UNO DE TANTOS PERIPLOS DE LA DOLOROSA DEL CAMINO (Por Santos Suárez Santamaría)
Y cómo lo voy a hacer / -me preguntaba a mi mismo-
al leer en un correo / lo que allí veía escrito
Lo que tenía delante / era un documento antiguo,
una foto en blanco y negro, / y con un ruego conciso
en el que se me invitaba / a glosar su contenido
tal como me pareciese / y según mi propio juicio.
Así que no puse excusas / al amable desafío
de Josemari quien lleva / el timón de este navío.
La exégesis no me va / y en glosar no soy perito
como lo son, por ejemplo, / Carrizo, Vibot e Isidro.
Vamos, sin embargo a ello / a ver si puedo y consigo,
aclarar someramente, / algo de sus entresijos.
Lo primero que destaca / -lo apreciáis todos conmigo-
es la venerada imagen / de la Virgen del Camino,
esa imagen dolorosa / que siendo tan solo niños
se nos grabó en las pupilas / y con ella hemos crecido.
La efigie que tantas veces / nuestros cantos cristalinos
sonorizaron su templo / cuando colegiales fuimos.
Verla en esta foto ahora / fue contener un suspiro
y volver en el recuerdo / a lejanos tiempos idos.
A los tiempos cuaresmales, / al canto de los oficios
y al turbador “O vos omnes” / punzándome los oídos.
Me fue duro alzar los ojos / por primera vez, de niño,
y ver una madre rota / sosteniendo muerto al hijo.
Aquí vista a campo abierto / sobre rastrojos de trigos
dibujada contra el cielo / a hombros de peregrinos
no pareciera su rostro / tan doliente y afligido
como entonces en su templo / iluminada por cirios.
Refiriéndome a la foto / que tengo delante y miro
me hubiera gustado hacer / un apunte más preciso.
No sé cuándo se ha tomado / ni el lugar en que se hizo
no sé de sus circunstancias / ni su autor, ni sus motivos.
Por lo que en ella se muestra / y analizándola opino
que de su toma ha pasado / más de tres cuartos de siglo.
Anterior, sin duda, al tiempo / que en Colegio estuvimos
y tal vez bastante antes / de que hubiéramos nacido.
Determinar por ejemplo / la estación sin ser testigo
no es fácil, aunque presumo / que fuera en tiempo de estío.
O quizás fuera en otoño / antes que llegase el frío
por no ser la que aparece / indumentaria de abrigo.
Podrían decirme algo / tal vez esos arbolillos
acerca del cuándo y dónde / pero yo no lo percibo
Nada me dice ese cielo / que me parece plomizo
y poco me dice el fondo / nebuloso e impreciso
Sí podría presumir / que lo que lejano atisbo
es la ciudad de León, / aunque sólo por indicios.
Respecto al grupo de hombres / del primer plano adivino
que pudieran ser alcaldes / de pueblos circunvecinos
pues hay algunos que llevan / bastón de mando consigo
y otros colgado del cuello / análogo distintivo.
La mayor parte de ellos / lucen atuendo festivo:
traje oscuro con corbata / sobre camisa de lino,
o de algodón, o de seda / que esos eran los tejidos
de aquel tiempo con que hacían / las camisas los modistos.
Y entre tanto traje oscuro / seguro que ya habéis visto
parte del habito blanco / que advierte de un dominico.
Su presencia se revela / por ese talar vestido
blanco y por calzar sandalias / como mendicante antiguo.
Por qué estaba ahí lo ignoro. / No sé desde cuando ha habido
en el pueblo de La Virgen / frailes de Santo Domingo.
El fotógrafo nos muestra / sólo el plano del principio
sin saber si hay multitud / o el cortejo es reducido
Aunque a la vista aparece / poca gente yo imagino
que tras ellos sí que hubiera / muchísimos peregrinos
como en aquella ocasión / en la que nosotros fuimos
partícipes preferentes / en trayecto parecido.
Me sorprende sin embargo / no ver jóvenes ni niños
sólo personas mayores / con un semblante sombrío.
Observo más elementos / que por ser algo distinto
de lo que es común al resto / es por lo que aquí los cito,
como el señor desgreñado / sin corbata y distraído
que con extraño semblante / va de su boina provisto.
Otro más, allá en el fondo, / que ha de ser, según opino,
el párroco, ya que exhibe / bonete presbiterino.
Recordaréis esta prenda / que tenía cuatro picos
con pompón negro y brillante / como el plumaje de un mirlo.
Ved también esas mujeres / que yo en principio no he visto
y hube de fijarme más / porque no están en su sitio.
Ninguna está en primer plano / ni van abriendo camino
sino que están orilladas / y ajenas al objetivo.
Es una muestra sin duda / de ese proceder antiguo
de apartar a las mujeres / o dejarlas en olvido.
