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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

Y EN EL ALCÁZAR

Y EN EL ALCÁZAR

10 comentarios

Eugenio Cascón -

No tenía intención de volver a intervenir, pero me obligas a hacerlo con tu insistencia, querido Ramón. Te agradezco enormemente todo lo que dices, incluidas las desaforadas exageraciones, pero te ruego encarecidamente que dejes el tema, pues de lo contrario la gente va a terminar por hartarse y tomarnos manía a ti, a mí y a nuestro pueblo, que ninguna culpa tiene.

Gracias también por vuestras palabras, Fernando Box y Santos Suárez.

Ramón Hernández Martín -

Qué más quisiera yo, amigo Santos, que lograr ese propósito y también el que tú apuntas con tanto tino. Ya me costó un huevo y la yema del otro, como vulgarmente se dice, para convencer a Eugenio de que aceptara ser pregonero de las fiestas patronales de Mogarraz cuando yo fui presidente hace unos años. ¡Y vaya pregón más docto y entretenido que nos echó hablando de nuestra peculiar habla mogarreña y serrana! Tiene un serial de personajes mogarreños, típicos y atípicos, con crónicas muy entretenidas y deliciosas. A mí me ha enviado una buena partida de ellos, pero en cuanto a publicar alguna de ellas, nanay o naranjas de la China, pues algunos están vivos o tienen familiares todavía muy vivos, y Eugenio es muy ingenioso e irónico a la hora de plasmar personalidades excéntricas, si bien su ingenio va parejo con un sentimentalismo de 18 kilates. El más grave problema o el más duro y sólido escollo para nuestro propósito del concurso literario estriba en que Eugenio es muy modesto, excesivamente modesto (ya lo habéis visto, me ha aconsejado que no me exceda en los elogios cuando, la verdad, podría escribir muchísimo más a ese respecto) y, sobre todo, muy tímido. El otro mogarreño de pro que mencioné, el pintor-escultor Florencio Maíllo, ya tiene desde hace seis o siete años su concurso de Pintura Rápida, concurso que está teniendo gran éxito: el año pasado fui miembro del jurado del mismo y llevé conmigo al leonés Ricardo Fernández, también cursario y escritor, afincado en Salamanca. Pues bien, al año siguiente de lanzar este concurso de Pintura Rápida, la alcaldesa, Concha, el teniente de alcalde Darío, un ingeniero andaluz afincado en Mogarraz y muy amigo nuestro, y yo mismo estábamos dispuestos a dar el do de pecho para lanzar el "Concurso Literario Eugenio Cascón de Mogarraz", pero nos hemos quedado con las ganas, pues nos hemos topado con un muro mucho más duro de pelar, quiero decir de derribar, que el muro de Berlín.

De paso, gracias a Isidro Cicero por poner a nuestro alcance la obra de Javier Serrano. Es una delicia saberlo y verla. No sé si estaré equivocado, pero puede que Javier Serrano tuviera que ver algo con el grupo de dominicos-in-ex que en esos años frecuentaron -¡y con qué resultados!- Bellas Artes, por donde también anduvieron los cursarios Marcos y Saluqui, ambos dominicos-in. De forma circunstancial, a mí me tocó muy de cerca y me impliqué mucho en lo referente a Manolo Castañón, escultor, otro de ellos pero este dominico-ex, cuando murió aquí, en Mieres.

Santos Suárez Santamarta -

Ramón, me sumo a tu deseo de conseguir que Eugenio acepte dar su nombre al Concurso Literario mogarreño y al de poder leer, sin que pase mucho tiempo, esa novela que le propones, u otra en su defecto. Mas, por mi parte, añado un tercer deseo que es el de poder leer también algún libro de versos. A juzgar por las pocas cosas que aquí nos ha dejado, estoy seguro de que la lectura de sus décimas y sonetos, por ejemplo, y otras composiciones, que a fe mía debe poseer en abundancia, serían un verdadero deleite para muchos. A ver si lo persuades.

