CURIOSIDADES
Curiosidades que se me ocurre contaros. Toda esta materia también entrará en el exámen final, os aviso, después no os quejéis.
- Doña Rosario Guerrero, la esposa de don Pablo Diez, fué la máxima defensora del retablo barroco del viejo Santuario. Al parecer fué su insistencia la que consiguió su conservación. En un declaraciones del P. Coello al Diario de León del 23 de Agosto de 1961, comenta: "Para solucionar el paso de la sencillez de líneas al barroquismo del retablo, se estableció encuadrar éste entre unos muros de piedra, tratada al berrugo, que por no tener época definida y gran contraste de salientes y entrantes, sirviera de tránsito". El resultado es el que conocéis.
-El P. Domingo Iturgáiz fué encargado para hacer unos mosaicos de los Apóstoles que decorasen el altar mayor de la Iglesia de Jesús Divino Obrero en el barrio del mismo nombre en León. El pintor Vela Zanetti parece que se negó en redondo y ganó la partida: sus pinturas decoran hoy el altar mayor de la Iglesia y los mosaicos del P. Iturgáiz, reducido el encargo a los rostros de los Apóstoles, están incrustados en las paredes laterales del atrio exterior, donde hoy los podéis contemplar.
- La piedra que aparece incrustada en la honda de la puerta de bronce de Subirachs, llamada Puerta del Pastor, para situaros recordad que da al camarín de la Virgen, la recogió Doña Rosario, la esposa de Don Pablo, en la rivera del río Porma.
15 comentarios
Carlos Jimenez Cuervas-Mons -
corta el último bramante que
unía su globo a las manos de una vendedora única.Solo ella poseía género de tantos colores y formas,hinchados con gas del mejor champán de esa tierra de nadie,de un pasado apátrida que reclama.
Puede que las casualidades no existan y que el tiempo también orbite alrededor de un agujero negro que se traga
cuanta materia se le pone por delante.
Pero,aunque la historia no se reescriba,como un cuento se nos muestra.Llena de recuerdos y vivencias,de etapas con llegada y salida,de líneas transversales de felicidad o desventura.
Los globos ya tienen historia
aunque el manojo haya tomado
el vuelo de todo lo perdido.
Khatty,la protagonista del internado de la novela de Kazvo Isiguro,siempre reclamaba a sus colegas del pasado,aquellos con los que convivió,los que recordaba de manera especial.El resto,los que no estaban en su historia,no le atraían al paso del tiempo.Su realidad los necesitaba.
Se preguntó dónde podría verlos,qué sería de sus vidas.Necesitaba a uno solo que se cruzase en su camino.
Así empezaste tus globos,con
este panegírico tan sugerente
como una calcomanía de nuestro pasado,Cicero.
La historia comenzaba hasta su fin,como un libro escrito.Algún día,como una memoria de estos deberes gratuítos que te impusiste.
Tenemos más suerte que Khatty
ante el mismo objetivo.Nos hemos encontrado.Estamos viviendo de nuevo lo perdido.Como si,tras varios años,una brisa inopinada nos devolviese el globo de Heredia,Huarte,Oscarín,Andrés
o Tejo.¿Te imaginas?
Claro,a estas alturas de la vida,el pasado nos sorprende porque lo sentimos tan lejos
como el tiempo ha corrido en nuestras vidas.
Coincidimos en que nuestro colegio fue especial.Por ello estás aquí,entre tus amigos y compañeros regalando
mucho de lo que mamaste con
aquella disciplina,austeridad
y desde el igualitarismo(son palabras tuyas que hice mías)
en aquel Colegio Apostólico.
Y,como cada uno valía para lo suyo,(qué frase tan definitoria,Cicero),tu has escrito en nuestro Blog los cuentos más tiernos,glosado a tus amigos con generosidad,dado puntadas históricas interesantes como basamento u orfebrería de tus
escritos.Tampoco olvido,como un viaje a la Alcarria,todos los lugares que hemos recorrido contigo(los pueblos de Cantabria no faltaron).Geografía,historia,cultura,personajes interesantes en la cultura y en la casa del pasiego.
Como ves no he usado los tres ni cuatro puntos seguidos para que no dejar al albor del pensamiento individual estas mis últimas letras sobre tus hermosos globos.Sí,hermosos en el fondo y la forma.A cada cual lo suyo.
No se si tendrá razón Box en la dedicatoria de su libro que me pareció interesantísimo.Decir hoy que los recuerdos no son comparables a la realidad,al menos sería discutible.En mi caso¿patológico?,los recuerdos,entre los que están tus globos literarios,me siguen sabiendo a quesada buena.
