CASI CINCUENTA AÑINES...
...que te van a caer, qué te creías, rica, guapina. Con el paso de los años la piel va perdiendo firmeza, también la tonicidad y aparecen las arrugas, dímelo a mí.
Hasta las torres más altas necesitan de vez en cuando una manita de maquillaje y un estiramiento de piel y, sobre todo, una primera exfoliación.
Y es tu caso, querida torre nuestra que llegas al cielo. El año próximo cumplirás los cincuenta tacos, ¡quién lo diría!, llegan los primeros achaques, y vemos que te estás poniendo guapa para lucir y seguir presumiendo de tu terso cutis gris y ser envidiada por todas las torres por tu estrella "colorá", la única de todo el firmamento.
Te recomiendo: para desayunar 1/2 pomelo a la altura de la primera campana, unas rebanaditas de pan tostado donde la segunda en el almuerzo, un cuadril quitando toda la grasa posible en la tercera para las comidas y hortalizas y buena cantidad de repollitos para cenar en la base que alguien puede enviarte desde Bruselas.
Ponte de lado con las ventoleras, abrígate frente a las heladas, la escarcha no es mayor peligro y, si me haces caso y tomas algún diurético de cuando en vez, lista y nueva para otros cincuenta y tantos años más.
Mi querida torre que se perfila desde la plaza de Santo Domingo, justo por encima de la coronilla de Guzmán el Bueno en su fuente.
12 comentarios
Andrés Martínez Trapiello -
Mariano Estrada -
Es cierto que me separaban tres años de León, de Muelas de los Caballeros, del Norte. Y si el Norte lo referimos a Cantabria, donde la norte-insistencia se topa con el mar, como tú nos has dicho, entonces habrá que multiplicar esa cifra por el número de apóstoles de la fachada del Santuario que vigiló nuestra niñez y aún habrá que poner de pico a La Virgen. Con todo, no quisiera morir sin volver un día a tu tierra.
Por cierto, espero que tú te dejes caer por la mía el próximo verano, que yo te llevaré al río aun sabiendo que no eres mozuela. Y me echaré contigo al monte, pero no para emular a los maquis, sino para admirar a los robles, que los hay de 600 años, para observar a los lobos que aúllan, a los corzos que saltan, a los jabalíes que rebudian y para entablar conversación con los druidas, que tienen el bebedizo de la juventud, tal vez de la eternidad. También te llevaré a la capital de la provincia, de la que te puedo decir que está guapa, como una novia de piedra bañada por el Duero. La pusieron bonita con las Edades del Hombre y, desde entonces, no la han dejado afear. Le dediqué siete horas seguidas, pero no acabé de ganarla del todo.
Por lo que respecta al sábado 21, que no al jueves 19, quiero daros las gracias a todos los que acudisteis a la cita en Gambrinus (1), en algunos casos a pesar de la distancia que, como se ha podido ver, no se ha traducido en olvido. Otros no pudieron asistir y me han dejado un correo en el Outlook. También les doy a ellos las gracias. Lo que algunos no sabéis es que la noche fue joven y, como era de esperar, acabó en el Barrio Húmedo, en los entornos de la casa de nacimiento de Andrés, el que invita a cafés de siete horas. Bien es verdad que para entonces sólo quedábamos tres mosqueteros: Enrique Muñiz, Javier del Vigo y yo, que, como ellos, me encontraba circunstancialmente soltero y solo en la vida. Igual que el farolillo de la calle. Luego se incorporó Ana Centeno con unas cuantas amigas Finalmente, acabamos durmiendo en La Virgen del Camino, donde hace mucho tiempo que yo no dormía, y donde nunca había dormido en una cama tan ancha como las que hay en la buhardilla de la casa de Enrique. Eran las cuatro del alba y no había luz en las carreteras de conducen a Muelas. Por la mañana, Javivi y yo, visitamos el mismo Santuario que tú visitaste el día anterior, querido Isidro, y aproximadamente con idéntica luz. De nuevo admiramos los bronces de Subirachs, con su cardenillo verde y venenoso, las vidrieras de Rafols Casamada, para las que has pronosticado una futura enfermedad y la torre de la estrella colorá envuelta en un altísimo andamio. Enrique se había tenido que ir a Galicia.
Muy interesante la vuelta que nos has dado por el Santuario, del que sabes mucho más de lo que dices. En el desarrollo de mi profesión, apenas he tenido ocasión de encontrarme con el bronce, pero sí me encontré algunas veces con el cardenillo, esa palabra-culebra que ya en mis tiempos de estudiante dejaba sus venenos en los libros de materiales de construcción, entre los cuales se encontraba el Bassegoda.
Entre los que no pudieron acudir a la cita del 21, estaban nuestros queridos amigos Juan Manuel Díaz Álvarez y Justino Blanco Villacé. Los dos fueron valientes y me visitaron en Muelas el 29. Con sus respectivas esposas, como corresponde a todo preso de bien, y, en el caso de Manolo, con su hija Marta, a la que ellos, tejiendo un amoroso diminutivo, le ha cambiado de nombre: Martina. Creo que quedaron contentos con la visita, hasta el punto de que han decidido volver el verano que viene. Manolo nos lo hizo jurar en el campanario de la Iglesia de la Asunción, por debajo del nido de la cigüeña, desde donde se contempla el paisaje de mi niñez.
