ESTABA ABURRIDO ........
Melancólico relato de mi amigo-hermano Andrés M.Trapiello; es una tarde del otoño leonés. Parece que cuando Andrés está aburrido es cuando mejor escribe y describe sus sentimientos y su mundo interior. Eres un fenómeno, hermano. (Sigue escribiendo aburrido; de los 19 euros, ni hablar del peluquín).
Estaba aburrido. Ni la compañía de Joaquín Rodrigo me satisfacía.
Aquella tarde de domingo otoñal, producía en mí una sensibilidad especial.
La situación anímica me empujó a subir a la Virgen del Camino, a pasear por mi antiguo Colegio.
Vencido ya el verano, había otro color en el paisaje, había diferentes colores y calores; parecía que algo se quería marchar de mí. Mi mente no miraba al futuro, buscaba más el pesado.
¿Sería morriña?
La morriña me había acompañado en los primeros días interno, en una nueva vida, rodeado de otros muchachos de muy diferentes lugares y condición, que habían venido a un Colegio para ser frailes dominicos. Y allí no estaban tus padres, tus hermanos, tus amigos, tu entorno físico y mental creado en los diez primeros años de tu biografía.
Aquél otro domingo otoñal, con estreno de internado en vida, paseando delante de un local que llamaban “Enfermería”, desde la entrada a la capilla hasta el estudio, mirando de soslayo los despachos de Director y Subdirector de lo que llamaban Escuela Menor, mientras esperaba la visita del aquel joven reverendo que había prometido la “visita dominical” que no se produjo.
Se agolpaban con profusión vivencias.
También ausencias.
Nostalgias por no ver en aquel recorrido, en el camino exterior a aquellos campos de paseo y deporte de Colegio, a frailes contemplando desde la puerta de la recreación a aquellos niños-adolescentes…
Caminé en dirección al valle, tan conocido de trotes y caminatas, y mostré indeferencia a los ladridos de un perro grande y mal cuidado, guardián de tapia aglomerada.
Ya no había división, no había alambradas que delimitaran la Granja del camino.
Tampoco, colmenas, ni cenizos que arrancar, ni tapines para ajardinar una tierra yerma al lado de “Sevá”.
Más abajo, ya casi en el valle, con horizonte de nueva autopista, mi paseo se detuvo. Tenían que seguir allí, entre muchas tumbas; en aquel cementerio ya tapiado, con demasiadas losas y maleza. No era igual que el excavado con urgencia por los alumnos del Colegio, al aire, a la vista de curiosos del otro lado de la alambrada.
Sí, tenían que seguir allí Iparaguirre y Uría.
Di vuelta al pasado; volví al presente. Desanduve lo andado, y en mi mente volvieron a oírse voces de chiquillos en campos de tierra dura; rumor de melodías de muchachos en ensayos de escolanía; cerezos y viñas con hoja caduca; alguien tocando una bandurria en una clase vacía, y otro, ensayando lecciones de piano con escalas ascendentes. Un estudio repleto de rapaces que esperaban una emisión de radio semanal, que les pusiera al corriente de noticias producidas…
Al menos, en mi mente, había vuelto a vivir hoy, un domingo de otoño, una vida con días y años contados.
11 comentarios
Andrés Martínez Trapiello -
Ya me has jodido.
Quería seguir apático -quizás sea el otoño-. Tirarme a la bartóla (habrás observado, Santos, que lo he puesto con minúscula). Pero sales tú, me provocas, y...
Pensaba hacerme unas sopas de ajo, que, para mi gusto, son cojonudas, de ajo-ajo, y me dices que ¿te hago sonreir?.
Me he tenido que poner a escribirte y, ¿ahora le digo yo a la que dicen mía, a Merce -la Carbayona- que me las prepare? Me mandará a la mierda, pero con educación.
Es decir; me voy a la cocina, cogeré el mortero y machacaré ajo-ajo; pan, aceite, agua caliente, huevo (no güevo) escalfado y, si hay, tomate natural en trozos.
Ya ves; no soy Arguiñano, pero me defiendo.
¡Buen provecho!, para mí.
Mira qué puedes hacer con la receta. Pero no admito reclamaciones.
