y los santos, la niña rompió a llorar, diciéndole: - Yo no quiero ir al cielo con esos santos tan feos (3).

 

                   Escuchar las explicaciones de Fray Curro era un placer. Uno de sus sobrinos nietos, el también arquitecto Tilopa Van Pallandt que vivió muy cerca suyo y puntualmente trabajó con él durante los últimos seis años, destacaba el pasado viernes una característica de su tío que quizá fuese la clave de que todo el que lo trató lo recordase con afecto: - Mi tío tenía la cualidad de hacer sentirse especial, único, a todas y cada una de las personas que trataba. La faceta familiar estaba muy enraizada en el P. Coello por medio de sus hermanos, sobrinos y sobrinos nietos de una gran familia, donde Tilopa recuerda que para los pequeños, las visitas del tío dejaban el halo de un Papa Noel.

 

Dº Pablo Díez, empresario leonés, mecenas del Santuario.

 

Luis Almarcha Hernández, obispo de León. 1944-1970

 

  

Los dos Santuarios de la Virgen del Camino, en León. El antiguo, y el actual
construido entre 1959-1961 por el P. Coello de Portugal.


              Rememorando aquellos días tan decisivos, cuando intentaba convencer a las autoridades eclesiásticas de que era preciso adaptarse a los nuevos tiempos, que pedían una arquitectura luminosa y clara abriendo la mano a las nuevas tendencias del arte, surgían situaciones curiosas acerca de la fachada que diseñó el escultor:

 

                - El Obispo Almarcha era muy carca, pero le gustó la obra que proponía Subirachs y al final la aprobó, igual que Don Pablo Díez. Subirachs trataba los bronces como hace siempre con sus materiales: con la mano, con un palo, con cualquier cosa que le sirva para darles la forma que él quiere. Estaba continuamente con la Biblia en la mano, yendo a la Catedral de León para confirmar los rasgos que pensaba darle a cada apóstol, buscando representar a cada uno con algo que lo distinguiera…

 

                  Al correr el tiempo llegué a la conclusión de que a pesar de la abultada cartera de encargos que había construido, aquella primera obra en León con el entusiasta grupo de creadores compuesto por el mismo Coello, con Subirachs, Albert Ráfols Casamada, Domingo Iturgaiz y el vitralista francés Gabriel Loire, de Chartrés, significó algo muy serio en la vida del fraile arquitecto. Creencia reforzada al comprobar su interés por visitar en Barcelona al escultor, al enterarse de que una dolencia lo había apartado de su profesión (4). La última vez que se habían visto había sido en Torrelavega en 2003, durante la conmemoración de los cuarenta años transcurridos desde la segunda y última obra donde colaboraron juntos, en el colegio de Nuestra Sra. de La Paz.

 

                  La aportación de Subirachs a la obra del colegio, pedida por Coello, transformó la dureza del desnudo edificio coloreando el hormigón de un tono ocre, e ilustrando sus muros con la palabra PAZ en un buen número de idiomas. Claro antecedente de la solución dada por el escultor a las puertas centrales de la fachada principal de la Sagrada Familia, la de la Gloria, que muestran por toda su superficie la oración del Padrenuestro en más de cincuenta idiomas.

 

La Virgen y los apóstoles, obra de Subirachs en el Santuario de la Virgen, en León

 

 

 

 


                        En la villa cántabra una publicación celebró el encuentro de aquellos responsables con el titular: El Regreso de los Cuatro Magníficos, algo tan acertado como cierto, ya que además del arquitecto y el artista, tanto la lucha por conseguir los fondos por parte del superior de la Orden, P. Ángel Lucas, como el esfuerzo del  aparejador Vicente Sámano logrando solucionar los problemas técnicos que presentaba el grabado de la fachada, -según palabras de fray Coello-, ambos nombres merecían gran parte de los honores como auténticos responsables del éxito. La obra está catalogada como Patrimonio Cultural de Cantabria.    

 

                       Un anexo. De la importancia que daba Coello tanto a la obra gaudiniana como a la intervención de Subirachs en la fachada de La Pasión, da fe la profesora de griego Alicia Gómez Martín, buena amiga del fraile desde que se conocieron en Salamanca el año 1972. El pasado viernes, de camino en el tren hacia León para asistir a la misa que se le dedicó al P. Coello, refería la siguiente anécdota protagonizada por el sacerdote, ya muy debilitado, que a pesar de haber pasado no hacía mucho por un tercer infarto y encontrarse en pleno episodio de diálisis, quiso acudir una tarde a una conferencia sobre Antonio Gaudí en la Real Academia de Doctores, entidad de la que era el miembro nº 59.  

