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Efectos del Covid–19 en la envergadura vital humana (Por Baldomer0)

Efectos del Covid–19 en la envergadura vital humana (Por Baldomer0)

Una reflexión chavarriana a propósito de la pandemia del Covid–19 aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y para prevenir posibles trastornos por oír machaconamente las mismas noticias

 Baldomero

 


 

 Un precedente secular de la envergadura vital humana, y que todavía es seguido por una gran parte de los moralistas y de los iusnaturalistas, es el concepto de naturaleza humana. Nosotros no lo utilizaremos, porque consideramos que, para comprender al ser humano, su contenido es restrictivo e incompleto con relación al de envergadura vital. Además, el significado de naturaleza humana ha adquirido tal polivalencia a lo largo de su historia, que está sirviendo para defender y fundamentar las posiciones más encontradas. No obstante, recordaremos muy resumidamente algunas de las características que la tradición viene asignando a la naturaleza humana y a su derivación, la ley natural. Nos servirá de contraste de lo que aquí vamos a entender por envergadura vital humana

 

1.      LA NATURALEZA HUMANA Y LA LEY NATURAL 

 

1.1.      Tanto el derecho natural desde sus comienzos estoicos como las declaraciones de los derechos humanos se remiten al concepto de naturaleza humana como último fundamento

 

El derecho natural formula en leyes las ideas universales y fijas sobre el bien y el mal morales y sociopolíticos tal como están contenidas en la naturaleza racional del ser humano. Los enfoques antropológicos cristiano–primitivos y medievales se mantienen en el marco de las reflexiones estoicas, sobre todo de las ciceronianas, si bien se les añade a estas la idea de la semejanza del hombre con Dios. Pero esta peculiaridad no enriquece ni amplía ni transforma el concepto estoico de naturaleza humana.

 

 

 

1.2. Seguir defendiendo la naturaleza humana como fundamento y referente definitivos, firmes y claros de todo el actuar humano –aunque los autores se refieren casi en exclusividad al actuar ético y al sociopolítico, porque lo identifican con todo el obrar del hombre– se ha convertido en un asunto más que problemático 

 

      La afirmación de una naturaleza inalterable y estable ya fue puesta seriamente en cuestión por la teoría de la evolución de Darwin, quien socavó la idea de que la naturaleza consiste en una jerarquía inmutable de especies directamente creada por Dios. Este mismo efecto han producido las innovaciones en las ciencias de la vida como, por ejemplo, la mejora genética. La biología sintética muestra, de una manera más radical incluso, lo inexacto de pensar en una naturaleza con perfiles inalterables, porque, por primera vez, podemos llegar a cambiar los elementos constitutivos de la vida (incluyendo la vida humana). Por tanto, a la vista de estos hechos, ya no se puede partir de la idea de naturaleza como si fuera clara y distinta, inmutable y universal, de la que, por deducción, se infieren normas seguras y concretas de actuación. Para resolver estas objeciones, muchos pensadores proponen dar un nuevo contenido a la doctrina sobre la naturaleza humana, para que tenga en cuenta la constante evolución y la pluralidad de esta. 

 

1.3.      Si el concepto de naturaleza ha entrado en crisis, nos enfrentamos a un nuevo problema: ¿cómo fundamentar las normas más allá del voluntarismo y del positivismo legal? 

 

      ¿Existe algo “digno según la naturaleza humana”, que sea fundamento de las normas legales y democráticas, sobre todo cuando vivimos conflictos morales o de cualquier otro tipo? Hasta ahora, esa función la ejercía la “naturaleza”, que tenía la capacidad de crear una “ley natural”, estructura con funciones normativas y críticas universales y seguras. Pero, la ley natural, tal como la ha entendido la tradición, es desde hace tiempo blanco de críticas por su condición estática, por su universalismo insensible a las diferencias culturales e individuales y por su carácter formal y abstracto incapaz de llegar a lo fáctico concreto. Las teorías clásicas sobre la naturaleza y sobre la ley natural desconocen la historicidad y la limitación del conocimiento y, por ello, la humildad epistémica.

 

1.4.      Además, en las teorías sobre la “naturaleza” no están conformadas las dinámicas que se producen dentro de ella 

 

       Hoy es moneda corriente entre los pensadores cristianos hablar, por ejemplo, de un “pecado estructural”, que permea y da una nueva entidad a los pecados individuales, y también de que el poder de la cultura influye en las identidades, en las creencias, en las visiones y en las instituciones. Ello solo es posible si se admite la influencia de un todopoderoso “sistema” social sobre la naturaleza individual de las personas. Pero este hecho, ya señalado, no tiene una articulación y una explicación convincentes en el iusnaturalismo ni en los que hablan de él.

 

1.5.      La naturaleza humana es solo un esquema transhistórico que ha ser llenado de contenido

 

      Pero aquí han sido las diversas culturas de la historia las que, en cada momento y con arreglo a sus patrones, han suministrado ese contenido. Eso sí: los iusnaturalistas en general no reconocen que el contenido es cultural y específico, sino que se mantienen en que pertenece a la propia naturaleza humana. Pero la evidencia puede con los planteamientos a priori iusnaturalistas. La “vida conforme a la naturaleza” puede servir a comportamientos contrapuestos. Y así, los estoicos rechazaron, en nombre de la naturaleza, justamente aquello que los filósofos epicúreos recomendaban como el modo de vida natural, favorable al bienestar corporal y anímico. 