Si tal cortejo se diera / por ejemplo ahora mismo
con igual itinerario / y por los mismos motivos
muy probablemente hubiera / en este andar peregrino,
en vez de tantos varones, / más elenco femenino.
Pareciendo procesión / me resulta llamativo
no ver ni cruz ni faroles / ni un incensario, ni cirios…
No hay siquiera un estandarte / como siempre hay al principio;
ni ningún otro elemento / que se prescribe en los ritos
Y si tampoco preside / este cortejo un ministro
de la Iglesia conjeturo / que tampoco hay monaguillos.
Así pues lo que supongo / tras lo que ya llevo dicho
y por las informaciones / de otras fuentes que he leído
ha de tratarse sin duda / de uno de tantos periplos
que la venerada imagen / dolorosa del Camino
realizó desde su sede / a hombros de peregrinos
en su traslado a León, / al templo catedralicio.
Fueron muchos los traslados / -el último en dos mil cinco-
en distintas circunstancias / y por diversos motivos.
De todas ellas al menos / unas veintidós han sido
por causa de las sequías / que asolaban los cultivos.
En fervientes rogativas / se pedía al cielo auxilio
para que los campos dieran / cosecha de uvas y trigo
Otras veces los traslados / eran por otros motivos:
en general religiosos / o bien conmemorativos.
Y en el año treinta y ocho / cuando el bélico conflicto
entre españoles causaba / miles de muertos y heridos
también la querida imagen / la sacaron sus vecinos
para pedirle la paz / y el fin de tal sinsentido.
Esta foto quizás diera / cuenta de aquel recorrido
de regreso y fuese hecha / en el Alto del Portillo
una vez que ya dejado / el templo catedralicio
la despidiera en San Marcos / el poder capitalino
después de que en San Marcelo / lo hubiera hecho El Cabildo.
A hombros de sus paisanos, / hombres des rostros curtidos,
por el sol, vedla de vuelta / a su lugar de destino,
a su viejo santuario / que luego fue destruido
por otorgarle a la Reina / de León, mejor cobijo.
Volviendo a ver esta imagen / he vuelto a verme de niño
y a escuchar aquel lamento / que olvidar nunca consigo:
“Oh, vosotros los que ahora / transitáis por el camino
de la vida, ved si hay alguien / con igual dolor que el mío”
***
18 comentarios
Eugenio González Núñez -
Tu sencillez no conoce afines.
Lo de sabio ya te queda corto,
porque ya superando confines,
apañando todos los corazones,
tu sacro nombre me dice todo.
Santos Suárez Santamarta -
voy a tener que pensar
que no es cosa del azar
lo que aquí está sucediendo
Ya me lo empecé temiendo
viendo el primer comentario.
Cuando Baldo el incendiario
invocó a Lope de Vega
ya pensé: éste nos ciega
volteando el incensario.
Y ya tenéis otro ciego,
otro Eugenio, el que faltaba,
que preparándose estaba
para echar más leña al fuego
No sé qué clase de juego
es este, pero ahora dudo
si una mano negra pudo
organizar un complot
para verme en este blog
confuso, atónito y mudo.
Eugenio González Núñez -
Me encanta tu manera de ser sencillo y humilde, es decir, de ser tú mismo, de escribir, de hacer poesía, cuestionando a la mente y emocionando y sublevando al corazón. Juegas las palabras con tu alma de niño; trobas con un cierto estilo prestado de la clerecía, pero amagas con el sabor ferviente del juglar, auténtica y recóndita alma de los pueblos.
Tu autoestima, callada y misteriosa, aparentemente simple, pero profunda, rumorosa y clara, hechiza y embelesa como canto de ruiseñor al inicio de cada nueva primavera. Suben tus tres eses como sube el astro rey sobre las nevadas cumbres de Tolibia en las crudas mañanas de marzo, filtrando sus humildes rayos para desenmarañar leyendas contadas en cálidos filandones al amor de la lumbre, durante los blancos, largos y silenciosos inviernos montañeses.
Santines, amigo:
borbotones de agua clara, vieja herencia de cantero. Algo te prestó la clerecía, pero cantándole a la vida -cual ruiseñor encubierto- poeta, te curtió el pueblo.
Un gran abrazo.
Santos Suárez Santamarta -
BALDO -
"Pero entre líneas mintiendo
en algo estuvo acertado"
¿Cuál ese algo en el que sí estoy acertado? Desembucha, si es de vuesa merced querido. Pero de ningún modo te sientas obligado a exponer a la mirada pública tus tesoros reservados. La libertad del artista es un axioma indiscutible, aunque no todas las libertades eligen siempre bien. Yo solo pretendo espolearte para que los regalos que la naturaleza te donó, amén de los muchos esfuerzos meritorios tuyos, los expongas en este portillo para solaz y aprovechamiento de muchos. Pero eres demasiado cauto para abrir del todo las puertas de su santuario poético, donde tanto hay y del que solo nos dejas gustar algunas migajas.