 

                         Situado entre el público en compañía de unos familiares, Coello siguió atentamente la disertación hasta su fin, momento en que se abrió el turno de ruegos y preguntas y el maestro Coello se puso en pie. Desde la mesa, al verlo levantarse ya anunciaron que quien tomaba la palabra era el arquitecto Francisco Coello de Portugal y Acuña, quien dio salida al interrogante que había estado dando vueltas por su mente mientras escuchaba las palabras del orador: - Ha sido muy interesante su conferencia. Usted ha hablado de la construcción del templo, de su interior, de la fachada del Nacimiento –vino a decir más o menos Fray Coello-. Pero tengo una curiosidad. Quería saber porqué no ha mencionado para nada la fachada deLa Pasión, con toda la obra escultórica de Josep Mª Subirachs. 

 

                            El público miraba en silencio al caballero delgado de cabellos blancos, erguido, donde unos ojos muy brillantes destacaban en su rostro curtido por la intemperie de sesenta años de sol y vientos. En sorprendido silencio también el conferenciante, rompió la pausa para responder amablemente que aunque esa fachada también era interesante, la conferencia estaba centrada en la figura de Antonio Gaudí. Coello no le replicó, guardó silencio y no rectificó al historiador aclarándole que siendo cierto que Subirachs era el autor de las figuras y las puertas, el diseño de la fachada de La Pasión también era un proyecto de Antonio Gaudí, aunque por la ruptura que presenta comparada con el resto del templo, por lo revolucionaria y vanguardista, nadie lo diría.

 

                       Fray Coello, el monje motero que visitaba las obras vestido con el hábito blanco que transportaba plegado sobre el sillín trasero, tenía mucho en común con el escultor Subirachs en aquellos años cincuenta. Andaban entonces los dos sobre la treintena y en una España aislada de la vanguardia mundial, ambos, cada uno por su cuenta, se las habían apañado para viajar por Europa. Subirachs buscando salida a sus creaciones. Coello en su moto, con hambre de conocer la vanguardia alemana.

 

                 Cuando se convocó el concurso para la fachada del Santuario leonés, el proyecto de Subirachs llegó en el último momento a la mesa del Jurado. –Lo hizo enviando la propuesta modelada en barro de los doce apóstoles formando un frontispicio a la manera románica -recordaba Coello durante la entrevista que le hice en Madrid en 2003-. Sólo que en lugar de ser el Pantocrator quien ocupara el centro de las figuras, aquí el motivo protagonista era la Virgen en actitud de elevarse a los cielos. Las figuras venían pegadas en el fondo de una caja –creo que era de zapatos– y ya daban la sensación de verse acabada la obra y colocada en la fachada del Santuario.

 

                 … Subirachs era un terrible enamorado de Gaudí, ahora estoy convencido de que estaba predestinado a continuar la Sagrada Familia ya que Gaudí también vino a León para hacer dos obras importantes, en la capital y en Astorga. Las puertas que hizo Subirachs para el Santuario son soberbias, basta verlas para comprender que de aquí partieron las que hizo para la Sagrada Familia.

 

                   Por sí solo, sin indicaciones ajenas, el escultor suavizó bastante el primer proyecto de sus apóstoles, mucho más abstractos de lo que resultaron al final.

 

 

                 – Antes de conocerlo ya me interesaba su obra, sobre todo por el tratamiento que daba a sus bronces –añadió el dominico entre anécdotas de la construcción–, y sí, me gustó el resultado final de lo que hizo en el Santuario. Pero que quiere que le diga, aún me gustaban más las primeras figuras que presentó, eran más atrevidas, rompedoras. Pero de todas formas él siempre era original y lo investigaba todo, todo lo hacía con un porqué.

 

                … Cuando grabó los mandamientos en el atril, al hacer el quinto mandamiento dejó un hueco tremendo en medio de la "V", tanto, que yo le dije: “Oye, te has pasado con el agujero,¿no crees que es demasiado grande?” Y metiendo el puño dentro del agujero me sorprendió, porque él, que siempre hablaba en tono bajo, me dijo así, muy fuerte, muy apasionado: “No, no. El quinto mandamiento es “No Matarás” y se tiene que ver muy claro, ¿lo ves? Tiene que ser así, que impacte, como un puñetazo en plena cara”.