 

1.6.      Uso ideológico de la interpretación de la naturaleza humana como una realidad fija, inamovible, segura y universal

 

       El descrédito en que cayó el iusnaturalismo rígido entre los filósofos ilustrados ingleses –beligerantes contra el carácter estamental e impermeable de los grupos en el Antiguo Régimen– provino en parte del derrumbe de la legitimación de un orden social jerárquico por la invocación de su supuesta correspondencia con el orden ideológico de la naturaleza y la jerarquía de los seres vivientes. Los filósofos ilustrados, sin embargo, pronto cayeron en el mismo vicio que denunciaban. Después del triunfo en las Revoluciones, fueron los burgueses los que utilizaron sus conquistas en beneficio propio, dando a la libertad, a la fraternidad y a la igualdad un alcance muy restringido. La libertad fue reducida a la libertad de mercado, que paradójicamente ha creado las mayores desigualdades y esclavitudes de la historia.

 

       Pero también han hecho un uso ideológico las teorías contrarias al fijismo de la naturaleza, las que se basan en la evolución. Hubo quienes utilizaron la evolución darwiniana para legitimar políticas sociales reaccionarias. Antes que Darwin, el clérigo anglicano Thomas Malthus afirmaba que las condiciones de escasez tienden a “seleccionar" a los miembros más débiles de una población (“variaciones desfavorables”, en términos de Darwin). Lógicamente, para su muerte. Los darwinianos sociales enseñaron que impedir la eliminación natural de los ineptos contribuía a la larga a aumentar la miseria humana y tomaron la impiedad de la naturaleza como modelo normativo para la política social, aunque el mismo Darwin creía que la “simpatía” humana no podía tolerar el cruel desprecio de los más débiles.

 

2.      LA ENVERGADURA VITAL HUMANA

 

       Por el contenido tan restrictivo que dan al ser del hombre las teorías filosóficas, teológicas y jurídicas sobre la naturaleza humana, utilizaremos una nueva expresión, no contaminada por una larga tradición, para designar la rica, extensa y variada entidad del ser humano: envergadura vital humana.

 

2.1.      Denominamos “envergadura” a las determinadas y diferenciadas cantidades y densidades de ser que tiene cada ente, sea viviente o inerte

 

       La envergadura vital del ser humano está constituida por las impresionantes cantidades y magnitudes de vitalidades que el hombre ha adquirido después de recorrer un largo camino por los sinuosos itinerarios de su propia evolución. Ese conjunto de vitalidades se encuentra, en principio, en el “espacio interior” del ser humano, una expresión que en este ensayo tiene un sentido estrictamente espacial, y significa simplemente “lo que no es exterior” al cuerpo. En el espacio interior se desencadenan los impulsos, los sentires, los deseos, las huidas, los gozos, los sufrimientos, la euforia y la depresión, la simpatía y la antipatía, el amor y el odio, la esperanza y la desesperanza, las confianzas y desconfianzas, los pensamientos, las imaginaciones, los recuerdos y las voluntades. Todos ellos, y muchísimos más, generan valores y contravalores. Probablemente, la concepción clásica reduzca la naturaleza humana solamente a lo que está contenido en el interior de nuestro cuerpo, que, ciertamente, es cuantioso e inabarcable, pero no es el único constitutivo de la envergadura vital humana. 

 

2.2.      Todo viviente desarrolla sus vitalidades, su espacio interior, en relación con su hábitat 

 

       Pero eso que acabamos de afirmar sobre la envergadura vital humana como el conjunto de las vitalidades de su espacio interior es solo un primer acercamiento cognitivo a ella, pues cada viviente desarrolla sus múltiples y específicas vitalidades en estrecha “relación” con su propio hábitat. Y esa relación implica que entre la vida y su hábitat correspondiente se da una mutua implicación, lo cual hace que el hábitat no sea ajeno en ningún viviente a su envergadura vital, sino que necesariamente forma parte de ella. En efecto, el propio hábitat es el que proporciona al viviente el alimento necesario y adecuado, y, en el caso del ser humano, ese alimento son los valores y los contravalores, es decir, los seres de su hábitat –y de su espacio interior– en cuanto que desarrollan o deterioran sus vertientes vitales humanas Y, como ya sabemos, en las relaciones valorativas hay una mutua constitución de las vitalidades humanas y de los seres, una vez que ambos entran en relación valorativa. Vale decir que el conjunto de las vitalidades humanas y su correspondiente hábitat, por constituir una relación valorativa, nacen y se desarrollan en mutua implicación. Como acabamos de señalar en el apartado anterior, la mayoría de los autores reducen la “naturaleza” del viviente humano a lo que circunda su cuerpo (espacio interior). La concepción de las relaciones valorativas como correlativa y mutua constitución de sus dos términos no permite la exclusión del hábitat de la envergadura vital del ser humano. Esta nueva aportación del profesor Chávarri tiene un interés y una profundidad epistémicos de mucho calado. “Envergadura vital humana” amplía y enriquece enormemente el campo de lo que viene siendo considerado por los autores como “naturaleza humana”, limitada solo a los constitutivos de su espacio interior, sobre todo a su razón. 

