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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

UN DÍA DE VISITA (dedicado a Julio Correas)

UN DÍA DE VISITA (dedicado a Julio Correas)

Instantáneas de un día de visita de una de nuestras familias, en este caso de la familia Correas. Retrato a los pies del Santuario, es media tarde de un domingo del final del invierno, puede ser de 1963.

Los "enchufados" que teníamos en León capital a nuestra familia, no éramos muy conscientes de lo que suponía un día de visita para quienes no la teníais próxima y permanecíais "acuartelados" en el Colegio de la paramera durante casi todo el año.

No obstante, os confieso que no eran días muy agradables: mi padre nos recogía en un taxi sobre las dos de la tarde, después de cantar en la misa de una. Recuerdo que era la tercera misa del día, la de la Capilla, la de las once en el Santuario y la de una a la que acudían las familias de León con sus abrigos de pieles, éllas, y sus gabanes, éllos, y sus hijas mozuelas quinceañeras con sus abrigos de paño por las que los ojos nos hacían chiribitas. En realidad no subían a oir Misa, sino a oir a la Escolanía, los padres, y a ver de nuevo a los apostólicos guapos, las niñas.

Llegar a casa, la comida ya en la mesa con mi abuela, mis padres y mis hermanas.

A las cuatro y media de la tarde, rápidos al autobús de Martiniano Fernández para llegar al rosario de las cinco de la tarde en el Santuario. Siempre recordaré aquella profunda-profunda tristeza, soledad, angustia, no sé, que sentía al regresar al Colegio, sensaciones que únicamente se desactibaban ante la certeza total de que esa tarde de día festivo hubiese película en aquel Teatro al que jamás he vuelto a entrar.

Nunca las he vuelto a sentir. 

Todavía podemos escuchar aquella festiva llamada por los altavoces de la Recreación: "Hermanos Correas, VISITA".

Amigo Julito, con mis sinceros deseos de que las cosas se puedan ir solucionando, ya sabes.

24 comentarios

JULIO CORREAS -

Gracias a todos, amigos.
Os siento cercanos y aportando fuerza a los que sufrimos fuerzas de flaqueza.
Pido a Dios y a nuestra Virgen del Camino dignidad, paz y entereza para Marta y para toda la familia en este tramo difícil del camino y estoy seguro que con vuestro apoyo lo tendremos.
Un fuerte abrazo para todos.


Luis Heredia -

Hola,Julito. Más palabras de ánimo que nunca falten porque siempre serán pocas. Te lo he dicho al teléfono, te lo repito desde aquí y Federico Vara te lo ratifica. Por encima de todo hay Alguien y el sentirse rodeada del afecto la reconfortará. Es difícil mantener la entereza y cierta tranquilidad cuando sois los dañados colaterales por las enfermedades serias de las personas más cercanas a nosotros, pero hay que intentarlo.
Más besos aún de los que te mandé por teléfono, para ti, para Marta y los hijos.

Carlos Abad Serrano -

Julito, no sé qué decirte. Me pilla tan descolocado que solo te puedo decir la gran actitud que tienes ante semejante problema. Deseo lo sobrelleves junto a Marta y tus hijos pensando que lo importante ahora es ella. Un abrazo muy fuerte y sabes donde nos tienes

Daniel Orden -

Julio: Queremos estar a tu lado de la manera que no molestemos, y si es posible que te ayude. Con gran afecto. Un abrazo

Fernando Alonso -

Julio, siempre a tu lado, aunque es difícil prestarte la ayuda que necesitas y compartir contigo esa tremenda carga. Un abrazo

dacio -

Querido Julio
Abruma la noticia, y no hay palabras para expresar la pena por tu dolor. Sólo puedo decirte que estoy a tu lado.
Un fuerte abrazo, querido amigo.