fernando muñoz box -

Comienzo diciendo que no conocí a Mondeño, pues no coincidí en La Virgen el tiempo en que él estuvo. Sí tuve noticia y noticias del revuelo que se armó. Creo que el Cordobés dijo que hacía falta más valor para lo que hizo que para ponerse delante de un toro.
Yo sentí que se saliera porque los estudios y el latín se le pusieron cuesta arriba, pero siempre pensé que no hubiera sido ético no exigirle a él lo que se debía exigir a todo el mundo.
Y después de eso deciros a ambos mogarreños o mogarraces que sois un par de genios diciendo lo que decís, pensando lo que pensáis, actuando como actuáis.
Un fuerte abrazo de este octogenario que lo es. Fernando

Eugenio Cascón -

Amigo Ramón, muchas gracias por tu encendida defensa de mi persona y de nuestra amistad. De sobra sabes por qué utilizo determinadas expresiones y pequeñas ironías cuando me dirijo a ti: sé que tienes las espaldas muy anchas (en todos los sentidos) y no te vas a enfadar conmigo. Ahora bien, te ruego una vez más que no te excedas en los elogios porque se puede interpretar mál. Eres pesado hasta en eso.

En cuanto a otros comentarios, yo rogaría a quien los haga, en esta o en cualquier ocasión, que elija adecuadamente los epítetos con que (des)califica a los demás y que se asegure bien de su signaficado. Lo que he escrito aquí puede ser muchas cosas, tener muchos defectos, y es tan criticable como cualquier discurso, oral o escrito, que se haga público, pero no creo que sea "reaccionario" defender el derecho de una persona a elegir su destino, a buscar su sosiego y su felicidad donde crea que mejor puede hallarlos; y, por supuesto,a cambiar de rumbo cuando cree que se ha equivocado. Pienso que no es otra cosa lo que hizo "el tal Mondeño", expresión que, por lo demás, me parece desafortunada por las connotaciones despectivas que suele conllevar esta construcción. El significado de "reaccionario" está muy claro en el diccionario.

En fin, no voy a seguir con el tema ni voy a entrar más al trapo. Siempre que he escrito algo en este foro, he intentado hacerlo de manera más o menos desenfadada, tratando de que que quien tuviera la paciencia de leerlo no se aburriera demasiado. Pero, como veo que a veces uno no acierta y puede dar lugar a malentendidos (la culpa seguramente es solo mía), creo que es mejor, al menos por ahora, dejarlo aquí.

Larga vida y salud robusta para todos.

Ramón Hernández Martín -

Amador, amigo, no te preocupes en absoluto, pues, te lo puedo asegurar, entre Eugenio y yo hay una grandísima y entrañable amistad de años. Aunque yo sea bastante mayor que él, él es para mí un grandísimo maestro al que debo mucho y, sin duda, este comentario suyo es producto de esa misma amistad porque, así lo creo, él piensa que yo he metido la pata al "juzgar" y, como buen amigo, da la cara y se moja para que yo enmiende mi yerro. Y ya ves la riqueza y la forma de escribir con que lo ha hecho, razón por la que yo he calificado su comentario como "fabuloso", pero no por adulación sino porque lo es o, al menos, a mí me lo parece. ¡Cómo le envidio su saber linguístico y la forma en que maneja la lengua al escribir! ¡Lo que daría yo por escribir como él!

