COMIDA EN MADRID DÍA 25 (Crónica por Jesusito Herrero)
Como es sabido el sábado pasado día 25 y por si alguien no lo sabe y le interesa la precisión, el orden y otros pulimentos divinos, algunos de Madrid, algunos de Asturias y algunos de Bélgica se reunieron para comer en el restaurante Barbakoa (con k, porque ahora es la moda de las "kas" y no me refiero ni a la alternativa vasca ni a la bebida sino a la ordinaria y ortera moda que los usuarios procuran no repetir porque olería mal). La letra Q se convierte en ineludible K siempre que se puede, vayaporDios. El 25 de diciembre se convierte en 25 de febrero, casi carnaval que es cuando se peka, el que puede, claro, porque la mayor parte de los asistentes (unos veinte que podrían haber sido doscientos de haber estado la situación económica mejor) ya no pecamos, no porque no podamos oyes, sino porque no nos da la gana (en sentido literal) estar todo el día pensando en lo mismo que cuando éramos jóvenes.
Acababa yo de llegar al restaurante cuando pasaron dos pivones de los de pekar (para llevarme la contraria). Solazándome como estaba en los calurosos paisajes del paisanaje cuando vino a distraerme el Baldo, vía móvil inoportuno, para sacarme del pozo de los contravalores (no tengo claro que lo sean ni mucho menos): Hola, qué soy Baldo y te llamo para decirte que no puedo ir porque tengo medico el lunes. Le contestó de improviso detrás de mi una voz profunda, filosófica y seria como no hay otra en el blog: Acababa de llegar Pitu para esperarle a quemarropa al Baldo, qué pasa tronco, ya no se te pone y tienes que ir a la consulta... o tienes miedo a pagar la cuenta del restaurante, pedazo de cobarde... no, nada de eso contestó Baldo, solo llamo para recordarle al Ferrariense que todo valor tiene su contravalor y que se ande con cuidado, sobre todo estando tu cerca.
Total que empezaron a llegar todos en ese momento y nos fundimos en un abrazo solidario (por lo de crisis), cariñoso (por lo del amor fraterno), amistoso (por lo de la amistad), protector (por lo de las preferentes de Bankia) y, finalmente pecaminoso (por lo de la gula desatada con lo que se avecinaba y no por lo que estás pensando, que ya nos conocemos...)
Ya dentro del restaurante se vio que la mesa que habían reservado era muy alargada y uno de los laterales quedaba pegado a la pared, así que comenzó a estudiarse el problema de dónde se sentaba cada uno. En principio se decidió democráticamente que las señoras se sentaran en la parte del lateral exterior para que pudieran peregrinar libremente hacia los servicios, porque ya se sabe que les gustan ese tipo de paseos más que a los señores, que suelen tener otras tendencias, como por ejemplo la de enzarzarse con las chuletas de los corderitos y cosas así. Pero como siempre suele suceder cada uno se sentó donde le vino en gana o pudo. De todas formas Pitu estuvo explicando a todo el mundo el peligro de sentarse al lado de Chuchi Fresno porque tiene la costumbre de sacar muelas y dientes al prójimo y en este caso mucho más porque está armado de cuchillo y tenedor. Pero al final los que se sentaron a su lado comieron con la boca cerrada y bebieron con pajitas y salieron enteros e indemnes (lausDeo). El resto del caos de asientos fue como era de esperar, los gordos con los calvos, los altos con los feos, los guapos con los bajitos y los delgados con los de flequillo o peluquín, pero eso no pude comprobarlo.
Se trataron varios temas, todos candentes ojo, aquí no cabían banalidades. Así por ejemplo se habló, faltaría más de la crisis, de los políticos, de los banqueros, de los chorizos, de las Blak, de Beyoncé, de Messi, de Maxi y de Mini, del precio del pan y la mantequilla, de Eurovisión, de General óptica y las lentillas, del tráfico y de las multas, del cambio climático asociado a la venta de abanicos y eléctricas y de un sin fin de cosas más. Se decidió por unanimidad que todo eso eran contravalores. Si llega a estar Baldo levita de la emoción porque con sus instrucciones la conversación se eleva de nivel hasta alcanzar alturas insospechadas e incluso ya no se insulta a la gente, ahora se la llama "contravalor de mierda". Ya otra cosa.