Federico Vara -

A Julio Correas. No nos conocemos..no importa, pertenezco, como tú, al grupo " antiguos alumnos"Hace tres años me diagnosticaron cancer de pulmón con adenoma....etc , en fin estoy contigo...lo único que me mantenia firme era que por encima de la quimio, el oncólogo y el doctor de paliativos estaba Alguien. Y partir de entoces he visto como todos los conocidos..y no tan conocidos me han inundado con su afecto... que es lo que salva,-Un afectuoso abrazo.-

Ramón Pajares Box -

Querido Julio:

Me has dejado de piedra. Me pongo en tu piel y reconozco que en tu situación no sabría hacerlo bien y sí sobrellevarlo mal.

Cada edad tiene su crisis (su cruz, que deciamos allí): te ha tocado vivir una muy seria, y te deseo que sepas superarla, vivirla y sufrirla (sobre todo sufrirla) con entereza y hombría, de esa que uno no sabe que tiene hasta que no queda más remedio que sacarla a relucir.

Mi más intenso saludo a Marta, a quien no conozco aunque no creo que importe. Dile que ha elegido ejemplarmente y que su elección es un modelo a imitar en casos similares, de pronóstico sin esperanza.

Aprende todo lo que tengas que aprender para mitigar su dolor con los medios que ofrece ahora la medicina/farmacología. Y el resto, tú sabrás también como aportarlo.

Y recibe tú también un intenso abrazo, con mi solidaridad, mi compasión, mi admiración y mi esperanza de que por muy duro que te sea, saldrás adelante, dolido pero fortalecido, y con el agradecimiento de Marta y de tu familia.

fernando muñoz box -

Mi querido Julio:
Está claro que creía que se trataba del problema de aquellos años en que unos tenían la suerte de tener la familia cerca y otros no.
Pero ahora, al conocer la realidad que te afecta, quiero enviarte un abrazo más fuerte que el anterior y a ser posible más entrañable.
Dale un beso también a Marta, y abrazos para tus hijos

Domingo Iturgaiz -

Julito, un fuerte abrazo y mucho, mucho ánimo.

Javier Muñiz Diaz -

Querido Julito: Què te puedo decir que te sirva?. Sabes que el ministro es eminentemente práctico.
Un fortísimo abrazo y lo que conlleva.

Javier Muñiz Diaz -

Querido Julito: què te puedo decir que te sirva?.Sabes que el 'ministro' es práctico.
Un

Joaquín Urbano -

Julio: sin palabras. Conozco de primera mano ese trance. Lo que necesites de mi. Ánimo y un abrazo muy fuerte.
Joaquín Urbano.

Ramón Hernández Martín -

Con el solo derecho que pueda dar la comunión de este blog, me atrevo a decirte que, desde hoy, tu mujer y tú formaréis parte del grupo que cada día nos juntamos telemáticamente a la diez de la noche para elevar la mirada (el pensamiento) al cielo y decir simplemente "gracias". Gracias por cada año, mes, día, hora y minuto de vida. Sean muchos o pocos, no importa, pues un minuto puede ser tan largo como un año y un año, como un minuto. La palabra "gracias" ilumina el tiempo y lima sus asperezas. Desde esta noche, amigos, ya formáis parte de ese grupo, ya motiváis ese "gracias". Por lo demás, un fuerte abrazo de ánimo, abrazo de un segundo que parezca un año, una vida.

Jose Manuel García Valdés -

Julio, me gustaría ser artesano de la palabra para acertar a decirte lo que siento.Para simplificar, recibe todo el ánimo del mundo, toda la entereza necesaria y toda la razón que te permita ver lo que hay oculto.
Recibe un fuerte abrazo y mucho, mucho ánimo.

Martin -

Querido Julito te mando el mas fuerte de mis abrazos y quisiera mandarte toda la fuerza y ánimos que pudieras necesitar, siempre estaremos a tu lado.

Jesús María Herrero Marcos -

Intenso abrazo, chuletilla de Madrí.