Gracias, Santos Suárez Sánchez.
Santos Suárez Sanchez -
Andrés ,amigo, aunque tu no sepas que lo soy:
Me haces saltar al ruedo, con la vergüenza que me da.
Yo soy uno de esos, más de cinco, a los que haces reir, sonreir, y feliz. Cómo lo diria sin caer en la tontería? Este blog sin tí estaría cojo. Sería como Ortega sin Gasset, o como un olor a caoba, palisandro o jatova sin la descripción de Vibot, o, sin ir más lejos, como el p. picudo sin denominación de origen. Borra esto último. El prieto picudo sigue siendo cojonudo, aún sin denominación de origen, como tú. Eres el justo término que sabe esbozar sonrisas, que evoca recuerdos, que describe y junta nostalgias con alegrías, que sabe unir sabiamente las palabras sin caer en ningún tópico. Eres bueno tío. Y sobre todo sabes sacar la risa sana y profunda del corazón de quien tiene la fortuna de leerte. Continúa escribiendo, describiendo, sonriendo, queriendo... también bebiendo, porque por lo menos hay uno más que se siente muy bien cuando escucha tus escritos.
En serio.
Te abraza:
S. S. S.
José Luis Alcalde Revilla -
Andrés Martínez Trapiello -
Sois cinco y, quizá haya más. Me conformo con que a uno solamente, leyendo mis divertimentos, la haga feliz. Hay alguno más; por eso soy más feliz.
Muchas gracias.
Santos Martínez Vibot -
Creo que entre todos estamos reinterpretando el Colegio y tal vez desenredando aquella red de luz y tantas vidas que veo simbolizada en la vidriera de Rafols Casamada.
Y me voy , que no llego.
Te abraza. Santos Vibot
Pedro Sánchez Menéndez -
Santos Martínez Vibot -
Yo había quedado en verme con Santos Suárez en Palencia durante este puente, para una conversación que los dos hemos pospuesto una vida entera -y la tuvimos, pero después de lo que voy a contar, en su casa de León, donde además conocí más de cerca a su encantadora y simpatiquísima mujer -Socorro, perdona que no me quedara a cenar- y a uno de sus hijos y su esposa, de quien esperan un nieto pronto.
Pero cambié súbitamente los planes, me escapé hasta allí y entré en el solitario Santuario, me senté frente a la vidriera y estuve analizando largo rato su misterioso influjo en tantas vidas, sobre todo en la mía. Otro día lo escribiré, si puedo con ello.
Después entré por detrás del teatro, y me asomé a los viejos camerinos -que arroparon nuestro primer pánico escénico y nuestra exacerbada fantasía de pequeños actores con la cara pintada por Iparraguirre y aquellos bellos o divertidos textos temblando en nuestros labios-.
La primera sorpresa al rodear el teatro fue ver convertida toda aquella zona -que sólo mirábamos a través de las ventanas de las clases de la escuela mayor y que siempre fue un rastrojo abandonado- en un tapiz de césped, hasta el medio del cual había volado La Virgen de los Campos, aquella esculpida por el P. Morán y que tenía unas letras de hierro en torno a la columna de su base "CAUSA DE NUESTRA ALEGRIA".
Cuando estaba junto al campo de balonmano, muchos nos hicimos fotos a su lado, recuerdo una de Javidelvigo, con su aire de púber solitario, y otra de un numeroso y divertido grupo de mi curso... También recuerdo ciertos rosarios de la aurora en Mayo que acababan allí con sus flores silvestres y sus cánticos. Lo mejor: nuestras voces azules y aquellos pensamientos que tendríamos con carita de sueño...
Pero pensé: está mejor aquí.
El recodo de sombra en las mañanas que yo veía desde mi esquina junto a la ventana en la clase de 6º y cuyas gotas de rocío, o de escarcha en invierno, me alucinaban con su hialino espectro de colores purísimos, ¡oh irretornables magias de la infancia!, aquel feliz y trágico rastrojo en las horribles horas de melancolía y desamparo... ese recodo es también ahora un macizo de hortensias y cuidadas macetas. También está mejor, con los arrendatarios.