En ese momento empiezan a poner gaseosa, agua gran reserva y vino del Ayuntamiento. Luego pasa otro camarero con el pan y alguien le pregunta por sus reivindicaciones laborales y sindicales y éste le contesta mira tío, estoy en la mierda, y se va. Luego llega otro camarero y empieza a preguntar qué se va a comer y ahí se organiza otro lío. Hay cuatro primeros y cuatro segundos (área biopsíquica, querido Baldo y también social, ética y lúdica). En lo ofrecido no había langosta ni centollo ni choricines a la sidra ni percebes ni angulas o cordero asado (contravalor fijo estas ausencias), había otras cosas que a lo mejor podrían considerarse valores, así que en medio del caos elegimos mientras liquidábamos el pan.
Mientras traen la comida se abre otra nueva ronda de temas a tratar, pero llama Baldo de nuevo, esta vez al Pitu, para que calibre bien la percepción de valores y contravalores propios de un banquete como este y no se deje llevar por las pasiones gastronómicas. Con el barullo general Pitu entiende que le están hablando de pensiones económicas y se cabrea como era de esperar. Por suerte la cobertura no era buena y el ladrillo no llegó a su destino. Por otro lado se hizo un silencio ominoso mientras todo el mundo comía, solo se oía sorber sopas, chirridos de cuchillos cortando filetes, sofocos y jadeos producidos por guindillas y otros cuchicheos variados.
Pero mientras traían el postre y el café se abrió otra nueva vía de debate en forma de recuerdos de aquellos tiempos de la Paramera, llena de valores y contravalores, o sea, de buenos, malos y regulares y se vio que la gente se acordaba más de los buenos y menos de los contravalores, y de repente alguien mencionó a Trump para preguntar si el nombre significaba trompa o trampas y alguien le contestó que significaba trompo porque estaba patinando a lo bestia, como lo que es, y que nos lo íbamos a tener que tragar, pero alguien le contestó que para un jubilado eso ya no eran cosas a tratar y ahí se quedó la cosa, abriéndose a continuación el capítulo sensible de los nietos, y entonces todo el mundo empezó a sacar sus fotos que habían sido preparadas con mucho cuidado previamente.
Finalmente llegó la cuenta y se volvió a liar porque casualmente no había nadie de ciencias. Éramos todos de letras y las sumas y contabilidades no se nos dan. En principio como Pitu estaba en la zona central, se puso a recaudar fondos. Todo el mundo empezó a retratarse pero al final faltaba dinero. Luego se puso a echar las cuentas otro y sobraba, así que llegó un tercero y faltaba y luego un cuarto y encajó pero poniendo todos un euro con veinticinco. Pedro, como siempre, intentó pagar lo suyo varias veces (áreas económica, religiosa, biopsíquica, ética y social) pero como siempre también, se le impidió pagar en función de las mismas áreas baldenseseladianas y de un decreto ley fulminante de hace algunos años. A Pedro le debemos todos el haber estado allí con nosotros y ahora aquí. En el aquí incluyo también a las señoras a las que no voy a ultrajar horteramente poniendo nosotros y "nosotras" como hacen los políticos y los que no han estudiado lengua y literatura.
De todas formas todo quedó perfecto porque su eminencia el doctor Barrigón y Pilar, su santísima, llevaron pastillas para todos y nos las tragamos sin rechistar porque somos jubilados y estamos acostumbrados y ya no podemos vivir sin eso.
Salimos a la calle en tropel pero no cantamos eso de "A Dios y a la madre de su vida" o "adiós madre de su vida cuando te volveré a ver" o como sea, porque allí no había nadie solvente de la escolanía y tampoco fueron el Quique o el Correas que son los que empiezan este tipo de jaleos. Al final el otro Julio, el de El Barrio, silvó un poco la canción de "el bueno, el feo y el malo" y cuya música es del Silvio Berlusconi y alguien empezó a discutir porque decía que la música era de Mario Benedetti y otro que de Sergio Leoni y otro que de Ennio Morricone, y como no había unanimidad se acordó democráticamente que la cancióncilla era de la Pandoja, pero como esta señora está implicada en asuntos económicos irregulares y su señoría don Julio se puso serio, se acordó por unanimidad que la cancióncilla era del Vibot que es un músico estupendo además de poeta y para colmo toca varios instrumentos.
