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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

AQUEL MALETÓN

AQUEL MALETÓN

Anécdota que me cuenta Maxi Trapero y comparto con vosotros. En la fotografía de este verano, los cuatro reyes de la baraja: Bernardo López Redondo, Gregorio Barriales, el furriel (gloriosa del 61 y canto las cuarenta) y Maxi Trapero. Posando en el patio de la casa (¡¡ maravilla de casa ¡!) de Bernardo en Villaturiel (León) ante el objetivo de mi hijo Alberto.

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Contaré solo una anécdota, para sumarla a las tantas que tantos han dejado escritas en el Cuaderno.
Debió ser en el verano del 56 o del 57. Habíamos terminado los de mi curso en Corias, y al comienzo de las vacaciones de agosto nos enviaron a nuestra casa la notificación oficial de que el siguiente curso lo iniciaríamos en La Virgen del Camino.
La carta venía acompañada de un folleto en que se reproducía esa imagen de la maqueta del Colegio, junto con la Basílica, y una serie de normas escritas sobre las cosas que había que llevar. No ya el colchón que sí tuvimos que llevar a Corias, pero sí una maleta «que no excediera» de unas medidas determinadas, no recuerdo ahora cuáles eran.
Los que vivíamos en pueblos pequeños no teníamos tiendas en que se vendieran maletas, pero sí carpinteros amañados que podían hacerlas, de madera, claro, y que duraban para toda la vida.
El de mi pueblo sabía hacer maletas, pero no sabía lo que significaba «exceder», así que me la hizo de las mismas dimensiones que en las normas se decían, ¡una barbaridad!
Cuando llegué al colegio comprendí que aquellas medidas estaban determinadas por el hueco que había justamente debajo de la cama para meter las maletas. Malamente podía yo meter la mía en aquel hueco, ajustando de un lado y de otro hasta lograr encajarla, a empujones, pero tuve que cargar con aquel maletón, durante los años que estuve en La Virgen, porque era para toda la vida.
Durante años la vi después en el desván de la casa familiar convertida en baúl, tan grande era, y siempre me producía una sensación entre de nostalgia y de vergüenza recordando las que tuve que pasar para poder despegarla del suelo con las dos manos. ¡Ay de mi maleta que excedía las dimensiones que un niño podía cargar!
Pero fue el caso que no solo fue el carpintero de mi pueblo el que no sabía lo que la palabra «exceder» significaba, pues también otros colegiales, dos o tres, no más, aparecieron con maletas exactamente igual a la mía. ¡Ay aquellos pueblos de nuestra infancia!
           
 Con un fuerte abrazo, Maxi Trapero.
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3 comentarios

Joaquín Urbano -

Maxi: Yo no me creo que tú te quejases de tu maleta. Ya sabes que cada uno, en la vida, viaja con su maleta, y la tuya, en los inicios de Corias, tu corta estancia en la Virgen del Camino, y lo que tu esfuerzo labró a lo largo de tu vida, tuviste el serio problema de que tus maletas siempre fueron pequeñas, porque no podian atesorar, guardar y transportar, la riqueza excesiva intelectual y de buena persona de tu equipaje. Tienes la suerte de que los isleños teneis bonificado el 50% del pasaje. Un abrazo para tí y tu familia.

Pedro Sánchez Menéndez -

Ayer, día 15 de septiembre, nos visitó Gregorio Barreales, que hoy estará ya volando hacia Nicaragua. Nos trajo noticias de José María (Cairo René) Delgado Campo, el nicaragüense que hizo el noviciado con Josemary. Nos dijo que legalmente sigue siendo dominico, pero que vive con su hermano cerca de Managua. Gregorio traía el encargo de visitarnos de su parte, porque quería saber de nosotros. Por nuestra parte, le mandamos saludos cariñosos al "nica" que conocimos y al que yo me encontré por última vez en León de Nicaragua allá por los años ochenta.

Luis Heredia -

Querido Maxi, tu futuro ya estuvo marcado desde que tuviste que analizar la palabra "exceder". Resultó más sencillo, sin lugar a dudas, que haber ido por Ciencias, o dedicarte a la carpintería. Desde entonces, averiguaste las mentiras de los silogismos: "El saber no ocupa lugar", salvo la maleta, debiste pensar. "la letra con sangre entra", salvo la maleta, debiste pensar, que solamente te entró a trompicones.Sin embargo, cada vez que te veo en fotos, tu imagen es la de un ebanista de letras. No es que quiera menospreciar al carpintero. Es que me da la impresión que tu trabajo de ebanista es más fino. Vamos, que no te veo impartir lecciones de filología a base de martillazos, diciéndolo de manera muy fina porque a hostiazos, como hiciste con la maleta, queda muy mal y me figuro que entre sufijo y prefijo, verbo o predicado te vendrían a tu cabeza recuerdos difíciles de borrar. De cualquier modo, seguro que no habrás olvidado a lo largo de tu vida el trabajo y labor del carpintero de tu maleta por la cantidad de serrín que habrás tenido que recoger de las preclaras cabezas de alguno de tus alumnos. Si me hubieras tenido a mi como alumnno, te hubieras hecho rico; hubieras cubierto, por lo menos, La Paramera con chapones de aglomerado, y hubiéramos tapizado la senda de la vuelta a la finca, ida y vuleta.

Y finalizo esta preclara reflexión herediana con otra no más preclara:Bernardo nos ha lanzado una indirecta: nos ha abierto las puertas de su casa. Aviso a navegantes y al propio Bernardo. No conozco la terraza de la casa de Chema Sarmiento y sí la de Bernardo. Para el próximo concurso, seguro que Bernardo nos dirá que solamente la abre para cuando venga Goyo. Menos mal que los compañeros de fuera, ahora vienen una vez al año y no como antes que tardaban 10 años en venir a España.

Os quiero, como siempre, o algo más.

Luis