 

       Últimamente, voces renovadoras de la filosofía de la naturaleza humana, sobre todo en el ámbito de los derechos humanos, hacen gran hincapié, siguiendo la tradición de la escuela de Salamanca, en nuestra “naturaleza social”, con lo que la vida buena se consigue también en la consecución del bien común y no solamente en el logro de un bien privado. También han surgido con fuerza las éticas y las teologías “ecológicas”. En el momento de su invención, el mito judío de la creación expresaba el dominio y el control absolutos que el hombre ejercía de hecho sobre la naturaleza. El orden natural, tal como es querido por Dios en ese mito, se convirtió de este modo en la justificación de la actitud depredadora de los humanos sobre la naturaleza, hoy infinitamente más que nunca. El nuevo énfasis en la ecología nos ofrece, desde la ley natural, el argumento para poder criticar el enorme abuso de la naturaleza e insistir en que aceptemos el pleno alcance y la profundidad de nuestras responsabilidades ecológicas. 

 

       Pero todos estos nuevos intentos no encajan en un “sistema” nuevo sus propuestas, sino que son como añadidos o ampliaciones de la clásica teoría sobre la “naturaleza” humana. La concepción del profesor Chávarri sobre la envergadura vital humana sí lo hace, porque ha creado un sistema filosófico nuevo, basado en las interrelaciones, por lo que no hay lugar en él para la estabilidad definitiva de ningún ser.

 

2.3.      Chávarri divide el hábitat humano en tres medios: el histórico social, el natural cósmico y el metahistórico 

 

a)      El medio histórico social engloba la multitud de relaciones que van surgiendo de persona a persona, de persona a grupo y de los grupos entre sí a lo largo de la historia 

 

       Pero que nadie imagine que semejantes tejidos de relaciones son fijos y estáticos, sino sumamente dinámicos, por lo que este ámbito de la envergadura vital del viviente hombre, al igual que los otros tres, no apareció hecho desde el principio, sino que se ha ido conquistando y modificando poco a poco a través del tiempo evolutivo. A algunos de esos entramados de relaciones podemos darles nombres concretos: grupos familiares, de vecinos, docentes, laborales, lúdicos, religiosos, festivos, políticos, gubernamentales, musicales, artísticos, científicos, comarcales, provinciales, nacionales, internacionales, etc. El medio social-histórico se muestra incluso más rico si lo contemplamos desde las infinitas modalidades que adquieren sus numerosas relaciones. Las relaciones de noviazgo, por ejemplo, revisten caracteres vitales distintos en cada pareja. La amistad y la enemistad se muestran de maneras diferentes entre hermanos, entre vecinos, entre pueblos, entre investigadores, entre naciones, entre razas o entre grupos religiosos. En el medio histórico hay relaciones circunstanciales, superficiales, profundas, comprehensivas y restringidas. Nadie puede determinar los matices diversos de las pertenencias a un mismo grupo. La gente cambia mucho sus modalidades de relacionarse; tan pronto adoptan posturas dominantes, egoístas, agresivas o engañadoras como se inclinan por actitudes serviciales, generosas, pacíficas o pletóricas de autenticidad.

 

b)      El medio natural cósmico se refiere a las relaciones del viviente humano con los seres de la naturaleza y del cosmos

 

       En el medio natural cósmico nos hallamos inmersos en densos haces de nuevas relaciones: espacios, tiempos y posiciones vitales; alternancias constantes de la luz del día y de la oscuridad de la noche, las de presencia y las de ausencia de entes naturales y cósmicos, las del nacer, crecer y morir de los vivientes y las de los estados líquidos, sólidos y gaseosos del agua. Mantenemos lazos profundos con plantas y con animales. Hemos invertido energías de todo tipo para extender por todas partes el cultivo de muchos vegetales y para adoptar, criar, reproducir, mejorar, proteger o explotar muchas especies de animales. Nuestras relaciones con virus (“coronavirus Cobid–19), bacterias, lechugas, geranios, tigres, gallinas, conejos, cerdos y caballos no pueden ser más diversas. Y no digamos las que hemos mantenido con montañas, valles, ríos, selvas, bosques, playas, llanuras, estepas, sabanas y desiertos. Las chozas, las casas, los pueblos y las ciudades, por otra parte, pertenecen al medio natural cósmico y nos sirven al mismo tiempo de protección, de defensa y de privacidad. El planeta, contemplado en su conjunto, nos ha servido hasta ahora para satisfacer nuestra rebeldía natural contra la tiranía del ecosistema, a la vez que ha alimentado los aspectos vitales de la aventura y de la conquista. A partir de ahora, en cambio, parece que la especie solo va a poder desarrollar este tipo de creatividad ampliando el espacio, es decir, viajando en los satélites hacia otros planetas.

 

c)      El medio metahistórico comprende los procesos del morir y del estar muerto y las relaciones que surgen de estos dos procesos

 

       Los procesos que constituyen el morir pueden resultar violentos o connaturales, rápidos o lentos, acompañados de cuidados íntimos y sociales exquisitos o cargados de soledad y de brutalidad. La conciencia del estar muerto está presente con más o menos fuerza a lo largo de la vida, pero adquiere sin duda más intensidad cuando entramos de lleno en las vivencias del morir.

 

       Así pues, configuran la envergadura del viviente hombre no solo su espacio interior sino también sus medios histórico social, natural cósmico y metahistórico.  