Puede que tengas razón en que dentro de unos años,aquel país,aquel recuerdo,nos parezca raro o no aparezca.Solo ese agujero negro desconocido nos engulliría la juventud y la memoria.¡Y lo que nos queda por vivir y hablar con aquellos compañeros que queremos y que nunca encontró
la protagonista de la novela del internado especial,Khatty
Todo mi afecto y gratitud a todo un Maestro de la vida como tu,querido Cicero.
Carlos-Bañugues
quique muñiz -
Mira qué horas son...y estoy leyéndote después de cenar y de sortear una cascada casi interminable de perucos (?) entre divertidas y nostálgicas conversaciones con Manuel Centeno, Javi del Vigo y Julito Correas. Aquí, en León.
Bueno: pues que necesito que estés seguro de que yo ya me atrevo contigo hasta a bailar. Porque me lo has regalado con tu gesto amigo desde que nos reencontramos. Lo que ocurre es que en mi respuesta inmediata a Isidro ante su magnífico globo, quise dedicarle a él, el afecto y la broma en su stop ante la página 133. Y pretendí simular idéntica timidez que la de mis catorce años para seguir "jugando" con el tiempo, adelante y atrás -y a mi sencilla manera- entre la cómoda belleza que nos proporcionan estas páginas de afecto que parece interminable.
Me atrevo a preguntarte, Fernando. Porque percibo tu altura, pero me dejas sentirte cerca.
Un abrazo muy fuerte.
Afecto, confianza y admiración que te dirigía también a tí, como has percibido, y que te renuevo ahora, con subrayada intención y sinceridad.
lus teódulo -
Contigo, leyéndote, al calor del fuego de tu memoria, tu pasado, nuestro pasado, ha sido un paseo entrañable por territorios compartidos.
Espero que cuando te jubiles y dispongas más tiempo y sosiego para este vicio tuyo de escribir, yo lo pueda disfrutar también leyéndote. Porque tienes cuerda para rato y una tierna inocencia que unge con piedad todo lo que mira. Ojos piadosos, Cícero.
Todos te queremos, amigo, yo también te quiero. Un abrazo entrañable y espero que hasta pronto.
fernando muñoz box -
Lo que son los traumas...
Me parece muy bien que le preguntes a Isidro Cicero lo de la dichosa proyección gnomónica, porque en cuanto él lo sepa te lo explicará como los ángeles.
No importa que no me lo preguntes a mí, pues maldito lo que importa la tal proyección para la vida práctica. Pero me atrevo a aventurar que sería bueno el atreverse "conmigo", si ello significa el que te desprendas de aquellos y de otros traumas y te presentas, metafóricamente, "desnudo, como los hijos de la mar"
Los trapos del pasado son de otro mundo, como te ha explicado Isidro.
Gracias de todas formas por tus cariñosas alusiones.
Un fuerte abrazo
Andrés Martínez Trapiello -
Y es que Isidro, Cícero, me ha provocado.
Hace casi dos años, Cícero, que me contestabas un e.mail con la despedida: Un abrazo. Isidro Cicero (o Cícero, que seguramente te suena más familiar). Continuaba una amistad que se había interrumpido, se había extraviado durante años, y mis neuronas comenzaban a extraer recuerdos de días infantiles y adolescentes.
Este e.mail (14 de marzo de 2007), Isidro, continúa ahora en mi archivo como antaño se guardaban en una caja de zapatos las cartas de los seres queridos.
Aquella puta garrapata que me tuvo aparcado de labores profesionales unos meses, propicio en mí, de nuevo, el gusto por la lectura y escritura.
Se preocupaba aquellos días mi hija: Papá, no lees; estás todo el día en el ordenador; hasta que se asomó a la pantalla del artilugio y leyó los folletones que dejábamos en el blog.
Y es que dice Cícero en su globo: Coño, ahora vamos a escribir libros en los blogs, libros por entregas, volvemos al oficio del XIX. A los folletones.
Tenemos que escribir las cosas que nos llamen la atención a nosotros mismos, que capten nuestro interés personal y que nos hagan reflexionar.
¿Qué quieres que te diga, Isidro?
Puedes ser testigo, Cicero, que en mi pequeño refugio hogareño, mientras pongo una palabra tras otra, estoy rodeado por una gran cantidad de libros famosos y sus autores, a los que no he hecho mucho caso en demasiado tiempo; y sin embargo, me he detenido a leer, a recrearme una vez más con tu Globo.
Y mientras me deleitaba con tu relato, nos acompañaban también los sonidos de Musorgsky.
Gracias, Cícero.
lalo -
Cicero dixit, así que, pandilla, no desesperemos.