El ventanal contiguo, que era del del Director, tiene ahora una puerta de despacho. Y en el muro del fondo del Estudio han abierto una articulada compuerta de garaje para mercancías...aquel Estudio inolvidable, sobre cuya desaparecida cátedra tocamos Los Canalones mientras Heredia-Sandie Show nos mataba de sorpresa y de risa, y tantos ensayos de la Escolanía sonaron, y "emisiones de voz" en soleadas mañanas de domingo... y aquellas misteriosas pupilas dilatadas del solista Tascón en los ensayos nocturnos por voces -los fluorescentes estaban demasiado altos, la luz era escasa y él tenía ojos de gato perezoso con inmensas pupilas cristalinas, nunca te lo dije, Tascón, pero casi me asustaba la hipnótica belleza de tus ojos, así de misteriosos, en aquellos ensayos nocturnos con Torrellas- ...en ese Estudio mágico donde también -al solico detrás de los cristales de una fría y esmaltada mañana del invierno descubrí estupefacto el paraíso fiel de la escritura en aquellos renglones de Gabriel Miró que aún me sé de memoria...
El agresivo cambio del Estudio me cuesta perdonarlo.
¡Y el jardín! Allí siguen en pie nuestros cerezos. Nunca entonces se me hubiera ocurrido contarlos. Pero hoy conté hasta diez. Como quien cuenta hijos, o sobrinos, o nietos. Quizá falte ya alguno, como nos faltan ya Fernando Soria, Tejo, Urío, Barrigón..., pero todos los que quedan están vivos, robustos y "mayores", como nosotros mismos, con algunas heridas pero más dulces que nunca nuestros rojos frutos, ¿no creeis?
Bajo el alero alto de La Recreación eché en falta el cónico altavoz de tómbola que inundaba Los Campos de Olimpiadas, de los chistes de Gila, o de aquellos discos clásicos que yo gozaba tanto con Herrero paseando hasta la granja y hablando, hablando, hablando. El ciprés arizónica que había junto a la puerta, ha crecido tantísimo como nuestra nostalgia. Junto a él hacíamos fila para la merienda y mordíamos aquellas frías pastillas de chocolate (¡ah, cómo crecen con nosotros los árboles!).
Desde luego también La Recreación está mejor, parece más caliente y aseada, aunque ya no es la nuestra.
Y rodeándola llegué hasta uno de de los recodos más deliciosos del Colegio. Aquella fuentecilla exagonal con seis cañitos de agua, bajo las catalpas, aquellos arbolitos -ahora grandes- con sus pequeñas pirámides como una diminuta arquetectura de exóticas y perfumadas flores cada primavera, y aquel alegre mosaico de Iturgáiz que no está entre las fotos de su álbum y sobre el que tanto calmamos nuestra sed, no sólo de agua sino de juegueteos. Sentí no llevar cámara pero os diré como la encontré para que la veáis también vosotros por mis ojos y recordéis tanto como jugamos en torno a ella, mojándonos y riendo tan felices: ahora está viejecita y desconchada -siempre lo estuvo un poco- y cuando me acerqué fascinado de encanto de recuerdos, su cuenco estaba casi cubierto de hojas de catalpa, que ya se van cayendo con sus distintos tonos de amarillos y verdes otoñales, la imagen viva de un jardín romántico.
La desnudé de hojas, casi acariciándola y descubrí la fresca sorpresa de una mata de berros(?) que vive en el desagüe. No la quise arrancar, es la única vida que le queda. ¡Y le sienta tan bien! Ya no tiene las ruedecitas lobuladas ni los pequeños caños que tanto disfrutaron nuestras ardientes bocas juveniles, no rie el agua feliz...pero, asombrosamente, el mosaico está intacto. Y es tan precioso como podais recordarlo. Mucho más, claro, después de tantos tragos olvidados.
Estuve por ir a por un poco de agua para verlo brillar. No tenía ni papel ni bolígrafo donde apuntaros una descripción. Pero es algo así: sobre un fondo azulado de marina exquisita hay un pequeño banco de pececillos negros, un pez gordo listado en blanco y negro, otros peces pequeños solitarios y uno maravillosamente único y granate con las tesellas muy irregulares...¡ah... y el pulpo!, tan emblemático de nuestra adolescencia que cuando lo veáis, recordaréis de pronto vuestras risas. Trapiello, tú que vives tan cerca deberías hacernos esas fotos (llévate una botella y humedece el mosaico para la última imagen).
