EL NIDO DEL PAJARÍN

o lo que es lo mismo, la camarilla de Pedro López Llorente. Cara de asustado, niño tierno, niño triste, niño trasto, rabo de lagartija, la puerta abierta como obligado era bajo amenaza de segura excomunión. Refugio de niño perdido, camarilla con ventana, la imagino soleada y mirando los campos, a medio pasillo entre los baños y el puesto de vigilancia del Padre director. Espejo limpio, agua fría, grifo de estrella de plástico, azulejos celestes, barrera para mirar por debajo, puerta azul con imán, jersey de cuello alto presumo que gris, coderas zurcidas, ¿qué escondías en tu mano? Estabas en tercero.
¿Por qué me produce tristeza esta fotografía?, y eso que estamos en el mes de las flores y las lluvias.
Mi mejor beso, querido amigo hermano Pajarín.
13 comentarios
JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -
A ver si acabas de pintar e invitas a los amigos a una centollada. Sí, amigos, me llamó para decirme que estaba missing y que lo de escribir esra cosa de Marcelino.
Abrazos
Pedro L'opez LLorente -
JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -
Julián, las bellezas no eran nórdicas eran eslavas, bien lo sabes tú. Y la patron, Olga, argentina, che.
Por favor,no os deis por aludidos.
Abrazos
Julio S -
Un abrazo
Julián Ruano -
De tantoo caminar, un día nos paramos en una zapatería en Roma y no sé quién tubo la idea, probablemente de José Manuel, alias El Pitu, de cambiar nuestros zapatos muy gastados por otros nuevos. Allí vi salir corriendo de la tienda a Pedrín y no parar hasta su agotamiento a tres kilómetros. Eran tiempos de escasez y de agudizar el ingenio.
Vivíamos en un cuarto piso y para utilizar el ascensor se necesitaba alimentarle con monedas. Eso hacíamos pero siempre con la misma moneda y una vez hecho el contacto la extraíamos pues estaba atada con un hilo. La portera siempre sospechaba y acusaba a Pedrín quien por aquel entonces su cara había cambiado, era grande, gallarda y altanera como correspondía a un representante de la séptima leggio.
Un abrazo. ¿Qué fue del cuarto ginete, Tomás Manjón?
Enrique Frade -
Hace poco que entré en contacto con Pedro y a mi no me parece ningun bicho raro como vosotros le poneis en el blog .
Toma un vino en el bar ,lee el Marca como cualquier aficionado,no lleva distintivos futboleros,vamos una buena persona que Yo aún estoy conociendo por etapas mientras tomamos algún vino en el J.L.,así que de bichu raru na de ná.
Claro vosotros le conocisteis más porque coincidisteis mas tiempo con El.A baizán tambien le veo algunas veces ,Ya le diré que anda el Pitu vuscandole.
Un abrazo patos.Quique frade.
JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -
Amigo Pedrín, espabila que el mundo está lleno de lupus con una dentadura mejor y más duradera que la que implantan el Ros y el Fresno, sin embargo sigue siendo bueno y cuando veas al Baizán ya sabes lo que tienes que hacer. ¿Acordastiti de mi?. Que te d.
Un abrazo
Juan A. Iturriaga -
Lo que siento es no haberle podido saludar cuando vino a Donosti a un concierto de los Rolling Stones.
Vino con su hijo. Juntos de juerga, como tiene que ser.
Un abrazo,
Juan Antonio
Antonio Argüeso -
¿Onde andas, Pitu?, ¿Onde Julio eSe? que no salís a defender si no la justicia, sí lo justo: Pajarín será pensador, y hasta tan pensador como el Ruano, que no les queda tiempo para escribir. Pero por aquí aunque se les nota, poco se les ve.
PS/¿Para cuándo la foto de Casillas en buena compañía? ¡Julio!, personalmente hubiera preferido la foto de la rubia, la verdad.
José Mª Sierra Tascón -
¡Qué bonito rememorar todos estos "accidentes incruentos..." Físicamente incruentos. La moral... Eso es otra historia.