 

                   Varios elementos del Santuario resurgían de vez en cuando en alguna obra nueva del arquitecto. No hará mucho tiempo hablando de que tenía en marcha una iglesia en Taiwán, me contó que pensaba hacerse un “autorrobo” copiando a escala reducida el campanil de la Virgen del Camino para colocarlo en la iglesia china. Y más elementos de esa primera obra leonesa había ido colocándolos por el mundo. A la vez, entre 1994 y 2008, las distinciones que nunca se habían detenido en su figura empezaron a llegarle a buen ritmo (5).   


El campanil del Santuario del Camino, en León.

 

El Cristo de hierro de Subirachs, en el Santuario

 

 Coello de Portugal en la época de la construcción del Santuario

 

                   En cuanto a las veces que seguimos comunicándonos en estos años, raro era que de una u otra forma no acabara haciendo alguna referencia a su obra primeriza en León. Y de ella, el Cristo que Subirachs había creado para el Santuario era su pieza preferida.

 

                     Precisamente diversas cuestiones relacionadas con una posible reproducción de esa obra y sus derechos, fueron el motivo de su preocupación durante un tiempo. Resultó que había recibido el encargo de construir una iglesia en Mozambique y desde el principio tuvo en mente la colocación de una copia del crucifijo de Subirachs, pero la austeridad del presupuesto no le permitía alegrías de ese tipo y supongo que durante años debió mover sus fichas para conseguir financiarlo, de ahí que diera tantas vueltas al proyecto.

 

                     Hasta el día que consiguió la autorización para fundir un nuevo Cristo de hierro o bronce, derecho donado generosamente por Subirachs, y gracias a las gestiones de otro arquitecto también sobrino-nieto, Bilbo García-Conde, ayudante y amigo, la financiación está hoy al llegar por parte de un benefactor. Ésta fue una de las últimas noticias que recibió el padre Coello poco antes de su fallecimiento.

 

                     La segunda alegría la tuvo casi al final, cuando el citado familiar le informó de que habían llamado para confirmarles que su equipo realizaría la construcción de un colegio, en el mismo convento de la calle Claudio Coello donde el dominico había pasado cinco décadas de su vida. Al recibir la buena nueva, ya muy agotado pero lúcido, sabiendo que el fin era irreversible y arquitecto hasta el final, trasladó a su sobrino Bilbo el testigo con las directrices que debería cumplir el edificio:

 

                         - Recuerda. Muro de hormigón y fachada de vidrio.

 

 

Ana Mª Ferrin

       Mi agradecimiento a todos los testimonios recogidos durante estos años. En especial a los antiguos alumnos del colegio de la Virgen del Camino, blog: 
http://antiguosalumnosdominicos.blogia.com/

(1)   Ver  http://amf2010blog.blogspot.com.es/2011/07/subirachs-leon-y-la-cerveza-coronita.html
             http://amf2010blog.blogspot.com.es/2012/01/sobre-subirachs-respuesta-un-ex-alumno.html

 

(2)   Ver:  http://amf2010blog.blogspot.com.es/2009/05/francisco-coello-de-portugal-arquitecto.html

 

(3)  Libro El Tacto y la Caricia. Subirachs, de Ana Mª Ferrin. 2011. Ed. Experiencia:

        amf2010blog.blogspot.com.es/2011/06/el-tacto-y-la-caricia-subirachsresena.html

 

(4) http://amf2010blog.blogspot.com.es/2011/06/subirachs-los-de-leon-fueron-buenos.html

 

(5)  En 1994, francisco Coello de Portugal recibió la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes. En 2007la Real Academia de Doctores lo distinguió con la medalla nº 59 de la sección de Arquitectura y Bellas Artes, en la que se inició con la lección Las fachadas dominicas de Castilla y León. En 2008 los Colegios de Arquitectos del Noroeste de España le concedieron el Premio ARQAno de Arquitectura.

6 comentarios

Isidro Cicero -

Así lo haré y que vosotros lo veais. Salud.