Claro que acaricié las dos viejas porterías de fútbol que aún quedan oxidadas, como todas nuestras fotos en blanco y negro, pero tan evocadoras de nuestros gritos, risas, paseos y conversaciones por "los campos", aquellos campos en los que desollamos nuestras manos, rodillas, codos, piernas...campos rojizos y pedrizos y brotados de viñas en Septiembre...
Miré luego el magnífico terreno de juego reglamentario, de hierba, con sus gradas y todo, atravesado sobre los dos campos de fútbol de la escuela menor y el izquierdo de la escuela mayor -todo ello arrasado-.
También pensé: está mejor así.
Nos dejamos la piel.
Y los conmovedores ruinosos urinarios -que también fotografió Javidelvigo- de los que entrábamos y salíamos corriendo entre lances de fútbol o volea, aliviados, meados nuestros "meybas" por la prisa del juego o de la risa.
Y eché de menos aquella fuente que había allí cerca que era tan sólo un tubo agujereado pero que tan felices nos hacía para remojarnos y chillar...y aquellas presas de agua que hacíamos con las manos en el barro, justo al lado de ella...
Ya sé que nada existe como era. Que no hay donde volver...que somos otros.
Yo he sido muy revisitador de todo aquello. Cada verano hasta el 75 pasaba algunos días con la comunidad, para examinarme por libre de la carrera de piano en el Conservatorio de León. Y aún después de vivir allí todo el curso 75-76 en el que dirigí la Escolanía y comencé a mirarlos desde "afuera", he vuelto alguna vez, pese al deslumbramiento de Madrid.
Aún no sé su misterio. Tal vez la clave esté en la vidriera...
Pero ninguna visita tan transparente, tan enriquecedora, tan real, emotiva y sana como la de estos días con vosotros.
Abrazaros y hablaros ha sido y está siendo un regalo tan grande como aquello.
manuel junco -
cuánto admiro tu "estar siempre al quite", y en tú sitio, sin embargo con tu último, describes unos sentimientos que comparto, imagen de otros idénticos vividos por mí en otra época, no solo en lo externo sino también en lo interno, el otoño leonés, el
colegio, los compañeros y lo vivido recientemente, lo dibujas perfectamente.
cambiaron el paisaje, el colegio, las personas, pero después de tanto tiempo lo que no cambió fueron nuestros corazones que aún guardan lo mejor de aquellos tiempos.
cuando pedro sánchez preguntaba si había alguien ahí, yo pasaba (como muchos otros, ver estadísticas) por ahí y recogí su mensaje, pero estoy seguro que tú y muchos otros, además de GL, estabais al pié del cañón por lo que debía haber preguntado: " ¿pero hay alguien más?"...
yo no soy de letras y cada vez sé menos de qué soy... lo que tengo muy claro es que tampoco de economía, cuando hablé de una cuenta en el banco quería decir un depósito, lo que no tuve en cuenta es que a partir de la llegada del euro, el 0 (léase cero) adquirió valor en igualdad con los otros nueve, así un cero a la izquierda ya cuenta mucho...¿será posible que el
furriel no quiera hablar del peluquín?
luis, cuento con tu visita, no haz falta decite onde está el norte, supongo que vas a tener que estar quince días pa cumplir con todos los compromisos pero así y tou podremos darnos el fuerte abrazo que nos faltó durante los cortos días de octubre, me pesó no haber asistido a la visita del domingo, creo que hubiera sido un buen remate. No te lo digo seguro pero estoy pensando a ver si bajando la cuesta de enero cojo carrera y logro llegar hasta el sur, me cuesta pasar del paralelo de madrid.
ya conozco lo que contó cicero sobre su viaje a la virgen, supongo que a través de venta de baños, pero me gustaría saber qué hubiera escrito mariano si hubiese conocido el tren de langreo, o el de económicos mismamente).
un fuerte abrazo,
nachín
Oscar Fernández -
Tú sabes que todo guitarrista, que lograba un buen acompañamiento y un aceptable nivel, intentaba el Adagio del Concierto de Aranjuez, pero sólo algunos con talento y esfuerzo conseguían matices y sentimientos insuperables, persistentes aún en nuestra memoria.