 

2.4    Semejantes mallas o trenzados de relaciones no son en absoluto fijos y estáticos, sino sumamente dinámicos y relacionándose entre sí continuadamente

 

       Ello hace que esta múltiple implicación entre los cuatro ámbitos vitales hace que la envergadura vital del viviente hombre no sea una entidad definitiva e inmutable, cosa que sí lo es la “naturaleza humana” para los iusnaturalistas. Veamos un solo ejemplo, actual (marzo de 2020), doloroso y preocupante: la pandemia que padecemos por la actividad del Corbid–19. Un virus, nuevo ente del medio natural–cósmico (desconozco su historia pasada), está afectando al propio medio natural–cósmico, a nuestro espacio interior, a nuestro medio social–histórico y también a nuestro medio metahistórico. En el espacio interior han aparecido vitalidades y mortandades nuevas –valores y contravalores– (impulsos, sentires, deseos, gozos, sufrimientos, euforias y depresiones, simpatías y antipatías, amores y odios, esperanzas y desesperanzas, confianzas y desconfianzas, investigaciones científicas, imaginaciones, recuerdos y voluntades, etc.). Con el pánico y la confinación en las casas, han surgido tipos de relaciones sociales desconocidas hasta ahora y han desaparecido otras, de las que no sabemos si se quedarán largo tiempo o desaparecerán pronto (familiares, de vecinos, docentes, laborales, lúdicas, religiosas, festivas, políticas, gubernamentales, musicales, artísticas, científicas, comarcales, provinciales, nacionales, internacionales, etc.). También el medio metahistórico se ha visto inundado de novedades (nuevas actitudes ante el morir y sus procesos, ante Dios o ante los dioses, nuevas creencias, nuevos agnosticismos y nuevos ateísmos, novedades en las prácticas religiosas sin asambleas eclesiales y sin la presencia de clérigos, etc.).

 

       Así pues, la envergadura vital del ser humano no es una entidad fija, sino que está en continuo movimiento, fruto de las interacciones entre sus cuatro ámbitos (espacio interior, medio natural–cósmico, medio social–histórico y medio metahistórico).

 

2.5.      Tanto “naturaleza humana” como “envergadura vital humana” son entidades formales

 

a)      La aparición de las razones formales representó un gran avance en la humanización, en la dignificación humana

 

       Casi todos los conceptos son formas; así, perro, casa, soldado, abrelatas, mujer, teléfono, etc. no representan a ningún ser en concreto, sino a todos los de su respectiva clase o especie. Posiblemente el uso del concepto vaya unido a la aparición del Homo, de tal modo que no puede darse lo uno sin lo otro. El concepto nos libera de la necesidad de la presencia concreta del ser para conocerlo. Sabemos mucho de Begoña, Marta, Juan o Ramón antes de verlos, pues el conocimiento del concepto “hombre” nos lo ha proporcionado. Los animales sólo conocen a los seres concretos que tienen en su presencia. En otros casos, la razón formalfacilita el trabajo y aumenta el desarrollo de una experiencia, sea ésta de construcción de casas, educación de alumnos, seguridad ciudadana u oraciones a los dioses. El uso de la razón formal, por tanto, es indicador de un gran paso evolutivo y contribuye a la humanización. Pero también estas razones formales generan grandes dosis de inhumanidad, de indignidad. La razón formal produce con frecuencia igualitarismos y estandarización, ya que no tiene en cuenta las diferencias biográficas. Andrés, María, Julia y Miguel sentirían que habían perdido su respectiva identidad si los conociéramos sólo con la forma genérica de “seres humanos”. Por otra parte, la razón formal puede caer en el “formalismo”, que consiste en cultivar la forma sin el contenido que le daba vida. Así sucede, por ejemplo, cuando detrás de educadas formas matrimoniales no hay amor; o cuando discursos muy hermosos en su forma no tienen contenido. Muchos símbolos están ya muertos porque son puras formas sin un contenido que les dé vida; y, sin embargo, seguimos manteniéndolos.

 

b)      Tanto la naturaleza humana como la envergadura vital humana son formas porque se refieren a una especie de sustrato común, universal y transhistórico, vacío de contenido concreto, que se atribuye unívocamente a los seres humanos de todos los tiempos

 

       Y es bueno que así lo sean ambas, pues el ser humano no está determinado a seguir un camino de humanización, sino que, a diferencia de los animales, puede tomar muchos igualmente humanizadores. Pero las formas no son directamente operativas, sino que lo son cuando se llenan de sus apropiados contenidos. Los de la ley natural son proporcionados, según los iusnaturalistas, por medio de la “razón práctica”, sin que especifiquen cómo lo hace. La envergadura vital humana es llenada de contenido con pares valorativos. Y ya sabemos que la gestación y la encarnación fáctica y concreta de estos valores y contravalores se lleva a cabo en las experiencias valorativas y, sobre todo, en sus cuatro estructuras. Y, en último término, son las biografías las que viven a pie de obra las experiencias valorativas y las que aceptan, rechazan o cambian los pares valorativos que se originan en ellas.

 

2.6.      Además, la envergadura vital humana, con ese “despiece” que hemos hecho en ella en cuatro ámbitos, nos es muy útil 

 

       Ventajosa para establecer que cualquier modelo de ser hombre que se construya no puede desconocer o prescindir de algún ámbito de esa envergadura vital, sino que ha de ser respetada en toda su integridad y complejidad. La envergadura vital es una pauta general, abierta, orientativa y crítica de lo que se debe hacer y de lo que se debe evitar, de lo digno y de lo indigno. Por ejemplo, se dice que atenta contra la envergadura vital humana y, por ello, contra la dignidad humana el poco desarrollo de la dimensión comunitaria, como proponía Hobbes. 

 

2.7.      Según esta concepción de la envergadura vital del ser humano, resulta infundado afirmar que solo los hombres tienen dignidad o que la dignidad es lo que nos distingue de los demás seres 

 

       ¿Cómo puede tener dignidad una vitalidad humana si se alimenta de seres indignos? Imposible. Cuanto más dignos sean los seres del hábitat humano o de su espacio interior, mayor es la dignidad humana que el hombre alcanza en la relación con dichos seres.