Luego unos desaparecieron en la boca del metro, otros en la boca del litro y los más en la boca del lobo que es donde nadie quiere meterse pero todo el mundo se mete por votar lo que no se debe. QuélevamoshacerválgameDios.
15 comentarios
Luis Heredia -
Yo ya estaba todo enfrascado.
¿Para cuándo otra serie de décimas?
Mira que lo tengo dicho: sería un desperdicio no recopilar tanto arte aunque esté suelto.
Y también va por ti, Eugenio.
Santos Suárez Santamarta -
Debo decir que me lo he pasado muy bien con tus décimas y que no quisiera verme privado de más ocasiones de leerte en este u otro tipo de composición. Admiro y me agrada mucho tu manera de escribir, como creo habértelo dicho ya en más de alguna ocasión anteriormente. Un abrazo
Eugenio Cascón -
Santos Suárez Santamarta -
por seguir esta carrera,
amigo, aunque no quisiera
todavía echarme a un lado.
Tu eres joven e ilustrado
y de mucha mayor talla.
Y como a mí ya me falla
lo de arriba y lo de abajo
dejo por hoy este tajo
y te entrego la toalla
Eugenio Cascón -
pues es ejercicio sano
para todo ser humano
eso de versificar.
Armonizar y ordenar
sílabas en buen concierto
ayuda a tener despierto
el caletre al jubileta
mejor que cualquier receta
de esas que suenan a cuento.
Santos Suárez Santamarta -
paso el tiempo alguna vez
en ir tejiendo esos diez
versos que han denominado
espinela. Y he notado
que es un quehacer excelente
para ejercitar la mente
y encontrarme distraído.
Cuando en esto estoy me olvido
que en el mundo haya más gente.
Eugenio Cascón -
mi querido amigo Santos,
que del verso los encantos
son fuente de diversión,
y hasta provoca adicción
juguetear con el estro,
mas no debe alguien tan diestro
como tú en estas labores
mostrar de aprendiz rubores,
sino ejercer de maestro.
Santos Suárez Santamarta -
tus espinelas, Eugenio,
por lo que tienen de ingenio
y lo que puedo aprender.
Quiero además defender
que es un trabajo ideal
para la salud mental
y para la propia estima.
No hay como el ritmo y la rima
para no sentirse mal.
Baldo -
Eugenio Cascón -
Pido disculpas anticipadas por si el tono jocoso con que retrato a veces nuestra incipiente decadencia molesta a alguien. Espero que no, basta con no creérselo.
Helos, a la mesa puestos,
las santas y pecadores,
vigilando tenedores,
cucharas y otros aprestos.
Juntos, pero bien revueltos,
aguardan por la pitanza
que dará paz a la panza
y a los rostros alegría,
provocando algarabía
y algún amago de danza.
Hay un Pitu que gallea
mirando al dispositivo,
enhiesto y con gesto altivo,
tanto que ni pestañea.
Hay hasta quien secretea,
mientras otros, muy atentos,
siguiendo van los comentos
del platicante de turno,
y hay también quien, taciturno,
anda en otros pensamientos.
Se ven rostros placenteros,
disfrutando del momento
que acarrea un nuevo encuentro
con los viejos compañeros.
Pero no se ve a un Herrero
que, haciendo de retratista,
se desplaza por la pista,
dejando, con ojo experto,
miserias al descubierto.
¡Jesús, qué perverso artista!
Y está Pedro, el venerable,
protegido y flanqueado
por un justo magistrado
y un doctor de gesto amable.
Y se ve a un dentista afable,
que no provoca temores,
y hay algunos profesores
ya fuera de la batalla,
y un cántabro de gran talla
que anda por los exteriores.
Comenzó al fin la comida
y transcurrió sin azares,
entre decires y hablares,
agradable y comedida.