Miles de besos y abrazos. Y, con los besos, no quiero desbancar a Josito "el besucón". Besos para él también.
andrés cortés aranaz -
El Pajarín, es una de esas personas que se fue reconvirtiendo poco a poco. Primero fue Pedro López Llorente, pasando a ser conocido en el colegio por Perico y quedándose por fin con Pajarín por los motivos que él hace poco contó.
Se incorporó un poco más tarde a los huídos, apartados, desvocacionados,en fin a los que nos la íbamos pirando. El tuvo tiempo de pasar una temporada en Roma y cuando nos reencontramos de nuevo en el pueblín, comprobamos que venía con ideas más avanzadas que los que nos habíamos quedado en León. Recuerdo muy bien las disertaciones con las que nos "castigaba", tratando de explicarnos la unión de los músculos del antebrazo que "a modo de caperuza unían el biceps con el triceps".
Fue una época bonita que recuerdo con cariño pero en la que todos éramos un poco tristes. Justamente, hasta que descubrimos los mejillones del Tonino y el hígado encebollado y el pulpo del Submarino. Las tertulias en la barra de El Roble de cara a la cristalera, en aquel rincón desde el que observábamos todo lo que pasaba en la calle. ¡Cuántas horas pasamos allí¡
Para mí el Pajarín es el amigo silencioso que siempre está aunque parezca que no se le nota.
Sé la alegría e ilusión que nos hace a los dos cuando nos vemos (poco)ya que en un abrazo y en silencio se pueden decir muchas cosas.
Un beso Pajarín.
Javier Cirauqui -
Por supuesto la cara es la de Pedro López Llorente "Pajarín". Todos,como dice
Sierra Tascón, (no puedo evitarlo, me salen los apellidos) vivimos en una camarilla similar, es decir igual.
Siempre que veo estas fotografías de la época, no puedo menos que recordar lo que viví y en esta me llama la atención, el jersey de cuello de cisne recogido, posiblemmente tejido por nuestras madres, por lo menos el mío, de lana, ochos o punto inglés y los pantalones cortos.
Yo hasta bien avanzados los cursos llevaba pantalones cortos, hasta que me plante a mi madre y le hice comprar unos largos.
Yo no es que me sintiera abandonado, sino más bien desvalido, estaba acostumbrado a que mi madre nos preparara la ropa de los cinco hijos y el padre, cuando tocaba cambiarnos, sobre las sillas del comedor (hoy cuarto de estar), y los zapatos y calcetines debajo. En Villava me llevaba todos los viernes un zacuto de ropa limpia, con su bocadillo entre las ropas.
Yo estoy seguro que era un baldragas, un adán y por supuesto un desordenado de tomo y lomo. Huevos en los calcetines, con cierto olor a quesos, aunque me echara colonia, bolsillos rotos, zapatos con plantillas de cartón, es decir echo un cuadro. Eso si mi aspecto exterior, casi impecable.
Creo que la puerta abierta era cuando pasaban la revista y nos colocábamos fuera, para que pasaran la inspección nuestros frailes. Se ve detrás de la puerta el armario con una prenda colgada, el lavabo y el espejo, donde miraba para aplastarme las espinillas o el acné juvenil, luego estaba la cama de madera, con el colchón que servía de plancha, debajo dos cajones, un banco sobre el radiador, y la ventana abatible y no abrible. Lo que no recuerdo es si las ventanas tenían cortinas o no, para tapar la luz que entraba tras los cristales en aquellas mañanas de estío paramero.
La verdad, "Pajarin", que pareces el guardián del "txoko, donde pasamos tantas noches en duermevela (OXIMORÓN).
Un saludo. Javier.
José Mª Sierra Tascón -
Éramos niños "abandonados" a nuestra suerte.
Yaq lo hemos hablado/escrito varias veces. Parece que es un tema recurrente.
Habrá que hacer una catarsis para tratar de eliminar ciertos recuerdos. Y aún así...
Igual es que nuestro subconsciente se niega a olvidar o recuerda cosas más agradables.
Eso es lo que siento en este momento: Los recuerdos, aunque pocos, los momentos agradables de esos recuerdos son los que cuentan. Y, si fueron pocos, debieron de ser intensos. Porque sino, ¿qué pintamos, qué hacemos cada día, escribiendo para recordarlos?
Me gusta recordar.
Un abrazo