17 comentarios

Javier Cirauqui -

Si vas por el laberinto
de los valores humanos,
ten cuidado no te encuentres
con algún contravalor,
que cerrará tu salida
y tendrás que dar la vuelta
para poderla encontrar.
Pero si la angustia asoma,
avisa a Baldo en persona,
pues él te la encontrará
y con la ayuda de Eladio
del laberinto saldrás.
Te aseguro, amigo Baldo,
que tengo mucho interés
en poder asimilar
las enseñanzas de Echávarri,
gran filosofo navarro,
eminencia del saber.
Seguiré con entusiasmo
los escritos que nos mandes
a ver si así con paciencia
poco a poco los entienda
y sepa de Axiología.
Mas si no los entendiere
no es por falta de enseñanza,
pues son mis limitaciones.

Un fuerte abrazo, Baldo.

Eugenio Cascón -

Amigo Baldomero. Por una vez me atrevo a asomarme por una de las troneras _que no ventanas_ de este edificio, enorme y creciente, que estás construyendo a base de ladrillos contundentes a fuer de enjundiosos. Ni siquiera me atreveré a introducir del todo la cabeza, so riesgo de deslumbramiento y obnubilación a perpetuidad.

Aunque la acumulación de hipérboles más o menos frívola pueda inducir a pensar lo contrario, estoy hablando en serio. Uno, cada vez que intenta leerte, de corrido o a trancos, experimenta una terrible sensación de impotencia mental. Por esos la mayoría nos quedamos en mera admiración. Ten en cuenta que muchos de nosotros desertamos desde el colegio y no llegamos a Las Caldas ni a Salamanca, ni conocimos a Eladio Chávarri ni a otros ilustres filósofos y teólogos de la orden. Los letríferos nos conformamos con los leves estudios de esta materia que nos impartían en los cursos comunes de aquella venerada carrera que, bajo el nombre de Filosofía y Letras, englobaba una amplia y heterogénea panoplia de especialidades. Siempre me pareció una denominación contradictoria, pues nunca vi demasiada relación entre la Filosofía y lo que otros acabamos por estudiar.

Permíteme que, en este sentido, opine con Borges que los filósofos son “los mejores autores del género fantástico”. Y lo digo en tono encomiástico, como un enorme elogio, pues la imaginación creadora es una de las cosas que más valoro y admiro. Solo que el escritor argentino conocía y comprendía a la perfección todos los sistemas filosóficos habidos y por haber, y los utilizaba como material para sus narraciones, mientras que uno está muy lejos de eso. Lo que nos suele ocurrir a la mayoría, sobre todo a los que carecemos del rigor mental necesario, es que todos nos convencen, nos parece que todos tienen razón a la hora de explicar el sentido de la naturaleza humana con todas sus implicaciones y derivaciones, aunque sean totalmente opuestos entre sí, lo que nos supone, tal vez, quedar atrapados en un gigantesco juego dialéctico del nos resulta imposible salir.

Bueno, lo dejo, que me estoy atrapando a mí mismo y, para claridad exegética en estas cuestiones, ya tienes a nuestro común amigo Ramón Hernández, vástago ilustre de la estirpe de los Ramonsitos mogarreños.

Una última cosa. Veo que me otorgas el elevado título de maestro. Supongo que, con algo de sorna, me sitúas en la línea de aquel inefable maestro Ciruela, que, según el dicho, “no sabía leer y puso escuela”. Uno no da para mucho más y lo poco que sabía se le va olvidando día a día.

Que sigas apedreándonos, o “aladrillándonos”, o como quiera que se dijere, por muchos años.

BALDO -

Jesusitodemivida. Te cachondeas de lo enrevesada que es mi explicación, y haces muy bien, porque eres un maestro gráfico y no gráfico en la crítica humorística. Ayer vi un programa de televisión titulado “Qué pasará después”, dirigido por Iñaki Gabilondo en el canal #0. Los que intervinieron dijeron cosas muy acertadas e interesantes, encajables todas ellas en el concepto que tiene Eladio de envergadura vital humana y que está representado en el diagrama que encabeza este portillo. A todos les faltó, eso sí, articular sus posiciones en ese acertado sistema que tiene Chávarri. Por eso, expusieron la influencia del coronavirus en nuestra vida solo en algunas parcelas sueltas y no en el conjunto. Estoy seguro de que, no si de forma definitiva o solo temporalmente, y si logramos salir de esta, cambiará nuestra envergadura vital por el efecto del coronavirus. Afectará a nuestros sentimientos, pensamientos, quereres, voluntades, proyectos, temores, etc. También a nuestras relaciones sociales de todo tipo. Igualmente, a nuestras relaciones con los seres del medio natural–cósmico. Y finalmente, a las relaciones con nuestra metahistoria. A lo mejor, hasta nuestra forma de vida de seres humanos productores consumidores (HPC, de Eladio) sufre una gran conmoción y vive una transformación importante. Nadie lo sabe ahora. Termino insistiendo en lo que llevo diciendo en esta intervención: la visión de Eladio sobre la envergadura vital del ser humano y las continuas interacciones que se producen entre sus cuatro ámbitos es la explicación más profunda que conozco sobre la influencia del coronavirus en nuestras vidas.