El día de entrega de acreditaciones lo experimenté. Marcelino me saludó con la mirada, con el abrazo, con el cariño, pero no llegué a reconocerle completamente hasta que pulsó las cuerdas de su guitarra en la velada poético musical del P. Torrellas y con los primeros acordes y arpegios nos transmitió su virtuosismo e inspiración.
Andrés, gentilhombre, gracias a tu descripción he experimentado los sentimientos de un paseo que no pude realizar el 12 de octubre.
Oscar
Luis Heredia -
Ya somo, al menos, dos.
La dos últimas veces que hablé con Mariano, me tildó, cariñosamente, de nostálgico.
Menos mal que domina su vocabulario y no me tachó de melancólico.
Después de muchos minutos hablando, en efecto, mi enfermedad es la nostalgia. Las ausencias no duelen, sino que se sienten. ¡Paradojas de la vida y del Diccionario¡
En mi caso por partida doble y estoy haciendo lo posible por ganar la guerra a esta enfermedad.
Con mi Gijón del alma y mi familia, a la que parte de élla he vuelto a reecontrar con Olóriz y Soria, ya he ganado una batalla.
Con mi familia del Colegio, he ganado ya la guerra con el reencuentro pues créeme que la había dado por perdida y en mi mente, muchas veces, había firmado las Capitulaciones y me había rendido ante la evidencia de no volver jamás a ver a nadie. No de ver a nadie, sino de no encontrarme con nadie o de volver a hablar con mis amigos del alma. Salvo mi querídísimo Bañugues que me pidió no desfallecer en el intento.
En tu foto, estás en el pasillo de la nostalgia, más grave que la morriña por ser ésta pasajera y curarse momentáneamente con un simple Himno a León en tu caso o un Asturias Patria Querida en el mío.
Por éllo, y por muchas cosas más que he descubierto, solamente volveré a cantar el Adiós Madre de mi Vida en contadas ocasiones, como si de unas cortas vacaciones colegiales se tratara.
Ya me he puesto en tratamiento y a la nostalgia que le den po´l culo.
La semana del 10 de Noviembre anuncio que caeré por los madriles para hacer algunes "cashigalines" profesionales y compartiré mesa y mantel con Manuel Alonso, Santos Vibot, Pedro Sánchez y José Luis Alcalde, Devesa, si le localizamos, Molpe si se pone a tiro, Espinosa para recibir de él la Comunión y algo más....Ordás, que le ví solamente en el hotel y le volveré a contar el chiste del café....y para Semana Santa, ya estoy reservando hotel de nuevo en León.
En Navidad, tengo que apuntar pasar a ver a Bañugues, Marcelinos,a Javier Urbano, a José María Urbano, José Huerta (que no sé por qué, al final no vino al encuentro), a Manolín,....Nachín,....bueno, tengo que hacer la lista para que no me quede nadie.
Os veré muy pronto.
Mariano Estrada -
Te veo muy nostálgico
Verás, en la época de Madrid yo tenía un amigo que componía sus mejores escritos en estado de cabreo. Tú parece ser que necesitas la abulia y el aburrimiento .
Pues no, para mí que es la nostalgia la que te ha hecho escribir tan espléndidamente. Me es fácil imaginarte en tu tabuco silencioso, íntimo, casero, sentado tras la mesa y el ordenador. De algo me tenía que valer haber estado en tu casa. Aún no te he agradecido bastante la generosidad que derrochaste conmigo.
Tendría que consultar los archivos de mis dilatadas correrías, pero no creo que existan demasiados precedentes de invitaciones a café que se hayan prolongado durante siete horas. Menos mal que sólo anduvimos por tu barrio Claro que conviene decir que tu barrio es precisamente el León inagotable y eterno.
Gracias, txaval, por tan ilustrado café y por las nostalgias que nos dejas aquí, en este feudo de Josemari.
Un abrazo
Marianín