Luis Heredia -

Isidro, hazlo cuanto antes para que no te vuelva a quedar mal sabor de boca con aquellos que en vida puedan disfrutar de tus interpretaciones. Por ejemplo, la familia del Padre Coello. Es posible que sus familaires más cercanos en la profesión descubran ahora contigo misterios que el Padre Coello no les desveló nunca. Ahora que ya es estás libre de pecado y el sudor de tu frente no es obstáculo para tu sobrevivencia, haz que suden tus dedos que están para algo más que acariciar cosas, cuerpos o contar la paga que te quedó. Que no te frene la pereza ni la ociosidad del jubilado o de lo contrario tu nieta Helena te tendrá que rascar el cardenillo.

Ánimo, Isidro. Decídete. Ya sabes que tienes todo nuestro apoyo y la editorial a tu pies.

Un beso muy fuerte para Marga

Mariano Estrada -

Hola, Isidro:

Con respecto a Ana Mª Ferrin, no solo llegó a tiempo de conocer al P. Curro, sino que lo tuvo para tratar con él de otras obras. (Por cierto, entre sus obras hay una catedral, no sé si lo sabías). La escritora catalana fue la artífice de que Subirachs y Coello se encontraran después de tantos años, ya que no habían vuelto a verse desde se finalizaron las obras del Santuario.

Recuerdo perfectamente los trabajos recogidos en tu “Crónica de León”. Y es una pena que paralizaras el proyecto al que haces referencia. Pero creo que lo puedes retomar en cualquier momento. Sería algo muy distinto, mucho más personal y desde luego más minucioso y más profundo que lo escrito sobre el tema por Ana Mª Ferrin, estando esto muy bien. ¿Por qué no retomas los trabajos y los conviertes en un libro? Por cierto, yo sí creo que al P. Coello le hubieran gustado tus interpretaciones sobre su obra. Y a Subirachs también, y este aún vive.

No sé qué pensarán los dominicos, pero tal vez tuvieran que tomar conciencia de la importancia de la obra de este gran arquitecto al que su vocación sacerdotal encaminó hacia una arquitectura profundamente religiosa y, al mismo tiempo, profundamente humana. En otras obras no sé, tendrías que estudiarlas, pero en esta del Santuario de la Virgen del Camino, tú podías ser el intérprete más cualificado. Y el Santuario es sin duda el embrión de sus numerosas obras, y en cierto modo, aquí podrían estar prefiguradas todas ellas.

Querido Isidro, lo que te propongo es un reto. Un reto del que, ciertamente, tienes andado mucho camino.

Y te dejo, porque a las puertas una entrevista en la radio. El libro de las poecanciones sigue trayendo cola, el viernes lo presentamos en Benidorm, junto con otros dos.
Un abrazo

Isidro Cicero -

Querido Mariano:
Por los resultados, veo que orientaste perfectamente a Ana Ferrín sobre las personas que debía entrevistar para su estudio; tarde o no, todavía llegó a tiempo de conocer a nuestro arquitecto, lo suficiente como para comprender bien a la persona y entender su obra. Además, en el contexto de los otros tres o cuatro coautores: Subirachs, Casamada, Lapayesse e Iturgáiz.
Ya me hubiera gustado a mí.
Cuando hace años apareció en el blog la noticia de que la referida escritora estaba en esa investigación, yo escribí en una de las entradas que me había planteado un proyecto del mismo orden, pero que lo aparcaba, porque siempre prefiero leer que escribir. Por tanto quedé a la espera de disfrutar del libro de Ana Ferrín cuando saliera y tuviera ocasión, cosa que aún no ha ocurrido. Entonces estaba yo muy impresionado por la fachada de la Pasión de la Sagrada Familia y la del colegio la Paz de Torrelavega.
Le había prometido a Pedro López Llorente un artículo sobre el tema para un número especial de la revista Camino que tuvo –tuvieron los del Grupo Leonés- en mente.
Te agradezco no veas cuánto la alta consideración en que me tienes. Y te recuerdo que todo lo que sé, todo lo que imagino y básicamente todo lo que interpreto sobre el Santuario, lo he escrito en este blog para vosotros con todo el esmero del que fui capaz en una serie que se titulaba “Crónica de León”, aunque hubiera deseado haberla llamado “La Cabeza de la Cobra”.
Mi querido amigo Maxi Trapero, cuando se enteró de que fray Curro aún estaba vivo, me insistió varias veces en que le enviara mi texto. “Seguro que le gusta o por lo menos seguro que le interesa”, me decía Maxi. No lo hice y me quedaré siempre con esa duda. No eran relatos pensados para arquitectos geniales, estaban sí pensados como guiños entre compañeros listos y cómplices. Lo que éramos nosotros.
Me quedaré siempre con la duda de si el arquitecto hubiera aprobado la lectura que yo hago de su obra. No dudo sin embargo -al revés, tengo la absoluta seguridad- de que la obra de León es una maravillosa caja de sorpresas en la que todo responde a algo. En la que ni el elemento más pequeño escapa al mensaje total del conjunto. En otras ocasiones he dicho que, para mí, el santuario es como una estrofa perfecta de un poema. En ella todo el mensaje, toda la emoción se articula a través de unidades muy pequeñas que, aisladamente, no se entienden, pero que cobran todo el esplendor en la unidad superior a la que pertenecen: el prodigio que el autor consiguió.
Un prodigio que es un mensaje fresco, auténtico, profundo, directo al corazón y de futuro. Te juro, Mariano, que muchas cosas de las que le oigo decir a Francisco y el propio Francisco me suenan al prodigioso Santuario de la Virgen del Camino de León.
Si yo fuera la Orden de Predicadores tomaría esto muy en serio, te lo juro.