BALDO -

Querido Pitu de Casorvía. Coge las ocho dimensiones vitales que aparecen en el diagrama de este portillo, busca en otro lugar del blog las variaciones y subvariaciones de estas y, por último, las experiencias apropiadas de cada una de ellas y descubrirás que aparecen millones de valores y de contravalores. Aplícalos al virus de la corona o de los cuernos. Puedes invitar a los lectores a que enumeren algunos de los millones de valores y de contravalores que es el coronovirus, vulgo dicto “cuernavirus” es. Todo dependerá de si es beneficioso (valor) o perjudicial (contravalor) para el desarrollo de esas vitalidades. Y recuerda que esos valores y contravalores del coronavirus son específicos, porque no es lo mismo el coronaravirus valor/contravalor biopsíquico que el coronavirus valor/contravalor económico, cognitivo, estético, ético, lúdico, religioso o sociopolítico.

Jesús Herrero Marcos -

El individuo y su status conformativo biosicodélico trasforman, mayormente, las circunstancias psicometamórficas estimativas pluridiscrepantes con el entorno físico-perimétrico, sin menoscabo de que ello pudiera causar un apretón de consecuencias imprevisibles de no encontrarse uno cerca del punto de deposición pertinente. El que avisa no es traidor.

Jesús M García Marcos -

Estimado Baldo, quiero precisar que no es una crítica al sistema, al contrario, lo comento en mis círculos como uno de los planteamientos filosóficos más importantes en el panorama del pensamiento actual en España.
He tenido algún éxito en algunas referencias del sistema de valores y contravalores sacados de tus primeras exposiciones en el blog. Pero a la generación de twitter no le van las exposiciones largas.
Me conformo con entresacar partes que tengan lógica en sí mismas, aunque no puedan ver el sistema en su conjunto.
Por otro lado, hay escasez de oyentes en este tema y mis amigos de tertulias/cenas.. etc...ya no me aguantan....por eso, en este caso, me refugio en el blog.

Quería terminar diciendo que yo tuve una relación especial con el P. Chávarri, porque ya en Valladolid le manifesté mi deseo de
dedicarme a la lógica matemática, objetivo conseguido porque gracias a esta formación
soy el Subdirector de Informática que
más tiempo lleva en el cargo ( en diferentes ministerios), el filósofo más que los ingenieros.

Manifiesto mi gratitud a todo lo que estás haciendo y a los interlocutores del blog.

Jesús M García Marcos

Jose Manuel García Valdés -

Baldo, no sabes el peso que me quitaste de encima al decir que leíste "n" veces a Chavarry y así y todo te costó trabajo penetrar la teoría. Yo, siendo sincero, te leí una vez y me fue suficiente para entender que no entendía. Tendré que hacer una promesa a ver si me obliga a más lecturas. Yo te voy a decir lo que a mí me decía un compañero cuando ocupé la plaza de orientador del Instituto:" Vaya alto que vuelas". Si tú comparas a Chavarry con los grandes yo te compararé con los discípulos de los grandes: Platon discípulo de Aristoteles, Sto. Tomás discípulo de S. ALberto y un largo etcétera. Fíjate por donde vas, cuida no te la pegues.
Con lo que te leí hoy comprendí algo que había leído en el periódico: Hay un centro de Secundaria en Oviedo en el que los alumnos prefieren elegir Chino-japonés a la Filosofía.Ya sé de qué centro se trataba y cuál era la razón. Hay por Oviedo varias generaciones de jóvenes a los que les preguntas la hora y te sueltan un rollo sobre los contravalores.
Lo que no me quedó claro es di el desconocido Coronavirus es un valor o contravalor biopsíquico, cognitivo, económico, estético, lúdico, religioso o sociopolítico
Voy a proponerle a Chemary que abracen blog en exclusiva para ti, lo ahotas.
Un abrazo.
P.D. La crisis me cogió en Madrid. Si alguno de los que andan por la capital quiere verme que sepa que pude hacerlo en el RETIRO en el que vivo día y noche.

Olóriz -

A pesar de que soy quien ha “pegado” esa afirmación, tampoco yo me la creo. Son muchos los malvados de la historia, Hitler entre ellos, que han sido grandes aficionados a la música de Beethoven, Wagner etc. Y el mundo de la práctica musical está lleno de competitividad y ambiciones malsanas, supongo que no muy distintas de las de otros ámbitos. A pesar de lo cual, y ya que esos vicios no alcanzan a los oyentes y aficionados, animo a todos a sobrellevar estos días escuchando música buena de todos los estilos.