San Jose -

Querido Julito no te puedes imaginar como te comprendo y comparto tus sentimientos.
Un abrazo muy fuerte y mucho ánimo.

JULIO CORREAS -

Mis queridos amigos-hermanos,
me conmueve saberos cerca.
Y aún llevando la contraria, con todo mi respeto, a aquellos que no desean compartir sus penas, dolores y miserias, no quiero dejar en vacío el sentimiento que me transmitís por algo que aún os es desconocido.

Os cuento:
Tras muchos meses incomprendiendo (valga el palabro) cómo podía o debía gestionar la convivencia de 44 años con mi amiga-compañera-esposa Marta que se estaba haciendo imposible... llegó la Navidad. Una neumonía nos llevó al hospital y tras las múltiples pruebas de rigor hube de soportar con entereza el comunicado de la doctora: Cáncer de pulmón, tumor maligno crecido fuera del tórax con múltiples adenomas en el miasteno (área de corazón, esternón, diafragma,etc...) derramado en el cauce linfático y con derivaciones en las glándulas suprarrenales. Diagnóstico de imposible curación ni cirugía.

El impacto de una noticia como esta te hace temblar las piernas, el corazón y sobre todo el fondo del alma pero al poco te hace ver un sinfín de tareas para los próximos nosesabecuántos meses al tiempo que encajan las piezas del rompecabezas que explican el deterioro de la inmediatamente anterior convivencia.

Se ponen en marcha unos mecanismos que te clarifican las ignominiosas e indeseadas tareas inmediatas. La procrastinación es inviable y la intuición te hace sonreír cuando piensas en que el "carpe diem" debe convertirse en "vivir el minuto a minuto".

Ella es perfectamente consciente de su situación y no desea fármacos ni quimios que le alarguen la vida a costa de ingerir venenos que le amarguen su corta existencia lo cual respeto tanto que yo creo que haría lo mismo.

Y es el momento de pedirle a Dios que me permita estar a la altura de las circunstancias, hacer de tripas corazón y dedicarle amorosamente los tiempos que le queden de modo que camine estos sus últimos pasos por la vida de la manera más feliz posible.

Entretanto, y a escondidas, ir gestionando las responsabilidades que estos acontecimientos acarrean y procurar mimar y calmar el dolor de mis extraordinarios hijos que ellos aún no conocen, por la muerte de una madre.

Y al mismo tiempo sentir con hombría el dolor redivivo. Prever unas largas semanas de aprender a comprar la bendita morfina, de aprender a agradecer y acariciar la idea de unas jóvenes doctoras que viven el amor y su profesión en los llamados Cuidados Paliativos.

Sentir cómo la vida se va en pocas horas entre ambulancias, hospitales inhumanos, insolidaridades médicas, ahorros de gastos esenciales, apoyos de amigos para siempre y ese estertor que retumba en los aledaños de la vida.

Y tras ese estertor que derriba la conciencia de la fe y del tiempo...asumir una paz desorientada.

Sonrisas, besos, olores. Atención... no rompas nada!

Lágrimas hacia adentro. Dolor del alma.

Pronto ella y yo nos iremos a las olas de esa mar que nos acunó entre soles de sonrisas y nubes de lágrimas.

Yo volveré al camino. Ella quedará al arrullo de las hadas.


fernando muñoz box -

A veces tengo una especie de remordimientos porque no sé si fui consciente en aquellos entonces de que había cosas que os hacían daño.
Sólo procuré estar cerca de todos aquellos críos que no sé si me necesitaban. Entre otros aquél "chuletilla de Madrí" que hoy me resulta tan entrañable.
Un abrazo muy fuerte

Pedro Sánchez Menéndez -

Julio: Un abrazo entrañable y sincero. Me encuentro a tu lado acompañándote siempre. Pedro

Jesús María Herrero Marcos -

Julito, desde aquí un abrazo de tamaño natural aunque no sepa dónde te le tengo que dar.