Salud
Lalo
jose ignacio -
Soy sólo pasado, y de todo llevo: bueno , malo, agradable, doloroso, querido, herido, hasta olvidado pasado siempre acompañado. Ahora, ya viejo, no sabría vivir sin poder escuchar el canto del pajarín, y mucho menos que éste se aleje y no vuelva nunca.
Tú y otros muchos sois parte importante de mi recuerdo, el bueno, el recuerdo querido.
No te marches.
fernando muñoz box -
Te prometo que pensaré una respuesta adecuada a todo lo que me dedicas, pero también lo demás de tu escrito es fantástico.
Mil gracias derramando... No sé si las tuyas o las que yo quiero darte
JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -
Un abrazo
josemari cortes aranaz -
Señor, no soy digno de que tú me pidas permiso para salir del puesto de LA VENDEDORA DE GLOBOS, pero te lo tienes merecido.
Por tanto, con pena, y aunque me pueda costar el puesto, tienes mi licencia.
Gracias.
El Furriel que te admira.
Vibot -
Citas a L.P. Hartley, cuya novela "The go-between" llevó al cine en los primeros setenta Joseph Losey, y que yo ví bajo el título de "El mensajero" -fascinado por la belleza de Julie Christie y de aquel chico que hacía de intermediario y narrador- en Salamanca, una juvenil tarde en primavera. ¡Cuánto lloré con aquel desolado final!
Todas aquellas ardientes pasiones "vistas a través de los ojos de un niño de clase inferior que es invitado a pasar unas vacaciones a una mansión señorial. (Como nosotros en el colegio)(...) la minuciosa evocación de esa experiencia vivida a los doce años por el narrador, ya cincuentón, que exhuma los recuerdos y el secreto de aquel verano que dejaría una huella traumática en su vida.(...) el forcejeo moral entre el orden social y la anarquía, entre la obediencia a la tradición y una actitud de desafío contra las convenciones que toda pasión supone..."
Copio este resumen de la solapa del libro, que terminé de releer en mi jardín de Robledo de Chavela el 7 de Junio del 93, entre cantos de pájaros y aromas de pinares y de adelfas.
Y sí, aquel extraviado teólogo de Salamanca, aquel puro jardín que ya no es mío, donde tanto escribí y tanto amé, me parecen países extranjeros.
Otro jardín más grande y más hermoso tuve después en el Dominio de Fontenebro, en la más alta ladera del Cerro del Aguila, en Villalba de Guadarrama. Y también lo perdí. Con su teatro y su salón de música. Y su aroma de jaras y arizónicas, tras la lluvia bendita.
Tiempos. Calendarios. Relojes detenidos en un sueño sin fin. Inalcanzable siempre.
Recuerdos...¿de verdad, Isidro, crees que son tan frágiles, que toda esta amistad recuperada, esta efusión de afecto a borbotones es tan sólo una hermosa ilusión?
Yo te echaré de menos.
Siempre
santiago rodriguez -
josemari cortes aranaz -
Es lo bueno de andar entre genios.
Un abrazo a ambos dos.
josemari.
quique muñiz -
Pero ya en este otro tiempo, bien distante, con los rostros curtidos, algunos dolores incurables y no pocos éxitos aparcados, retoman sin ningún esfuerzo su lenguaje de entonces y reviven un sentimiento olvidado, en casos ignorado hasta ahora, jugando literalmente al ayer durante algunas horas irrepetibles e irrenunciables.
Permíteme, de nuevo, felicitarte por cada uno de tus globos, solicitar tu dedicatoria en un ejemplar del libro que nazca, y renovarte aquí mi fiel y silente admiración.
Un fuerte abrazo.
NOTA: Si alguna vez superas la página 133 de Box, explícame lo de la proyección gnomónica sobre un plano horizontal; se lo puedo preguntar a él, pero contigo me siento cómodo y te entiendo fácil: Y a él, que no le quiero menos, no me atrevería a repreguntarle (como en clase ¿ves?: la misma timidez de entonces, de aquel tiempo de niño, que aún tiene algunos trozos aquí y ahora).
De momento, confortablemente transportado a 1964, me apetece imaginar que es el halo mágico de un duende alcanzando, para enriquecer, a mi mente plana. (¿?)