BALDO -

No es cierto, querido Maxi Olóriz, que, como dice ALICJA GESCINSKA, escuchar (¡maldito uso que se ha dado al verbo “escuchar” (actitud previa y concomitante al oír), que ha sido sustituido por completo al verbo “oír” = percibir por el oído) a Mozart o a Beethoven nos ayude a ser mejores personas. Casualmente, yo llevo “oyendo”, percibiendo por mis oídos, en estos tiempos de confinamiento, los cuartetos completos de Mozart (Cuarteto Italiano) y también completos los de Beethoven (Tokyo Quarte), amén de los de Dvorak (Cuarteto de Praga) y te aseguro que no me siento en absoluto ni una pizca de mejor persona. De cuando en cuando, y cada día con mayor frecuencia, saltan a la palestra personajes y libros que ofrecen la purga Benito, a la que atribuyen unos efectos mágicos nunca vistos. Uno de estos es la autora y el libro que presenta El País, y del que nos ha dado noticias Maxi Olóriz. Lo primero que tenía que haber hecho esa autora es someter a crítica las visiones que tienen de los valores Edmund Husserl, Max Scheler y otros pensadores importantes de principios y de mediados del siglo XX. Ninguno de ellos habla de los contravalores, a pesar de que la I Gran Guerra tiró por los suelos el optimismo nacido de la Ilustración en el que se movían estos autores y que, ya tiempo después, provocó una conmoción sustancial en su pensamiento de origen. Pero lo más criticable del pensamiento “axiológico” de todos ellos es el protagonismo, cuando no la exclusividad, que dan a los valores morales. Los colocan por naturaleza en la cumbre de la jerarquía, cuando la realidad de nuestra forma de vida de la producción y del consumo contradice ese lugar privilegiado de lo moral. Hoy son los valores biopsíquicos y los económicos los que tienen preeminencia sobre todos los demás. Es cierto que ser buena o mala persona (contenido fundamental de la ética) desarrolla –o deteriora– a la persona, es decir, contribuye a su humanización o a su deshumanización, pero en esta función no le van a la zaga los demás valores (biopsíquicos, cognitivos, económicos, estéticos, lúdicos, religiosos y sociopolíticos). Que le pregunten a una persona que no tiene qué llevarse a la boca ni un techo para cobijarse ¿qué valores están en la cúspide? No dudará en decir que son los económicos. Nuestro añorado compañero Tobes, con ese humor negro que le caracterizaba, decía que el mayor sufrimiento que podían causarle era coserle el culo, porque para él el tercer placer más importante de su vida era defecar (un valor biopsíquico). A estas alturas de la historia, con la aparición del pensamiento de Eladio Chávarri sobre los valores y los contravalores, todo puede ser considerado desde las al menos ocho perspectivas: biopsíquica, cognitiva, económica, estética, lúdica, religiosos y sociopolíticos. La música de Mozart y de Beethoven también. Y, sobre todo, no hay que olvidar –repito– lo que los “axiólogos” orillan o desconocen: los contravalores. La música puede tener un efecto devastador en las relaciones familiares si, en estos momentos de confinamiento, uno se empeña en oír al Tokio Quartet cuando la mujer o los hijos demandan otras urgencias.

Baldomero López Carrera -

Y ahora quiero hacer una advertencia sobre los “ladrillos” que cuelgo en nuestro BLOG. Tienen muchos niveles de lectura. Uno puede quedarse con un párrafo que le resulta sugerente o chocante. Otros pueden decidir no leerlos, porque no les interesa el tema ni la forma de exponerlo. Otros pueden querer llegar hasta el “sistema” filosófico chavarriano que hay detrás. Yo pensé que “ley natural”, “derecho natural”, “naturaleza humana”, “antinatural” y otros del mismo cariz estaban en la mente de muchos de nosotros, porque se apela a ellos constantemente en las encendidas discusiones sobre el aborto, sobre la eutanasia, sobre las modificaciones genéticas de plantas, animales y del ser humano también. Pero en mi escrito, que es parte de un capítulo de la NUEVA CONCEPCIÓN DE LA DIGNIDAD HUMANA, el recurrir a la “naturaleza humana” era obligatorio, porque desde Cicerón, pasando por Kant y prolongándose en los filósofos modernos que han hablado del tema, la naturaleza humana es el referente último de la dignidad humana. Yo quiero rebatir esta tesis y, al exponerla, deseaba que alguno me pusiera objeciones. Amén

BALDO -

Queridos Santines Santamarta, Luisín Heredia y Jesús M. G. Marcos. Igualmente estoy muy agradecido a vuestras “críticas”, que con toda seguridad me enriquecerán para el futuro. A propósito de vuestros escritos, tengo que haceros algunas confesiones.

Cuando apareció el libro PERFILES DE NUEVA HUMANIDAD (1993) (obra que fundamenta el “sistema filosófico de Chávarri,) varios compañeros suyos, profesores en el estudiantado de Valladolid, me dijeron que habían llegado hasta la página 60 y que allí habían abandonado su lectura “porque no entendían nada. ¡Ya sabes cómo es Eladio!”. Semejante tentación me embistió también a mí, pero, no sé si por orgullo o por mi forma de ser, seguí adelante hasta el final. La primera impresión que saqué cuando concluí es que aquello era interesante y que, en forma de resumen y de “despiece” en títulos, subtítulos de varios niveles, podía servir como temario para mis alumnos de filosofía. Me puse manos a la obra y aquel mismo año confeccioné bastantes temas, que sirvieron de apuntes hasta el año 2008, fecha de mi jubilación. En los quince años que duró esta experiencia, modifiqué en cada curso la redacción, suprimí unos contenidos y añadí otros y añadí un montón de ejemplos del mundo de los adolescentes. El “feedback” con los alumnos (unos 1500 en total) me fue enriqueciendo cada día. Y, a lo que voy: solo al final fui comprendiendo un poco más el sistema de Eladio Chávarri, que de ninguna manera tenía claro desde el principio.