Eugenio Cascón -

Ignoro qué le está ocurriendo a Julio Correas, pero, sea lo que sea, quiero ofrecerle desde aquí, aunque no sirva de mucho a efectos prácticos, mi apoyo más fraternal. Un abrazo.

Eugenio Cascón -

Querido Josemari. Aunque mis circunstancias eran diferentes, te entiendo muy bien. Algo bueno que tiene el ser humano es su capacidad para adaptarse a las situaciones, para adecuar sus expectativas al presente y a lo que sabe que, ineludiblemente, le espera en el futuro. De este modo, si aquello que esperamos está próximo en el tiempo, preparamos nuestra mente para una espera corta, al contrario de si el suceso anhelado queda mucho más lejano.

Pido perdón por explicarlo tan mal. Esto ocurre cuando uno se mete en camisa de once varas e invade terrenos que no le son propios: cualquier psicólogo lo explicaría mucho mejor. Sin embargo, aplicado a nuestro caso, creo que se entiende lo que quiero decir. Los que teníais la familia a poca distancia del colegio y, debido a ello, podíais disfrutar de visitas más o menos frecuentes, os despedíais hasta la próxima, que sería dentro de poco, mientras que los que veníamos del quinto pino, habíamos de aguardar casi un año para el encuentro familiar más inmediato.

A esto me refería, entre otras cosas, en mi reciente relato acerca de las navidades en régimen de acuartelamiento. Pero, entiéndeme, no quiero decir con ello que la angustia de vuestras despedidas fuera menor que la nuestra. Como decía al principio, cada uno se preparaba para lo que tenía por delante e imagino que el nudo en la garganta y las ganas de llorar serían las mismas, tal vez con el agravante, en vuestro caso, de que la situación se repetía con más frecuencia.

Durante los cuatro años de mi permanencia en el colegio, no recuerdo más visita que una de los padres de nuestro compañero José Manuel Criado _descanse en paz_, los cuales, dado que procedíamos del mismo pueblo, tuvieron la amabilidad de llevarme con ellos a merendar. En otra ocasión, el portero, el simpático Pepe, llamó, preguntando por mí, a aquel teléfono que, situado en el vestíbulo del que arrancaban las escaleras de los dormitorios, servía, entre otras cosas, para este tipo de avisos. Me dijo que en la portería me esperaban unos señores de mi pueblo, los cuales, aprovechando su paso por León, habían subido a saludarme. Salí corriendo hacia allá pero, ¡oh decepción!, resultó que los señores de marras no me conocían, ni yo a ellos, dado que eran de Macotera, nombre de otra localidad salmantina que el bueno de Pepe había confundido con Mogarraz. Deshecho el entuerto, el hombre comenzó a rascarse la cabeza y yo hube de volverme, mohíno, a avisar al verdadero beneficiario de la visita.

No cuento, claro, las visitas que hacía al colegio el padre Segis, mi tío y a la sazón provincial, pues eran más protocolarias y lo que me producían era, más que nada, cierto envaramiento.

Pero, volviendo a las despedidas, sigo recordando vivamente las de mis padres antes de emprender el viaje de vuelta al colegio, tras aquellos veranos que se hacían tan breves. Mi propia congoja y, sobre todo la de mi madre. Después, el viaje hasta Salamanca en aquella especie de autobús-diligencia que te desacomodaba los riñones a base de saltos para salvar los baches de una eufemísticamente llamada carretera, a lo largo de las más de dos horas que empleaba en un trayecto de 80 kilómetros. Una vez allí, el encuentro con el grupito de los que, procedentes de la capital charra, embarcábamos en uno de aquellos autobuses plateados de la empresa Fernández que, vía Valladolid, nos llevaba hasta León,. Por último, el taxi pagado a escote para subir hasta La Virgen, y a esperar diez meses. Pero, como ya lo sabíamos, no nos creábamos otras expectativas y, dentro de lo que cabe, lo llevábamos bien.