Isidro Cicero -
La novela El intermediario, de L. P. Hartley, comienza con estas palabras que a mi modo de ver vienen a consonante con este empeño que nos une en la búsqueda de recuerdos de un tiempo común, allá a lo lejos: El pasado es un país extranjero, dice. El pasado es extranjero porque no nos pertenece y ninguno de nosotros pertenecemos a él, gloso yo. No mamamos su idioma, todo lo más lo aprendimos. No nacimos dentro de su sistema de banderas e himnos, no nos identificamos con el color de su piel, no estamos en su sistema de creencias ni en su teoría de símbolos, su selección nacional de fútbol no es la nuestra. Nos parece raro, extraño, incomprensible el pasado, ese país. Y es que allí las cosas se hacen de manera diferente, continúa Hartley. Es verdad. ¿Quién piensa hoy que lo normal es hacer lo hicimos como lo hicimos, hablar el lenguaje que hablamos, tener las costumbres que tuvimos, llevar la conducta que llevamos, creer las cosas que creímos, alinearnos con lo que nos alineamos cuando vivíamos en el pasado? Lo diré como Hartley en el idioma que se empeñaron en enseñarnos allí: "The past is a foreign country: they do things differently there."
Elijo esta frase sin el permiso de Hardley (no creo que me la cargue por eso, que a mi también me copian y me callo) para comenzar a escribir este capítulo, que será definitivamente el último de la Vendedora de Globos y que, si no llevo mal la cuenta, hace el número 36 de la serie. Y quiero dejar constancia, además, de que empiezo a escribir este capítulo precisamente hoy, el 18 de febrero de 2009, un día preñado de acontecimientos como sabe toda la familia cibernética y virtual que conforma este blog. Los acontecimientos en realidad no son muchos pero sí sonados: En tal día como hoy vino al mundo este gran teatro, Vibot- un niño que se ha hecho querer y es nuestro amigo, y en tal día como hoy sale por la otra puerta una hermana suya. Qué sabemos nosotros qué arte se da lo que sea eso que gira en órbitas ignotas y que hace coincidir a veces hechos que llamamos casualidades, vete a saber tú si lo son, no lo creo.
Hemos estado buscando recuerdos, sí. De aquel país del extranjero en el que una vez vivimos juntos. Y la cosa no queda aquí, aunque yo deje ya de inflar estos relatos, sin hache claro, no como el número 35 que se fue al aire con esa fea chepa lamentable, incorrecta y estúpida. Digo que la cosa no quedará aquí porque llegará un día, querido Josemari Cortés, en el que este presente dolorido en el que vivimos ahora, yo lo se bien, nos parecerá tan país extranjero como el otro. Ya lo verás.
Hemos estado buscando recuerdos, sí. Pero Fernando Muñoz Box me escribió esta dedicatoria cuando me regaló un ejemplar de su libro Las medidas del tiempo en la historia. Calendarios y relojes: Isidro. Los recuerdos son los recuerdos, pero la realidad es mejor. Un abrazo.
Yo el libro de Box lo he leído con deleite hasta la página 133, después ya no. En la página 133 empieza el profesor Box a desarrollar conceptos tales como la proyección gnomónica sobre un plano horizontal, las trayectorias solares en proyección gnomónica, incluyendo allí una figura para representar el cambio de coordenadas; las trayectorias solares en proyección gnomónica, con otra figura de la proyección gnomónica del ecuador, amén de otros conceptos, palabras, símbolos, fórmulas y figuras que me indicaban a las claras que estaba intentando entrar en otro país extranjero, cuya lengua desconozco y bien que lo siento.
No quiero que os quedéis con la idea de que el libro de Box tiene que ser traducido para poderlo comprender. Al revés, hasta la página 133 es una gozada, a partir de ahí estoy seguro que también lo es, no para mi, que no sé el idioma del país de la matemática, sino para los habitantes de ese admirable mundo. En esta serie,¿de qué hemos tratado sino es del tiempo? Como ha hecho siempre la humanidad, quisiéramos trascenderlo, dominarlo, liberarnos de su tiranía, y sobre todo de su inflexibilidad para poder dirigir la flecha del tiempo en la dirección que nos convenga, lo dice Box.
A mi en un viaje el libro de Box se me quedó olvidado en la habitación del hotel (esti ye el mi Cícero, dirá Manolo al llegar a este punto), pero me lo enviaron amablemente y pude seguir leyéndolo. Es más, pude recuperar una hoja que escribí en aquella habitación y que guardé doblada en el interior del libro de Box. Era la copia, ahora la tengo delante, del juramento que el 16 de las calendas de marzo del 840 hicieron en aquella ciudad entonces llamada Argentaria, dos nietos de Carlomagno, Carlos el Calvo y Luis el Germánico, tras la muerte de su padre Luis el Piadoso. Juraban un pacto contra su hermano mayor, Lotario.
