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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

AYER, CUATRO DE OCTUBRE

AYER, CUATRO DE OCTUBRE

Recuerdos del Trapi. Y parece que fué ayer, ¿verdad?

Ved a ambos, Andrés el Trapi y Perico Pajarín, en una de sus primeras fotografías en el Apostólico.

 

El lunes, 4 de Octubre, hizo cincuenta años…

Mi madre ya había marcado toda la ropa, hasta aquello que llamaban albornoz, con el número 418; y aquella especie de bata debía ser una prenda muy moderna porque en casa nadie utilizaba; su estampado de franjas verdes, rojas y blancas que casi me llegaban hasta el tobillo, unos años más tarde, en sexto curso, parecía minifalda.

 Era martes aquel 4 de octubre de 1960; y la hora, como la de las corridas de toros: “Eran las cinco en punto de la tarde”.

Una maleta (no había más en casa) daba cobijo a tres mudas, dos pares de calcetines, unas sábanas y una manta que quedaría al final de curso en propiedad de Colegio.; también jabón -“Heno de Pravia”, cuyo olor se incrustó ya en aquel momento en mi vida-, un jersey, otra camisa blanca para los domingos y hasta un pantalón gris de pernera larga…, ¡y el albornoz!.

Aquel viaje de cinco kilómetros hasta el Colegio de los Dominicos, aquel destino al que nos acercábamos Pedro (Pajarín) y yo con nuestras madres respectivas, tenía que ser muy importante porque subíamos en un taxi, en un coche negro enorme que habían alquilado en la parada de Ramón y Cajal.

Un impresionante aguacero nos despedía en León y nos daba la bienvenida en el Colegio de los Dominicos de la Virgen del Camino.

 Al día siguiente, ya San Froilan, la costumbre de madrugón de monaguillo y un sol radiante me despertaron en una camarilla de la segunda planta de los dormitorios en la Escuela Menor.

 Ansdrés M. Trapiello

4 comentarios

Pedro López Llorente -

El domingo, después de venir de Salamanca, comentamos Andrés y yo:"Mañana hace 50 años que fuimos al colegio".
Fuimos en un taxi desde León, porque en aquellos años casi nadie tenía coche. Tardamos muy poco en llegar, no como lo que nos cuenta Cícero en sus maravillosos relatos.
Sobre las cinco de la tarde entramos en el Colegio con una maleta, que todavía conservo, y nuestras madres, ya que Andrés y yo somos parientes. Fuimos hasta las camarillas a dejar la ropa que nos habían pedido que lleváramos marcadas con un número, el mío era el 410, todavía conservo de aquella ropa algo que para nosotros era muy extraño, "el albornoz".
Después de visitar el Colegio y marchar nuestras madres, fuimos a cenar y aún recuerdo lo que nos pusieron,"arroz con atún", tenía un olor y un sabor horrible. Los que estábamos en la mesa por primera vez no lo comimos y se lo cenó todo un compañero del curso anterior, del 59, del Pitu y demás. No me extraña que lo hiciera ya que en aquellos años se pasaba mucha hambre y mucho frío.
También en estos primeros días teníamos mucha "morriña", pues nos acordábamos de nuestra familia y nuestra casa, sobre todo cuando desde los campos del Colegio veíamos la catedral de León y sabiendo que vivíamos tan cerca de ella, se te caían las lágrimas, en fin que nos parecía todo aquello un campo de concentración, hasta que nos acostumbramos a aquella forma de vivir y fuimos aprendiendo todas las cosas tan importantes que aun conservamos en nuestra memoria......

Anselma -

¡Qué cosas tiene ese Luis Heredia!, con lo serio que es el Trapi: No me lo imagino yo con pantalón corto en eso que llama botellón, que imagino que sería como cuando era moza y iba a la era de fiesta y alguna vez me despistaba con el Juanillo detrás de las sebes.
Y lo que dice el Valdés del Pedrín que me han contao que le gusta mucho la sidrina, que antes cuando andaba por León bebía vino peleón que decían por el Húmedo.

Luis Heredia -

Pitu, estoy de acuerdo contigo. Además, no han cambiado mucho. El Trapi sigue siendo más alto que Pedrín, o lo que es lo mismo, Pedrín, más bajo que El Trapi.¡Ah¡ Y El Trapi sigue metiendo más la pierna izquierda que la derecha, o lo que es lo mismo, saca más la derecha que la izquierda. Yo me fijé fijamente -y esto no es ninguna redundancia sino una solemne pijada- en sus piernas la noche del botellón, apoyado en la mesa, a la sazón, barra, y la única diferencia que le encuentro con la foto de impúbero es que la noche de autos las cubría con pantalón vaquero.

Lo que me intriga es qué canción estarían entonando y quiénes son los que les arropan, salvo el incombustible Jesemari, al que se le atisba detrás de Pedrín en posición bucal de DO MAYOR. Y eso que estaban en LA MENOR, pero con tal de fardar, los del 61 nos dirán que son los que descubrieron en qué CLAVE se canta.

JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -

No hace falta ser muy perspicaces para darse cuenta de que estos dos con cara de pillo tenína menos vocación que la princesa del pueblo sin el pueblo. Al Pedrín sí se le atisvan rasgos aristotélico-tomistas-hegelianos y al Trapi dotes como de hablar mucho por teléfono. Lo que es seguro que los dos tienen cara de gustarles el botellón y gustarles meterse en esos fregados. El P. Arruga se confundió con ellos, yo los hubiera dejado en León tirándo piedras a los tejados. Esto no quita el que los dos sean buenos chavales cuando están solos.
Se admiten opiniones.
Un abrazo