Mariano Estrada -

Hola, Isidro: estoy completamente de acuerdo con tus apreciaciones sobre Francisco Coello de Portugal y sobre esa emblemática obra por la que empezó a ser conocido y admirado en el mundo: el Santuario de La Virgen del Camino.

No obstante, quiero aclararte que la escritora Ana Mª Ferrin no entró en contacto con él hasta un tiempo después de que este blog iniciara su andadura. Yo mismo le sugerí una serie de personas a las que debía dirigirse y ella así lo hizo. Durante el tiempo en que estuvo escribiendo “El tacto y la caricia. Subirahs”, nos cruzamos innumerables correos e incluso un día nos reunimos en Benidorm.

Un tiempo antes, ella me había pedido “algo” para incluir en el libro. Yo le envié el poema: “Subirachs: la huella de los bronces”, del que incluyó solo el fragmento que le venía bien al libro, tal como puedes leer en el siguiente enlace:

http://amf2010blog.blogspot.com.es/2011/07/subirachs-leon-y-la-cerveza-coronita.html

También lo dejo aquí:

De los poemas dedicados a este sacro lugar cuyo origen se remonta a 1505, entresacamos un fragmento de La Huella de los Bronces, de Mariano Estrada.

Esculturas metálicas,
bronces elementales,
materia sometida a gravedad...

¿Espejismos del arte?
¿Efectos de la fe?
¿Acasos de la mística?

No importa.
Su forma es la figuración.
Son esencia, no hay peso.

Fijaos bien, ¿los veis?
Parece que levitan.
No los hunde el tamaño
ni la crisis de la oración
ni la merma de cantos y fieles.

Ahí siguen, excelsos,
no bajan la mirada.

Incluso se diría
que, de un momento a otro,
van a echarse a volar. (5)

Ana Mª Ferrin

(5) El poeta Mariano Estrada es arquitecto técnico (de Justel, Zamora). Estudió en el Colegio de los Padres Dominicos del Santuario de la Virgen del Camino. Ha trabajado en el estudio de arquitectura de Francisco Coello de Portugal y es autor de varios libros de poesía, entre ellos: Tierra conmovida, Azumbres de la noche y Amores colaterales.

Finalmente, Isidro, quiero hacerte una proposición muy honesta: creo que tú harías el mejor libro que pudiera concebirse sobre el Santuario de La Virgen del Camino. Has vivido allí, has rezado allí, has sentido allí, conoces sus entresijos y sus detalles, porque los has mamado, te sientes atraído por ellos y los has estudiado. Además, dispones de una herramienta que no todos pueden tener: el arte literario. Y no ya es que escribas de maravilla, que eso a estas alturas, es lo mínimo que se te puede reconocer, es que estructuras extraordinariamente, manejas bien los conceptos y sabes exponerlos con sencillez y con claridad. Quede aquí mi propuesta.

Isidro Cicero -

Gracias, Josemar. He disfrutado lo indecible con este artículo de Ana María Ferrín que, por lo que se ve, estuvo envidiablemente próxima a Francisco Coello. Da aquí algunas claves reveladoras sobre su personalidad,que a mi modo de ver se confirman en su obra.
Este artículo no hace sino confirmarme en la idea de que aquel santuario fue un prodigio irrepetible y, como consecuencia, una suerte haber estado cerca de él.