Pedro Sánchez Menéndez -
Santos Suárez Santamarta -
me abruman vuestros halagos
que yo supongo sinceros
pero muy exagerados.
No tiene mérito alguno
poner en verso el encargo
que Josemari me hizo
y motivó vuestro aplauso.
Es verdad que desde niño
descubrí que leer algo
con ritmo, rima y medida
me resultaba más grato,
más atractivo a la vista
y más fácil recordarlo.
De hecho todos sabemos
cómo hay muchos ancianos
que han aprendido de niños
versos que no han olvidado
Y también seguramente
Maxi, Eugenio, y otros tantos
que del tema saben mucho
pudieran decirnos algo
de cómo pueblos antiguos
han conseguido dejarnos
para su recuerdo -en verso-
gran parte de su legado.
Yo no echo cuentas ahora
de si estoy o no dotado
para la rima y el verso,
pero estaría encantado
si ese rimero de versos
ha sido de vuestro agrado
y el tiempo de su lectura
no haya sido tiempo vano
Si escribo así, de este modo
malgastando tanto espacio
-como José Manuel dice:
para qué tal despilfarro-
es porque como antes dije
me parece que es más grato
de leer, pues los renglones
son más bien cortos que largos.
Y si como aliño llevan
ritmo y rima incorporados
siempre serán preferibles
o tendrán quizá más gancho
para seducir la vista
que párrafos densos y amplios
Espero que nadie crea
que lo que aquí dijo Baldo
tiene el más mínimo viso
de ser veraz: todo es falso.
Cuando a fabular se pone
sin el paraguas de Eladio
es de temer. Samaniego
es aprendiz a su lado.
Yo se lo disculpo todo
porque es como mi hermano.
Pero entre líneas mintiendo
en algo estuvo acertado
porque muy bien me conoce
desde un tiempo muy lejano,
tanto que si bien calculo
son ya sesenta y dos años
Me suelen gustar la rimas,
con los versos me distraigo,
que no es cosa menor esa
cuando uno está jubilado
Y además lo recomiendo
porque son como un gimnasio
donde activar las neuronas
que con la edad van fallando.
No ser cliente de bares
y haber dejado el trabajo
me permite algunas veces
hacer vida de ermitaño
y otras hablar con vosotros
como en el presente caso
y sentir que mi autoestima
sube con vuestros halagos.
Os agradezco de veras
todos estos comentarios.
Cada cual fue una ventana
abierta hacia los abrazos
que nos daremos el día
que no estemos confinados.
Isidro Cicero -
Luis Carrizo, amigo, ¿cómo lo lleváis por ahí?
Te diré que "camentarse" es una palabra preciosa, de tinte reflexivo, personal, de uso comarcal, que, en el tiempo, apenas logró sobrepasar un poco las barreras de nuestra generación. Ya no se oye. "Me camiento que" refiere una operación mental equivalente a "tengo la sospecha de que", "de lo que, para mí, se induce o deduce que", "tengo para mí que"...
Hace referencia a pensar y valorar por uno mismo. Su propia construcción lo sugiere:
la mente, la miente y, delante la preposición de proximidad ca (o cabe). Por eso escribí yo que, releído el gran romance de Santos Suárez Santamarta, tenía la sospecha, tenía para mí, deducía y a la vez inducía que aquel producto de grand maestría era sobre todo una fuerza de la naturaleza y un don innato.
Por eso elegí el ancestral "me camiento", que el editor de word, al haber nacido y crecido a la parte de acá de los picos de nuestra generación tope, interpretó como "me caliento". Frustrante, aunque no tanto como lo sería si un lector humano se quedara conforme con calentarse en vez de calentarse. A mí me suliveya la primorosa atención de tu lectura.
He aprovechado para descargarme el libro de Adriano Garcia Lomas, un autor al que he recurrido en mu has o Siones. Un fuerte abrazo para ti y los tuyos.
Javier Cirauqui -
Teniendo en cuenta que este motivo o tema ha sido tomado de una simple fotografía con muy poca y ambigua información, el resultado es magnífico y me he sentido envuelto y prendado por el ritmo, elaboración y significado de estos versos.
La ejecución es de una gran precisión y un encanto difícil de superar.
Desde en el Colegio siempre me han gustado los romances y leí y releí todos los que caían en mis manos, romances viejos y nuevos y sobre todo "Flor Nueva de Romances Viejos de Menéndez Pidal, con sus ilustraciones de guerreros con cascos y escudos y arquitectura medieval.
He disfrutado con tu poema: "Uno de tantos periplos de la Dolorosa del Camino".