De la pitanza servida
no hay demasiado que hablar,
pues todo vino a parar
en un menú sin esmero,
desaborido y somero:
ni chicha ni limoná.
Cuando el tiempo hubo pasado,
hubo que juntar dineros
por dar a los mesoneros
lo que ya estaba acordado.
Se pagó lo estipulado,
al final salió la suma
sin necesidad de pluma,
y el personal, satisfecho,
se levantó al poco trecho,
despacio, por si el reúma,
Y ya en pie, sobre la acera,
tras la visita el retrete,
con la próstata en un brete,
que la cosa ya no espera,
se siguió en la charladera
y alguien habló de tomar
una copa en algún bar,
pero ninguno convino:
para sopas y buen vino
ya comenzamos a estar.
Así que, todos a casa,
porque las seis van a dar.
José Luis Suárez Sánchez -
Pero en esta crónica, magistral y memorable. me veo en la obligación de matizar dos detalles:
1º Has consentido que el "Gachón" de Casorvía chevantara la cresta pa anular mi imagen y la de Piñera Baxo.
2º Y esto ye lo grave, xuniste a la mio santa (canonizada en el Palmar de Troya con la imposición del velo para poder entrar) con Fresno. Ya sé que saca muelas, pero no sabía que usurpaba muyeres... Yo siempre merendaba de piquinu, en los praos a la sombra de un fresnu porque ye muy agradable, pero la mio santa está a la vera de un roble que tien más cicatrices en la piel.
No os asustéis con mi "chingua". Es que yo pertenezco a la academia de la "chingua", no de la "llingua" como los de Casorvía.
Que sí, hombre, que sí, que lo pasamos muy bien y que eres un cronista y caricaturista fabuloso. Seguid haciéndonos felices.
Alfonso Losada Vicente -
Sin conocerte, que lanzado.
Me encanta como escribís y contáis las cosas; yo, personalmente, según lo has contado, me parecía, como si hubiera estado allí. Desde luego, me hubiera gustado estar en la comida, para ir conociendo a alguno de los antiguos compañeros, pero esta vez no me fue posible, ( compromisos )
Ciraqui: Tengo entendido que a primeros de septiembre, el grupo de Galicia, tienen la intención, de reunirse en Villava unos días; si puedo iré.
Un abrazo a todos.
Losada
Javier Cirauqui -
Un cariñoso recuerdo para todos vosotros.
Como siempre tus crónicas, Jesús, son divertidas y muy bien escritas. Da gusto leerte.
Un fuerte abrazo.
Javier
Jesús Herrero Marcos -
En cuanto a lo de las viñetas, no es que haya pasado el tiempo de la vendimia, o que estas sean ateas y no quieran dar fe, sino que estaba en pleno viaje y así es muy difícil hacer nada de eso. Con Santamarta tendrás que hablar tú directamente y aclararle si le pagas dietas y estancia o solo media pensión. Versos aparte
No te mando la lista de los que no asistieron porque solo faltaron unos pocos (alrededor de novecientos) y no merece la pena.
Baldo -
Sólo encuentro en tu valiosísima crónica, Ferrariense querido, tres contravalores: el primero, que no nos hayas dado el/la listo/a con los nombros/as de los asistentos/as, con lo cual nos has privado de desarrollar la vitalidad social del cotilleo, aunque sea solitario. El segundo contravalor es que no hayas llevado a Santines S. Santamarta tendría que haber sido a la fuerza y esposado, para que, mientras os dabais al placer de disfrutar de las viandas, él hubiera confeccionado una ristra de décimas, sonetos, nonetos y eneanetos, con los que hubieras acompañado a tu crónica, ya de por sí insuperable, pero claramente mejorable. Tercera, no hay ninguna viñeta que de fé (yo, lo de dar fé, siempre lo escribo con tilde, por la costumbre que tengo de estar todo el día entre incunables) de las caricaturas de los asistentes. Si corriges estos tres contravalores con valores de alta dignidad evidentemente, a través de un proceso de dignificación, en la próxima comida, que podría celebrarse en san Petersburgo de la Calzada, la crónica, además de insuperable, sería inmejorable. Nada más.