La habitación del hotel tiene pintadas sobre la cabecera de la cama las palabras de Luis, que habló a las tropas en alemán primitivo y las de Carlos que hizo el mismo discurso seguramente en un germen de francés, un romance muy antiguo: Si Lodhuvigs sagrament, quae son fradre Karlo jurat, conservat et Karlus meos sendra de suo part non los tanit si io returnar non lint pois, ne io ne neuls, cui eo returnar int pois, in nulla ayuda contra Lodhuvig nun li iu er.
Está claro, a que sí. Pues lo que dijo Luis en su primitivo tedesco no se queda atrás: Oba Karl then eid, (el resto igual).
Si Luis, dice Carlos, (si Carlos, dice Luis) guarda el pacto que ha jurado a su hermano Carlos, (a su hermano Luis, dice Carlos) y Carlos, mi señor, por su parte, fallara en cumplir el pacto que también ha jurado, entonces yo, si no consigo disuadirle de este camino, no le enviaré a él ni a ninguno de los que estén con él ningún apoyo contra Luis.
O sea, el pasado difícil de comprender, complicado de interpretar. Un país del extranjero. Unas lenguas que ya no son lengua, aunque sigan vivas en cierta fase de reencarnación. Algo así y otras cosas que no tengo nada claras, porque en este mundo casi nada es lo que parece, estoy tratando de decir desde que empecé a tratar con vosotros. Si leéis el libro de Box veréis que le día 16 de las kalendas de marzo, no es en marzo. Y que el año 840 no es el 840. Todo está descolocado hasta en los calendarios, después de tanta reforma, después detantos aparatos de medir y de controlar, que le vamos a hacer. Así que si no está clara la fecha de los juramentos que pongo arriba y si está confuso el sentido de lo que juraron, ¿quién puede poner la mano en el fuego por una fecha, por una coincidencia de fechas en nuestra pequeña biografía? ¿Quién puede asegurar la fragilidad de un recuerdo en el movido cosmos?
Tú sabes, Josemari, que yo comencé este serial pidiéndote permiso para entrar en tu blog. Hoy te pido licencia para salir. No por cansancio, el ritmo de trabajo es llevadero. No porque se me hayan agotado los recuerdos. Qué va. A mi, una vez enveredado, los recuerdos me brotan a cada paso que doy. Me ocurre como a Brahms con las ideas musicales: Voy paseando en contacto con la naturaleza, solo o en compañía de alguien, y los recuerdos brotan sin cesar. Fluidos. Tengo que tener cuidado para no pisarlos.
Pongo punto final, porque ya he escrito mucho. Tanto, que Lalo Mayo, nuestro jefe de cierre, me ha dicho que lo escrito da para hacer un libro. Pues hazlo, le contesté. Y se lo ha currado. En esas está, creo. Bueno, está en esas con el rabillo de un ojo, porque el otro lo tiene que tener bien abierto para que no le cuelen goles de campaña. A partir del lunes, estará más tranquilo, supongo.
A mi me ha hecho ilusión la idea de Lalo. Cuando me lo propuso me dije: Coño, ahora vamos a escribir libros en los blogs, libros por entregas, volvemos al oficio del XIX. A los folletones. También me pregunté: Ya, pero estos recuerdos lejanos de un país del extranjero en el que las cosas se hacían de una manera tan distinta, ¿a quién pueden interesarle? Y la respuesta fue: Tenemos que escribir las cosas que nos llamen la atención a nosotros mismos, que capten nuestro interés personal y que nos hagan reflexionar. Eso me ha pasado a mi con esta serie de la vendedora.
De modo que como os iba diciendo, una vez estaba yo hablando por teléfono con mi amigo Manolo y él no paraba de interrumpirme: Ye eso, ye eso. Yo le estaba describiendo el tiempo como si fuera una tijera. Cortas con ella a ras del puño los bramantes de un manojo de globos de helio que llevan dibujados rostros con ojos y caras y orejas y bocas y narices de chiquillos que como tales chiquillos no existen ya en el universo mundo, y los globos se elevan y se pierden en el viento. Cada uno a una altura, cada cual a su ritmo. Cada uno en una dirección, aunque en la dirección de profesores de filosofía, por ejemplo, coincidieron unos cuantos. Se separan los que estaban amarrados. Y no vuelven a encontrarse ya.
Pero si al cabo de medio siglo, esporádica e inopinadamente, viene una brisa cálida y vuelve a reunirlos, pues bendita sea esa brisa. Aunque sólo sea por la ilusión de que aquel país del extranjero vuelve por un momento a ser tu propio país, en el que naciste y cuya lengua es tu lengua materna, y su selección es la tuya. Aunque en el fondo sabes que no, que sólo se trata de una hermosa ilusión.