Créeme, Amador, Eugenio y yo hemos trabajado juntos algunas cosas y, sobre todo, hemos compartido muchas cenas y comidas y participado en muchos vinos-tertulia entre un buen puñado de amigos mogarreños. Pero, además, no es que lo hayamos hecho, es que pensamos seguir haciéndolo si Dios nos sigue regalando fuerzas y años.Yo para él debo de ser una mosca cojonera porque siempre trato de sacarle cuanto puedo, animándolo a contrarrestar su natural timidez, en el sentido de que explote a fondo su talento. Le he llegado a decir que no quiero morirme sin leer una novela suya ambientada en nuestro gran pueblo común, ese pueblo de nombre tan especial y único, tan grande por tantos reconocimientos (hoy creo que ya es conocido en todo el mundo gracias a otro gran mogarreño, el pintor-escultor y profesor de universidad Florencio Maíllo). Me refiero a Mogarraz, cuya etimología, basada en una trilítera árabe, dice algo sobre "fertilidad por sus aguas". A un muy amigo mío jordano, médico que hizo su carrera en Galicia y casado con una gallega, le dije un día, comiendo en su casa de Amán: "Yamil, dime a bote pronto y sin pensar qué te sugiere la palabra Mogarraz" y él me respondió en cuestión de segundos: "un lugar húmedo, donde hay agua y vegetación". Lo hice porque hubo cierta polémica entre dos prebostes mogarreños (General de División uno, Argimiro Calama, y Registrador de la Propiedad el otro, Eufemio Puerto) a ese respeto, pues uno de ellos (Eufemio, muy versado en el Corán) se decantaba por que la etimología de Mogarraz hacía referencia a aprisco o "piara de cabras". Fecundidad, en todo caso. En ese sentido, Florencio y Eugenio son dos magníficos mogarreños típicos, en plena armonía ambos por su creatividad con la etimología del lugar.

Eugenio es conocedor del gran aprecio que yo le tengo hasta el punto de que, sabiendo que yo me revolvería (dialécticamente, claro está) contra cualquiera que me insultara, si se diera el caso de que lo hiciera él, descalificándome de alguna manera (nunca lo hará), me limitaría a pensar que tendría mucha razón para hacerlo y que su gesto solo buscaría mi corrección, vamos, como el mejor amigo.

Ah, de paso y antes de cerrar este comentario, ruego a los lectores que, si alguno puede hacerlo, me ayude a conseguir que Eugenio (lo digo aunque por ello él me dedique media docena de esos castizos epítetos suyos, tan lindos y tan irónicos) acepte dar su nombre a un "Concurso Literario mogarreño", proyecto para el que cuenta con la aprobación unánime de la corporación municipal de Mogarraz y con la animación particular del teniente de alcalde (otro grandísimo amigo nuestro) y la mía. Eugenio ya sabe que nunca me cansaré de clavarle este rejón, jajajá. Sería muy importante y muy interesante conseguirlo, sobre todo para Mogarraz, pero ya desesperamos de lograrlo.

AMADOR ROBLES TASCÓN -

Hola, pues vaya,! Hace meses incluso tal vez mas de un año que por desidia?, no escribía en el blog y vuestro diálogo /debate me provoca a volver hacerlo.
por cierto aunque no escriba lo suelo leer con interés y mucha emoción al menos dos o tres veces por semana..
voy al grano y lo hago sin conoceros personalmente y sin haber conocido al tal Mondeño, más que por referencias y para mas inri no soy de vuestra generación.
Me solidarizo y me siento MUY cómodo e identificado con ambas exposiciones de Ramón y lamento el tono de la de Eugenio que la entiendo pelin reaccionaria y excesiva como si hubiera algo por detrás que a los demás se nos escapa..
así lo veo y así lo escribo..
saludos cordiales