En Madrid visité a Leo Salvador y de nuevo tuve ocasión de recordar viejos tiempos. Él trabaja en las oficinas de Mundo Negro y dirige la revista Aguiluchos, a la que mis hijos y las hijas de mi hermana Charo estuvieron suscritos de la niñez a la adolescencia. Los suscribió mi hermana Antonia, cuando estaba en África, ya que tenía una estrecha relación con los Misioneros Combonianos. ¡Pero qué pequeño es el mundo, Leo! Me sentó bien la mañana. Y el café. Luego visité la antigua Residencia de estudiantes San Fernando, en la que yo viví tres años. Está casi enfrente de donde tú trabajas y ahora es un Centro Ocupacional.
Ha habido etapas de mi vida, querido Isidro, en las que he estado muy cerca del poeta de Tábara, León Felipe. No tanto de Hilario Tundidor, pero también éste me ha acompañado algunas noches de invierno, que es cuando la poesía es necesaria para calentar el espíritu. Gracias por subirme a ese nivel, que no sé si merezco. Lo que a mí me importa de veras es el nivel que pueda alcanzar en el corazón de cuantos me leen, y especialmente en el de aquellos a los que quiero y admiro.
Acabo de llegar a Villajoyosa y, como me he traído a una parte de mi familia zamorana, aún no he tenido tiempo ni de revisar del todo el correo. Pero he querido escribir estas líneas para agradecer las deferencias que habéis tenido conmigo, que son muchas y buenas.
Un abrazo
Asistentes al encuentro del 21, que no del 19, a los que tuve el gusto de ver, con quienes tuve el placer de compartir y a los que quiero enviar mi agradecimiento: Isidro Cicero, Javier del Vigo, Andrés M Trapiello, Enrique Muñiz, Pedro López, Carlos Jiménez, Luís Heredia, José Ignacio Serrano y esposa, Manuel Centeno y esposa, Alberto Cortés, José Mari Cortés, Froilán Cortés, Chema Sarmiento, Santos Suárez, Luís Carrizo y Ana Centeno.
Un abrazo a todos
santiago rodriguez -
Pero me informé de su curriculum: medico pediatra, larga estamcia en Haiti,maestro de estudiantes en la provincia numero tres, tras España y Toulouse, y digamos supervisor de las provincias europeas y los vicariatos africanos.
Ademas me alegro haberme equivocado pues así he vuelto a ver tus alegres comentarios en esta página.
Y por otra parte tu al ser de la sesta bandera meriniana y yo de la doce como hermano mayor, tienes el deber de corregirme....un fuerte abrazó para ti y para"tös"
José Luis Alcalde Revilla -
Antonio Argüeso -
Así pues sólo hoy he podido tener "el deleite del espíritu" del que se habla más arriba. Como siempre, una bocanada de aire fresco, tan necesaria en esta época (bueno, como en todas, para qué engañarse). A ver cuándo aparece el de la virgen de la fachada.
PS/El silencio reinante últimamente se debe, seguro, a la endiablada pregunta de acceso a la publicación. Yo porque tengo nietos sobre crecidos, avispados y me han chivado la respuesta, que si no .
Isidro Cicero -
santiago rodriguez -
José Ramón Soriano Reig -
En cuanto al deleite del espíritu...el relato de Isidro ha sido mucho más que una perfecta paella.
Gracias, Maestro...
Isidro Cicero -
santiago rodriguez -
Luis Heredia -
Luis Heredia -
Como siempre, desde hace treinta años, tres km. Antes de pasar a la vera de La Virgen del Camino, busqué mi referencia.
- ¡Dios mío¡ ¡No veía mi cruz¡ Pensé que me había pasado de largo o confundido de carretera. Según me iba acercando, de la figura de una chimenea -aunque ya me parecía que La Robla quedaba algo más lejos y en otra dirección- pasé a ver la estructura de hierro de un incipiente rascasuelos.
- No puede ser. ¿Qué coño -con perdón- pinta un edificio de 30 plantas en plena paramera?, me pregunté reduciendo la velocidad del coche a 15 km/h -y sin poner en riesgo las vidas ni los coches del prójimo al que tantas veces alude el Besucón- para decidirme sobre la dirección a tomar.
Ya a un Km. vista, intuí que se trataba de un envoltorio que cubría nuestra cruz, o sea la de nosotros.
De inmediato reaccioné: claro. Es que la Orden, la Diputación, el Cabildo, el Arzobispado, el Ayuntamiento y El Furriel ya están con los preparativos del 50 Aniversario.
- Y, ¿Quién le pondrá el lazo?, me volví a preguntar, pero ya parado el coche y con los pies en el suelo de los Apóstoles, o lo que es lo mismo, a los pies de los Apóstoles.
- Pero, ¿Qué coño con perdón- de lazo ni qué ochocuartos?. Fue cuando caí en la cuenta que se trataba de una limpieza integral y no de regalo ni envoltorio alguno.
- ¿A qué curso le habrá tocado limpiar la cruz? Esto no me lo pregunté porque ya sabemos que siempre le tocaba al mismo. De ahí que Isidro Cicero nos haya escrito eso tan guapo sobre la vidriera cristalería para algunos- y los apóstoles. Cuando la cruz esté límpida, fija ya lo está, y esplendorosa, la Real Academia de la Lengua habrá perdido la oportunidad de su Historia si no pone las posaderas de Isidro en uno de sus asientos con letra Mayúscula después de escribir lo que nuestro autor leerá entre las líneas de su Estrella Colorá.
Hombre, de cualquier modo, ¿qué queréis que os diga?. Me hubiera parecido una cursilería como la copa de la propia cruz verla el día del Aniversario envuelta en papel de celofán y su copa coronada con un enorme lazo. ¿Quizá blanco ..rosa? En fin, que cada cual ponga el color que más le guste en su imaginación aunque si os digo la verdad, en una postal navideña de nuestro Javier Serrano, nuestra Estrella Colorá pasaría de cursilería a arte.
Beeee..s.o.s