Una segunda y última confesión. En el año 2008, Eladio me envió el manuscrito digital de su último libro. Lo leí, lo subtitulé y lo subrayé, lo volví a leer unas cuantas veces más, pero no me hacía con él ni entendía muchas cosas, fundamentalmente por los verbos, sustantivos y adjetivos que utilizaba y también por el hipérbaton y por la omisión continua del sujeto; pero, sobre todo, porque nunca repetía, para su recuerdo, asuntos que ya había tratado, con lo que uno se perdía a las primeras de cambio. Dejé en el ordenador para “más adelante” este escrito digital, hasta que en el verano de 2017 fuimos mi santa, Julia, y yo a empaquetarle los libros en setenta cajas (libros que generosamente me regaló y que yo, por incapacidad de leerlos en inglés y en alemán, los envié a la biblioteca de san Esteban de Salamanca). En aquel momento nos manifestó su preocupación por que no podía terminar el último trabajo. Me comprometí ante él y ante Julia a que el libro estaría preparado para la imprenta el 31 de diciembre de aquel mismo año de 2017. Volví a meterme en el manuscrito, ahora de lleno, y creo que fui comprendiéndolo. El capítulo tercero (Las estructuras valorativas) me costó sangre, sudor y lágrimas, y os aseguró que lo “estudié” más de una veintena de veces; pero precisamente una de esas estructuras valorativas (en concreto, la de validez y de invalidez) es la que me ha proporcionado el armazón para el ensayo sobre la NUEVA VISIÓN DE LA DIGNIDAD, que está muy adelantado, pero que todavía se está cociendo. El libro último de Eladio, LOS VALORES Y LOS CONTRAVALORES DE NUESTRO MUNDO, que representa la culminación magistral de su pensamiento, estuvo listo para su impresión el día 13 de enero de 2018. Confieso que hice cinco redacciones del ensayo de Eladio y que Ramón Hernández (según las enseñanzas del maestro Eugenio Cascón) y mi santa, Julia, me ayudaron a mejorar el estilo y la sintaxis. Pero con la misma sinceridad y veracidad confieso que no alteré ni un ápice el pensamiento que hay en el manuscrito de Eladio. ¡Perdón!, cambié una “contradicción” que, a tenor de su pensamiento, había cometido al aplicar la “solicitud” dignificadora solo a las personas. Tengo que confesar con gran emoción que, cuando Eladio tuvo el libro en sus manos, nos dijo a Julia y a mí: “Ahora ya me puedo morir tranquilo”. Casualmente, a partir de aquellas fechas su salud empezó a deteriorarse en picado.

BALDO -

Amigo Ramón. Agradezco no sabes cuánto tu magnanimidad que has tenido conmigo. Pero, en honor a la verdad, Eladio no tiene “un discípulo de su talla y condición”. Eladio es mucho Eladio: es un genio de los grandes en el pensamiento filosófico. Yo no tengo ningún recato en compararlo a Aristóteles, a Tomás de Aquino o a Kant. Además, con la ventaja de que este dominico navarrico es un filósofo que ha estudiado “nuestro mundo actual”. La distancia que media entre él y yo es galáctica. Yo me desenvuelvo bastante bien en el “sistema” que ha creado él y me sigo aprovechando de la riqueza inmensa que hay en sus escritos. Pero no le aporto nada o casi nada nuevo a ese sistema. Solo soy un incombustible vocero y propagador.

Olóriz -

Artículo del 22 de marzo en El País, con un extracto de un libro de Alicja Gescinska que habla sobre la Teoría de los valores de Scheler. https://elpais.com/ideas/2020-03-21/escuchar-a-mozart-o-a-beethoven-nos-ayuda-a-ser-mejores-personas.html

Jesús M García Marcos -

Hola y mis deseos de que estéis bien todos y en vuestras relaciones socio históricas.
Con el sistema de Chávarri, me suceden dos cosas:
1º Poder entenderlo (gracias a Baldo) y 2º una vez que lo entiendo no se lo puedo contar a nadie.
Un abrazo
Jesús M García Marcos

Luis Heredia -

Yo iba a decir lo mismo que Santos pero en prosa.
Salud para todos

Santos Suárez Santamarta -

Baldo, por más que cavilo
y concentro la atención
me quedo con la impresión
de que no te cojo el hilo .
Por tres veces ya leílo
tu escrito denso y complejo.
Veo que tu catalejo
te permite ver muy largo
y el mío está sin embargo
ya desajustado y viejo.

Ramón Hernández Martín -

Magnífica la exposición lineal, tan pedagógica y clara, que aquí hace Baldo sobre lo que podríamos considerar "rudimentos" del sistema de pensamiento de fray Eladio Chávarri, aplicado a una pulsión o contingencia del momento presente que amenaza con subirnos la fiebre a cuarenta grados. Además de la inmensa pradera para pacer que a los humanos nos ofrece nuestro espacio interior (todo lo que hemos recibido de nuestros padres, de la madre tierra y del padre universo), Baldo se recrea aquí paseándose por las otras tres praderas, igualmente inmensas. Nada de cuanto somos ni de cuanto lleguemos a ser en el futuro podrá rebasar las fronteras o límites de esas magníficas praderas con el alimento de cuya hierba seguimos no solo vivos, sino también creciendo y mejorando, porque, reconozcámoslo o no, todos queremos más y mejor. Desde luego, al margen de que Baldo sea muy buen amigo mío y muy de fiar, solo lo ya escrito en este blog demuestra que nuestro gran Eladio tiene un discípulo de su talla y condición, discípulo que está llamado, explotando el filón de oro descubierto por él, a escribir páginas gloriosas que contribuirán a mejorar la humanidad, a dignificar la vida humana, peldaño a peldaño, de valor en valor y de mejora en mejora, sin prisa, delineando e iluminando un camino seguro. Gracias, Baldo, por convertir en papilla las proteínas que nos ha regalado nuestro genial y humilde Eladio. Tendríais que haber visto la enorme sencillez que me demostró este gran genio durante las muchas horas que pude conversar con él en Valladolid.