Ramón Hernández Martín -

Tras pedir muy sinceramente perdón por haber dado ocasión con mi comentario a conclusiones como las que legítimamente, es decir, con todo derecho, ha sacado mi amigo Eugenio, me complace, cuando menos, haberlo provocado a él para escribir el fabuloso comentario (aunque él no lo calificaría así) que ha escrito como réplica al mio. Gracias, Eugenio. Lo mío obedece seguramente a la tendencia innata de meterse "en camisa de once varas" donde no te llaman, título con el que precisamente he publicado cinco o seis artículos en "El periódico de las sierras de Salamanca" refiriéndome a problemas o situaciones de la Sierra de Francia.
Querido Eugenio, te doy muy sinceramente las gracias, pero no solo por lo que dices, sino también por la ocasión que me brindas para tratar de clarear un poco el horizonte, pues la verdad es que, aludiendo a unos hechos que para muchos de nosotros fueron simplemente anecdóticos, tan característicos, como tú bien pones de relieve, de aquellos tiempos, lo que menos pretendía con mi comentario, algo desenfadado, era emitir juicio de valor alguno sobre las intenciones de sus protagonistas, siempre muy respetables y respetados.
De paso, permíteme subrayar a propósito de lo que dices sobre la inestabilidad de algunos valores, muy entendible y comprensible en el contexto en que te mueves, que los valores y los contravalores “son”, no “permutan” nunca, porque su esencia consiste en la relación positiva o negativa que los seres (todo tipo de seres, también y mucho las “palabras” y las “acciones” humanas) mantienen con nosotros. La Ética y la Religión, por ejemplo, son solo dos de los campos (ocho señala Eladio Chávarri) en que juega el hombre. En lo tocante a la religión, tan valor puede es ir al convento (buscando el cielo), como abandonarlo (huyendo del infierno); tan valor es alabar a Dios (el verdadero) como blasfemar (contra el falso). Y, por el contrario, tan contravalor es refugiarse en un convento (buscando comodidad y prebendas) como abandonarlo (por cobardía y desidia). En fin, valor es todo lo que, entrando en nosotros, nos alimenta; contravalor, todo lo que nos envenena. De ahí, amigo Eugenio, que, en cuanto a la religión o lo religioso se refiere, siendo ello de por si tan profundo y determinante de la vida de los hombres (de todos, por las grandes preguntas que todos nos hacemos alguna vez en la vida, razón por la que todos nos adentramos, alguna vez que otra, en “profundidades abisales del pensamiento ético y metafísico”), tantas liturgias y parafernalias religiosas, a las que hemos asistido o de las que incluso hemos sido protagonistas, me parezcan un "suflé algo indigesto" frente al jamón ibérico de bellota extra que debe ser la auténtica religión-valor, la que, amando incondicionalmente, comparte risas y lágrimas, bonanzas y tragedias.
¡Qué gran verdad es aquello de que cuanto digas puede ser usado en tu contra, ¡jajajá!
Concluyo reiterando mi petición inicial de mil persones por los malentendidos a que, habiéndome metido en camisa de once varas en un tema tan circunstancial para mí, ha dado lugar el contenido y el tono de mi comentario, y desechando por completo, sin dejar ni siquiera un clavo ardiendo al que pueda agarrarse, la sospecha de que mi suposición haya podido ser "aliñada con una pizca de malaje".

Eugenio Cascón -

Sorprendido me tienes, querido Ramón. No conocía yo esta faceta tuya de intérprete de voluntades ajenas, de cercenador de buenas intenciones. Recuerda: “No juzguéis y no seréis juzgados”. Emitir una sentencia condenatoria contra Juan García “Mondeño” y su propósito, en tiempos ya muy lejanos, de hacerse fraile, me parece un tanto aventurado. Solo él sabría, con mayor o menor claridad, por qué lo hizo; si respondió a un impulso momentáneo o fue algo meditado. Ese cambalache del que hablas no pasa de ser una mera suposición aliñada con una pizca de malaje, me parece a mí. Y aunque así fuera, cada uno es dueño de sus actos y responsable de las consecuencias.

Imagino que, como cualquier ser humano, aquel hombre, el torero serio y reconcentrado, de apariencia casi mística, buscaba únicamente la manera de acercarse a eso, tan caro y tan escaso, que llamamos felicidad, y en su deambular por la vida creyó encontrar un atajo en el mundo monástico. Tú, que sabes mucho de valores, podrás entender que quizá en ello radicaran algunos de los suyos en aquel momento. ¿Qué después no le sirvieron y volvió a los anteriores, convertidos ahora en contravalores? Eso nos ha pasado a todos muchas veces. Los valores cambian según los momentos y situaciones, son inestables, salvo un puñado de ellos, de todos conocidos. O quizá ni siquiera fue un cambio de valores, sino el terror de un hombre de extracción humilde y sin preparación alguna a afrontar los muchos años de estudios filosóficos y teológicos que tenía por delante.