Eres un gran maestro y nosotros unos privilegiados por leer tus poemas.
Un fuerte abrazo.
Ramón Hernández Martín -
En cuanto a Baldo y su humilde acto de fe con relación a Eladio en la respuesta a mi anterior comentario, me limitaré a recordar aquello tan famoso de quod scripsi, scripsi.
En cuanto a Eladio y su comprensión, también yo debo confesar lo siguiente: tras ser sometido por él en Valladolid a un riguroso examen sobre lo que son los valores y recibir como nota una cero patatero, pues solo supe responder lo que responde el común de los mortales, incluso los muy instruidos, quedé sumamente tocado, si no hundido. Al pedirle que me iluminara, se limitó a decirme que me dirigiera a Baldo y que él me facilitaría Perfiles de nueva humanidad. Como con Baldo ya llevaba años lidiando en los encuentros de Asturias organizados por Carlos Vergara, concretados ahora en las comidas-tertulia mensuales de la Casa del Dago, no hubo problema. Baldo me envió por email el libro y yo me puse, de verdad, a devorarlo. Solo el primer capítulo sobre las sendas perdidas a la hora de delimitar el camino para la consecución de una humanidad mejor me deslumbró por la concisión y claridad con que Eladio iba eliminando caminos que han seguido tantos personajes ilustres del pensamiento y de la religión, personajes que han sido además líderes del humano acontecer. Y ya detengo aquí, por sobrecarga, este discurso que, de interesar, podría desvelar otras vivencias y conclusiones sumamente interesantes sobre un hombre respecto al cual suscribo todos los adjetivos laudatorios que Baldo le dedica.
Luis Carrizo -
Por cierto, Cicero, una vez más me has obligado a consultar una palabra en Google porque el lenguaje popular de Santander no lo recoge siempre el DRAE, cosa que tampoco me negará Eugenio.
Aprovecho para decirte que buscando el verbo "camientar" he dado con el pdf de un libro editado en 1949 por la Diputación Provincial de Santander titulado EL LENGUAJE POPULAR DE LAS MONTAÑAS DE SANTANDER, compuesto por G. Adriano García Lomas, que seguro que conocerás. Es una lástima que esté muy mal reproducido (resulta ilegible cuando quieres ampliar el tamaño de la letra), porque yo hubiese leído con gran placer sus 425 páginas, repletas de refranes, cuentos, poesías y anécdotas, según he podido a duras penas columbrar.
Luis Carrizo -
Baldomero López Carrera -
Eugenio Cascón -
Esa facilidad tuya para versificar es innata, de eso no cabe duda, pero no basta con eso. Como sucede con cualquier otro talento que nos ha sido concedido, se queda en nada sin el esfuerzo que implican el aprendizaje y la práctica: "Si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios, o del demonio, también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo" (Lorca dixit).
La versificación es una cuestión de ritmo, de oído, en definitiva. Pero curiosamente no es asimilable a ese oído musical del que gozáis muchos de vosotros, pues son muchas las personas capaces de casi hablar en verso si se lo proponen e incapaces, por el contrario, de emitir debidamente una sola nota de la escala (doy fe). Quizá en el caso de Santos se unan ambos oídos _no lo sé_ pero está claro que el ritmo versificador lo posee de nacencia y lo ha perfeccionado con el esfuerzo. Porque no se trata solo de contar las sílabas y acomodar la rima, sino de conseguir una sabia armonización de los ritmos de tono e intensidad mediante la distribución adecuada pausas y acentos. Así surge la melodía del verso que se escucha al leer tus versos.
Muchas gracias, pues, querido Santos, por estos regalos que nos haces de vez en cuando, sea en forma de romances como este, y a través de esas décimas que tan bien te salen. Confío en que sigas en ello, pues falta nos hacen en estos días crueles que ahora nos está tocando vivir.
Luis Heredia -
Los que somos asiduos lectores de tu poesía aquí y en otras redes sociales a la que nos tienes acostumbrados, no podemos hacer más por insistir en que se editara tu trabajo.
Espero que cuando pase todo ésto, volvamos a tratar de reunirnos para dar gracias a Dios y a la Virgen del Camino y a ti por la publicación del tan deseado libro.
Isidro Cicero -
Isidro Cicero -
En definitiva, Santos, un pie de foto siempre es algo instrumental, auxiliar y muchas veces prescindible. Pero esta foto de la Virgen del Camino subiendo de León, o bajando a León, en salva sea la estación y salvo el año, no. A esta foto que te envió Josemari para que la comentaría, como dicen por aquí, tú la has convertido en instrumental, auxiliar y adjetiva. Viene a complementar tus 245 octosílabos. Gracias por ellos, una maravilla, como dije al principio. Una preciosidad.
BALDO -