Lo que no se puede demostrar son las intenciones espurias a que aludes, aunque los comentarios sobre ellas fueran lugar común en aquel tiempo. Fíjate, cuando aquel verano volví de vacaciones al que es tu pueblo y el mío, la gente, aparte de acosarme con preguntas sobre el caso, sabía ya con pelos y señales que los frailes lo habían desvalijado y cuántos coches, casas y dehesas habían conseguido sacarle, hasta el punto de dejarlo, según ellos, en la ruina. ¡Ay que ver, lo que da de sí la sabiduría popular!

No fue el único, por otra parte. El hábito de los dominicos debía resultar muy atractivo para personas ya vividas, pues fue por aquellos años cuando Sánchez Guerra, viejo militante socialista y ministro durante la República, ingresó como lego en un convento, creo recordar que en Villaba. Nuestros pamploneses dirán. E incluso se rumoreó que el famoso cantante Luis Mariano había estado en un tris de hacer lo propio.

¿Comprendes por qué algunos renunciamos a introducirnos en las profundidades abisales del pensamiento ético y metafísico y nos conformamos con escribir insignificancias, pequeñas frivolidades que a veces pueden resultar incluso divertidas? En ocasiones hasta tenemos la suerte de que algún amigo o allegado nos convierta momentáneamente en nefelibatas, en el sentido etimológico del término. Quiero decir que nos sitúe en las nubes, aunque sea por benevolencia anticipadora. Tú me entiendes. Lo malo es que el soporte resulta un tanto endeble, a la par que resbaladizo por mor de la humedad, y uno corre el riesgo de estamparse contra el suelo.

Los de mi generación sí coincidimos con Mondeño _allí Juan_ durante el tiempo que estuvo en la Virgen del Camino, en período de aclimatación, supongo. Y algunos convivirían con él en el noviciado el curso siguiente. Debió de ser durante mi primer año en el colegio, por lo que la imagen que conservo de él, visto desde lejos y rodeado de frailes mientras paseaba por los campos de deporte y aledaños, es un tanto borrosa. Recuerdo también que el día de San Juan, su santo, fuimos obsequiados con una comida especial. Y que por entonces se nos proyectó una película, La Becerrada, en la que intervenía junto a Antonio Bienvenida y otros toreros, con Fernando Fernán Gómez dando vida al hambriento protagonista. Las ovaciones, fruto del entusiasmo adolescente, se sucedían en nuestro coqueto teatro cada vez que aparecía en la pantalla la imagen de nuestra nueva estrella.

Algunos años después, cuando todo esto había pasado a ser historia _o simple anécdota, según para quién_, y él había regresado a su mundo anterior, fui un día a verlo torear a Las Ventas. Alguien me regaló la entrada, dado que nunca fui un gran aficionado a los toros, por más que el lugar de nacimiento y el ambiente de crianza influyan lo suyo, pero el simple hecho de haber compartido espacio, aunque sea sin demasiado roce, crea afinidades. Y allí estaba, con su imagen prototípica, muy serio, muy enhiesto, hierático, digno émulo de Manolete (no en vano la manoletina era su lance más celebrado), jugándose el tipo en cada pase. La valentía _otro valor_ no la había perdido.

Al cabo de unos años, no se volvió a hablar de él. He leído que se marchó a París y que vive aún, ya octogenario.




Ramón Hernández Martín -

Muy bonito lo de cambiar las orejas y el rabo por el trofeo de la oración, pero, la verdad, entiendo que la oración, más que un trofeo, es el aire que uno respira y que colma la íntima necesidad de comunicarse con quien siempre escucha y nunca falla. No recuerdo el tiempo que Mondeño vistió de fraile, pero lo cierto es que o le resultó pesado el "trofeo" o le llegó la crisis que siempre desencadena la inevitable dureza de una realidad idealizada. No recuerdo que nadie hiciera alharacas cuando se desvistió de los hábitos o, vulgarmente dicho, cuando los colgó. En fin, me parece que todo ello no fue más que un divertido suflé algo indigesto.